misal de semana santa ciclo c para formacion

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CONTIENE Ordinario de la Misa Domingo de Ramos “De la Pasión del Señor” Lunes Santo Martes Santo Miércoles Santo “Conmemoración del Nazareno” Hora Santa • Jueves Santo “Misa del Santo Crisma”

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Triduo Pascual • Jueves Santo “De la Cena del Señor” Visita a los 7 Templos • Viernes Santo “De la Pasión del Señor” Vía Crucis Últimas 7 palabras de Jesús • Sábado Santo “Vigilia Pascual” • Domingo de Pascua de la Resurreción del Señor Cantoral Litúrgico

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Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sin la autorización expresa de la editorial San Pablo de Venezuela.

la mÁs santa de las semanas NIHIL OBSTAT Baltazar Enrique Porras Cardozo Arzobispo de Mérida Presidente de la Comisión Episcopal de Medios de la CEV

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La “gran semana” de los cristianos “Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación vividos por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén” (DPPL 138). Para los discípulos de Jesús, ésta es la “gran semana”. La única semana del año en la que damos el apelativo de “santo” a cada uno de sus días. Jesús, que vivió los acontecimientos decisivos de su pasión, muerte y resurrección en estos días, es quien les comunica la santidad. Santo es el que los vivió el primero, y santos hemos de ser los que los revivimos en las diversas celebraciones. La pasión, la muerte y la resurrección de Jesús nos convocan en esta semana. No podemos fallar. Convocados a celebrar los grandes misterios de la salvación

Imagen de Portada: Cortesía de la Parroquia Santa Teresa, Caracas

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Como discípulos de Jesús y como comunidad, el Miércoles de Ceniza nos pusimos en camino hacia la Pascua. Cada día de Cuaresma fue un paso hacia adelante, siguiendo las huellas de Jesús, que es quien marca el camino. A partir del Domingo de Ramos, estamos todos convocados a vivir la última etapa del camino pascual, con renovada intensidad. Los que han hecho todo el recorrido, y los que por pereza o negligencia, ni siquiera lo han comenzado. No nos dejemos engañar por las propuestas, que en estos días abundan, de emprender otras rutas que no son el “Vía-Crucis”, el Camino de la cruz; y la “Vía-Lucis”, el Camino de la luz, que es el camino de gloria, que Jesús hizo antes que nosotros. El Domingo de Ramos anticipa los principales acontecimientos, que celebraremos con gran solemnidad al final. La procesión con los Ramos en la que Jesús es aclamado como Rey victorioso, nos invita a encontrarnos con él en la Vigilia pascual, para celebrar su victoria sobre el pecado, sobre la violencia y sobre la muerte. 3


La primera cita importante después del Domingo de Ramos, tiene lugar el Jueves Santo. Hacemos memoria de tres hechos importantes: el lavatorio de los pies a los discípulos; el mandato del amor, como signo de identidad de los discípulos de Jesús; la institución de la eucaristía: memorial de su muerte y resurrección. El siguiente paso es la celebración de la pasión y muerte de Jesús, tiene lugar el Viernes Santo. Ante nuestros ojos tenemos la inhumanidad de los seres humanos, que dimos muerte violenta al Cordero de Dios, que entregó su vida por amor para salvarnos. En este día, más que mirar a la cruz, hay que mirar “al que traspasaron”, que grita su amor a la humanidad desde lo alto de un madero. El camino pascual culmina en la Vigilia Pascual y en el Domingo de Pascua. Tenemos que estar presentes y vivir con todos los creyentes en Cristo el gozo de la resurrección, para poder ser testigos del Resucitado. La falta de testigos, cuestiona nuestra celebración de la resurrección de Jesús. Si estamos ausentes de la celebración, de qué vamos a dar testimonio.

ordinario de la misa

Las celebraciones litúrgicas y la piedad popular A las celebraciones litúrgicas les acompañan esta semana diversos actos de la piedad popular. La prioridad la tienen las celebraciones litúrgicas de la comunidad. “Es necesario que estas manifestaciones de la piedad popular nunca aparezcan ante los fieles, ni por la hora ni por el modo de convocatoria, como sucedáneo de las celebraciones litúrgicas” (DPPL 143). Las manifestaciones de la piedad popular han de ayudar a los fieles a vivir mejor los misterios de la muerte y resurrección de Jesús, que celebramos en la liturgia durante la Semana Santa. Un llamado importante a los responsables de las comunidades y a todos los fieles: La Semana santa no concluye el Viernes santo con la muerte de Jesús en la cruz y con su sepultura. La Semana santa culmina el domingo de resurrección, y se prolonga durante la cincuentena pascual, que es como un “domingo de Pascua continuado”.

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1. ritos iniciales 1.1 SALUDO S. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. A. Amén. (Tiempo de Cuaresma) S. La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión esté con todos ustedes. A. Y con tu espíritu.

ñor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

1.4 ORACIÓN COLECTA (Breve silencio, durante el cual cada uno ofrece sus peticiones personales al Señor. Después el celebrante ofrece la oración de la comunidad a Dios Padre, por la intercesión de Jesucristo y todos contestan): A. Amén.

1.2 ACTO PENITENCIAL S. Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. (Breve silencio) S. Yo confieso… A. … ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor. S. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. A. Amén. (Tiempo de Cuaresma:) S. Tú que borras nuestras culpas: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. S. Tú que creas en nosotros un corazón puro: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. S. Tú que nos devuelves la alegría de la salvación: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

2. liturgia de la palabra 2.1 PRIMERA LECTURA (Se toma de la Historia del Pueblo de Israel, Antiguo Testamento, o de los escritos de los apóstoles): (Al final de la lectura): L. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor. (Se proclama el salmo y el pueblo intercala la respuesta. Si hay segunda lectura se lee como la primera. Sigue la aclamación antes del Evangelio o Aleluya):

1.3 HIMNO

2.2 EVANGELIO (Evangelio quiere decir: “Buena noticia”. En efecto, narra algún aspecto de la vida o de las enseñanzas de Jesucristo): S. El Señor esté con ustedes. A. Y con tu espíritu. S. Lectura del santo Evangelio según…(Al final de la lectura): S. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.

S. Gloria a Dios en el cielo,… A. … y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Se-

(Al final de la lectura): S. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Luego, si la liturgia del día lo prescribe, se canta o se dice):

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Ordinario de la Misa

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2.3 PROFESIÓN DE FE

3. liturgia eucarÍstica 3.1 PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS

S. Creo en Dios,…

(Se llevan al altar el pan y el vino).

A. … Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. (Símbolo niceno-constantinopolitano):

S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida. A. Bendito seas por siempre, Señor. S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación. A. Bendito seas por siempre, Señor. S. Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. A. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

S. Creo en un solo Dios… A. … Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén. 2.4 ORACIÓN DE LOS FIELES (El sacerdote invita a los fieles a orar. Una persona lee las intenciones y el pueblo contesta): A. Te lo pedimos, Señor. (El sacerdote culmina con una oración y los fieles contestan: Amén). 8

3.2 ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS (El pueblo se pone de pie. El celebrante dice la oración en nombre de la asamblea y el pueblo contesta: Amén). 3.3 PREFACIOS Prefacio de Cuaresma II S. El Señor esté con ustedes. A. Y con tu espíritu. S. Levantemos el corazón. A. Lo tenemos levantado hacia el Señor. S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. A. Es justo y necesario. S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque misericordiosamente estableciste este tiempo especial de gracia para que tus hijos busquen de nuevo la pureza del corazón y así, libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las realidades transitorias, que más bien pongan su corazón en las que duran para siempre. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: A. Santo, Santo, Santo… 9

Ordinario de la Misa

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(Es un resumen de la doctrina católica. Se canta o recita los domingos y solemnidades): (Credo de los Apóstoles):


Prefacio de la Pasión del Señor II S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención. Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: A. Santo, Santo, Santo…

(El obispo, cuando celebra en su diócesis, dice): conmigo, indigno siervo tuyo, (Cuando celebra un Obispo que no es el ordinario diocesano, dice): con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo, indigno siervo tuyo, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica. CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS C1. Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. (Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien junta las manos y ora por ellos unos momentos. Después, con las manos extendidas, prosigue): y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

3.4 PLEGARIA EUCARÍSTICA I O CANON ROMANO (El sacerdote, con las manos extendidas, dice): Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, (Junta las manos y dice): que aceptes y bendigas (Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo): estos + dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, (Con las manos extendidas, prosigue): ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,1

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Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares. 10

CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS

C2. Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] En los domingos, cuando no hay otro Reunidos en comunión propio, puede decirse: • Reunidos en comunión con toda la Iglesia, para celebrar el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;* 11

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Prefacio de Cuaresma III S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenadas y, al darnos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados, nos hacen imitadores de tu generosidad. Por eso, con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo: A. Santo, Santo, Santo…


En el Jueves santo: • Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;* Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua: • Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar (la noche santa) el día santo de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;* * la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] (Con las manos extendidas, prosigue): CP. Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos) que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo, perdonándoles todos sus pecados; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] En la misa del bautismo: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos) que has hecho renacer del agua y del Espiritu Santo, perdonándoles todos sus pecados, para incorporarlos a Cristo Jesús, Señor nuestro, e inscribe sus nombres en el libro de la vida. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] (Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice): CC. Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. (Junta las manos). En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas). El cual, la víspera de su Pasión, (Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue): tomó pan en sus santas y venerables manos,

(Junta las manos.)

(Eleva los ojos).

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén].

y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

En la misa del Jueves santo: Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que te presentamos en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] 12

(En la misa vespertina del Jueves santo): El cual, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación y la de todos los hombres, 13

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REUNIDOS EN COMUNIÓN PROPIOS DE ALGUNAS SOLEMNIDADES


«Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros». (Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión. Después prosigue): Del mismo modo, acabada la cena, (Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice): tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo: (Se inclina un poco). «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía». (Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión. Luego dice una de las siguientes fórmulas): I. Éste es el Sacramento de nuestra fe. O bien: Éste es el Misterio de la fe. (Y el pueblo prosigue, aclamando): Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! II. Aclamad el Misterio de la redención. (Y el pueblo prosigue, aclamando): Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor. hasta que vuelvas. III. Cristo se entregó por nosotros. 14

(Y el pueblo prosigue, aclamando): Por tu cruz y resurrección. nos has salvado, Señor. (Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice): CC. Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. (Y prosigue): Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahám, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec. (Inclinado, con las manos juntas, prosigue): Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo al participar aquí de este altar, (Se endereza y se signa, diciendo): seamos colmados de gracia y bendición. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS C3. Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., (Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar). que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. (Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tienen intención de orar). Después, con las manos extendidas, prosigue): A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Junta las manos). [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.] (Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo): C4. Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, 15

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(Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue): tomó el pan en sus santas y venerables manos, (Eleva los ojos). y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo: (Se inclina un poco).


Después sigue el rito de la comunión, p. 22. 3.5 PLEGARIA EUCARÍSTICA II V. R. V. R. V. R.

El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario.

S. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo. Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo… (El sacerdote, con las manos extendidas, dice): S. Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; 16

(Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice): por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, (Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo): S. de manera que sean para nosotros Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. (Junta las manos. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas). S. El cual, En la misa vespertina del Jueves santo: S. en esta misma noche, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, (Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue): S. tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: (Se inclina un poco). S. «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros». (Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión). (Después prosigue): S. Del mismo modo, acabada la cena, (Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue): S. tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: (Se inclina un poco).

S. «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía». (Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión). (Luego dice una de la siguientes fórmulas): S. Éste es el Sacramento de nuestra fe. O bien: S. Éste es el Misterio de la fe. 17

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Ordinario de la Misa

(Con las manos extendidas prosigue): que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. (Junta las manos y prosigue): CP. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros. (Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice): CP. o CC. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. (El pueblo proclama): Amén.


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A. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! S. Aclamad el Misterio de la redención. (Y el pueblo prosigue, aclamando): A. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas. S. Cristo se entregó por nosotros. (y el pueblo prosigue, aclamando): A. Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor. (Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice): S. Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. C1. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse: S. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; ACUÉRDATE, SEÑOR PROPIO DE ALGUNAS SOLEMNIDADES Desde la misa de Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua: S. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí (en la noche santísima) en el día santísimo de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo; S. y con el Papa N., con nuestro Obispo N 1. 1

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones del Obispo que preside la celebración. 18

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice: conmigo, indigno siervo tuyo, Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice: con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo, indigno siervo tuyo, y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad. INTERCESIONES PARTICULARES que pueden añadirse en diversas ocasiones: INTERCESIONES PARTICULARES En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo de adultos: S. Acuérdate también de nuestros hermanos (N. y N.) que hoy, por medio del bautismo (y de la confirmación), han entrado a formar parte de tu familia; ayúdales a seguir a Cristo, tu Hijo, con ánimo generoso y ferviente. En la misa del bautismo de niños: S. Acuérdate también de nuestros hermanos N. y N. (de aquellos hermanos nuestros) que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo, librándolos del pecado; tú que los has incorporado, como miembros vivos, al cuerpo de Cristo, inscribe también sus nombres en el libro de la vida.

C2. Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas. (Junta las manos, toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice): CP o CC. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. (El pueblo aclama): R. Amén. 19

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(Y el pueblo prosigue, aclamando):


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CP. Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. CC. Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios. Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros. Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía. (Luego dice): CP. Éste es el sacramento de nuestra fe. o bien: Éste es el misterio de la fe. (Y el pueblo responde): A. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, señor Jesús! o bien: S. Aclamad el Misterio de la redención. (Y el pueblo responde): A. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas. o bien: S. Cristo se entregó por nosotros.

(Y el pueblo responde): A. Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor. 20

CC. Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires (san N.: Santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda. Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. (Intercesiones particulares). En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo de adultos: Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos (N. y N.), que hoy, por medio del Bautismo [y del don del Espíritu] has llamado a formar parte de tu pueblo y concédeles andar siempre en una vida nueva. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua: Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia (en la noche gloriosa) en el día glorioso de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes. CP o CC. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. A. Amén. 21

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3.6 PLEGARIA EUCARÍSTICA III


4.1 ORACIÓN DEL SEÑOR S. Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado: Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. S. Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro salvador Jesucristo. A. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

4.4 COMUNIÓN S. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dicho sos los invitados a la cena del Señor. A. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. S. El cuerpo de Cristo. A. Amén. 4.5 ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN S. Oremos (El sacerdote dice la oración y al final el pueblo aclama: Amén).

5. rito de despedida S. El Señor, esté con ustedes. A. Y con tu espíritu.

4.2 RITO DE LA PAZ (Después el sacerdote con las manos extendidas, dice):

S. Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. A. Amén. S. En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su Cruz, dense la paz como signo de reconciliación.

S. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. A. Amén. 5.1 DESPEDIDA S. En el nombre del Señor, pueden ir en paz. A. Demos gracias a Dios.

4.3 FRACCIÓN DEL PAN (Mientras el sacerdote hace la fracción de la hostia, se canta o se dice):

A. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. 22

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Ordinario de la Misa

4. rito de la comuniÓn


Domingo de Ramos

JESÚS ENTRA COMO REY DE PAZ He deseado comer con ustedes esta comida pascual Con estas palabras empieza el relato de la pasión, escrito por Lucas, y que leemos hoy. Con el Domingo de Ramos entramos en la celebración del misterio pascual. Los dos aspectos fundamentales de este misterio nos los ofrece la celebración litúrgica de este domingo. La dimensión gloriosa queda plasmada en la procesión de los ramos, con la que se hace memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén, poco antes de la Pascua, entre las aclamaciones de la gente. La cara dolorosa, nos la ofrece el relato de la pasión. Este contraste de gozo y dolor, de humillación y de triunfo, nos revelan el verdadero sentido de las celebraciones pascuales que hoy empezamos. Bendito el que viene en nombre del Señor Jesús proclama sin ambajes ante Pilato que él es Rey. Pero también aclara, que su reino no se parece en nada a los reinos de este mundo. Como rey que entra en su ciudad es aclamado por la multitud. Los signos de su realeza no se corresponden con los de las realezas mundanas. Él no entra a caballo de un enjaezado corcel, en lujosa carroza, en carro descapotable. Un humilde asno, cabalgadura de maestros y médicos es quien lo transporta sobre sus lomos. No existe exhibición de armas. Él entra como rey de paz. Tampoco lo acompaña el cortejo de vasallos. A él lo acompaña el pueblo sencillo, el mismo que lo acompañó siempre. Los ramos son signo de victoria. Jesús va a sufrir, pero como vencedor de sus enemigos y de la muerte. 24

Realmente este hombre era inocente Lucas ofrece un relato de la pasión ejemplarizante, en la que Jesús actúa en perfecta coherencia con su vida y con su mensaje. En varias ocasiones nos dice que Jesús se retiraba a orar. Destaca el realismo con que describe la oración de Jesús en el huerto; el ejercicio de la misericordia, curando la oreja al siervo del sumo sacerdote; la mirada llena de misericordia a Pedro, que lo acaba de negar; la compasión hacia las mujeres, que salen a su encuentro en su camino hacia el Calvario; la actitud de perdón: “Perdónalos que no saben lo que hacen”; “hoy estarás conmigo en el paraíso”. A la violencia responde con perdón. Finalmente, la confianza absoluta en el Padre. Sabe que no lo abandonará en el momento supremo: “A tus manos encomiendo mi espíritu”. Termina su relato con la confesión de fe de un pagano: “Glorificó a Dios diciendo: Realmente este hombre era inocente”. Los humanos lo humillaron, pero Dios lo exaltó El himno de Pablo en la carta a los cristianos de Filipos, representa una de las presentaciones más densas de lo que es el misterio de Cristo, y más concretamente el misterio pascual. Construido en su aspecto formal sobre una dialéctica de contrastes, nos habla de su “grandeza como Dios” y de su “vaciamiento”; de su “humillación y exaltación”; de “obediencia hasta la muerte” y de “exaltación” hasta la gloria de “Señor” resucitado. Esto es lo que vamos a revivir, a celebrar, a padecer y a gozar en estos días. Hemos inaugurado las fiestas pascuales: el paso de la humillación a la gloria, del odio que mata, a la vida que permanece para siempre. El signo viviente es Jesús, humillado en la pasión, exaltado en la resurrección.

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de Marzo- Domingo de Ramos /C “De la Pasión del Señor”


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1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una entrada solemne (II), antes de la misa principal, y por medio de una entrada sencilla (III), antes de las demás misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras misas que se celebren con gran asistencia del pueblo. CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DEL SEÑOR EN JERUSALÉN I forma: Procesión 2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano. 3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión. 4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado: Antífona Mt 21, 9 Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo! 5. Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras. Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios 26

de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida. 6. Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice la siguiente oración: Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita). 7. Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas, como se indica en el Leccionario. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera acostumbrada. Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19,28-40) A. Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita’”. Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: “¿Por qué lo desamarran?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita”. Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él. Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! 27

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SEMANA SANTA DOMINGO DE RAMOS “DE LA PASIÓN DEL SEÑOR”


13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.

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8. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:

14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta algún cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio Al entrar el Señor (n. 10), u otro cántico apropiado.

Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.

15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la misa, y prosigue luego de la manera acostumbrada.

9. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los cánticos apropiados.

III forma: Entrada sencilla

10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén: Responsorio R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipandose a la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo. V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo. 11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada. II forma: Entrada solemne 12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal. 28

16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla. 17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo (n. 18), u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada. En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada. 18. Antífona de entrada Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. Puertas, ábranse de par en par; agrandaos, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. (Sal 23, 9-10). 19. Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna. 29

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¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!” Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. El les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor.


20. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta. Domingo de Ramos

21. Oración colecta Dios todopoderoso y eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro Salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con él, un día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. 1ª Lectura (Is 50,4-7) Lectura del libro del profeta Isaías En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial (Sal 21). R Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? L Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre” /R L Los malvados me cercan por doquier como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos /R L Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado /R L Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel /R 30

2ª Lectura (Fil 2,6-11) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 23. No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo. Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio. Aclamación antes del Evangelio (Fil 2,8-9) R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Evangelio (Lc 22,14—23,56) Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san lucas C. Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: † “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios”. C. Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: † “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios”. 31

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LA MISA


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† “Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?” C. Ellos contestaron: S. “Nada”. C. Él añadió: † “Ahora, en cambio, el que tenga dinero o provisiones, que los tome; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Les aseguro que conviene que se cumpla esto que está escrito de mí: Fue contado entre los malhechores, porque se acerca el cumplimiento de todo lo que se refiere a mí”. C. Ellos le dijeron: S. “Señor, aquí hay dos espadas”. C. Él les contestó: † “¡Basta ya!” C. Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los discípulos. Al llegar a este sitio, les dijo: † “Oren, para no caer en la tentación”. C. Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y se puso a orar de rodillas, diciendo: † “Padre, si quieres, aparta de mí esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. C. Se le apareció entonces un ángel para confortarlo; él en su angustia mortal, oraba con mayor insistencia, y comenzó a sudar gruesas gotas de sangre, que caían hasta el suelo. Por fin terminó su oración, se levantó, fue hacia sus discípulos y los encontró dormidos por la pena. Entonces les dijo: † “¿Por qué están dormidos? Levántense y oren para no caer en la tentación”. C. Todavía estaba hablando, cuando llegó una turba encabezada por Judas, uno de los Doce, quien se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: † “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?” C. Al darse cuenta de lo que iba a suceder, los que estaban con él dijeron: S. “Señor, ¿los atacamos con la espada?” C. Y uno de ellos hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo: † “¡Dejen! ¡Basta!” 33

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C. Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: † “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. C. Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: † “Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”. “Pero miren: la mano del que me va a entregar está conmigo en la mesa. Porque el Hijo del hombre va a morir, según lo decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien será entregado!” C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que lo iba a traicionar. Después los discípulos se pusieron a discutir sobre cuál de ellos debería ser considerado como el más importante. Jesús les dijo: † “Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les voy a dar el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que coman y beban a mi mesa en el Reino, y se siente cada uno en un trono, para juzgar a las doce tribus de Israel”. C. Luego añadió: † “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”. C. Él le contestó: S. “Señor, estoy dispuesto a ir contigo incluso a la cárcel y a la muerte”. C. Jesús le replicó: † “Te digo, Pedro, que hoy, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces”. C. Después les dijo a todos ellos:


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C. Dijeron todos: S. “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?” C. Él les contestó: † “Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy”. C. Entonces ellos dijeron: S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca”. C. El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: S. “Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”. C. Pilato preguntó a Jesús: S. “Eres tú el rey de los judíos?” Él le contestó: † “Tú lo has dicho”. C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: S. “No encuentro ninguna culpa en este hombre”. C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo: S. “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”. C. Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: S. “Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, 35

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C. Le tocó la oreja y lo curó. Después Jesús dijo a los sumos sacerdotes, a los encargados del templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: † “Han venido a aprehenderme con espadas y palos, como si fuera un bandido. Todos los días he estado con ustedes en el templo y no me echaron mano. Pero ésta es su hora y la del poder de las tinieblas”. C. Ellos lo arrestaron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía desde lejos. Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó también con ellos. Al verlo sentado junto a la lumbre, una criada se le quedó mirando y dijo: S. “Este también estaba con él”. C. Pero él lo negó diciendo: S. “No lo conozco, mujer”. C. Poco después lo vio otro y le dijo: S. “Tú también eres uno de ellos”. C. Pedro replicó: S. “¡Hombre, no lo soy!” C. Y como después de una hora, otro insistió: C. “Sin duda que éste también estaba con él, porque es galileo”. C. Pedro contestó: S. “¡Hombre, no sé de qué hablas!” C. Todavía estaba hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que el Señor le había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces’, y saliendo de allí se soltó a llorar amargamente. Los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la cara y le preguntaban: S. “¿Adivina quién te ha pegado?” C. Y proferían contra él muchos insultos. Al amanecer se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron: S. “Si tú eres el Mesías, dínoslo”. C. Él les contestó: † “Si se lo digo, no lo van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso”.


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S. “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”. C. También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: S. “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. C. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Éste es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: S. “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. C. Pero el otro le reclamaba, indignado: S. “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. C. Y le decía a Jesús: S. “Señor, cuando llegues a tu Reino acuérdate de mí”. C. Jesús le respondió: † “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. C. Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: † “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” C. Y dicho esto, expiró. (Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes). El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo: S. “Verdaderamente este hombre era justo”. C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello. Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, que no había estado de acuerdo con la decisión de los judíos ni con sus actos, que era natural de Arimatea, ciudad de Judea, y que aguardaba el Reino de Dios, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó 37

Domingo de Ramos

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porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. C. Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo: S. “¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!” C. A éste lo había metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!” C. Él les dijo por tercera vez: S. “¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. C. Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: † “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!’ Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?” C. Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado “la Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz: † “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. C. Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo:


O bien. Forma breve Evangelio (Lc 23, 1-49) Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. En aquel tiempo, el consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: “Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”. Pilato preguntó a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Él le contestó: “Tú lo has dicho”. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: “No encuentro ninguna culpa en este hombre”. Ellos insistían con más fuerza, diciendo: “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”. Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: “Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en 38

él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo: “¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!” A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Él les dijo por tercera vez: “¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”. Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!’ Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?” Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado “la Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”. También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el rey de los judíos”. 39

Domingo de Ramos

Domingo de Ramos

en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Pascua y ya iba a empezar el sábado. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea acompañaron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Al regresar a su casa, prepararon perfumes y ungüentos, y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento. Palabra del Señor. A Gloria a ti Señor Jesús.


(Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa). El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo: “Verdaderamente este hombre era justo”. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello. Palabra del Señor. A Gloria a ti Señor Jesús. 23. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. 24. Se dice el Credo (Ir a la pág. 8) 25. Oración de los fieles S. Oremos a Dios Padre, que por nosotros entregó a su Hijo Jesús a la muerte y lo levantó sobre todo, mediador nuestro. Respuesta: Señor ten piedad L Por la unión de las Iglesias; para que el sacrificio de Cristo nos reúna en la unidad a los hijos de Dios dispersos, roguemos al Señor. A Señor ten piedad. L Por los enfermos, los moribundos y todos los que sufren; para que, apurando el cáliz de la pasión, a semejanza de Cristo paciente, tengan la firme esperanza de participar con él en su gloria, roguemos al Señor A Señor ten piedad. 40

L Por nosotros, que nos disponemos a celebrar la Pascua del Señor Jesús; para que su muerte y resurrección se cumplan en nuestra vida, roguemos al Señor. A Señor ten piedad. (Intenciones libres) S Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, que conmemora la pasión de tu Hijo, para que se cumpla siempre tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. A Amén. 26. Oración sobre las ofrendas Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. 27. Prefacio: La pasión del Señor. V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación. Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. 28. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 41

Domingo de Ramos

Domingo de Ramos

Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” Y dicho esto, expiró.


29. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 30. Antífona de Comunión Mt 26, 42 Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

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de Marzo - Lunes Santo

32. Bendición Solemne (Inclinen la cabeza para recibir la bendición). El sacerdote, extiende las manos sobre el pueblo, dice la bendición.Todos responden: Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén.

