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La documentación de una vida cotidiana

mejor conocido por su contribución al movimiento artístico conocido como Pop Art, hoy en día es retratado como un icono cultural y uno de los genios artísticos del siglo XX.

Continuando mi exploración creativa, o falta de, es importante saber qué es aquello que me inspira y lo que me provoca aversión y el por qué. De antemano, sé que el movimiento Pop no está dentro de mis favoritos. Los artistas de este movimiento que comenzó en los años de 1950, se enfocaron mucho en colores chillantes y en la producción masiva de imágenes que comúnmente se veían en la publicidad y en libros de historietas.

Warhol inauguró lo que se llegó a conocer como, “The Factory”, la fábrica, en Nueva York en 1963. Un taller donde un equipo de asistentes creaban arte que él después firmaba. Como artista practicante, y como alguien que ha trabajado para instituciones de arte donde artistas famosos llegan y toman crédito por el trabajo de otros, esta práctica me causa cierto coraje.

Pero a pesar de mi sentir, me di a la tarea de entender a este artista un poco más de lo que ya sabía superficialmente. En 1989, se publicó el libro, “Andy Warhol Diaries”- el diario de Andy Warhol. Este libro es una colección de memorias transcritas por su vieja amiga Patt Hackett que Warhol comenzó en 1968 después de casi morir tras ser disparado. La fragilidad de su mortalidad se convirtió en el tema que dominó el resto de su carrera. En 2022, Netflix lanzó una adaptación de este libro en formato de docuserie usando el libro como trama. No fueron necesariamente los acontecimientos de la vida de Warhol lo que se me hizo interesante, sino la práctica de coleccionar sus memorias, los detalles del día a día, las conversaciones que había tenido, a pesar de que fuera Hackett la que lo escribiera. Muchas de esas anotaciones, sino es que todas, tenían un tono monótono y muchas veces poco interesante. Nada comparado con los diarios de Frida Kahlo, llenos del drama de sus desamores y tan pintorescos en sus palabras como en sus dibujos.

Pero no se trata de comparar. Desde el 2015 llevó la práctica de documentar mis días en un diario, algunas semanas más consistentes que otras, a veces un mes entero sin una sola palabra. Junto con mi bloqueo creativo, también he tenido dificultad para continuar esta práctica, algo que en momentos pasados me había traído mucho alivio. He caído en la rutina de escribir y no saber qué escribir o repetir el mismo problema una y otra vez a tal grado de marearme y enfadarme conmigo misma.

¿Para qué escribir si mis cuadernos no serán tan bellos como los de Kahlo? Y al contrario, caerán en la misma monotonía de Warhol.

Al seguir los consejos del libro por Julia Cameron, “El camino del artista”, una de sus primeras tareas son “The Morning Pages”, las páginas por la mañana. Cameron sugiere que escribas tres páginas a mano al momento de despertarte como un flujo de conciencia. No importa la monotonía, la repetición, la falta de ortografía, que tan inteligente o absurdo sean tus pensamientos, solo escribirlos. La idea detrás de esta tarea es liberar lo que nos abrume para así dejar espacio para la creatividad.

El censor, esa vocecita en tu cabeza que criticas todo lo que haces, te dirá que lo estas haciendo mal. Es importante recordar que no todo lo que dice es cierto. La presión de hacerlo todo bien nos mantiene bloqueados. Retar al censor y continuar escribiendo es la práctica de anular toda la inseguridad que nos quiere imponer. La escritora Americana, Eudora Welty dijo, “los acontecimientos de nuestra vida suceden en una secuencia temporal, pero en su significado para nosotros mismos, encuentran su propio orden... el hilo continuo de la revelación”. Para mi sorpresa, de Warhol aprendí que hay cierta belleza en la documentación de la vida cotidiana, no solo eso, sino que dentro de lo monótono, una vida entera se descubrirá y tal vez también la creatividad.

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