Subida al Monte Carmelo, San Juan de la Cruz

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San Juan de La Cruz Subida al Monte Carmelo Versión Latinoamericana

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San Juan de La Cruz

Subida del Monte Carmelo Este libro enseña al hombre el modo rápido de llegar a la unión divina. Da avisos y doctrina tanto a los que comienzan como a los más avanzados. Esta doctrina es de mucha utilidad para desprenderse de todo lo temporal y para no enredarse en lo espiritual. En fin, para que el hombre se quede en la suma desnudez y libertad de espíritu que es necesaria para la divina unión.

Argumento Todo lo que pienso decir en esta Subida del Monte Carmelo está en germen en las canciones siguientes. En ellas se explica cómo hay que subir hasta la cumbre del monte; cómo llegar a la perfección; cómo el alba se puede unir con Dios. Dispongo aquí todas las canciones juntas porque sobre ellas he de razonar lo que diga. Así, de un golpe de vista, leyéndola, se verá lo que voy a escribir.

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Canciones

En que el hombre canta el feliz acontecimiento de llegar a la unión del Amado, pasando por la “noche oscura de la fe”, en desnudez y purificación. 1. En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada; 2. A oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada; 3. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa,

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sin otra luz y guía, sino la que en el corazón ardía. 4. Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía. 5. ¡Oh noche que guiaste!, ¡Oh noche amable más que la alborada!, Oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! 6. En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.

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Prólogo 7. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena, en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía. 8. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

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1. Para explanar la noche oscura que tiene que pasar el hombre para llegar a la luz divina de unión perfecta de amor de Dios en esta vida, sería necesaria más luz de ciencia y experiencia que la mía. Son tantas y tan profundas las oscuridades y penas, tanto espirituales como naturales, que han de pasar los hombres dichosos para poder llegar a este alto estado de perfección, que la ciencia humana no basta para entenderlo, ni para decirlo basta la experiencia. Sólo quien lo pasa lo siente pero no lo sabe decir. 2. Consiguientemente, para decir algo de esta noche oscura no me voy a fiar ni de ciencia ni de experiencia, porque las dos pueden faltarme o engañarme. Mi sistema será: aprovechando la ciencia y la experiencia, me basaré, sobre todo en lo más oscuro, en la Sagrada Escritura, y así no me equivocaré porque el Espíritu Santo, que es quien habla en ella, no se equivoca. Y si yo en algo me equivoco por no entender bien la Escritura o en lo que dijere por mi cuenta, no es mi intención apartarme del sano sentido y doctrina de la Iglesia, a

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cuyos mandatos me someto. Y no sólo a los suyos, sino a los de cualquiera que entendiera más que yo. 3. No me mueve a escribir mi posibilidad para tarea tan ardua que no poseo. El motor es la confianza que tengo de que el Señor me va a ayudar a decir lo que están necesitando muchas almas. Son muchos los que comenzaron a caminar por el camino de la virtud. Pero cuando Dios los quiere introducir en esta noche oscura para, por ella, llegar a la unión divina, no adelantan. Unas veces porque no quieren entrar o no le dejan a Dios dejarlos introducir. Otras veces por no entenderse y faltarles directores expertos que les guíen hasta la cumbre. Y da verdadera lástima ver a muchas almas, a quienes Dios da talentos y ayuda para que sigan adelante, que, si ellas quisiesen animarse, llegarían a este alto estado, y se quedan en un grado muy ordinario de trato con Dios, porque o no quieren, o no saben, o no las dirigen y enseñan a desprenderse de aquel comienzo. Puede ser que Dios las ayude tanto que –sin enseñarles ni guiarlas– nadie las haga seguir adelante. Pero siempre tardarán más en llegar, y con más dificultad y menos mérito, por no haber caminado libremente al

