Vocación Docente
Una Perspectiva Cristiana
Moisés Chirino Prólogo Antonio Pérez Esclarín
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Prólogo
l libro “Vocación Docente: una perspectiva cristiana” es una invitación a asumir en serio la tarea de educar, que más que una profesión, debe asumirse como un modo de vida. Educar es el arte de acercarse al alumno con respeto y con amor, para que se despliegue en él una vida verdaderamente humana. Educar es, en consecuencia, algo mucho más sublime, importante y difícil que enseñar matemáticas, lengua, inglés, computación o geografía. Educar es formar personas, cincelar corazones nobles y generosos, ofrecer los ojos para que los alumnos, todos los alumnos, puedan mirarse en ellos y verse hermosos, valorados y queridos, para que así puedan mirar la realidad sin miedo y mirar a los otros con respeto y con cariño. Si no es esto, será, a lo sumo, adiestramiento, capacitación, preparación para ejercer un oficio o un trabajo, pero no educación. Educar es contribuir a desarrollar armónicamente todas las dimensiones y potencialidades del ser humano (cualidades físicas, psíquicas, intelectuales, morales y espirituales), para que llegue a ser una persona digna y feliz. 5
La educación no puede reducirse a un asunto técnico, pues es esencialmente un asunto ético y humano. Por ello, educar no puede ser meramente un modo de ganarse la vida, sino que tiene que ser un modo de provocar ganas de vivir, con sentido y con proyecto, de defender la vida dondequiera que esté amenazada, de dar vida para que cada persona pueda realizar su misión en la vida y encontrar la felicidad. Para los educadores cristianos, educar es, en definitiva, seguir con radicalidad a Jesús, el Maestro de Maestros, responder a la vocación, es decir al llamado de Dios a que continuemos su obra creadora, de modo que cada persona pueda encontrar su plenitud y su felicidad. Jesús nos enseñó con su palabra y con su vida, que Dios es un Padre-Madre de entrañas misericordiosas que nos ama con pasión y quiere que todos vivamos como hermanos. Dios nos creó por amor, nos quiere sin condiciones y nos mostró en Jesús el modo de encontrar la plenitud y la verdadera felicidad. Por ello, Jesús es camino, verdad y vida; camino verdadero a la vida; camino a la vida verdadera. Estas ideas laten en cada una de las líneas de este libro. Su autor, Moisés Chirino, convence porque vive lo que propone, porque nos asoma a un corazón enamorado de Jesús, y por ello enamorado de su profesión de genuino educador. “Escribo desde la fe”, expresa sin titubeos el autor. Desde una fe que se hace compromiso y servicio; desde una profunda espiritualidad, comprometida con la defensa de la vida. Por ello, Moisés, fiel a su vocación, es decir a la llamada que Dios le hizo, responde con la entrega de su vida. En consecuencia, ama su profesión, ama a cada uno de sus alumnos, sobre todo a los más carentes y necesitados, con un amor que se ejerce como atención, cercanía, comprensión; es decir, servicio. 6
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No se le escapa a Moisés que hoy resulta muy difícil educar en una sociedad deseducadora, humanizar en un mundo cada vez más inhumano. Por ello, hace un llamado a la pasión, al entusiasmo creador, a asumir con verdadera alegría la vocación y la misión a la que hemos sido convocados. La paz y la alegría del Resucitado deben resplandecer en cada educador, pues es evidente que educadores aburridos, rutinarios, meros dadores de programas, no comunican vida ni promueven las ganas de vivir intensamente. Sólo si asumimos apasionadamente nuestra vocación y rechazamos la pereza, el desánimo, la apatía, convenceremos a los jóvenes y serán capaces de ver en nosotros una invitación a vivir plenamente, a hacer de su vida una semilla de vida, a gastar su vida en el servicio de los demás. En muchas de sus ideas encontramos destellos de la pedagogía de don Bosco, lo que nos recuerda que Moisés fue cultivando su vocación de genuino educador en la Escuela Técnica Madre Mazzarello de Coro. Había nacido en Curimagua, donde José Leonardo Chirino estremeció la sierra falconiana con su grito de libertad. Allí cursó sus estudios de primaria, y la familia emigró a Coro para proporcionarles a los hijos mejores oportunidades de estudio. Tras trabajar varios años en el Instituto Nacional del Menor (INAM) empezó su labor en la Escuela Técnica Madre Mazarello, dirigida por las hermanas salesianas, donde por veinte años fue alimentando su vocación y fraguando su profunda espiritualidad como profesor católico, como catequista, como formador de catequistas y como formador de familias. Por ello, insiste en la pedagogía de la presencia cercana, oportuna, creadora; pedagogía, en definitiva, del amor, pues la educación es cosa del corazón. Se trata nada más y nada menos de ver a cada alumno como un don, como un regalo, como una oportunidad de servir. Verlo 7
