Elixires Florales Armonizadores del Alma - Philippe Deroide

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Elixires florales, Armonizadores del Alma

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Elixires florales, Armonizadores del Alma

Philippe Deroide

Los elixires florales Armonizadores del alma

Titulo del original francés: Elixirs Floraux, harmonisants de l’âme ©1992 by Philippe Deroide

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A Edward Bach, a Patricia Kaminski y a Richard Katz, a Sarah, a las flores

Cuando sabemos escucharlas, las flores nos hablan, Con su lenguaje sutil y perfumado. MADRE


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PREFACIO Hace diez años empezó en Francia, en los Alpes concretamente, la aventura de los Elixires Florales con Philippe Deroide y algunos amigos decididos. Lo que hubiera podido ser una experiencia efímera, como vemos muchas veces, de regreso a la naturaleza, se ha transformado en una auténtica experiencia, rigurosa y duradera. Y este libro es la constatación. Existe un lenguaje de las flores y nuestra tradición popular lo demuestra: en los jardines o en el arte floral de los ramos. La fitoterapia también utiliza desde hace mucho tiempo las plantas para la curación. Hoy día, la ciencia moderna extrae los principios activos con fines terapéuticos no exentos de efectos secundarios. El descubrimiento de la acción de las flores bajo la forma de Elixires Florales es bastante reciente, se lo debemos a un médico inglés, el doctor Edward Bach. Según el enfoque que se haga de las plantas se obtienen efectos diferentes. El principio activo o su equivalente químico, ejerce un poderosa acción tanto en la persona sana como en la enferma. De ahí el efecto secundario inevitable e incluso buscado como prueba de su actividad. En este caso se habla de droga y se intenta sustituir, al ingerirla, los procesos naturales que se hallen necesitados. La fitoterapia actúa de forma más suave, más cercana de la alimentación, y sus indicaciones son diferentes de la medicina química. En fitoterapia se utilizan las plantas para regular y estimular las funciones. Con los Elixires Florales nos acercamos a los fenómenos de conciencia, que se cree cada vez más, son los que determinan la aparición de las enfermedades y el sufrimiento. Todos estos enfoques son complementarios y no deben excluirse unos a otros porque no tengan las mismas premisas científicas. El doctor Bach desarrolló en los años 30 una farmacopea de 38 plantas con sus indicaciones, así como la filosofía en la que se basó su trabajo. Numerosos practicantes han enriquecido esta literatura ahora muy completa, con su experiencia personal. Desde hace algunos años el número de elixires florales ha aumentado considerablemente con la búsqueda de nuevas plantas.

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Es la primera vez que tenemos una obra original francesa sobre estos nuevos elixires y sus indicaciones. Philippe Deroide comparte con nosotros sus conocimientos –su amor- por las flores y su experiencia práctica de la acción de dichas flores, por los efectos que ha podido observar. Para ser nueva su rigurosa exploración es de inspiración científica: no hay nada en sus palabras que no haya sido verificado por la experiencia. Es un placer leer esta obra, donde encontramos todo lo necesario para comprender y utilizar los Elixires Florales con simplicidad y autenticidad. Los Elixires Florales no son drogas y por lo tanto no son medicamentos en el sentido médico del término. No pueden sustituir los tratamientos formalmente indicados. Los podríamos llamar armonizadores. Su empleo no viene determinado por la enfermedad sino por la persona y su forma de ser. El estado de armonía, que es algo individual y no un condicionamiento exterior, se ignora casi siempre en esta época llamada moderna. Se nos informa de los dramas y accidentes, pero ¿cuándo nos hablan del restablecimiento de la armonía aquí o allá? Felizmente la armonía está más extendida que la desarmonía. Cuando la perdemos nos damos cuenta de su valor y nace en nosotros el deseo de recuperarla. Los Elixires Florales nos ayudan a recuperar esta armonía perdida y restablecen nuevas condiciones de salud física y mental. Los Elixires Florales pueden ser utilizados de diferentes maneras, para uno mismo en la búsqueda del desarrollo personal, en el entorno familiar, en cada etapa difícil del itinerario de la vida o como complemento de un tratamiento médico. Philippe Deroide nos da indicaciones para cada una de estas situaciones. Describe igualmente con detalle, de manera precisa y rigurosa, el método de preparación de los Elixires Florales, de lo que tiene una gran experiencia. Como un artesano nos hace compartir la intimidad de su relación con las flores. A través de él, las flores y la naturaleza se ofrecen al lector sin reservas. Doctor Jean Estrangin

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PRÓLOGO Este libro acompaña una actitud personal cuyo origen se remonta a mi infancia y cuyo recuerdo quedó grabado para siempre en mi memoria. Fue mi primer descubrimiento de la montaña, un mundo misterioso, donde los paisajes se armonizan con los estados de ánimo, un mundo vivo, en el que las flores, los árboles, y las hierbas se ofrecen a la mirada del niño, contentándose con estar simplemente y plenamente allí. Este primer encantamiento, no ha cesado jamás y me ha conducido, a lo largo de mi existencia, a profundizar esta relación íntima e intensa con la naturaleza. A principios de los años ochenta recorría las tierras salvajes del Oeste norteamericano, abriéndome a los espacios aún más vastos de mi naturaleza interior. Guardo de esta época un recuerdo ardiente y a veces confuso. Tras años de vagabundeo decidí separarme de mis viejas costumbres, poniendo en duda mis actitudes, comportamientos, todos los antiguos hábitos rutinarios anclados en mí desde hacia tiempo, que ya no correspondían a esta nueva comprensión del mundo que brotaba del fondo de mi ser. Para calmar esta búsqueda interior, a menudo tumultuosa, buscaba en la naturaleza la compañía de las flores, los árboles, y encontré el consuelo en la soledad de los grandes espacios. Más allá de la apariencia física del mundo que me rodeaba, experimenté cada vez más intensamente una presencia, una energía, una intensidad que emanaba de cada planta, cada árbol, y me acompañaban, aportándome la paz de espíritu. Poco después encontré los elixires florales y fue una revelación. De repente podía relacionar esta sensación interior con una nueva comprensión del vegetal y un nuevo enfoque de la salud. Lo que yo experimentaba confusamente tenía, a partir de ahora, un nombre, podía ser identificado y estudiado. Utilizando los elixires florales he descubierto cualidades de curación y de transformación excepcionales aportadas por estos productos preparados a partir de flores silvestres. Confrontando a multitud de desordenes emocionales, miedos y dudas, los elixires florales me han ayudado a avanzar en el camino de la vida. Siempre me he sentido atraído por la naturaleza y he sabido extraer de ella la energía y la fuerza de recuperación necesaria en los momentos difíciles. Al encontrar los elixires florales constaté que a partir de las preparaciones líquidas, tan anodinas en apariencia, el mundo vegetal aportaba al hombre sus cualidades de curación. Este libro no pretende aportar la totalidad de los conocimientos actuales en lo referente a los elixires florales. Se compone de tres partes: la parte central es una descripción de 64 elixires florales y puede considerarse el corazón del libro, está compuesta de material recogido de diferentes fuentes. Las referencias de otros autores se señalan directamente en el texto. Esta descripción aporta al lector una nueva percepción de cada planta utilizada como elixir floral. La primera parte es una iniciación a una nueva visión de las plantas y de la relación de éstas con el hombre, ser de carne y hueso, dotado de una conciencia que se expresa en la