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paso de Dios que las quería llevar por el camino puro y seguro de la unión. Es verdad que es Dios quien las lleva y puede llevarlas sin poner ellas nada de su parte. Pero también resulta cierto que ellas no se dejan llevar. Y al ellas resistir a quien las lleva, no se avanza tanto y no se tiene tanto mérito porque no colabora su voluntad. Y eso las hace padecer más. Hay almas que, en vez de abandonarse en Dios y ayudarse, estorban la obra de Dios, o porque actúan sin dirección, o porque resisten a la acción de Dios. Diríamos que son como niños a quienes sus madres quieren llevar en brazos y ellos se empeñan en ir a pie llorando y pataleando. Y así no pueden caminar. Y, si se camina, será al paso del niño. 4. Para saber dejarse conducir por Dios cuando él quiera que avancen, daré doctrina y advertencias, con el favor de Dios, para que sepan entender y dejarse guiar por Dios. Hay confesores y padres espirituales que, de vez de ayudar, estorban y perjudican por no tener luz y experiencia de estos caminos. Como quienes construían Babilonia, que daban un material por otro muy diferente porque no entendían lo que les pedían. Y, en resumen, no se logra nada.

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Es muy duro y penoso que en estas situaciones no se entienda un alma ni encuentre quien la comprenda. Puede suceder que Dios lleve a un alma por un camino sublime de contemplación oscura y de sequedad. Ella cree que está perdiendo el tiempo. Y cuando más llena está de oscuridad y sufrimiento, dolores y tentaciones, le digan, como a Job, sus amigos, que es neurastenia, o desconsuelo, o temperamento destemplado en ella, o que puede ser efecto de algún pecado oculto y por eso Dios la ha abandonado. Y piensan que, pues le suceden tales cosas, debe de haber sido muy mala. 5. No faltará quien le diga que retrocede, ya que no encuentra el gusto y consuelo que antes encontraba en las cosas de Dios. Con lo cual hunden a la pobre alma. Como Dios en la noche de contemplación le da una luz por la que conoce sus miserias y de aquí le nace su gran aflicción, pues ve con más claridad que la luz del día, que está llena de males y pecados, cuando encuentra un director que le asevera que sus angustias son por su culpa, la pena del alma y su asfixia crecen y la hacen padecer más que si se muriera.

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No contentos aún con esto, pensando estos confesores que todo procede de sus pecados, las martirizan haciéndolas profundizar en exámenes de conciencia y en confesiones generales. Todo para crucificarlas más aún. No comprenden que nada de eso es oportuno. Les falta tino para dejarlas en la purificación y en la prueba a que Dios las somete. Cuando deberían consolarlas y animarlas a que lo acepten hasta que Dios quiera. Porque no hay otro remedio, por mucho que las almas hagan o por muchas palabras que ellos les digan. 6. Con la ayuda de Dios diremos el modo como debe actuar tanto el alma como el confesor. Veremos qué señales dan a conocer si aquella es la purificación del alma o no. Y si es purificación, si es del sentido o del espíritu. Es decir, si es la noche oscura. Señales para saber si es neurastenia o imperfección del sentido o del espíritu. Puede darse el caso de que las almas o sus confesores piensen que Dios las lleva por caminos de noche oscura de purificación espiritual, y no sea esto sino imperfección. Hay muchas almas que piensan que no hacen oración y hacen mucha. Y hay otras que piensan que hacen mucha y en verdad resulta escasa.

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7. Hay almas que dan verdadera pena porque trabajan mucho y se cansan mucho y creen que el fruto del aprovechamiento está justo en lo que no aprovecha, sino todo lo contrario, estorba. Hay otras, en cambio que, con descanso y sosiego, van aprovechando mucho. Hay otras, a las que los regalos y carismas que Dios les da en la oración para que sigan más adelante por este camino, les impiden avanzar. Diré también otras muchas cosas que suceden a los que siguen este camino: alegrías y penas; esperanzas y dolores: unos que tienen su origen en las imperfecciones y otros en la misma perfección. Con la ayuda de Dios diré algo de todo para que el alma que lea conozca el camino por donde va, y por donde debe ir si intenta alcanzar la cumbre de este monte. 8. No se extrañe el lector de que la doctrina sea algo oscura, pues trata de la noche oscura, por la que el alma ha de ir a Dios. Pero pienso que esto será al comenzar. A medida que vaya siguiendo entenderá mejor lo que antes leyó, porque unas ideas aclaran las otras. Si lo vuelve a leer, creo que lo verá más claro y comprenderá que la doctrina es más sana.