con los ojos de Dios, juzgarlo con el corazón de Dios y actuar con él con la bondad de Dios. Moisés nos recuerda también que somos siempre proyectos inacabados, que mientras vivimos tenemos la posibilidad de irnos haciendo cada vez mejores personas y mejores educadores, de moldear nuestras vidas al estilo de Jesús. Por ello, nos invita también a vivir en formación, a reinventar la vocación cada día, en cada clase. El libro se lee muy a gusto y toca las fibras más sensibles del corazón. Está escrito con un estilo cercano, alejado de las meras pretensiones academicistas que buscan deslumbrar, más que alumbrar. Es, sin embargo, un libro bien documentado y profundo, con esa profundidad de los que más que ideas, están expresando convicciones, están transmitiendo vida. Antonio Pérez Esclarín
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Vocación docente:
una llamada a la vida
“Cada hombre es un ser nuevo en el mundo, llamado a realizar su particularidad: Su vocación”.
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na manera de vivir a plenitud nuestra existencia es vivirla desde y para la vocación, que es vivirla desde la llamada de Dios, vivirla tomando en cuenta su inspiración como creador y como padre infinitamente amoroso, que nos ha insertado en su máxima obra: La humanidad. Dios nos ha invitado desde la eternidad a ser partícipes con Él de su creación, nos ha dado el privilegio de ser co-creadores de la especie que guarda su imagen y semejanza. Nos ha llamado a la vida para que seamos semejantes a Él en la persona de su hijos Jesús, tal como lo dice Sastre Jesús (1996, pág. 112) “porque la llamada a la vida es una llamada a ser imagen y semejanza de Cristo” que “es imagen perfecta del Padre” Por su bondad, el creador nos ha llamado a estar con Él en el mundo, a cada quien de una manera particular e íntima, de tal modo que cada uno de nosotros somos en origen una llamada, lo cual de forma lógica nos convierte en una respuesta -llamada y respuesta-; eso somos, tal como lo señala Jesús Sastre “La existencia del hombre es constante llamada y respuesta” (pág. 112). Lo que hace extraordinariamente maravillosa esa llamada es que se concreta de manera única, específica e individual en cada persona. El llamado es íntimo, Padre a hijo. “Yavé me 16
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llamó: Desde el vientre de mi madre, desde las entrañas maternas pronunció mi nombre” (Isaías. 49,1). En el momento en que Dios nos llama a la vida y pronuncia nuestro nombre en el lugar sagrado de nuestra madre, comienza nuestra existencia bajo el amparo y protección de ese Dios todo creador, que además nos provee de unos dones y talentos para aprehender y valorar la realidad natural y social, donde histórica, geográfica y culturalmente nos toca vivir y realizarnos. Esos mismos dones y talentos permitirán ayudar y mejorar esa realidad para nuestro bien y para el bien de los demás, con ello nos incorporamos al mundo en una doble dimensión: como “creación” y como co-creadores, ésa es la esencia de la llamada. Entendemos como vocación al llamado que Dios nos hace para estar en el mundo con un papel específico, dando respuesta apropiada al proyecto que Él tiene para cada uno, cumpliendo así la misión que nos corresponde en el espacio terrenal y temporal que Él mismo eligió para nosotros. En esa llamada sólo Dios conoce las razones por las que nos ubicó en un tiempo y en un espacio específico. Nuestro deber es aprovechar ese tiempo y ese espacio para realizar los propósitos que Él tiene para nuestra vida; propósitos que potencialmente están contenidos en la vocación y con los que cada uno tiene la posibilidad de su realización personal y trascendente como ser humano y social. La vocación es la gracia de Dios a los hombres y la forma en que Él siembra en cada uno la semilla del SER; es aquello que posibilita el despliegue de lo humano en cada persona, como respuesta a su voluntad de Padre, que te pensó y dise17