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realidad del alma y en la dimensión del espíritu. Los elixires florales, "tinturas de conciencia líquida", provocan cambios radicales en el interior incluso a nivel físico. Esta primera parte muestra al lector los elixires florales no como simples antídotos de tensiones, estrés o conflictos, sino como auténticos catalizadores evolutivos que nos ofrecen la posibilidad de transformar fundamentalmente nuestro modo de vida. La complejidad de algunos capítulos de esta primera parte podría desalentar a algunas personas, sin embargo su lectura no es indispensable para la comprensión de los demás capítulos. La tercera parte es una guía de utilización práctica dirigida tanto al debutante como al terapeuta. Ofrece al lector la posibilidad de utilizar los elixires desde una comprensión global del ser humano. Espero que la lectura de esta obra aportara al lector un nuevo enfoque y comprensión del reino vegetal. Mientras nuestra tierra alimenticia sufre un saqueo planetario, es hora de que el hombre y la naturaleza reencuentren su equilibrio en una relación justa y armoniosa. A través de los elixires, las flores nos ayudan a permanecer más despiertos y a tomar conciencia de su auténtica naturaleza. Aprendamos a comprenderlas, respetarlas y amarlas. Agradecimientos expresivos a Francine Rambaud, Louis Goubard, Laurence Noli, MarieClaude Michell y Brigitte Meylan por su ayuda amistosa. Saludo particularmente a Dominique Guillet, amigo y compañero de trabajo, así como a los terapeutas que me han apoyado y ayudado a profundizar mi conocimiento y comprensión de las flores. Expreso una profunda gratitud a Soraya, mi querida compañera, por su apoyo constante. Agosto de 1992

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INTRODUCCIÓN UN NUEVO ENFOQUE DE LA SALUD La salud perfecta y el despertar total son en realidad la misma cosa.

Tarthang Tulku

El mundo actual esta en profunda transformación. Las diferentes crisis que sacuden el planeta son la expresión de grandes conmociones en todos los dominios, social, económico, científico, político, cultural, espiritual... Estas conmociones tienen todas el mismo origen: una percepción errónea del mundo, considerado como una gran mecánica a estudiar de manera objetiva. Actuamos "en" y "sobre" el mundo, aplicando ideas y conceptos desfasados, que vienen de una visión caduca. Desde el siglo XVI la ciencia ha desarrollado una visión materialista del mundo y el universo. Privilegiando un enfoque estrecho, abstracto y fragmentado de la naturaleza y la realidad, ofrece a nuestra comprensión un mundo máquina, un mundo objeto de fuerzas y materia inerte, y regido completamente por las leyes matemáticas eternas. La materia se percibe como la única y última realidad. El modelo newtoniano, reduccionista y materialista es, no obstante, cada vez más cuestionado en disciplinas tan fundamentales como la física y la biología. La ciencia se halla confrontada a la necesidad de tener en cuenta las implicaciones filosóficas y metafísicas de sus descubrimientos en el dominio de la relatividad y la física cuántica. Necesitamos una nueva visión de la realidad que se traduzca en un cambio radical de nuestros pensamientos, una apertura de nuestras percepciones y una transformación total de nuestros valores. El hombre descubre que la tierra no es simplemente un objeto material y pasivo en el cual los acontecimientos suceden de manera fortuita, sino que es una estructura viva de la que es parte integrante. La emergencia de esta nueva percepción, que corresponde a la evolución de la conciencia humana, de la cual participamos, no se realiza de manera suave porque la sociedad es, en gran parte, incapaz de abordar la cuestión de la creatividad sin replantearse sus adquisiciones. El pensamiento científico materialista ha marcado el mundo con su sello y aunque nos demos cuenta que esta visión es limitada, es la que predomina en los trabajos y reflexiones de la mayoría de los científicos actuales. El modelo científico newtoniano es mucho más que una teoría científica particular. Es, como todos los modelos científicos, una forma de pensar, un método de trabajo, de reflexión, de comunicación y de percepción intelectual. Reposa sobre todo en las ideas y conocimientos técnicos transmitidos en el curso de la formación científica. Impregna las grandes corrientes del pensamiento y encierra los espíritus en algunas

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vías determinadas, que van ahondándose con el tiempo, hasta que el individuo pierde la conciencia de estar limitado. La ciencia acumula los problemas sin resolver, pero esta convencida de que llegará a resolverlos. La certitud absoluta de las grandes corrientes del pensamiento, científicas o filosóficas, frenan el cumplimiento de los actos creativos necesarios no sólo para la evolución, sino también para la sobrevivencia humana. En lo referente a la salud, la comprensión de la enfermedad esta íntimamente ligada a la comprensión del mundo que prevalece en la sociedad. Hoy en día la enfermedad se relaciona generalmente con causas externas. En el transcurso de siglos pasados grandes epidemias asolaron Europa debido a condiciones de higiene desastrosas, porque las gentes de la época no habían establecido la relación entre enfermedad y falta de limpieza. El descubrimiento de las bacterias y los virus ha aportado progresos revolucionarios en la prevención de enfermedades y epidemias, pero ha conducido a la noción actual predominante de que toda enfermedad viene del exterior. Ha sido necesaria una nueva reflexión para que nos preguntemos por qué algunas personas expuestas a idénticas causas caen enfermas y otras no. En los cuatro últimos siglos Occidente ha estado dominado por una comprensión del hombre como cuerpo-máquina analizado en función de sus partes. Esta visión favorece la fragmentación de los conocimientos y privilegia la especialización, permitiendo a la medicina efectuar progresos fantásticos en la comprensión del cuerpo humano. Pero la visión cuerpoobjeto no es satisfactoria para comprender la realidad del hombre. Esta visión se reemplaza progresivamente por una comprensión holística1 del ser humano considerado en su globalidad, que tiene en cuenta los aspectos no físicos del ser. Surgen nuevas percepciones en cuanto a la naturaleza de la enfermedad. Teniendo en cuenta el modo de vida, el equilibrio de la alimentación, el estrés, los estados mentales y emocionales, las actitudes y los comportamientos, aparece una nueva percepción de la salud. La enfermedad se desarrolla debido a las tensiones y desarmonías de la vida. La conciencia aparece como la condición indispensable de un psiquismo cuya existencia ya no es relegada. Esta nueva concepción da mucha importancia a la interrelación e interdependencia de todos los fenómenos y se esfuerza por comprender al hombre, no solo en términos de estructura fundamental, sino también en función de múltiples procesos dinámicos subyacentes que lo componen. Aunque conozcamos la sensación de estar en buena salud, es imposible dar una definición precisa. Es una experiencia subjetiva, difícil de describir y cuantificar, y cuya realidad percibimos intuitivamente. Hasta ahora la salud se consideraba como algo estático. Sin embargo cada vez más tiende a considerarse como un estado multidimensional dinámico, que conlleva aspectos físicos, psicológicos, y sociales interdependientes y una dimensión espiritual. Como señala Fritjog Capra: 2 "La representación común de la salud y la enfermedad como extremos opuestos de un continuum unidimensional es errónea: la enfermedad física puede contrarrestarse por una 1 2

