Antonio Gracia Pasionista
EL SACRAMENTO DE LA VIDA CONSAGRADA
Distribuye San Pablo distribución Ferrenquín a la Cruz de Candelaria. Edif. Doral Plaza, Local 1 Apartado 14.034. Caracas 1011-A Telfs.: (0212) 573.63.46 - 576.76.62 - 577.10.24 Fax: (0212) 576.93.34
A cuantos, hombres y mujeres, buscan con fe, esperanza y amor el rostro del Señor en la Vida Consagrada
© SAN PABLO, 2006 Ferrenquín a la Cruz de Candelaria. Edif. Doral Plaza, Local 1 Apartado 14.034. Caracas 1011-A Telfs.: (0212) 573.63.46 - 576.76.62 - 577.10.24 Fax: (0212) 576.93.34 Hecho en Venezuela Depósito Legal: Lf56220062002091 4
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Prólogo Autopresentación
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uando yo entro a una librería y busco en sus anaqueles un libro sobre la Vida Consagrada, lo primero que me atrae es el título; luego, normalmente, observo la portada, averiguo el nombre del autor; después abro la contraportada y leo su corte académico. Es curiosidad y, al mismo tiempo, búsqueda de seguridad sobre la compra. Los títulos académicos y la variedad de libros y de cátedras que ocupa el escritor son una referencia de confianza y, por lo tanto, la primera noticia que se desea saber. Es normal. Si con este libro tú haces lo mismo, te encontrarás con un vacío significativo. Y es que de verdad no tengo ningún título que ofrecer. No he pasado por ninguna universidad, como no sea la universidad de la vida. Estudié antes del Vaticano II. Hice el Noviciado por los años 50. Y mi ordenación sacerdotal fue el 58. Aprendí a
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ser religioso en la austeridad de las Constituciones de la Congregación Pasionista. Cuatro o cinco horas de oración: Maitines y Laudes, Rrima y Tertia, Sexta y Nona, Vísperas y Completas, más la meditación de la mañana y de la tarde, incluida la Eucaristía diaria y el rezo del rosario a la Virgen María. Descalzo y con hábito de lana, con frío escarchado en invierno (y sin calefacción) y con calor de alto voltaje en verano (y sin aire acondicionado); con descanso sobre cama de tablas y colchón de paja. Así de escueto y de valiente. Sobre este escenario maduré o me maduraron. Con talante de Quijote (por algo cursé filosofía en Daimiel, Na Mancha) más que de Sancho. Y con pocos libros para leer fuera de los textos de clase. Tuve muy buenos profesores, casi todos doctores o licenciados en universidades de Roma. Estudios en latín en la mayoría de las asignaturas. Transcurrí los primeros años de sacerdocio entre Barcelona y Zaragoza, España. A los 8 ó 9 años de ordenado, me destinaron a Honduras, donde encontré la mejor universidad durante 10 años. Allí aprendí a leer la Biblia del dolor humano y de la esperanza con cercanía muy adherida con la gente pobre. Allí bebí y mastiqué la soledad, la pobreza, el sufrimiento, la marginación, la explotación del pueblo… Entre líneas del libro del pueblo releí mi vida de consagrado. Diez años de un aprendizaje maravilloso y doloroso a la vez. Una experiencia de calvario con pocos atisbos de resurrección. A pesar de los 30 años transcurridos desde entonces, mi corazón sigue por aquellas tierras. 8
Actualmente llevo 25 años en Venezuela. Otro libro, distinto y a veces distante, acaso por mi culpa. Dios aquí me ha dado la oportunidad de poderme dedicar al ministerio de la Palabra con más facilidad, gracias a la apertura y libertad que mis hermanos de Congregación me han concedido. Mi trabajo ha sido y es la predicación y la escritura. Soy un empedernido de la pluma. Y hasta me atrevería a decir un “osado”, porque con un bachillerato corto y pobre y sin ninguna escuela especial, me he lanzado a publicar por propia arrogancia y por el buen entendimiento con Ediciones Trípode de Cursillos de Cristiandad y sobre todo, con Ediciones San Pablo. He vivido la alegría de haber ganado dos veces el Primer Premio Trípode con “María, mujer del Pueblo” y con “Laicos, santos en medio del pueblo”. Y en cuanto a Ediciones San Pablo, me tocó trabajar con el Pan de la Palabra (Misal Mensual) durante más de diez años y varios años también con la “Hoja El Domingo” donde me siguen aguantando. Gracias a la bondad de Ediciones San Pablo he logrado publicar más de una docena de libros, algunos de los cuales, como el “Pan de Dios en la Mañana”, han logrado hasta ocho ediciones. No hago estas referencias como credencial de buen vendedor. Lo hago porque en la vida los osados tienen derecho a un puesto. Y ahí sigo… Con 73 años a cuestas y con ganas de ponerle vida a los años… Este nuevo libro, “El Sacramento de la Vida Consagrada” lo considero de verdad un atrevimiento. Y más en este momento y hora en la que tantos espe9