ñó desde antes que nacieras. “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes que tú nacieras, yo te consagré” (Jer 1,5). La vocación se nos dio para vivir de acuerdo a ella, que es vivir dando respuesta a los propósitos de Dios. Para ampliar la comprensión del tema se transcribe unos párrafos del autor Tomás Ventura Tejedor (2000,pág 10-11) en cuanto a “Vivir la vida como vocación”: •Vivir la vida como vocación es entrar en el juego de la llamada, respuesta y encuentro de Dios con los hombres, que Dios ha empezado a jugar con la humanidad desde el comienzo de la historia de la salvación. •Vivir la vida como vocación es dejar actuar a Dios. Dios toma la iniciativa de llamar a todos los hombres y en todas las épocas. Los hombres, atentos al plan de Dios, que contempla a toda la humanidad, responden desde su libertad. Decir SÍ a la propuesta divina es dar una respuesta salvadora a las necesidades de los hombres, a las necesidades del mundo. •Vivir como vocación, es dejarse interpelar por los problemas humanos, por las situaciones de marginación, por la falta de valores, por el hambre de Dios, por la pobreza, por la injusticia… •Vivir la vida como vocación es optar por la felicidad, mía y de todos. Por la felicidad que se conquista al contagiarse de los mismos sentimientos de Cristo Jesús… En cuanto a algunas definiciones de vocación encontramos las siguientes: 18
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Vocación: •“Inspiración con que predestina la providencia para un papel determinado”. •“Inspiración con que Dios llama a un estado, especialmente el de religión”. •“Aptitud especial para una profesión”. •“Inclinación a cualquier estado o carrera”. Se aprecia que en las dos primeras definiciones la palabra que encabeza es “INSPIRACIÓN”, que según el Diccionario Enciclopédico Océano Uno se define como “la ilustración sobrenatural que Dios comunica a la criatura” o “estado de ánimo que favorece la creación”. Desde esta idea se interpreta que la vocación es la ilustración que se recibe por parte de un ser superior: Dios; también entendida como la enseñanza dada por la Providencia que, en el caso de los docentes se trata de aclarar, explicar, instruir, educar. Otra interpretación es la que se refiere a una condición anímica del hombre para crear; en este aspecto se advierte la dimensión co-creadora del hombre como gratuidad y llamado de Dios, y como una característica particularmente específica de los seres humanos. Ser creativos. El ilustre maestro venezolano Luis Beltrán Prieto Figueroa en su libro “Principios generales de la Educación” (1990) escribe con relación a la vocación: Según la etimología latina la palabra vocación, significa la voz interior que llama hacia una profesión o al ejercicio de una determinada actividad. Viene de vocare, llamar, en su origen la palabra tenía significado religioso. 19
Se define vocación como la inclinación preferente del espíritu por determinada actividad que lleva al individuo a practicarla, en los casos más extremos, en forma absorbente y exclusiva. Por otra parte, Jesús Sastre expresa en su libro “El discernimiento vocacional” que “el término vocación viene del Latín vocatio, que significa llamada; en consecuencia la llamada puede ser acogida” (pág. 100). Queda claro entonces, que la vocación es una llamada o invitación por parte de Dios a cumplir un propósito en la vida, ante lo cual la respuesta es decisión de quien recibe la llamada. Dejando explícito el don maravillosos de la libertad para elegir. La tecnología comunicacional actual nos facilita la comprensión de lo propuesto en el párrafo anterior: en los celulares, por ejemplo, aparece en la pantalla el número telefónico origen de la llamada, entonces es decisión de quien recibe si atiende o no. Ésa es la clave, la llamada es personal y directa; pero se tiene la libertad de aceptarla o no, porque hasta en eso Dios ha sido cuidadoso, te deja la libertad para decidir. El desarrollo de la propia vocación, asumida como llamada providencial y recibida a su vez como ilustración dada por Dios, es un acto de voluntad libre, es decir, Dios no ejerce coacción, ni esclaviza por haber dado a la persona la inspiración que necesita para desenvolverse o por haber dado la capacidad para instruir, en el caso de los docentes; Él deja que sea la persona quien decida seguir o no la inspiración, es el mayor gesto de respeto de Dios a tu persona, respeto a tu libertad de elegir; aún cuando somos creación de Él, nos deja la posibilidad de elegir entre SER o no SER. 20
