Los Paradigmas Emergentes en Investigación y la Educación del siglo XXI
En la actualidad estamos sumergidos en una crisis paradigmática propiciada por el fenómeno de la globalización, donde el acceso al conocimiento y su obsolescencia se dan en forma acelerada, por ende surge la necesidad del respeto a la diversidad en la búsqueda del saber.
Este nuevo tiempo exige crear un nuevo tipo de ser humano, que se sienta a gusto con el cambio y lo disfrute, capaz de improvisar y que pueda afrontar con confianza la incertidumbre. Sin embargo, nos enfrentamos con una fuerte tradición científica positivista, que con su método empírico-analítico tiende a limitar el pensamiento creativo del investigador. Esta insiste en seguir liderando y hegemonizando el cómo se debe conocer la realidad científicamente; lo que ha impulsado a una nueva revisión de los paradigmas de investigación y la racionalidad: lo objetivo, lo subjetivo, lo complejo, lo crítico-dialéctico, lo autónomo y lo creativo.
Reflexionar sobre estos elementos que atañen a dicha racionalidad científica y la disonancia que muchas veces se plantean en la producción del conocimiento con el dogmatismo metodológico y el fundamentalismo de los medios académicos, es una obligación imperante en este momento histórico.
La creatividad, muchas veces en los centros de formación se orienta hacia la sobrevivencia en el proceso educativo más que a la producción legítima del conocimiento con profundidad; en vez de producir conocimientos se obliga a la confección de un traje a la medida para cumplir un requisito en función de un titulo o a la adquisición de un status académico y/o social.
Pienso que cuando se obliga al investigador a ceñirse a determinadas reglas, lo están impulsando a mentir, a desviarse de la búsqueda de la verdad, a acomodar la situación para cumplir con las exigencias de una comunidad científica élite que
utiliza a la ciencia como una forma de poder. Al respecto, Feyerabend (1994) afirma que “ninguna metodología puede ser impuesta fructuosamente en la investigación científica”. Las universidades en vez de desarrollar científicos están desarrollando una especie de visionarios o pitonisas cuyos trabajos de investigación siempre han concordado con las hipótesis planteadas, pocos informes, por no decir ninguno, indican la falsedad de esas hipótesis; ni pensarlo aunque así ocurriera se ha transmitido la creencia de que es mal visto, de que se ha fracasado; se transmite la incapacidad del investigador de ser certero y eso lo lleva muchas veces a forjar los resultados. ¿Estas concepciones forman investigadores? ¿Eso es hacer ciencia? Cabe señalar las palabras de Fals Borda, (1981): “...no hagamos de la ciencia un fetiche, como si esta tuviera entidad y vida propia capaces de gobernar el universo y determinar la forma y contexto de nuestra sociedad presente y futura. Recordemos que la ciencia luego de ser aquel monstruoso agente de ciencia-ficción, no es sino un producto cultural del intelecto humano; producto que responde a necesidades colectivas, incluyendo las consideraciones artísticas, sobrenaturales y extracientíficas y también a objetivos determinados por las clases dominantes que aparecen en ciertos periodos históricos” (p. 25)
Todas estas inquietudes nos ocupan en este momento y ameritan la creación de espacios de discusión y reflexión. En este proceso no tengamos miedo de desarrollar nuestra creatividad, de hacer ciencia respetando la manera de pensar del otro. No caigamos en la trampa de la competencia ni de la maledicencia. Que predomine en nosotros la cooperación, el respeto a la diversidad, la escucha y la sinergia.
Dr. Jesús Leal Gutiérrez E-mail: jesusleal1@gmail.comt