mamut GOLDEN AGE
mamutcomics.com
9 788415 051688
GOLDEN AGE
precio : 20 euros isbn : 9788415051688 ibic : YFW
mamut
NICOLÁS • LA GORDA DE LAS GALAXIAS
2
NICOLÁS
TOMO I
Guión y dibujos: Nicolás
Directores de la colección: Maxi Luchini + Ed
Diseño de colección: Immaculada Bordell
colección MAMUT GOLDEN AGE contacto@mamutcomics.com © Nicolás © Bang. ediciones, mayo 2012 contacto@bangediciones.com Todos los derechos reservados Impreso por Bilnet, Turquía, mayo 2012
Más información
miprimercomic.com mamutcomics.com
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Debido a las dificultades que surgen en la publicación de “la Gordi”, hemos tenido que tomar ciertas decisiones al llevar a cabo esta edición. Así pues, solo publicaremos las historias de la Gorda de las Galaxias de las que hemos podido conseguir sus originales. Lo hacemos así porque preferimos publicar menos material, que no una edición con reproducciones de calidad deficiente. De todas formas, pensamos que los dos volúmenes que conforman esta edición de La Gorda de las Galaxias, son una muestra más que suficiente de la calidad y la audacia de la obra de su autor, Nicolás. Estos dos libros no hubieran sido posibles sin la inestimable ayuda de José Luis Martínez Cabrera (Rebote) y de Sergi Ruiz Villaescusa, dos Nicolasistas de pro. También queremos agradecer a Antoni Guiral y a Luis Alberto de Cuenca por sus respectivos prólogos que ayudarán a situar, histórica y emocionalmente a Nicolás Martínez Cerezo.
Luis Alberto de Cuenca (de la Real Academia de la Historia) Parece mentira, pero no lo es: yo conocí a Nicolás Martínez Cerezo no a través de sus cómics, sino como autor de una extraordinaria novela, Kubelik, que iba a publicar Ediciones Siruela hace más de veinte años, cuando el mundo no había envejecido tanto. Jacobo Stuart, dueño por aquel entonces de Siruela, me llamó por teléfono y me dijo que leyera un original que había llegado a sus manos y que le diera mi opinión sobre el mismo. Leí Kubelik de una sentada, con miedo de que se acabase. ¡Qué maravilla! Lo mismo pensaba Jacobo, de modo que no sé por qué empezaron a torcerse las cosas y Kubelik nunca se publicó. Dicen que hubo un lector de la editorial que alegó razones de tipo comercial para que no viera la luz… Qué sé yo. Lo cierto es que Kubelik sigue ahí, como el arpa de Bécquer, esperando la mano de nieve que haga brotar sus portentosos compases narrativos. En seguida tuve ocasión de conocer personalmente a Nicolás. Lo recuerdo en su casa madrileña de la calle Víctor Andrés Belaúnde, en alguna de las cafeterías próximas, incluso en una tertulia que Alberto Porlan organizaba en su piso de San Ernesto, frente al Parque de Berlín. Recuerdo con nitidez a su madre, que era y sigue siendo una señora encantadora, y las paredes de su cuarto, tapizadas con recortes de colorines, y los cuadernos que me regaló, conteniendo buena parte de su producción literaria de aquellos tiempos, cuadernos que conservo como oro en paño. Recuerdo también a su amigo Javier Arrizabalaga, que siempre creyó en él, como dibujante de cómics y como escritor, y que ofició conmigo (¿quizá en Guadalajara?) en la presentación de Mermelada y dinamita, el precioso álbum que Nicolás consagró a los Beatles. Recuerdo cómo llegué, a través de Nicolás, a amigos entrañables hoy, como los onubenses hermanos Macías, o como Rebote, el cartero de Trigueros. Recuerdo cómo el propio Nicolás me contó sus orígenes remotos en La Codorniz, donde colaboró cuando era apenas un teenager, y cómo me
dio a conocer este maravilloso personaje, La Gorda de las Galaxias, que tienes en las manos, querido lector, y que va a procurarte muchos ratos de solaz y deleite en cuanto te sumerjas en sus aventuras. Por todo ello, querido Nicolás —y ahora paso a la segunda persona—, me hace mucha ilusión asociar mi nombre al tuyo una vez más, siquiera sea a través de unas breves líneas preliminares a esta cuidadísima reedición de tu Gorda galáctica por Mamut Cómics. Hace tiempo que no te veo, pero pregunto por ti a los amigos comunes y me dicen que sigues como siempre, o sea, genial, porque tú eres un genio, querido Nicolás, como narrador y como dibujante de cómics, y no sabes qué bien me siento al ponerlo por escrito. Madrid, 19 de febrero de 2012
Nicolás llega a Editorial Bruguera en un momento muy complejo. La suspensión de pagos de 1982 se había ido solventando a trancas y a barrancas; de entrada, 600 trabajadores pactaron sus indemnizaciones y abandonaron la editorial, lo mismo que hicieron, durante un tiempo, algunos de sus colaboradores (guionistas, dibujantes), ya que cobrar su trabajo irregularmente era sumirse en la inestabilidad laboral. En 1983, cuando la crisis parecía medianamente resuelta, la redacción estaba encabezada por Ana María Palé, que había sustituido a Rafael González como directora editorial; Pantaleón Bruguera falleció en 1962 y, con Francisco Bruguera retirado, la dirección de la empresa quedó en manos otros gestores. En la redacción se mantenían técnicos editoriales como Julio Fernández, Montse Vives, Mariví Clavo, Montserrat Jiménez o Armando Matías Guiu, a los que se había incorporado Jesús de Cos, también guionista. Juntos dirigían y coordinaban las pocas cabeceras que quedaban en 1984 (en comparación con la explosión editorial de los setenta): la revista Pulgarcito (que recibía su nombre gracias al personaje creado por Jan), Lily, Súper Sacarino, Súper Rompetechos, Cole Cole, Esther y la línea Extra (cerradas en 19851), la tercera etapa de Tío Vivo, Súper Mortadelo (como Mortadelo), Mortadelo Especial, Zipi y Zape Especial y Zipi y Zape, donde entre 1984 y 1986 se publicaría La gorda de la galaxias. En plena democracia, y con el constante auge de la televisión y la presencia de unos primitivos videojuegos, las revistas infantiles y juveniles no pasaban por un buen momento comercial. Las tiradas de las cabeceras de Bruguera se habían reducido de forma ostensible (de 75.000 ejemplares unos años antes a 15.000 ejemplares a mediados de los ochenta) y, salvo excepciones, la editorial no parecía demasiado interesada en renovar sus contenidos. Hubo, es cierto, algunos cambios propiciados por los nuevos tiempos (devolución de originales, reconocimiento de derechos de autor en algunos casos) y por las inquietudes de los técnicos editoriales, como la incorporación de jóvenes creadores 1
Año en el que aparecerían las fugaces Pepe Gotera y Otilio y Superlópez.