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Si la llamada a ese número particular, que sólo tú escuchas desde el fondo de tu corazón, es la de ser docente, Dios mismo se encarga de darte las primeras recomendaciones, ofreciéndote el camino de realización y la sabiduría necesaria para ello. La actitud ha de ser siempre de esmerada escucha. No cuelgues el teléfono. La vocación docente es una llamada especial que Dios ha hecho a determinadas personas para que contribuyamos, de manera específica, a desarrollar en cada niña, niño y jóvenes todos los contenidos y significados humanos que potencialmente ya existen en ellos, como bondad de Dios que los ha creado. Pero, en esa tarea, Dios mismo va dando las herramientas y fortaleciendo constantemente la misión para que alcancemos con éxito el propósito para el que hemos sido llamados y elegidos: Educar, que en voz de muchos autores contemporáneos es humanizar, pues afirman que nacemos humanos, pero no totalmente humanos, es necesario llegar a serlo (Savater F, Pérez A.). El docente cristiano hoy tiene mayores retos y desafíos; la tarea no es fácil, educar en una sociedad des-educadora, humanizar en un mundo cada vez menos humano; para ello se requiere de un docente claro y convencido de su vocación, nutrido profesionalmente y sustancialmente ético, pero especialmente de un docente “enraizado y edificado en la persona de Jesús”, pues Jesús ha dicho: “permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes” (Jn 15, 4). Si queremos que nuestra vocación docente produzca al cien por ciento los frutos que esperamos de ella, aparte de asumir responsablemente lo que humanamente nos corres21
ponde, debemos tener muy en cuenta lo que Jesús ha dicho: “Si alguien permanece en mí, y yo en él, produce muchos frutos, pero sin mí no se puede hacer nada” (Jn 15,5). Todos los docentes cristianos estamos llamados a construir un mundo mejor, ayudando a las nuevas generaciones a descubrir en sus rostros y en el rostro de los demás, el rostro de Cristo, y para eso contamos con la asistencia divina del Padre, de quien procede la llamada, porque “el que los llama es fiel y cumplirá su palabra” (1Ts 5,24). Por otra parte, “los dones y la llamada de Dios son para siempre” (Rom 11,29); abarca toda nuestra existencia, nuestro modo de ser y de actuar, “la vocación se vive como una experiencia de comunicación íntima con Dios” y esto ya es garantía para alcanzar los nobles propósitos de ser un docente a favor de la vida y de la construcción humana, desde la promoción de la dignidad ilimitada de ser hombre y mujer, de la convivencia sana, basada en el respeto de las diferencias y de la diversidad. La vocación docente cuando es asumida como llamada intransferible de Dios, transforma sustancialmente la propia vida; se vive y experimenta como alianza con un Dios que actúa radicalmente por amor y una persona (docente) que consciente de sus carencias y debilidades procura desarrollarse y crecer desde la fe. AMOR y FE, la dupla que puede transformar el mundo; déjate amar por Él y ten fe. El docente cristiano, como lo expresa Antonio Pérez Esclarín en su libro “Jesús Maestro y pedagogo“ (2006, pág. 147): Entiende y asume que ser educador es continuar la obra creadora de Dios, ayudar a cada persona a realizar su misión en 22
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la vida, a desarrollar todas sus potencialidades y alcanzar su plenitud… Sabe muy bien que seguir a Jesús implica proseguir su misión de construir la fraternidad y está muy consciente de que su tarea de educador no se limita a enseñar programas, contenidos y materias o a desarrollar competencias y habilidades, sino que se dirige esencialmente a enseñar a vivir, a defender la vida, a dar vida, a dar la vida. Y entiende que, actuando así, encuentra su propia plenitud, realiza el sentido de la vida, la salva, no la bota ni la malgasta . Nuestra máxima misión como educadores cristianos es enseñar a cada joven a descubrirse y desplegarse como persona, como humano que ha sido creado a “imagen y semejanza de Dios”, enseñarle a valorar su individualidad en el proceso de personalización, pero, al mismo tiempo, enseñarle que no se es sin el otro, como lo señala Emerich Coreth (1980, pág. 46): “La existencia personal está siempre orientada hacia los demás, ligada a los demás, en comunión con los demás”. Nuestra misión vocacional como docentes cristianos es la de promover y defender la vida desde lo concreto y cotidiano, esa vida que se entreteje en la riqueza de lo humano y en la historicidad de cada grupo social. Enseñarles a vivir con autenticidad, que es enseñar a vivir cristianamente. Tiempo de vivir VIVIR es vibrar cada instante ante la emoción de percibir la maravilla de la creación. VIVIR es entender que cada minuto que transcurre no volverá, es atraparlo intensamente, porque forma parte del tiempo que sabemos ha quedado en el ayer. 23