cializados escriben con profundidad y buen lustre sobre la materia. Yo ciertamente he gastado mis ojos descifrando páginas de teólogos e historiadores de la VC, aunque tú, al leer las siguientes páginas, veas solamente un par de referencias. Estoy claro que con citas se ilustran y se engruesan los libros. Pero no he querido caer en la tentación de verlo ilustrado. El temario de este libro, tal como lo he desmenuzado, tampoco lo he visto narrado en ningún texto sobre la Vida Consagrada. Si existiera, sería un gozo para mí leerlo, meditarlo y aprovecharlo. En el recorrido me guío por los sacramentos de la Iglesia y por la Palabra de Dios, de la que transcribo y repito capítulos y versículos. Eso lo podrás observar hasta la saciedad. Por eso, en cuanto a las citas de la Biblia, sí doy mucha importancia el transcribirlas, aunque multipliquen páginas al texto. Te advierto que el libro es fruto de retiros y de ejercicios espirituales ofrecidos a religiosos-as. Por eso podrás observar desde el capítulo primero que todos los temas, dentro de una línea estricta sacramental, están reflexionados en trípticos. Bajo un enunciado general, siguen tres capítulos especiales… Con toda honestidad y desde ahora te digo: si buscas apoyos académicos en el libro, no los verás. Si deseas profundizar sobre tu Vida Consagrada, intenta leerlo. Si te sirve, gústalo. Si no te sirve, déjalo. Sé libre con la libertad que disponen los hijos de Dios, pues “para ser libres nos liberó Cristo” (Gál 5, 1). Nada más y mi firma de siempre. Antonio Gracia, pasionista 10
Introducción
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a vida es un intento de vida. La vida nunca se vive del todo. Cada día las personas pretenden vivirla mejor, sentirla con mayor plenitud y disfrutarla con más libertad; quieren caminarla según el pálpito del corazón, de la decisión interior y de la propia vocación y asumirla con conocimiento personal. En definitiva, reencontrarla según el sueño creador de Dios. Y es vida sin vida no es vida. La vida consagrada (VC) es fundamentalmente vida. Fuente de vida en crecimiento. Pasión por la vida en totalidad. Si la Consagración no es vida o anhelo de vida en plenitud, la VC y por consiguiente la Comunidad Religiosa (CR), se convierten en un cementerio de vivos muertos. La VC se vive en la medida en que se convive. La convivencia crea y expresa, en la fraternidad, el sentido de signo comunitario del Señor. La 11
experiencia interior de sí y la vivencia de Dios en la consagración, compartidas con apertura y gozo, generan y reactivan el dinamismo interior de la CR y la convierten en fuente desbordante de alegría pascual. Esta experiencia-vivencia de sí en Dios auspician positivamente la alegría de con-sentirse en familia. La pretensión del libro es contemplar la Vida Consagrada como sacramento; verla, amarla, discernirla como misterio pascual celebrado en el templo de la comunidad; redescubrir su sacramentalidad en la realidad de la vida sencilla, ordinaria; celebrarla como sacramento de Dios y de su Hijo Jesucristo; dimensionarla como lugar de encuentro, de gracia y de transformación; interpretarla como dinamismo para la misión y disfrutarla con todo el sentido de la palabra. Porque vida que no se disfruta es un aburrimiento. “Lo que hemos mirado y nuestras manos han palpado, acerca del Verbo de la Vida… Lo que hemos visto y oído se lo damos a conocer para que estén en comunión con nosotros, con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Y les escribimos esto para que tengan alegría perfecta (1Jn 1, 4). La VC es experiencia de la salvación del Señor, “pues de su plenitud todos recibimos gracia sobre gracia” (Jn 1, 16); se expresa públicamente en la consagración; se recita por el camino de la comunidad y se desenvuelve según el espíritu, el carisma y la misión de cada congregación. La iluminación que me conduce es concretamente la sacramentalidad de la Iglesia, diversificada en los siete sacramentos. Avanzo bajo la guía de cada sacra12