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Si algunas personas no reciben a gusto esta doctrina, será culpa de mi poco saber y estilo pobre, pues la materia de sí es buena y muy necesaria. Tengo, sin embargo, el presentimiento de que, aunque la hubiera escrito mejor, serían pocos los que se aprovecharían, porque no voy a escribir cosas superficiales, que son aptas para quienes se contentan con ir a Dios por caminos dulces y sabrosos, sino que voy a dar doctrina profunda y sólida de perfección evangélica, para los que quieran llegar a la desnudez de espíritu que aquí voy a explicar. 9. A más que mi intención especial no es dirigirme a todos, sino a algunas personas de nuestra Orden, tanto frailes como monjas, que son quienes me lo han pedido, ya que Dios les concede la gracia de meterlos en la senda de este Monte. Como éstos están ya desprendidos de las cosas de este mundo, comprenderán mejor la doctrina de la desnudez del espíritu.

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Libro primero

Noche de actividad del sentido Qué es la noche oscura. Es necesario pasar por ella para llegar a la divina unión. Noche oscura del sentido. Daños que en el hombre causan los apetitos.

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Capítulo I Canción primera

Diferentes noches que pasan los hombres espirituales: en el hombre inferior y en el superior. Declaración de la Canción Primera

En una noche oscura con ansias en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. 1. Canta el alma aquí la suerte inmensa y gran felicidad que ha conseguido al salir fuera de todo y también de los apetitos e imperfecciones que hay en la parte sensitiva del hombre, ya que no está ordenada según razón. Para entender esto hay que saber que para que un alma llegue al estado de perfección ha de pasar por

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dos noches –purificaciones del alma–. Las llamo noches porque en una y en otra el alma camina como de noche, a oscuras. 2. La primera noche o purificación es de la parte sensitiva del alma. De ésta trata esta canción y la primera parte de este libro. La segunda noche es de la parte espiritual, y de ella tratamos en la segunda canción. Y en la segunda y tercera parte trataremos de la segunda noche activa, y en la cuarta parte de la pasiva. 3. La primera noche toca a los principiantes, cuando Dios comienza a ponerlos en el estado de contemplación. De esta noche participa también el espíritu. La segunda noche o purificación pertenece a los proficientes cuando Dios los quiere poner en el estado de unión con él. Esta noche es más oscura y tenebrosa, y terrible.

Declaración de la canción 4. En resumen, en esta canción quiere decir el alma que salió, sacándola Dios, sólo por su amor, inflamada en su amor en una noche oscura. Esta noche es la negación de todos sus apetitos sen-

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suales a todas las cosas exteriores del mundo. Y negación de lo que a su carne produce deleite. Y negación de los gustos de su voluntad. Todo esto se realiza en la purificación del sentido. ¿Por qué dice que salió estando ya su casa sosegada? La casa es la parte sensitiva, y dice que está sosegada cuando tiene los apetitos sosegados y dormidos. Porque no se sale de las angustias y penas que causan los apetitos mientras no los tiene amortiguados y dormidos. Y ésta fue la dichosa ventura: que salió sin ser notada. Que quiere decir que ningún apetito de su carne ni de otra cosa se lo pudo impedir. También fue dichosa porque salió de noche. Noche, porque le quitó Dios todos los apetitos. Noche es esto para ella. 5. Dichosa ventura fue para el alma que Dios la hubiera metido en esta noche de la cual tanto bien extrajo. Destaquemos que es Dios quien la mete en la noche, pues el alma sola no habría acertado a entrar. Es natural que una persona con sus solas fuerzas no atine a vaciarse de todos los apetitos para ir a Dios. 6. Y éste es el resumen de la declaración de la canción. Y en adelante iremos de verso en verso declarando.