VIVIR es saber dar lo mejor de nosotros, es vibrar en la bondad y es llevar a su máxima expresión nuestra capacidad de ser. VIVIR es gozar los momentos bellos y desafiarse a sí mismo ante las adversidades. VIVIR es aprender más cada día. Es evolucionar y cambiar para hacer de nosotros un ser mejor que ayer, un ser que justifica su existir. VIVIR es amar intensamente a través de una caricia, es escuchar en silencio la palabra del ser amado, es perdonar sin réplica una ofensa, es aspirar la presencia del otro, es besar con pasión a quien nos ama. VIVIR es contemplar apaciblemente la alegría de un niño, escuchar al adolescente aceptando sus inquietudes sin protestar, acompañar con gratitud la ancianidad en su soledad. VIVIR es comprender al amigo ante la adversidad, aunque se tengan mil argumentos para contradecirlo, justificarlo o, finalmente, sólo escucharlo; es tener la capacidad de regocijarse ante el triunfo y su realización. VIVIR es sentir que nuestro existir no fue en vano y en la medida en que nos atrevamos a dar lo mejor de nosotros en cada momento logremos manifestar la grandeza de nuestra alma para amar. VIVIR es permanecer en paz ante la presencia de Dios, contemplando en silencio la inmensidad de Su ser. 24
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VIVIR es vibrar y sentir, es amar y gozar, es observar y superar, es dar y aceptar; es ser y permanecer, es comprender que nuestro tiempo es lo único que poseemos para realizar plenamente nuestro ser. Tomado del libro: 50 Parábolas para mejorar la vida, de Yaneth García Carrillo (2006, pág. 25).
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La vocación:
una fuerza impulsora que tiene el aliento de Dios
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Índice Prólogo.......................................................................................5
Presentación.............................................................................11 Vocación docente: una llamada a la vida............................... 15 La vocación: una fuerza impulsora que tiene el aliento de Dios................................................................. 26 Desarrollar la vocación............................................................32 La vocación: descubrirla y vivirla como valor....................... 45 Redescubrir la vocación......................................................... 49 La vocación y el sentido de la vida........................................ 58 Vocación docente: una tarea de amor.................................. 62 La educación es cosa del corazón..........................................72 Pedagogía de la presencia cercana....................................... 78
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Vocación es amistad............................................................... 85 Orar la vocación.......................................................................91 Vocación es aceptación.........................................................100 Vocación es atención............................................................104 Vocación es servicio...............................................................110 Vocación es comunión...........................................................115 Algunas condiciones para la comunión................................ 126 Vocación es alegría................................................................ 130 Vocación es entusiasmo........................................................ 136 La creatividad: el toque mágico de la vocación....................141 Vocación docente y el trabajo.............................................. 147 La vocación es “don y tarea”................................................ 154 Bienaventuranzas del educador cristiano............................ 158
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Vocación y autorrealización.................................................. 162 Dimensión ética de la vocación docente..............................169 Bibliografía............................................................................ 177
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