mento e intento leer la VC desde su misterio. En definitiva la VC celebra el hoy de su historia sumergida en el corazón de la Iglesia. Lo hago como una catequesis sencilla, como un preescolar de la VC. Aunque he fatigado los ojos en leer y he cansado la mente en descifrar, como decía en el prólogo, escribo como si compartiera sencillamente una meditación. No pretendo ir más allá. ¿Por qué esta pretensión? Primero, porque quiero ayudar a profundizar el secreto de lo que la VC es, vive y celebra sobre el altar de su cotidianidad. Segundo, porque deseo animar a toda comunidad religiosa (CR) a que sea signo visible y lleno de Aquél a quien sigue y a quien significa. Para que Jesús pudiera decir ante una CR: Como “quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 12,45), ‘así quien los vea a ustedes, que me vea a mí’. Y es que la CR se pronuncia como palabra sacramental, como signo sensible de un algo o de un Alguien invisible. La presencia energizante de ese algo (gracia de la llamada) y de ese Alguien (Jesús el Señor) alienta y dinamiza su interioridad y se constituye en el soplo de su acción. Busco ese secreto original, para que la VC testifique con la vida lo que profesa y así haga explícitas las palabras de Jesús: “Cuando reciban el Espíritu, ustedes serán mis testigos” (He 1, 8), ‘el rostro de mi nueva humanidad’. ¿Qué no pretendo? Hacer un estudio histórico, teológico, social y cultural de la VC; ni definir situaciones que requieran inteligencia especial para dar pautas de refundación. No me considero capaz de semejante 13
proyección. Este libro no es de investigación, sino de experiencia compartida. Y tú bien sabes que compartir la vivencia del ser tiene otro talante que el de teorizar sobre el mismo ser. Por eso podrás observar que el estilo que utilizo es coloquial, de párrafo breve, con citas bíblicas que puedan iluminar el tema, con espacios suficientes y abiertos para descansar la vista y meditar. ¿Qué me movió a escribirlo? La insistencia de religiosas que compartieron conmigo los mencionados encuentros o ejercicios espirituales sobre el tema. Por lo tanto el deseo que me lleva a publicarlo es… sembrar semillas de meditación, de amor, de fe y de esperanza. De meditación, en un momento de confusión y de crisis institucional; de amor lo más acendrado posible, en un contexto de apagamiento en la ilusión y en el fervor primero; de fe, ante una posible incredulidad sobre la VC y de esperanza a pesar de las deserciones, porque “Él es el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Sé que algo nuevo está aconteciendo, aunque apenas se vislumbre. Y creo firmemente que, en el corazón del caos, aletea el Espíritu de Dios incubando vida y sensibilizando armonía (Gén 1, 2). Y que más allá del desierto, aunque sea hostil y largo, está la tierra prometida que mana leche y miel (Ex 3, 8). A pesar de que yo, por naturaleza, tiendo a ser intimista, no quisiera que estas reflexiones dieran la sensación de una actitud contemplativa cerrada, como quien tiene miedo al reto y al riesgo. Si busco la intimidad de la casa, de la comunidad, no es para cerrar la 14
puerta que da a la calle o al pueblo, sino para salir a él desde una fraternidad gozosamente vivida y sentida, con la alegría de quien lleva dentro experiencia de Dios. Y así quien quiera compartir la VC en una comunidad religiosa sienta a Jesús que le dice: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva” (Jn 7, 37-38). Para salir a la misión, hay que ser, sentirse y vivir la misión. Después de los dos primeros capítulos de corte más general, entresaco, de cada sacramento de la Iglesia, tres reflexiones y las estudio y discierno como iluminación y aproximación sacramental sobre la VC. Quiero concluir este prólogo en sintonía con el himno de vísperas del tiempo de Pascua: ¿Qué ves en la noche, dinos, centinela? Dios como un almendro con la flor despierta; Dios que nunca duerme busca quien no duerma, y entre las diez vírgenes sólo hay cinco en vela. En el icono de la Samaritana y del Samaritano sabiamente estudiado, meditado y propuesto en el último Congreso General de la Vida Consagrada, se encuentra el perfil de su rostro sacramental, que dentro del esquema irá aflorando. Con la bendición de Dios, abro la puerta y te invito a pasar. 15
I. EL Sacramento de la Vida Consagrada
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ste primer enunciado general se desdobla en tres capítulos: La sacramentalidad del mundo y su historia; el sacramento de la comunidad religiosa y la comunidad religiosa como sacramento de fe. Están escritos con suma brevedad. Soy consciente de que merecerían mayor extensión y una reflexión más enfatizada sobre todo el primer capítulo. Pero prefiero ofrecerlos como breves consideraciones sencillas, próximas y entrañables.