Siguiendo el camino del “siervo de Yahvé” que nos ofrece Isaías, leemos hoy el primer cántico. Dios se encarga de hacer su presentación: “Éste es mi siervo, mi elegido, al que prefiero”. Él mismo le señala la misión: “Promover el derecho”. Dios lo hace “alianza del pueblo y luz de las naciones”. Para cumplir su misión, Dios ha puesto sobre él el don de su Espíritu. El siervo toma a pecho su misión: no se romperá, no vacilará, se entregará con empeño, para que la ley y el derecho gobiernen las naciones. Abrirá los ojos a los que habitan en tinieblas; liberará a los presos y oprimidos. El siervo tendrá que soportar la violencia de los violentos. Pero, para realizar su proyecto de liberación, no utilizará la violencia, gritos, amenazas, ni las armas ni la fuerza. Actuará con gran humildad, de modo que no terminará de romper la caña ya quebrada. Hermosa propuesta para nosotros los discípulos de Jesús, en estos tiempos en que hay que enfrentar la violencia que se ha apoderado de nuestras calles; y los discursos que generan tensión y enfrentamiento. Déjenla que lo guardó para mi sepultura El evangelista Juan nos sitúa a seis días de la Pascua. Y todo lo que acontece en estos días tiene que ver con este momento decisivo en la vida de Jesús. La presencia de Lázaro, a quien Jesús había vuelto a la vida unos días antes, nos habla de vida. Durante el banquete, María, realiza una acción significativa de veneración y agradecimiento: unge los pies a Jesús. Este gesto es mal interpretado por Judas, que habla de pobres, cuando a él los pobres lo tenían sin cuidado. Jesús lo valora en su justo sentido, y lo relaciona con su sepultura.

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Lunes

Domingo de Ramos

Este es mi siervo a quien sostengo 31. Oración después de la Comunión Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.


2. Antífona de entrada Sal 34, 1-2; Sal 139, 8 Combate, Señor, a los que me combaten, ataca a los que me atacan; ponte la armadura, toma el escudo y ven en mi ayuda. Tú eres mi fortaleza y mi salvación. 3. Oración colecta Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Lunes

4. 1ª Lectura (Is 42-1-7) Lectura del libro del profeta Isaías Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza. Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 26) R El Señor es mi luz y mi salvación. L El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? /R L Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen /R 44

L Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor /R L La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía /R 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R Honor y Gloria a ti, Señor Jesús. 7. Evangelio (Jn 12,1-11) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por que no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella. Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”. Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 8. Oración sobre las ofrendas Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú intuiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 45

Lunes

1. Ritos Iniciales (ver pág. 6)


9. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) 10. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20)

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de Marzo - Martes Santo

11. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso

Lunes

13. Oración después de la comunión Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Este segundo canto del “Siervo de Yavé”, empieza presentando su vocación: el Señor “ya en el vientre me formó siervo suyo”. Su misión consiste, en primer lugar, en rescatar a Israel. Pero se extiende más allá de sus fronteras; será luz de las naciones; llevará la salvación hasta el confín de la tierra. El cumplimiento de la misión será tarea dolorosa y difícil. Llegarán momentos en que pensará haber trabajado en vano. Con todo, está seguro de que el Señor lo defiende y estará a su lado. Antes que cante el gallo me negarás tres veces

14. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)

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Llegó el momento de aclarar la actitud de los discípulos ante los momentos difíciles que se presentan. Jesús empieza por Judas. De forma confidencial revela el secreto de la traición al discípulo “que más amaba”. Y sigue con Pedro. En diversos momentos, Pedro ha tomado la iniciativa. En esta ocasión, creyéndose más valiente que los demás declara: “Daré mi vida por ti”. Jesús le descubre su debilidad: “Antes que cante el gallo me negarás tres veces”.

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Martes

12. Antífona de la comunión (Sal 101,3). No te me ocultes, Señor, el día de mi desgracia. Escúchame con bondad, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.


2. Antífona de entrada (Sal 26,12) No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia. 3. Oración colecta Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.

Martes

4. 1ª Lectura (Is 49,1-6) Lectura del libro del profeta Isaías Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”. Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo -tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza-. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 70) R En ti, Señor, he puesto mi esperanza. L Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo /R L Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados /R 48

L Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías /R L Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo /R 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 7. Evangelio (Jn 13,21-33.36-38) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?” Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche. Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le 49

Martes

1. Ritos Iniciales (ver pág. 6)


respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”. Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes que me hayas negado tres veces”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.

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de Marzo- Miércoles Santo Conmemoración del Nazareno Hoy el pueblo venezolano

adora a Cristo en su condición de Nazareno

9. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) Martes

10. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 11. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 12. Antífona de comunión (Rom 8,32) Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con él nos ha dado todos los bienes. 13. Oración después de la comunión Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Tengo cerca a mi defensor El tercer canto del “Siervo de Yavé”, nos lo presenta como un discípulo fiel, que mantiene el oído atento a lo que le dice el Señor. No rehúye el sufrimiento para cumplir su misión. Afronta la hostilidad, que llegará hasta la agresión física. Tampoco duda en ofrecer su espalda y su mejilla a los que lo ultrajan. Sabe que Dios, que es su defensor, permanece a su lado; por eso, no tiene miedo a los que quieren pleitear contra él. Se pusieron de acuerdo en treinta monedas de plata No deja de ser desconcertante, que uno de los amigos más cercanos de Jesús trame la traición, y lo entregue en manos de sus enemigos. Los cuatro evangelistas coinciden en narrar la traición. La razón de la traición la vinculan al dinero. En el episodio del banquete en Betania, san Juan revela el amor de Judas por el dinero. Contrasta fuertemente la generosidad y la fidelidad de María, con el interés e infidelidad de Judas.

14. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)

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Miércoles

8. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.


2. Antífona de entrada (Fil 2, 10. 8. 11) Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor. 3. Oración colecta Padre misericordioso que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Miércoles

4. 1ª Lectura (Is 50,4-9) Lectura del libro del profeta Isaías En aquel entonces dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?” Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 68) R Por tu bondad, Señor, socórreme. L Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae/R L La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre /R 52

L En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado /R 6. Aclamación antes del Evangelio R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. O bien: R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 7. Evangelio (Mt 26,14-25) Lectura del santo Evangelio según san Mateo A Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” El respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 53

Miércoles

1. Ritos Iniciales (ver pág. 6)


Miércoles

L Para que el Cuerpo y la Sangre de Cristo sean alimento y bebida para todos los hombres y mujeres que tienen hambre y sed de Dios. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que el Cuerpo del Señor, que hoy recorre las calles de los pueblos y las ciudades, transforme a su paso los corazones. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que los niños y niñas que se preparan para recibir por primera vez a Jesús sacramentado dejen que Él los alimente y guie a lo largo de su vida. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que sea Jesús el camino que buscan para sus vidas sirviendo desinteresadamente a todos sus hermanos. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que todos los enfermos encuentren en Jesús Nazareno el consuelo y la salud, en sus enfermedades y dolencias. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. L Para que el Señor que se nos da como alimento nos ayude a vivir en comunión de amor los unos con los otros. Oremos. A Te lo pedimos, Señor. S Escucha, Señor, nuestras oraciones, sé Tú nuestro único alimento, sacia nuestra hambre y sed de Ti, para que fortalecidos en tu amor, nos dispongamos a celebrar contigo el banquete eterno del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. A Amén.

11. Plegaria Eucarística (Ir a la Pág. 10, 16 ó 20) 12. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 13. Antífona de comunión (Mt 20,28) El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de todos. 14. Oración después de la comunión Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 15. Rito de despedida (Ir a la pág. 23)

Miércoles

8. Oración de los fieles S Unidos en un mismo Pan y en el mismo Vino, pidamos a Jesús que ha querido quedarse sacramentalmente entre nosotros y digámosle: A Te lo pedimos, Señor.

9. Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Prefacio de la Pasión del Señor II (Ir a la Pág. 10) 54

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¡Viva Jesús Hostia! Canto: Tu fidelidad. ¡Tu fidelidad es grande! ¡Tu fidelidad, incomparable es! ¡Nadie como Tú, bendito Dios! Grande es tu fidelidad. ¡Y tu santidad es grande! ¡Y tu santidad, incomparable es! ¡Nadie como Tú, bendito Dios! Grande es tu santidad.

Hora Santa

¡Tu Divinidad es grande! ¡Tu Divinidad, incomparable es! ¡Nadie como Tú, bendito Dios! ¡Grande es tu Divinidad! Oración de ofrecimiento Todos: (despacio) Presidente: ¡Oh Señor nuestro Sacramentado! Todos: míranos aquí en tu adorable presencia. Venimos a bendecirte y alabarte en unión de los ángeles que invisiblemente rodean esa Hostia Divina. Venimos a consagrarte esta Hora Santa, gozándonos de estar aquí, a gustar de tu compañía y a conversar contigo, que tienes palabras de vida eterna. Presidente: Sí, Dios nuestro. Todos: quisiéramos contemplarte a través de esa Hostia Santa con el tiernísimo afecto con que te miraba tu Madre: 56

con aquella devoción con que te seguían tus discípulos, y muy singularmente el Discípulo Amado, cuando la noche de la Cena reclinó su cabeza sobre tu ardiente Corazón. Presidente: Nos sentimos felices de hallarnos junto a Ti, Todos: y queremos aprovechar todos los momentos de esta Hora Santa para hacerte compañía, y que tu presencia nos hace tan agradable. Presidente: Concédenos, oh Jesús, Todos: no dormirnos, ni distraernos, como se durmieron tus apóstoles la noche tristísima de tu agonía en el Huerto de los Olivos. Presidente: Míranos, Señor; somos tus hermanos, Todos: a quienes tantas veces has alimentado con tu mismo Cuerpo y Sangre. Presidente:¡Señor! Todos: Vuélvete hacia nosotros lleno de misericordia; pon en nuestros pensamientos una ráfaga de la luz de tu Rostro, y en nuestros corazones una centella siquiera del fuego que abrasa tu dulcísimo Corazón.

Hora Santa

6. Hora Santa

Presidente: Concédenos, oh Jesús, Todos: sentir hondamente la verdad de aquellas palabras del Profeta: “es mejor una hora en tu Casa, que mil años en compañía de los pecadores”. Amén. Presidente: Vamos a entregarle ahora al Señor nuestro corazón. Vamos a dejarnos invadir el alma con su presencia santificadora. Pidamos el auxilio de la Madre del cielo. Silencio de Adoración 57


EUCARISTÍA, MILAGRO DE AMOR, EUCARISTÍA, PRESENCIA DEL SEÑOR. (BIS) Cristo nos dice: “Tomen y coman: esto es mi Cuerpo que ha sido entregado”. Cristo en persona nos viene a liberar de nuestro egoísmo y la división fatal. Este alimento renueva nuestras fuerzas para caminar a la gran liberación.

Hora Santa

Presidente: Oigamos cómo la voz de Jesús nos recuerda su pacto de amor para con cada uno de nosotros. No somos extraños para nuestro Dios. Está aquí y está para nosotros. Dejemos que su palabra haga eco en nuestro interior. Vamos a recitar despacio, muy despacio, cada una de estas palabras que componen el siguiente poema llamado “Amor Eterno”, como si Jesús mismo nos lo dedicase y nos lo leyese. Vamos a recitarlo en actitud de oración y de adoración. Amor Eterno Si tú sabes que te amo, te protejo y te defiendo “Soy Amor;” siempre lo he sido nunca dejaré de serlo. Soy tú único Salvador por ti y por los tuyos velo; aunque tú me seas infiel, Yo siempre fiel permanezco.

Me agrada cuando me hablas, cuando te tomas tu tiempo para confiarte a Mí y todo lo que llevas dentro.

¡Es tanto lo que te amo! que nunca podrás comprenderlo por eso me gozo en ti cuando me dices: te quiero.

No temas, nunca desmayes; Yo estoy contigo y te espero pues el cielo es de los valientes y sólo con valientes cuento.

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Sigue confiando, espera, sigue amándome y sirviéndome; son aquellos que me aman los que se llevan el premio.

Si sufres persecución por causa del Evangelio resiste todo temor con mi Amor que es perfecto.

Recuerda, nunca lo olvides; estoy contigo y te defiendo; te amo, te amaré siempre nunca dejaré de hacerlo.

Silencio de Meditación Canto: TUYO SOY Yo no soy nada y del polvo nací, pero tú me amas y moriste por mí; ante la cruz sólo puedo exclamar: tuyo soy, tuyo soy. Toma mis manos te pido, toma mis labios, te amo,

toma mi vida, oh Padre, tuyo soy, tuyo soy. Cuando de rodillas te miro, Jesús, veo tu grandeza y mi pequeñez. ¿Qué puedo dar yo? Sólo mi ser: tuyo soy, tuyo soy.

Oración de Alabanza Presidente: Señor Jesús, Todos: Tú eres la verdad eterna; yo creo que estás realmente presente aquí en la Hostia Consagrada, en este augusto sacramento de la Eucaristía, y está presente con tu cuerpo, con tu sangre, con tu alma y con tu divinidad. No has dejado de ser el “Dios-con-nosotros”, aunque ahora oculto a nuestra mirada bajo las especies del pan. Pero nuestra fe te contempla majestuoso, alegre, vivo y amoroso. Por eso te cantamos: DEN AL SEÑOR SUS ALABANZAS DENLE PODER, HONOR Y GLORIA. A UNA VOZ, CANTEN UN HIMNO AL SEÑOR. Permíteme hoy y siempre amarte, servirte y sentirte. Ábreme los sentidos para que yo crea verdaderamente que estás aquí y que no nos has abandonado, que continúas luchando a nuestro lado, que continúas anunciando en nosotros y a través de nosotros los valores del Reino que fundaste e inauguraste: el Reino de la Verdad y de la Vida, el Reino de la santidad y de la gracia, el Reino de la justicia, el amor y la paz. Por eso te cantamos: DEN AL SEÑOR SUS ALABANZAS DENLE PODER, HONOR Y GLORIA. A UNA VOZ, CANTEN UN HIMNO AL SEÑOR. 59

Hora Santa

Canto: EUCARISTÍA Pan transformado en el Cuerpo de Cristo, vino transformado en la Sangre del Señor.


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Silencio para la Alabanza Personal ACCIÓN DE GRACIAS Presidente: Alabemos ahora al Señor y rindámosle el corazón para darle gracias por los beneficios recibidos, por la fe, la esperanza y la caridad, por el esfuerzo diario, por nuestra voluntad de amarle y servirle durante todo el resto de nuestra vida: Presidente: A ti vengo, ¡oh Jesús mío!, Todos: a dar gracias por todos los favores que me has hecho y que quieres hacerme todavía, ahora en el tiempo y después en la eternidad. TE DEN GRACIAS TODOS LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE DEN GRACIAS. Presidente: Te doy gracias por la vocación a la que me has llamado, Todos: gracias, Señor, por el perdón, porque me has dado perseverancia, porque me iluminas con tu luz y me diriges con tu Gracia. Te doy gracias también por toda mi familia, por mis amistades y por todos mis conocidos, por mis vecinos y aún por las personas con las que no llego a entenderme. Gracias por los conocimientos que he recibido y por todas las oportunidades en que también los he compartido; gracias por la alegría de la vida y aún por sus dificultades, por la enfermedad y el dolor, por las incomprensiones y la soledad. TE DEN GRACIAS TODOS LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE DEN GRACIAS. Gracias, Señor, por el bienestar y por la escasez material; gracias porque me mantienes entusiasta; gracias por las pruebas porque me ayudan a crecer y a madurar en el camino de la fe; gracias por las lágrimas, por el amor, por el servicio, por la amistad y la fraternidad, aún por la tristeza y los padecimientos... Gracias, Señor, ¡Oh!, sí, de todo, y por todo, Dios mío, te doy gracias, y deseo que conmigo las den también todas tus criaturas y te reconozcan como el único Dios vivo y verdadero. ¡Gracias, Señor! TE DEN GRACIAS TODOS LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE DEN GRACIAS. Silencio para la Acción de Gracias personal 61

Hora Santa

Hora Santa

Oigo de nuevo tu invitación que dice: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo…Tomen y coman; esto es mi Cuerpo». Sí, Señor, tú continúas llenándonos de tu fuerza y de tu gracia para que no nos desanimemos ni nos escandalicemos, para que no dejemos lugar al abandono de la fe y al compromiso que ella nos exige. Yo creo, Señor Jesús, mi único Maestro y Guía, pero aumenta mi fe que es frágil y débil. Por eso te cantamos: DEN AL SEÑOR SUS ALABANZAS DENLE PODER, HONOR Y GLORIA. A UNA VOZ, CANTEN UN HIMNO AL SEÑOR. Yo te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias de pan. A Ti se somete mi corazón y mi voluntad por completo, y se rinden totalmente al contemplarte en la sencillez de la Hostia. Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto y el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que has dicho y que la Iglesia nos lo revela: nada es más verdadero que tus palabras llenas de vida y de verdad. Por eso te cantamos: DEN AL SEÑOR SUS ALABANZAS DENLE PODER, HONOR Y GLORIA. A UNA VOZ, CANTEN UN HIMNO AL SEÑOR. Cuando te contemplo en la Cruz sé que allí sólo se escondía la Divinidad, pero aquí, en este Santísimo Sacramento, se esconde también tu Humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido. No veo las llagas como las vio Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame. Por eso te cantamos: DEN AL SEÑOR SUS ALABANZAS DENLE PODER, HONOR Y GLORIA. A UNA VOZ, CANTEN UN HIMNO AL SEÑOR. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, bondadoso Pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén. DEN AL SEÑOR SUS ALABANZAS DENLE PODER, HONOR Y GLORIA. A UNA VOZ, CANTEN UN HIMNO AL SEÑOR.


TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR Presidente: Con la Palabra de Dios elevemos nuestra acción de gracias. Presidente: Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Todos: Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Hora Santa

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. 62

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Hora Santa

Recitación del Cántico de Daniel 3, 57-88. 56

Silencio de Adoración Canto antes del Evangelio: Aleluya. Evangelio (Jn 6,24-35) Lectura del santo Evangelio según san Juan Todos: Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste acá?” Jesús les contestó: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello”. Ellos le dijeron: “¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?” Respondió Jesús: “La obra de Dios consiste en que crean 63


en aquel a quien él ha enviado”. Entonces la gente le preguntó a Jesús: “¿Qué señal vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”. Jesús les respondió: “Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo”. Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed”. Palabra del Señor.

3) Por el Proyecto de Misión Parroquial a desarrollarse el próximo mes de agosto, para que el Espíritu Santo guíe y mueva muchos corazones para que nos abramos al amor salvador de Jesucristo que es Camino, Verdad y Vida. Oremos al Señor. R. Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos.

Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.

5) Para que todas las familias cristianas, fieles al sacramento del matrimonio, cultiven los valores del amor y de la comunidad, de modo que se conviertan en pequeñas comunidades evangelizadoras, abiertas y sensibles a las necesidades materiales y espirituales de los hermanos. Oremos al Señor. R. Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos.

Peticiones

Hora Santa

Presidente: Finalmente, pidamos al Señor que venga en auxilio de nuestras necesidades. A Dios Padre todopoderoso, en la presencia de su Hijo Sacramentado y por la fuerza del Espíritu Santo, oremos hermanos y pidámosle al Señor por nuestras necesidades, por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero: 1) Por nuestros pastores, por los catequistas y los animadores de comunidades, por todos los miembros del apostolado parroquial empeñados al servicio de la Palabra de Dios, para que sepan transmitir con valentía las verdades de la fe, en comunión con toda la Iglesia universal. Oremos al Señor. R. Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos. 2) Para que todas las comunidades cristianas en Venezuela, sientan la necesidad de participar con entusiasmo y viva fe en la Misión Continental con la oración, el sacrificio y la ayuda concreta. Oremos al Señor. R. Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos. 64

Cada uno, en este momento, pide al Señor por sus propias necesidades… Señor Jesús, te damos gracias por todos tus beneficios, porque nos llamas a la santidad y nos concedes tu gracia para alcanzarla; escucha nuestras súplicas y no permitas que nunca nos separemos de ti. Oh Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Canto Final: Cristo está conmigo Cristo está conmigo; junto a mí, va el Señor, me acompaña siempre, en mi vida, hasta el fin.

Ya no temo, Señor, a la noche, ya no temo, Señor, la oscuridad, porque brilla tu luz en las sombras, ya no hay noche, tú eres luz.

Ya no temo, Señor, la tristeza, ya no temo, Señor, la soledad, porque eres, Señor, mi alegría, tengo siempre tu amistad.

Ya no temo, Señor, los fracasos, ya no temo, Señor, la ingratitud, porque el triunfo, Señor, en la vida, tú lo tienes, tú lo das. 65

Hora Santa

Silencio de Meditación de la Palabra Escuchada

4) Por quienes, a causa de las guerras o de los regímenes totalitarios, se ven obligados a abandonar la propia casa y la propia patria, para que sean apoyados por los cristianos en la defensa y tutela de sus derechos. Oremos al Señor. R. Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos.


La bendición del óleo de los enfermos, del óleo de los catecumenos y la consagración del Crisma las hace el obispo normalmente el día de hoy, en una misa especial, que se celebra por la mañana. Pero si este día el clero y el pueblo no pueden reunirse fácilmente con el obispo, dicha bendición se puede celebrar antes, en un día cercano a la Pascua, utilizando siempre la misa especial. Esta misa, que el obispo concelebra con su presbíterio y en la que se bendicen los santos óleos, debe manifestar la comunión de los presbíteros con su obispo. Es conveniente, por tanto, que todos los presbíteros, en cuanto sea posible, tomen parte en ella y reciban la comunión bajo las dos especies. Con el objeto de expresar la unidad del presbiterio de la diócesis, debe procurarse que los sacerdotes que concelebran con su obispo, sean de las distintas regiones de la diócesis. En la homilia, el obispo debe exhortar a sus sacerdotes a guardar la fidelidad en su ministerio e invitarlos a renovar publicamente sus promesas sacerdotales. Ritos iniciales (ver pág. 6) Jueves

1. Antífona de entrada (Ap 1,6) A Jesucristo, que nos ama, que nos ha convertido en un reino de sacerdotes para el servicio de Dios, su Padre, a él, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén. 2. Se dice Gloria (Ir a la Pág. 6) 3. Oración colecta Dios nuestro, que por la unción del Espíritu Santo, constituiste a tu Hijo Mesías y Señor, concédenos a nosotros, que participamos de su consagración sacerdotal, dar testimonio en el mundo de su amor redentor. Por nuestro Señor Jesucristo. Liturgia de la palabra (ver pág. 7) 66

4. 1ª Lectura (Is 61, 1-3. 6. 8-9) Lectura del libro del profeta Isaías El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, y la libertad a los prisioneros; a pregonar el año de gracia del Señor, el día de la venganza de nuestro Dios. El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos, los afligidos de Sión, a cambiar su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría y su abatimiento, en cánticos. Ustedes serán llamados “sacerdotes del Señor”; “ministros de nuestro Dios” se les llamará. Esto dice el Señor: “Yo les daré su recompensa fielmente y haré con ellos un pacto perpetuo. Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos, entre los pueblos. Cuantos los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 5. Salmo responsorial (Sal 88) R. Proclamare sin cesar la misericordia del Señor. L “He encontrado a David, mi servidor, y con mi aceite santo lo he ungido. Lo sostendrá mi mano y le dará mi brazo fortaleza. /R. L Contará con mi amor y mi lealtad y su poder aumentará en mi nombre. Él me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’”. /R. 6. 2ª Lectura (Apo 1, 5-8) Lectura del Libro del Apocalipsis del apóstol san Juan Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa. “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era el que ha de venir; el todopoderoso”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 67

Jueves

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de Marzo- Jueves Santo Misa del Santo Crisma


8. Evangelio (Lc 4, 16-21) Lectura del santo Evangelio según san Lucas A. Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que ustedes acaban de oír”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor. Jueves

9. Renovación de las promesas sacerdotales Después de la homilía, el obispo se dirige a los presbíteros, con estas palabras u otras parecidas: El obispo: Amados hijos: al conmemorar hoy el día en que Cristo, nuestro Señor, comunicó su sacerdocio a los Apóstoles y a nosotros, ¿quiéren ustedes renovar las promesas que hicieron el día de su ordenación, ante su obispo y ante el pueblo santo de Dios? Los presbíteros responden todos al mismo tiempo: Sí, quiero. El obispo: ¿Quiéren ustedes unirse íntimamente a nuestro Señor Jesucristo, modelo de nuestro sacerdocio, renunciando a sí mismos y reafirmando los compromisos sagrados que, impulsados por amor a Cristo y para 68

servicio de su Iglesia, hicieron ustedes con alegría el día de su ordenacion sacerdotal? Los presbíteros: Sí, quiero. El obispo: ¿Quiéren ser fieles dispensadores de los misterios de Dios, por medio de la sagrada Eucaristía y de las demás acciones litúrgicas, y cumplir fielmente con el sagrado oficio de enseñar, a ejemplo de Cristo, Cabeza y Pastor, no movidos por el deseo de los bienes terrenos, sino impulsados solamente por el bien de los hermanos? Los presbiteros: Sí, quiero. Enseguida el obispo, dirigiéndose al pueblo, prosigue: Y ustedes, queridos hijos, oren por sus sacerdotes; que el Señor derrame abundantemente sobre ellos sus dones celestiales, para que sean fieles ministros de Cristo, Sumo Sacerdote, y los conduzcan a ustedes hacia él, que es la fuente única de salvación. El pueblo: Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos. El obispo: Oren también por mí, para que sea fiel al ministerio apostólico, encomendado a mis débiles fuerzas, y que sea entre ustedes una imagen viva y cada vez más perfecta de Cristo Sacerdote, buen Pastor, Maestro y servidor de todos. El pueblo: Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos. El obispo: El Señor nos conserve a todos nosotros en su amor y nos lleve a todos, pastores y ovejas, a la vida eterna. Todos: Amén. No se dice Credo ni Oración universal. 10. Oración sobre las ofrendas Te pedimos, Señor, que el poder de este sacrificio nos purifique de nuestros pecados y nos dé fortaleza para vivir como verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 69

Jueves

7. Aclamación antes del Evangelio (Is 61,1) R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. El Espiritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Jueves

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Ya que, por la unción del Espíritu Santo, constituiste a tu Hijo unigénito Pontífice de la alianza nueva y eterna, y has querido que su sacerdocio único se perpetuara en la Iglesia. Porque Cristo no sólo comunica la dignidad del sacerdocio real a todo el pueblo redimido, sino que, con especial predilección y mediante la imposición de las manos, elige a algunos de entre los hermanos, y los hace partícipes de su ministerio de salvación, a fin de que renueven, en su nombre, el sacrificio redentor, preparen para tus hijos el banquete pascual, fomenten la caridad en tu pueblo santo, lo alimenten con la Palabra, lo fortifiquen con los sacramentos y, consagrando su vida a ti y a la salvación de sus hermanos, se esfuercen por reproducir en sí la imagen de Cristo y te den un constante testimonio de fidelidad y de amor. Por eso, Señor, con todos los ángeles y santos, te alabamos, cantando llenos de alegría: Santo, Santo, Santo... 10. Liturgia Eucarística (Ir a la Pág. 9) 11. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 12. Antífona de comunión (Sal 88, 2) Cantaré tus misericordias, Señor, eternamente y proclamaré tu fidelidad, de generación en generación. 13. Oración después de la comunión Concédenos, Dios todopoderoso, que renovados por tus sacramentos, podamos irradiar en el mundo el amor de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. 70

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de Marzo- Jueves Santo de la Cena del Señor - Solemnidad

Culminación de Cuaresma, comienzo de las fiestas pascuales Desde tiempos muy antiguos, en la mañana del Jueves Santo culminaba la Cuaresma con el lavatorio de los pies y la reconciliación de los penitentes, que habían hecho su recorrido de conversión durante este tiempo de gracia. En el siglo VII, a la reconciliación se añadió la celebración de una eucaristía en la que se consagran los óleos, que se utilizarán en los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia Pascual. Esta eucaristía se ha recuperado con la reforma propuesta por el Vaticano II. Ahora con la eucaristía “en la Cena del Señor”, celebrada por la tarde, se inicia “el Triduo Pascual de la Pasión y Resurrección del Señor, que culmina en la Vigilia de la Pascua y el Domingo de resurrección”. De este modo, hoy estamos celebrando la culminación de la Cuaresma, y el comienzo de las celebraciones pascuales. Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los discípulos Con estas palabras inicia Lucas el relato de la cena. Y añade: “Cuánto he deseado comer con ustedes esta Pascua antes de mi pasión”. Ha llegado el momento: “la hora de pasar de este mundo al Padre”. El último acto comunitario de Jesús con los discípulos es la celebración de la Cena pascual. En la cronología de Marcos, Mateo y Lucas, la cena tiene lugar el día en que se sacrificaban los corderos para la Pascua. Estamos ya metidos en la dinámica pascual. Jesús, celebra con los discípulos la Pascua como ciudadano del pueblo de Dios. Y da comienzo, con su presencia bajo los signos del “pan y de vino”, la Pascua cristiana. En adelante, la Pascua de la que sus discípulos “harán memoria”, es la de su “paso” del mundo al Padre por su muerte y resurrección. El pan y el vino, dos signos pascuales Jesús instituye la eucaristía en el contexto de la cena pascual judía. Pero algo nuevo acontece en esta celebración. En el ritual judío, el 71

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11. PREFACIO: El sacerdocio de Cristo. V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.


