Tal vez mañana cambie,
pero hoy todo es salvajemente hermoso
en el inmenso cráter del Ngorongoro
desde que los volcanes apagaron su furia,
cediendo su rugido a los carnívoros.
Un rosario de lagos y humedades,
más allá de sabanas y desiertos,
hierven de exhuberante vida acuática:
el etéreo flamenco, el reptil traicionero,
cormoranes de hierro, pelícanos, cigüeñas.
Oh, inquietantes llanuras que destilan silencio
hasta que enciende el pánico
las patas del antílope...
Oh, majestad del gran Kilimanjaro
desplegándose altivo desde nieves perpetuas
hasta duras estepas donde acechan las hienas.
África inmensa, hospitalaria y áspera,
matriz generadora de ritmos y tormentas,
que levantas al cielo tu esperanza,
tu gemido de esclava, tu condena.
Tal vez mañana cambie. Ojalá todo cambie.
Todo menos la fuerza marfileña.
Todo menos la magia en torno al fuego
que acaso el primer hombre
aquí prendió bajo la luna fértil.
( José María Lorca)