10 la Familia perfecta Es un mito
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os seres humanos tenemos una tendencia a idealizar. Tenemos perspectivas de cómo deberían de ser las cosas y la familia no es una excepción. Es muy clara esa imagen de familia modelo que a menudo nos venden las revistas; el padre proveedor y cariñoso, la madre protectora, dulce e impecable y los niños ejemplares. La descripción suena plástica precisamente porque lo es. Suena irreal porque la idea de una “familia perfecta” es irreal. No puede existir la familia perfecta por el simple hecho de que no existen seres humanos perfectos. En toda familia, sea en menor o mayor medida, siempre habrá conflictos y dificultades. Esto no es malo, es parte de lo que permite a los miembros de la familia crecer y evolucionar. El problema viene cuando nos negamos a aceptar esas diferencias y nos empeñamos en aparentar una perfección que es imposible de lograr. Cuando idealizamos no vemos las cosas como son. Comparamos nuestra familia con lo que alcanzamos a ver de las otras y pensamos que nuestra familia está mal. Nos quejamos de la familia que nos tocó y creemos que estaríamos mejor si nuestra familia fuera diferente. Guardamos rencores, juzgamos y nos alejamos. Queremos negar esos conflictos y a nuestra familia. Los mitos que tenemos en torno a la familia nos impiden ver que aunque nuestra familia no sea “perfecta”, tenemos la oportunidad de obtener amor, apoyo y comprensión de ellos. Siempre y cuando el ideal no nos nuble la vista. La ilusión de familia perfecta está plagada de mitos, entre ellos, que una familia siempre debe estar en armonía. Lo cual es simplemente ingenuo, pues como seres humanos es normal tener diferencias de opinión y mal entendidos. Otra idea común es que el éxito de una familia puede ser medido por su estabilidad. Sin embargo, la familia es una estructura viva, puede variar. Siempre habrá cuestiones que puedan afectar el equilibrio: muerte, separación, problemas
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económicos, divorcio, etcétera. Pero esto no significa que la familia esté mal. Adaptarse al cambio es una lección importante y mientras que nuestra familia nos brinde las herramientas y el amor que necesitamos para nuestro desarrollo, no importa que no sea “perfecta”. Con el fin de establecer las características de las cualidades que deberían componer una familia, los estudiosos de la familia intentaron encontrar los rasgos de una familia “ideal”; sin embargo, pronto se dieron cuenta de que hay tantos ideales como estudiosos, por lo que el término no cerraba la idea de lo que buscaban. Más tarde pensaron que “familia sana” podría definir lo que querían, pero se dieron cuenta de que no era adecuado, pues sano o saludable implicaría, de acuerdo al concepto de la OMS sobre salud, una “ausencia de enfermedad”; cuestión imposible en una familia, pues siempre existirá uno que otro problema. El término que al final les permitió aproximarse a lo que deseaban expresar fue “familia funcional”, término bastante lejano del concepto de perfección, pero mucho más claro y real en cuanto a lo que implica una familia. Pues una familia funcional es aquella que permite al individuo desarrollarse física, mental, social y emocionalmente. Es decir, una familia que funciona de forma adecuada y que seguro tendrá dificultades, pero las superará. Los conflictos y dificultades siempre existirán. Pero esto no hace que nuestra familia esté mal. Lo que perjudica o beneficia a nuestra familia es la forma en que afrontamos las cosas. No podemos aspirar a un ideal, pero sí podemos hacer el esfuerzo de mejorar como familia. Es a través del amor, la comunicación, el perdón y la comprensión que una familia funciona mejor, aprende y crece. A pesar de los conflictos, la familia se fortalece. Lo cual es mucho más bello que cualquier idea plástica que tengamos sobre la perfección de una familia.
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