de grafismos más contemporáneos y apuestas algo más personales; es el caso de Jaume Rovira, March, Casanyes, Doménec, Miguel o Esegé, a los que se uniría la presencia de guionistas como Jesús de Cos, Pérez Navarro o Jaume Ribera. Con todo, una buena parte de las publicaciones se sostenía con material reciclado, cuyo atractivo para los jóvenes lectores era, al menos, discutible, y con páginas de series clásicas realizadas por el estudio de guionistas y dibujantes de la casa. Continuaban trabajando algunos clásicos con páginas nuevas, como Segura, Escobar, Martz Schmidt (con su equipo propio), Tran, Gosset o Carrillo, pero la costumbre del color indicado en imprenta y de la rotulación mecánica permanecía. Sólo autores como Jan (Superlópez), Rafa Vaquer y Alfonso López (Atasco-Star) o el mismo Nicolás (La gorda de las galaxias), muy conscientes de la importancia del color y de la rotulación manuales, habían conseguido imponer su criterio. En esa tesitura, llega Nicolás con una propuesta revolucionaria en la casa; el propio autor así lo explica: “De golpe introduzco en Bruguera el surrealismo codornicesco2 — Mihura, Jardiel, Tono— y casi lorquiano. Revoluciono el color, los guiones, la rotulación, el dibujo. De pronto soy el único autor completo: guionista, rotulador, colorista”3. La gorda de las galaxias es, en efecto, un soplo de aire fresco en unas revistas que se antojan desfasadas por, casi, los cuatro costados. De hecho, su presencia en el semanal Zipi y Zape es insólita. Y es que, en los dos años que permaneció esta serie en la cabecera, llamaba poderosamente la atención por su modernidad y el atrevimiento de su estética y de su narrativa. Era un extraño rara avis en una publicación que tenía a Zipi y Zape como serie estrella, con nuevos capítulos de los personajes de Escobar, a los que se unían series humorísticas de corte clásico: Kala-Bacín de Damasco (Carrillo), Roquita y Hugh el troglodita (Gosset), Aníbal (Rojas de la Cámara), Alí, el genio de la lámpara (Sifré) o Trotamundo (Francisco Serrano e Iñigo). Todas ellas compartían páginas en Zipi y Zape con personajes de Jaume Rovira (Cinco amiguetes), diversas colaboraciones de los hermanos
2 Se refiere a La Codorniz, semanario de que Nicolás fue colaborador. 3 Declaraciones aparecidas en la página web seronoser.free.fr (“Mi testimonio sobre Bruguera”, de Nicolás Martínez Cerezo, noviembre de 2000).
Fresno (Astroniks, Benito Boniato), la genial Robín Robot (Sanchis) y con un buen número de sagas procedentes de mercados como el franco-belga y el británico (Tintín incluida); en el frente realista, destacaba la excelente El tremendo Tobi (Juan Espallardo). 1985 será un año especialmente dramático en Bruguera. La situación económica se torna insostenible (como herencia no ya sólo de la suspensión de pagos, sino de otras dinámicas empresariales que arruinan a la empresa), y el cierre parece inmediato; de hecho, en 1985 Bruguera pierde a Francisco Ibáñez, que firma por otra. Pero, a finales de ese año, se llega a un acuerdo que, momentáneamente, salvará los muebles. Los 800 trabajadores que quedan en Bruguera acuerdan cobrar sus seguros de desempleo para capitalizar a la editorial con más de 1.200 millones de pesetas; el Banco de Crédito Industrial avala el crédito por un tiempo de tres años, quedando las acciones, las marcas, los fotolitos y los originales en su poder. Los acreedores aceptan un aplazamiento para cobrar sus deudas de dos años; entretanto, los autores, que llevan tiempo percibiendo de forma intermitente sus salarios, asumen también la situación. Es entonces, en 1986, cuando, además de mantener las cabeceras citadas, Bruguera emprende una nueva etapa, concibiendo revistas como El Captián Trueno, Más Madera!, Monstruos & Co. o la nueva versión de TBO. La alegría es breve; en junio de 1986 Editorial Bruguera cierra de forma definitiva. El último capítulo de la primera etapa de La gorda de las galaxias se publica en el nº 672 y último de Zipi y Zape. Hubo una breve resurrección de la serie de Nicolás entre 1987 y 1988, en las páginas del renacido Zipi y Zape de Ediciones B, pero esa ya es otra historia. Antoni Guiral