CONTIENE Ordinario de la Misa Domingo de Ramos “De la Pasión del Señor” Lunes Santo Martes Santo Miércoles Santo “Conmemoración del Nazareno” Hora Santa • Jueves Santo “Misa del Santo Crisma”
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Triduo Pascual • Jueves Santo “De la Cena del Señor” Visita a los 7 Templos • Viernes Santo “De la Pasión del Señor” Vía Crucis Últimas 7 palabras de Jesús • Sábado Santo “Vigilia Pascual” • Domingo de Pascua de la Resurreción del Señor Cantoral Litúrgico
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la mÁs santa de las semanas NIHIL OBSTAT Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo de Mérida Presidente de la Comisión Episcopal de Medios de la CEV
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La “gran semana” de los cristianos “Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación vividos por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén” (DPPL 138). Para los discípulos de Jesús, ésta es la “gran semana”. La única semana del año en la que damos el apelativo de “santo” a cada uno de sus días. Jesús, que vivió los acontecimientos decisivos de su pasión, muerte y resurrección en estos días, es quien les comunica la santidad. Santo es el que los vivió el primero, y santos hemos de ser los que los revivimos en las diversas celebraciones. La pasión, la muerte y la resurrección de Jesús nos convocan en esta semana. No podemos fallar. Convocados a celebrar los grandes misterios de la salvación
Imagen de Portada: Cortesía de la Parroquia Santa Teresa, Caracas
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Como discípulos de Jesús y como comunidad, el Miércoles de Ceniza nos pusimos en camino hacia la Pascua. Cada día de Cuaresma fue un paso hacia adelante, siguiendo las huellas de Jesús, que es quien marca el camino. A partir del Domingo de Ramos, estamos todos convocados a vivir la última etapa del camino pascual, con renovada intensidad. Los que han hecho todo el recorrido, y los que por pereza o negligencia, ni siquiera lo han comenzado. No nos dejemos engañar por las propuestas, que en estos días abundan, de emprender otras rutas que no son el “Vía-Crucis”, el Camino de la cruz; y la “Vía-Lucis”, el Camino de la luz, que es el camino de gloria, que Jesús hizo antes que nosotros. El Domingo de Ramos anticipa los principales acontecimientos, que celebraremos con gran solemnidad al final. La procesión con los Ramos en la que Jesús es aclamado como Rey victorioso, nos invita a encontrarnos con él en la Vigilia pascual, para celebrar su victoria sobre el pecado, sobre la violencia y sobre la muerte. 3
La primera cita importante después del Domingo de Ramos, tiene lugar el Jueves Santo. Hacemos memoria de tres hechos importantes: el lavatorio de los pies a los discípulos; el mandato del amor, como signo de identidad de los discípulos de Jesús; la institución de la eucaristía: memorial de su muerte y resurrección. El siguiente paso es la celebración de la pasión y muerte de Jesús, tiene lugar el Viernes Santo. Ante nuestros ojos tenemos la inhumanidad de los seres humanos, que dimos muerte violenta al Cordero de Dios, que entregó su vida por amor para salvarnos. En este día, más que mirar a la cruz, hay que mirar “al que traspasaron”, que grita su amor a la humanidad desde lo alto de un madero. El camino pascual culmina en la Vigilia Pascual y en el Domingo de Pascua. Tenemos que estar presentes y vivir con todos los creyentes en Cristo el gozo de la resurrección, para poder ser testigos del Resucitado. La falta de testigos, cuestiona nuestra celebración de la resurrección de Jesús. Si estamos ausentes de la celebración, de qué vamos a dar testimonio.
ordinario de la misa
Las celebraciones litúrgicas y la piedad popular A las celebraciones litúrgicas les acompañan esta semana diversos actos de la piedad popular. La prioridad la tienen las celebraciones litúrgicas de la comunidad. “Es necesario que estas manifestaciones de la piedad popular nunca aparezcan ante los fieles, ni por la hora ni por el modo de convocatoria, como sucedáneo de las celebraciones litúrgicas” (DPPL 143). Las manifestaciones de la piedad popular han de ayudar a los fieles a vivir mejor los misterios de la muerte y resurrección de Jesús, que celebramos en la liturgia durante la Semana Santa. Un llamado importante a los responsables de las comunidades y a todos los fieles: La Semana santa no concluye el Viernes santo con la muerte de Jesús en la cruz y con su sepultura. La Semana santa culmina el domingo de resurrección, y se prolonga durante la cincuentena pascual, que es como un “domingo de Pascua continuado”.
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JESÚS ENTRA COMO REY DE PAZ He deseado comer con ustedes esta comida pascual Con estas palabras empieza el relato de la pasión, escrito por Lucas, y que leemos hoy. Con el Domingo de Ramos entramos en la celebración del misterio pascual. Los dos aspectos fundamentales de este misterio nos los ofrece la celebración litúrgica de este domingo. La dimensión gloriosa queda plasmada en la procesión de los ramos, con la que se hace memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén, poco antes de la Pascua, entre las aclamaciones de la gente. La cara dolorosa, nos la ofrece el relato de la pasión. Este contraste de gozo y dolor, de humillación y de triunfo, nos revelan el verdadero sentido de las celebraciones pascuales que hoy empezamos. Bendito el que viene en nombre del Señor Jesús proclama sin ambajes ante Pilato que él es Rey. Pero también aclara, que su reino no se parece en nada a los reinos de este mundo. Como rey que entra en su ciudad es aclamado por la multitud. Los signos de su realeza no se corresponden con los de las realezas mundanas. Él no entra a caballo de un enjaezado corcel, en lujosa carroza, en carro descapotable. Un humilde asno, cabalgadura de maestros y médicos es quien lo transporta sobre sus lomos. No existe exhibición de armas. Él entra como rey de paz. Tampoco lo acompaña el cortejo de vasallos. A él lo acompaña el pueblo sencillo, el mismo que lo acompañó siempre. Los ramos son signo de victoria. Jesús va a sufrir, pero como vencedor de sus enemigos y de la muerte. 24
Realmente este hombre era inocente Lucas ofrece un relato de la pasión ejemplarizante, en la que Jesús actúa en perfecta coherencia con su vida y con su mensaje. En varias ocasiones nos dice que Jesús se retiraba a orar. Destaca el realismo con que describe la oración de Jesús en el huerto; el ejercicio de la misericordia, curando la oreja al siervo del sumo sacerdote; la mirada llena de misericordia a Pedro, que lo acaba de negar; la compasión hacia las mujeres, que salen a su encuentro en su camino hacia el Calvario; la actitud de perdón: “Perdónalos que no saben lo que hacen”; “hoy estarás conmigo en el paraíso”. A la violencia responde con perdón. Finalmente, la confianza absoluta en el Padre. Sabe que no lo abandonará en el momento supremo: “A tus manos encomiendo mi espíritu”. Termina su relato con la confesión de fe de un pagano: “Glorificó a Dios diciendo: Realmente este hombre era inocente”. Los humanos lo humillaron, pero Dios lo exaltó El himno de Pablo en la carta a los cristianos de Filipos, representa una de las presentaciones más densas de lo que es el misterio de Cristo, y más concretamente el misterio pascual. Construido en su aspecto formal sobre una dialéctica de contrastes, nos habla de su “grandeza como Dios” y de su “vaciamiento”; de su “humillación y exaltación”; de “obediencia hasta la muerte” y de “exaltación” hasta la gloria de “Señor” resucitado. Esto es lo que vamos a revivir, a celebrar, a padecer y a gozar en estos días. Hemos inaugurado las fiestas pascuales: el paso de la humillación a la gloria, del odio que mata, a la vida que permanece para siempre. El signo viviente es Jesús, humillado en la pasión, exaltado en la resurrección.