1. Sacramentalidad del mundo y la historia Vivimos en Sacramento. Todo es signo y misterio de Dios, del Dios significado y nunca visto. Del Dios inmanente y, al mismo tiempo, tras16
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cendente. Del Dios escondido y revelado bajo las especies sacramentales del mundo, de la historia, del hombre, de Cristo, de la Iglesia, de la vida. De repente esta primera contemplación tan sencilla, parezca innecesaria. Sin embargo la considero, dentro de su simplicidad, principio y fundamento para ver, juzgar y actuar en la VC. El mundo El mundo es signo sensible del Dios invisible. Gran Sacramento. Es obra de su mano. Es presencia de Él. El Dios trascendente e inmanente, habita, anima y gobierna la creación. “El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.” (Sal 19, 1-2). Y esto “sin que hablen, sin que pronuncien”, porque la creación entera es su voz. A Dios nadie lo ha visto (Jn 1,18). Su rostro es invisible aún cuando se diga en el Antiguo Testamento que alguien sí lo vio. (Gn 32, 30; Ex 33, 11; Num 14, 14; Dt 5, 5; 34, 10). Por eso, Dios mismo aprovecha las realidades cósmicas para manifestarse, sensibilizarse, simbolizarse. El arco iris, la zarza, la nube en el desierto, el trueno, la brisa, el maná, la fuente de agua… El mundo es el primer gran sacramento manifestador de Dios. El universo es la primera Biblia del Creador. Quien no descubre a Dios en la creación, obra nacida de su voz, no entiende la Palabra de Dios. Los místicos, los sabios y los poetas nos ayudan en este descubrir, desvelar, disfrutar y sentir vivo y presente a 18
Dios, tanto en el gran universo, como en el microcosmos de una flor, de una fruta, de una fuente cristalina y soterrada… El libro de la creación es pura teología de Dios. Por eso, subir en éxtasis hacia la creación, es sumergirse en el corazón de Dios. ¿Cómo sintonizar y vivir con este mundo? ¿Qué palabra de iluminación ofrece a la VC comulgar con el Dios de este mundo? ¿Qué misión ofrece a la VC la palabra de la creación? ¿Se puede vivir el sacramento de la VC de espaldas al Dios que habita en la creación? Estas interrogantes de meditación avivan, en el corazón del consagrado-a, el encuentro y la vivencia del Dios presente y vivo en la interioridad del universo. El hombre El hombre es el misterio central de la creación por ser quien es: por su interioridad, su capacidad de amar, de recrear la vida, de comunicarse, de transformar el mundo. El hombre y la mujer son el signo visible más logrado de Dios: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó” (Gén 1, 27). Signo único en su ser. Ante su misterio el salmista se pregunta: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿El ser humano para darle poder?” (Sal 8, 4). El hombre es un misterio para sí mismo y un misterio para los otros. Es como un “pequeño dios e hijo del Altísimo” (Sal 82, 6)… Hay algo en el ser humano que va más allá de la carne y de la sangre, de los ner19
vios y de las cosas palpables. El ser humano, nacido del corazón de Dios, tiene un algo infinito, siendo limitado; tiene un alguien dentro que siente necesidad de amar y tiene sed de ser amado. Dios define al ser humano como su imagen, su presencia visible. Sólo Él lo comprende de verdad. Por eso lo ama tan infinitamente, que envía a su Hijo, “para que tenga vida eterna” (Jn 3, 16); “vida en abundancia” (Jn 5, 24). De esa realidad misteriosa y engrandecedora del ser humano, deriva Juan la afirmación: “Nadie puede amar a Dios a quien no ve, si no ama al prójimo a quien ve… El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1Jn 4, 20-21). Y es que el ser humano es sacramento de la presencia viva de Dios. Al Dios invisible, se le advierte en el rostro del ser humano. Cada persona es un pequeño abismo de Dios, un sacramento de divinidad, un “vaso que da a conocer la riqueza de su gloria” (Rom 9, 23). Su dignidad es inconmensurable. Por eso este misterio invita a acercarse a la persona con cariño, respeto y veneración. Casi en actitud de adoración. ¿Qué significa esta revelación para ti? ¿Te sientes realmente sacramento de Dios? ¿Contemplas a tus hermanos como verdadero sacramento de Dios? ¿Qué mensaje da este punto a la CR? ¿Se puede vivir la fraternidad sin interiorizar la individualidad de cada hermano? En lo tangible del hermano, se acaricia la presencia del Invisible.
