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MÚSICA
SWING LATINO
ARELIS REMMYS: PARA BAILAR SÓLO SE NECESITA PASIÓN HACE 25 AÑOS MONTÓ SU ACADEMIA IMÁGENES LATINAS Y HA FORMADO PROFESIONALES DE NIVEL INTERNACIONAL POR ÁNGEL MÉNDEZ @SWING_LATINO / FOTOGRAFÍAS JESÚS CASTILLO
Edición Número Doscientos veintiséis. Año 05. ÉPALE CCS
Caracas, 7 de mayo de 2017.
19 Mueve las manos como Lola Flores y le pone drama al asunto. De seguro que La Faraona fue una de sus inspiraciones, pero ni se lo pregunto para no decepcionarme. Cuando Lola bailaba en sus películas, todo el mundo le ponía atención y ella hace lo mismo cuando sale a escena con alguna de sus muchachas. El ritmo cobra vida en ella; no opaca al cantante, pero su movimiento obliga a fijarse en ella, porque el melao que exuda es contagioso. Yo la persigo desde hace rato. Soy uno de sus fans. En verdad me gustaría un día ser su parejo. La primera vez que la vi en tarima me llegó la comparación: “Mueve las manos como La Faraona”, me dije, y pensé que debía tener hasta su misma estatura. Un mujerón en miniatura, porque es pequeña, pero con todo muy bien puesto. Además, el salero que se gasta no se aprende en ninguna academia, con eso hay que nacer… De más está decir que me enamoré de inmediato —así de fácil soy—, pero al indagar en su vida, sufrí la decepción lorquiana. Recordé aquel primer verso del poeta en “La casada infiel”: “Y yo me la llevé al río / creyendo que era mozuela / pero tenía marido…”. Hoy se hace llamar Arelis Remmys, que es su nombre y el apellido de su esposo, pero hace 25 años firmaba simplemente como Arelis Marilú Guevara Rosas, nacida en Candelaria y criada en el Isaías Medina Angarita, de Catia, un 7 de septiembre de 1973… ¿Y dónde aprendió a bailar? Nos vamos de historia.
JOROPO, MERENGUE Y BACHATA Si tú ligas esos tres géneros, el resultado es explosivo, mucho más si te atreves a mezclarlo en una esquina. Me explico: es en ese lugar del barrio donde se cuece la salsa. La esquina te da sandunga, el sabor que se necesita para dejar a cualquiera en el sitio. Arelis y su hermana Marlene eran las dueñas de esa esquina. El zapateo les llegó por herencia, porque su padre sabía sacudir el polvo en cualquier sarao tuyero. El hombre es joropero mirandino y se alió con una falconiana amante de la música. De esa ardiente unión nacieron Marlene, Arelis y Zuleima, en ese orden, pero en total son siete hermanas que llevan la música en la sangre. “Marlene, mi hermana mayor, tiene mucho que ver con mis comienzos en el baile, al igual
que mi papá. Él es mi parejo principal cuando vamos a alguno de esos golpes de joropo… siempre me ha gustado bailar… En el barrio formaban grupos de danza y yo era el primer chicharrón. Mucho aprendí con la profesora Yaira y con Juan José Marín en lo que se refiere a danza tradicional, porque si hablamos de salsa, esa la adquirimos en las rumbas, y allí es donde entra Marlene. Ella me llevaba a los conciertos de salsa y a las fiestas donde la invitaban… a todas partes. A la gente le gustaba cómo bailábamos nosotras. Nos la pasábamos con unos amigos que fueron nuestras parejas en la primera agrupación que formamos. Ensayábamos en el apartamento de ellos, en mi casa en Catia, y fue así que nació la pasión por el baile. Aprendimos en la calle, batiéndonos en la esquina, y los pasos llegaban por naturaleza. Un día pensé que había que formalizar la rumba y nació ‘Venezuela en salsa’. Marlene no era muy disciplinada, luego apareció Remmys y cada quien agarró su rumbo. Cambiamos el nombre y surgió lo que hoy se conoce como ‘Imágenes Latinas’, mi academia de danza tropical. —¿Bailar se nace o se aprende? —Eso depende. Hay quien nace aprendido, pero otros necesitan estudio, como dice Frankie Vásquez. Lo importante, y ese es el requisito indispensable, es que te guste lo que haces. Nada obligado es bueno. Yo he tenido alumnas que vienen obligadas por sus padres y por mucho que haga, el aprendizaje no llega; así no funcionan las cosas. Para ser bailador hay que tener sentimiento, pasión, porque eso se lleva en el alma, no hay impedimento alguno para ello…” Lo dice Arelis, quien tiene sobrada experiencia en eso de la “pasión”. En el año 2003 fue “premiada” por el “dador” con una “bola negra”. Nos explicamos: padeció de desprendimiento de retina en ambos ojos. Ella no se amilanó y siguió bailando. Tenía un compromiso con el Congreso de Salsa en Puerto Rico y en esas condiciones se presentó. Poca gente se percató de lo que le ocurría. Fue el doctor Ernesto Ramírez quien luego de un intenso tratamiento logró recuperarla sin necesidad de operarla. Arelis bailó hasta que se cansó y fue aplaudida a rabiar. Si a eso no se le llama sentimiento interno, ¿qué nombre le pondríamos…? ¡Pasión! y más ¡pasión!
Caracas, 7 de mayo de 2017.
“Para bailar no hay edad, ni estatura ni condición física como requerimiento previo. Le doy gracias a Dios por las experiencias que me ha brindado. No hemos tenido limitaciones para nada. Ha habido casos extremos, como el de Adriana Hernández, una chica superobesa a quien iban a operar por su condición física; ella aprendió a bailar bien sabroso porque tenía pasión. Igual me pasó con un chamo con problemas psicomotores… personas que me traen niños especiales, y a mí me encanta trabajar con los niños. Muchos de mis alumnos, hasta adultos, son hoy bailarines profesionales”. —¿Hijos? Arelis hace silencio y piensa antes de contestar. La he visto bailar, soy su fan y creo que me sé la respuesta, pero prefiero que sea ella quien lo confirme. —La verdad es que no he tenido tiempo y te va a parecer un tanto egoísta lo que voy a decir. Mi pasión, mi vida, lo que me hace feliz, es el baile y no lo he querido dejar. Digo que si salgo con una barriga, tendría que hacer una pausa muy larga en mi profesión, porque no me gustaría que mi niño o niña quedara en manos de otra persona mientras yo me voy a otra parte. Quien pare, tiene que ser responsable y yo lo soy al extremo. Siempre he sido así. Mucha gente me ha dicho, me ha aconsejado… que ya es tiempo. Claro que lo he pensado, pero la verdad es que Remmys y yo tenemos muchos años —25 en total— como pareja y hemos sido felices. Él con su orquesta y yo con mi academia. Digo que mis hijos son mis sobrinos, con quienes cargo para todas partes. —¿Proyectos? —Seguir bailando. No pienso parar. En junio tenemos un compromiso en Panamá y estoy montando una coreografía que va a gustar. También voy a dictar clases allá. Yo sigo con la Academia, porque ése es mi proyecto de vida. Tienes que ver a mis niñas bailando, todas con un “swing” muy especial. Los alumnos vienen con las ganas y yo me encargo de lo demás. Con el talento se nace, pero también se puede trabajar. Allí están mis sobrinos, a quienes no les gustaba bailar, y muchos alumnos que he tenido que hoy son profesores de baile.
Edición Número Doscientos veintiséis. Año 05. ÉPALE CCS