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de Marzo- Domingo de Ramos /C “De la Pasión del Señor”
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1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una entrada solemne (II), antes de la misa principal, y por medio de una entrada sencilla (III), antes de las demás misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras misas que se celebren con gran asistencia del pueblo. CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DEL SEÑOR EN JERUSALÉN I forma: Procesión 2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano. 3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión. 4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado: Antífona Mt 21, 9 Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo! 5. Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras. Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios 26
de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida. 6. Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice la siguiente oración: Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita). 7. Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas, como se indica en el Leccionario. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera acostumbrada. Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19,28-40) A. Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita’”. Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: “¿Por qué lo desamarran?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita”. Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él. Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! 27
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SEMANA SANTA DOMINGO DE RAMOS “DE LA PASIÓN DEL SEÑOR”
13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.
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8. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:
14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta algún cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio Al entrar el Señor (n. 10), u otro cántico apropiado.
Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.
15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la misa, y prosigue luego de la manera acostumbrada.
9. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los cánticos apropiados.
III forma: Entrada sencilla
10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén: Responsorio R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipandose a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo. V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo. 11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada. II forma: Entrada solemne 12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal. 28
16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla. 17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo (n. 18), u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada. En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada. 18. Antífona de entrada Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. Puertas, ábranse de par en par; agrandaos, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. (Sal 23, 9-10). 19. Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna. 29
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¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!” Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. El les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor.
20. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta. Domingo de Ramos
21. Oración colecta Dios todopoderoso y eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro Salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con él, un día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. 1ª Lectura (Is 50,4-7) Lectura del libro del profeta Isaías En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial (Sal 21). R Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? L Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre” /R L Los malvados me cercan por doquier como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos /R L Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado /R L Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel /R 30
2ª Lectura (Fil 2,6-11) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 23. No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo. Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio. Aclamación antes del Evangelio (Fil 2,8-9) R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio (Lc 22,14—23,56) Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san lucas C. Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: † “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios”. C. Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: † “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios”. 31
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† “Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?” C. Ellos contestaron: S. “Nada”. C. Él añadió: † “Ahora, en cambio, el que tenga dinero o provisiones, que los tome; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Les aseguro que conviene que se cumpla esto que está escrito de mí: Fue contado entre los malhechores, porque se acerca el cumplimiento de todo lo que se refiere a mí”. C. Ellos le dijeron: S. “Señor, aquí hay dos espadas”. C. Él les contestó: † “¡Basta ya!” C. Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los discípulos. Al llegar a este sitio, les dijo: † “Oren, para no caer en la tentación”. C. Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y se puso a orar de rodillas, diciendo: † “Padre, si quieres, aparta de mí esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. C. Se le apareció entonces un ángel para confortarlo; él en su angustia mortal, oraba con mayor insistencia, y comenzó a sudar gruesas gotas de sangre, que caían hasta el suelo. Por fin terminó su oración, se levantó, fue hacia sus discípulos y los encontró dormidos por la pena. Entonces les dijo: † “¿Por qué están dormidos? Levántense y oren para no caer en la tentación”. C. Todavía estaba hablando, cuando llegó una turba encabezada por Judas, uno de los Doce, quien se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: † “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?” C. Al darse cuenta de lo que iba a suceder, los que estaban con él dijeron: S. “Señor, ¿los atacamos con la espada?” C. Y uno de ellos hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo: † “¡Dejen! ¡Basta!” 33
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C. Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: † “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. C. Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: † “Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”. “Pero miren: la mano del que me va a entregar está conmigo en la mesa. Porque el Hijo del hombre va a morir, según lo decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien será entregado!” C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que lo iba a traicionar. Después los discípulos se pusieron a discutir sobre cuál de ellos debería ser considerado como el más importante. Jesús les dijo: † “Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les voy a dar el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que coman y beban a mi mesa en el Reino, y se siente cada uno en un trono, para juzgar a las doce tribus de Israel”. C. Luego añadió: † “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”. C. Él le contestó: S. “Señor, estoy dispuesto a ir contigo incluso a la cárcel y a la muerte”. C. Jesús le replicó: † “Te digo, Pedro, que hoy, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces”. C. Después les dijo a todos ellos:
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C. Dijeron todos: S. “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?” C. Él les contestó: † “Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy”. C. Entonces ellos dijeron: S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca”. C. El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: S. “Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”. C. Pilato preguntó a Jesús: S. “Eres tú el rey de los judíos?” Él le contestó: † “Tú lo has dicho”. C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: S. “No encuentro ninguna culpa en este hombre”. C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo: S. “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”. C. Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: S. “Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, 35
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C. Le tocó la oreja y lo curó. Después Jesús dijo a los sumos sacerdotes, a los encargados del templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: † “Han venido a aprehenderme con espadas y palos, como si fuera un bandido. Todos los días he estado con ustedes en el templo y no me echaron mano. Pero ésta es su hora y la del poder de las tinieblas”. C. Ellos lo arrestaron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía desde lejos. Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó también con ellos. Al verlo sentado junto a la lumbre, una criada se le quedó mirando y dijo: S. “Este también estaba con él”. C. Pero él lo negó diciendo: S. “No lo conozco, mujer”. C. Poco después lo vio otro y le dijo: S. “Tú también eres uno de ellos”. C. Pedro replicó: S. “¡Hombre, no lo soy!” C. Y como después de una hora, otro insistió: C. “Sin duda que éste también estaba con él, porque es galileo”. C. Pedro contestó: S. “¡Hombre, no sé de qué hablas!” C. Todavía estaba hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que el Señor le había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces’, y saliendo de allí se soltó a llorar amargamente. Los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la cara y le preguntaban: S. “¿Adivina quién te ha pegado?” C. Y proferían contra él muchos insultos. Al amanecer se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron: S. “Si tú eres el Mesías, dínoslo”. C. Él les contestó: † “Si se lo digo, no lo van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso”.