TRIDUO PASCUAL MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día se prohiben todas las misas sin asistencia del pueblo. En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y ministros. Los sacerdotes que hayan celebrado ya en la misa del Santo Crisma o por alguna razón pastoral, pueden concelebrar en la misa vespertina. Donde lo pida el bien de la comunidad, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre otra misa en la tarde en templos u oratorios públicos o semipúblicos; y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la misa de la tarde.Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan en provecho de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia a la misa vespertina principal. La sagrada comunión se puede distribuir a los fieles sólo dentro de la misa; pero a los enfermos se les puede llevar a cualquier hora del día. Los fieles que hayan comulgado en la mañana en la misa del Santo Crisma, pueden comulgar de nuevo en la misa de la tarde.

1. El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana. Ritos iniciales (ver pág. 6) 2. Antífona de entrada (Cfr Gál 6,14) Que nuestro único orgullo sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por él hemos sido salvados y redimidos. 3. Se dice Gloria (Ir a la Pág. 6). Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que la Conferencia Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa. 4. Oración colecta Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

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jefe de familia en un momento dado pasa el pan sin levadura a los comensales. Jesús, constituido en jefe de familia de la comunidad apostólica, pasa también el pan a los discípulos, y añade unas palabras: “Éste es mi cuerpo que se entrega por ustedes”. Con este signo, Jesús está haciendo realidad lo que dice en el evangelio de Juan: “Nadie ama tanto como aquel que entrega la vida”. En la cena existe otro rito: el de las copas con vino. Según Lucas, al pasarles la última copa dice: “Ésta es la copa de la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”. Esta sangre que se derrama es la “vida que se da por ustedes”. Para el judío, cuerpo y sangre representan la totalidad de la persona. Un gesto, y tres mandatos Juan no menciona el gesto del pan y de la copa. En su lugar coloca el de lavar los pies a los discípulos. En la catequesis que Jesús hace de este signo comunica a los discípulos el mismo mensaje: “Yo soy el Señor, y les he lavado los pies”. Jesús muestra su “señorío” en el servicio; un servicio hasta entregar la vida. La imagen de señor dominador de sus esclavos ha terminado. Primer mandato: “Lávense los pies unos a otros”. Para hacer realidad este gesto es necesario amar como él amó. Por eso les deja otro mandato: “Ámense como yo los he amado”. Para hacer realidad el “amor hasta la muerte”, y el servicio hasta “jugarse la vida”, da un tercer mandato: “Hagan esto en memoria mía”. Hay que “hacer memoria” de su muerte y de su victoria pascual “hasta que vuelva”. Sin este amor, las eucaristías no serán verdadero “memorial del Señor”; y será imposible al discípulo de Jesús un servicio a los hermanos “hasta entregar la vida”, sin eucaristía.


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5. 1ª Lectura (Ex 12,1-8.11-14) Lectura del libro del Éxodo En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor. Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 6. Salmo responsorial (Sal 115) R Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava. L ¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor /R. L A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava /R L Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo /R 74

7. 2ª Lectura (1Co 11,23-26) Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”. Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de esta cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 8. Aclamación antes del Evangelio (Jn 13,34) R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 9. Evangelio (Jn 13,1-15) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las 75

Jueves

Liturgia de la Palabra


manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’. Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 10. En la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta misa, es decir la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de Ios pies.

16. PREFACIO: De la Santísima Eucaristía V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo. En efecto, cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...

LAVATORIO DE LOS PIES

12. Mientras tanto, se canta algún canto apropiado. No se dice Credo. Liturgia Eucarística (Ir a la Pág. 9)

17. Si se usan las plegarias eucarísticas II o III (Ir a la Pág. 16 ó 20) 18. Si se usa el Canon romano (Ir a la Pág. 10) Jueves

Jueves

11. Los varones designados para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible. El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca.

19. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22) 20. Antífona de comunión (1 Cor 11, 24. 25) Este es mi Cuerpo, que se da por vosotros. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo bebiereis, hacedlo en memoria mía, dice el Señor.

14. Al comienzo de la Liturgia Eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles, en la que se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el Ubi cáritas est vera (A Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u otro cántico apropiado.

21. Después de distribuir la comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la comunión del día siguiente, y se termina la misa con esta oración.

15. Oración sobre las ofrendas Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

22. Oración después de la comunión Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Visita a los Siete Templos

23. Dicha la oración después de la Comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño.

PRESENTACIÓN: Todos los años, los cristianos que celebran comprometidamente la Semana Santa, se encuentran con innumerables tradiciones y actos piadosos propuestos para realizar durante este período litúrgico. Uno de estos actos llamados de “piedad popular”, quizás poco conocido, es la: “Visita de las siete Iglesias” que se realiza durante el Jueves Santo de la semana mayor. Durante este día, la tradición cristiana plantea realizar este acto de piedad, no como una visitar turística hacia estos siete lugares, sino como una propuesta que permita ayudar a vivir en profundidad la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo. Antes de comenzar este acto religioso, es importante conocer un poco la génesis de esta tradición popular, esto nos ayudará a comprenderla, vivirla y amarla, es por eso que quisiéramos plantear algunas preguntas que nos podrán ayudarán: ¿Cuándo se inicio esta tradición? ¿Quién la inicio? ¿Cuáles fueron las motivaciones? ¿Cómo se realiza? Proponemos una sencilla guía que nos ayude a realizar con mayor devoción este acto piadoso.

24. Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al Santísimo Sacramento con ciriales e incienso. El lugar de depósito debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la procesión, se canta el canto eucarístico.

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25. Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final del himno Tantum ergo. Enseguida se cierra el tabernáculo o la urna del depósito. 26. Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía. 27. Enseguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo. 28. Quienes asistieron a la misa vespertina no están obligados a rezar Vísperas. 29. Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.

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ACERCAMIENTO HISTÓRICO: Se conoce que el acto de “visitar a las siete Iglesias” tiene su origen en mayo de 1551, en la persona de Felipe Neri, un joven de 19 años, recién ordenado sacerdote que propone a un grupo de amigos hacer una caminata hacia ciertos lugares reconocidos y venerados por muchos cristianos. Felipe Neri, lo plantea como una especie de visita a un amigo, solamente que en vez de amigos, se visitan aquellas iglesias que estaban muy arraigadas en la memoria del pueblo cristiano. De esta manera nace espontáneamente lo que después será reconocido con el título de la: “Visita a las siete Iglesias”. Este acto de piedad popular, poco a poco fue creciendo en número y calidad, fue justamente bajo el pontificado de Pío IV (1560-1565) que se llegó alrededor de unos seis mil peregrinos, esto para la época era un número considerable. De esta manera en el año 1552 la peregrinación se convierte en algo estable y bien organizada y para mejorar la participación, Felipe Neri establece un día al año en el que se realizará este acto y propone como único día el llamado: “Giovedì Grasso”. Este día, en Italia, se proclamaba el inicio del carnaval, un período de excesos y desenfrenos que precedían al miércoles de cenizas. Felipe 79

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TRASLACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO


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¿POR QUÉ SIETE? El número siete en la tradición judeo-cristiana y en la Biblia es un número profundamente simbólico e importante, este número tiene un profundo significado, posee algo muy particular, un sentido místicosagrado, un significado simbólico, alegórico, se entiende como algo misterioso, arcano, sobrenatural y hasta incomprensible para la mente humana. He aquí algunos aspectos con los cuales está conectado el número siete: •Siete son: las esferas del sistema solar, los sellos y secretos del Apocalipsis de San Juan Evangelista, los vicios capitales, los reyes de Roma, las estrellas de la Osa Mayor y Menor, los Sacramentos… •Siete son: las notas musicales, los enanos de Blancanieves, los colores del arco iris, las puertas de Jerusalén, los brazos del candelabro colocado delante del Arca de la Alianza… •Siete son: las columnas intangibles sobre las cuales ha construido la Sabiduría su casa (Pv 9,1-6), los años que la profetiza Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, vivió con el marido y del cual quedó viuda, los hermanos macabeos… •Siete son: los compañeros del hombre que lo acompañan desde el nacimiento hasta la muerte, los hijos de Jesé el padre del rey David, los dones del Espíritu Santo, los llamados “Salmos graduales” que se cantaban mientras se subían las escaleras del templo de Salomón… •Siete son: los llamados “Salmos penitenciales”, las cabezas del dragón rojo con siete diademas sobre cada una del Apocalipsis de san Juan Evangelista… ¿CÓMO REALIZAR LA VISITA A LAS SIETE IGLESIAS? Hemos dicho anteriormente que la visita a las siete iglesias, es un acto de piedad y como tal ha de ser vivido y realizado, sin embargo queremos dar algunas recomendaciones importantes que pueden ser provechosas en la realización de este acto: •La visita se puede realizar en familia o si las circunstancias lo ameritan se puede realizar de manera individual. 81

Visita a los 7 Templos

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Neri, preocupado por la situación, quiera contrarrestar esta tradición pagana y contrapone la tradición de la “visita de las siete Iglesias” acompañada por la meditación de la Pasión de Cristo justamente este mismo día. La idea de Felipe Neri fue hacer de la “visita a las siete Iglesias” una práctica colectiva, un momento de reencuentro espiritual y de renovación interior de los cristianos, justamente cuando el carnaval parecía sacar a los cristianos de la vida piadosa. Durante esta peregrinación Felipe Neri y sus compañeros visitan las siete iglesias más importantes de Roma: San Pedro, San Pablo extra muros, San Sebastián, San Juan de Letrán, Santa Cruz en Jerusalén, San Lorenzo y Santa María Mayor. La visita a las siete iglesias tradicionalmente se hace el “Jueves Santo”, justamente después de la solemne celebración de este día, terminada la celebración se expone el Santísimo en el monumento y los cristianos permanecen en oración. La exposición del Santísimo se queda durante toda la noche, es por ello que los cristianos realizan la visita al Santísima Sacramento precisamente durante la noche cuando pocas personas están presentes. En algunos lugares la visita se prolonga hasta la mañana del Viernes Santo con la finalidad de obtener indulgencia plenaria, es decir, una rebaja o cancelación total de la pena que dejaba el pecado cometido en la vida del cristiano, para obtener esto era necesario visitar siete iglesias donde se tenga el Santísimo Sacramento expuesto, no era solamente la visita en cuanto tal, sino también el rezo de: 7 padrenuestros, 6 avemarías y 6 glorias. Más allá de esto, la visita a las siete iglesias es un acto de piedad que significa “caminar” haciendo una especie de Vía Crucis para poder llegar a las 7 Iglesias. De allí que la tradición afirma que la noche del Jueves Santo y el Viernes Santo en el día, los fieles visitarán siete templos en los cuales esté expuesto el Santísimo Sacramento para orar y darle culto como símbolo de peregrinación y sacrificio recordando la Pasión de Cristo. Algunos historiadores cristianos plantean, que en realidad Felipe Neri no estaba proponiendo algo nuevo, sino que más bien retomaba y daba auge a una tradición aún más antigua, que se remonta a la época medieval, era la tradición de hacer peregrinación a las tumbas de san Pedro y san Pablo que a su vez eran etapas obligatorias pautadas por Bonifacio VIII (1294-1303) en ocasión con el primer jubileo instituido en el año 1300, allí se establecía el itinerario que debían recorrer los peregrinos una vez que llegaban a Roma.


ANTES DE COMENZAR G. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. A. Amén. Visita a los 7 Templos

ACTO DE CONTRICIÓN: G. Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser tú quien eres, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón el haberte ofendido, propongo, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, te ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados, así como te lo suplico, y confío en que por los infinitos méritos de tu preciosísima Sangre, Pasión y Muerte; que me los perdonarás y me darás gracias para nunca más volver a pecar. A. Amén. PRIMERA VISITA JESÚS EN EL MONTE DE LOS OLIVOS. G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. 82

I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Lucas (22,39-46) 2 39 Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. 40 Llegado al lugar les dijo: “Pidan que no caigan en tentación”. 41 Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba 42 diciendo: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. 43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. 44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. 45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza; 46 y les dijo: “¿Cómo es que están dormidos? Levántense y oren para que no caigan en tentación”. II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA. Lector 2º: Comienza la Pasión de Jesús, él con algunos de sus discípulos se retira a un lugar solitario, el llamado: “Monte de los Olivos” o “Getsemaní”, este aún hoy, es un lugar tranquilo, apartado, en el cual las plantas de Olivos son las protagonistas silenciosas de la oración de Jesús. El texto está tomado del evangelio de san Lucas, en el cual se nos presentan dos modelos de oración: La de Jesús, que se dirige al Padre, de rodillas, en esta oración expresa una vez más su adhesión a la voluntad del Padre, manifiesta una vez más su obediencia a él. Es un momento de agonía, dolor, sufrimiento y tensión espiritual. Sin embargo, no está solo, un “enviado” de Dios; esto es lo que significa la palabra griega: “ángel”, le da ánimo y lo conforta en la oración. El dolor y la angustia no hacen que la oración disminuya, sino que al contrario aumenta su intensidad, es tan profunda que el fenómeno físico de sudar “sangre” se convierte en prueba exterior de la batalla interior que experimenta Jesús. Los científicos afirman la posibilidad que una persona, ante una fuerte tensión, pueda experimentar este tipo de sudor de sangre. El otro modelo es: El de los discípulos de Jesús, que en vez de orar se encuentran dormidos, el evangelista Lucas dice que estaban: “dormidos por la tristeza”, quizás dormidos más que por la tristeza por el 83

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•Si participan niños o personas mayores es mejor realizarlo durante la mañana del Viernes Santo. •Se debe realizar con espíritu de oración. •Se puede hacer participar a los más jóvenes con las lecturas o las meditaciones que se encuentran más adelante. •Se puede acompañar con cantos apropiados. •En los lugares donde las temperaturas son más altas se recomienda llevar vestidos y calzados cómodos y abundante agua para el camino. •Se pueden visitar las iglesias más importantes o aquellas que se encuentren más cerca de nuestra residencia. •La idea es ir caminando a visitar las siete iglesias, pero en aquellos lugares donde se haga materialmente imposible, se puede realizar en automóvil.


III. PARTE: ORANDO CON LA PALABRA. Lector 3º: ORACIÓN DORMIDA.

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Señor Jesús, concédenos no desmayar en el momento de la oración, que no nos quedemos dormidos, vencidos por nuestros problemas, que el sueño no nos venza, sino que permanezcamos de rodillas acompañándote en tu oración. Enséñanos, oh Señor, cómo orar sin cansarnos, para que podamos esperarte despierto y con nuestras lámparas encendidas. Amén. PARA SEGUIR EL RECORRIDO: 7 Padrenuestro, 6 Ave María, 6 Gloria, 1 Credo… SEGUNDA VISITA JESÚS ES ATADO Y LLEVADO A LA CASA DE ANÁS. G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

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I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Juan (18,19-22) El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: “He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho”. Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: “¿Así contestas al Sumo Sacerdote?”. II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA. Lector 2º: Finalizado el arresto de Jesús en el Monte de los Olivo, es trasladado ante las autoridades religiosas de la época, para ser juzgado. Es llevado ante el Sumo Sacerdote Anás. El Sumo Sacerdote, era la máxima autoridad religiosa, era el responsable de la vida religiosa y su representante más auténtico. Juan, el evangelista, nos proporciona datos sobre este Sumo Sacerdote; nos dice que se llamaba: Anás. Anás comienza su interrogatorio y la temática abordada es sobre: los discípulos y la doctrina que él predicaba. Jesús responde de manera clara y precisa sin dar muchos rodeos, sin embargo, pone como testigos de su predicación a las mismas personas que lo han escuchador, ellos son quienes pueden responder mejor las preguntas del Sumo Sacerdote; sería ingenuo pensar que ellos no estaban enterados de la predicación de Jesús puesto que los lugares en los cuales Jesús predicaba (la sinagoga y el templo) son el ambiente típico de las autoridades religiosas, así que la pregunta de Anás es una trampa. A pesar de ello la expresividad demostrada por Jesús al responder, le trae problemas; el soldado le da una bofetada y es que cuando se habla con la Verdad por delante, muchas veces lo que se recibe a cambio son bofetadas y malos tratos, pero, eso no amilana a Jesús, al contrario, le da más fuerzas para continuar adelante porque este el camino correcto. Jesús nos da ejemplo de cómo defender la verdad. ¿Defendemos la verdad o nos plegamos a la mentira? 85

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cansancio; sin embargo, Jesús los despierta y les llama la atención, los invita a orar para que la tentación no haga presa de ellos. Estos dos modelos se nos ponen delante: La oración insistente, que no desmaya... y la oración que nos duerme y no nos deja velar para que la tentación no nos agarre desprevenido. La pregunta que nos surge interiormente es: ¿Cómo es nuestra oración: insistente o dormida?


Lector 3º: Defensores de la Verdad y la Justicia. Señor Jesús, defensor de la Verdad y la Justicia, tú has sabido dar respuestas claras a tu predicación, has defendido hasta las últimas consecuencias la palabra del Evangelio, concédenos fuerzas, corajes y valentía para poder ser así también nosotros defensores de la Verdad y la Justicia, haz que nuestra vida se convierta en lugar donde la Verdad y la Justicia del Evangelio sean el norte de nuestras vidas, a pesar de las bofetadas que podamos recibir. Amén. PARA SEGUIR EL RECORRIDO: 7 Padrenuestro, 6 Ave María, 6 Gloria, 1 Credo… Visita a los 7 Templos

TERCERA VISITA JESÚS ES LLEVADO ANTE CAIFÁS. G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Mateo (26,63-65) Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: “Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo”. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: “Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia”. 86

II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA. Lector 2º: El interrogatorio de Anás no bastó para la condena, porque los argumentos no fueron contundentes, así que es llevado ante otra autoridad religiosa: Caifás. Este Sumo Sacerdote ejerció su trabajo entre los años 18 al 36 después de Cristo, era el jefe del Sanedrín y además suegro de Anás. Anás y Caifás estaban emparentados por la sangre. El interrogatorio de Caifás es más preciso y contundente, la pregunta sobre si es o no es el “Mesías” no tiene escapatoria, sin embargo, la respuesta de Jesús deja perplejos a los oyentes porque afirma, que ha sido justamente Caifás quien lo ha proclamado como Mesías. Este término: “Mesías” (que significa “el ungido”) es acuñado en diversos momentos en los textos bíblicos y hace referencia a ese personaje que traería paz y salvación a todo el pueblo, liberándolos de la opresión. La gente, e inclusive los discípulos, esperaba un “Mesías político”, que los liberase del yugo del imperio romano, cuando en realidad el mesianismo propuesto por Jesús es de otra índole. Ante la respuesta de Jesús, el Sumo Sacerdote “rasga” sus vestiduras; este es un gesto exterior de indignación ante algo que es inconcebible, la reacción del Sumo Sacerdote no se hace esperar y grita desaforado: ¡Ha blasfemado! Pero: ¿Qué es una blasfemia? No es más que la unión de dos términos griegos: “blapto” que significa “injuria” y “feme” que significa “dicción”, entonces, la blasfemia significa: injuriar, calumniar, difamar o hablar mal de alguien. Según Caifás, Jesús ha “hablado mal” de Dios porque se ha proclamado como su Hijo. Proclamarse: “Hijo de Dios” lleva en sí una condena a muerte porque religiosamente, esto no se puede concebido, Dios no puede tener un Hijo, -pensaba Caifás-. Este es el motivo religioso por el cual es condenado Jesús: Haberse proclamado: “Hijo de Dios y Mesías”. Esta verdad proclamada por Jesús motiva su condena, ya no hay escapatoria, será condenado sin remedios. III. PARTE: ORANDO CON LA PALABRA. Lector 3º:

Ungidos por Dios. Señor Jesús, que fuiste ungido por el Padre para que fueses nuestro Salvador y Mesías, que asumiste las consecuencias del ser: 87

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III. PARTE: ORANDO CON LA PALABRA.


PARA SEGUIR EL RECORRIDO: 7 Padrenuestro, 6 Ave María, 6 Gloria, 1 Credo… CUARTA VISITA. JESÚS ES LLEVADO ANTE PONCIO PILATO. G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

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I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Juan (18,35-37)Pilato respondió: “¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?” Respondió Jesús: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí”. Entonces Pilato le dijo: “¿Luego tú eres Rey?” Respondió Jesús: “Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA. Lector 2º: El juicio religioso de Anás y Caifás ha concluido con una condena de Jesús por blasfemo. Una vez cerrado este juicio religioso, Jesús es llevado ante las autoridades políticas de la época. Es importante recordar que el pueblo se encuentra sometido por el imperio romano y su máximo representante en la zona es: Poncio Pilato. Ante él es llevado Jesús para ser juzgado ya que las autoridades religiosas no tenían esa potestad. 88

Nuevamente es interrogado, en este caso el tema del interrogatorio es la realeza de Jesús, es decir, su reinado. Pilato le hace comprender que él no es responsable de su condena sino que son sus propios paisanos quienes lo entregaron. La argumentación presentada por Jesús ante Pilato está centrada en el reino: se insiste sobre el origen del reino; no es reino político, como muchos pensaban sobre todo aquellos que lo condenaban e inclusive hasta los propios discípulos, sino más bien un reino religioso, sin embargo, quienes lo condenan no entienden esta pequeña diferencia. Pilato le interroga más en profundidad y toca justamente el punto neurálgico: ¿Eres rey? Jesús lo afirma con contundencia, pero agrega más: “he venido al mundo para dar testimonio de la verdad”. La condena política está ya establecida porque nadie se puede proclamar rey, ya que no hay más rey que el César. Aquel que se proclamaba rey era condenado a muerte. Jesús se proclama “Rey” y “Testigo de la Verdad”, esto le acarrea una condena a muerte. Jesús no se retrae ante lo que afirma, sino que dice más: “…el que es de la verdad, escucha mi voz…”. Si escuchamos la voz de Dios entonces somos testigos de la Verdad. Sólo la verdad nos hará libres. ¿Somos personas defensores de la Verdad? III. PARTE: ORANDO CON LA PALABRA. Lector 3º: Defensores de la Verdad. Jesús, rey del universo, tú te proclamaste como la Verdad y con tu ejemplo y vida la defendiste, te proclamaste como Rey pero tu realeza es distinta, eres Rey de reyes, Señor de Señores, danos el valor para poder ser defensores de la Verdad, poder escucharte a ti que eres la verdad. Concédenos escucharte en tu Palabra y danos el don de poder ser en nuestra vida: Testigos y Defensores de la Verdad. Amén.

Visita a los 7 Templos

Hijo de Dios, anima nuestros corazones para que, como tú, podamos ser portadores de tu Palabra que es Vida y es Verdad. Que tu ejemplo sea para nosotros motivo en la lucha constante por la Verdad, que seamos también nosotros tus “enviados” y proclamemos con nuestra vida y ejemplo que tú eres el verdadero Mesías y el Hijo de Dios vivo. Amén.

PARA SEGUIR EL RECORRIDO: 7 Padrenuestro, 6 Ave María, 6 Gloria, 1 Credo… 89


G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Lucas (23,8-9.11) Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Entonces Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.

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II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA. Lector 2º: El “ruleteo”; como popularmente se conoce a quienes le dan vueltas de un lugar a otro sin respuestas, que sufre Jesús es inaudito. Ahora es llevado ante “otra” autoridad civil, en este caso, es Herodes Antipas ya que siendo Jesús de Galilea, esta región se encontraba en la jurisdicción que pertenecía a Herodes junto con la zona Perea. Herodes es un personaje extraño, extravagante, exiguo, ambiguo… era hijo de Herodes el Grande; aquel que mandó a matar a los inocentes de Belén. Herodes Antipas es el mismo personaje que manda decapitar a Juan el Bautista por las críticas que éste le proporcionaba por vivir en concubinato con la esposa de su hermano. En realidad, Herodes no era una “autoridad” en la zona, sino más bien una marioneta que buscaba obtener los favores del imperio romano, era un adulador de oficio del emperador Tiberio. Era un personaje cruel, superficial, curioso y cuando se lo proponía sumamente perverso. Jesús es llevado ante este personaje, Herodes se “alegra” porque sin duda conocía los prodigios y milagros que había realizado en Galilea, las noticias corren rápido y seguramente tenía muy buenos informantes. En el fondo Herodes quería satisfacer su curiosidad y esperaba algún milagro por parte de Jesús; sin embargo, ante tanto oropel Jesús calla, este es el silencio de los inteligentes que saben que si hablan no obtendrán nada; además el silencio de Jesús era justificado porque sabía que Herodes no tenía ningún tipo de jurisdicción legal en su condena o absolución ya que Herodes estaba en Jerusalén de visita y no tenía derechos legales fuera de su jurisdicción. 90

Ante el silencio de Jesús, Herodes utiliza otra estrategia: la humillación y el desprecio; el silencio se paga precisamente con ello. Herodes se burla de Jesús, le coloca un vestido “espléndido”; según parece era blanco el color de la realeza y lo devuelve nuevamente a la verdadera autoridad: Pilato. Nuevamente se reanuda el ruleteo de Jesús por los poderes públicos. El silencio es un valor: ¿Callamos antes las injusticias que cada día experimentamos en la vida o por el contrario? III. PARTE: ORANDO CON LA PALABRA. Lector 3º:

El silencio que grita. Jesús, el galileo, Hombre del silencio y de la palabra, tu silencio nos enseña que no vale la pena perder el tiempo en cosas superfluas y sin importancia, nos enseñas que es importante hablar para edificar y construir, tu silencio grita a toda voz que la verdad siempre triunfa. Amén.

PARA SEGUIR EL RECORRIDO: 7 Padrenuestro, 6 Ave María, 6 Gloria, 1 Credo… SEXTA VISITA JESÚS ES REGRESADO ANTE PILATO. G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Mateo (27,22-26) Pilato continuó: “¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?”. Todos respondieron: “¡Que sea crucificado!”. Él insistió: “¿Qué mal ha hecho?”. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: “¡Que sea crucificado!”. Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, 91

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QUINTA VISITA JESÚS ES LLEVADO ANTE HERODES.


diciendo: “Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes”. Y todo el pueblo respondió: “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado. II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA.