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Cristo En el Verbo se encarna la expresión de Dios. En él se revela el amor, la gracia y la santidad divina. Dios se hizo hombre en Jesús y habitó entre nosotros (Jn 1, 14). Jesús es hombre verdadero. En su humanidad, el Hijo del Hombre define su vida: su comportamiento, su relación con el pueblo, sus funciones y capacidades corporales y espirituales. En su corporeidad se esconde y se revela el gran sacramento de Dios. Es uno del pueblo (Fil 2, 7). El Hijo del Hombre (Mt 16, 13) es el hijo de María (Mc 6,3). En él se manifiesta la “imagen de Dios invisible en quien habita la plenitud de la divinidad (Col 1, 1519). El Espíritu lo reside, lo consagra, lo empapa de trascendencia. Desde su encarnación es Dios con nosotros. A través de su humanidad, hace presente, palpable y visible el amor, la acogida, el perdón y la misericordia del Padre. Jesús es su verdadero rostro. “Quién me ve a mí, ve al Padre”. “El Padre está en mí y yo en Él” (Jn 14, 9-10). “El Padre y yo somos uno” (Jn 10, 30). Es el signo cumbre del misterio de Dios. Como sacramento del Padre significa, sensibiliza y confiere su gracia. Es el corazón de su amor, es la mirada de su perdón, es el abrazo de su misericordia. Por eso el Padre en él y por él, nos absuelve, reconcilia, vivifica y salva, como dice Pablo: “Dios nos reconcilia consigo mismo en Cristo… no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres” (2Co 5, 18-19). Por eso también, “el que está en Cristo es una nueva creación” (2Co 5, 17). 21
Es maravilloso pensar, que después de 2000 años, los creyentes cristianos seguimos intentando asomarnos a este sacramento cumbre del Padre, para comprender, un poco, la insondable grandeza de su corazón. ¿Quién es Jesús para ti? ¿Intentas vivirlo en su interioridad? ¿Cómo asimilas su encarnación en tu vida? ¿Cómo vives su amor redentor y liberador? ¿Cómo percibes a Jesús como centro de tu comunidad? ¿Qué sentido le da? ¿Qué interrogantes le plantea? A Jesús, como sacramento del Padre, se le conoce bajo la guía de su Espíritu, en adoración y en la humilde fidelidad del seguimiento. La Iglesia La Iglesia es el signo de Cristo. Su sacramento fundamental. La Iglesia es como la nueva humanidad del Señor. Cristo Cabeza y los bautizados, sus miembros. “Ustedes son el Cuerpo de Cristo” (1Co 12, 27). La Iglesia por sí misma hace presente a Cristo: “Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre ahí estoy yo” (Mt 18, 20); activa su memoria por el amor entre sus miembros: “Ámense unos a otros como yo los amo” (Jn 15, 12) y en la comunión de todos sus miembros, simboliza la unidad divina del Hijo con el Padre y revela el deseo de Jesús: “Sean uno como el Padre y yo somos uno” (Jn 17, 22). La Iglesia como sacramento de Cristo celebra y manifiesta al mundo su perdón, su gracia y su bendición. Conmemora cultualmente su pascua salvadora 22
y liberadora. Y a través de su celebración crea la comunidad, la sensibiliza como Cuerpo de Cristo, le comunica la gracia de su salvación, la congrega como pueblo en torno a su palabra y la activa en la comunión. Como dice la Escritura: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hch 2, 42) y “él agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar” (Hch 2, 47). Importa mucho meditar, contemplar, celebrar y vivir esta sacramentalidad de Cristo - Iglesia, de Iglesia Cristo. ¿Te sientes miembro del Cuerpo de Cristo? ¿Te anima contemplar el misterio de la Iglesia? ¿Qué relación hay entre VC e Iglesia? ¿Ves en tu comunidad una pequeña Iglesia doméstica? ¿Qué misión realiza tu comunidad en la Iglesia? En el sacramento de la CR- Iglesia se densifica un secreto digno de ser meditado y vivido con fe. La historia La historia es lugar indicativo de Dios. Palabra de su permanencia y de su paso. Acontecimiento de revelación. Leer la historia, contemplarla, discernirla, vivirla como sacramento de salvación, es estar en comunión con el Dios de la vida, de la paz, de la justicia, del amor; es vivir la sacramentalidad de su presencia, de su revelación en los acontecimientos del pueblo. Israel vive a Dios en su historia. Lo alaba, lo bendice, lo reclama, lo añora, le pide perdón. Cree que 23