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S. “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”. C. También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: S. “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. C. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Éste es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: S. “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. C. Pero el otro le reclamaba, indignado: S. “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. C. Y le decía a Jesús: S. “Señor, cuando llegues a tu Reino acuérdate de mí”. C. Jesús le respondió: † “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. C. Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: † “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” C. Y dicho esto, expiró. (Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes). El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo: S. “Verdaderamente este hombre era justo”. C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello. Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, que no había estado de acuerdo con la decisión de los judíos ni con sus actos, que era natural de Arimatea, ciudad de Judea, y que aguardaba el Reino de Dios, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó 37
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porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. C. Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo: S. “¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!” C. A éste lo había metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!” C. Él les dijo por tercera vez: S. “¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. C. Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: † “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!’ Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?” C. Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado “la Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz: † “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. C. Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
O bien. Forma breve Evangelio (Lc 23, 1-49) Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. En aquel tiempo, el consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: “Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”. Pilato preguntó a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Él le contestó: “Tú lo has dicho”. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: “No encuentro ninguna culpa en este hombre”. Ellos insistían con más fuerza, diciendo: “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”. Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: “Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en 38
él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo: “¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!” A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Él les dijo por tercera vez: “¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!’ Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?” Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado “la Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”. También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el rey de los judíos”. 39
Domingo de Ramos
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en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Pascua y ya iba a empezar el sábado. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea acompañaron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Al regresar a su casa, prepararon perfumes y ungüentos, y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento. Palabra del Señor. A Gloria a ti Señor Jesús.
(Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa). El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo: “Verdaderamente este hombre era justo”. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello. Palabra del Señor. A Gloria a ti Señor Jesús. 23. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. 24. Se dice el Credo (Ir a la pág. 8) 25. Oración de los fieles S. Oremos a Dios Padre, que por nosotros entregó a su Hijo Jesús a la muerte y lo levantó sobre todo, mediador nuestro. Respuesta: Señor ten piedad L Por la unión de las Iglesias; para que el sacrificio de Cristo nos reúna en la unidad a los hijos de Dios dispersos, roguemos al Señor. A Señor ten piedad. L Por los enfermos, los moribundos y todos los que sufren; para que, apurando el cáliz de la pasión, a semejanza de Cristo paciente, tengan la firme esperanza de participar con él en su gloria, roguemos al Señor A Señor ten piedad. 40
L Por nosotros, que nos disponemos a celebrar la Pascua del Señor Jesús; para que su muerte y resurrección se cumplan en nuestra vida, roguemos al Señor. A Señor ten piedad. (Intenciones libres) S Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, que conmemora la pasión de tu Hijo, para que se cumpla siempre tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. A Amén. 26. Oración sobre las ofrendas Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. 27. Prefacio: La pasión del Señor. V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación. Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. 28. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 41
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Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” Y dicho esto, expiró.
29. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 30. Antífona de Comunión Mt 26, 42 Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
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de Marzo - Lunes Santo
32. Bendición Solemne (Inclinen la cabeza para recibir la bendición). El sacerdote, extiende las manos sobre el pueblo, dice la bendición.Todos responden: Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén.
Siguiendo el camino del “siervo de Yahvé” que nos ofrece Isaías, leemos hoy el primer cántico. Dios se encarga de hacer su presentación: “Éste es mi siervo, mi elegido, al que prefiero”. Él mismo le señala la misión: “Promover el derecho”. Dios lo hace “alianza del pueblo y luz de las naciones”. Para cumplir su misión, Dios ha puesto sobre él el don de su Espíritu. El siervo toma a pecho su misión: no se romperá, no vacilará, se entregará con empeño, para que la ley y el derecho gobiernen las naciones. Abrirá los ojos a los que habitan en tinieblas; liberará a los presos y oprimidos. El siervo tendrá que soportar la violencia de los violentos. Pero, para realizar su proyecto de liberación, no utilizará la violencia, gritos, amenazas, ni las armas ni la fuerza. Actuará con gran humildad, de modo que no terminará de romper la caña ya quebrada. Hermosa propuesta para nosotros los discípulos de Jesús, en estos tiempos en que hay que enfrentar la violencia que se ha apoderado de nuestras calles; y los discursos que generan tensión y enfrentamiento. Déjenla que lo guardó para mi sepultura El evangelista Juan nos sitúa a seis días de la Pascua. Y todo lo que acontece en estos días tiene que ver con este momento decisivo en la vida de Jesús. La presencia de Lázaro, a quien Jesús había vuelto a la vida unos días antes, nos habla de vida. Durante el banquete, María, realiza una acción significativa de veneración y agradecimiento: unge los pies a Jesús. Este gesto es mal interpretado por Judas, que habla de pobres, cuando a él los pobres lo tenían sin cuidado. Jesús lo valora en su justo sentido, y lo relaciona con su sepultura.
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Lunes
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Este es mi siervo a quien sostengo 31. Oración después de la Comunión Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
2. Antífona de entrada Sal 34, 1-2; Sal 139, 8 Combate, Señor, a los que me combaten, ataca a los que me atacan; ponte la armadura, toma el escudo y ven en mi ayuda. Tú eres mi fortaleza y mi salvación. 3. Oración colecta Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Lunes
4. 1ª Lectura (Is 42-1-7) Lectura del libro del profeta Isaías Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza. Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 26) R El Señor es mi luz y mi salvación. L El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? /R L Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen /R 44
L Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor /R L La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía /R 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R Honor y Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Evangelio (Jn 12,1-11) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por que no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella. Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”. Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración sobre las ofrendas Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú intuiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 45
Lunes
1. Ritos Iniciales (ver pág. 6)
9. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) 10. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20)
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de Marzo - Martes Santo
11. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso
Lunes
13. Oración después de la comunión Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Este segundo canto del “Siervo de Yavé”, empieza presentando su vocación: el Señor “ya en el vientre me formó siervo suyo”. Su misión consiste, en primer lugar, en rescatar a Israel. Pero se extiende más allá de sus fronteras; será luz de las naciones; llevará la salvación hasta el confín de la tierra. El cumplimiento de la misión será tarea dolorosa y difícil. Llegarán momentos en que pensará haber trabajado en vano. Con todo, está seguro de que el Señor lo defiende y estará a su lado. Antes que cante el gallo me negarás tres veces
14. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)
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Llegó el momento de aclarar la actitud de los discípulos ante los momentos difíciles que se presentan. Jesús empieza por Judas. De forma confidencial revela el secreto de la traición al discípulo “que más amaba”. Y sigue con Pedro. En diversos momentos, Pedro ha tomado la iniciativa. En esta ocasión, creyéndose más valiente que los demás declara: “Daré mi vida por ti”. Jesús le descubre su debilidad: “Antes que cante el gallo me negarás tres veces”.
