EL EXCESO DE PANTALLAS LIMITA AL NIÑO

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Europa Press y Redacción FAMILIA

La sobreexposición de los menores a las pantallas incrementa el riesgo de sufrir retraso en el desarrollo o problemas de conducta, según se expuso durante las III Jornadas de Psicología, organizadas por el Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Loyola, en España. En este país europeo, 80%

Para limitar el uso de pantallas puede ser útil crear horarios o zonas libres de tecnología en casa. Como a la hora de comer, por ejemplo de los niños consume contenidos de televisión y 36% ve videos de Internet a diario En Ecuador, según información del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 11 de cada 100 niños menores de 15 años tiene un celular activado De esta cifra, seis posee un ‘smartphone’ y el 61% de este grupo afirmó emplear el dispositivo al menos una vez al día.

“A pesar de la consideración de que hay programas educativos en la televisión e Internet, la ciencia dice que es muy improbable el aprendizaje a través de las pantallas en los menores de 2 años”. Además, visualizar pantallas “puede desplazar oportunidades para practicar hitos de desarrollo que requieren estimulación y el aprendizaje temprano es más fácil, enriquecedor y eficiente para el desarrollo cuando las experiencias son vividas de forma interactiva, en tiempo y espacio real y con gente real”, ha explicado la neuropediatra del Instituto Hispalense de Pediatría, Teresa Andrade

En este sentido, ha advertido que la sobreexposición a las pantallas supone riesgos en la salud física de los menores, porque favorece el sobrepeso y sedentarismo. Además, puede provocar problemas de sueño cuando se visualizan antes de dormir y aumentan el riesgo de padecer miopía.

“La alta exposición a entornos con televisión en menores de 5 años se relaciona con mayores dificultades en la adquisición y menor uso del lenguaje, menor atención, menor desarrollo cognitivo y peores funciones ejecutivas, y menor cantidad y calidad de la interacción padre-hijo”, argumentó la neuropediatra.

Existe un sinnúmero de estudios que explican las desventajas que tiene exponer a los pequeños, a edades tempranas, a las pantallas. Por ejemplo, especialistas de la Universidad de Washington, en EE.UU, presentaron hace algunos años una investigación que abarcaba a niños de hasta 3 años.

Los autores concluyeron que la exposición a pantallas puede afectar a lactantes y preescolares a largo plazo, porque pueden provocar la alteración o retrasar los procesos neurológicos de esta edad. El problema es que los síntomas solo son visibles a partir de los 7 años. F

Recomendaciones

Edad. La Academia Estadounidense de Pediatría no recomienda exponer a niños menores de 18 meses a pantallas (excepto videollamadas). A partir de este tiempo, los contenidos que vean los pequeños deben ser de calidad y siempre deben estar vigilados por un adulto.

Mayores. Para niños entre 2 y 5 niños, la misma institución advierte que el tiempo frente a las pantallas no debe sobrepasar la hora. De igual manera, los cuidadores deben asegurarse de ofrecer una programación de alta calidad. Los horarios los establecen los padres

Interacción. Lo mejor es que si un niño consume contenidos a través de pantallas siempre esté acompañado. Los padres pueden hablar con ellos sobre lo que han visto, para generar un diálogo con ellos. Hay que plantear límites claros y reglas razonables también.

La crianza de los hijos es un camino complicado, con obstáculos y bifurcaciones. Sobre todo, cuando hay un esfuerzo por parte de los cuidadores para hacerlo desde un enfoque consciente y positivo.

Hay un recurso que todavía es muy popular y habitual, al punto que se emplea incluso en los centros infantiles. Se trata del chantaje y en momentos de crisis, apuros o desesperación se convierte en el “as bajo la manga” para los adultos que tienen niños a su cuidado.

Aunque funciona de forma inmediata, a la larga puede te­

Durante un tiempo, el chantaje funciona en el día a día, pero a largo plazo deja de ser efectivo. Después cambian los roles y losniñosempiezan a chantajear a sus cuidadores.