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Capítulo 2 Cuál es la noche oscura por la que el alma dice que ha pasado a la unión En una noche oscura 1. El paso que da el alma a la unión con Dios se llama noche por el lugar de donde sale. Pues el apetito ha de ir careciendo de todas las cosas del mundo que poseía y las ha de ir negando. Esta negación y esta carencia es una noche para los sentidos del hombre. El camino por donde el alma ha de llegar a la unión con Dios es la fe. Y la fe para el entendimiento es oscura como noche. Y el fin a donde camina es Dios, que para el alma en esta vida es noche oscura. 2. En el libro de Tobías existe una figura de esta noche en las tres noches que mandó el ángel a Tobías que guardase castidad antes de unirse a su esposa. En la primera le ordenó que quemase el corazón del pez en el fuego. Significa el corazón aficionado y apegado a las cosas del mundo. Para que el corazón comience a ir a Dios se ha de quemar y purificar de todo lo que es criatura con el 21


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fuego del amor de Dios. En esta purificación queda ahuyentado el demonio, que ejerce poder en el alma cuando ésta está asida a las cosas temporales y corporales. 3. El ángel le dijo que en la segunda noche sería admitido en la compañía de los Patriarcas, que son los padres en la fe. Después de haber pasado la primera noche privándose de todos los objetos de los sentidos, el alma entra en la segunda y se queda solamente en la fe, no una fe que excluye la caridad, sino la fe que excluye otros conocimientos de la inteligencia, que supera todo sentido. 4. Siguió el ángel diciendo a Tobías que en la tercera anoche conseguiría la bendición, que es Dios, que ya se ha ido entregando en la fe de la segunda noche. Y en ella se ha ido comunicando al alma secretamente, íntimamente; esto es otra noche para el alma. Y esta comunicación de Dios se hace mucho más oscura que las anteriores. Ya lo explicaremos. Pasada esta noche tercera, o lo que es lo mismo, cuando se ha completado la comunicación de Dios en el espíritu –sumergida el alma en oscuras tinieblas– llega el momento de la unión con la esposa,

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que es la Sabiduría de Dios. Es lo que el ángel dijo a Tobías que pasada la tercera noche se uniría con su esposa con gran temor del Señor. Temor de Dios que, cuando es perfecto, es perfecto el amor, y entonces se realiza la transformación del alma por amor. 5. Una noche dividida en tres fases, que forman una sola noche, pero que –al igual que la noche– tiene tres fases. La primera, la noche del sentido –es el crepúsculo– tiene lugar cuando se acaba de carecer del objeto de las cosas. La segunda es la fe, que es absolutamente oscura como la medianoche. Y la tercera es el comienzo del alborear. Se acerca Dios como la luz del día trae la aurora.

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Capítulo 3 La privación del apetito en todas las cosas. La causa primera de esta noche. Por qué se llama “noche”

1. Noche es la privación del gusto en el apetito de todas las cosas. La noche es apagarse la luz. Si la luz falta se apagan las cosas. La vista se queda en oscuridad. No ve nada. La mortificación del apetito es noche para el alma, ya que se priva ésta del gusto del apetito y, por tanto, se queda a oscuras y sin nada. La vista se alimenta de las cosas que se pueden ver mientras hay luz. Pero cuando la luz se apaga no se ven las cosas. El alma se nutre de todas las cosas mientras hay apetito. Si se apaga el apetito o se mortifica, el alma deja de alimentarse en el gusto de todas las cosas. Según el apetito queda a oscuras y sin nada. 2. Ejemplos para cada uno de los sentidos. Si el alma niega el apetito del gusto de cuanto pueda halagarle al oído, se queda a oscuras y sin nada. Si