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Martes
12. Antífona de la comunión (Sal 101,3). No te me ocultes, Señor, el día de mi desgracia. Escúchame con bondad, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.
2. Antífona de entrada (Sal 26,12) No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia. 3. Oración colecta Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.
Martes
4. 1ª Lectura (Is 49,1-6) Lectura del libro del profeta Isaías Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”. Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo -tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza-. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 70) R En ti, Señor, he puesto mi esperanza. L Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo /R L Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados /R 48
L Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías /R L Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo /R 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 7. Evangelio (Jn 13,21-33.36-38) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?” Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche. Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le 49
Martes
1. Ritos Iniciales (ver pág. 6)
respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”. Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes que me hayas negado tres veces”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.
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de Marzo- Miércoles Santo Conmemoración del Nazareno Hoy el pueblo venezolano
adora a Cristo en su condición de Nazareno
9. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) Martes
10. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 11. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 12. Antífona de comunión (Rom 8,32) Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con él nos ha dado todos los bienes. 13. Oración después de la comunión Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tengo cerca a mi defensor El tercer canto del “Siervo de Yavé”, nos lo presenta como un discípulo fiel, que mantiene el oído atento a lo que le dice el Señor. No rehúye el sufrimiento para cumplir su misión. Afronta la hostilidad, que llegará hasta la agresión física. Tampoco duda en ofrecer su espalda y su mejilla a los que lo ultrajan. Sabe que Dios, que es su defensor, permanece a su lado; por eso, no tiene miedo a los que quieren pleitear contra él. Se pusieron de acuerdo en treinta monedas de plata No deja de ser desconcertante, que uno de los amigos más cercanos de Jesús trame la traición, y lo entregue en manos de sus enemigos. Los cuatro evangelistas coinciden en narrar la traición. La razón de la traición la vinculan al dinero. En el episodio del banquete en Betania, san Juan revela el amor de Judas por el dinero. Contrasta fuertemente la generosidad y la fidelidad de María, con el interés e infidelidad de Judas.
14. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)
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Miércoles
8. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
2. Antífona de entrada (Fil 2, 10. 8. 11) Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor. 3. Oración colecta Padre misericordioso que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Miércoles
4. 1ª Lectura (Is 50,4-9) Lectura del libro del profeta Isaías En aquel entonces dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?” Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 68) R Por tu bondad, Señor, socórreme. L Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae/R L La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre /R 52
L En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado /R 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. O bien: R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 7. Evangelio (Mt 26,14-25) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” El respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 53
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1. Ritos Iniciales (ver pág. 6)
Miércoles
L Para que el Cuerpo y la Sangre de Cristo sean alimento y bebida para todos los hombres y mujeres que tienen hambre y sed de Dios. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que el Cuerpo del Señor, que hoy recorre las calles de los pueblos y las ciudades, transforme a su paso los corazones. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que los niños y niñas que se preparan para recibir por primera vez a Jesús sacramentado dejen que Él los alimente y guie a lo largo de su vida. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que sea Jesús el camino que buscan para sus vidas sirviendo desinteresadamente a todos sus hermanos. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que todos los enfermos encuentren en Jesús Nazareno el consuelo y la salud, en sus enfermedades y dolencias. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que el Señor que se nos da como alimento nos ayude a vivir en comunión de amor los unos con los otros. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. S Escucha, Señor, nuestras oraciones, sé Tú nuestro único alimento, sacia nuestra hambre y sed de Ti, para que fortalecidos en tu amor, nos dispongamos a celebrar contigo el banquete eterno del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. A Amén.
11. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 12. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 13. Antífona de comunión (Mt 20,28) El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de todos. 14. Oración después de la comunión Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 15. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)
Miércoles
8. Oración de los fieles S Unidos en un mismo Pan y en el mismo Vino, pidamos a Jesús que ha querido quedarse sacramentalmente entre nosotros y digámosle: A Te lo pedimos, Señor.
9. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) 54
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Presentación En la muerte de Cristo descubren los creyentes la prueba definitiva del amor infinito del Padre hacia el mundo. He aquí la gran paradoja cristiana: a través de la pasión y muerte del Hijo de Dios, nos llega la justificación de vida a todos los que éramos hijos de maldición. Ante los sufrimientos de Jesús, el corazón del cristiano adopta necesariamente una actitud de penitencia. La cruz del Señor se levanta en medio de la Iglesia como el signo por excelencia de la salvación. La fe en la cruz victoriosa es el fundamento de la esperanza y el ánimo de una continua y profunda conversión interior. El via-crucis —devoción antiquísima y hondamente arraigada en el alma del pueblo cristiano— surge del deseo de meditar y sentir auténticamente la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Lector: Por la señal... Acto de contrición... Ofrecimiento: ¡Oh Señor Jesús! Vengo a recorrer el camino que tú hiciste con la cruz para salvarnos. Quiero pensar en tus sufrimientos, y sentir pena y agradecimiento por ellos. Dame dolor de mis pecados y el propósito de no ofenderte más. Virgen María, que acompañaste a tu Hijo hasta verle morir en la cruz, ayúdame a hacer bien, con atención y devoción, este via-crucis. Amén.