La palabra "holistica" tiene su rafa en la palabra griega "holos", que significa "el todo, el conjunto". El punto crucial, F.Capra, Integral. Barcelona.

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actitud mental positiva y un apoyo social, de manera que el estado general resultante podrá ser de bienestar. Problemas efectivos o el aislamiento social pueden llevar a una persona a sentirse enferma, a pesar de una condición física excelente. Las múltiples facetas de la salud se influyen mutuamente y la impresión de poseer una buena salud será más fuerte cuanto mejor equilibradas estén entre ellas." Los elixires florales se inscriben totalmente en esta nueva percepción de la salud que, más allá del tratamiento de los síntomas de la enfermedad, intenta resolver la falta de armonía. La salud nace de una actitud, de una escucha atenta de lo qué somos y hacia dónde nos dirigimos. La búsqueda de uno mismo se transforma entonces en una búsqueda de salud y recíprocamente la búsqueda de salud conduce a una mayor conciencia de uno mismo.

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PRIMERA PARTE

PRINCIPIOS GENERALES

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CAPITULO I

LOS ELIXIRES FLORALES, ARMONIZADORES DEL ALMA

Considerad los lirios del campo cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero, os digo, que ni aún Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Mateo 6: 28, 29

Los elixires florales se preparan a partir de maceraciones de flores en agua pura de manantial, expuesta durante varias horas a los rayos solares. Este nuevo sistema terapéutico, descubierto a principios de siglo por el doctor Edward Bach, se ha desarrollado considerablemente en el transcurso de los últimos años. Bacteriólogo y homeópata famoso, Bach se dio cuenta que en una enfermedad la personalidad del paciente es más importante que su cuerpo físico. Fue uno de los primeros en percibir la estrecha relación existente entre el estrés y la enfermedad y tomó conciencia de que la enfermedad es, más allá del síntoma aparente, la manifestación de un desequilibrio a nivel emotivo, del comportamiento y las actitudes. A la búsqueda de remedios puros, simples y naturales, orientó sus trabajos hacia el mundo vegetal porque percibía intuitivamente una gran fuerza de curación y de transformación. Descubrió la influencia de las flores en los estados del alma, en los desequilibrios de la personalidad. Se dio cuenta que algunas flores poseen virtudes terapéuticas particulares que pueden entrar en relación con una cualidad del alma humana y emplearse en las situaciones de la vida en las que esta cualidad falta. Así desarrolló la base de un nuevo sistema de salud que emplea las flores para remediar las perturbaciones del alma. Existen otras técnicas que emplean las plantas para curar. La fitoterapia3 y la aromaterapia4 emplean sustancias extraídas de las plantas medicinales de diferentes formas, más o menos complejas (infusión, destilación...). Estas sustancias, ricas en moléculas activas, actúan de manera muy precisa y a veces a dosis infinitesimales, sobre una función del organismo. Se extraen numerosos principios activos: vitaminas, minerales, aceites esenciales y compuestos más complejos como los heterósidos y los alcaloides, de las diferentes partes de la planta (raíz, hoja, tallo, corteza, albura, flores, frutos y granos). El sistema de salud de los elixires florales se distingue de estas técnicas porque emplea las plantas de una manera diferente. Solamente se utilizan las flores en su preparación y además en el momento cumbre de su floración, en el período de máxima plenitud. La diferencia 3

La fitoterapia es una rama de la farmacología que estudia el empleo terapéutico de las plantas y sus productos. La aromaterapia utiliza las esencias aromáticas naturales contenidas en los vegetales. Los aceites esenciales se obtienen por destilación, presión, separación, por medio del calor o por incisión del vegetal. 4

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primordial con la farmacología vegetal es que los elixires florales no contienen ningún extracto físico proveniente de la flor, ninguna sustancia material activa, ninguna molécula. Durante la preparación de un elixir floral las propiedades aportadas por las flores se manifiestan a nivel sutil, más allá del plano físico y son difíciles de percibir a través de la experimentación y los sentidos habituales. Los elixires, preparados con la parte más noble de la planta y la más característica, poseen la cualidad específica de la especie floral utilizada. Esta cualidad se sitúa en una dimensión no física, inmaterial e invisible, pero necesita de un soporte material que le sirva de vehículo y transmisión. El agua va a ser el transmisor del "mensaje" de la flor. Las "cualidades" de las flores actúan en lo más profundo del ser humano y son percibidas directamente a través de la conciencia. La flor de Borraja, por ejemplo, es la representación de una energía particular, de una fuerza que está ausente en la persona triste y sin valor. Estos sentimientos se contrarrestan por la flor de Borraja, que posee una cualidad interior de coraje y optimismo. El elixir floral de Borraja despierta esta cualidad interior de coraje y optimismo y ayuda a sobreponerse de los disgustos, la tristeza y el desaliento, cuando uno se enfrenta al peligro o a los conflictos. ¿Puede ser que detrás de su apariencia y su realidad física, detrás de su naturaleza bioquímica, la flor pueda revelar una cualidad interior, expresión de una realidad inmaterial, invisible y sin embargo muy activa? La flor representa una etapa muy particular en la vida de la planta, es el momento en que expresa su individualidad. En botánica el sistema de clasificación se efectúa principalmente por las flores, en ellas está la fuerza reproductora de la planta y un nuevo potencial de vida presente en el grano. Con sus múltiples formas, armoniosos colores y sutiles perfumes, ¿no serán las flores una hábil mecánica capaz de atraer los insectos que garantizan su polinización y aseguran, como declaran los darwinistas "la supervivencia de los mejor adaptados"? Consideremos otra posibilidad más en armonía con el sentimiento que nos inspira cuando nos encontramos en medio de las flores en un hermoso día de primavera. Las flores simbolizan numerosos sentimientos del alma humana, poseen una significación que va más allá de la simple forma física. Como todos los seres vivos, expresan en su apariencia física una realidad más profunda. Las flores son una manifestación particular de la creación divina, mantienen una estrecha relación con el hombre, que está por encima del plano estético o puramente simbólico. Son la expresión de campos de fuerza que viven en nosotros, en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos. Son la encamación del "alma de la naturaleza". Además de su realidad física y bioquímica, la flor es el elemento esencial de la planta en la cual esta "alma de la naturaleza" vierte sus cualidades. Igual que nos es imposible explicar una obra maestra por el análisis de la composición química del cuadro, no podemos contentamos con el análisis físico de la flor para comprender la cualidad interior transmitida por ella.