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lo niega en lo que la puede agradar por la vista, se queda a oscuras y sin nada. Si se priva del gusto de la oscuridad de los olores, el olfato se queda a oscuras y sin nada. Si niega el gusto de los manjares, el paladar queda a oscuras y sin nada. Si el alma se mortifica en los placeres del tacto, en este sentido se queda a oscuras y sin nada. Cuando el alma ha negado el gusto de todas las cosas; cuando ha mortificado su apetito en todas, está como de noche, a oscuras. En el alma se ha producido un vacío: el que ha dejado el apetito de todas las cosas. 3. La razón de lo que acabamos de decir es la siguiente: dicen los filósofos que el alma acabada de infundir por Dios en el cuerpo es como una tabla rasa y lisa. Nada hay en ella pintado. De ninguna fuente se le comunica nada más que de los sentidos. Mientras el alma está en el cuerpo permanece como encarcelada en él y no puede ver más que lo que entra por las ventanas de esa cárcel. Si nada viera a través de esas ventanas, por ninguna otra parte podría ver. Los sentidos son las ventanas de la cárcel del alma. Lo que no entre a ella a través de los sentidos, no entrará por ningún otro sitio.

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4. Si el alma desecha lo que por los sentidos puede recibir, está claro que se queda a oscuras y vacía. Claro que oirá y verá y olerá y gustará y sentirá, pero como niega y no acepta lo que oye, etcétera, ni la turba ni la inquieta cuanto ve y escucha. El que tiene ojos y los cierra, queda tan a oscuras como el ciego que no puede ver. En el Salmo (87,16) dice David: Desde niño fui pobre y enfermo. Se dice pobre, aunque efectivamente era rico, porque su voluntad no la tenía apegada a las riquezas y, por tanto, prácticamente era pobre. Pero si –al contrario– hubiera sido pobre realmente y no lo fuera con la voluntad, no hubiera sido pobre de verdad, ya que el alma estaba rica y llena de deseo y apetito de riqueza. Esta desnudez es noche para el alma. Porque la desnudez no consiste en carecer de las cosas, sino en no desearlas. Esta desnudez de gustarlas y apetecerlas deja al alma libre de las cosas, aunque las tenga todas. No son las cosas del mundo las que llenan el alma y la perjudican, ya que en ella materialmente no pueden entrar. Lo que sí puede entrar en el alma y perjudicarla –en consecuencia– es el quererlas y desearlas.

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5. Esta primera clase de noche pertenece al alma en su parte sensible. Hay otra noche que afecta al espíritu. Por las dos ha de pasar el alma para llegar a la unión con Dios. Digamos cuánto conviene al alma salir de su casa en esta noche oscura del sentido para ir a la unión de Dios.

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Capítulo 4 Necesidad de que el alma pase de veras por la “noche oscura del sentido” o mortificación del apetito para llegar a la unión con Dios

1. El afecto que el alma pone en las criaturas es pura tiniebla delante de Dios. Si el alma está envuelta en tinieblas no tiene capacidad para ser iluminada y poseída por la pura y sencilla luz de Dios. No pueden estar juntas luz y tinieblas. “Esa luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han comprendido” (Jn 1,5). 2. Razón de lo dicho: enseña la filosofía que dos contrarios no pueden estar juntos en un mismo sujeto. Los afectos puestos en las criaturas son tinieblas y Dios es luz. Tinieblas y luz son contrarios. “¿Puede unirse la luz con las tinieblas?” (2Cor 6,14). El alma no puede gozar de la unión divina si no se purifica de los afectos a las cosas.

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3. La afición que el alma tiene a la criatura iguala al alma con la criatura. Y cuanto más grande es la afición, más la iguala y la hace semejante; porque el amor hace semejanza entre lo que ama y lo que es amado. Por eso el Salmo 114,8, hablando de los que ponen su apego en los ídolos dice: “Que sean semejantes a ellos quienes confían en ellos”. El que ama criatura se queda tan bajo como esa criatura, y aún más bajo, pues el amor no sólo iguala, sino que somete al amante a lo que ama. Cuando el alma ama algo se incapacita para la unión con Dios y su transformación en Él. La inferioridad de la criatura es menos capaz de recibir la superioridad del Creador que las tinieblas de recibir la luz. Ya que todas las cosas del cielo y de la tierra, comparadas con Dios, son nada. “Miro a la tierra: ¡caos informe!; al cielo: está sin luz” (Jer 4,23). Al decir que en la tierra había un caos informe quiere significar que todas la criaturas eran nada y también que la misma tierra era nada. Y al decir que cielo está sin luz significa que todos los astros son, comparados con Dios, puras tinieblas. Así, pues, nada son todas las criaturas. El afecto a las criaturas es menos que nada, ya que resulta ser un obstáculo para la transformación en Dios. Así como el que vive en la oscuridad no tiene luz,

