Revista SuperMujer PERISUR-SAN JERÓNIMO-LAS ÁGUILAS-SAN ÁNGEL septiembre 2016

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2 6 trucos para ser más feliz (en menos de 5 minutos) No hay una fórmula de la felicidad, pero sí existen pequeños trucos que ayudan.

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e vez en cuando, una nube gris se instala en nuestra cabeza y nos sentimos sin ánimo de hacer nada. Quizá buscamos un abrazo, una palabra de aliento o tal vez un poco de espacio para descargarnos de la energía negativa. Es válido sentirse así; sin embargo, nuestra búsqueda constante siempre es la felicidad; y si bien ser feliz puede significar cosas diferentes para cada quien, lo cierto es que hay cosas simples –y fáciles– que pueden ayudar a cualquier persona a lograrlo.

Respira. Hacer una respiración profunda, ser consciente de ti y entrar en contacto contigo reduce la tensión y nos llena de energía. Hacerlo dos o tres veces incrementa su efecto. Una técnica excelente cuando te sientes estresada, frustrada, preocupada, etcétera.

Podemos hablar de dos tipos de felicidad; aquella instantánea y efímera, la que sentimos cuando disfrutamos un buen momento y a la que nos referimos cuando decimos “estoy feliz”; pero también está esa otra felicidad, que no es eufórica pero es constante, de la que hablamos cuando estamos satisfechos con la vida que llevamos y nuestra vida tiene sentido.

Ve la imagen de algo que te inspire. Ten a la mano una foto de tu familia o quizá de un paisaje; tiene que ser algo que te transmita bienestar y te recuerde lo bueno de la vida. Si te sientes estresada, tómate unos segundos para observar esa imagen sin pensar en otra cosa, déjate abstraer por lo que ves, mientras el estrés baja y la presión sanguínea se estabiliza.

Los consejos que aquí te damos, están en un punto intermedio: buscan hacernos sentir bien, pero también ayudarnos a tener una actitud ante la vida que nos permita ser más felices en menos de cinco minutos, y seguir siéndolo.

Mejora tu postura. Está comprobado que el lenguaje físico también influye en nosotros mismos. Sentarnos bien puede mejorar nuestra autoconfianza, ponernos de mejor ánimo y beneficiar la asertividad, entre otros beneficios.

Sé agradecida. Solemos dar las cosas por sentado, especialmente cuando se nos dan de forma fácil. Pero hacer el esfuerzo de encontrar al menos una cosa por la que agradecer en nuestro día puede hacer muchísima diferencia. Identifica tus emociones. La mejor forma de lidiar con las emociones "negativas" es aceptarlas.

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Darles nombre –enojada, triste, ansiosa– es fundamental para comprender lo que nos sucede y aliviar el dolor que nos producen. Ninguna emoción es mala y es necesario aprender a comprendernos.

Sonríe. Es un gesto simple y creemos que necesitamos razones, pero el simple hecho de hacerlo, aunque sea sin motivo particular, ayuda; ya que nuestro cerebro recibe la señal y genera los químicos que efectivamente nos harán sentir más felices.

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6 ¿La impuntualidad es genética? Hay personas que nos sorprenden cuando logran llegar a tiempo. Que con frecuencia aseguran que está fuera de sus manos llegar puntuales, ¿será cierto?

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ay gente que siempre –o casi siempre– llega tarde. Sin importar la anticipación sale “algo” que les impide llegar a tiempo. En México existe una cultura extendida de la impuntualidad, es la misma que nos hace no preocuparnos por llegar 2:15 cuando la cita es a las 2, porque sabemos que existe cierta “tolerancia”. Pero ¿puede ser algo más que cultural? ¿Es posible que la impuntualidad esté configurada en nuestro cerebro? En agosto de 2013 un hombre llamado Jim Dunbar fue diagnosticado con una afección crónica que le impide llegar a tiempo. De acuerdo con los doctores, una parte de su cerebro –que también se relaciona al Déficit de Atención e Hiperactividad– está afectada, lo que hace que Dunbar sea incapaz de calcular el tiempo que transcurre al realizar una actividad. Aunque es el caso más conocido, no es la única investigación que se ha hecho al respecto. Lo cierto es que no todas las personas calculan el paso del tiempo de forma similar. En una investigación dirigida por Jeff Conte, de la Universidad de San Diego, se pidió a los participantes que señalaran cuando consideraran que había pasado un minuto; mientras que las personas más competitivas y orientadas a resultados calculaban entre 45 y 50 segundos, las personas más relajadas y un poco apáticas, lo calculaban en promedio a los 65 o 70 segundos. Curiosamente, estos últimos eran también los más impuntuales.