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El elixir floral establece un puente entre la planta y el hombre, transporta el mensaje de la flor al corazón del hombre. Este mensaje aportado por las fuerzas vivas de la naturaleza resuena en el alma humana presta a acogerlo. Cada elixir floral es portador de una estructura vibratoria particular que representa su esencia, su cualidad y que corresponde a los rasgos de la personalidad, a las actitudes y emociones del ser humano. Cuando tomamos un elixir su frecuencia energética entra en resonancia con la nuestra e induce el proceso curativo. Este concepto de resonancia es importante en medicina vibratoria aunque no se sepa aún completamente como se suscita, ni a lo que corresponde exactamente. El ser humano es un organismo multidimensional, fluctuante y dinámico, en constante evolución y transformación. La salud no es un estado estático y permanente, porque implica una actividad continua que refleja la capacidad del individuo a responder al cambio y hacer frente a las presiones del entorno. La vida es como un río que conduce al hombre hacia nuevas experiencias, nuevas percepciones. Podemos comparar las etapas de la vida con las estaciones. Hay períodos tranquilos y armoniosos y épocas agitadas en que las turbulencias se instalan. Con los cambios de estación y en los diferentes períodos de la vida el metabolismo del hombre se transforma, su conciencia y percepción del mundo evoluciona. No siempre sabemos reaccionar correctamente, a menudo prisioneros de los hábitos y esquemas mentales que no corresponden a nuestras necesidades. Forzándonos y obligándonos, consciente o inconscientemente, a mantener una visión de las cosas que no tiene más razón de ser, "remontamos el río de la vida a contracorriente" y nos encontramos enfrentados debido a ello a pruebas y enfermedades. Los conflictos sin resolver, las aspiraciones reprimidas y las emociones contenidas pueden aflorar a la conciencia a través de la enfermedad. Los elixires florales ayudan a agrandar el campo de conciencia y a transformar nuestros bloqueos, con el fin de permitir desarrollarse nuestras potencialidades y facilitar la expresión de nuestras capacidades. Nos llevan hacia una mejor comprensión de la existencia, permitiéndonos estar a la escucha de nosotros mismos y ser más responsables de nuestros actos. La energía transformadora de los elixires florales se experimenta de diversas maneras: Como remedios se dirigen a los conflictos internos, tensiones, bloqueos emocionales y problemas físicos resultantes. Ayudan a superar las dificultades atacando directamente a la raíz del desequilibrio. Como catalizadores de evolución consciente y de transformación, ayudan a desarrollar las cualidades potenciales. Nos abren a la escucha de nuestra propia y única verdad interior, actuando en el corazón de la verdadera dimensión del hombre, la del espíritu. Al integrar las dimensiones física, mental, emocional y espiritual del hombre, los elixires florales ayudan a purificar el alma de sus tensiones y desarmonías y conducen hacia un mayor bienestar global.

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CAPITULO 2 RESEÑA HISTÓRICA

Nuestra labor es llegar a ser lo que somos

Theodore Roszak

El descubrimiento de las plantas medicinales El sistema de salud de los elixires florales tiene sus raíces en la historia de la humanidad y la relación que el hombre establece con el mundo vegetal. Si examinamos la historia de esta relación, descubriremos grandes precursores que han preparado la llegada de este sistema terapéutico. Las plantas acompañan a los hombres y los animales desde tiempos lejanos. Sin las plantas el hombre no habría podido subsistir, ya que su alimento dependía de ellas. Durante milenios el hombre empleó las diferentes partes de las plantas para alimentarse y curarse. 6000 años antes de Jesucristo se alimentaba de plantas salvajes en cuya búsqueda pasaba la mayor del tiempo. Con el advenimiento de las primeras grandes civilizaciones aprendió a alimentarse produciendo plantas cultivadas a partir de las salvajes. ¿Cómo descubrió las virtudes terapéuticas de las plantas? Esta pregunta da lugar, a través de los siglos, a numerosas hipótesis. Según la hipótesis más simple y si creemos a la historia clásica, las virtudes de las plantas se descubrieron por una serie de ensayos y errores, es decir, gracias al azar. El hombre descubrió que algunas de ellas eran tóxicas y otras producían una acción específica. Cuando se dio cuenta que las plantas podían ejercer una acción terapéutica las probó todas, intentando encontrar remedio a todas las enfermedades. Después las catalogó según su acción. Otra hipótesis habla del instinto que atrae al hombre naturalmente hacia las plantas que pueden serie beneficiosas, igual que sucede con los animales: las cabras se purgan con eléboro, los gatos comiendo brotes de avena...