Lector 2: Contemplemos a Jesús mientras es insultado por los jefes políticos y religiosos de su tiempo. Resuenan sus oídos de Madre Afligida la frase de Pilato: “He aqui al Hombre”. Viene a su mente los gritos de la muchedumbre rechazando a su Hijo y pidiendo que lo lleven a la Cruz. De esta manera Jesús se convierte en la víctima inocente que va dar el supremo testimonio de la verdad que él mismo trae al mundo: un Reino de vida. Hoy Jesús sigue siendo condenado: El pacado del mundo, que condujo a la muerte al Hijo de Dios, continúa matando a los hijos de Dios. La pasión de nuestro sufrido pueblo. Por todas partes hay sed de justicia, hambre de igualdad y ansia de fraternidad. Hay que crear las condiciones sociales, económicas, políticas, pedagógicas y religiosas más adecuadas para concretar la justicia que llegue al mayor número posible. Solo de esta manera la justicia deja de ser un mero deseo y comienza a convertirse en realidad concreta. Pero tambien aquí comienzan los obstáculos. Oración: Oh Dios, que para salvarnos quisiste anular en el leño de la cruz el decreto de nuestra condenación, mira con amor el misterio santo que ahora realizamos, y concédenos sacar de él como fruto, la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…
Vía Crucis
Primera Estación JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Segunda Estación JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús fue apresado de noche. Fue llevado a empujones por la soldadesca, desnudado, interrogado, torturado, coronado de agudas espinas y, por último condenado a muerte de cruz por el representante del poder imperial romano Poncio Pilato. Pero, ¿por qué fue condenado Jesús? ¿no exclamaba el pueblo en el colmo del asombro: ¡Que bien lo hace todo! hace oir a los sordos y hablar a los mudos. (Mc 7,37)
Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Una vez promulgada la sentencia condenatoria, Jesús es entregado a los soldados para proceder a las torturas acostumbradas. Los legionarios romanos sometían a los pobres condenados a muerte a terribles torturas: eran desnudados, flagelados, ofendidos por todos los medios en su dignidad, empujados de un lado para otro como pelotas, convertidos en objecto de burla ultrajante. Dios no hizo una excepcion con su Hijo.
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Vía Crucis
Vía Crucis
Lector 2: El que quiera ser discípulo mío que tome su cruz y me siga. Yo soy el primero. Todos tienen que llevar su cruz. A todos les costará, como me cuesta a mí. Yo llevo su cruz, la que merecieron ustedes, pecadores; pero de mis hombros pasa el largo madero del dolor hasta sus hombros; todos vamos llevando la cruz. Más la cruz te puede hacer un santo o un rebelde blasfemo. Ante el dolor, la muerte, la injusticia, la persecución; cuando la rebeldía se levante en tu corazón, mira a la cabeza de la procesión de todos los que sufren: Allí estoy yo, tu Dios, llevando la cruz. Hoy Jesús sigue cergando con la cruz: Toda liberación y todo crecimiento verdadero en el derecho y en la justicia reclaman un precio que hay que pagar. La presente condición del mundo y las formas como este mundo se organiza contradicen el proyecto histórico de Dios que consiste en instaurar su Reino; un reino en el cual todos serán sus hijos, libres y obedientes, y serán todos verdaderamente hermanos unos de otros. Oración: Oh Dios, que eres nuestro Padre, concédenos celebrar con fe los misterios de la pasión de tu hijo, y de experimentar la dulzura de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Vía Crucis
Tercera Estación JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ Lector : Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Debilitado por la pérdida de sangre en las torturas, sediento, hambriento y encorvado bajo el peso de la cruz, Jesús se tambalea y cae pesadamente a tierra. ¿Cómo puede caer Aquel por el cual todo el universo se mantiene en pie? Y, sin embargo, el Hijo eterno de Dios conoció el polvo del suelo. 116
Lector 2: Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz, siente la necesidad de apoyo, de compañia y de solidaridad. La busca en sus amigos-discipulos, pero le fallan. ¡Cuántas veces hemos caído también nosotros por nuestra falta de solidaridad y de apoyo! ¡Cuántas veces hemos dejado que otros cayeran por no haberles brindado una mano amiga! Es preciso estar juntos, solidarios, unidos en todas las dificultades. Todos sentimos el peso de la cruz, pero en la solidaridad tal peso se aligera. Hay momentos en los que nos encontramos por los suelos, cansados y sin fuerzas. Y caemos, pero al igual que Jesús nos levantamos y seguimos. Hoy Jesús sigue cayendo: la historia generalmente suele ser contada por los que triunfaron. Son ellos quienes, para inmortalizar sus hechos, guardan las memorias documentales, levantan monumnetos y hacen cantar apopeyas. Pero ¿quien contará la historia de los caídos y de los vencidos? Ellos son los eternos olvidados. Las ruinas y los sufrimientos dejados arribistas son pisoteados, su memoria apagada y su culpa silenciada. existe una anti-historia de los caidos, de cuyo drama sangriento sólo Dios conoce las verdaderas dimensiones. La Raquel de todos los tiempos llora inconsolable a sus hijos que ya no viven. (Jer 31,15) Oración: Oh Dios, mira cómo se siente débil y cansada la humanidad; y puesto que tú lo puedes todo, devuélvele la vida, aplicando los méritos de la pasión de tu Hijo amado, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Cuarta Estación JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. 117
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Lo entregó a la más cruel barbarie y le hizo experimentar la más profunda bajeza humana. De este modo Jesús puede sentirse solidario con todos los humillados de la Historia.
Lector 2: Recordemos el encuentro de Jesús con varias mujeres en el camino hacia El Calvario. Tambien se encontró con la mirada de su Madre, María. Este es un encuentro marcado por el dolor. María contempla a su Hijo y sangra su corazón de Madre, ella es la Dolorosa a la que le han traspasado el corazón con una espada. Acompañemos a la Madre Dolorosa recordando ese encuentro que tuvo con Jesús, viéndolo desfigurado por los azotes, el rostro lleno de polvo y sangre, la cabeza coronada de espinas, sus ojos nublados. Hoy Jesús sigue encontrándose con María: María vive con Jesús, resucitada y asunta en la gloria del cielo. Y, justamente en cuanto resucitada, vive de forma misteriosa pero real dentro de la humanidad. Despues de Jesús, nadie como Maria está tan unida a todos los hombres. Su si a la propuesta divina de encarnarse la vinculó a toda la historia humana. La carne de Dios, por medio de la cual El se convierte en nuestro hermano, es carne recibida de María. Del mismo modo que acompañó a Jesús en su camino hacia el Calvario, lo acompaño ahora en su trayectoria a través de los siglos hasta su venida gloriosa. Vía Crucis
Oración: Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Quinta Estación EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús está casi desfalleciendo. Sus pasos son vacilantes. Pero el camino es todavía largo. Y pudiera sucumbir a causa de las hemorragias y del peso de la cruz. Un desconocido que vuelve del campo es agarrado por los soldados. Se trata de un fuerte agricultor. Contra su voluntad se ve forzado a cargar con la cruz de Jesús. Pero, aun contra su gusto, realizó un gesto de efectiva solidaridad. Ayudó a un condenado y desvalido. La historia, agradecida, conservará su nombre y su recuerdo, Simón Cirineo. Lector 2: No importa que lo hagas a la fuerza. Gracias, Simón. Yo no podía más. Eres el padre de muchos hombres, que llevarán mi cruz a través de los siglos. La cruz de su dolor, de su humillación, de su pobreza, de sus pecados; la llevarán sin saber que es la mía; como tú no sabes que la que llevas es la cruz de Dios. Los que sufren, hermanos, miren a este hombre bueno llevar mi cruz; sepan que todos son mis cirineos, que todos me acompañan hasta el Calvario. No hay hombres sólo para clavar; también los hay para llevar la cruz. Yo he santificado su dolor. Hoy Simón de Cirene sigue ayudando: Al juzgar sobre nuestra salvación o perdición definitiva, Dios no se guiará por criterios cúlticos cuánto hemos rezado; ni por criterios doctrinales, en qué verdades hemos creído; sino por criterios éticos lo que hemos hecho por los demás. En el mínimo de solidaridad con los hambrientos, los sedientos, desnudos y oprimidos se decidirá el destino eterno de cada hombre. En el ocaso de la vida seremos juzgados de amor. Oración: Señor, concédenos vivir y obrar con la intensidad de amor que movió a tu Hijo a dar la vida por los hermanos, él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…
Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…
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Vía Crucis
Lector 1: Tambaleándose aún por los efectos de la caida, el rostro cubierto de sudor y sangre, los ojos tumefactos, Jesús sorprende, en medio de la ruidosa multitud, la figura de su amantísima madre. Las palabras se ahogan en la garganta. El gesto desfallece en su origen. Apenas es posible más que el encuentro de las mirdas entre madre e hijo. Todos gritan, todos acusan, todos injurian, todos fustigan. Solamente Maria, silenciosa e impotente, con su irada y sus lágrimas, confirma, fortalece y participa.
