El Fanzine no. 55

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Por: Andrés Medina / @delabuena

I. ¿Cómo no tomarlo personal si soy una persona? Recuerdo la primera vez que viajé a Montreal. Jamás imaginé que cambiaría mi vida de la forma en la que lo hizo. Tenía 18 años, era un ser completamente distinto al que soy hoy en día. Canadá siempre ha sido para mí un lugar al cual huir si algo sale mal, parte de mi familia se mudó ahí hace tiempo; así que de alguna manera veo a Montreal como un mundo paralelo al mío, al que puedo salir corriendo en caso de emergencia. A los 18 años no se sabe mucho de la vida, y no lo digo porque ahora sepa mucho más, pero fue justo en ese momento de mi existencia que conocí un festival que cambió mi rumbo. En ese momento no comprendía de qué forma me involucraría con esté, pero 10 años después, puedo reconocer la gran influencia que tuvo en mí. La música electrónica llevaba ya un rato estando de moda, y como actualmente sucede, en esa época era fácil que festivales nacieran y al poco tiempo desaparecieran: sólo algunos fuertes de espíritu se mantenían vivos ante las adversidades. Montreal es reconocida como una de las ciudades más festivaleras del mundo, así que lo que viví en mi adolescencia, fue un vistazo al porvenir cultural del planeta. Mutek fue una de las experiencias más fascinantes que experimenté en aquel primer viaje que hice a Canadá, era algo tan nuevo y poco familiar para mí, que me enamoré de inmediato. Jamás había comprendido lo que “el arte y la cultura digital” eran; de hecho, hasta esta cobertura fue cuando realmente lo entendí. Me tomó 10 años poder comprender por completo el espíritu del festival; hasta que lo viví profundamente en su ciudad de origen, y entrevisté a su creador, Alain Mongeau, me quedó claro el porqué de su existencia. Después de haber tenido mi primer acercamiento a Mutek en 2004, regresé a México y me encontré con que un loco visionario, Damián Romero, ya había emprendido la aventura de generar la experiencia Mutek en nuestro país. Desde que tuve conocimiento de ello, he asistido a cada una de las ediciones; poco a poco fui generando una relación tanto emocional como laboral con el festival, y el producto de este involucramiento fue una invitación por parte de Mutek Montreal para escribir algo sobre su cumpleaños número 15.

II. EM15 Viajé en un vuelo nocturno el 26 de mayo. La emoción era tal que un profundo silencio se apoderó de mí, no deseaba la mínima interacción con las personas, sólo quería llegar a tiempo para poder organizar mi plan de ataque. Como les comenté en párrafos anteriores, contaba con la hospitalidad de la familia, así que uno de mis hermanos me recogió en el aeropuerto. El clima no fue lo que esperaba; en mi última visita, el calor era semejante al de una playa, pero en esta ocasión era lluvioso y bastante frío. El festival pagó mi hospedaje desde un día antes de la inauguración de las