su Dios, el Dios de Abraham, lo acompaña día y noche como nube luminosa por el desierto (Ex 14, 19). Como recuerda Nehemías: “Con columna de nube los guiaste de día, con columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por donde tenían que marchar” (Ne 9, 12). La historia de Israel no tiene sentido de revelación sin el Dios de su historia. Jesús asume la historia de su pueblo; la analiza, la discierne, y en ella y con ella realiza su misión; en el corazón de esa historia se revela como liberador y salvador del pueblo. “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4, 18-19). La historia del mundo es historia de Dios; historia crucificada o glorificada, pero de Dios, aunque resulte difícil encontrar en esa historia el signo sacramental del Señor; ese es su templo, su lugar de inmanencia constante. Ahí hay que encontrar y vivir al Dios de la vida; ahí se fragua el compromiso serio del consagrado al servicio del reino del Padre. Enamorarse de un Dios sin historia es seguir a un ‘dios extranjero’. ¿Cómo vives la historia de tu pueblo? ¿Es realmente historia del paso de Dios para ti? ¿Vives la historia como sacramento de Dios? ¿Qué compromiso tienes con tu pueblo? ¿Qué misión debiera realizar la VC en la historia del pueblo? ¿Piensas que realiza? 24
El descubrimiento de Dios y de Jesús en la historia lleva consigo un compromiso existencial y de consagración serio y definitivo con la historia del pueblo. La vida Finalmente la vida, en sí y por sí misma, es sacramento de Dios. La vida de cada persona. Mi vida. Tu vida. Toda vida es un signo del Dios de la creación, de su poder, de su amor, de su paso. Es el signo más sensible, palpable, cercano y gratuito. En ella Dios reside, pasa, se esconde, se revela. Dios agracia a toda criatura con su presencia invisible, pero cierta. En la vida todo es sacramento de Dios. Es fundamental este encuentro con el Dios de la vida que se hace presencia tangible en el Hijo y se revela para que el mundo tenga vida en abundancia (Jn 3, 16). El Dios de Jesús, nuestro Dios, “no es un Dios de muertos, sino de vivos” (Mt 22, 32; Lc 20, 38). Por eso Jesús, consciente de su misión, afirma: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11, 25). “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida” (Jn 6, 54). Jesús, en la imagen del Buen Pastor, arriesga la vida por la vida de las ovejas (Jn 10, 14-15). En Jesús el Dios de la vida se hace “pan de vida y bebida de salvación”, como se afirma en el ofertorio de la eucaristía. La vida como sacramento de Dios merece atención y cultivo. Amar la vida es amar al Dios de la vida; es agradecer a Jesús el que se entregara hasta la muerte por la vida de los hombres. 25
La vida se corporeiza en cada una de las personas. Contemplarse vivo en Dios es sentir su bendición, su abrazo y su sonrisa. Por eso cada persona viva es sacramento de Dios. Cualquier cultura de muerte es blasfemia contra Dios. Es negación de su presencia en el ser humano. ¿Contemplas tu vida así? ¿La vives con la dignidad que merece? ¿Cómo realizar la vida como sacramento de Dios? ¿Exige esta visión algún compromiso de la VC? ¿Qué aporta la VC al don de la vida del mundo? Sólo en la vida se vive al Dios de la creación y de la salvación. Resumen Estas líneas iniciales debieran ser pensamientos fuertes en tu mente y sentimientos vivenciales en tu corazón. Se trata de experienciar el misterio de Dios en el mundo, de encontrarse con el hombre como sacramento de Dios, de entrar en la historia y descubrir en ella el paso del Dios liberador, de sensibilizar a Cristo como sacramento salvador del Padre, de celebrar la Iglesia como sacramento de Cristo y de sentirse a sí mismo signo viviente de Dios. Esta es la aventura que persigue la VC. Todo ser humano vive sumergido en un gran misterio. Está dentro y frente a un gran sacramento. Por eso, esta vivencia sacramental te sitúa en el corazón de Dios, de Cristo y de la Iglesia y te encarna en la entraña más profunda de la historia de la salvación. 26