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el hombre que tiene su afecto en las criaturas no tiene a Dios. Y mientras no se purifique, no le puede tener por pura transformación de amor en esta vida, ni en la otra le tendrá por visión clara. 4. Todo el ser de las criaturas es nada comparado con el Ser infinito de Dios. Consiguientemente, el hombre que pone su afecto en las criaturas es nada delante de Dios. Menos que nada. Pues repito que el amor iguala y aun rebaja al que ama. De ningún modo podrá, pues, este hombre unirse con el ser infinito de Dios, pues lo que no es no puede coincidir con lo que es. Y así: –Toda la hermosura de las criaturas es fealdad suma comparada con la infinita hermosura de Dios, como dicen los Proverbios: “Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura” (Prov 31,30). Así, el hombre que queda prendido de la hermosura de cualquier criatura es sumamente feo delante de Dios. ¿Cómo tal hombre podrá transformarse en la hermosura que es Dios, si la fealdad no alcanza a la hermosura? –Toda la gracia y gentileza de las criaturas comparada con la gracia de Dios es suma desgracia y

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desazón suma. El hombre, pues, que se deja prendar de las gracias y gentilezas de las criaturas es sumamente desgraciado o inmaduro ante los ojos de Dios. Y por esta razón no es capaz de recibir la infinita gracia de Dios y su belleza. Lo desgraciado dista grandemente de lo que es infinitamente gracioso. –Toda la bondad de las criaturas del mundo, comparada con la infinita bondad de Dios, se puede llamar malicia: “porque nadie es bueno sino sólo Dios” (Lc 18,19). Por eso, el hombre que pone su corazón en los bienes del mundo, es sumamente malo delante de Dios. Y así como en la bondad no cabe la malicia, este hombre no puede unirse con Dios, que es suma bondad. –Y toda la sabiduría del mundo y toda la habilidad humana, comparada con la sabiduría infinita de Dios, es pura y suma ignorancia, “porque el saber del mundo es necedad a los ojos de Dios” (1Cor 3,19). 5. Por tanto, todo hombre que valore su saber y habilidad con el propósito de unirse con la sabiduría de Dios, es sumamente ignorante delante de

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Dios y quedará más alejado de su sabiduría, como dice san Pablo que esta sabiduría le parece a Dios necedad; “pretendiendo ser sabios, resultaron unos necios” (Rom 1,22). Sólo empiezan a tener sabiduría de Dios quienes dejan de lado su saber, como si fuesen niños ignorantes, y sirven a Dios con amor. Esta es la sabiduría que san Pablo enseñó a los Corintios: “Nadie se engañe: el que se las da de listo entre vosotros al modo de este mundo, vuélvase necio para ser listo de veras. Porque el saber del mundo es necedad a los ojos de Dios” (1Cor 3,18-19). Así, pues, para que el hombre llegue a unirse con la sabiduría de Dios, ha de ir por el camino de no saber y no por el de saber. Y toda la aristocracia y libertad del mundo, en comparación de la libertad y aristocracia del espíritu de Dios, es suma esclavitud y angustia y cárcel. 6. El hombre, pues, que se enamora de grandezas humanas –o de elevadas posiciones y cargos y de la libertad de sus apetitos– es considerado, delante de Dios, y tratado como bajo esclavo y cautivo y no como hijo, por no haber querido seguir su doctrina, que nos enseña que “el más grande entre