actividades hasta el día 2 de junio, así que tuve tiempo para aclimatarme y turistear un poco, aunque en realidad el primer día no tuve oportunidad de hacerlo, ya que una tormenta me impidió caminar por las calles. Esta edición de aniversario fue muy especial, tanto para los organizadores como para la comunidad que mantiene viva la cultura digital en esta ciudad, y esto por dos razones, principalmente. La primera es una que asombró, ya que sucedió lo increíble: el festival de arte digital Elektra (eterno rival de Mutek) y Mutek se fusionaron para dar a los espectadores una mejor experiencia. Yo no estaba enterado de lo que esto realmente implicaba, pero al platicar con Alain Mongeau, fundador de Mutek, comprendí lo importante que era este suceso. Ambos colectivos dirigían el crecimiento y el mantenimiento de la escena del arte digital en Montreal, pero por malentendidos entre los dirigentes, segmentaron el público, así que esta “reconciliación” entre Elektra y Mutek implicó un crecimiento de calidad en las ofertas artísticas de ambos, así como la reunión de sus seguidores. La segunda está directamente relacionada con la primera, y esto es porque el Museo de Arte Contemporáneo de Montreal (MAC) fomentó el diálogo entre ambos festivales. Al aceptar ser la sede del aniversario de Mutek, MAC sugirió sumar a Elektra al festival, quienes también cumplían 15 años de existencia. Así que el resultado fue EM15, donde Elektra se concentró en montar la International Digital Arts Biennial y Mutek en realizar todo lo demás. El resultado fue algo grandioso, ya que durante una semana se vivió la cultura digital en todo su esplendor dentro de una institución que avaló formalmente la naturaleza artística del festival. El proceso de acreditación fue sencillo. Desperté en mi cómodo hotel, desayuné, agarré mi patineta, mi cámara, un par de dólares, y me dirigí al MAC por mi gafete. Es importante comprender que las actividades de Mutek se dividen en bloques, están los A/VISIONS, PARA_VISIONS, NOCTURNES, PLAYS y las actividades matutinas que incluyen talleres, conferencias y reuniones. Resulta muy complicado poder experimentar la totalidad del festival, pero si uno se deja llevar, está bien, ya que cualquiera de los shows que se experimentan son de la más alta calidad artística. Es increíble el poder que tiene una pantalla; la creación de universos jamás estuvo en las expectativas de nuestros ancestros, quienes únicamente se dedicaban a admirar y tratar de comprender su entorno. Hoy en día, con la tecnología que ha creado el hombre, se puede proyectar sobre una simple superficie plana una profundidad llena de conceptos, sentimientos e iluminaciones filosóficas. Es realmente sorprendente que mirando una simple pared, o una malla, los artistas puedan hacerte sentir de cierta forma, e incluso despertar recuerdos o sentimientos profundos. Mutek se trata de tener experiencias audiovisuales. Los artistas invitados viven completamente sumergidos en este tipo de arte, tanto la imagen como el sonido son parte esencial de su performance, y uno complementa al otro. Es notable el avance


que algunos de ellos demuestran en sus creaciones; visualmente, muchos han llegado a un nivel microscópico de las cosas, y en lo que se refiere a la construcción de un buen show, también se mostró un nivel muy alto de producción. Por parte del festival, la construcción de las atmósferas, la organización y las facilidades para la prensa me parecieron excelentes; es notable la experiencia que ha generado producir Mutek desde hace 15 años, además de que en la entrevista con Alain Mongeau, me enteré de su larga trayectoria en la producción de eventos de índole artística. La propuesta creativa de EM15 fue variada y exquisita. En un inicio llegué al festival con un perspectiva equivocada. Siempre había tenido claro que Mutek se trataba de una propuesta que enaltecía el arte digital, que contaba con instalaciones artísticas, que quienes realizaban el material visual contaban con un nivel de fotografía y animación muy alto, y que además de todo esto, imprimía en el alma experiencias multisensoriales; pero aun así, siempre relacioné a Mutek con una gran fiesta de música electrónica. Durante muchos años navegué por sus mareas audiovisuales teniendo esta idea sobre él, pero después de sentarme a tomar un té en el café que está en contra esquina de las oficinas de Mutek Montreal con su creador, me percaté de lo equivocado que había estado todo este tiempo. “Crear Mutek fue mi forma de mantener la llama prendida de la música electrónica”, me platicaba en un español fluido Alain Mongeau, mientras le daba un sorbo a su capuchino. Percibí un amor nato por el movimiento electrónico en su voz, y sobre todo entendí su interés por mantener viva la evolución de un movimiento que pasó de la escena rave a una mucho más propositiva y compleja, la de la cultura digital. La impresión que me dio Mongeau cuando lo conocí en México había sido de un gran productor de eventos, apasionado de la música electrónica, y de un elegante gusto artístico, pero esto estaba muy lejos de lo que realmente es el personaje. Mongeau lleva años involucrado en la creación de eventos de corte cultural en Montreal; durante muchos años formó parte del equipo creativo del Festival Internacional de Nuevo Cine y Nuevos Medios de Montreal. Ahí desarrolló un perfil de creación de atmósfera para los eventos, a la par de involucrar en la programación propuestas artísticas que comenzaban a incluir un punto de vista artístico/tecnológico innovador. Con un amor fluido por el arte y la música, tuvo una faceta de DJ y de artista audiovisual. Así fue como se hizo la mezcla correcta para que dejara de formar parte del equipo del Festival Internacional de Cine Nuevo y creara Mutek. Mongeau también fue director del International Symposium on Electronic Art (ISEA ) en su edición en Montreal en 1995, y regularmente es conferencista en la Universidad de Quebec en Montreal, además de ser doctor en Comunicaciones. “C ada año intent o alejar más de l festival la idea de que es una fiesta.”Alain fue muy claro al explicarme que cada edición del Mutek logra hacer a un lado su faceta fiestera, la cual es una parte importante,

pero por ningún motivo la más relevante. Mi perspectiva sobre el festival cambió después de mi charla con él, incluso erróneamente pensé en algún momento que este año había sido mucho más clavado el contenido y que los ritmos para bailar habían hecho falta, pero al escuchar estas palabras, todo cobró sentido. Me había acercado al festival desde el punto de vista equivocado.