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Lector 2º: Una vez más Jesús se encuentra delante de Pilato; la verdadera autoridad civil del momento, y se reanuda el interrogatorio. Pilato reconoce, por el interrogatorio, que Jesús es inocente e inclusive intenta dejarlo en libertad, pero la insistencia de sus adversarios no se lo permite, la multitud enardecida no razona sino que pide la muerte de Jesús. Ante este triste panorama, Pilato no le queda más remedio que así que presentarlo al pueblo como: “rey”, entonces se establece este diálogo cruel y perverso entre Pilato y el pueblo. Este, frenético no entiende lo que está sucediendo, no piensa, sino que responde a la rabia y al rencor. Pilato intercede porque sabe que Jesús no ha hecho ningún mal, sin embargo, los griteríos lo doblegan, el abucheo pudo más que la razón, el miedo pudo más que la justicia. Ante esta situación Pilato inteligentemente desvía el problema, escurre el bulto, como se dice popularmente, y hace el famoso gesto de lavarse las manos; este es un gesto bajo con el cual se libra de toda responsabilidad. La fortaleza de Pilato que había mostrado al comienzo del juicio, se derrumba con este gesto porque tenía la posibilidad de dejar a Jesús en libertad, sin embargo la presión política hace que condene a un inocente y por eso pasó a la historia, pasar a la historia como alguien que condena a un inocente no debe ser muy agradable, sin embargo hoy también muchas personas lo hacen. Pilato se declara “inocente” de la sangre de Jesús y el pueblo “asume” la responsabilidad. Luego viene el careo: Pueblo, Jesús y Barrabás. Este Barrabás era un asesino, uno que había sido descubierto infragantis en su acto de maldad y fue condenado por esos delitos, entonces el dilema es: ¿A quién ponemos en libertad: al culpable o al inocente? Pilato obedeciendo ciegamente a la multitud que lo presionaba, suelta al culpable y condena al inocente. La maldad se impuso ante la verdad, la condena del inocente satisface a la multitud. 92

III. PARTE: ORANDO CON LA PALABRA. Lector 3º:

Oración del inocente Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia; confiando en el Señor, no me he desviado. Escrútame, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón, porque tengo ante los ojos tu bondad, y camino en tu verdad. No me siento con gente falsa, no me junto con mentirosos; detesto las bandas de malhechores, no tomo asiento con los impíos. Lavo en la inocencia mis manos, y rodeo tu altar, Señor, proclamando tu alabanza, enumerando tus maravillas. Señor, yo amo la belleza de tu casa, el lugar donde reside tu gloria. No arrebates mi alma con los pecadores, ni mi vida con los sanguinarios, que en su izquierda llevan infamias, y su derecha está llena de sobornos. Yo, en cambio, camino en la integridad; sálvame, ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor.

PARA SEGUIR EL RECORRIDO: 7 Padrenuestro, 6 Ave María, 6 Gloria, 1 Credo… 7ª VISITA: JESÚS MUERE EN EL CALVARIO. G. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. A. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. 93


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II. PARTE: ENTENDIENDO LA PALABRA. Lector 2º: Los condenados a muerte sufren grandes humillaciones por parte de quienes los condenan y hasta por los subalternos que en este caso son los soldados; la gente de menor rango que aprovecha la oportunidad para sacar a flote sus propias frustraciones. Jesús no es la excepción, una de las primeras humillaciones fue la desnudez; esto para un judío era la mayor humillación, una persona desnuda no puede defenderse, se siente inferior con relación a la persona que está vestida, la desnudez es humillante y hace sentir menos. Esta primera humillación es acompañada por la imposición de un manto rojo; éste es el símbolo externo de los reyes, sin embargo a Jesús se lo colocan como una manera de humillarlo. El otro elemento de la “realeza” es la corona, un rey sin corona no es rey, pero la de Jesús es una corona de espinas. Hay en el Medio Oriente un tipo de espinas largas y duras llamadas justamente: “Espina Christi”, son espinas que se entierran con facilidad en la carne y causan un fortísimo dolor. Finalmente en la mano derecha le colocan un “caña”, una especie de bastón. Este era también un símbolo real que concede autoridad a quien lo porta, sin embargo en sentido de burla es colocado en la mano derecha de Jesús y para finalizar los mismos soldados se inclinan delante de él y se burla. Pero como si esto no bastara aun, le propinan otro tipo de humillaciones: lo escupen, un gesto asqueroso y despreciable, además le golpean la cabeza con la caña y se burlan. Jesús calla y sufre pacientemente todas estas humillaciones. Luego de burlarse hasta el cansancio le colocan sus vestidos y lo llevan a crucificar. Jesús padeció todo esto por amor a cada uno de nosotros. ¿Siento en mi vida personal que Cristo me ama y que murió por mí? 94

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de Abril - Viernes Santo de la Pasión del Señor

Este es el misterio de Cristo, muerto y sepultado Abrimos la celebración litúrgica de la “Pasión del Señor” con estas palabras: Señor, “Jesucristo tu Hijo, instituyó por medio de su sangre el misterio pascual”. Hoy se nos revela, que este misterio consiste en que “amó hasta entregar la vida”; y la sangre del Crucificado lo proclama con fuerza desde el alto de la colina del Calvario. De este modo, el misterio queda desvelado. Jesús, al ser elevado a lo alto de la cruz, estaba entrando en la gloria del Padre. “Así tiene que ser elevado el Hijo del hombre”, nos recuerda san Juan. A Jesús se le llamó “Cordero de Dios”, cuyo referente es el cordero pascual, en este día, en que los corderos pascuales eran sacrificados en el templo. Cargó con nuestros dolores, intercedió por los pecadores En este Viernes Santo, leemos el cuarto canto del “Siervo de Yavé, llamado por muchos: “Pasión según Isaías”. La solidaridad del Siervo de Yavé con la humanidad es impresionante. Se abajó hasta la humillación más profunda; hasta perder “el aspecto de hombre”. Estamos ante el alegato más duro contra los torturadores del inocente; lo arrancaron de la tierra de los vivos; lleva en sus propias carnes las cicatrices de la violencia. Pero aún en el momento de la máxima humillación, Dios está con su siervo. Sus sufrimientos no fueron en vano: “Mi siervo rehabilitará a muchos al cargar con sus crímenes”, que llevó sobre el madero. Si hoy tenemos que estar tristes, es porque los seres humanos hemos eliminado de forma violenta, a aquel que en un gesto solidario amó hasta dar la vida. Aprendió a obedecer padeciendo El autor de la exhortación a los Hebreos, nos presenta a Jesús bajo el símbolo del sumo sacerdote de la ley antigua. La primera revelación que nos hace es, que él nos puede comprender “porque pasó por las mismas pruebas que nosotros”. Nos merece toda la confianza, porque ya en su vida terrena, “ofreció oraciones con 95

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I. PARTE: LEYENDO LA PALABRA. Lector 1º: Lectura del santo Evangelio según san Mateo (27,27-31) Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo. Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: “Salud, rey de los judíos”. Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.


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Gloriosa Pasión de nuestro Señor Jesucristo En el relato de Juan, la pasión de Jesús no es una derrota, es un camino para la glorificación definitiva. Los signos de humillación y los signos de gloria se manifiestan a la vez. Puede llevar muy bien por título: “Gloriosa Pasión de nuestro Señor Jesucristo”. Escribiendo las dos palabras, “Pasión” y “Gloria”, igualmente con mayúscula. En el huerto, antes de la humillación del prendimiento, aparece el “Señor”, que con una palabra tira por tierra a los agentes del poder; ante Pilato, Jesús maniatado, proclama con toda firmeza: “Yo soy Rey”; la parodia de la coronación, en la mente de Juan, es el signo visible de su coronación; la elevación en la cruz, es el signo de la suprema humillación, -muere con la muerte de los bandidos y de los esclavos-, y es también el momento de la máxima exaltación; su señorío y su reinado, se anuncia desde la cruz a todo el mundo en las tres lenguas conocidas: hebreo, latín y griego. La expresión “entregó el espíritu”, se ha unido a la donación del Espíritu Santo. Para Juan, la donación del Espíritu es el puente entre el Jesús muerto y el resucitado. La veneración de la cruz está hoy en el centro de la celebración. Para ser salvado, hay que “mirar” al que ha sido “levantado” a lo más alto. Para Juan, “mirar” es creer, contemplar, apreciar. Al comer este pan y beber la copa anuncian la muerte del Señor Siguiendo una antigua tradición, en este día no existe celebración de la eucaristía. En la base de esta tradición posiblemente estén las palabras de Jesús: “cuando les falte el esposo ayunarán”. Celebrar la “memoria de su muerte”, celebrando como él nos mandó la eucaristía, tiene sin duda más peso específico otro día pero hoy Él, el único y eterno sacerdote es el único en la tierra que celebra su propio sacrificio y rasgando en dos partes el velo de su carne entra al santuario del cielo para interceder por nosotros. 96

VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR 1. El día de hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite por completo la celebración del sacrificio eucarístico. 2. El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros y sin manteles. 3. Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a no ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada, se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión. En este día la sagrada comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor; pero a los enfermos que no puedan tomar parte en esta celebración, se les puede Ilevar a cualquier hora del día. 4. El sacerdote y el diácono, revestidos de color rojo como para la misa, se dirigen al altar, y hecha la debida reverencia, se postran rostro en tierra o, si se juzga mejor, se arrodillan, y todos oran en silencio durante algún espacio de tiempo. 5. Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones: 6. Oración No se dice “Oremos”. Padre nuestro misericordioso, santifica y protege siempre a esta familia tuya, por cuya salvación derramó su Sangre y resucitó glorioso Jesucristo, tu Hijo. El cual vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. O bien: Tú que con la Pasión de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, nos libraste de la muerte, que heredamos todos a consecuencia del primer pecado, concédenos, Señor, a cuantos por nacimiento somos pecadores, asemejarnos plenamente, por tu gracia, a Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén. I parte LITURGIA DE LA PALABRA 7. Luego todos se sientan y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías (52, 13—53, 12), con su salmo. 97

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lágrimas” y fue escuchado. Él ha ido por delante como “pionero”. Tenemos que fijar los ojos en aquel, que siendo el Hijo, se sometió a la obediencia hasta la muerte de cruz. Mantener firme la profesión de fe en Jesús, obediente hasta la muerte, implica el compromiso de llevar el amor y la obediencia al Padre hasta el límite de arriesgar la vida, compartiendo el dolor de los crucificados de hoy.


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8. Salmo responsorial (Sal 30). R Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. L A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás /R L Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, como un objeto tirado en la basura /R L Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen /R L Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor /R 9. A continuación se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9), con el canto antes del Evangelio. 2ª Lectura (He 4,14-16; 5,7-9) Lectura de la carta a los hebreos Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos, por tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno. Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 10. No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo. Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio. 99

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1ª Lectura (Is 52,13—53,12) Lectura del libro del profeta Isaías He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado. ¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le revelará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado. El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. El soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados. Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.


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Evangelio (Jn 18,1–19,42) Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan C. En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: † “¿A quién buscan?”. C. Le contestaron: S. “A Jesús, el Nazareno”. C. Les dijo Jesús: † “Yo soy”. C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: † “¿A quién buscan?”. C. Ellos dijeron: S. “A Jesús, el Nazareno”. C. Jesús contestó: † “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”. C. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: ‘No he perdido a ninguno de los que me diste’. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: †“Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”. 100

C. El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo’. Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: S. “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?” C. Él dijo: S. “No lo soy”. C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: † “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”. C. Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?”. C. Jesús le respondió: † “Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?” C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: S. “¿No eres tú también uno de sus discípulos?” C. Él lo negó diciendo: S. “No lo soy”. C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: S. “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?” C. Pedro volvió a negarlo y en seguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no 101

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Aclamación antes del Evangelio (Fil 2,8-9). R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 11. Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan, del mismo modo que el domingo precedente. (18, 1—19, 42).


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pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: S. “¡Viva el rey de los judíos!”, C. y le daban de bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: S. “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa”. C. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: S. “Aquí está el hombre”. C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron: S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!” C. Pilato les dijo: S. “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”. C. Los judíos le contestaron: S. “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”. C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: S. “¿De dónde eres tú?”. C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”. C. Jesús le contestó: † “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”. C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: S. “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!” C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: S. “Aquí tienen a su rey”. C. Ellos gritaron: S. “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!”. C. Pilato les dijo: 103

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entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: S. “¿De qué acusan a este hombre?” C. Le contestaron: S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”. C. Pilato les dijo: S. “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”. C. Los judíos le respondieron: S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”. C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: S. “¿Eres tú el rey de los judíos?” C. Jesús le contestó: † “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?”. C. Pilato le respondió: S. “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?”. C. Jesús le contestó: † “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. C. Pilato le dijo: S. “¿Conque tú eres rey?” C. Jesús le contestó: † “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. C. Pilato le dijo: S. “¿Y qué es la verdad?”. C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: S. “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” C. Pero todos ellos gritaron: S. ”¡No, a ése no! ¡A Barrabás!” C. (El tal Barrabás era un bandido). Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la


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S. “¿A su rey voy a crucificar?” C. Contestaron los sumos sacerdotes: S. “No tenemos más rey que el César”. C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado “La Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: S. “No escribas: ‘El rey de los judíos’, sino: ‘Este ha dicho: Soy el rey de los judíos’”. C. Pilato les contestó: S. “Lo escrito, escrito está”. C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron: “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca”. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: † “Mujer, ahí está tu hijo”. C. Luego dijo al discípulo: † “Ahí está tu madre”. C. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: † “Tengo sed”. C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: † “Todo está cumplido”, C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 104

(Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa) C. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua. El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús. Palabra del Señor. A Gloria a ti Señor Jesús. 12. Después de la lectura de la Pasión, se tiene, si parece oportuno, una breve homilía, después de la cual el sacerdote puede exhortar a los fieles a orar durante un breve espacio de tiempo. ORACIÓN UNIVERSAL 13. La Liturgia de la Palabra se termina con la Oración Universal, que se hace de esta manera: el diácono, junto al ambón, dice el invitatorio, en el cual se expresa la intención. Enseguida oran todos en silencio durante un breve espacio de tiempo y luego el sacerdote, de pie junto a la sede o ante el altar, dice la oración con las manos extendidas. Los fieles pueden permanecer arrodillados o de pie durante todo el tiempo de las oraciones. 105


15. Cuando hay una grave necesidad pública, el Ordinario del lugar puede permitir o prescribir que se añada alguna intención especial. 16. De las oraciones que se presentan en el Misal, el sacerdote puede escoger las que sean más apropiadas para las circunstancias del lugar, cuidando, sin embargo, de que se conserve la serie de intenciones establecidas para la Oración Universal: I. Por la santa Iglesia Oremos, hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda una vida serena, para alabar a Dios Padre todopoderoso. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la obra de tu amor, para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Viernes

II. Por el Papa Oremos también por nuestro santo padre el Papa N., para que Dios nuestro Señor, que lo eligió entre los obispos, lo asista y proteja para bien de su Iglesia, como guía y pastor del pueblo santo de Dios. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, cuya providencia gobierna todas las cosas, atiende a nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos has elegido, para que el pueblo cristiano, confiado por ti a su guía pastoral, progrese siempre en la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. III. Por el pueblo de Dios y sus ministros. Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros, diáconos, por todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia y por todo el pueblo de Dios. 106

(Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a toda tu Iglesia, escucha nuestras súplicas y concédenos tu gracia, para que todos, según nuestra vocación, podamos servirte con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. IV. Por los catecúmenos. Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro Señor los ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo nuestro Señor. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia, aumenta en los (nuestros) catecúmenos el conocimiento de su fe, para que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. V. Por la unidad de los cristianos. Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, tú que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad, mira con amor a todos los cristianos, a fin de que, cuantos están consagrados por un solo bautismo, formen una sola familia, unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. VI. Por los judíos. Oremos también por el pueblo judío, al que Dios se dignó hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente en el amor a su nombre y en la fidelidad a su alianza. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): 107

Viernes

14. Las Conferencias Episcopales pueden aprobar algunas aclamaciones del pueblo antes de cada oración del sacerdote o disponer que se conserve la invitación tradicional del diácono: Arrodillémonos, Levantémonos y la costumbre de que los fieles se arrodillen en silencio durante la oración.


VII. Por los que no creen en Cristo. Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo buscar sinceramente agradarte, para que encuentren la verdad; y a nosotros tus fieles, concédenos progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte más, para dar al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Viernes

VIII. Por los que no creen en Dios. Oremos también por los que no conocen a Dios, para que obren siempre con bondad y rectitud y puedan llegar así a conocer a Dios. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, que has hecho a los hombres en tal forma que en todo, aun sin saberlo, te busquen y sólo al encontrarte hallen descanso, concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos reconozcan las señales de tu amor y, estimulados por el testimonio de nuestra vida, tengan por fin la alegría de creer en ti, único Dios verdadero y Padre de todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. IX. Por los gobernantes. Oremos también por los jefes de Estado y todos los responsables de los asuntos públicos, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): 108

Dios todopoderoso y eterno, en cuya mano está mover el corazón de los hombres y defender los derechos de los pueblos, mira con bondad a nuestros gobernantes, para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico progreso social y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. X. Por los que se encuentran en alguna tribulación. Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todas sus miserias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen hambre, libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un pronto retorno a los que se encuentran lejos del hogar y la vida eterna a los moribundos. (Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote): Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que experimenten todos la alegría de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. II parte Adoración de la Santa Cruz 16. Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la santa Cruz.

De las dos formas que se proponen a continuación para el descubrimiento de la cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada pastoralmente, de acuerdo con las circunstancias. I forma de mostrar la santa Cruz

17. Se lleva al altar la cruz, cubierta con un velo y acompañada por dos acólitos con velas encendidas. El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la cruz, descubre un poco su extremo superior, la eleva y comienza a cantar el invitatorio Miren el árbol de la Cruz, cuyo canto prosigue juntamente con los ministros sagrados, o, si es necesario, con el coro. Todos responden: Vengan y adoremos. Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante algunos instantes, la cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto. 109

Viernes

Dios todopoderoso y eterno, que prometiste llenar de bendiciones a Abraham y a su descendencia, escucha las súplicas de tu Iglesia, y concede al pueblo de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola de nuevo, comienza a cantar (en el mismo tono que antes) el invitatorio Miren el árbol de la Cruz, y se prosigue como la primera vez. Finalmente descubre por completo la cruz y, volviéndola a elevar, comienza por tercera vez el invitatorio Miren el árbol de la Cruz, etc., como la primera vez. 18. Enseguida, acompañado por dos acólitos con velas encendidas, el sacerdote lleva la cruz a la entrada del presbiterio o a otro sitio adecuado y la coloca ahí, o la entrega a los ministros o acólitos para que la sostengan, y se colocan las dos velas encendidas a los lados de la cruz. Se hace luego la adoración de la santa Cruz como se indica más abajo, en el número 20. II forma de mostrar la Santa Cruz

19. El sacerdote, el diácono u otro ministro idóneo, va a la puerta del templo juntamente con los acólitos. Ahí recibe la cruz ya descubierta. Los acólitos toman los ciriales encendidos, y todos avanzan en forma de procesión hacia el presbiterio a través del templo. Cerca de la puerta del templo, el que lleva la cruz la levanta y canta el invitatorio Miren el árbol de la Cruz.Todos respondenVengan y adoremos y se arrodillan después de la respuesta, adorando un momento en silencio. Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia y a la entrada del presbiterio. (El invitatorio se canta las tres veces en el mismo tono). Enseguida se coloca la cruz a la entrada del presbiterio y se ponen a sus lados los ciriales, como se indica en el número 18.

Adoración de la santa Cruz 20. El sacerdote, el clero y los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz, haciendo delante de ella una genuflexión simple o algun otro signo de veneración (como el de besarla), según la costumbre de la región. Mientras tanto, la asamblea puede cantar algún canto apropiado conforme van terminando de adorar la cruz, regresan a su lugar y se sientan. 21. Expóngase solamente una cruz a la adoración de los fieles. Si por el gran número de asistentes no todos pudieren acercarse, el sacerdote, después de que una parte de los fieles haya hecho la adoración, toma la cruz y, de pie ante el altar, invita a todo el pueblo, con breves palabras, a adorar la santa Cruz. Luego la levanta en alto por un momento, para que los fieles la adoren en silencio. 22. Terminada la adoración, la cruz es llevada al altar y puesta en su lugar. Los ciriales encendidos son colocados a los lados del altar o junto a la cruz. III Parte Sagrada comunión 23. Se extiende un mantel sobre el altar y se pone sobre él un corporal y el libro. Enseguida el diácono o, en su defecto, el mismo sacerdote, trae el Santísimo Sacramento del lugar del depósito directamente al altar, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos acólitos, con candelabros encendidos, acompañan al Santísimo Sacramento y depositan luego los candelabros a los lados del altar o sobre él.

Viernes

24. Después de que el diácono ha despositado el Santísimo Sacramento sobre el altar y ha descubierto el copón, se acerca el sacerdote y, previa genuflexión, sube al altar. Ahí, teniendo las manos juntas, dice con voz clara: V. Mi-rad el ár-bol de la cruz,

don-de es-tu vo cla va- do Cris-to,

el Sal va dor del mun-do,

R. Ve-nid y a-do re-mos. 110

Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: (El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo): Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 111

Viernes

Invitatorio al presentar la santa Cruz


(El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo en voz alta):

Oración después de la Comunión

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, por medio de nuestra participación en este sacramento prosigue en nosotros la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados siempre a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

(Junta las manos. El pueblo concluye la oración, aclamando): Tuyo es el reino, tuyo el poder y la Gloria por siempre, Señor. 25. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto: Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable. 26. Seguidamente hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco elevada sobre el pixis y dice en voz alta, de cara al pueblo: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. (Y, juntamente con el pueblo, añade una sola vez): Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

30. Como despedida, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice la siguiente oración: Oración sobre el pueblo Envía, Señor, tu bendición sobre estos fieles tuyos que han conmemorado la muerte de tu Hijo y esperan resucitar con él; concédeles tu perdón y tu consuelo, fortalece su fe y condúcelos a su eterna salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Y todos se retiran en silencio. A su debido tiempo se desnuda el altar). 31. Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica de la tarde, no están obligados a rezar Vísperas.

Viernes

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(Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo). 27. Después distribuye la comunión a los fieles. Durante la comunión se pueden entonar cantos apropiados. 28. Acabada la comunión, un ministro idóneo lleva el pixis a algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserve en el sagrario. 29. Después el sacerdote, guardado si lo cree oportuno un breve silencio, dice la siguiente oración: 112

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Presentación En la muerte de Cristo descubren los creyentes la prueba definitiva del amor infinito del Padre hacia el mundo. He aquí la gran paradoja cristiana: a través de la pasión y muerte del Hijo de Dios, nos llega la justificación de vida a todos los que éramos hijos de maldición. Ante los sufrimientos de Jesús, el corazón del cristiano adopta necesariamente una actitud de penitencia. La cruz del Señor se levanta en medio de la Iglesia como el signo por excelencia de la salvación. La fe en la cruz victoriosa es el fundamento de la esperanza y el ánimo de una continua y profunda conversión interior. El via-crucis —devoción antiquísima y hondamente arraigada en el alma del pueblo cristiano— surge del deseo de meditar y sentir auténticamente la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Lector: Por la señal... Acto de contrición... Ofrecimiento: ¡Oh Señor Jesús! Vengo a recorrer el camino que tú hiciste con la cruz para salvarnos. Quiero pensar en tus sufrimientos, y sentir pena y agradecimiento por ellos. Dame dolor de mis pecados y el propósito de no ofenderte más. Virgen María, que acompañaste a tu Hijo hasta verle morir en la cruz, ayúdame a hacer bien, con atención y devoción, este via-crucis. Amén.

Lector 2: Contemplemos a Jesús mientras es insultado por los jefes políticos y religiosos de su tiempo. Resuenan sus oídos de Madre Afligida la frase de Pilato: “He aqui al Hombre”. Viene a su mente los gritos de la muchedumbre rechazando a su Hijo y pidiendo que lo lleven a la Cruz. De esta manera Jesús se convierte en la víctima inocente que va dar el supremo testimonio de la verdad que él mismo trae al mundo: un Reino de vida. Hoy Jesús sigue siendo condenado: El pacado del mundo, que condujo a la muerte al Hijo de Dios, continúa matando a los hijos de Dios. La pasión de nuestro sufrido pueblo. Por todas partes hay sed de justicia, hambre de igualdad y ansia de fraternidad. Hay que crear las condiciones sociales, económicas, políticas, pedagógicas y religiosas más adecuadas para concretar la justicia que llegue al mayor número posible. Solo de esta manera la justicia deja de ser un mero deseo y comienza a convertirse en realidad concreta. Pero tambien aquí comienzan los obstáculos. Oración: Oh Dios, que para salvarnos quisiste anular en el leño de la cruz el decreto de nuestra condenación, mira con amor el misterio santo que ahora realizamos, y concédenos sacar de él como fruto, la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

Vía Crucis

Primera Estación JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

Segunda Estación JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS

Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús fue apresado de noche. Fue llevado a empujones por la soldadesca, desnudado, interrogado, torturado, coronado de agudas espinas y, por último condenado a muerte de cruz por el representante del poder imperial romano Poncio Pilato. Pero, ¿por qué fue condenado Jesús? ¿no exclamaba el pueblo en el colmo del asombro: ¡Que bien lo hace todo! hace oir a los sordos y hablar a los mudos. (Mc 7,37)

Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Una vez promulgada la sentencia condenatoria, Jesús es entregado a los soldados para proceder a las torturas acostumbradas. Los legionarios romanos sometían a los pobres condenados a muerte a terribles torturas: eran desnudados, flagelados, ofendidos por todos los medios en su dignidad, empujados de un lado para otro como pelotas, convertidos en objecto de burla ultrajante. Dios no hizo una excepcion con su Hijo.

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Vía Crucis

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Lector 2: El que quiera ser discípulo mío que tome su cruz y me siga. Yo soy el primero. Todos tienen que llevar su cruz. A todos les costará, como me cuesta a mí. Yo llevo su cruz, la que merecieron ustedes, pecadores; pero de mis hombros pasa el largo madero del dolor hasta sus hombros; todos vamos llevando la cruz. Más la cruz te puede hacer un santo o un rebelde blasfemo. Ante el dolor, la muerte, la injusticia, la persecución; cuando la rebeldía se levante en tu corazón, mira a la cabeza de la procesión de todos los que sufren: Allí estoy yo, tu Dios, llevando la cruz. Hoy Jesús sigue cergando con la cruz: Toda liberación y todo crecimiento verdadero en el derecho y en la justicia reclaman un precio que hay que pagar. La presente condición del mundo y las formas como este mundo se organiza contradicen el proyecto histórico de Dios que consiste en instaurar su Reino; un reino en el cual todos serán sus hijos, libres y obedientes, y serán todos verdaderamente hermanos unos de otros. Oración: Oh Dios, que eres nuestro Padre, concédenos celebrar con fe los misterios de la pasión de tu hijo, y de experimentar la dulzura de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Vía Crucis

Tercera Estación JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ Lector : Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Debilitado por la pérdida de sangre en las torturas, sediento, hambriento y encorvado bajo el peso de la cruz, Jesús se tambalea y cae pesadamente a tierra. ¿Cómo puede caer Aquel por el cual todo el universo se mantiene en pie? Y, sin embargo, el Hijo eterno de Dios conoció el polvo del suelo. 116

Lector 2: Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz, siente la necesidad de apoyo, de compañia y de solidaridad. La busca en sus amigos-discipulos, pero le fallan. ¡Cuántas veces hemos caído también nosotros por nuestra falta de solidaridad y de apoyo! ¡Cuántas veces hemos dejado que otros cayeran por no haberles brindado una mano amiga! Es preciso estar juntos, solidarios, unidos en todas las dificultades. Todos sentimos el peso de la cruz, pero en la solidaridad tal peso se aligera. Hay momentos en los que nos encontramos por los suelos, cansados y sin fuerzas. Y caemos, pero al igual que Jesús nos levantamos y seguimos. Hoy Jesús sigue cayendo: la historia generalmente suele ser contada por los que triunfaron. Son ellos quienes, para inmortalizar sus hechos, guardan las memorias documentales, levantan monumnetos y hacen cantar apopeyas. Pero ¿quien contará la historia de los caídos y de los vencidos? Ellos son los eternos olvidados. Las ruinas y los sufrimientos dejados arribistas son pisoteados, su memoria apagada y su culpa silenciada. existe una anti-historia de los caidos, de cuyo drama sangriento sólo Dios conoce las verdaderas dimensiones. La Raquel de todos los tiempos llora inconsolable a sus hijos que ya no viven. (Jer 31,15) Oración: Oh Dios, mira cómo se siente débil y cansada la humanidad; y puesto que tú lo puedes todo, devuélvele la vida, aplicando los méritos de la pasión de tu Hijo amado, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Cuarta Estación JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. 117

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Lo entregó a la más cruel barbarie y le hizo experimentar la más profunda bajeza humana. De este modo Jesús puede sentirse solidario con todos los humillados de la Historia.