Esta experiencia te compromete a ser testigo del reino anunciado por Jesús de Nazaret. Esta es una aventura intensamente emocionante y comprometida. Exultación Del seno de la tierra convocas a tu Ungido y el universo entero recién amanecido encuentra en Cristo su esplendor. Él es la piedra viva donde se asienta el mundo, la imagen que lo ordena, su impulso más profundo hacia la nueva creación. Por él, en cuya sangre se lavan los pecados, estamos a tus ojos recién resucitados y plenos en su plenitud. Y con el gozo nuevo de la criatura nueva Al par que el sol naciente, nuestra oración se eleva En nombre del Señor Jesús” (Himno). 2. El Sacramento de la Comunidad Ahora desciendo al sacramento de la comunidad. No hablo de la vida religiosa como un ente abstracto. Hablo de la CR (comunidad religiosa) en concreto. Cuando digo VC o Congregación estoy diciendo CR. ¿En qué sentido es sacramento? ¿Qué contiene y revela? ¿Qué implica en el religioso o en la religiosa este sacramento? ¿Cómo vivirlo para que signifique su propia sacramentalidad? 27
II. Tres puntos fundamentales en toda celebración sacramental
Índice Prólogo Autopresentación Introducción
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I. EL Sacramento de la Vida Consagrada 1. Sacramentalidad del mundoy la historia El mundo El hombre Cristo La Iglesia La historia La vida Resumen Exultación 2. El Sacramento de la Comunidad El sacramento de la comunidad Sacramentalidad significativa Lo visible indicativo del Señor Incidencia en el entorno Resonancia actual y valor del signo ahora Exigencia interna para ser signos válido externos Resumen Exultación 3. Este es un sacrament de fe Creer en la llamada Creer lo que se es y se significa Creer en quienes forman el sacramento Creer desde la oscuridad del ahora Trabajar por ser signos creíbles Mirada al grupo de Jesús Resumen Exultación
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17 18 19 21 22 23 25 26 27 27 28 29 30 31 33 34 35 36 36 37 38 39 40 41 42 43 44
1. Comunidad: Lugar de acogida La comunidad, lugar de acogida La comunidad, lugar de encuentro interpersonal La comunidad, lugar de diálogo La comunidad, lugar de comprensión La comunidad, lugar de fraternidad El camino de Emaús Resumen Exultación 2. La Palabra de Dios y el sacramentode la CR La Palabra convoca La comunidad, lugar privilegiado de la Palabra La Palabra edifica la comunidad La Palabra fuente de vida interior La comunidad celebra la palabra Requerimientos de la Palabra Palabra y misión Palabra y formación permanente Resumen Exultación 3. La Comunidad, lugar de Oración Historia orante de la VC Orar para ser orante Diversidad de oración Oración personal La CR lugar de oración La CR taller de oración Resumen Exultación
45 46 47 49 50 52 53 54 55 55 56 57 58 60 61 62 63 64 65 66 67 67 68 70 71 73 76 77 78
III. Bautismo y Vida Consagrada 1. Experiencia de morir en Cristo La profesión, inmersión en la muerte de Cristo Morir y conversión real Preguntas previas a la consagración de la vida
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Dinámica de este morir El miedo a morir en Cristo Resultados del morir en Cristo Falsificar el catecumenado por miedo a perder vocaciones Resumen Exultación 2. Experiencia de resurrección de Cristo La consagración, un resucitar personal con Cristo Un camino de vida Manifestaciones de resucitar en Cristo Resucitar un acontecimiento pascual de cada día Resucitar una opción fundamental Por obra y gracia del Espíritu Santo Irradiación pascual en la misión Resumen Exultación 3. Consagrados para ser luz de la tierra La tiniebla La luz Cristo luz La VC prende su luz en Cristo La comunidad luz del mundo Prenderse en la luz Consagrados para ser luz Resumen Exultación
85 86 87 88 89 90 90 91 92 93 94 96 97 98 100 101 101 101 103 104 105 106 108 109 110 111
IV. Confirmación y vida 1. El Espíritu Santo y la Vida Consagrada El Espíritu Santo en Jesús El Espíritu Santo en la Iglesia El Espíritu Santo y la VC La VC en América Latina ¿El Espíritu en el caos de la VC? El hoy del Espíritu Santo y la VC Resumen
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114 114 115 118 120 121 121 123
Exultación 2. El Espíritu Santo y la Comunidad Religiosa La CR, lugar de presencia del Espíritu La CR lugar de acción del Espíritu ¿Qué hace? ¿Con quién lo hace? Obstáculos a la presencia y a la acción del Espíritu Colaboración con el Espíritu Resumen Exultación 3. El Espíritu Santo y el religioso Acción humana del Espíritu Acción sobrenatural del Espíritu Resumen Exultación
123 124 124 126 126 129 131 132 133 133 134 134 138 142 143
