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4 ¿Demasiado saludable puede ser malo? Todo en exceso es malo, incluso la búsqueda de la salud.
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stá de moda ser sano. La oferta de productos orgánicos, vegetarianos u otras opciones “más saludables” va en aumento. Cada vez más personas hacen entrenamiento para correr maratones. Y el deseo de comer sano hace que se preste mayor atención a los ingredientes que contienen los alimentos que consumimos. Y es excelente que exista esta preocupación por nuestro bienestar, pero ¿se puede llegar al extremo de ser “demasiado saludable”? Parece que ahora existe una mayor conciencia de la importancia de cuidar nuestro cuerpo y un mayor acceso a la información que nos permite tomar decisiones más sanas. Sin embargo, esta información puede ser excesiva, contradictoria y generar dudas; y ante el deseo de estar sanos, es posible que lleguemos a extremos obsesivos. Tener hábitos saludables es importante, pero prestar demasiada atención a cada decisión que tomamos al respecto, puede ser tan peligroso como ignorar nuestra salud por completo. La ortorexia, un término creado en 1997 por el doctor Steven Bratman, se refiere a un trastorno de alimentación en el que el deseo de comer sano se convierte en obsesión. Conteo de calorías, revisión de etiquetas, limitar el consumo de algunos alimentos y la preocupación constante sobre lo que nos estamos llevando a la boca. No parece que se trate de malas decisiones para nuestra salud, pero ¿dónde está la línea? ¿Cuándo se convierte en una enfermedad?
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Estar sanos, en todos los sentidos, es fundamentalmente una cuestión de equilibrio. Un ejemplo de esto es el ejercicio; es necesario para nuestra salud y cuando falta, nuestro sistema cardiovascular, nuestro metabolismo e incluso nuestro estado de ánimo se ven perjudicados. Pero excedernos, también hace daño. Cuando una persona desarrolla una relación compulsiva con el ejercicio y se sobreesfuerza –vigorexia–, perjudica su sistema inmunológico y aumenta el riesgo de que ocurran lesiones. Estos trastornos dan muestra de la forma en que la búsqueda de una vida más sana, puede llevarnos justo por el camino contrario. Bajas defensas, deficiencias nutricionales, fatiga, disminución del apetito sexual, entre otros, son sólo algunas de las consecuencias en personas que se obsesionan con el cuidado de su salud. Pero el problema no está en el deseo de ser más sanos, sino en algo más profundo: el deseo –patológico– de lograr la perfección. Tomar decisiones sanas es importante, y eso también incluye ser consciente de que lo perfecto no existe y es importante ser flexibles; pues buscar nuestra salud no debe ser tortura, sino un trayecto paso a paso, hacia un mejor estilo de vida.
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6 ¿Qué hacer cuando sientes que no eres suficientemente buena? El juez más duro al que solemos enfrentarnos somos nosotros mismos; y somos implacables.
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l pasto es siempre más verde en el jardín del vecino, o al menos así luce desde la distancia. Parece que tenemos una necesidad de medir y comparar nuestra vida con las de los otros; y con el auge de las redes sociales, resulta mucho más sencillo hacernos una idea de lo perfectas que son –y cómo palidece la nuestra en comparación–.
Lo cierto es que este tipo de pensamientos son más recurrentes de lo que creemos. Es relativamente normal tener un poco de miedo al buscar un objetivo, relación o proyecto y plantearnos si seremos capaces de lograrlo. Hablarlo –y darnos cuenta de que no estamos solos– puede ser el primer paso para deshacernos de esas inseguridades.
Quizá decidimos redoblar nuestros esfuerzos, acudir al gimnasio, hacer los cambios que nos ayuden a lograr el éxito. Pero aun con el avance que podamos tener, es posible que sigamos pensando que no es suficiente; que nos planteemos cómo fue que llegamos a dónde estamos y en qué momento se darán cuenta los demás de que no somos suficiente.