Lector 2: Recordemos el encuentro de Jesús con varias mujeres en el camino hacia El Calvario. Tambien se encontró con la mirada de su Madre, María. Este es un encuentro marcado por el dolor. María contempla a su Hijo y sangra su corazón de Madre, ella es la Dolorosa a la que le han traspasado el corazón con una espada. Acompañemos a la Madre Dolorosa recordando ese encuentro que tuvo con Jesús, viéndolo desfigurado por los azotes, el rostro lleno de polvo y sangre, la cabeza coronada de espinas, sus ojos nublados. Hoy Jesús sigue encontrándose con María: María vive con Jesús, resucitada y asunta en la gloria del cielo. Y, justamente en cuanto resucitada, vive de forma misteriosa pero real dentro de la humanidad. Despues de Jesús, nadie como Maria está tan unida a todos los hombres. Su si a la propuesta divina de encarnarse la vinculó a toda la historia humana. La carne de Dios, por medio de la cual El se convierte en nuestro hermano, es carne recibida de María. Del mismo modo que acompañó a Jesús en su camino hacia el Calvario, lo acompaño ahora en su trayectoria a través de los siglos hasta su venida gloriosa. Vía Crucis

Oración: Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Quinta Estación EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús está casi desfalleciendo. Sus pasos son vacilantes. Pero el camino es todavía largo. Y pudiera sucumbir a causa de las hemorragias y del peso de la cruz. Un desconocido que vuelve del campo es agarrado por los soldados. Se trata de un fuerte agricultor. Contra su voluntad se ve forzado a cargar con la cruz de Jesús. Pero, aun contra su gusto, realizó un gesto de efectiva solidaridad. Ayudó a un condenado y desvalido. La historia, agradecida, conservará su nombre y su recuerdo, Simón Cirineo. Lector 2: No importa que lo hagas a la fuerza. Gracias, Simón. Yo no podía más. Eres el padre de muchos hombres, que llevarán mi cruz a través de los siglos. La cruz de su dolor, de su humillación, de su pobreza, de sus pecados; la llevarán sin saber que es la mía; como tú no sabes que la que llevas es la cruz de Dios. Los que sufren, hermanos, miren a este hombre bueno llevar mi cruz; sepan que todos son mis cirineos, que todos me acompañan hasta el Calvario. No hay hombres sólo para clavar; también los hay para llevar la cruz. Yo he santificado su dolor. Hoy Simón de Cirene sigue ayudando: Al juzgar sobre nuestra salvación o perdición definitiva, Dios no se guiará por criterios cúlticos cuánto hemos rezado; ni por criterios doctrinales, en qué verdades hemos creído; sino por criterios éticos lo que hemos hecho por los demás. En el mínimo de solidaridad con los hambrientos, los sedientos, desnudos y oprimidos se decidirá el destino eterno de cada hombre. En el ocaso de la vida seremos juzgados de amor. Oración: Señor, concédenos vivir y obrar con la intensidad de amor que movió a tu Hijo a dar la vida por los hermanos, él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

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Lector 1: Tambaleándose aún por los efectos de la caida, el rostro cubierto de sudor y sangre, los ojos tumefactos, Jesús sorprende, en medio de la ruidosa multitud, la figura de su amantísima madre. Las palabras se ahogan en la garganta. El gesto desfallece en su origen. Apenas es posible más que el encuentro de las mirdas entre madre e hijo. Todos gritan, todos acusan, todos injurian, todos fustigan. Solamente Maria, silenciosa e impotente, con su irada y sus lágrimas, confirma, fortalece y participa.


Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Sudor y sangre corren opiosamente por el rostro de Jesús. Entre la multitud de curiosos, una mujer, Verónica, lo sigue todo y todo lo observa. Son siempre las mujeres las que, en los momentos más cruciales, demuestran mayor coraje. De pronto, Verónica rompe el acordonamiento, se cuela por entre los soldados, se aproxima a Jesús y enjuga su rostro ensangrentado. Lector 2: Ya casi no veía. Esta sangre que caía hasta los ojos era de las heridas de las espinas. Ahora sí; ahora que me has limpiado el rostro con tu lienzo, ahora si veo mejor a los hombres, que no se conmueven; veo a los niños asustados; veo a las mujeres, tus hermanas, que sufren. Nadie sa ha atrevido; ¡ah!, cuántos cobardes a mi alrededor; no sólo ahora, esto será siempre; cuántos de ahora y de después se creían amigos míos y no lo eran ni para limpiarme el rostro de sangre. ¡Cuántos me dejarán pasar así, manchado y sucio! Pero tú has sido valiente, no has tenido miedo, y te has acercado y me has limpiado el rostro.

Vía Crucis

Hoy la Verónica sigue enjugando el rostro: Los hombres piadosos se han preguntado siempre: ¿Dónde podremos encontrar a Dios? las religiones señalaron los principales lugares y las situaciones privilegiadas en las cuales encontramos a Dios: en la oración, en la interiorización, en la vida sencilla y ascética, en el servicio desinteresado al prójimo. Los cristianos saben que encuentran a Dios en la Iglesia, en sus sacramentos, en las palabras sagradas de las Escrituras, en el encuentro fraterno y en el amor al prójimo. Oración: Oh Dios, tu Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el hombre terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. 120

Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Séptima Estación JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Extenuado por la terrible flagelación, cansado por el peso de la cuz y debilitado interiormente a causa del abandono de todos sus discípulos y amigos, Jesús tropieza y cae nuevamente bajo la cruz. Se amontonó sobre sí mismo. El salmista espresó bien los sentimientos de Jesús “Yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza”. (Sal 22,7-8) Lector 2: Sigamos el camino al lado de María y contemplemos la segunda caída de Jesús. Mientras recorría el camino desde El Calvario, María medita en su corazón lo abatido que se veía su Hijo, caído hasta apoyar su rostro en la tierra. De la misma manera ven golpeados y no ven cumplidas sus ansias de justicia. Con ellos estuviste María y con ellos debemos estar como lo estuvo Jesús. Hoy Jesús sigue cayendo otra vez: El cristiano no cree que esté dentro de las posibilidades históricas ni de la voluntad del hombre la gestacion de un mundo totalmente reconciliado y justo. Las opresiones no son sólo exteriores; tienen raíces profundas en el corazón . Todos tenemos la experiencia de que por nosotros mismos no conseguimos liberarnos; es preciso que alguien libere nuestra libertad cautiva para que, libre, pueda realizar su obra que es el amor y la justa relación con las personas. Oración: Dios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén 121

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Sexta Estación LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS


Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Octava Estación JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Al levantarse de la segunda caída, para llevar la cruz hasta el fin con más coraje aún, Jesús se siente de alguna manera recompensado: aunque medio aturdido, oye a unas mujeres compadecerse de él y llorar al verlo en un estado tan lastimoso. Lector 2: Llorar, no sufrir. No lloréis por mí. Sufran por ustedes y por sus hijos. No quiero espectadores de mi pasión. ¡Ustedes que lloran al borde del camino, callen! No es hora de llorar; es hora de sufrir y de amar: de sufrir por los hombres, de amar la redención. Entren en el misterio. Lloran de compasión; pero no basta. No lloren por mí, sufran por los hombres; por los que me rechazan, por los que me condenan, por sus hijos, que pidieron mi muerte ante Pilato.

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Hoy hay mujeres que siguen llorando por Jesús: la maldad humana puede ser tan sutil y puede enmascararse de tal forma, que llega a utilizar en su favor hasta los símbolos y las virtudes más auténticamente cristianas. Hasta los mejor intencionados pueden engañarse: pensando servir a Dios actúan, sin embargo, de tal manera que en realidad le ofenden y niegan. Oración: Oh Dios, que con los que confían en ti usas misericordia y no enojo, concédenos llorar nuestros pecados para merecer la gracia de tu consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… 122

Novena Estación JESÚS CAE POR TERCERA VEZ Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: A pocos metros del final el calvario Jesús completamente exhausto, apenas consigue mantenerse en pie y cae por tercera vez a tierra con la cruz, abriendo aún más sus heridas y sus llagas. Jesús no se lamenta. Interpreta su vía dolorosa como un ofrecimiento a Dios y a los hermanos. Acepta la inicua aniquilación, no como fatalidad de una vida que siempre buscaba la justicia pero que acaba sufriendo la violencia de los que le rechezan sino como libertad que se sacrifica por amor a los amigos y a los enemigos. Lector 2: En esta estación contemplamos a María que adora la sangre que Jesús derramó a lo largo de su camino hacia el Calvario, especialmente el lugar de la tercera caída. Jesús cuando cae por tercera vez, derramaba su sangre y se desvanece aparatosamente bajo el peso de la cruz. Su propia sangre se mezcla con la tierra, así como hoy en muchas tierras la sangre de los más desposeídos, sencillos e inocentes se mezcla con la tierra. Jesús cayó bajo el peso de la cruz, y al igual que él nosotros caemos, pero la peor caída será la del pecado por el cual el hombre se convierte en egoísta. Pero nos queda la esperanza de que el ensangrentado se convertirá después en el resucitado. La tierra que ha sido regada con su sangre florecerá para una vida nueva. Hoy Jesús caerá siempre: existe un sufrimiento que es el tributo que hay que pagar para conseguir la virtud. este sufrimiento posee un sentido, porque construye un bien. Existe otro sufrimiento que es inflijido a los demás por hombres malvados. Es una injusticia hacer sufrir al prójimo y este sufrimiento acusa a quien lo produce. Soportado con la paciencia y como un sacrificio, tal como hizo Jesús, es camino de redencion personal y mérito para alcanzar junto a Dios la conversión de los causantes del sufrimiento. Oración: Oh Dios, rico en misericordia, que quisiste que tu Hijo padeciese por nosotros el suplicio de la cruz para liberarnos del enemigo; concédenos a nosotros, tus hijos, participar en la vida del Señor resucitado, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. 123

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Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.


Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

Décima Estación JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Undécima Estación JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Por fin, Jesús llega al monte Calvario. He aquí el altar del sacrificio. Se prepara la victima. Los soldados agarran a Jesús. Le arrancan con violencia los vestidos pegados a las llagas que cubren todo su cuerpo.

Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús, desnudo, es tendido sobre la cruz en el suelo. Gruesos clavos entran a martillazos por sus muñecas atravesáncolas hasta el fondo. Los pies son también perforados. Junto a él son crucificados, uno a la derecha y otro a la izquierda, dos guerrilleros zelotes. las cruces son erguidas con los cuerpos colgados y profundamente clavadas en la tierra. Los condenados podían quedar allí clavados varios días. Sus gritos desgarradores podían oírse hasta en la ciudad. Jesús oye injurias y perdona: “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”.

Lector 2: “Piensa en lo mucho que ha padecido Nuestro Señor; y ten por cierto que, si ha sufrido tantos dolores, ha sido para ganar tu corazón y tu amor” (San Francisco de Sales). Junto con María, la Madre, adoremos a Jesús que sufrió amorosamente una cruel flagelacion e interioricemos el dolor que, como Madre, revivió en su corazón. Pidámosle, con fe y decisión, que nos dé la fuerza necesaria para manifestar el amor de Dios a tantos hermanos nuestros que viven flagelados por las esclavitudes, el egoísmo, la opresión, la injusticia y la violencia,.

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Hoy Jesús sigue siendo desnudado: los hombres han imaginado a los largo de la Historia todas las formas de hacer sufrir a los demás. Existe la tortura fisíca, el terror psicológo y la destrucción de la personalidad. A pesar de eso, el hombre mostró también una inaudita capacidad de resistencia y de superación mediante el ejercicio de su libertad. El hombre puede, aun vencido, dar un sentido a su derrota. No se deja vencer y dominar por el mal. Vence al mal por el bien, puede ofrecer la vida en forma de perdón a los enemigos y como sacrificio a Dios. Oración: Señor Dios nuestro, cuyo amor sin medida nos enriquece en toda bendición, haz que, abandonando la corrupción del hombre viejo, nos preparemos, como hombres nuevos, a tomar parte en la gloria de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 124

Lector 2: Ahí está, clavado, entre el cielo y la tierra. Es mi hijo, su hermano. Ese cuerpo nació de mis entrañas. ¡Qué bello era! Esas manos clavadas, ¡qué suavemente acariciaban! Esos pies clavados, ¡que gozosos estaban sobre mis rodillas cuando me abrazaban de niño! Ese rostro adolorido, ¡que cielo era cuando estaba dormido! ¡Es mi hijo! Pero ya no me perternece. Ahora es suyo. Se lo entregué en sus manos, sus manos pecadoras. ¿Qué han hecho de Él? Él los amaba, yo lo puedo jurar. Él los amaba con locura. Nunca hizo mal a nadie. Desde la eternidad pensó siempre con amor en ustedes y lo han clavado en la cruz,. Miren, está mueriendo por nosotros. Hoy Jesús sigue siendo clavado en la cruz: Hay una presencia misteriosa de Dios dentro de la humanidad. La encarnación significa que el Hijo asumió realmente nuestra condición pecadora. Una vez asumida, sigue permaneciendo dentro de ella para siempre. Se encarnó, no para sacralizar al mundo y al hombre que encontró, sino para liberarlos y convertir en nuevo el mundo viejo y en justo al hombre pecador. Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, 125

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Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.


concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

vuelva verdaderamente redentora, Dios, no raramente, despoja a la persona de todo: de todos los consuelos, certezas y seguridades. Y ese hombre se asemeja entonces a Jesús abandonado en la cruz.

Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Oración: Señor Jesús, hijo del Dios viviente, que para redimir el mundo subiste a la cruz a mediodía, y para perdonar nuestros pecados derramaste tu preciosa sangre; te pedimos humildemente que, después de nuestra muerte, podamos franquear con gozo las puertas del paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Duodécima Estación JESÚS MUERE EN LA CRUZ Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús fue expulsado de la tierra. Pende entre cielo y tierra. Durante tres horas agoniza en la cruz. El rechazo humano puede decretar la crucifixión de Jesús, pero no puede definir el sentido que Jesús crucificado confiere a su propia crucifixión. El crucificado definió el sentido de su crucifixión como amor que se entrega para alcanzar el perdón de los que le crucificaban y de todos los hombres como solidaridad con todos los crucificados de la Historia que, como él, fueron y serán víctimas del endurecimiento del corazón, de la esclerosis de las formas de convivencia social y del rechazo a la realidad del Reino.

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Lector 2: Acompañemos a María al pie de la Cruz de Jesús. María es la auténtica mujer de fe, no obstante la soledad y el dolor que la embarga. Ella está sola, porque todos abandonaron al Maestro, sin embargo la fe la convierte en la mujer de la fidelidad, justo en los momentos más difíciles. Sólo Ella mantuvo una fe inconmovible que será ejemplo para los amigos de Jesús. María es la madre del Cristo muerto que tambien llevó la cruz de su Hijo, pero en su corazón que es donde realmente se vive el dolor. Hoy Jesús sigue muriendo en la cruz: Quien se dispone a seguir a Jesucristo se compromete a participar de su vida y de su destino. Como Jesús, entenderá la existencia no como algo que gozar egoístamente para sí sino como servicio a los necesitados. Este servicio puede implicar el sacrificio de la propia vida, entregada como expresion de amor y libertad. Para que se 126

Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Decimotercera Estación JESÚS EN LOS BRAZOS DE MARÍA SANTÍSIMA Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Jesús ha quedado inerte, muerto en la cruz. Un soldado le perfora el constado y el corazon. Dos discípulos, cuyo amor superó al miedo, José de Arimatea y Nicodemo, desprendieron de la cruz el cuerpo del Señor. Le ungieron con aromas y le envolvieron en sábanas de lino. Lector 2: Ha muerto. Ahora si, ya me puedo acercar. ¡Es mi hijo! Déjenme abrazarlo. Déjenme darle el último beso. Es el mismo, desfigurado, herido, muerto; pero el mismo. Los que lo han matado, ustedes, los de todos los siglos, pecadores, vengan a verlo, murió amando. Los que llevan a Cristo muerto en su alma, vengan a mí, soy su madre; quiero tenerlo, y lo quiero tener en mis brazos. Quiero sufrir, tambien, junto a ustedes, muertos por el pecado; quiero darles la vida, ser plenamente su madre. Sólo el pecado, ha `puesto así a mi hijo, al que tengo muerto entre mis brazos. Ha muerto por salvar sus almas, por darles vida; no estén muertos ustedes, los que ya son mis hijos; los hijos de mi corazón doloroso. 127

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Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…


Hoy Jesús sigue llorando por sus hijos: Todo se serena ante la muerte. Cesa la lucha, terminan las oposiciones. Un cadáver, aun rechazado y triturado, impone a cualquier un respeto sagrado y un silencio reverente. Nos encontramos ante el misterio. Escapa al poder humano decidir sobre el sentido último de la vida. Ella volvió a Aquel que tiene la llave de todos los secretos, la respuesta de todos los interrogantes y la ciencia de todos los caminos. Oración: Oh Dios, tú que vienes eficazmente al encuentro de nuestra debilidad, haz que recibamos con alegría la redención que tu Hijo realizó por nosotros y que la hagamos visible con la santidad de nuestras vidas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Decimocuarta Estación JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO

de la nueva vida que nace en esa misma cruz. Ls historia se repite: ¡Cuántas madres lloran porque el fruto de sus entrañas es torturado, maltradado, asesinado! En la cruz, el Hijo de la Madre Dolorosa, entregó su vida para que naciera un nuevo pueblo de Dios y ella es la Mdre de este nuevo pueblo nacido de la sangre y del Espiritu. Hoy Jesús sigue siendo sepultado: El sentido de la muerte se define por el sentido de la vida. Vivir es mucho más que no morir. Es realizar una misión, comprometerse y construir un sentido que alcanza hasta la eternidad. Sin embargo, el tiempo no crea el espacio adecuado para la plena realización del sentido de la vida. Nuestros deseos, nuestra esperanza, nuestro amor, nuestra capacidad de comunicación, nuestra fuerza de comprensión trascienden todo lo que se pueda presentar. Al querer el mundo, al hombre quiere lo Absoluto de Dios, que va más allá de los límites del mundo. Oración: Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección; venga sobre él el perdón, concédele tu consuelo, acrecienta su fe, y consolida en él la redención eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”.

Lector 2: María revive el sufrimiento al recordar cómo el cuerpo de su amado Hijo fue colocado sobre sus rodillas, ensangrentado,muerto. Cómo es embalsamado y después colocado en esa losa fría. Con este gesto, María asume que es la madre del crucificado y madre 128

Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre… Decimoquinta Estación JESÚS RESUCITA GLORIOSO DEL SEPULCRO Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Tres días después de su muerte, Jesús irrumpió vivo a la plenitud de la vida humana y la divina. Ahora todo queda claro: cuál es el sentido de nuestra esperanza, de qué lado estaba Dios y cuál es la verdadera justicia. La resurrección es la concreción pura y simple del Reino de Dios, que es un Reino de vida, de justicia y de bondad. 129

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Lector: Te adoramos oh Cristo y te bendecimos. Respuesta: Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Lector 1: Después de purificar y ungir el cuerpo de Jesús, José de Arimatea lo envolvió en un lienzo limpio y lo despositó en su propio sepulcro enteramente nuevo, que había sido excavado en la roca (Mt 27,59-60). Tanto en la vida como en la muerte el Hijo del Hombre no tuvo donde reclinar su cabeza (Lc 9,58). Su cuerpo está muerto, pero su vida está escondida en Dios. Pasará tres días y tres noches en el corazón de la tierra (Mt 12,40). Con la Iglesia creemos en Jesucristo que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos.


Hoy la resurrección está aconteciendo: La resurrección no constituye un mero hecho pasado que quedó en el pasado. Marca el comienzo de un nuevo cielo y una tierra nueva, define el triunfo de la vida ya nunca amenazada por la muerte. Por eso es un presente sin fin. El Señor resucitado sigue dentro de la Historia vivo e inefablemente presente en el mundo, en cada persona y en los procesos sociales. Oración: Señor Jesús, que jamás se nos olvide que con tu resurrección das vida a todos. Dame la gracia de encontrar tu vida resucitada en mis hermanos porque tú ya los resucitaste y les comunicaste tus dones y juntos te anunciemos que estás vivo. Amén Lector: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”. Respuesta: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Por las intenciones del Papa: Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre... Vía Crucis

Lector: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Las Últimas Siete Palabras de Jesús Oración preparatoria Señor Jescristo, Salvador y Redentor, me arrodillo ante tu bendita cruz. Mi espíritu y mi corazón se dedican ahora a reflexionar sobre tu sagrada Pasión. Levántese tu cruz ante mi pobre alma para hacerme comprender mejor y grabar en mi corazón cuanto hiciste y sufriste y por quién lo sufriste. Que tu gracia me asista; disípe el desánimo y la indiferencia de mi corazón un día en la hora de mi muerte y después de ella, tú me hablarás y estas palabras significarán un comienzo eterno a un fin sin término. Oh Señor, haz que en la hora de mi muerte yo escuche de tu boca palabras de misericordia y de amor; haz que yo no deje de escucharlas. Concédeme ahora recibir en el corazón dócil tus últimas palabras en la cruz. Primera Palabra “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”

(Lc. 23, 34)

Para hacer la experiencia de Dios y de Jesús hay que ser pobre. De ahí tanto “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Sólo Lucas recoge la “primera palabra” de Jesús en la cruz. Quizá fuera pronunciada varias veces durante la crucifixión y después de ella. Vive de tal manera el amor, que es capaz de comprender hasta a los mismos causantes de su trágica muerte. ¿A quiénes se refiere con sus palabras? Parece que directamente a los dirigentes de Israel, verdaderos culpables de su muerte. También es grande la responsabilidad de Pilato. No así la de los soldados romanos, que se limitaban a cumplir unas ordenanzas. Los jefes no suelen mancharse las manos directamente. A las autoridades religiosas palestinas se les había ofuscado culpablemente la mente a causa de sus intereses, por lo que se podía decir que no sabían lo que habían hecho. ¡Qué fácil es esta ofuscación cuando hay algo que perder! La mayoría de la gente no es consciente normalmete de lo que hace y de las consecuencias que ello trae. Es posible que muchos de los que intervinieron en el asesinato de Jesús lo hicieran con una cierta “buena fe”, que nunca arregla nada, pero que sirve para que se les pueda excusar hasta cierto punto personalmente por “tontos 131

7 Palabras

Lector 2: La resurrección es un proceso que comenzó con Jesús y se propagará hasta conquistar toda la creación. Siempre que en el mundo crece una vida auténticamente humana, siempre que triunfa la justicia sobre los instintos de dominación, siempre que la gracia supera la fuerza del pecado, siempre que los hombres hagan surgir mediaciones más fraternas en la convivencia social, siempre que el amor supere al interés, siempre que la esperanza resista al cinismo y la desesperación, siempre se está realizando el proceso de la resurrección.


Segunda Palabra “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23, 43)

7 Palabras

El segundo grupo que lo insulta está formado por las tres categorías que componen el sanedrín. Posiblemente, formando un grupo ostentoso con sus llamativas vestimentas y hablando en voz alta para que se les oyese bien. Le echan en cara su impotencia, gran escándalo para los hombres que identifican razón y fuerza. Jesús ha pretendido salvar al pueblo, liberarlo de la opresión, y él mismo ha acabado en el patíbulo. Su fracaso demuestra a las claras su sinrazón. Si pretende ser el rey de Israel, debe manifestarlo con un poder excepcional. Le piden el milagro. No pueden creer en un Mesías que no haga prodigios. Para ellos es imposible que el Hijo de Dios sufra y muera de ese modo. Todos lo juzgan desde sus categorías de poder. ¿Por qué no te ayuda Dios? ¿No es su silencio la prueba de error? Y no es un razonamiento meramente humano: existen textos bíblicos que aseguran que Dios interviene siempre a favor de sus elegidos, aunque sea en el último momento, para derrotar a los enemigos y hacer triunfar al justo. Si no puede salvarse, si Dios no le salva, significa que han tenido la razón al tomarlo por un falso Mesías, por un impostor y un blasfemo. La muerte de Jesús en la cruz es la gran prueba de la fe; una prueba que hemos de superar constantemente, porque nunca la acabaremos de entender del todo. Por último, uno de sus compañeros de suplicio le insultaba algún tiempo después de la crucifixión, pues sus palabras hacen suponer que ya se había recuperado algo de los espasmos causados por los esclavos. Además, lo injuriaba con las palabras que oye a los demás. “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lucas 23,42). No es fácil ahondar en la grandeza de este acto de fe realizado en un momento de máxima abominación, entre las burlas de los que los rodean. Proclama la realeza de Jesús en el momento menos triunfal. Ha dicho lo esencial: ha confesado sus pecados: “lo nuestro es justo, porque 132

recibimos el pago de lo que hicimos”; ha proclamado la inocencia de Jesús “este no ha faltado en nada”, ha obligado a callar al compañero atrevido “¿Ni si quiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio?, declara que cree en el reino de Jesús y reconoce que la muerte es la puerta de entrade en él. El compartir el mismo suplicio de Jesús le ha hecho tan lúcido que intuye y proclama unas verdades fundamentales. Y así podrá acompañar a Jesús a su reino: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”. Es la “segunda palabra” de Jesús, que, al igual que la primera, sólo nos trasmite Lucas. Los dos bandidos crucificados con Jesús han adoptado con él actitudes muy diferentes. Uno ha tomado parte en las burlas, el otro supo llenar el poco tiempo que le quedaba de vida y reconoce en Jesús al Mesías. ¡Ojalá seamos capaces de creer en Jesús como Mesías de la misma forma que este primer santo cristiano, canonizado directamente por Jesús! Tercera Palabra “Mujer, he ahí a tu hijo, hijo, he ahí a tu Madre”.

(Jn. 19, 26)

Juan es el único evangelista que nos informa de que al pie de la cruz de Jesús estaba su madre con algnas mujeres y él mismo. Es la segunda vez que aparece María en este evangelio. La primera fue en las bodas de Caná de Galilea (Jn 2,1-12). La escena debe tener lugar poco antes de la muerte de Jesús, cuando los primeros síntomas de la agonía comenzaban a acusarse, porque sólo entonces podía dejar el centurión acercarse a las cruces a los familiares. Únicamente unas mujeres y el discípulo más joven. ¿Dónde está la multitud que quería hacerle rey, los ciegos, los leprosos, los lisiados, todos los enfermos curados..., los demás discípulos? ¡Menos mal que Jesús no había entregado su vida al servicio del pueblo para que éste se lo agradeciera! La madre no falla. Una madre que le ha dejado completamente libre para la misión que le había confiado el Padre y que durante los éxitos de su vida pública prácticamente ha desaparecido de la escena. Ahora reaparece para vivir la última consecuencia del “sí” inicial (Le 1, 38). El Hijo puede contar con ella incondicionalmente. “Mujer, ahí tienes a tu hijo...; ahí tienes a tu madre”. Es la “tercera palabra” de Jesús, exclusiva de Juan. Su madre quedaba sola y quiere que cuide de ella su discípulo más amado. 133

7 Palabras

útiles”. Jesús afirma que incluso los máximos responsables de sus sufrimientos no han sabido lo que hacían, seguros de tener la verdad de Dios por el mero hecho de ser sus máximos representantes. ¿Lo hubieran hecho si lo hubieran sabido? Personalmente creo que sí, a causa de la corrupción que siempre ocasiona el poder. Y también creo que Jesús les hubiera perdonado igualmente.