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Pero los rasgos de personalidad tampoco son determinantes. Diana Delonzor, autora del libro Never be late again, señala que existen muchos motivos psicológicos y fisiológicos que influyen en estos retrasos recurrentes; hay quienes son olvidadizos, hay quienes son narcisistas –y creen que su tiempo es más importante–, quienes lo llevan aprendido de familia y también quienes lo traen en el cerebro. Muestran comportamientos similares a personas con trastornos de ansiedad, problemas de autocontrol y en algunos casos puede estar ligado a la depresión. Dejar de llegar tarde no es tan sencillo como decidirlo. Sin embargo, esto no significa que debamos resignarnos a ser impuntuales, si tenemos problemas para calcular nuestros tiempos, debemos aprender a gestionarlo mejor; no podemos recurrir a la enfermedad para justificar un mal hábito. Es importante planear con anticipación, salir más temprano de lo que lo haríamos normalmente y no temer a los espacios de tiempo vacío o a llegar demasiado pronto. Aunque la impuntualidad pueda tener causas fisiológicas, es posible aprender a no llegar tarde.

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8 El alma de

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l trabajo no es –o no debe ser– el lugar que consume nuestras horas –y nuestras vidas– en espera de una paga. Un buen ambiente laboral lo convierte no sólo en un lugar de compañerismo y metas compartidas, sino en una segunda familia. En este mes celebramos nuestro trece aniversario, y por eso te queremos compartir un poco de lo que somos. A las nueve de la mañana inicia la actividad, con tazas de café para encender motores y música para ponerse de buen humor. El repique de los teclados y el sonido de los teléfonos marcan el ritmo. Las voces se entremezclan y en medio del bullicio, la edición del mes comienza a tomar forma. Somos como un engranaje, cada persona tiene una función importante y ya sea que las horas pasen entre llamadas, ante a un monitor, frente al volante o repartiendo SuperMujer de persona en persona; cada tarea se acopla con la siguiente para hacerte llegar la revista que ahora tienes en tus manos. Pero no se trata de algo mecánico, es algo mucho más orgánico. El trabajo fluye porque existe un ambiente de respeto y apoyo; sin importar las distintas personalidades que conviven –algunos más serios, otros más alocados o dicharacheros– es la colaboración y la buena actitud lo que da vida a este organismo. A pesar de que cada quien tiene su rol bien definido en el proceso de la revista, siempre es posible encontrar una mano dispuesta a ayudar.

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Por supuesto que no es un mecanismo perfecto, somos humanos y las tensiones propias del trabajo, las prisas y el estrés pueden hacer que unos días sean más pesados que los otros. Sin embargo, el ambiente de respeto y colaboración prevalece. Esta gran disposición de ayudar, la comunicación y la pasión por hacer que las cosas pasen, son cimientos sobre los que se ha fundado la empresa. Dentro y fuera de las oficinas, ese deseo de aportar algo a los otros es una de las características que nos distingue; esta filosofía nos impulsa a trabajar mes con mes para llevarte información relevante y ser un puente entre tú y los servicios que necesitas.

Formamos parte de algo más grande que una revista, queremos ayudar a la comunidad a crecer y mejorar nuestro entorno. Aspiramos a ser una pieza importante en el crecimiento –personal, económico y social– de la comunidad. Y para lograrlo es necesario partir de lo fundamental: cada persona.

Gracias por recibirnos cada mes.


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12 24 horas no son suficientes A veces nos sentimos saturadas de pendientes y deseamos tener tiempo para todo, pero quizás el problema no esté en el tiempo.

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uena el despertador y deseamos extender el sueño un poco más, pero sabemos que esos cinco minutos pueden alterar todo nuestro día y no hay tiempo que perder. La casa, el trabajo, el tráfico, los niños, la comida, los compromisos, más trabajo, el ejercicio, los favores que quedamos de hacer, las compras, lavar la ropa, uno tras otro, sin pausas, no podemos parar, hay mucho que hacer y las horas no son suficientes.