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Las dos primeras hipótesis han contribuido, indudablemente, al descubrimiento de las plantas medicinales, pero ambas parecen limitadas, pues abordan al ser humano de tiempos antiguos sin tener en cuenta la evolución de su campo de conciencia. La primera hipótesis parte del principio de que los hombres primitivos percibían su entorno y el mundo en un estado de conciencia, quizá más primario, pero no obstante próximo al nuestro. En la segunda hipótesis, el hombre se considera como un ser vivo primitivo más cerca del animal que del hombre civilizado de hoy. Encontramos otra hipótesis en las tradiciones religiosas: la de la Revelación. En la Biblia y el Corán, Dios crea los medicamentos y los ofrece a los hombres. Los griegos atribuían el descubrimiento de las plantas al dios Esculapio y los indios a Brahma, el creador. Si atendemos a las tradiciones esotéricas, damos cabida a otra hipótesis que integra y amplía varias de las posibilidades evocadas. Grandes clarividentes como Rudolf Steiner o Edgar Cayce nos han aportado informaciones sobre las antiguas civilizaciones de Lemuria y Atlántida que, según ellos, se habrían desarrollado hace 500.000 años. En esta época la tierra era más permeable a las influencias espirituales provenientes del universo. Los hombres poseían un sentido natural para seleccionar las plantas en función de sus propiedades medicinales. Dicha cualidad les permitía penetrar interiormente en la vida de la planta, percibir directamente sus propiedades, entrando en relación con los "espíritus", los seres creadores que actúan en la naturaleza. Esta percepción inconsciente, como en un estado de sueño, una "conciencia de sueño" diferente del instinto animal, ha desaparecido hoy día. Sin embargo, algunas culturas en vías de desaparición han conservado trazas de este poder "mágico". El chamanismo se practica aún en algunas tribus, donde el ejercicio de la medicina es el ejercicio del poder. El chamán se dirige directamente a la enfermedad, aliándose con los espíritus que gobiernan las plantas, los animales, los minerales y las fuentes. El chaman trabaja, ante todo con el espíritu del paciente y su medicina el generalmente incomprendida por el hombre moderno, porque su concepción de la vida es diferente. Podemos preguntamos por qué esta forma de relación con la naturaleza no existe más que como vestigios en algunos pueblos. Para ello debemos considerar el hecho de que la conciencia de la naturaleza se ha transformado considerablemente en el transcurso de las civilizaciones pasadas. Es un error creer que sólo el intelecto y la razón han evolucionado en el curso de la historia de la humanidad. La historia humana ha sido tratada desde el punto de vista económico y social, desde el punto de vista de la evolución de las ideas y la técnica, pero casi nunca se ha considerado el punto de vista del hombre como tal y de su campo de conciencia. A través de los milenios transcurridos desde la aparición de las primeras grandes civilizaciones, la conciencia del hombre se ha individualizado progresivamente. Su percepción del mundo y su relación con el ambiente han variado considerablemente. La historia del último milenio nos muestra la evolución de esta individualización. Hasta la Edad Media la conciencia del individuo se vincula aún a una conciencia de grupo en algunos aspectos. Los nombres propios no existen y el individuo se define esencialmente en relación a su clan, linaje, es decir a una comunidad de individuos. El inconsciente colectivo predomina, frente a un inconsciente personal, en el cual la experiencia personal no se expresa plenamente.

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Las grandes civilizaciones aportaron al hombre una estructura social, económica y religiosa necesaria para su supervivencia y evolución, pero al mismo tiempo lo alejaron de la naturaleza. La osmosis profunda entre el hombre y su ambiente desaparece progresivamente para dar paso a un proceso de individualización. El estudio de las civilizaciones que se han sucedido en el curso de los últimos siete milenios demuestra la evolución de la relación que el hombre establece con su ambiente. El paso de la civilización egipcia a la griega supuso un gran cambio de conciencia.

La conciencia humana en la antigüedad La civilización persa aportó, a través de Zoroastro (Zaratustra), una concepción de la realidad como polaridad, como dualidad. El hombre tomó conciencia de la tierra y el cielo, distinguió la luz y la opuso a las tinieblas. Por la pureza de su vida, de sus actos y de sus pensamientos el hombre debe contribuir a la emergencia del bien para que disminuya el mal. Los persas consideraban las enfermedades como una consecuencia de la invasión de los malos espíritus en el cuerpo, y empleaban numerosas plantas para expulsar los demonios, es decir las enfermedades. La civilización de los pueblos de la India poseía un gran conocimiento del espíritu, pero su relación con la tierra, a la que llamaban Maya (ilusión), era muy diferente de la nuestra: nos han aportado sus conocimientos del espíritu sin interesarse por la tierra, la materia. La medicina india ayurvédica tiene su origen en los Vedas, textos sagrados de los Rishis, eminentes sabios que interrogaron a los dioses. En los primeros tiempos de la medicina ayurvédica las plantas desempeñaron un papel primordial. Paralelamente a su poder terapéutico, poseían un poder mágico de orden religioso y cada una se asoció a una divinidad. La tradición ayurvédica se transmitió a través de los siglos. En el siglo VI antes de Cristo el Susruta, libro ayurvédico, enumeró cerca de 800 remedios, 700 a base de plantas. La civilización egipcia y más tarde la griega condujeron al hombre a la búsqueda de esta unión entre la tierra y el cielo, el hombre y el mundo espiritual. A través "del culto de los muertos los egipcios desarrollaron una técnica espiritual consciente, en detrimento de un acercamiento intuitivo, directo pero inconsciente, que existía anteriormente. Advirtieron que se podía encontrar en la tierra el significado del cielo. El empleo de las plantas estaba muy extendido en el antiguo Egipto. El terapeuta, a la vez médico, sacerdote y mago, estaba en contacto con las fuerzas invisibles de la naturaleza. Un milenio antes de Cristo, los egipcios fueron los primeros en rechazar la asociación entre magia y medicina. Así comienza la especialización de la medicina. Los egipcios transmitieron su comprensión del mundo a la civilización griega, cuyo símbolo principal es la frase del oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo". El paso de la civilización egipcia a la griega lleva consigo un gran cambio en la conciencia del hombre. La humanidad pasa gradualmente de un estado de unión con el cielo a un estado en el que se halla atado a la tierra. Isis, la diosa egipcia que representa la sabiduría cósmica, lejana e inaccesible, se transforma en Sofía con los griegos. El hombre va a experimentar de manera diferente el mundo de los sentidos: el deseo del conocimiento aparece, la necesidad de diferenciación surge. El arte egipcio, que obedece a una ley única durante más de 3000 años, deja sitio al arte griego, a través del cual el artista expresa por su individualidad una nueva