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vosotros iguálese al más joven, y el que dirige al que sirve” (Lc 22,26). No podrá el hombre llegar a la libertad real del espíritu que se consigue en la divina unión; porque la esclavitud no puede tener parte con la libertad. Y ésta no puede vivir con el corazón sujeto a querencias y añoranzas, porque un corazón así es corazón de esclavo. La libertad es patrimonio del corazón libre, que es corazón de hijo. Esta es la razón por la que Sara dijo a su marido Abraham que expulsase a la esclava y a su hijo diciendo que no había de repartirse la herencia el hijo de la esclava con el hijo de la libre (Gén 21,10). 7. Y todos los deleites y gustos que la voluntad puede gozar en todas las cosas del mundo, comparados con todos los deleites, que es Dios, son suma pena, tormento y amargura. Y quien pone su corazón en esos deleites de la tierra es considerado ante Dios digno de suma pena, tormento y amargura. Todas las riquezas y gloria de todo lo criado, comparadas con la riqueza que es Dios, son suma pobreza y miseria. El hombre que esto ama y esto posee resulta sumamente pobre y miserable ante Dios. No podrá, por eso, llegar a la riqueza y gloria

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que es el estado de la transformación en Dios, ya que lo miserable y pobre dista sumamente de lo que es sumamente rico y glorioso. 8. Por eso la divina sabiduría –entristecida a propósito de quienes por amar lo que a ellos les parece hermoso y rico del mundo se hacen feos, bajos, miserables y pobres– les dice en los Proverbios: “A vosotros, señores, os llamo, me dirijo a la gente: los inexpertos aprended sagacidad; los necios adquirid juicio; escuchad, que hablo sin rodeos, abro los labios con sinceridad …Yo traigo riqueza y gloria, fortuna copiosa y bien ganada; mi fruto es mejor que el oro puro y mi renta vale más que la plata; camino por sendero justo, por las sendas del derecho, para legar riquezas a mis amigos y colmar sus tesoros” (Prov 8,4-6;18-21). Con estas palabras se dirige la divina sabiduría a quienes entregan su corazón y se apegan a cualquier cosa del mundo. Y los llama inexpertos porque no saben amar las cosas grandes, sino que aman las pequeñas. Y por eso les dice que aprendan sagacidad para amar las grandes, como ella. Pues las grandes riquezas y la gloria que ellos aman están con la sabiduría y en la sabiduría y no donde ellos piensan. Y que las riquezas opulentas

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y la justicia viven en ella. Pues aunque los amadores del mundo juzgan que las cosas de este mundo son riquezas inmensas y justicia, les advierte que mucho mejores son las suyas diciéndoles que el fruto que en ellas encontrarán es mejor que el oro puro y la plata. Y esto se puede aplicar a cualquier afición que se pueda tener en esta vida.

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Capítulo 5

Sigue la doctrina ya expuesta. Se prueba por la Sagrada Escritura con textos y símbolos lo necesario que es que el hombre vaya a Dios por la “noche oscura” de la mortificación del apetito en todas las cosas 1. Por lo que he dicho hasta aquí se entrevé la distancia que hay de todo lo que las criaturas son en sí a lo que es Dios en sí. Y, consiguientemente, los hombres que ponen su afición en alguna criatura distan de Dios lo que dista la criatura, ya que, vuelvo a repetir, el amor iguala. Y esta distancia medía bien san Agustín cuando decía en los Soliloquios, hablando con Dios: “Miserable de mí, ¿cuándo podrá mi cortedad e imperfección igualarse a tu rectitud? Tú verdaderamente eres bueno, y yo malo; tú justo, yo injusto; tú luz, yo ciego; tú vida, yo muerte: tú medicina, yo enfermo; tú suma verdad, yo toda vanidad”.