La Madre de todas las vigilias Así llamó san Agustín a la Vigilia Pascual. La comunidad cristiana cuenta con el dato evangélico de que la resurrección de Jesús acontece al amanecer del “día primero de la semana”, que era el día siguiente al sábado. A partir de este acontecimiento recibirá el nombre de “Día del Señor Jesús resucitado”. Al amanecer se celebra la eucaristía, momento culminante de la celebración y del encuentro con el Resucitado. Toda la “noche santa”, es tiempo de vigilancia; de escucha de la Palabra de Dios; tiempo de oración; y desde los siglos tercero y cuarto, tiempo de celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, eucaristía y donación del Espíritu. La celebración se desarrolla en torno a cuatro grandes signos: la luz, la palabra, el agua, eucaristía (el pan y el vino).
Sábado
Fiesta pascual de la luz La luz es el primer signo de la celebración de la noche pascual. El centro de la celebración es el Cirio pascual. Este cirio encendido es Cristo-Luz resucitado, que brilla en medio de las tinieblas, y es luz de la humanidad. El signo luz-tinieblas aparece sobre todo en el evangelio de san Juan. Delante del cirio se hace el gran anuncio pascual. El pregón pascual es un canto a Cristo resucitado que inunda la tierra de su claridad. Se nos invita a entrar en comunión con Cristo resucitado encendiendo nuestro cirio en el Cirio pascual, para que nos transformemos en luz de Cristo que ilumina al mundo.
libertad; a Dios, que por boca de los profetas nos revela su designio de amor, enviando a su Hijo cuyo triunfo sobre el pecado y la muerte celebramos en esta vigilia. La solemne confesión de fe pascual es otra forma de entrar en comunión con Jesús resucitado, es nuestra palabra que responde a la Palabra divina. Sepultados con Cristo en el bautismo resucitamos a la vida nueva El tercer signo pascual es la inmersión y la salida de la fuente bautismal. En la carta a los fieles de Roma que se lee en la celebración, Pablo nos hace una hermosa catequesis mistagógica sobre el bautismo. Partiendo del bautismo por inmersión, nos revela lo que ha significado y significa el bautismo en nuestra vida. El bautismo es nuestra comunión con Cristo muerto y resucitado, gráficamente expresada en la inmersión en las aguas bautismales y en la salida de ellas. El bautizado es el ícono viviente de Cristo muerto y resucitado. Hacemos memoria de la pascua, “partiendo el pan” El pan y el vino de la “cena del Señor”, son el cuarto signo pascual. La manera de hacer memoria de Jesús, que murió, fue sepultado y resucitó, es tomar parte en la celebración de la eucaristía. Recibiendo el “cuerpo entregado” y “la sangre derramada” entramos en comunión de la manera más profunda con Jesús resucitado, que se hace presente en el momento en que estamos congregados “para el banquete pascual del amor”. También la participación en la “cena del Señor” configura al cristiano con Cristo resucitado. Celebremos la fiesta con la levadura nueva que compartimos en la eucaristía. Sábado
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de Marzo- Sábado Santo Vigilia Pascual
Fiesta de la palabra El segundo signo pascual es la Palabra de Dios. Las lecturas de la vigilia despliegan ante nosotros la realidad humana, convertida en historia de salvación. Por esta Palabra conocemos a Dios, artífice maravilloso de todo lo creado; a Dios salvador y liberador, que acompaña al pueblo en su peregrinar hacia la 138
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Hoy no puede darse la sagrada comunión más que a modo de viático. EN LA NOCHE SANTA VIGILIA PASCUAL 1. Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12, 42). Los fieles, llevando en la mano —según la exhortación evangélica (Lc 12, 35 ss)— lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa. 2. La celebración de laVigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o «lucernario» (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que él obró desde el principio en favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra) y cuando el día de la resurrección está por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos hijos, renacidos en el bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo, por medio de su muerte y resurrección (cuarta parte). 3. Toda la celebración de laVigilia pascual se hace en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después del alba del domingo.
Sábado
4. La misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa pascual del Domingo de Resurrección. Los fieles que participan en la misa de la Vigilia pueden comulgar también en la misa diurna de la Pascua. 5. El sacerdote que celebra o concelebra la misa de laVigilia, puede también celebrar o concelebrar la misa diurna de la Pascua. 6. El sacerdote y los ministros se revisten desde el principio con los ornamentos blancos de la misa. Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en laVigilia. 140
I Parte LUCERNARIO O SOLEMNE COMIENZO DE LA VIGILIA BENDICIÓN DEL FUEGO 7. Se apagan todas las luces de la iglesia. En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se enciende el fuego. Congregado allí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo este rito se desarrolla como se indica en el número 13, p. 143. 8. El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve exhortación, con estas palabras u otras semejantes: Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con él para siempre en Dios. 9.
Enseguida bendice el fuego.
Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida divina, bendice + este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales enciendan en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu renovado a la fiesta gloriosa de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual). 10. Si, por razones pastorales, parece oportuno hacer resaltar con algunos símbolos la dignidad y la significación del cirio pascual, puede hacerse de este modo: una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Este, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él la letra griega Alfa y, debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso, mientras dice: 141
Sábado
Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa (por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes.
¡VICTORIA!, ¡TÚ REINARÁS! Re+ Re7 Sol+ ¡Victoria! (oh Crsito) ¡Tú reinarás! La+ La7 Re+ ¿Oh cruz, tú nos salvarás? Re+ Sol+ El Verbo en ti clavado, La7 Re+ muriendo nos rescató; Sol de ti madero santo, La7 Re+ nos viene la redención. Hermanos, la cruz de Cristo nos muestra el amor de Dios sabemos que Dios nos quiere, su amor por Cristo nos dio. Extiende por el mundo tu reino de salvación. ¡Oh cruz, fecunda fuente de vida y bendición!
Cantoral Litúrgico
Impere sobre el odio tu reino de caridad. Alcancen las naciones el gozo de la unidad. La gloria por los siglos a Cristo libertador; su cruz nos lleve al cielo, la tierra de promisión. 184
Mira mi angustia, mira mi pena, dame la gracia de tu perdón.
PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR
Mi corazón busca tu rostro, oye mi voz, Señor, ten piedad.
MiSi+ Perdona a tu pueblo, Señor; Si7 Mi- La- Si7 Miperdona a tu pueblo, perdónale, Señor. MiRe7 Si+ Por tus profundas llagas crueles, MiSi7 Mipor tus espinas y por tus hieles, La- Si7 Miperdónale, Señor.
A ti, Señor, invoco y te llamo, Tú eres mi roca, oye mi voz.
Por las heridas de tus pies y manos, por los azotes tan inhumanos, perdónale, Señor. Por los tres clavos que te clavaron, por las espinas que te punzaron, perdónale, Señor. Por las tres horas de tu agonía, en que por Madre diste a María, perdónale, Señor. SÍ, ME LEVANTARÉ Mi+ Do#- Sol#- Do#- Dol#- La+ Mi+ /Sí, me levantaré, volveré junto a mi Padre/. Mi+ Do#A ti, Señor, elevo mi alma, Fa#Sol#Tú eres mi Dios y mi Salvador.
No pongas fin a tu ternura, haz que me guarde siempre tu amor. Sana mi alma y mi corazón, porque pequé, Señor, contra Ti. Piedad de mí, oh Dios de ternura, lava mis culpas, oh Salvador. Tú sabes bien, Señor, mis pecados, ante tus ojos todos están.
Si7 Mim fijos en las manos de sus señores, Fa#7 así están nuestros ojos en el Señor Si7 Mim esperando su misericordia. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de burlas. Misericordia, Señor, misericordia que estamos saciados de desprecios PUEDE SER QUE ME PERDONE
A TI LEVANTO MIS OJOS
Do Una vez más rezaré, Sol de rodilla me pondré, Fa Yo sé que una vez más Do sol Él me perdona.
La7 Re7 Sol7 Mim A ti levanto mis ojos Lam Si7 Mim A ti que habitas en el cielo. Lam Re7 Sol7 Mim A ti levanto mis ojos, Lam Si7 Mim porque espero tu misericordia. Mim Lam Como están los ojos de los esclavos
Le diré que lucho en vano, que pequé, pues soy humano Yo sé que una vez más Él me perdona. Do Para un Dios Sol Lam que conoció la tentación, Mim Lam del amigo la traición,
Como el vigía espera la aurora así mi alma espera al Señor. Vuelve, Señor, vuelve a nosotros, somos tus hijos, tennos piedad.
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Domingo de Pascua
7. Cantoral Litúrgico
Yo sé que una vez más Él me perdona. Murió pobre y olvidado, yo con los brazos cruzados, yo sé que una vez más Él me perdona.
Los pobres son la Iglesia, los ricos son son la Iglesia, somos la Iglesia del Señor... Los blancos..., los negros... Los curas..., los laicos... Los niños..., los viejos... CRISTO TE NECESITA
8. Cantos para la Misa Cantos para el Domingo de Ramos QUE ALEGRIA CUANDO ME DIJERON
Cantoral Litúrgico
Mi Si7 Mi ¡Qué alegría cuando me dijeron: Si7 “vamos a la casa del Señor”! Mi Mi7 La Ya están pisando nuestros pies Mi Si7 Mi tus umbrales Jerusalén. Mi Jerusalén está fundada La Si7 Mi como ciudad bien compacta. Mi7 La LaAllá suben las tribus, Mi Si7 Mi las tribus del Señor. Según la costumbres de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. 186
Desead la paz a Jerusalén: “Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, en tus palacios seguridad”. Por mis hermanos y compañeros voy a decir: “La paz contigo”. Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. A EDIFICAR LA IGLESIA Mi A edificar la Iglesia (3) Si7 del Señor. Hermano ven ayúdame, hermana ven ayúdame, Mi a edificar la Iglesia del Señor. Yo soy la Iglesia, tú eres la Iglesia, somos la Iglesia del Señor.
Rem Cristo te necesita Fa para amar, para amar. Rem Sib Do Rem Cristo te necesita para amar (bis) Fa No te importen las razas Lam Sib Fa ni el color de la piel Sib Do ama a todos como hermanos Rem y haz el bien (bis)
Al amigo de siempre dale amor, dale amor, al que no te saluda, dale amor (bis) JUNTOS CANTANDO LA ALEGRIA Mi Si7 Mi 7 Juntos cantando la alegría, La Si7 de vernos unidos en la fe y el amor. Mi Si7 Mi 7 Juntos sintiendo en nuestras vidas La Si7 Mi la alegre presencia del Señor. (Bis)
Mi Do#Somos la iglesia peregrina que Él fundó La Si7 Mi somos un pueblo que camina sin cesar, Al que sufre y al triste, Do#dale amor, dale amor, al humilde y al pobre dale amor entre cansancios y esperanzas (bis) hacia Dios La Si7 Mi Al que vive a tu lado nuestro amigo Jesús nos llevará. dale amor, dale amor, al que viene de lejos, dale amor Hay una fe que nos alumbra con su luz (bis) una esperanza que empapó nuestro esperar, Al que habla otra lengua aunque la noche nos envuelva en su dale amor, dale amor, al que piensa distinto, dale amor inquietud nuestro amigo Jesús nos guiará. (bis) 187
Cantoral Litúrgico
Sol Do yo no dudo me perdones, Sol Dios, amigo. Yo vi sufrir mi hermano Cuando faltaba una mano,
12.2 Cantos para el Jueves Santo PUEBLO DE REYES La Fam# Mi Pueblo de reyes, asamblea Re santa, La Fam# La Si pueblo sacerdotal; pueblo La Re de Dios Fam# Mi Re La bendice a tu Señor. Cantoral Litúrgico
La Fam# Te cantamos, oh, Hijo amado del Sim Mi Fam# Padre, te alabamos, eterna La sim Fam# palabra salida de Dios. 188
Te cantamos, oh, Hijo de la virgen María, te alabamos, oh, Cristo, nuestro hermano, nuestro salvador. Te cantamos a ti, esplendor de la gloria, te alabamos, estrella radiante que anuncias el día. Te cantamos, mesías que anunciaron los profetas, te alabamos, oh Hijo de Abrahán, el Hijo de David. Te cantamos, Mesías esperado por los pobres, te alabamos, oh Hijo de Abrahán, el Hijo de David.