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comprensión del mundo. El hombre de hoy está mucho más cerca de la civilización griega que de la civilización egipcia y la filosofía griega es la fuente de inspiración de gran parte de nuestras formas de pensar. Los griegos percibían la humanidad como algo sagrado, consideraban la tierra como un ser vivo y consciente al que llamaban Gaia, la madre divina universal. La curación era considerada como una intervención de la divinidad, el dios Escolapio o Gaia. Al principio de la Hélade (Grecia antigua), los "rhizotomai", herboristas, descubrieron las plantas que curaban utilizando la magia y desarrollando una comunicación secreta con ellas. Poco tiempo después Aristóteles, uno de los grandes filósofos de la Grecia antigua, desarrolló su comprensión de la naturaleza en su teoría de los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Hipócrates "el padre de la medicina" definió la salud como el equilibrio de los humores, los cuatro fluidos vitales del cuerpo físico (sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema). La base del pensamiento hipocrático es el hombre, los remedios y la cuatripartición de la naturaleza. Más tarde, a principios del siglo I a.C, Dioscórides desarrolla la primera materia médica sobre las plantas y sus efectos terapéuticos, apoyándose en la obra del botánico Teofrasto. Preparó el camino para una nueva ciencia, la farmacología. Los romanos empleaban mucho las plantas medicinales y recibieron en lo referente a medicina la influencia del mundo griego. Plinio, contemporáneo de Dioscórides, consagró en las 37 obras de su Historia Natural, 8 libros a las sustancias extraídas del mundo vegetal. En el siglo n Galeno, uno de los más prestigiosos médicos de la antigüedad, refino el pensamiento hipocrático. Consideró que toda sustancia terapéutica puede ser como los elementos de la naturaleza, caliente o fría, seca o húmeda. A partir de estas cuatro cualidades básicas distinguió las cualidades secundarias que resultan de la mezcla de las cualidades primeras. Cada una de las cualidades primeras se divide en cuatro grados. Esta graduación permite calificar con precisión la fuerza del remedio y especificar su uso. Pero esta precisión es, no obstante, subjetiva porque en esta época el remedio se comprende cualitativamente a partir de una comprensión intuitiva de la planta. La caída del imperio romano y su invasión por las tribus nórdicas sumen a Europa en un largo período de confusión, durante el cual florece el cristianismo. A lo largo del primer milenio de nuestra era la ciencia médica declina considerablemente. El saber griego, rechazado y después olvidado, se aleja hacia Oriente. En Occidente, al abrigo de las batallas y epidemias, los monjes preservan los antiguos textos grecorromanos, convirtiéndose los monasterios en receptáculos de la tradición.

Hildergarda de Bingen y la Edad Media Los griegos consideraban la enfermedad como un desequilibrio y la curación como la manifestación de la intervención exterior de la divinidad. En la Europa medieval el pensamiento cristiano va a favorecer el nacimiento de la conciencia de uno mismo. El hombre descubre la importancia de la enfermedad en el camino de la evolución personal. Aprende a buscar en su interior lo que hasta entonces había buscado en el exterior. Hildegarda de Bingen, benedictina del siglo XII, marca su época con sus observaciones,

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investigaciones y escritos en dominios tan variados como la política, la medicina o la espiritualidad. Sus obras científicas sorprenden hoy por la calidad de sus observaciones y la originalidad de su visión. De arboris completa los conocimientos antiguos de Teofrasto, Dioscórides, Galeno y Plinio. Divulga las propiedades de más de 200 plantas, siendo algunas de ellas señaladas por primera vez, como es el caso de la Árnica. Al interesarse por las virtudes terapéuticas del rocío, Hildegarda de Bingen nos aporta una comprensión energética del reino animal. En su obra sobre las iglesias romanas, Jacques Bonvin 5 expone una nueva comprensión de las motivaciones de los monjes constructores de la Edad Media. A través del conocimiento y el empleo de las energías cosmotelúricas, sabían poner al hombre en resonancia con el cosmos, a través de un recorrido iniciático en el seno de la iglesia. "Los capiteles de hojas y flores, antes de ser la representación de un gigantesco herbario eran emisores energéticos, utilizados para curar a las personas según su capacidad de concienciación. Del mismo modo que cada célula del cuerpo humano posee el conjunto de las potencialidades del individuo, cada capitel, como un holograma, posee en sí mismo la información vibratoria de la planta medicinal que representa. Puede transmitir la misma energía que liberaría la planta, a condición que sea utilizada conforme a los ciclos cosmotelúricos que condicionan la vida de la planta." El constructor de la época empleaba las energías vibratorias de la planta, transfiriéndolas al capitel donde se encontraba esculpida su representación. Las energías vibratorias se manifiestan en todas las creaciones de los hombres y más particularmente las que han sido simbólicas6. Las plantas representadas en los capiteles no solo actúan sobre el cuerpo físico, también cambian profundamente el comportamiento de las personas. El ser humano descubre que posee la capacidad interior de superar sus desequilibrios gracias a su propia evolución y transformación espiritual, pero para ello es necesario su participación y una toma de conciencia que explicaría el carácter iniciático de los recorridos. Todas las plantas encontradas en los capiteles de las iglesias romanas son conocidas por sus virtudes terapéuticas y su acción a niveles más sutiles. Comprenderemos mejor este enfoque energético e iniciático de las plantas estudiando el Cerca Instans de Platearais, que reúne en Salerno todos los conocimientos médicos de los tres reinos, mineral, vegetal, y animal. Su obra, copiada, recopiada y aumentada, da como resultado hacia 1480 el Libro de las Medicinas Simples7 compendio del saber y la tradición. Esta obra de arte pictórica describe más de 300 plantas y nos da una imagen precisa, no solo del saber botánico de la época, sino también de la relación existente entre el hombre y la naturaleza. Es una obra destacada en la que se aúnan dos percepciones y dos comprensiones

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Eglise Romane, lieu d'energie, Jaques Bonvin y Paúl Trilloux, Ed. Dervy.

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Todas las magias tradicionales emplean un soporte para efectuar transferencias de energía. Jung ha subrayado la inmensa potencialidad energética de los arquetipos, esas imágenes originales existentes en el inconsciente humano, que contienen cada una de ellas su energía específica de la que no podemos beneficiamos si no la hemos incorporado a nuestra vida de una manera u otra. El arquetipo es una energía vibratoria de naturaleza trascendente, independiente del espíritu humano, cuya esencia no puede ser aprendida más que bajo la forma a través de la cual se manifiesta. 7

Le Livre des Simples Medicines (1480), Biblioteca Nacional francesa.