¿Qué hacer cuando la duda nos invade? ¿Cómo enfrentar esa sensación de ser incompetentes? Estas son algunas acciones que puedes tomar: • Date cuenta de todo lo que has logrado; escríbelo si es posible y deja que la evidencia de lo que puedes lograr te demuestre que no eres incapaz. • Se muy consciente de la diferencia entre lo que piensas y la realidad. Solo porque te sientas un fracaso no significa que lo seas. • Recuerda que no eres infalible y eso está bien. Tener un poco de miedo es normal. Sin embargo, hay personas para las que el temor de no estar a la altura de las circunstancias es constante y necesitan la validación de los otros para deshacerse –aunque sea por un rato– de esa sensación. Pero el problema es más profundo; es necesario darse cuenta de que se trata de un asunto de autoestima y autoconfianza; que el mundo no nos está juzgando de la manera en que creemos. Antes que buscar la validación de los demás, es importante trabajar en nosotros mismos y darnos cuenta de que nuestro valor está más allá de cualquier logro o error que podamos cometer.
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8 ¿Qué es el techo de cristal? Existen prejuicios que pueden impedir el avance de las mujeres en el mundo laboral.
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l papel de la mujer en la sociedad ha evolucionado a lo largo del tiempo; se han tomado medidas para combatir el sexismo y la discriminación, así como lograr una mayor participación de las mujeres en todos los ámbitos. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer, pues existen entornos en los que aún no se ha alcanzado la equidad y el trato igualitario; un ejemplo es el mundo laboral, donde en algunas empresas las mujeres se topan con el “techo de cristal”. Este término apareció por primera vez en 1986 en un artículo del Wall Street Journal y se refiere a aquellos obstáculos que impiden a las mujeres alcanzar puestos más altos dentro de una empresa. Y desafortunadamente, a veintiún años de su primera mención, todavía parece que estamos lejos de derribarlo; pues aún existen diferencias dentro de muchas empresas en el trato que reciben las mujeres. El género sigue siendo un factor determinante en el sueldo percibido; pues pese a realizar el mismo trabajo, las mujeres ganan un 22.9% menos que los hombres a nivel mundial; así lo indican datos de la Organización Internacional del Trabajo. El crecimiento de las mujeres dentro de las empresas es más lento y difícil, simplemente por el hecho de ser mujeres. Las mujeres son más duramente juzgadas que los hombres, con frecuencia se les toma con menos seriedad y muchas se ven enfrentadas al acoso. Así mismo, existe una creencia implícita que pone en duda la capacidad
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de las mujeres para desempeñarse en puestos de gran responsabilidad, lo que impide su avance. La ciencia es otro campo en el que se manifiestan estos prejuicios, donde existe un sesgo a favor de los hombres. Así lo señala un estudio publicado en la revista Psychological and Cognitive Sciences, en el que se encontró que académicos de algunas universidades de Estados Unidos, consideraban más competentes a los hombres que a las mujeres para una posición gerencial en un laboratorio. A esta tendencia se le dio el nombre de Efecto John – Jennifer. El estudio consistió en calificar la solicitud de empleo de un estudiante –al que aleatoriamente se asignó un nombre masculino o femenino–. Sin importar que la preparación y antecedentes detalladas en la solicitud fueran exactamente las mismas, la mayoría de los participantes del estudio consideró más competente al aspirante masculino; no sólo eso, sino que estaban dispuestos a ofrecer mayor salario inicial a los hombres. Este tipo de discriminación puede no parecer muy evidente, lo que dificulta el combate de estas conductas. Pero es importante hacer visible el problema, pues solo así se puede lograr un cambio. Si queremos derribar el techo de cristal es importante ser conscientes de que existe.
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10 Relaciones de poder en la familia La familia, como cualquier grupo social, tiene dinámicas de poder. Y si no existe balance, habrá problemas.