(Mt. 27, 46)

7 Palabras

Jesús se siente abandonado, “desde el medio día hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre la región”, nos dicen los sinópticos. Parecen aludir a los tres días de tinieblas sobre la tierra de Egipto (Ex 10, 21-23). Lo mismo que entonces fueron anuncio de liberación para los israelitas, lo son ahora para todos los pueblos. Anuncio, no realidad, del nacimiento del mundo nuevo. De momento, el poder de los explotadores de los pueblos ensombrece el futuro de la historia humana en todas sus épocas. La “cuarta palabra” de Jesús nos la ofrecen Mateo y Marcos: “Eloí, Eloí, lamá sabaktaní? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Es media tarde, hacia las tres, cuando las pronuncia gritando. Jesús, que ha llegado al fondo de su angustia y soledad, desmentido, experimenta el abandono hasta del Padre. Es el abandono del que se siente al final desmentido, del que no sabe si su esfuerzo en favor de los hombres servirá para algo. La angustia que revela el grito, muestra su perplejidad sobre la eficacia de su muerte en la historia. ¿No es el fracaso de los mejores lo que causa en gran parte la incredulidad del pueblo? Si nos abrimos al grito de Jesús, no podremos cerrarnos luego a los gritos de todos los demás: enfermos, hambrientos, torturados... Un grito que sólo se puede acallar con mucho ruido... o con un gran silencio. Algunos de los presentes cambiaron “Eloí” por “Elías”. ¿Confusión o chiste de mal gusto? Son posibles las dos respuestas. Quizá alguno que desconocía el arameo cometió la equivocación de buena fe. Pero es más posible que las autoridades religiosas allí presentes, y felices por lo que estaba pasando, cambiaran intencionalmente los nombres, interpretando irónicamente el grito de Jesús como una confesión de su fracaso. Según la doctrina del judaismo, Elías vendría para preparar el camino del Mesías (Mt 17, 10). Aluden sarcásticamente a esta creencia o hará mofarse de Jesús. Quinta Palabra “Tengo sed”

(Jn. 19, 28)

La “quinta palabra” de Jesús solamente nos la ha trasmitido Juan: “Tengo sed”. La sed era uno de los tormentos más ordinarios y atroces de los crucificados. Que Jesús tuviese sed después de todo lo 134

padecido en la pasión es completamente natural. Desde Getsemaní hasta la cruz, pasando por los procesos, la flagelación y el camino hacia el Calvario, en el que desfalleció, la deshidratación tenía que causarle una sed abrasadora. Además, es posible que todos estos tormentos le hubieran producido una fiebre superior a los treinta y nueve grados. Jesús no se limita a constatar algo tan evidente. Siguiendo su costumbre de servirse de estos hechos naturales para enseñarnos algo más profundo, simboliza en esta sed fisiológica la intensa tendencia de Jesús hacia Dios, su sed de fidelidad al Padre y a los hombres, su amor. Es la sed de Dios a que se refiere el salmo 63. Los soldados interpretaron, lógicamente, que tenía sed física, y uno de ellos le ofreció vinagre. Los romanos daban vinagre a los condenados para reanimarlos y obligarlos a prolongar sus sufrimientos. Incluso llegaban a rociarles las heridas con él para reavivarlas. El gesto del soldado que empapa una esponja (las llevaban para limpiarse la sangre que les saltase de los crucificados) en vinagre y se lo ofrece puede interpretarse como una última y cruel broma o como un gesto aislado de compasión. En este último caso, lo ofrecido a Jesús no fue vinagre, sino una bebida llamada “posea”, muy usada por clases bajas romanas y por los soldados, que éstos habrían llevado como refresco para el tiempo que durara la custodia. Consistía en agua mezclada con vinagre y, a veces, también con huevos batidos y algún otro ingrediente. Es posible que fuera un gesto de burla y odio, simbolizados por el vinagre (Sal 69, 22), como parece indicar el comentario de los otros soldados: “Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo” (Mateo). Marcos, que pone estas palabras en boca del mismo soldado que le da de beber, deja más claro que fue una burla más. Juan no se limita a constatar algo tan evidente. Siguiendo su costumbre de servirse de estos hechos naturales para enseñarnos algo más profundo, simboliza en esta sed fisiológica la intensa tendencia de Jesús hacia Dios, su sed de Dios a que se refiere el salmo 63. Después de probar vinagre, Jesús dijo: “Todo está cumplido”. Es su “sexta palabra”, propia también de Juan, con la que daba por terminada su misión. La misión que el Padre le había encomedado la había realizado con total fidelidad y entrega. ¡Dichoso quien pueda terminar la vida afirmando con verdad lo mismo! 135

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Cuarta Palabra “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


(Jn. 19, 30)

7 Palabras

En medio de los grandes dolores del patíbulo, después de haber superado el vinagre ofrecido por los soldados, haber perdonado a sus verdugos, haber dejado los correspondientes testamentos, sale la palabra de la entrega de la misión lograda en tantos lugares de ayer y de hoy y pronuncia las célebres palabras: “todo está cumplido”. Palabras que iluminan el lecho de muerte de cada uno de nosotros y poder decir: la vida la he dedicado a un objetivo pleno de amor a Dios y a mis hermanos, es el balance de lo que se hizo en la vida, es el resumen de cuanto se presentará ante nuestro altar de Dios, es la verdadera preparación al paraíso celestial, es la fundamentación de la vida proyectada en el mas allá, más que en el más acá como diría el Papa Benedicto XVI en su encíclica sobre la esperanza “Spe Salvi”. Es el recuerdo del final de los grandes hombres y mujeres de la historia que se ofrecen por causas nobles como muchos de ustedes al concluir la etapa formativa de los hijos en el cementerio… es la etapa que señaló San Pablo al escribir a Timoteo: he mantenido el buen combate, he sostenido la fe y ahora me espera la corona de los justos. Estas palabras como otras que puede poner cada hijo de Dios al final de la vida y una pregunta grande que nos hace Jesús en este momento desde su bendita cruz…. En qué realmente se gasta la vida. ¿Qué haces realmente por ti y por tus hermanos? La vida no puede ser la conquista de los graneros llenos o las bancos con buenos saldos a favor… Dios nos pide obras y nos invita a concluir con una palabra de satisfacción espiritual por el recorrido hasta el momento en la vida. Señor Dios… amadísimo Jesús… santos del cielo y de la tierra ayúdanos para poder entregar lo mejor de nosotros mismos en el final de nuestras vidas, permítenos hacer continuos exámenes de conciencia para entregarte como tú lo has hecho en la cruz el mejor balance de lo acontecido aquí, antes de ir a compartir contigo en la eternidad celestial. Amén. Séptima Palabra “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

ORACIÓN Dios de bondad y de misericordia: Meditar en las palabras de Jesús desde la cruz supone meditar en la personalidad orante y misericordiosa de tu Hijo. Que su ejemplo de total dependencia de Ti y de donación sin límites por amor, nos ayude a ser cada vez más conscientes de que sólo en Ti podemos encontrar la plenitud de nuestra vida; de que sólo en Ti hallaremos la felicidad que el hombre se afana en alcanzar. Por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

(Lc. 23, 46)

El cielo y la tierra se oscurecieron, las últimas palabras de Jesús se expresaron, es decir Jesús hablando y la naturaleza hablando y reconociendo la presencia del Hijo de Dios en el patíbulo, en el final, en el ocaso del camino terrenal de salvación de la humanidad, cuando 136

salen estas palabras: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,46). Es la muestra de entregar hasta el tesoro más grande que tiene el ser humano, su espíritu, su aliento, su arma accionaria: su capacidad de hablar. En los labios de Jesús florece esta expresión sálmica, que no sólo es una oración de moribundo, sino la entrega de la vida en las manos de Dios, manos que siempre estarán disponibles para recibirnos a pesar de nuestras faltas, porque son manos siempre atentas para acogernos como los padres de familia frente a sus hijos quienes a pesar del comportamiento siempre están dispuestos a recibirlos. Pero es el apóstol san Pablo quien nos afirma: “en la vida y en la muerte somos del Señor” o como diría San Agustín: de Dios venimos, en Dios andamos y a Dios volvemos y no hay poder humano que se pueda interponer ante esta seguridad, ante esta certeza, ante esta fiabilidad. En la vida muchas veces podemos pasarlo mal, sufrir, padecer rechazo, pero Dios está siempre para llevarnos de sus manos: “¿quien nos separará del amor de Cristo? Ni la muerte” (Rm 8,35). Dios está siempre ahí para llevarnos, por tanto no temamos en confiarnos en las manos del Padre celestial, no dudemos es el mejor capital-tesoro que tenemos los creyentes. Señor Jesucristo que padeciste este suplicio de la cruz, enséñanos a poner nuestra seguridad, certeza y confianza en ti como lo hiciste, ayúdanos a comprender la vida como lo has hecho valorando el mandato de amar a Dios Padre hasta la última gota de la vida, hasta la última palabra, hasta la última respiración, para entregarte todo lo que somos como el mejor tesoro a ti, Oh buen Dios. Amén

P. Gustavo Nova Nova, SSP

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7 Palabras

Sexta Palabra “Todo está cumplido”


La Madre de todas las vigilias Así llamó san Agustín a la Vigilia Pascual. La comunidad cristiana cuenta con el dato evangélico de que la resurrección de Jesús acontece al amanecer del “día primero de la semana”, que era el día siguiente al sábado. A partir de este acontecimiento recibirá el nombre de “Día del Señor Jesús resucitado”. Al amanecer se celebra la eucaristía, momento culminante de la celebración y del encuentro con el Resucitado. Toda la “noche santa”, es tiempo de vigilancia; de escucha de la Palabra de Dios; tiempo de oración; y desde los siglos tercero y cuarto, tiempo de celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, eucaristía y donación del Espíritu. La celebración se desarrolla en torno a cuatro grandes signos: la luz, la palabra, el agua, eucaristía (el pan y el vino).

Sábado

Fiesta pascual de la luz La luz es el primer signo de la celebración de la noche pascual. El centro de la celebración es el Cirio pascual. Este cirio encendido es Cristo-Luz resucitado, que brilla en medio de las tinieblas, y es luz de la humanidad. El signo luz-tinieblas aparece sobre todo en el evangelio de san Juan. Delante del cirio se hace el gran anuncio pascual. El pregón pascual es un canto a Cristo resucitado que inunda la tierra de su claridad. Se nos invita a entrar en comunión con Cristo resucitado encendiendo nuestro cirio en el Cirio pascual, para que nos transformemos en luz de Cristo que ilumina al mundo.

libertad; a Dios, que por boca de los profetas nos revela su designio de amor, enviando a su Hijo cuyo triunfo sobre el pecado y la muerte celebramos en esta vigilia. La solemne confesión de fe pascual es otra forma de entrar en comunión con Jesús resucitado, es nuestra palabra que responde a la Palabra divina. Sepultados con Cristo en el bautismo resucitamos a la vida nueva El tercer signo pascual es la inmersión y la salida de la fuente bautismal. En la carta a los fieles de Roma que se lee en la celebración, Pablo nos hace una hermosa catequesis mistagógica sobre el bautismo. Partiendo del bautismo por inmersión, nos revela lo que ha significado y significa el bautismo en nuestra vida. El bautismo es nuestra comunión con Cristo muerto y resucitado, gráficamente expresada en la inmersión en las aguas bautismales y en la salida de ellas. El bautizado es el ícono viviente de Cristo muerto y resucitado. Hacemos memoria de la pascua, “partiendo el pan” El pan y el vino de la “cena del Señor”, son el cuarto signo pascual. La manera de hacer memoria de Jesús, que murió, fue sepultado y resucitó, es tomar parte en la celebración de la eucaristía. Recibiendo el “cuerpo entregado” y “la sangre derramada” entramos en comunión de la manera más profunda con Jesús resucitado, que se hace presente en el momento en que estamos congregados “para el banquete pascual del amor”. También la participación en la “cena del Señor” configura al cristiano con Cristo resucitado. Celebremos la fiesta con la levadura nueva que compartimos en la eucaristía. Sábado

30

de Marzo- Sábado Santo Vigilia Pascual

Fiesta de la palabra El segundo signo pascual es la Palabra de Dios. Las lecturas de la vigilia despliegan ante nosotros la realidad humana, convertida en historia de salvación. Por esta Palabra conocemos a Dios, artífice maravilloso de todo lo creado; a Dios salvador y liberador, que acompaña al pueblo en su peregrinar hacia la 138

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Hoy no puede darse la sagrada comunión más que a modo de viático. EN LA NOCHE SANTA VIGILIA PASCUAL 1. Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12, 42). Los fieles, llevando en la mano —según la exhortación evangélica (Lc 12, 35 ss)— lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa. 2. La celebración de laVigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o «lucernario» (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que él obró desde el principio en favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra) y cuando el día de la resurrección está por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos hijos, renacidos en el bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo, por medio de su muerte y resurrección (cuarta parte). 3. Toda la celebración de laVigilia pascual se hace en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después del alba del domingo.

Sábado

4. La misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa pascual del Domingo de Resurrección. Los fieles que participan en la misa de la Vigilia pueden comulgar también en la misa diurna de la Pascua. 5. El sacerdote que celebra o concelebra la misa de laVigilia, puede también celebrar o concelebrar la misa diurna de la Pascua. 6. El sacerdote y los ministros se revisten desde el principio con los ornamentos blancos de la misa. Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en laVigilia. 140

I Parte LUCERNARIO O SOLEMNE COMIENZO DE LA VIGILIA BENDICIÓN DEL FUEGO 7. Se apagan todas las luces de la iglesia. En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se enciende el fuego. Congregado allí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo este rito se desarrolla como se indica en el número 13, p. 143. 8. El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve exhortación, con estas palabras u otras semejantes: Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con él para siempre en Dios. 9.

Enseguida bendice el fuego.

Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida divina, bendice + este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales enciendan en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu renovado a la fiesta gloriosa de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual). 10. Si, por razones pastorales, parece oportuno hacer resaltar con algunos símbolos la dignidad y la significación del cirio pascual, puede hacerse de este modo: una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Este, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él la letra griega Alfa y, debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso, mientras dice: 141

Sábado

Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa (por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes.


1. Cristo ayer y hoy, traza la línea vertical; 2. Principio y fin, traza la linea horizontal; 3. Alfa traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical; 4. y Omega. traza la letra Omega, abajo de la línea vertical; 5. Suyo es el tiempo traza el primer número del año en curso, en el ángulo superior izquierdo de la cruz; 6. y la eternidad. traza el segundo número del año, en el ángulo superior derecho; 7. A él la gloria y el poder, traza el tercer número del año en el ángulo inferior izquierdo; 8. por los siglos de los siglos. Amén. el cuarto número del año en el ángu-

12. El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo: Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu. Lo indicado en los nn. 10-12 puede realizarse total o parcialmente, según las circunstancias pastorales del ambiente y del lugar. Las Conferencias Episcopales pueden establecer también otros ritos más acomodados a la idiosincracia de cada pueblo en concreto.

A 2

0

1

3 Ω

13. Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia, el rito se acomoda a las circunstancias. Reunido, como de costumbre, el pueblo en la iglesia, el celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio pascual, se dirige a la puerta de la iglesia. El pueblo, en cuanto sea posible, se vuelve hacia el celebrante. Se hace el saludo y la exhortación, como se indicó en el n. 8; después se bendice el fuego (n. 9) y, si se quiere, se prepara y enciende el cirio, como se indica en los nn. 10-12. PROCESIÓN 14. A continuación el diácono o, en su defecto, el sacerdote, toma el cirio pascual y, manteniéndolo elevado, canta él solo:

lo inferior derecho.

1. Por sus santas llagas Sábado

2. gloriosas, 3. nos proteja

Amén.

142

R. De-mos gra.cias a Dios.

Todos entran en la iglesia, precedidos por el diácono (o el sacerdote) que lleva el cirio pascual. Si se emplea el incienso, el turiferario precederá al diácono.

1 4

2

4. y nos guarde 5. Jesucristo nuestro Señor.

V. Cris-to luz del mun-do.

3

5

15. En la puerta de la iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio, canta por segunda vez: Cristo, luz del mundo. (Y todos responden): Demos gracias a Dios. (En este momento todos encienden sus velas en la llama del cirio y avanzan de nuevo). 143

Sábado

11. Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo.


Cristo, luz del mundo. (Y todos responden): Demos gracias a Dios. (Entonces se encienden las luces del templo). PREGÓN PASCUAL 17. El sacerdote se dirige a la sede. El diácono pone el cirio pascual en el candelabro, que está preparado en medio del presbiterio o junto al ambón. Después de poner incienso en el incensario, si éste se ha utilizado, el diácono pide y recibe, como lo hace en la misa antes del Evangelio, la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. R. Amén. Esta bendición se omite si el pregón pascual es proclamado por otro que no sea el diácono. Si se usa el incienso, el diácono o, en su defecto, el sacerdote, inciensa el libro y el cirio. Luego proclama el pregón pascual desde el ambón o desde el púlpito. Todos permanecen de pie, teniendo en sus manos las velas encendidas. El pregón pascual puede ser proclamado, en caso de necesidad, por un cantor que no sea diácono. En este caso, el cantor omite desde las palabras (Por eso, queridos hermanos), hasta el final del invitatorio (El resplandor de su luz), así como el saludo (El Señor esté con ustedes).

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. Alégrese también nuestra madre la Iglesia revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo. (Por eso, queridos hermanos, que asistís a la admirable claridad de esta luz santa, invocad conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío, me agregó al número de los diáconos, complete mi alabanza a este cirio, infundiendo el resplandor de su luz). V. R. V. R. V. R.

El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán, y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo pecado. Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles. Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo. Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

Sábado

El pregón puede cantarse también en su forma breve. Las Conferencias Episcopales pueden adaptar el pregón intercalando en él alguna aclamación del pueblo.

Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los santos.

18. Forma larga del Pregón Pascual

Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!

Alégrense, por fin, los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación. 144

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Sábado

16. Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, canta por tercera vez:


Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo. Ésta es la noche de la que estaba escrito: “Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo”.

V. R. V. R. V. R.

En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, que arde en llama viva para la gloria de Dios.Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa. ¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino! Te rogamos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre para destruir la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. Sábado

19. Forma breve del Pregón Pascual Alégrense, por fin, los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del cielo, y por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación. Goce también la tierra, inundada de tanta claridad y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. 146

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y ha borrado con su sangre inmaculada, la condena del antiguo pecado. Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles. Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo. Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado. Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los santos. Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo! Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor! Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes. 147

Sábado

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia. doblega a los poderosos.

El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario.


En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre para destruir la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. II parte LITURGIA DE LA PALABRA 20. En esta vigilia, “madre de todas las vigilias” (San Agustín, Serm. 219), se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio). 21. Si las circunstancias pastorales lo piden, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la Palabra de Dios es parte fundamental de estaVigilia de Pascua. Deben leerse, por lo menos, tres lecturas del Antiguo Testamento y, en casos muy urgentes, por lo menos dos. Pero nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo 14 del Éxodo. 22. Terminado el pregón, todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes. Sábado

Hermanos, con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos con recogimiento la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la antigua alianza, Dios salvó a su pueblo y en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo para que nos redimiera. Oremos para que Dios, nuestro Padre, conduzca a su plenitud esta obra de salvación, iniciada con la muerte y resurrección de Jesucristo. 148

23. Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y lee la primera lectura. Después el salmista o cantor dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice Oremos y después de que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración colecta. Lo mismo se hace en cada lectura. En lugar de decir el salmo responsorial, se puede guardar un breve espacio de silencio para hacer oración. En este caso, se omite la pausa después del Oremos. LECTURAS En esta Vigilia se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio). Si las circunstancias pastorales lo piden, el número de lecturas del Antiguo Testamento puede reducirse hasta tres, y en casos muy urgentes, hasta dos. Aun en este último caso, nunca se omita la tercera lectura, tomada del Éxodo, sobre el paso del mar Rojo. 1ª Lectura (Gén 1,1—2,2) Lectura del libro del Génesis En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: “que exista la luz”, y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche”. Fue la tarde y la mañana del primer día. Dijo Dios: “Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde y la mañana del segundo día. Dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco”. Y así fue. Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra”. Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día. Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del 149

Sábado

¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!


O bien: Forma breve Lectura del libro del Génesis (Gen 1, 1- 26-31) En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra». 150

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense, llene la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra». Y dijo Dios: «He aquí que les entrego todas las plantas de semillas que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas». Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor. Salmo responsorial (Sal 103) R Bendice al Señor, alma mía. L Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto /R L Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste /R L En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas /R L Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos; haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que sirven al hombre /R L ¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al Señor, alma mía /R O bien: Salmo responsorial (Sal 32) R La tierra llena está de tus bondades. L Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades /R L La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros. Los mares encerró como en un odre y como en una presa, los óceanos /R L Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres /R 151

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cielo para iluminar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día. Dijo Dios: “Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo”. Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra”. Fue la tarde y la mañana del quinto día. Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies”. Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”. Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen frutos y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día. Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.


Oremos. Dios nuestro, que de un modo admirable nos creaste a tu imagen y semejanza y de un modo más admirable todavía nos redimiste, concédenos sabiduría de espíritu, para resistir los atractivos del pecado y poder llegar así a los gozos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

el sacrificio?” Abraham le contestó: “Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío”. Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo. Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel le dijo: “No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único”. Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio “el Señor provee”, por lo que aun el día de hoy se dice: “el monte donde el Señor provee”. El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.

2ª Lectura (Gén 22,1-18) Lectura del libro del Génesis En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él respondió: “Aquí estoy”. Y Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”. Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: “Quédense aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después regresaremos”. Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: “¡Padre!” El respondió: “¿Qué quieres, hijo?” El muchacho contestó: “Ya tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para

O bien: Forma breve Lectura del libro del Génesis (Gen 22, 1-2. 9-13. 15-18) En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: «¡Abraham, Abraham!» El respondió: «Aquí estoy». Y Dios le dijo: «¡Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré». Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo. Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: «¡Abraham, Abraham!» Él contestó: «Aquí estoy». El ángel le dijo: «No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único». Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Oración Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras admirable, concédenos comprender que la redención realizada por Cristo, nuestra Pascua, es una obra más maravillosa todavía que la misma creación del universo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. (Esta oración se puede substituir por la siguiente, si se hace la lectura breve: creación del hombre).

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L En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado /R


Salmo responsorial (Sal 15) R Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. L El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré /R L Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra yo la corrupción /R L Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti /R Oración Oremos. Señor Dios, Padre de los creyentes, que por medio del sacramento pascual del bautismo sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamado. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

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3ª Lectura (Ex 14,15—15,1) Lectura del libro del Éxodo En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor”. El ángel del Señor, que iba al frente de las 154

huestes de Israel, se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas y el campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda la noche. Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió las aguas. Los Israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar. Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico. Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente. Dijeron entonces los egipcios: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto”. Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes”. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor: (El lector no dice Palabra de Dios y el salmista de inmediato entona el salmo responsorial) Salmo responsorial (Sal:Ex 15) R Alabemos al Señor por su victoria. L Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi salvación; él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le cantaré /R L El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes /R 155

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El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: «Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras». Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.


Oración Oremos. Tus antiguos prodigios se renuevan, Señor, también en nuestros tiempos, pues lo que tu poder hizo con las aguas para librar a un solo pueblo de la esclavitud del faraón, lo repites ahora, por medio del agua del bautismo, para salvar a todas las naciones. Concede a todos los hombres del mundo entero contarse entre los hijos de Abraham y participar de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. O bien: Oremos Señor, que con el Evangelio nos has hecho comprender el sentido profundo del Antiguo Testamento, dejándonos ver en el paso del mar Rojo una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un símbolo del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

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4ª Lectura (Is 54,5-14) Lectura del libro del profeta Isaías “El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es ‘Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios. Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor. Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti. Tú, la 156

afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y murallas de piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará a ti”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. Salmo responsorial (Sal 29) R Te alabaré, Señor, eternamente. L Te alabaré, Señor, eternamente, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste /R L Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo /R L Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente /R Oración Oremos. Señor Dios, siempre fiel a tus promesas, aumenta, por medio del bautismo, el número de tus hijos y multiplica la descendencia prometida a la fe de los patriarcas, para que tu Iglesia vea que se va cumpliendo tu voluntad de salvar a todos los hombres, como los patriarcas lo creyeron y esperaron. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 5ª Lectura (Is 55,1-11) Lectura del libro del profeta Isaías Esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David. Como a él lo puse por testi157

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L Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo /R L Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para siempre /R


Salmo responsorial (Sal Is 12) R El Señor es mi Dios y salvador. L El Señor es mi Dios y salvador: con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación /R L Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime /R L Alaben, al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes /R Sábado

Oración Oremos. Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios que estamos celebrando esta noche, infunde en nuestros corazones la gracia de tu Espíritu, para que podamos vivir una vida digna de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén. 158

6ª Lectura (Ba 3,9-15.32—4,4) Lectura del libro del profeta Baruc Escucha, Israel, los mandatos de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo? Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los senderos de Dios, habitarías en paz eternamente. Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía, así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: “Aquí estamos”, y refulgen gozosos para aquel que los hizo. El es nuestro Dios y no hay otro como él; él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió con los hombres. La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán. Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha sido revelado. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. Salmo responsorial (Sal 18) R Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna. L La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo /R L En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino /R L La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos /R L Más deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea /R 159

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go ante los pueblos, como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha honrado. Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos. Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor.


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7ª Lectura (Ez 36,16-28) Lectura del libro del profeta Ezequiel En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: “Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Este es el pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra’. Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: “Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad. Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías. Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios’”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. Salmo responsorial (Sal 41 y 42). R Estoy sediento del Dios que da la vida. L Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío /R 160

L Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo? /R L Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios /R L Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas /R L Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara /R O bien, cuando hay bautizos: Isaías 12 R. El Señor es mi Dios y salvador. L El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación /R L Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime /R L Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes /R O bien: Del salmo 50 R. Crea en mí, Señor, un corazón puro. L Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu /R L Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los pecadores /R L Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias /R Oración Oremos. Señor Dios nuestro, poder inmutable y luz sin ocaso, prosigue bondadoso a través de tu Iglesia, sacramento de salvación, la obra que tu amor dispuso desde la eternidad; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que todo se integra en aquel que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén. 161

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Oración Oremos. Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has hecho renacer en el bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.


24. Terminada la oración de la última lectura del Antiguo Testamento, con el responsorio y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar. El sacerdote entona solemnemente el Gloria, que todos prosiguen. Se tocan las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar. 25. Después del Gloria, el sacerdote dice la Oración Colecta, como de ordinario. Oración Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. 26. Enseguida un lector lee la epístola de san Pablo.

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Epístola (Rom 6,3-11) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva. Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección. Sabemos que nuestro viejo yo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el que ha muerto queda libre del pecado. Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo uste162

des, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 27. Terminada la epístola todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya, que todos repiten. Luego un salmista o un cantor dice el salmo, al que el pueblo responde: Aleluya. Si hace falta, el mismo salmista canta el Aleluya.