III. Lo mejor Con la gran cantidad de shows que se presentaron en Mutek, se debe tener muy claro qué artistas te interesa ver. Por supuesto que también ves actos que no tenías planeado, o incluso que no conocías, y resulta que te fascinan. En esta última categoría entrarían Todor Todoroff & Laura Colmenares Guerra, quienes fueron la propuesta visual que más me gustó; Nonotak, quienes present aron un espec t áculo con un mapping e x t raor dinar io; Intercity Express & Synichi Yamamoto, y el grandioso Pinch, quien con un estilo drum&bass y dubstepero old school logró que bailara intensamente en el Piknic Electronik. En cuanto a los artistas que desde que supe que se presentarían en Mutek me hicieron emocionarme, y que no me decepcionaron, fueron: Egyptrixx, Nicolas J a a r, H e r m a n Kolgen, Rober t Henke y Ricardo Villalobos. Esta última lista fue en verdad una gozada, los beats oscuros y cercanamente hip hoperos de Egyptrixx me dejaron realmente contento ya que, a pesar de que se concentró en proponer un show mucho más audiovisual que fiestero, el artista logró plasmar por completo su estilo en la propuesta. Herman Kolgen y Robert Henke fueron simplemente apabullantes, su talento rebasó los límites de ser sólo artistas para convertirse en científicos que desahogan su potencial de investigación y experimentación mediante procesos creativos. La demostración de Henke es indescriptible: lo que parecía ser en un inicio un mero show de láser, terminó por ser un viaje introspectivo que logró que la mente creara escenarios sumamente complejos.

Kolgen, con su proyecto Seismik, desafió los límites del performance al utilizar los sonidos del movimiento tectónico en tiempo real de tres maneras distintas. En general, el talento demostró que se requiere un nivel artístico alto para formar parte del lineup del festival. Incluso los nocturnos, que este año no fueron de mi total agrado, tuvieron una producción colosal que incluía un excelente sonido y visuales impresionantes. En esta sección del festival, el acto que más me gustó fue el de Ricardo Villalobos. Cuando digo que los NOCTURNES no fueron de mi total agrado, no me refiero a que hayan sido de baja calidad, sino que los géneros que participaron no son aquellos que sigo.

IV. Conversaciones Una parte muy importante de los festivales son las entrevistas, aquellas charlas donde el escritor tiene la oportunidad de vibrar y conocer a un nivel mucho más profundo a aquellos artistas que le llaman la atención. Claro que rara vez sucede que el entrevis t ador puede llegar hasta el artista que más lo apasiona, pero en Mutek, resulta mucho más sencillo conseguir unos minutos con algunos de los artistas que se presentan en la programación. Por supuesto no faltan los que se esconden a toda costa de la prensa, como Ricardo Villalobos y Nicolas Jaar, pero por suerte no eran los que más me llamaban la atención. Este año las conversaciones que sostuve fueron con quienes deseaba, y a decir verdad me dejaron muy satisfecho, ya que Egyptrixx, Pinch y Herman Kolgen se tomaron el tiempo y sobre todo se dedicaron a contestar de una buena manera a todas mis preguntas. Egyptrixx hizo su mayor esfuerzo en profundizar en la conversación. Algo que me gustó mucho sobre su personalidad fue la humildad que tuvo desde el inicio de su carrera: al hacer música desde un inicio por el placer de hacerla, nunca perdió el piso. Pinch, originario de Bristol, Inglaterra, se abrió por completo al contestar mis preguntas. Con una fuerte influencia del drum&bass y del dubstep, este DJ se ha mantenido relevante en la escena debido a

