Claves cotidianas es una colección de libros preparados por el equipo Pastoral y Editorial de San Pablo de Venezuela, para ayudar a cada persona a vivir una vida plena de valores y feliz. Distribuye: • San Pablo, distribución El Hatillo (Edo. Miranda) - Telfs.: (0212) 963.68.81 - 963.65.19 Fax: 963.68.52 - E-Mail: sphatillo@cantv.net Creación de portada, ilustraciones y diagramación: Oswaldo Rosales Redacción: Javier Miranda
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1- Desactivar la depresión En este libro vamos a dedicarnos precisamente a esto: a desactivar la depresión. Y quiero, tener la certeza que tú vas a aprender a desarmar efectivamente la bomba de tiempo que es la depresión, esecartucho de dinamita que nos explota en las manos cuando menos nos conviene y donde no nos lo esperamos. En ese momento en que creíamos habernos librado del fantasma de la depresión definitivamente, viene y nos salta encima, nos envuelve en su manto oscuro y triste, hundiéndonos en la angustia y la desesperación. Pues quiero que le digas “ya no más” a la depresión y que se lo digas con firmeza, con esa valentía que has tenido para salir adelante de cada ataque depresivo. Este libro es una invitación muy especial y directa a vencer la depresión, a conocerla, enfrentarla y desterrarla de nuestro territorio, a desactivarla, a desarmarla en pedacitos, a silenciar sus gritos, a “apagarla” con el interruptor que tenemos en nuestras manos para poder hacerlo. 4
Oye, estas páginas han sido escritas para ti y contienen un mensaje de optimismo sustentado: ¡superar la depresión es posible! A ti lo que te hace falta es comprobarlo en tu vida diaria.
2- Incorporar la alegría a tus días Ya sé que tú conoces y disfrutas la alegría, esa sensación que nos inspira sonrisas y casi una felicidad física, tangible. La alegría nos viene bien, nos rejuvenece, nos mantiene saludables, nos hace sentir flotando, ligeros de cualquier carga y, sobretodo, del sobrepeso que significa la depresión en nuestras vidas. La depresión es enemiga jurada de la alegría. A la depresión la deprime la gente alegre. La depresión detesta el buen humor y las sonrisas. A la depresión le divierte agriarnos cualquier momento en el que espía nuestra felicidad y nuestro apego a la vida. Lo peor es que le puede pasar a la depresión es confirmar nuestra poderosísima vocación a la alegría. Así que toma nota de esta primera arma contra la depresión: llena tu tiempo de alegría. 6
3- La alegría no es exigente Si supieras lo poco que exige la alegría para poder instalarse en tu vida. La alegría, al igual que las plantas, está viva y necesita algo de aire para oxigenarse, un poco de sol, agua de vez en cuando y se alimenta de tus sonrisas. Aunque debo advertirte que la alegría se reproduce constantemente y, una vez que la cultives, te la vas encontrar en todas partes. Las amistades de la alegría son el optimismo, la felicidad, el buen humor, la esperanza, la fe, las ganas de vivir y hacer cosas. Algo importantísimo es que donde prende la alegría, difícilmente ataca la depresión. ¿Sabes por qué? La razón es que la alegría es confortable y luminosa; a la alegría le gusta la gente y resulta contagiosa. Pero la depresión prefiere la oscuridad y la humedad del llanto. Cada lágrima que derramas es un grito de invitación a que la depresión te acompañe. 7
4- Cambio depresión por alegría Atrévete a publicar este “aviso” en internet, aunque no lo firmes con tu nombre. O escríbelo en tu diario, en tu agenda, en tus cuadernos, en tu libro de cabecera o hasta en el espejo de tu cuarto. El asunto es que esta advertencia tuya le quede clara a la depresión. Envíale un mensaje de texto a la depresión comunicándole tu decisión de alejarte de ella, de abandonarla, de dejarla atrás, de reducirla a un triste recuerdo. El único aspecto positivo de la depresión es que, una vez superada, nos recuerda (de la forma más ardua) casi todos los tesoros que la vida nos obsequia: alegría, felicidad, amigos, amores, sueños, sabores, texturas, conocimientos, logros, sonrisas, la familia, celebraciones, proyectos…
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5- Pide ayuda, no te encierres
6- Bajón de energía
La depresión ataca cuando nos sorprende solos. Al menor atisbo de depresión, no dudes en buscar buena compañía: familiares, amistades, compañeros de estudio o de trabajo. Una voz cordial a través del teléfono que nos suba el ánimo, una mano amiga que nos reconforta con calidez, rescatándonos ante el asomo de cualquier episodio depresivo.
Podemos entender la depresión como un bajón de energía emocional. Cuando se nos baja la tensión, por ejemplo, un simple vaso de agua con azúcar nos rescata del calorón y nos repone nuestro nivel energético tras un breve reposo. Lo que ocurre con la depresión es que debemos enfrentarla con la acción. Pequeñas acciones cotidianas bastan para mantener a raya a los ataques depresivos.
A la depresión le encantaría que tú fueras una persona muda para evitar que acudas a los demás y compruebes que no estás solo/a. Aunque no te resulte fácil, habla, comunícate, exprésate, pide ayuda. Muchas veces, el simple hecho de “escucharte” a ti mismo poniendo en palabras tus sentimientos te aclara y alivia enormemente. Pero si consideras que requieres una orientación mayor, siempre tienes la opción de consultar a un sacerdote o profesional especializado.
Lo que quiere la depresión es atraparte y entramparte en el sótano húmedo y oscuro de la tristeza. Actívate contra la depresión y ahuyéntala. Ocupa tu mente en ideas positivas y proyectos realizables a corto, mediano y largo plazo. Planifica qué quieres hacer mañana, la próxima semana y el mes que viene. El ejercicio físico moderado también te mantiene a salvo del gas paralizante que suelta la depresión.
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7- Obséquiate motivaciones Piensa ya en todo lo que te motiva: lo que te gusta; lo que te mueve; aquello que te hace soñar: tu color predilecto que combina o contrasta con ese otro; el sabor que jamás te cansas; la canción que te sabes de memoria y tarareas bajo la ducha; ese logro que te afanas en conquistar; tu deseo más secreto que nadie conoce; esa persona tan especial que te inspira un montón de sensaciones agradables… Ahora vas a irte regalando una por una, poco a poco, cada una de estas motivaciones que alegran tu vida, en la justa medida de tus posibilidades. Porque tú te vienes esforzando desde siempre y, llegado el momento, nuestro trabajo eficaz obtiene su recompensa. Eso sí, persiste sin impaciencia.
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