Si bien es cierto que vivimos en un ritmo de vida acelerado, hay personas que llevan esto al extremo. No se trata de un problema de tiempo, sino de la sensación constante de que no hacemos suficiente; al menos así lo señala un estudio de la Universidad Jacobs de Bremen. De acuerdo al estudio dirigido por Bellingrath S., son personas con una constante necesidad de control, así como un deseo de aprobación. Sufren de estrés crónico, lo cual se puede agravar y ponerlos en riesgo de desarrollar enfermedades. Diabetes, problemas cardiacos, depresión, entre otros están asociados a esta necesidad constante de hacer las cosas. Ni siquiera es posible descansar al dormir, pues el cerebro está en constante trabajo. Son personas habituadas a realizar diversas tareas a la vez y temen ser incapaces de cumplir con todo lo que se han determinado –aun cuando nadie les esté imponiendo hacer las cosas–. Caemos en el ahora tan extendido multitasking¸ que a la larga resulta contraproducente, pues no sólo somos más proclives a cometer errores por la falta de atención, sino que daña nuestra capacidad de tomar mejores decisiones y satura el cerebro de información, lo que nos estresa aún más, generando un círculo vicioso y más consecuencias para nuestra salud. Es necesario aprender a pausar, a dar tiempo a cada cosa, ser asertivos para saber decir no. Somos humanos y tenemos limitaciones, si queremos hacer todo tarde o temprano alguien saldrá perjudicado –y lo más probable es que seamos nosotros mismos–. Debemos ser conscientes de nuestros límites y no tratar de controlar, pues a largo plazo, esa ilusión de control también se desvanece cuando nuestra salud se ve perjudicada. Vivir a prisa no es vivir. Aspira a disfrutar del momento, estar en el presente. El estrés nos hace pensar que todo tiene que ser hecho justo ahora y corremos para cumplir plazos imposibles. Cada cosa tiene su tiempo y su espacio; es necesario dárselo no sólo en el mundo físico, sino también en nuestros pensamientos. 24 horas pueden ser más que suficientes si aprendemos a utilizarlas bien.

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14 Test: ¿Qué tan mentirosa eres? Todos mentimos de vez en cuando –mentiroso quien lo niegue– pero mientras que para algunos las mentiras son el último recurso y necesitan ser bien pensadas – para no equivocarse luego–, para otros se trata de una segunda naturaleza. ¿En qué categoría entras tú? Elige la respuesta que más vaya contigo. Decides cancelar los planes con tus amigos a la última hora, ¿qué les dices? a) “Mañana tengo que trabajar temprano.” b) “Me siento enferma y creo que no podré ir.” c) “La verdad no tengo ganas.” Vas a un restaurante y todos tus acompañantes elogian la comida, el ambiente y todo, pero a ti no te impresionó, cuando te preguntan tu opinión ¿qué respondes? a) “Tienen toda la razón, estuvo increíble, deberíamos regresar pronto.” b) “Creo que estuvo bien.” c) “La verdad no me gustó para nada.” ¿Qué tan fiel a la realidad es tu curriculum? a) Quizá lo he embellecido un poco. b) No he mentido, pero hay formas de decir las cosas. c) Es muy fiel a la realidad. Estás en una comida familiar y tu cuñada/prima/ tía preparó una nueva receta que te sabe mal. Cuando preguntan tu opinión, ¿qué dices? a) “Estuvo delicioso, a ver cuándo me pasas la receta.” b) “Nunca había probado algo así” / “No sé, siento que le faltó algo.” c) “¿Lo probaste antes de servirlo? Sabía mal.” Llegas tarde al trabajo porque te quedaste dormida ¿Cómo te justificas? a) “Hubo un accidente y el camino estaba bloqueado.” b) “Había mucho tráfico.” c) “Me quedé dormida.”

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Mayoría de A: Mentirosa, mentirosa Las mentiras te salen de forma natural, casi como si no pudieras evitarlo y las llenas de detalles para que sean más creíbles; lo haces de una forma tan natural que los demás no pueden evitar no creerte. Nadie sospecharía de tu verdadera naturaleza mentirosa. Ten cuidado, pues si te descubren será muy difícil recobrar la confianza. Mayoría de B: Mentiras “piadosas” En general tratas de ser honesta y decir las cosas de la forma más positiva posible, pero en ocasiones mientes para evitar herir a los demás. Te sientes un poco culpable al hacerlo, pero crees que a veces una mentira duele menos que la verdad. Sólo asegúrate de que tus mentiras no resulten contraproducentes y a la larga hagas más daño. Mayoría de C: Nada mentirosa Valoras mucho la honestidad y para ti es importante decir siempre la verdad, aunque duela. Sin embargo, puede que en ocasiones seas demasiado directa en tu forma de decir las cosas; ten presente que ser honesto no es contrario a ser amable.


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