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del mundo. La universidad de Salerno experimentó una considerable expansión a partir del siglo XI bajo el empuje de Constantino el. Africano, que trajo a Europa el saber griego al que se añadió el de los árabes. En esta época la expansión del Islam se extiende hasta España y gracias a ello la medicina medieval reconocerá, de una vez por todas, la tutela de los grandes maestros de la antigüedad. En el Libro de las Medicinas Simples se representan las plantas de manera realista o estilizada en las láminas más recientes, y de forma imaginaria en las más antiguas. Estas últimas resultan incomprensibles para la vista, pues hemos perdido las llaves de una comprensión donde la idea decide la imagen. El final de la Edad Media marca un giro esencial en la relación hombre-naturaleza. En esta época crucial, "el deseo de conocer la naturaleza visible de las cosas es muy grande, pero al mismo tiempo la realidad es maleable en manos del Creador8.4 La relación entre el hombre y la naturaleza todavía es, en aquella época, una evidencia vivida. La planta se percibe como un ser vivo, aunque sólo queden restos de la percepción directa que existía en tiempos lejanos. Por otra parte, tan sólo los iniciados se relacionaban con el mundo invisible. Alberto el Grande escribía a propósito de algunas plantas: "No podemos atribuir su actividad debido a sus cualidades, es algo más que una cualidad activa o pasiva, sacan su actividad de una virtud existente en el espíritu de la planta". El herborista de la Edad Media fija toda su atención en las influencias de los astros que intervienen en el desarrollo de las plantas y el destino de los hombres; invoca a las plantas para transmitir las fuerzas de curación. En el Libro de las Medicinas Simples la planta se nos presenta como una interlocutora capaz de curar por su presencia, de liberar (gracias a un ritual específico) las fuerzas necesarias para la curación. El herborista de la época no conoce los principios activos constituyentes de la química de la planta; la interroga sobre sus poderes y su utilidad. El Libro de las Medicinas Simples nos muestra 'la existencia de una medicina analógica que establece la similitud entre la enfermedad y sus remedios. La ley de analogía, utilizada en medicina ayurvédica y en medicina africana, se desarrollará en el siglo XVI con Paracelso en su doctrina de las signaturas. A finales del siglo XV aparece el Renacimiento: período de transformación, renovación social, cultural y espiritual que dura más de un siglo y cambiará la concepción del mundo. El advenimiento del racionalismo condenará el saber antiguo, de origen intuitivo, a desaparecer o a transformarse. El pensamiento se independiza de la autoridad de la iglesia y alcanza una mayor abstracción. La mirada de antaño, guiada por una escucha atenta de la naturaleza, deja paso a una observación fría y rigurosa. Pitton, Carnerario y más tarde Linneo, Darwin y muchos otros establecieron las bases de la botánica moderna con un enfoque analítico. El contacto privilegiado que mantenía el hombre con la naturaleza va a desaparecer en beneficio de una concepción científica y racionalista. En este período, cuando el mundo moderno está a punto de comenzar, aparece Paracelso, portador de una tradición alquímica que concilia al hombre con la naturaleza y al mismo tiempo de una nueva conducta médica, más precisa y 8

Fierre Lieuthagi, comentario al Libro de las Medicinas Simples.

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consciente, que favorece la observación y la experimentación.

Paracelso Médico y alquimista suizo de principios del siglo XVI, su comprensión "química" del mundo desarrolló las bases de la medicina moderna, la farmacología y la bioquímica. Impresionado por la medicina de su época, que no se interesaba en el tratamiento de las enfermedades, fue uno de los primeros en emplear sustancias medicinales según la ley de las similitudes. También puede reconocerse en su obra algunos elementos rudimentarios de la medicina alopática. Su mensaje esencial fue: unión de los espiritual con lo materia!, lo particular con el todo, la naturaleza y lo Divino. Para Paracelso el enfoque actual, reduccionista y materialista, sería impensable porque cuerpo y alma son indisociables. Proclamó que el origen de la curación está en lo divino y menciona el Arcano, elemento de vida, como una realidad en sí misma. Su medicina es una medicina del corazón, que integra la sabiduría de la naturaleza, la fuerza vital y las capacidades espirituales de la naturaleza humana. Paracelso estaba en contra de los viejos dogmas de Galeno y pedía a sus alumnos que examinaran la naturaleza para poder aprender sin prejuicios. De esta forma descubrió la relación entre la forma física de una planta y sus cualidades interiores, su "esencia". También estudió la influencia de los planetas en el mundo vegetal y se interesó por las virtudes terapéuticas del rocío para tratar los desequilibrios de sus pacientes. Paracelso percibió la relación existente entre el macrocosmos de la naturaleza y el microcosmos del ser humano: el hombre forma parte del universo y es interdependiente con todos los elementos que componen nuestro mundo. A Paracelso se le conoce especialmente por su doctrina de las signaturas. Dicha doctrina nos indica que es posible encontrar indicaciones referentes a las propiedades médicas de las plantas, remarcando las similitudes que existen entre la forma de algunas plantas y la forma de los órganos del ser humano. Esta doctrina fue formulada y sistematizada por Paracelso y el físico Della Porta, pero remonta a la antigüedad, ya que podemos encontrarla en los indios, chinos y romanos. Según estos últimos, los similares curan entre ellos y algunas plantas no liberan sus energías si no es en presencia de un cierto orden universal. Muchas indicaciones de esta doctrina, han pasado recientemente con éxito el examen de la experimentación clínica. La Celidonia, que contiene un jugo amarillo que se oscurece en contacto con el aire, se emplea para curar las afecciones del hígado y la vesícula biliar, órganos que segregan un jugo del mismo color. Esta analogía ha dado la indicación para emplearla en este tipo de enfermedades. El Hipérico, cuyas hojas, cuando se miran por transparencia, se ven llenas de agujeros como si fueran heridas, es, efectivamente, el remedio de las quemaduras y heridas. Es una planta cicatrizante y antiinflamatoria muy eficaz. Paracelso decía: "Observemos la planta y percibamos en ella la señal de su curación". Comprendamos bien estas palabras. Creer que las plantas son medicinales sólo por los principios activos que contienen y que son las sustancias bioactivas las que aportan sus propiedades es una visión muy estrecha. Hoy en día los laboratorios de química farmacéutica estudian sistemáticamente las propiedades de los diferentes constituyentes de las plantas. Descubren nuevas moléculas por el método de "screening", que modifica progresivamente la

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estructura química de los principios activos ya descubiertos. No obstante, un simple análisis químico no basta para explicar su acción. Jean-Marie Pelt trabaja con la Alcachofa, remedio de la insuficiencia biliar. Ha constatado que añadiendo sustancias que aisladamente carecen de efecto, aparecen nuevas propiedades. El todo es más importante que la suma de las partes y conocer por separado cada una de las partes no basta para conocer el todo. Paracelso nos muestra que cada planta ejerce en el lugar donde crece un "impulso terapéutico", que se expresa en sus constituyentes internos, y además en su forma, porte, modo de crecer, color y perfume.

