HISTORIA Y CULTURA
WILLIAMINA FLEMING
¡Mi criada lo haría mejor!, le decía el profesor Pickering a sus ayudante en Harvard para motivarlos en su búsqueda y labor, mientras daba catedra en relación a las placas fotográficas con los espectros estelares más detallados captados hasta la fecha. Las primeras placas de una serie que, luego, fueron parte esencial para que la vieja astronomía diera paso a una ciencia nueva: la astrofísica. El profesor Edward Charles Pickering no había dicho esta frase por casualidad. Una joven había llegado tiempo atrás a su casa, su nombre Williamina Fleming, Mina, quien en la primavera de 1879 mientras se curaba de los golpes de la vida y dejaba por un momento sus seis años de prácticas de magisterio para buscar un trabajo urgente, llegaba a trabajar con él. A Edward Pickering, entre cuyas habilidades estaba la de identificar el talento, no le pasó desapercibido ni un instante que la nueva sirvienta tenía una educación e inteligencia claramente superiores. Así que le ofreció trabajo en el observatorio, de momento, como ayudante en tareas administrativas y para hacer cálculos rutinarios en los que, en su visión de entonces, una mujer mostraría especial destreza. Al menos más que sus ayudantes varones. Pickering era un profesor de física al mando de un observatorio astronómico, lo que no fue fácil de asumir para la vieja guardia
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Williamina Fleming, quien trabajaba en las labores del hogar en la casa del director Pickering del Observatorio de Harvard, fue pieza clave en la aparición de la astrofísica.