A-le-lu-ya, a-le-lu-ya, a-le-lu-ya.

Salmo responsorial (Sal 117) R Aleluya, aleluya. L Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna” /R L La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el Señor ha hecho /R L La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente /R 28. Para el Evangelio no se llevan velas. Puede emplearse el incienso. Evangelio (Lc 24,1-12) Lectura del santo Evangelio según san Marcos A Gloria a ti, Señor. El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’ “.Y ellas recordaron sus palabras. 163

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O esta oración: Oremos. Señor Dios nuestro, que con las enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento nos has preparado a celebrar el misterio de la Pascua, haz que comprendamos tu amor, para que los dones que hoy recibimos confirmen en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.


29. Después del Evangelio se tiene la Homilía y luego se pasa a la Liturgia Bautismal. III parte LITURGIA BAUTISMAL 30. El sacerdote con los ministros se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo contrario, se pone un recipiente con agua en el presbiterio. Si hay catecúmenos adultos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos o, si son niños, llevados por los padres y padrinos frente a toda la asamblea. 31. Después, el sacerdote exhorta a los presentes, con estas u otras palabras semejantes. (Si están presentes los que se van a bautizar): Hermanos, acompañemos con nuestra oración a estos catecúmenos que anhelan renacer a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les otorgue su protección y su amor. (Si se bendice la fuente, pero no va a haber bautizos): Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso que con su poder santifique esta fuente bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo, sean acogidos en la familia de Dios.

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32. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden estando en pie (por razón del tiempo pascual). Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la procesión; en este caso se llama a los catecúmenos, antes de comenzar la procesión. Abre la procesión el diácono, con el cirio pascual; siguen los catecúmenos, con los padrinos; después, el sacerdote con los ministros. En este caso, la exhortación precedente se hace antes de la bendición del agua. 33. Si no hay bautizos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías, se procede inmediatamente a la bendición del agua (número 35). 164

LETANÍAS DE LOS SANTOS 34. En las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los que van a ser bautizados. Señor, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros Santa María, Madre de Dios San Miguel Santos Ángeles de Dios San Juan Bautista San José Santos Pedro y Pablo San Andrés San Juan Santa María Magdalena San Esteban San Ignacio de Antioquía San Lorenzo Santas Perpetua y Felícitas Santa Inés San Gregorio San Agustín San Atanasio San Basilio San Martín San Benito Santos Francisco y Domingo San Francisco Javier San Juan María Vianney Santa Catalina de Siena Santa Teresa de Jesús Santos y Santas de Dios Muestrate propicio De todo mal

Señor, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Rueguen por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Rueguen por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Rueguen por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Rueguen por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Ruega por nosotros Rueguen por nosotros líbranos, Señor líbranos, Señor 165

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Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Palabra del Señor. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús.


líbranos, Señor líbranos, Señor líbranos, Señor líbranos, Señor líbranos, Señor

Nosotros, que somos pecadores

te rogamos, óyenos

(Si hay bautizos): Para que te dignes comunicar tu propia vida a quienes has llamado al bautismo

te rogamos, óyenos

(Si no hay bautizos): Para que santifiques esta agua por la que renacerán tus nuevos hijos Jesús, Hijo de Dios vivo

te rogamos, óyenos te rogamos, óyenos

(Si hay bautizos, el sacerdote, con las manos juntas, dice la siguiente oración): Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía a tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante la colaboración de nuestro ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL 35. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo con las manos juntas, la siguiente oración: Sábado

Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos de los sacramentos y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia del bautismo. Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera el poder de dar la vida. 166

Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud. Dios nuestro, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin de que el pueblo liberado de la esclavitud del faraón, prefigurara al pueblo de los bautizados. Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el precursor en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: «Vayan y enseñen a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.» Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo. Que por la obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo pecado por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo. (Si lo cree oportuno, introduce el cirio pascual en el agua una o tres veces, diciendo): Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente, (Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue): para que todos los que en ella reciban el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resuciten también con él a la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 36. Enseguida saca el cirio del agua y el pueblo dice la siguiente aclamación o alguna otra adecuada: Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alaben y glorifíquenlo por los siglos. 167

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De todo pecado De la muerte eterna Por tu encarnación Por tu muerte y resurrección Por el don del Espíritu Santo


37. Cada catecúmeno hace la renuncia a Satanás y la profesión de fe, y recibe el bautismo.

BENDICIÓN DEL AGUA BENDITA 38. Si no hay bautizos, ni bendición de la fuente bautismal, el sacerdote invita al pueblo a orar diciendo: Pidamos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, que bendiga esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido. (Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas).

Sábado

Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de nuestra redención. Dígnate bendecir + esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos. Tú, además, has convertido el agua en un instrumento de tu misericordia: a través de las aguas del mar Rojo liberaste a tu pueblo de la esclavitud; en el desierto hiciste brotar un manantial para saciar su sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres; finalmente, en el agua del Jordán, santificada por Cristo, inauguraste el sacramento de una vida nueva, que nos libra de la corrupción del pecado. Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua del Señor, el cual vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. 168

39. Terminada la ceremonia del bautismo (y de la confirmación) o, si no hubo bautizos, después de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas encendidas hacen la renovación de las promesas del bautismo. (El sacerdote se dirige a la comunidad con estas palabras u otras parecidas): Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con él en su muerte para resucitar con él a una vida nueva. Por eso, después de haber terminado el tiempo de Cuaresma, que nos preparó a la Pascua, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica. (Para hacer la renuncia, se puede tomar una de las dos fórmulas que se proponen a continuación): I fórmula: Sacerdote: ¿Renuncian ustedes a Satanás? Todos: Sí, renuncio. Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?

Sábado

Si está presente el obispo, los catecúmenos adultos reciben inmediatamente la confirmación; en caso contrario, el presbítero que ha administrado el bautismo puede también confirmar a los catecúmenos adultos (Cfr Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, nn. 228 y 362).

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO

Todos: Sí, renuncio. Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones? Todos: Sí, renuncio. 169


Sábado

(Prosigue el sacerdote): ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? Todos: Sí, creo. Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre? Todos: Sí, creo. Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? Todos: Sí, creo. Y el sacerdote concluye: Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor, hasta la vida eterna. Todos: Amén. 170

40. El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan la siguiente antífona o algún otro canto bautismal: Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi que en todos aquellos que recibían el agua, surgía una vida nueva y cantaban con gozo: Aleluya, aleluya. 41. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal se hizo en el presbiterio, los ministros llevan a la fuente, con toda reverencia, el recipiente del agua. Si no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en un lugar apropiado. 42. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde dirige la Oración Universal, en la cual toman parte los neófitos por primera vez: En este tiempo de la sagrada pasión, en que Cristo presentó al Padre súplicas y oraciones con ardientes lágrimas, roguemos, hermanos, a Dios, nuestro Padre, que por amor a su Hijo se digne también escuchar benignamente nuestras plegarias. Digámosle todos con gran confianza: te rogamos, Señor R. Te rogamos, Señor. L Por la santa Iglesia, para que la purifique plenamente con la sangre de Cristo, roguemos al Señor /R. L Por todos los pueblos del mundo, para que, por medio de la redención de Cristo, venga a ellos la paz y la salvación, roguemos al Señor /R L Por todos los que participan de la pasión de Cristo mediante la enfermedad y la tribulación, para que Dios les dé fortaleza y valor, roguemos al Señor /R L Por todos nosotros, para que, por medio de la pasión y muerte de Jesucristo, lleguemos a la gloria de la resurrección, roguemos al Señor /R Atiende, Señor, a las súplicas de tu pueblo, para que, lo que no se atreve a esperar por sus propios méritos, lo alcance por la pasión de tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. No se dice Credo. 171

Sábado

II fórmula: Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios? Todos: Sí, renuncio. Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal para que el pecado no los esclavice? Todos: Sí, renuncio. Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado? Todos: Sí, renuncio.


IV parte LITURGIA EUCARÍSTICA

• Si se usa el Canon romano, se dice: Reunidos en comunión, y Acepta, Señor, p. 12.

43. El sacerdote va al altar y comienza la Liturgia Eucarística, en la forma acostumbrada.

• Si se usa la plegaria eucarística II, se dice: Acuérdate, Señor, p. 18 y la intercesión particular, p. 19.

Oración sobre las ofrendas Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, que estamos celebrando, nos obtenga la fuerza para llegar a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 45. PREFACIO: El misterio pascual V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.

Sábado

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en esta noche en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. 172

• Si se usa la plegaria eucarística III, se dice: Atiende los deseos, y la intercesión particular, p. 21. 46. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22). 47. Antífona de la Comunión (1 Cor 5, 7-8) Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos, pues, la Pascua, con una vida de rectitud y santidad. Aleluya. 48. Oración después de la Comunión Infúndenos, Señor, tu espíritu de caridad para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en este sacramento de la muerte y resurrección de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. 49. Bendición Solemne: Que Dios todopoderoso os bendiga en este día solemnísimo de Pascua y, compadecido de vosotros, os guarde de todo pecado. R. Amén. Que os conceda el premio de la inmortalidad quien os ha redimido para la vida eterna con la resurrección de su Hijo. R. Amén. Que quienes, una vez terminados los días de la Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén. 173

Sábado

44. Es conveniente que el pan y el vino scan presentados por los neófitos, si los hay.


50. Para la despedida, el diácono o el mismo sacerdote dice:

31

Podéis ir en paz, aleluya, aleluya. R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

de Marzo - Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

NUESTRO SEÑOR, JESÚS, NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO lu lu

ya. ya.

Sábado

De verdad ha resucitado el Señor Ésta es la Buena Noticia que recorre todas las comunidades. La primera reacción es de sorpresa. Las mujeres, ante el anuncio: “No está aquí, ha resucitado”, según el testimonio de Marcos, salieron corriendo del sepulcro asustadas y fuera de sí. La segunda reacción fue de incredulidad. Cuando las mujeres se encuentran con los discípulos y les dicen que Jesús vive, que ha resucitado, no les creyeron. Tuvieron que verlo, comer con él, y en el caso de Tomás hasta tocarlo, para creer. En la última manifestación a los discípulos, según el relato de Marcos, Jesús “les reprendió su incredulidad y obstinación por no haber creído a los que lo habían visto resucitado”. El discípulo que llegó primero: vio y creyó En este momento decisivo aparece de nuevo el “otro discípulo”, el que amaba Jesús, que encarna en el evangelio de Juan al auténtico discípulo. Se acerca corriendo al sepulcro en compañía de Pedro. 174

175

Domingo de Pascua

Po-déis ir en paz, a-le-lu-ya, a leDemos gracias a Dios, a-le-lu-ya, a le-

Éste es el día que hizo el Señor Este día lo hizo el Señor, que no permitió que su Siervo Jesús fuera definitivamente derrotado por la muerte, ni que “su carne experimentara la corrupción”. Este día lo hizo Jesús, que amó hasta entregar la vida; y un amor así no podía ser derrotado, sino que mereció ser proclamado “Señor de la gloria, y Juez de vivos y muertos”. Éstas son las fiestas de Pascua, en que “el verdadero Cordero ha sido inmolado”; en que por el orbe entero los redimidos proclaman su fe en que Cristo ha resucitado; y hace exclamar al pregonero exultante de gozo: “Feliz la culpa que nos mereció tal Redentor”. Con el Domingo de Pascua empieza lo que san Atanasio llama “gran domingo”, que comprende todo el tiempo pascual. Se prolonga hasta el Domingo de Pentecostés.


Mensajeros de la resurrección Los relatos evangélicos de las apariciones de Jesús resucitado, en su inmensa mayoría terminan en misión. Los que se encuentran con Jesús resucitado, llenos de gozo lo primero que hacen es llevar la Buena Noticia a los demás compañeros. En el evangelio de Marcos, los mensajeros de la resurrección dicen a las mujeres: “Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán como les había dicho”. Lo mismo hace María Magdalena y los discípulos de Emaús. De este modo se convierten en verdaderos anunciadores de la resurrección.

Domingo de Pascua

Nosotros somos testigos de que Dios resucitó a Jesús En los discursos de los Hechos de los Apóstoles, Lucas nos ha dejado el estilo y el contenido central de la predicación cristiana de los primeros evangelizadores. El anuncio es éste: “Lo mataron colgándolo del madero. Dios lo resucitó al tercer día”. Éste es el anuncio que hacen a los judíos, y éste mismo es el que hacen a los paganos, como relata Lucas en la primera lectura de hoy. Al anuncio sigue otra proclamación: “Nosotros somos testigos”. Los que fueron testigos de “todo lo que había hecho en Judea y Jerusalén”, ahora son testigos de que vive y está resucitado. La fe y la conversión de las primeras comunidades está cimentada en el misterio de la pascua: la muerte y resurrección de Jesús. Los testigos de la resurrección para el mundo de hoy somos nosotros. Pero para esto es necesario que nos hayamos encontrado con el Resucitado. Con él nos encontramos en las Escrituras y al “partir el pan” en nuestras eucaristías pascuales. 176

1. Ritos iniciales (Ir a la Pág. 6) 2. Antífona de entrada (Sal 138, 18. 5- 6) He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí, tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya. O bien: (Lc 24, 34; Cfr Ap 1, 6) El Señor ha resucitado. Aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad. 3. Se dice el Gloria (Ir a la pág. 6) 4. Oración colecta Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo. 5. 1ª Lectura (He 10,34. 37-43) Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos. El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 177

Domingo de Pascua

Llega el primero al sepulcro, lee perfectamente los signos de que Jesús ha resucitado, y es el primero en creer. Entonces se les abrieron los ojos y empezaron a comprender las Escrituras. La fe en la resurrección de Jesús es el paso necesario para convertirse en verdadero discípulo. Se lo recuerda Pablo a los cristianos de Roma: “Si confiesas con la boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios los resucitó de la muerte, te salvarás”. Esta fórmula de Pablo, ha quedado como anuncio fundamental de la predicación y como fórmula de la profesión de fe cristiana.


7. 2ª Lectura (Col 3, 1-4) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. O bien:

Domingo de Pascua

(1Co 5, 6-8) Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Celebramos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Palabra de Dios. A Te alabamos, Señor. 8. Secuencia (Sólo el día de hoy es obligatoria; durante la octava es opcional) Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. 178

Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mí Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. 9. Aclamación antes del Evangelio (1Co 5,7-8). R Aleluya, aleluya. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R Aleluya. 10. Evangelio (Jn 20,1-9) Lectura del santo Evangelio según san Juan A Gloria a ti, Señor. El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 179

Domingo de Pascua

6. Salmo responsorial (Sal 117). R Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya. L Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna” /R L La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho /R L La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente /R


Evangelio (Lc 24, 1-12) Lectura del santo Evangelio según san Lucas El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’ “. Y ellas recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no las creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. O bien (en las misas vespertinas del domingo):

Domingo de Pascua

Evangelio (Lc 24, 13-35) Lectura del santo Evangelio según san Lucas El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: «¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?» Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?» Él les preguntó: «¿Qué cosa?» Ellos le respondieron: «Lo que Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo 180

entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: «¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él. Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: «¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!» Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: «De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón». Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor. A Gloria a ti, Señor Jesús. 11. Se dice Credo (Ir a la pág. 8) 12. Oración de los fieles S En este día, Dios actuó resucitando a Jesús de la muerte por medio de su Espíritu. Oremos, para que también nosotros resucitemos con él. Respuesta: Haznos, Señor, testigos de la resurrección de Jesús. L Los discípulos pregonaban: ”Dios resucitó a Jesús a quien ustedes mataron”. Para que seamos hoy los pregoneros de esta Buena Noticia: Roguemos al Señor. A Haznos, Señor, testigos de la resurrección de Jesús. 181

Domingo de Pascua

O bien:


L Donde reinó la muerte, ahora reina la vida. Para que la vida de Jesús resucitado se haga presente en nuestros hogares y en nuestras comunidades: Roguemos al Señor. A Haznos, Señor, testigos de la resurrección de Jesús. L La violencia y la muerte están presentes en nuestras calles y plazas. Para que los ciudadanos y las instituciones apostemos seriamente por la vida: Roguemos al Señor. A Haznos, Señor, testigos de la resurrección de Jesús.

19. Bendición Solemne Que Dios misericordioso, que por la resurrección de su Hijo unigénito nos ha redimido y hecho hijos suyos, nos llene de alegría con su bendición. R. Amén.

(Intenciones libres)

Que por nuestras buenas obras merezcamos unirnos en el cielo a Aquel para quien, profesando la fe, hemos resucitado en el bautismo. R. Amén.

S Te pedimos, Señor, que los discípulos de Jesús resucitado promovamos y defendamos una vida digna para todos. Por Jesús, el Señor resucitado. A Amén. 13. Oración sobre las ofrendas Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Que por Cristo redentor, por quien recibimos el don de la libertad perpetua, nos conceda también tener parte en la herencia eterna. R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros. R. Amén. Para despedir al pueblo, durante toda la octava se dice: Nos podemos ir en paz, aleluya, aleluya.

14. PREFACIO: El misterio pascual (Ir a la Pág. 172)

El pueblo responde: R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

15. Liturgia Eucarística (Ir a la Pág. 9)

Puede cantarse con el tono de la pág. 174.

16. Rito de Comunión (Ir a la Pág. 22). 17. Antífona de comunión Domingo de Pascua

Domingo de Pascua

(1 Cor 5, 7-8) Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya. 18. Oración después de la comunión Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. 182

183


¡VICTORIA!, ¡TÚ REINARÁS! Re+ Re7 Sol+ ¡Victoria! (oh Crsito) ¡Tú reinarás! La+ La7 Re+ ¿Oh cruz, tú nos salvarás? Re+ Sol+ El Verbo en ti clavado, La7 Re+ muriendo nos rescató; Sol de ti madero santo, La7 Re+ nos viene la redención. Hermanos, la cruz de Cristo nos muestra el amor de Dios sabemos que Dios nos quiere, su amor por Cristo nos dio. Extiende por el mundo tu reino de salvación. ¡Oh cruz, fecunda fuente de vida y bendición!

Cantoral Litúrgico

Impere sobre el odio tu reino de caridad. Alcancen las naciones el gozo de la unidad. La gloria por los siglos a Cristo libertador; su cruz nos lleve al cielo, la tierra de promisión. 184

Mira mi angustia, mira mi pena, dame la gracia de tu perdón.

PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR

Mi corazón busca tu rostro, oye mi voz, Señor, ten piedad.

MiSi+ Perdona a tu pueblo, Señor; Si7 Mi- La- Si7 Miperdona a tu pueblo, perdónale, Señor. MiRe7 Si+ Por tus profundas llagas crueles, MiSi7 Mipor tus espinas y por tus hieles, La- Si7 Miperdónale, Señor.

A ti, Señor, invoco y te llamo, Tú eres mi roca, oye mi voz.

Por las heridas de tus pies y manos, por los azotes tan inhumanos, perdónale, Señor. Por los tres clavos que te clavaron, por las espinas que te punzaron, perdónale, Señor. Por las tres horas de tu agonía, en que por Madre diste a María, perdónale, Señor. SÍ, ME LEVANTARÉ Mi+ Do#- Sol#- Do#- Dol#- La+ Mi+ /Sí, me levantaré, volveré junto a mi Padre/. Mi+ Do#A ti, Señor, elevo mi alma, Fa#Sol#Tú eres mi Dios y mi Salvador.

No pongas fin a tu ternura, haz que me guarde siempre tu amor. Sana mi alma y mi corazón, porque pequé, Señor, contra Ti. Piedad de mí, oh Dios de ternura, lava mis culpas, oh Salvador. Tú sabes bien, Señor, mis pecados, ante tus ojos todos están.

Si7 Mim fijos en las manos de sus señores, Fa#7 así están nuestros ojos en el Señor Si7 Mim esperando su misericordia. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de burlas. Misericordia, Señor, misericordia que estamos saciados de desprecios PUEDE SER QUE ME PERDONE

A TI LEVANTO MIS OJOS

Do Una vez más rezaré, Sol de rodilla me pondré, Fa Yo sé que una vez más Do sol Él me perdona.

La7 Re7 Sol7 Mim A ti levanto mis ojos Lam Si7 Mim A ti que habitas en el cielo. Lam Re7 Sol7 Mim A ti levanto mis ojos, Lam Si7 Mim porque espero tu misericordia. Mim Lam Como están los ojos de los esclavos

Le diré que lucho en vano, que pequé, pues soy humano Yo sé que una vez más Él me perdona. Do Para un Dios Sol Lam que conoció la tentación, Mim Lam del amigo la traición,

Como el vigía espera la aurora así mi alma espera al Señor. Vuelve, Señor, vuelve a nosotros, somos tus hijos, tennos piedad.

185

Domingo de Pascua

7. Cantoral Litúrgico


Yo sé que una vez más Él me perdona. Murió pobre y olvidado, yo con los brazos cruzados, yo sé que una vez más Él me perdona.

Los pobres son la Iglesia, los ricos son son la Iglesia, somos la Iglesia del Señor... Los blancos..., los negros... Los curas..., los laicos... Los niños..., los viejos... CRISTO TE NECESITA

8. Cantos para la Misa Cantos para el Domingo de Ramos QUE ALEGRIA CUANDO ME DIJERON

Cantoral Litúrgico

Mi Si7 Mi ¡Qué alegría cuando me dijeron: Si7 “vamos a la casa del Señor”! Mi Mi7 La Ya están pisando nuestros pies Mi Si7 Mi tus umbrales Jerusalén. Mi Jerusalén está fundada La Si7 Mi como ciudad bien compacta. Mi7 La LaAllá suben las tribus, Mi Si7 Mi las tribus del Señor. Según la costumbres de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. 186

Desead la paz a Jerusalén: “Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, en tus palacios seguridad”. Por mis hermanos y compañeros voy a decir: “La paz contigo”. Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. A EDIFICAR LA IGLESIA Mi A edificar la Iglesia (3) Si7 del Señor. Hermano ven ayúdame, hermana ven ayúdame, Mi a edificar la Iglesia del Señor. Yo soy la Iglesia, tú eres la Iglesia, somos la Iglesia del Señor.

Rem Cristo te necesita Fa para amar, para amar. Rem Sib Do Rem Cristo te necesita para amar (bis) Fa No te importen las razas Lam Sib Fa ni el color de la piel Sib Do ama a todos como hermanos Rem y haz el bien (bis)

Al amigo de siempre dale amor, dale amor, al que no te saluda, dale amor (bis) JUNTOS CANTANDO LA ALEGRIA Mi Si7 Mi 7 Juntos cantando la alegría, La Si7 de vernos unidos en la fe y el amor. Mi Si7 Mi 7 Juntos sintiendo en nuestras vidas La Si7 Mi la alegre presencia del Señor. (Bis)

Mi Do#Somos la iglesia peregrina que Él fundó La Si7 Mi somos un pueblo que camina sin cesar, Al que sufre y al triste, Do#dale amor, dale amor, al humilde y al pobre dale amor entre cansancios y esperanzas (bis) hacia Dios La Si7 Mi Al que vive a tu lado nuestro amigo Jesús nos llevará. dale amor, dale amor, al que viene de lejos, dale amor Hay una fe que nos alumbra con su luz (bis) una esperanza que empapó nuestro esperar, Al que habla otra lengua aunque la noche nos envuelva en su dale amor, dale amor, al que piensa distinto, dale amor inquietud nuestro amigo Jesús nos guiará. (bis) 187

Cantoral Litúrgico

Sol Do yo no dudo me perdones, Sol Dios, amigo. Yo vi sufrir mi hermano Cuando faltaba una mano,


12.2 Cantos para el Jueves Santo PUEBLO DE REYES La Fam# Mi Pueblo de reyes, asamblea Re santa, La Fam# La Si pueblo sacerdotal; pueblo La Re de Dios Fam# Mi Re La bendice a tu Señor. Cantoral Litúrgico

La Fam# Te cantamos, oh, Hijo amado del Sim Mi Fam# Padre, te alabamos, eterna La sim Fam# palabra salida de Dios. 188

Te cantamos, oh, Hijo de la virgen María, te alabamos, oh, Cristo, nuestro hermano, nuestro salvador. Te cantamos a ti, esplendor de la gloria, te alabamos, estrella radiante que anuncias el día. Te cantamos, mesías que anunciaron los profetas, te alabamos, oh Hijo de Abrahán, el Hijo de David. Te cantamos, Mesías esperado por los pobres, te alabamos, oh Hijo de Abrahán, el Hijo de David.

Te cantamos, pastor que nos conduces al reino, te alabamos, oh pan de la vida que el Padre nos da. Te cantamos: tú eres exaltado en la gloria, te alabamos a ti que vendrás a juzgar la tierra. REUNIDOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR Mi La Mi Reunidos en el nombre del Señor Si7 que nos ha convocado ante su altar La Si7 Mi celebremos el misterio de la fe Si7 bajo el signo del amor y la uniMi 7 dad. (Bis) Mi Si7 Tú, Señor das sentido a nuesMi tras vidas, Mi Fa#Si7 tu presencia nos ayuda a caminar, Mi Si7 Do#tu Palabra es fuente de agua viva La Fa#Si7 que nosotros sedientos a tu mesa La Si7 Mi venimos a buscar.

Purifica con tu gracia nuestras manos iluminas nuestras mentes con tu luz, que la fe se fortalezca en tu palabra y tu cuerpo tomado en alimento nos traiga la salud. HOMBRES NUEVOS Sim Fa# Sim Danos un corazón Sol La Re grande para amar. Sim Fa# Sim Danos un corazón La Sim fuerte para luchar. Sol La Hombres nuevos creadores Re de la historia, Sol La constructores de nueva Re humanidad. Sim Sol La Hombres nuevos que viven Sim la existencia Sol Mi Fa# como riesgo de un largo caminar. Hombres nuevos luchando en esperanza, caminantes, sedientos de verdad. Hombres nuevos sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad. 189

Cantoral Litúrgico

Es el Señor: nos acompaña al caminar Re7 Sol con su ternura a nuestro lado Él es el Santo, es el hijo de María, siempre va, La Re si los peligros nos acechan por es el Dios de Israel, es el hijo de David doquier nuestro amigo Jesús nos salvará. Vamos a Él con espigas de mil trigos, y con mil ramos de olivos, HOSANNA HEY siempre alegres, siempre en paz. Él es el Cristo, es el unificador, Re Sies hosanna en las alturas, es hoHosanna hey, hosanna ha, sanna en el amor. Sol La hosanna hey, hosanna hey, Es la alegría, la razón de mi existir, Re es la vida de mis días, es consuelo hosanna ha. (Bis) en mi sufrir.


Re La Si-(Re7)Sol MiComo el Padre me amó, yo os he La amado Re La Si- (Re7) permaneced en mi amor, Sol La Re permaneced en mi amor.

Cantoral Litúrgico

SiRe Si guardáis mis palabras Sol La Re y como hermanos os amáis Fa#Sicompartiréis con alegría Sol MiLa el don de la fraternidad. SiRe Si os ponéis en camino Sol La Re sirviendo siempre la verdad, Fa#Sifruto daréis en abundancia, Sol Mi- La mi amor se manifestará. 190

AMAR ES ENTREGARSE Mi Si7 Mi Si7 Amar es entregarse, olvidándose Mi7 de sí, La Mi Si7 buscando lo que al otro, pueda Mi hacer feliz. (Bis) Mi Si7 La Mi ¡Qué lindo es vivir para amar! Si7 La Mi ¡Qué grande es tener, para dar! La Mi Dar alegría, felicidad, darse uno Si7 Mi mismo, eso es amar. (Bis) Si amas como a tí mismo y te entregas a los demás verás que no hay egoísmo que no puedas superar. (Bis)

UN MANDAMIENTO NUEVO

AMAMENOS DE CORAZÓN

Re Sol Re Un mandamiento nuevo SiLa7 nos da el Señor: MiLa7 Re “que nos amemos todos Si7 Mi- La7 Re como El nos amó”. Re La7 SiLa señal de los cristia-nos MiLa7 Re es amarse como herma-nos.