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omos seres sociales y como tal, formar parte de un grupo está en nuestra naturaleza. Convivimos, compartimos e incluso nos influimos mutuamente. Y aunque no siempre percibimos de forma consciente esta influencia, de vez en cuando, cuando alguien se da cuenta de que tiene cierto poder, lo usa para que los demás se ajusten a sus deseos y necesidades. Este poder también se manifiesta dentro de las familias y evoluciona con el paso del tiempo. Forma parte fundamental del sistema familiar y es afectado por factores sociales y de organización familiar. Por lo general, no suele estar en manos de una sola persona; sino que se distribuye dependiendo del tipo de decisiones que se tengan que tomar –por ejemplo, que alguien tenga el poder en las finanzas y otra persona en las decisiones del hogar–. Existe mucha investigación en torno a la forma en que se da este poder dentro de una relación. Como la Teoría del Recurso, en la que el balance del poder está dado por lo que la persona brinda a la relación; por ejemplo, el monetario, que en una familia donde ambos esposos trabajen, podría estar más distribuido que en una donde sólo uno de los dos lo hace. Aunque también hay factores menos tangibles, como qué tan involucrada está la persona en mantener la relación. El sociólogo Willard Waller acuñó en 1938
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el Principio de Menor Interés para describir esta idea; la persona que está menos interesada en mantener la relación, es la que posee mayor poder, pues el otro pondrá un mayor esfuerzo en la relación. Sin embargo, el problema está cuando el poder está desequilibrado y una persona lo utiliza para controlar, manipular o minimizar a los otros en la búsqueda de sus objetivos. A través de amenazas, castigos o palabras hirientes, la persona puede ejercer un poder sobre quienes le rodean, llenándolos de miedo y culpa. El abuso emocional, económico o físico son manifestaciones de este tipo de relaciones donde se ejerce un poder a través del miedo y la manipulación. Darnos cuenta de cuál es nuestra dinámica familiar y si existe o no un equilibrio en la distribución del poder, puede ayudarnos a mejorar la relación o indicarnos si es necesario alejarse de un entorno tóxico. es importante asegurarnos de que la forma en que se distribuye el poder en la familia no someta a ninguno de los miembros, sino que les ayude a desarrollarse plenamente. En algunos casos, será necesario buscar ayuda.
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14 Test: ¿La ansiedad interfiere con tu vida? La ansiedad es una respuesta natural del cerebro para enfrentarse a situaciones estresantes o peligrosas; es normal experimentarlo de vez en cuando. Pero, ¿qué pasa cuando se convierte en una constante? ¿Sabes si la ansiedad podría estar afectando tu calidad de vida? Averígualo con este test. Califica del 1 al 5, siendo 1 "Para nada" y 5 "Muchísimo", qué tanto te identificas con las siguientes afirmaciones. Al final, suma tus puntos. 1. Me cuesta trabajo relajarme. 2. Siento temor sin razón aparente. 3. Con frecuencia tengo problemas digestivos. 4. Cuando alguien explota contra mí, paso el resto del día pensando en eso. 5. Sin importar qué haga, no logro sacar de mi cabeza los problemas. 6. A veces me cuesta trabajo respirar. 7. Mis músculos están tensos y doloridos. 8. Paso tiempo preguntándome por qué me siento como me siento. 9. Me enojo con facilidad. 10. Me preocupo demasiado. 11. Me siento insignificante. 12. Pienso en todas las cosas que no he hecho. 13. Tengo problemas para dormir. 14. Tengo dolores de cabeza y cuello. 15. Tengo miedo de lo que depara el futuro. 16. A veces siento mis extremidades entumecidas. 17. Me cuesta trabajo concentrarme o recordar cosas. 18.Voy al baño con frecuencia. 19. Me preocupa mi salud o morirme. 20. Pienso en lo insatisfecho que me siento con mi vida. 21. Tengo menos interés en actividades que antes disfrutaba. Resultados 21 – 35 Bajo Tienes un nivel de ansiedad más bajo que la mayoría de la gente, quizá porque mantienes una actitud positiva y has aprendido estrategias para lidiar mejor con los problemas de la vida diaria. ¡Felicidades! 36 – 60 Normal Manejas bien la mayoría de las situaciones y la ansiedad no supone un problema para ti; de vez en cuando es posible que sientas mayor tensión frente alguna situación pero esto no interfiere con tu vida diaria. 61 – 85 Moderado En general eres capaz de lidiar bien con las dificultades y la ansiedad no te impide funcionar adecua-
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damente en tu vida, pero si los niveles persisten, podría convertirse en un problema. Es importante que tomes medidas que te ayuden a lidiar mejor con tus emociones. 86 -105 Alto De acuerdo a tus respuestas, eres demasiado ansioso. Lo más seguro es que esto se haya convertido en un problema y que tus temores te estén impidiendo vivir y experimentar muchas cosas. La ansiedad puede afectar tu salud, tu desempeño y tus relaciones, pero no tienes que sufrirla. Darse cuenta del problema es el primer paso y quizá lo mejor sería buscar ayuda.
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