V. Eucaristía y Vida Consagrada 1. La comunidad, ofrenda para Jesús y el pueblo La respuesta a la llamada inicia el ofertorio El sentido del ofertorio La ofrenda personal La ofrenda de la comunidad La ofrenda y las circunstancias de la vida Finalidad del don de sí Conciencia del ofertorio diario Resumen Exultación 2. La comunidad, consagración del Señor La consagración, acto de culto a Dios La consagración, un misterio de fe La consagración, un sacrificio incruento pero real La consagración y el voto de obediencia Implicación de la consagración en la vida Condiciones para esta consagración ¿Cuál es la finalidad? Relación entre ofertorio y consagración Del rigorismo al humanismo evangélico
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Jesús, el testigo fiel Resumen Exultación 3. La comunidad, signo de comunión y de buena gracia Comunión de Cristo cabeza Comunión de Cristo comunidad En comunión, para ser buena gracia del Señor Resumen Exultación
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VI. Reconciliación y Vida Consagrada 1. Comunidad pecadora El pecado en la historia El pecado en Israel El pecado en el grupo de Jesús La comunidad religiosa en sí Comunidad pecadora en el seguimiento No crear falso mitos Resumen Exultación 2. Comunidad en camino de conversión Contrición interior Conversión de corazón Reconciliación Áreas de conversión y de reconciliación La VC camino permanente de conversión Obstáculos para la conversión Resumen Exultación 3. El amor misericordioso del Señor Amor del Padre Amor del Padre en la persona del Hijo Jesús revela la misericordia del Padre Experiencia de misericordia y VC La misericordia de Dios cambia el corazón Resumen Exultación
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181 182 183 184 186 188 190 190 191 192 192 194 195 196 199 200 200 201 202 202 203 206 207 208 210 211
VII. Unción y Vida Consagrada 1. Ungidos para vivir El don de la vida El cultivo de la vida El proyecto vida Proyección eterna de la vida La salvación se vive ahora y aquí La VC está llamada a sembrar vida al estilo de Jesús Resumen Exultación 2. Ungidos para convivir con la Hermana Muerte Un recuerdo del pasado La hermana muerte Conciencia de vida y muerte La muerte puerta de entrada al banquete de bodas Dificultad de esta visión Ungidos para saber morir Iluminación de Cristo Resumen Exultación 3. Vida Consagrada, escatología del Reino La CR, expresión vivencial del Reino La CR, signo escatológico del Reino La CR proclama el Reino de Dios El anuncio se le hace compromiso La VC anuncia el Reino desde su propia debilidad Tiempo al tiempo Jesús y el Reino Resumen Exultación
213 214 215 216 218 219 220 221 222 222 223 224 225 227 228 229 231 233 233 234 234 236 237 239 240 242 243 244 245
VIII. Sacerdocio y Vida Consagrada 1. Consagrados para la intercesión Ungidos en Cristo sacerdote para interceder Intercesión personal Comunidad intercesora
247 248 249 250
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Necesidad de la intercesión Cualidades necesarias en la intercesión Intercesión y compromiso Jesús el Cristo Resumen Exultación 2. Consagrados para el servicio El servicio de la fe El servicio de la esperanza El servicio del amor El testimonio de Jesús Resumen Exultación 3. Consagrados para la oblación Consagrados para hacer de la vida un culto El religioso, liturgo de su vida La oblación es para la gloria de Dios La gloria de Dios dignifica el yo de la persona La gloria de Dios es el bien del pueblo La oblación, servicio de comunión y reconciliación Oblación y misión Referencia a Jesús Resumen Exultación
252 253 255 256 257 257 258 258 261 263 265 266 267 267 267 269 270 271 272 273 274 275 276 277
La dimensión de la entrega Las crisis del camino El divorcio espiritual y real Volver al amor primero Resumen Exultación 3. Dones y gracias del matrimonio espiritual Las arras Las gracias del matrimonio La espiritualidad conyugal religiosa Doxología y súplica del esposo y de la esposa Resumen Exultación
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X. Pueden ir en paz Memoria del recorrido El camino hacia la calle Con la gracia del Espíritu
Tras los pies descalzos de María
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IX. Matrimonio y Vida Consagrada 1. Me sedujiste y deje de secudir La iniciativa de enamorar parte del Señor El religioso se deja enamorar Te llevaré al desierto La respuesta del seducido desde el desierto El fundamento del enamoramiento Resumen Exultación 2. El sí conyugal de Jesús y del consagrado El sí de Jesús esposo El sí del alma esposa
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