ReLa-7 Amémonos de corazón La-7 Re7 no de labios ni de oídos, (Bis) sol- Do Fa para cuando Cristo venga, La# solpara cuando Cristo venga La7 Renos encuentre reunidos. (Bis)

El que no ama a sus hermanos miente si a Dios dice que ama. Cristo luz, verdad y vida, al perdón y amor invita. Perdonemos al hermano como Cristo ha enseñado. Comulguemos con frecuencia para amarnos a conciencia. Quitad odios y rencores de todos los corazones. Si al enfermo visitamos a Dios mismo consolamos.

Cómo puedes tú orar enojado con tu hermano (Bis) Dios no escucha la oración, Dios no escucha la oración si no te has reconciliado. (Bis) Un mandamiento nuevo os doy: “que os améis unos a otros como yo os he amado, como yo os he amado os améis también vosotros”. (Bis) Tu rebaño en ti confía y esperamos tu venida (Bis) para cuando Cristo venga para cuando Cristo venga nos reunamos con María. (Bis)

En la vida y en la muerte Dios nos ama para siempre.

NO ME HABEIS VOSOTROS ELEGIDO

En trabajos y fatigas Cristo a todos nos anima.

Do Sol LaNo me habéis vosotros elegido, Fa ReSol fui yo mismo quién os elegí.

Gloria al Padre y al Hijo y a Espíritu Divino.

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Cantoral Litúrgico

No veréis amor tan grande como aquel que os mostré. Yo doy la vida por vosotros, ¡amad como yo os amé! Si hacéis lo que os mando y os queréis de corazón compartiréis mi pleno gozo COMO EL PADRE ME AMÓ, de amar como Él me amó. AMAOS Hombres nuevos amando sin fronteras, por encima de razas y lugar. Hombres nuevos al lado de los pobres, compartiedo con ellos techo y pan.


El Señor nos da su amor como nadie no los dio. Como todos sus amigos trabajaba en Nazaret. Carpintero se alegró trabajando en su taller, con sus manos Cristo Obrero trabajó.

A ESTO SE REDUCE MI El Señor nos da su amor como nadie no los dio. DOCTRINA El reúne a sus amigos en la mesa del amor: ReLa7 Reen el mundo todos son A esto se reduce mi doctrina carne y sangre del Señor, SolLa7 nadie puede separarnos de su éste es todo el resumen de mi amor. Reley: EL SEÑOR NOS HA REUNIDO SolRe Fa#Sol “Que os améis los uno a los otros ReEl Señor nos ha reunido junto a Él, La Re Sol La7 Igual que yo os amé”. (Bis) el Señor nos ha invitado a estar con Él. Yo te pido por ellos, no pido por el SiFa#mundo. En su mesa hay amor, Yo les di tu doctrina y el mundo los odió. Sol Re Guárdalos en tu nombre, la promesa del perdón, MiLa7 Re que todos sean uno, y en el vino y pan, su corazón. para que sepa el mundo SiFa#quien fue el que me envió. En su mesa hay amor, Sol Re He guardado en tu nombre la promesa del perdón, a estos que me has dado. MiLa7 Re No son ellos del mundo igual que y en el vino y pan, su corazón. yo no soy. Re La7 Santos cual tu verdad, hoy hazlos en Cuando, Señor, tu voz, tu nombre. Sol7 Re Como tú me enviaste los envío así yo. llega en silencio a mí,

El Señor nos da su amor como nadie no los dio. Era tan grande y tan hondo que murió sobre una cruz. Era tan fuerte su amor que de la muerte triunfó de la tumba sale libre y vencedor.

Si te pido por ellos, también pido por todos los que por tu Palabra un día creerán. Que todos sean uno, igual que tú y yo somos: que el amor que me diste sea en ellos realidad.

La Si en la inmensa oscuridad, Mi Sol7 al partir juntos el pan, Dom La Él nos llena de su amor, Mi la pan de Dios, pan que comemos de MI amistad

Recordad mi nuevo mandamiento por el cual os reconocerán: “Que os améis los unos a los otros como yo os amé hasta mi vida enMi La Mi tregar”. Es mi cuerpo, tomad y comed. La Si Yo soy la Verdad, soy el Camino, Mi Es mi sangre, tomad y bebed. soy la Vida y la Resurrección. Mi Sol7 Dom Quien me sigue no andará perdido Porque yo soy vida, yo soy pues yo soy la Luz, yo soy vuestra La salvación. el amor; Mi Si Tomad y comed este es mi Cuerpo Oh señor, condúcenos que se entrega por vuestra salud. Mi Tomad y bebed esta es mi sangre hasta tu amor. que yo derramé por vosotros en la Cruz. Nosotros Señor te damos gracias por habernos dado tu salud, nosotros Señor te seguiremos gracias por tu amor, tu gracia y tu bendición.

EL SEÑOR NOS DA Cantoral Litúrgico

Mi El señor nos da su amor La Mi como nadie no los dio. Mi El nos guía como estrella 192

Sol La7 Re y mis hermanos me hablan de ti, Re La7 sé que a mi lado estás, Fa#Site sientas junto a mí, Sol La7 Re acoges mi vida y mi oración.

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Cantoral Litúrgico

Do Mi LaYa no os llamo siervos sino amigos Fa Sol permaneceréis para siempre Do Sol junto a mí.


Tú mueres hoy, Señor. Hoy mueres en las calles, perdido en cualquier banco, LaRe- y lloras en las plazas donde Ahí estás colgado de un madero, se venden los cuerpos. Sol Do Mi ahí estás y nos dices: “no temáis”. Mueres por mi egoísmo, LaRemueres por mi apatía, Ahí estás sufriendo tu agonía. lloras la indiferencia Fa Mi que consume nuestras vidas. ¿Por qué estás allí? LaReLaReCristo, Cristo, Cristo, Cristo, Sol Do Fa Mi Lahoy nos das tu vida, Hoy tú mueres por amor... Mi nos das tu amor. LaPUEBLO MIO Hoy siento como gimes, ReSiSi7 Mihoy siento como lloras, Pueblo mío, qué te he hecho Fa Si- Fa# hoy siento como deja de latir tu en qué te he ofendido respóndeme. Mi SiSi7 Micorazón. Pueblo mío, qué te he hecho LaSi- Fa# SiHoy mueres con el preso ReFa en qué te he ofendido respóndeme. La y sangras con el niño solo y sin Yo te saqué de Egipto Mi y por cuarenta años amor. Site guié por el desierto. Hoy mueres con el pobre, La sangras con el enfermo Tú hiciste una cruz que sufre en el dolor. Fa# Caes con el oprimido para tu salvador. y con el drogadicto, AHI ESTAS COLGADO DE UN MADERO

Cantoral Litúrgico

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Yo te libré del mar, te di a beber el agua que manaba de la roca. Tú hiciste una cruz para tu salvador. Yo te llevé a tu tierra, por ti vencí a los reyes de los pueblos cananeos. Tú hiciste una cruz para tu salvador.

Invoqué el nombre del Señor: ¡Señor, salva mi vida! El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo. El Señor guarda a los sencillos, estando yo sin fuerzas me salvó. Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo; arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.

Yo te hice poderoso, estando yo a tu lado derroté a tus enemigos. Tú hiciste una cruz para tu salvador.

HACIA TI MORADA SANTA

Me envolvían redes de muerte, caí en tristeza y angustia.

Somos tu pueblo Santo que hoy camina unido;

MiSi7 Hacia ti morada Santa, MiCAMINARE EN PRESENCA hacia ti tierra del Salvador, Re Do DEL SEÑOR peregrinos caminantes, Si7 Solm Dom Mi vamos hacia ti. Caminaré en presencia MiRe7 Solm Venimos a tu mesa, del Señor (bis) Re sellaremos tu Pacto, Solm Do Amo al Señor, comeremos tu carne, Fa7 Si7 porque escucha mi voz tu sangre nos limpiará. Si Re7 suplicante, Reinaremos contigo, Solm Fa7 Si en tu morada santa, porque inclina su oído hacia mi, beberemos tu sangre, Dom Re7 tu fe nos salvará. el día que lo invoco.

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Cantoral Litúrgico

Cantos para el Viernes Santo


Tú eres el camino, tú eres la esperanza hermano entre los pobres. Amén, Aleluya.

MiFa# perdónales sus faltas no mires su actuación, Side ellos ten compasión”.

Cantoral Litúrgico

Si7 MiLa ¡Sed!, sed tengo de un amigo, sed SALIENDO DEL PRETORIO tengo de un amor, Re Fa# SiSiMiLa Saliendo del pretorio marcha sed tengo que un hermano tenga compasión. una procesión, MiFa# Re Fa# Sicon rumbo al Calvario sufriendo Que acepte esta sangre que derramando estoy, va un varón, SiMiFa# por su salvación. la cruz sobre su espalda llagándole está ¡No! No puede dar un paso... Si¡No! No puede ser maldito... no puede caminar. Si7 MiYO NO SOY NADA !No! No puede dar un paso y La Do LaDo Lacae sobre el camino, Yo no soy nada, y del polvo nací, Re Fa# SiMiLa7 ReSol7 recibe un latigazos sobre su cuerpo pero tú me amas y moriste por mí. herido. Do La- Do LaMiFa# No puede avanzar se escucha solo Ante la cruz, solo puedo exclamar: Mi- La7 Re- Sol7 un grito: “tuyo soy, tuyo soy, SiDo LaRe“Levántate maldito”. toma mis manos, te pido, toma Si7 MiLa ¡No! No puede ser maldito aquél que mis labios Sol7 Do en su dolor, Re Fa# Site amo, toma mi vida, exclama con un grito: “perdónales LaRe- Sol7 Do Señor, ¡Oh! Padre tuyo soy, tuyo soy”. 196

Cuando de rodillas te miro Jesús, NO PODEMOS CAMINAR veo tu grandeza y mi pequeñez. ¿Qué puedo darte yo? Todo mi ser, Mi La Mi tuyo soy, tuyo soy.... No podemos caminar Si7 MISERICORDIA SALMO 51 MiLaMisericordia, concédeme, oh Dios, Re y muéstrame tu inmensa compaSol sión, Do Si7 Mide todo corazón te pido el perdón, LaSi7 Mide mi delito límpiame Señor. MiCon el rocío del hisopo Mi7 Lamis culpas tú podrás lavar, Misi tú me quitas el pecado, Fa# Si7 blanco como la nieve quedaré. Los sacrificios que ofrezco, tú no los puedes aceptar, por eso yo en el futuro, mi corazón te inmolaré. Mi corazón, Señor renueva, pues sólo tú das salvación, y cuando sea rescatado, yo a los demás ayudaré. Gloria al Padre en el cielo, y a su Hijo el Señor, y al Espíritu que une a todos nosotros en su amor.

con hambre bajo el sol; Mi La Mi danos siempre el mismo pan: Si7 Mi tu Cuerpo y Sangre, Señor. Comamos todos de este Pan, el Pan de la unidad. En un Cuerpo nos unió el Señor por medio del amor. Señor, yo tengo sed de ti, sediento estoy de Dios; pero pronto llegaré a ver el rostro del Señor. Por el desierto el pueblo va cantando su dolor; en la noche brillará tu luz, nos guía la verdad.

NADIE TE AMA COMO YO Do Mim Cuánto he esperado este Lam Fa momento, Mim cuánto he esperado que Do Sol Do estuvieras aquí; Mim Lam cuánto he esperado que

Cantoral Litúrgico

tú vas entre nosotros, tu amor nos guiará.

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Mim Lam Fa Yo sé bien lo que has vivido, Rem Sol Do yo sé bien lo que has llorado; Mim Lam Re yo sé bien lo que has sufrido, Sol pues de tu lado no me he ido. Do Mim Lam Pues nadie te ama como yo, Fa Sol pues nadie te ama como yo; Do Mim mira la cruz, esa es mi más Lam grande prueba, Fa Sol nadie te ama como yo.

Cantoral Litúrgico

(mismos acordes) Pues nadie te ama como yo, mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo, nadie te amo como yo. Yo sé bien lo que tu piensas, aunque a veces no me hablas. Yo sé bien lo que tú sientes, aunque a veces lo compartas. 198

Yo a tu lado he caminado, junto a ti yo siempre he ido; aún, a veces te he cargado, yo he sido tu mejor amigo. MI FUERZA Y MI PODER HIMNO A DIOS Do Fa Do Mi fuerza y mi poder es el Señor, Sol7 Do él es mi salvación. (Bis) LaFa Él es mi Dios yo lo alabaré, Sol el Dios de mis padres yo lo ensalRe zaré, Sol el Dios de mis padres yo lo ensalDo zaré. Fa Sol Cantaré al Señor sublime en su Fa Do victoria. EL AGUA DEL SEÑOR La Fa#El agua del Señor sanó mi enfermedad Re (Mi) Mi (La) el agua del Señor Jesús. (Bis) Re La El que quiera y tenga sed Mi7 La que venga y beba gratis.

Re La El que quiera y tenga sed, Mi7 La beba el agua de la vida. Sobre ti derramaré el agua que es mi vida. Y tu corazón de piedra en amor transformaré. El que beba de esta agua jamás ya tendrá sed. (Bis) El que crea en mi palabra y se abra a mi fuerza, De su seno brotarán torrentes de agua viva. Te doy gracias, tú me cambias, tú me llenas, me has salvado. (Bis) MADRE VENGO ANTE TI MARIA, MADRE DE DOLOR Sol SiMadre, vengo ante ti, Do mis hermanos están sufriendo Sol hoy. Si Do Te presento al que nunca rezó

LaSol porque nadie le ha hablado de ti. SiMadre, vengo ante ti, Do Sol y te ofrezco sus penas y el dolor; Si Do el llanto de aquel niño sin hogar Re y el viejo que hoy vive en soledad. Sol Re MiMaría, madre del amor, Do Sol Do Re das tu corazón al pie de la cruz. SiDo María, madre del dolor, Re llévanos siempre junto a ti. (Bis) Madre, te quiero rezar con la fe del enfermo en su dolor; con aquel que le cuesta pensar, pero vive la fiesta interior. Madre, quiero recordar al hambriento y al que sueña libertad; a aquel que es marginado sin razón, o muere, tal vez, por sembrar la paz.

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Cantoral Litúrgico

Fa me hablaras, Rem7 Do cuánto he esperado que vinieras Sol Do a mi.


ESTA ES LA LUZ DE CRISTO La La7 Re Esta es la luz de Cristo; yo la La haré brillar. La Fa#Esta es la luz de Cristo; yo la SiMi7 haré brillar. La La7 Esta es la luz de Cristo; yo la Re La haré brillar. Re La Mi7 La Brillará, brillará, sin cesar. (Bis)

Siempre la defenderé, yo la haré brillar. Siempre la defenderé, yo la haré brillar. Toma hermano esta luz y hazla tú brillar. Toma hermano esta luz y hazla tú brillar. Toma hermano esta luz y hazla tú brillar. CANTA ALELUYA AL SEÑOR

SiFa#- Si- Fa#Canta aleluya al Señor. SiFa#- Si- Fa#Canta aleluya al Señor. Soy cristiano y esta luz, yo la haré SiLa Sol Re Canta aleluya, canta aleluya. brillar. Fa#SiSoy cristiano y esta luz, yo la haré SiCanta aleluya al Señor. (Bis) brillar. Soy cristiano y esta luz, yo la haré JESUS ESTA ENTRE brillar. Llevo mi luz por la ciudad, yo la NOSOTROS haré brillar. Sol Fa Sol Llevo mi luz por la ciudad, yo la Do Jesús está entre nosotros haré brillar. Do Mi- Fa Sol Llevo mi luz por la ciudad, yo la él vive hoy y su Espíritu a todos da. haré brillar. Do Sol Fa Sol Cantoral Litúrgico

Jesús razón de nuestras vidas Nunca la ocultaré, yo la haré brillar. Do Mi- Fa Nunca la ocultaré, yo la haré brillar. es el Señor, nos reúne en pueblo Nunca la ocultaré, yo la haré brillar. Sol +7 de amor. Siempre la defenderé, yo la haré Labrillar. Cambia nuestras vidas con tu 200

Nuestras existencias hoy te alaban, nuestros corazones te dan gracias. Tú eres amor, tú eres canción.

La7 Si la muerte no tiene poder, Sol Miproclamad por la Fe La7 que está vivo y somos libres porque... Re Sol La7 Re La7 Él resucita hoy, él vive entre nosotros. Fa# Sol Re Mi- La7 Es Cristo, es Señor, Aleluya, Re Aleluya.

Rompe las cadenas que nos atan, llénanos de gracia en tu palabra. Gracias Señor, gracias Salvador.

Mirad Jesús resucita hoy nos da la paz con su Palabra el gozo vuelve al corazón, con su Espíritu de Amor nuestra vida cambiará.

Do Sol fuerza, Laguárdanos por siempre en tu Do Sol presencia. Fa Sol Fa Do Sol Tú eres verdad, tú eres la paz.

RESUCITA Mirad Jesús resucita hoy su amor no nos dejará, su fuerza nos empujará él será guía y luz, Re La7 Sol Re esperanza y fortaleza porque... Mirad Jesús resucita hoy, Sol La7 Re HOY EL SEÑOR RESUCITO mirad la tumba está vacía, La7 Si Do el Padre ha pensado en él Hoy el Señor Resucitó Sol MiSol7 de los hombres es Señor, y de la muerte nos libró. MiLa7 de la vida salvador. Do +7 Fa FaRe La7 Sol Re Alegría y paz, hermanos, Mirad Jesús resucita hoy, Do Sol7 Do Sol La7 Re mirad vive a nuestro lado, que el Señor resucitó. MIRAD, HOY

JESÚS

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Cantoral Litúrgico

Cantos para el Sábado Santo


PEREGRINO DE EMAÚS

Cantoral Litúrgico

LaRe¿Qué llevabas conversando? Mi LaMe dijiste buen amigo. La luz de Dios, en él brilló, Rede nueva vida nos llenó. Alegría.... Yo me detuve asombrado Mi7 LaCon gozo alzad, el rostro a Dios, que de Él nos llega la salvación. a la vera del camino. Sol Do Alegría... ¿No sabes lo que ha pasado LaTodos cantad: ¡Aleluya! Todos gritad: allá en Jerusalén, ¡Aleluya!. Alegría... Mi7 con Jesús de Nazaret, RESUCITÓ Laa quien clavaron en la cruz? MiRe Do Si7 LaResucitó, resucitó, resucitó, Aleluya. RePor eso me vuelvo triste MiRe Do Si7 Mi7 La-Mi-Sol-La Aleluya, Aleluya, Aleluya, resucitó. a mi aldea de Emaús. MiRe Mi7 ¿La muerte, dónde está la muerte, La Por la calzada de Emaús Do La dónde está mi muerte, dónde su un peregrino iba conmigo. Si7 Re Mi7 victoria? No le conocí al caminar; La Re Mi La Mi La Alegría, alegría hermanos, ahora sí, en la fracción del pan. que si hoy nos queremos es porque resucitó. Van tres días que se ha muerto y se acaba mi esperanza. Si con Él morimos, Dicen que algunas mujeres con Él vivimos, al sepulcro fueron de alba. con Él cantamos: ¡Aleluya! Pedro, Juan y algunos otros, Gracias sean dadas al Padre hoy también haya buscaron, que nos pasó a su Reino más se acaba mi confianza; donde se vive de amor. 202

no encontraron a Jesús, por ese me vuelvo triste a mi aldea de Emaús. Oh tardíos corazones que ignoráis a los profetas. En la Ley ya se anunció que al Mesías padeciera, y por llegar a su Gloria escogiera la aflicción. En la tarde de aquel día yo sentí que con Jesús, nuestro corazón ardía a la vista de Emaús. Hizo señas de seguir mas allá de nuestra aldea y a la Luz del sol poniente pareció que se muriera. Quédate, forastero, ponte a la mesa y bendice, y al destello de su Luz, en la bendición del Pan, mis ojos conocerán el amigo de Emaus. ALELUYA: EL SEÑOR RESUCITÓ La Mi7 Aleluya, aleluya, aleluya La Mi7 Re Aleluya, aleluya, aleluya La Mi La El Señor resucitó. (Bis) Mi El Señor resucitó La cantad con alegría

Mi7 Re demos gracias al Señor La Mi La Alelu-u-ya. El pecado redimió Cristo Dios subiendo al cielo; nueva vida ahora tengo. Aleluya. Jesucristo que sube al cielo nos manda que le queramos en todos nuestros hermanos aleluya. Ahora tengo la esperanza de que Dios siempre perdona; que Cristo no me abandona aleluya.

QUEDATE SEÑOR Sol MiQuédate Señor, quédate conmigo, Do Re Sol quédate, soy un peregrino. MiQuédate Señor, largo es el camino, LaRe7 de tu Pascua, y de tu luz seré testigo. Do Sol De tu pan y tu vino mendigo, MiLade tu pan y tu vino mendigo. Do Sol Re7 Sol Quédate Señor. Sol Do Re ¡Oh, Señor, mi Señor! Do Re7 Sol Caminando a tu lado escucho tu voz: 203

Cantoral Litúrgico

Porque esperó, Dios le libró y de la muerte lo sacó. Alegría... El pueblo en él, vida encontró, la esclavitud ya terminó. Alegría...


Emaús, preparada la cena, los ojos despiertan, ven la luz. Emaús, el camino es posada, las brasas son llamas con Jesús. Anochece en Emaús y amanece la esperanza con Jesús. EL QUE AMA MI ALMA

Cantoral Litúrgico

SiMiPor las noches busqué en mi lecho La Re al que ama mi alma Sol lo busqué y no la hallé Fa# y me dije: “Me levantaré”. SiMiPor las calles y las plazas busqué La Re al que ama mi alma, Sol lo busqué, te aseguro, busqué, Fa#7 pero no lo hallé. 204

SiMiHabéis visto al que ama mi alma La Re Dime: ¿Donde está? Sol MiPorque sufro cuando no está a mi lado Fa# Fa#7 mi amado, mi Jesús ven ya. SiMiEl se llama: “El que ama mi alma” La Re tú lo debes conocer. Sol MiSi le has visto dime donde se ha ido Fa# Fa#7 Sipues no puedo vivir sin Él. Re Mi La si es amor lo que mueve tu vida. Re Muestra que Cristo Mi La Fa#ya vive en tu corazón. Re Mi La Mirad, él vive hoy: ¡Anúncialo! Cristo vive, anúncialo, lo he oído en mi corazón pues la muerte nada puede, porque el Padre lo resucita. Cristo vive, anúncialo, lo he oído en mi corazón y me grita en mis hermanos los que sufren y viven solos. SiMiCaminé un poco más y encontré La Re al que ama mi alma,

Sol yo corrí hacía él, Fa#7 lo abracé y no lo dejé. SiMiPor las noches yo busco en mi lecho La Re al que ama mi alma Sol y ahora con toda seguridad Fa#7 sé que allí él está. CRISTO NOS DA LA LIBERTAD Re La7 Re Cristo nos da la libertad, Sol Re Cristo nos da salvación, SiSol Re Cristo nos da la esperanza, Fa#Si- La7 Re Cristo nos da el amor. Re Sol La Re Cuando luche por la paz y la verdad la encontraré. Sol La Re Cuando cargue con la cruz de La7 Re los demás, me salvaré. SiSol Re Fa#- SiDame, Señor, tu palabra; oye La7 Re Señor, mi oración.

Cuando siga los caminos del amor, veré al Señor. Dame, Señor, tu palabra; oye Señor, mi oración. Cuando siembre la alegría y la amistad, vendrá el amor. Cuando viva en comunión con los demás, seré de Dios. Dame, Señor, tu palabra; oye Señor, mi oración. YO SOY EL PAN DE VIDA Sol Mi- SiYo soy el Pan de vida, Do Re Re7 el que viene a mí no tendrá hambre Sol SiDo el que viene a mí no tendrá sed Sol SiDo Lanadie viene a mí, si mi Padre no Re Re7 lo llama. Sol SiDo La- Re7 Yo lo resucitaré, yo lo resucitaré, Sol 7 Do LaSol Re7 Sol yo lo resucitaré, en el día final.

El Pan que yo le daré es mi Cuerpo, vida del mundo. El que coma de mi carne tendrá vida eterna, tendrá vida eterna. Mientras no comas el cuerpo del Hijo del Hombre y bebas de su sangre Cuando sepa perdonar de corazón, y bebas de su sangre, no tendrá vida Él en ti. tendré perdón. 205

Cantoral Litúrgico

Sol Do Re ¡Oh, Señor, mi Señor! Do Re Tú renuevas mi amor, Do Sol Re7 Sol y me llamas tu amigo. Si7 Mi- Re Y a tu lado mi camino, Si7 Do se orienta contigo, Re Do Sol Re7 Sol Señor, para ser tu testigo.


ALEGRE LA MAÑANA Fa Rem Alegre la mañana Sib Fa que nos habla de ti, Do7 Fa alegre la mañana. (bis)

Cantoral Litúrgico

Fa Rem En nombre de Dios Padre, Sib Fa del Hijo y del Espíritu, Rem Solm salimos de la noche Do7 Fa Rem y estrenamos la aurora, Fa Sib saludamos el gozo Do7 Fa de la luz que nos llega, RemSolm Do7 Fa resucitada y resucitadora. Tu mano acerca el fuego a la sombría tierra y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia. 206

Silabeas el alba igual que una palabra. Tú pronuncias el mar como sentencia. Regresa desde el sueño, el hombre a su memoria, acde a su trabajo, madruga a sus dolores; le confías la tierra y a la tarde la encuentras rica de pan y amarga de sudores. Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas en sus pequeñas manos tus manos poderosas. Y estáis de cuerpo entero los dos asi creando, los dos así velando por las cosas. ¡Bendita la mañana que trae la gran notica de tu presencia joven, en gloria y poderío; la serena certeza con que el día proclama que el sepulcro de Cristo está vacío!

Fa Re Él es nuestro salvador. Sol Re Atrás quedó el temor, MiDo la duda y la poca fe. Si7 MiHagamos ya realidad, Fa Re un Reino nuevo de amor. Sol Re Somos testigos Mide la resurrección Do Sol él está aquí, Fa está presente, Do Re es vida y es verdad. Sol Re Somos testigos Mide la resurrección Do Sol él está aquí, Fa Do Re su Espíritu nos mueve para amar.

Tú nos reúnes, Señor, en torno al cáliz y al pan. Y nos invitas a ser: La luz del mundo y la sal. Donde haya odio y dolor, haremos presente tu paz. En cada gesto de amor, María, Madre estará. CRISTO VIVE La Mi Cristo vive, anúncialo Re La lo he oído en mi corazón Fa#Do#y me habla de mi Padre, Re Mi que me ama con locura. La Mi Cristo vive, anúncialo, Re La lo he oído en mi corazón, Fa#Do#lo he visto en mis hermanos Re Mi que comparten amor y gozo Re Mi La +7 ¡Oh hermano! Ven conmigo

SOMOS TESTIGOS Cantoral Litúrgico

Yo soy la resurrección, yo soy la vida. El que crea en mí, aunque muera, tendrá vida eterna. Sí, Señor yo creo que tú eres el Cristo el Hijo de Dios que vino al mundo para salvarnos.

Sol Re El Señor resucitó, MiDo venciendo a la muerte en la Cruz. Si7 MiNuestra esperanza está en él. 207


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