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¡Cuidado!
Los niños siempre dicen la verdad, dice el aforismo. Y es cierto. Un testimonio. Iban en su auto mi hija, mi yerno y dos nietos. El nieto de tres años comentaba sobre las marcas de vehículos; la nieta observaba a los peatones y policías. Y llegó una pregunta sorpresiva de la nieta de siete años:
-¿Por qué los policías son malos? Papi me había dicho que los policías nos cuidan, pero escuché que un policía había matado a una mujer dentro de un cuartel…
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La pareja se miró a la cara, y optó por el silencio. La nieta insistió, pero no hubo tiempo para una respuesta oportuna y correcta porque llegaron a un centro comercial. Esta pregunta difícil la trasladamos a los padres y madres de familia, a los propios policías, profesionales del orden público, y a quienes gobiernan la seguridad ciudadana.
La Policía es una organización del Estado que está integrada por seres humanos, que ha preparado personal para ser cuidadores de los ciudadanos -niños, niñas, adolescentes, hombres, mujeres, gente de la tercera edad, y personas diferentes-.
Hasta aquí está todo claro; sin embargo, lo que no se entiende -y los niños y niñas tendrán dificultades para comprender- es que dentro de las filas de la Policía existan servidores que no cumplen con las leyes que juraron, y que ejerzan violencia extrema contra las mujeres. ¿Qué está pasando con la selección y capacitación de la tropa y la oficialidad?
Una nueva pedagogía debería inventarse -porque de los errores también se aprende- para responder preguntas difíciles de los niños y niñas, a fin de que aprendan a vivir en un escenario cada vez más violento, y que nuestras autoridades actúen - ¡ya no más declaraciones, por favor! - y crear una Policía cuidadora. ¡Los derechos en los hechos!