Caracas • marzo-abril de 2013
16 Le Monde diplomatique Venezuela
Entrevista a Álvaro García Linera
“Este es el momento de la revolución latinoamericana, pero nadie puede avanzar solo”
Por Geraldina Colotti*
Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Culto, gentil, mesurado, llegó a Caracas para el X encuentro de intelectuales, artistas y luchadores sociales en defensa de la humanidad. En la amplia sala del hotel Alba, repleta, dio una conferencia sobre los legados del presidente venezolano Chávez para América Latina. Al margen del encuentro, concedió esta entrevista
C
omo marxista y hombre de gobierno, ¿por qué considera fundamental el trabajo llevado a cabo por Chávez en el continente? He acompañado al presidente Evo en los encuentros que tuvo con Hugo Chávez como gobernador y constructor de un nuevo tipo de Estado. Hugo ha sido el Presidente de los humildes, de los trabajadores de toda América latina. Un rompeolas: entre una era de subordinación a los dictámenes neoliberales del Fondo monetario internacional y de resignación, a una de un nuevo rescate del continente, iniciado por un hombre que supo captar e interpretar las pulsaciones telúricas. En momentos históricos particulares, líderes carismáticos concentran en su misma figura los sentimientos de una época emergente. No sucede a menudo, pero así ha sido con Chávez: hombre del pueblo, y no de la aristocracia, de origen indígena, que tomó el poder no con los armas, sino con el voto. El siglo pasado ha cerrado con una gran sublevación democrática, indicando esto que los parámetros de lo posible se estaban modificando en América Latina. Luego llegaron otros presidentes progresistas o socialistas como Evo. La importancia de las intuiciones de Chávez en tema de política económica, de integración continental, de pensamiento estratégico, se comprenderán en unas décadas. Retomando el concepto de la Patria Grande, reafirmó un nuevo sentimiento colectivo y social para América Latina, descolonizó nuestro imaginario. Abrió el camino para una nueva concepción del Estado, no sólo como aparato, trinchera, bastión distante del pueblo, a conquistar y destruir con las armas, como intentaron hacer las revoluciones del siglo pasado, sino como poder constituyente, que la sociedad, desde abajo, construye y transforma, con base en nuevas relaciones sociales, una nueva hegemonía. Puso en evidencia una relación entre socialismo y democracia, concebida no sólo como el mero ejercicio del voto, sino vinculada a la distribución de la riqueza, a la toma de decisiones respecto a los bienes comunes, al antiimperialismo. Afirmó la importancia del amor en la construcción de un nuevo proyecto político y de la mujer en la lucha por la libertad de todas y todos. Es por esto que habrá siempre un pedacito de su vida que palpite en la de los millones de seres humanos que seguirán luchando por el socialismo. Usted ha dicho que una revolución que se detenga está perdida, pero en Bolivia hay quien acusa a su gobierno de querer retroceder demasiados pasos. ¿En qué punto están las cosas?
El socialismo, en Bolivia, es un futuro que se construye a partir de dos componentes. El primero, el originario indígena, basado en el bien común, en la comunidad como riqueza y forma de trabajo. Este concepto, que se funda en nuestro pasado, hoy tiene que elevarse, superar el concepto de comunidad local para transformarse en universal. La segunda raíz tiene su origen en las luchas contemporáneas de los obreros y los pueblos que están en el surco del socialismo y buscan la reapropiación de la riqueza por parte de quien la produce. Estas dos raíces pulsan en la sociedad boliviana y deben ser sintetizadas en un discurso duradero cuyo éxito dependerá mucho de la capacidad de relación de estas dos fuerzas para construir la fuerza material y política de las clases populares bolivianas. Los cambios que se han producido ¿han determinado la irreversibilidad del proceso boliviano? No sé si el nuestro sea un proceso irreversible, pero por lo complicado es sólido. Aunque todavía debe expandirse, y para esto se debe romper con el individualismo y el corporativismo, introducir lo universal y el bien común colectivo también en nuestra cotidianidad. Y no es fácil liberarse del peso de siglos de colonialismo que ha producido en las sociedades latinoamericanas fragmentaciones, individualismo, tendencia a imitar las relaciones de poder de los pocos que dominan a muchos. Tanto dentro como fuera hay fuerzas e intereses que hacen presión para detener o destruir el proceso de transformación. La Venezuela de Chávez ha sido la
La importancia de las intuiciones de Chávez en tema de política económica, de integración continental, de pensamiento estratégico, se comprenderán en unas décadas
fuerza impulsora de nuevas alianzas continentales basada en el intercambio solidario. Bolivia, en particular, ha disfrutado de esto. ¿Teme que haya un retroceso en este aspecto? Si, como todo lo indica, Nicolás Maduro es confirmado en la presidencia de Venezuela, las políticas de integración continuarán así como el reforzamiento de la libertad del continente. Este es el momento de la revolución latinoamericana, pero nadie puede avanzar solo. Venezuela allanó el camino y demostró que ninguna re-
volución puede crecer o avanzar sola, sin el aporte de otro pueblo y de otra revolución. Debemos continuar en esta vía. El futuro será el de un estado continental multinacional. Tenemos todo para llegar a esto: recursos naturales, juventud, capacidad productiva, alimentos. El siglo XXI estará marcado por este estado continental y el mundo llevará la marca de su fuerza geográfica y política. Existen, sin embargo, conflictos territoriales muy fuertes, como entre su gobierno y el del chileno Sebastián Piñera: Bolivia reclama una salida al mar, pero Chile dice que no en nombre de la soberanía nacional. La actitud de Piñera aparta a Chile de su verdadero destino. El gobierno chileno se mira en Europa, cuando su mirada radica en Latinoamérica. Por eso debería saldar la deuda contraída en el siglo XIX y que mutiló a un país soberano. Cuando el Estado chileno se reencuentre con el espíritu latinoamericano, cuando reencuentre su propia historia en la clase popular y no en la élite del mercado y de los negocios, llevará su contribución fecunda para la integración y complementariedad de América Latina. En su futuro inmediato, Chile tiene una gran tarea: darle la espalda a esta política de aislamiento y contribuir al futuro de continente para influir en el del mundo. l Traducción: E.A.
*Periodista italiana. Enviada especial a Caracas por Il Manifesto. A cargo de la edición italiana de Le Monde diplomatique. Esta entrevista fue publicada en Il Manifesto, Roma: 2 de abril de 2013