Te cantamos, pastor que nos conduces al reino, te alabamos, oh pan de la vida que el Padre nos da. Te cantamos: tú eres exaltado en la gloria, te alabamos a ti que vendrás a juzgar la tierra. REUNIDOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR Mi La Mi Reunidos en el nombre del Señor Si7 que nos ha convocado ante su altar La Si7 Mi celebremos el misterio de la fe Si7 bajo el signo del amor y la uniMi 7 dad. (Bis) Mi Si7 Tú, Señor das sentido a nuesMi tras vidas, Mi Fa#Si7 tu presencia nos ayuda a caminar, Mi Si7 Do#tu Palabra es fuente de agua viva La Fa#Si7 que nosotros sedientos a tu mesa La Si7 Mi venimos a buscar.
Purifica con tu gracia nuestras manos iluminas nuestras mentes con tu luz, que la fe se fortalezca en tu palabra y tu cuerpo tomado en alimento nos traiga la salud. HOMBRES NUEVOS Sim Fa# Sim Danos un corazón Sol La Re grande para amar. Sim Fa# Sim Danos un corazón La Sim fuerte para luchar. Sol La Hombres nuevos creadores Re de la historia, Sol La constructores de nueva Re humanidad. Sim Sol La Hombres nuevos que viven Sim la existencia Sol Mi Fa# como riesgo de un largo caminar. Hombres nuevos luchando en esperanza, caminantes, sedientos de verdad. Hombres nuevos sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad. 189
Cantoral Litúrgico
Es el Señor: nos acompaña al caminar Re7 Sol con su ternura a nuestro lado Él es el Santo, es el hijo de María, siempre va, La Re si los peligros nos acechan por es el Dios de Israel, es el hijo de David doquier nuestro amigo Jesús nos salvará. Vamos a Él con espigas de mil trigos, y con mil ramos de olivos, HOSANNA HEY siempre alegres, siempre en paz. Él es el Cristo, es el unificador, Re Sies hosanna en las alturas, es hoHosanna hey, hosanna ha, sanna en el amor. Sol La hosanna hey, hosanna hey, Es la alegría, la razón de mi existir, Re es la vida de mis días, es consuelo hosanna ha. (Bis) en mi sufrir.
Re La Si-(Re7)Sol MiComo el Padre me amó, yo os he La amado Re La Si- (Re7) permaneced en mi amor, Sol La Re permaneced en mi amor.
Cantoral Litúrgico
SiRe Si guardáis mis palabras Sol La Re y como hermanos os amáis Fa#Sicompartiréis con alegría Sol MiLa el don de la fraternidad. SiRe Si os ponéis en camino Sol La Re sirviendo siempre la verdad, Fa#Sifruto daréis en abundancia, Sol Mi- La mi amor se manifestará. 190
AMAR ES ENTREGARSE Mi Si7 Mi Si7 Amar es entregarse, olvidándose Mi7 de sí, La Mi Si7 buscando lo que al otro, pueda Mi hacer feliz. (Bis) Mi Si7 La Mi ¡Qué lindo es vivir para amar! Si7 La Mi ¡Qué grande es tener, para dar! La Mi Dar alegría, felicidad, darse uno Si7 Mi mismo, eso es amar. (Bis) Si amas como a tí mismo y te entregas a los demás verás que no hay egoísmo que no puedas superar. (Bis)
UN MANDAMIENTO NUEVO
AMAMENOS DE CORAZÓN
Re Sol Re Un mandamiento nuevo SiLa7 nos da el Señor: MiLa7 Re “que nos amemos todos Si7 Mi- La7 Re como El nos amó”. Re La7 SiLa señal de los cristia-nos MiLa7 Re es amarse como herma-nos.
ReLa-7 Amémonos de corazón La-7 Re7 no de labios ni de oídos, (Bis) sol- Do Fa para cuando Cristo venga, La# solpara cuando Cristo venga La7 Renos encuentre reunidos. (Bis)
El que no ama a sus hermanos miente si a Dios dice que ama. Cristo luz, verdad y vida, al perdón y amor invita. Perdonemos al hermano como Cristo ha enseñado. Comulguemos con frecuencia para amarnos a conciencia. Quitad odios y rencores de todos los corazones. Si al enfermo visitamos a Dios mismo consolamos.
Cómo puedes tú orar enojado con tu hermano (Bis) Dios no escucha la oración, Dios no escucha la oración si no te has reconciliado. (Bis) Un mandamiento nuevo os doy: “que os améis unos a otros como yo os he amado, como yo os he amado os améis también vosotros”. (Bis) Tu rebaño en ti confía y esperamos tu venida (Bis) para cuando Cristo venga para cuando Cristo venga nos reunamos con María. (Bis)
En la vida y en la muerte Dios nos ama para siempre.
NO ME HABEIS VOSOTROS ELEGIDO
En trabajos y fatigas Cristo a todos nos anima.
Do Sol LaNo me habéis vosotros elegido, Fa ReSol fui yo mismo quién os elegí.
Gloria al Padre y al Hijo y a Espíritu Divino.
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Cantoral Litúrgico
No veréis amor tan grande como aquel que os mostré. Yo doy la vida por vosotros, ¡amad como yo os amé! Si hacéis lo que os mando y os queréis de corazón compartiréis mi pleno gozo COMO EL PADRE ME AMÓ, de amar como Él me amó. AMAOS Hombres nuevos amando sin fronteras, por encima de razas y lugar. Hombres nuevos al lado de los pobres, compartiedo con ellos techo y pan.