su constante necesidad por evolucionar su estilo, lo que habla de un artista que hace las cosas por un objetivo completamente artístico. Su presentación tanto en el MAC como en el Piknic Elektronic fue uno de los actos que más disfruté. Herman Kolgen, probablemente el artista más completo y complejo del festival fue quien más conectó conmigo. Desde su visita al décimo aniversario de Mutek MX este canadiense, originario de Montreal, demostró una fascinación por las conversaciones filosóficas, una atracción que compartimos y que nos permitió llegar a un diálogo sumamente profundo. No solamente platicamos sobre su último proyecto, Seismik, sino también sobre la condición humana y su tragedia, sobre la importancia de los sentidos y sobre la pureza del arte. El tiempo de nuestra entrevista no fue el suficiente por lo que terminó por invitarme a conocer su estudio días después de haber terminado el festival. Esta experiencia fue una de las más inspiradoras de mi carrera: estar caminando por los rincones de su taller/ casa me abrió los ojos a un mundo creativo de alto nivel. Herman Kolgen es uno de los artistas que gracias a Mutek pudo crecer enormemente, al grado de ser llamado por europeos, estadounidenses y canadienses para construir piezas únicas de arte. Lo admirable de Kolgen es su punto de vista, siempre deseoso de trabajar con los elementos naturales de la vida.

V. Au Revoir El 15 aniversario de Mutek fue algo que jamás olvidaremos quienes tuvimos la oportunidad de formar parte de la experiencia, y esto lo digo a un nivel personal y a uno profesional. Fue algo grandioso que el festival lograra hacerse camino para tener la mayoría de sus actividades dentro de una institución como lo es el MAC, que terminó por avalar la calidad y naturaleza artística del evento. Haciendo una comparación entre Mutek Montreal y Mutek México, me parece que las principales diferencias serían el flujo de personas y la edad de éstas; en cuanto a las locaciones, creo que en ambos festivales son muy atinadas. Por supuesto que en Canadá los venues son más pequeños, ya que la cantidad de personas que asisten a los eventos es menor. Pero lo que realmente me llamó la atención fue que el público que asiste a Mutek Montreal tuvo un promedio de 35 años en adelante. La mayoría del público contaba con una cabellera cana, y pude percatarme de que los asistentes de alguna u otra manera formaban parte de la escena del arte digital. Con esto me refiero a que todos comprendían por completo el objetivo del festival, algo que creo que a veces no se ha logrado totalmente en nuestro país. Al tener un público activo como éste, el movimiento crece, cobra sentido, ya que es participativo y en verdad logra inspirarse. Fue un placer tener la oportunidad de ser invitado por Mutek Montreal a su celebración, y espero poder regresar muy pronto para continuar experimentando su evolución.












“Los muertos son una mierda. - ¿Cómo que son una mierda? - Lo único que hacen es joderle la paciencia a los vivos.”

Roberto Bolaño























Una inmensa cantidad de personas cree que la conciencia, nuestro yo, es solamente un pasajero que va de aventón dentro de un fiel cascaron al que llamamos cuerpo. Estamos predispuestos a creer que esta capacidad de pensar, de gestionar, de crear, de sentir e incluso que la razón detrás de actos morales o inmorales, son la expresión de algo inmaterial, un alma o espíritu que llevará nuestra identidad a otro lugar, cielo, limbo u otro cascarón después de que el primero deje de funcionar. Un pensamiento no parece algo "físico", parece sólo flotar ahí: en algún espacio entre las orejas, las ideas aparecen, supuestamente, de la nada. Pensamos que tal vez nuestra identidad también viene de un lugar parecido, de algún lugar que no podemos tocar, sentir, ver ni estudiar, de algo que no podemos encontrar en la naturaleza, de algo sobrenatural, inexplicable por el ser humano, de la misma manera que no nos podemos explicar cómo podemos pensar. Tal vez pertenezcan en el mismo espacio, en la dimensión de lo inexplicable y el dominio de lo inalcanzable, de lo que no forma parte de este mundo porque jamás podremos tener acceso a ello. Hasta el punto, queremos creer, que uno muera. Cuando este reservorio para el espíritu deje de funcionar, todo aquello que nos definía como personas podrá reunirse con eso inexplicable, inalcanzable y sólo accesible a través de la muerte. Sin embargo, en este universo únicamente encontramos lo que es normal y natural. El espacio para lo sobrenatural o paranormal sólo existe como un trazo imaginario de nuestros pensamientos. Los misterios del universo (que abundan) y que por gusto asignamos como "paranormales o sobrenaturales" son sólo los misterios que quedan por resolver y que a través de la aplicación de la metodología científica, nuestra mejor herramienta para resolver estas cuestiones, acabaremos por entender.












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