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2. ¡Cómo se equivoca el hombre si piensa que podrá llegar al alto grado de unión con Dios sin vaciar antes el apetito de todas las cosas naturales y sobrenaturales! El apetito le puede impedir la unión con Dios, lo diremos más adelante. Ya que la distancia que hay de estas cosas a lo que se da en el estado de transformación es inmensa. Por eso dice Jesús: “Todo aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser discípulo mío” (Lc 14,33). El que no renuncia a las cosas que posee con su voluntad. Y esto está claro, porque la doctrina que el Hijo de Dios vino a enseñar fue el menosprecio de todas las cosas para poder recibir en sí el precio del espíritu de Dios. Y hasta que el hombre no se vacíe de las cosas mundanas, no tiene capacidad para recibir el espíritu de Dios en pura transformación. 3. En la Escritura tenemos una alegoría de esto. Dios no envió el maná, manjar del cielo, a los israelitas hasta que les faltó la harina que ellos habían traído de Egipto. Con esto dio a entender que primero es necesario renunciar a todas las cosas, porque el manjar de ángeles no está hecho para el paladar que quiere saborear el de los hombres. Y además de que el hombre, cuando se entretiene y

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Tribulación: congoja, pena, tormento o aflicción moral. Persecución o adversidad que padece el hombre. Trillar: descascarar, clasificar y seleccionar granos. Trocar: cambiar, permutar. Unción: acción de ungir o untar. Gracia y comunicación especial del Espíritu Santo, que excita y mueve al alma a la virtud y perfección. Devoción, recogimiento y perfección con que el ánimo se entrega a la exposición de una idea y/o a la realización de una obra. Unitiva: que tiene virtud de unir. Vehemencia: énfasis, fuerza impetuosa, ardiente. Ventalle: abanico. Yesca: cosa sumamente seca y, por consiguiente, dispuesta a encenderse o abrasarse. Su plural es “lumbre”.

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Índice SUBIDA AL MONTE CARMELO Subida del Monte Argumento Canciones Prólogo

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Libro Primero: Noche activa del sentido Capítulo 1. Capítulo 2. Capítulo 3. Capítulo 4. Capítulo 5. Capítulo 6. Capítulo 7. Capítulo 8. Capítulo 9. Capítulo 10. Capítulo 11. Capítulo 12. Capítulo 13 Capítulo 14. Capítulo 15.

17 18 21 24 28 36 44 50 53 59 65 68 76 80 86 89

Libro Segundo: Noche activa del espíritu (inteligencia) Capítulo 1 Capítulo 2. Capítulo 3. Capítulo 4. Capítulo 5 Capítulo 6

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Colección Clásicos Espirituales

Capítulo 7. Capítulo 8. Capítulo 9. Capítulo 10. Capítulo 11. Capítulo 12. Capítulo 13. Capítulo 14. Capítulo 15. Capítulo16. Capítulo 17. Capítulo 18. Capítulo 19. Capítulo 20. Capítulo 21. Capítulo 22. Capítulo 23. Capítulo 24. Capítulo 25 Capítulo 26. Capítulo. 27. Capítulo 28. Capítulo 29. Capítulo 30. Capítulo 31. Capítulo 32. Libro Tercero: Noche activa del espíritu (Continuación – Memoria y voluntad) Capítulo 1. Capítulo 2. Capítulo 3. Capítulo 4. Capítulo 5. Capítulo 6. Capítulo 7. Capítulo 8.

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San Juan de La Cruz

124 134 141 146 148 160 168 172 184 189 201 210 216 229 237 250 268 271 279 281 297 300 302 312 318 322 327 328 330 341 346 348 350 353 355

Capítulo 9. Capítulo 10. Capítulo 11. Capítulo 12. Capítulo 13. Capítulo 14. Capítulo 15. Capítulo 16. Capítulo 17 Capítulo 18. Capítulo 19. Capítulo 20. Capítulo 21. Capítulo 22. Capítulo 23. Capítulo 24. Capítulo 25. Capítulo 26. Capítulo 27. Capítulo 28. Capítulo 29. Capítulo 30. Capítulo 31. Capítulo 32. Capítulo 33. Capítulo 34. Capítulo 35. Capítulo 36. Capítulo 37. Capítulo 38. Capítulo 39 Capítulo 40. Capítulo 41 Capítulo 42. Capítulo 43. Capítulo 44. Capítulo 45.

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