Goethe Goethe percibió el impulso terapéutico de las plantas en el siglo XVII. Se le conoce sobre todo por su obra literaria. Fue un gran científico, famoso por su teoría de los colores. Se interesó en la forma y la evolución de las formas en el mundo vegetal. Goethe nos enseña que todas las formas de las plantas se generan por un solo y único esquema de base, la planta arquetípica. Esta planta primordial puede definirse como una entidad energética, susceptible de dar vida a todas las plantas del reino vegetal. Introdujo la idea de que las plantas pueden evolucionar igual que las personas y fijó las bases del evolucionismo 50 años antes que Darwin. Goethe nos da una imagen viva, dinámica de la planta. A través de él podemos captarla como un ser "sensible y suprasensible", en su dimensión material y espiritual. En su teoría de las Metamorfosis nos dice que la esencia, el ser primordial de la planta, el arquetipo, se manifiesta en la materia a través de tres etapas evolutivas, poniendo así en evidencia las fuerzas de contracción y de expansión, que se expresan en el mundo vegetal y que permiten a las fuerzas "suprasensibles" manifestarse en el plano físico. Del grano (muy contraído) nace la planta con hojas; ésta se contrae de nuevo en el cáliz y se dilata nuevamente en la flor, finalmente se contrae en el ovario para dilatarse en la formación del fruto. En la fase de contracción, la planta está poco formada a nivel físico, pero posee una gran vitalidad. Al dilatarse, despliega su arquitectura en el mundo físico, pero pierde su energía vital. El grano está poco formado pero desborda de vida. La flor está acabada pero es muy efímera. La obra científica de Goethe cayó en el olvido. En la misma época aparecieron personalidades como Lavoisier y Priestley que contribuyeron al nacimiento de la química moderna y el advenimiento del materialismo científico. Para el siglo XIX, que ofrece a la humanidad, a través de la ciencia, la posibilidad, pero también la ilusión de actuar sobre el curso de las cosas, Goethe es ante todo un hombre de letras y un poeta. Habrá que esperar a finales del siglo XIX para que Steiner encuentre los trabajos de Goethe y decida continuarlos.

Hahnemann Médico alemán de finales del siglo XVIII, Hahnemann fue el creador de la homeopatía. Aportó al mundo una nueva visión de la medicina, ya que consideraba la enfermedad como el resultado de modificaciones de la fuerza vital. Esta fuerza vital es la base de todo fenómeno físico, emocional y mental. La finalidad de la homeopatía es curar las enfermedades estimulando la energía vital. Hahnemann rechazó el reduccionismo de su época y consideró que la enfermedad tiene un sentido a nivel humano. Observó que algunas

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enfermedades son específicamente corporales, sin transformación psíquica, mientras otras son mentales y poseen pocos o ningún síntoma físico. La homeopatía de Hahnemann tiene en cuenta el papel de la conciencia en todo el proceso de curación, frente a una medicina mecanicista, que establece una división absoluta entre el cuerpo objetivo y el alma subjetiva, y que no considera como real lo que no puede ser pesado. Los remedios homeopáticos se fabrican a partir de sustancias animales, vegetales o minerales, y se toman de forma muy diluida. A veces el nivel de dilución es tal que ni siquiera está presente en el remedio una ínfima fracción de molécula de la sustancia original. Si consideramos que las altas diluciones no contienen más que el mensaje dado por la sustancia de partida, nos encontramos con la teoría de la preparación de los Arcanos (Archaüs) de Paracelso, que airea la materia para liberar su quintaesencia.

Steiner Goethe nos aportó una imagen viva de la planta y de sus fuerzas formadoras, pero sin establecer una relación directa entre esta y el hombre. Será el filósofo, científico y pedagogo Rudolf Steiner quien establecerá las relaciones fundamentales entre el hombre y la planta. Steiner puso en evidencia en su obra, la Antroposofía, los dinamismos orgánicos y vitales que no son accesibles directamente a los sentidos de los observadores ni a sus instrumentos, ya que están más allá de la realidad físico-material. En su ciencia del hombre y de la naturaleza, Rudolf Steiner estableció una cartografía precisa del ser humano al describir sus cuatro constituyentes: físico (dominio de la materia), etérico (dominio de la energía vital), astral (dominio del alma, de la personalidad). Yo profundo (dominio del espíritu). Se intereso por las plantas, no sólo a nivel físico, sino también a nivel energético, por su cuerpo vital etérico, que hace de ellas seres organizados y vivos. Steiner definió la correspondencia entre los tres sistemas fisiológicos del cuerpo humano (neuro-sensorial, rítmico y metabólico) y los tres sistemas funcionales de la planta (raíz, hoja y flor; Insistió en el siguiente hecho: la dimensión espiritual debe ser estudiada con la misma disciplina y la misma claridad de espíritu que la dedicada a la exploración de la realidad física. Las plantas como los hombres son seres vivos dependientes de las influencias externas, los ritmos cósmicos, los cambios de estación, clima, lugar. Paracelso, Goethe y Steiner se inscriben en la continuidad de una larga tradición alquímica, que remonta a los tiempos antiguos. Nos ayudan a comprender las plantas a través de su proceso de crecimiento, a lo largo de la evolución de su forma, para que podamos descifrar la acción de las fuerzas invisibles que actúan en la materia.

Bach Nacido en Inglaterra en 1886, es el pionero moderno de los elixires florales. Practicó la medicina alopática como bacteriólogo y después se orientó hacia la homeopatía, antes de interesarse por las virtudes terapéuticas de algunas flores. Durante sus años de práctica, su

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única finalidad era descubrir una forma simple de tratamiento a base de remedios puros y naturales. Bach se dio cuenta que, tratando los desequilibrios mentales y emocionales de sus pacientes, su condición física mejoraba considerablemente. De este modo consideró que los humores o estados de espíritu experimentados son un factor clave en la mayoría de las enfermedades: la enfermedad es la señal de un desequilibrio en el plano emocional, en la actitud y orientación ante la vida. Comprendió que la buena salud es el resultado de una armonía mental y espiritual y que la enfermedad se origina por un desequilibrio entre la actividad exterior y los designios del ser profundo. "La enfermedad es en esencia es el resultado de un conflicto entre el Alma y la Mente, y nunca podrá ser erradicada sin un esfuerzo espiritual y mental. [...] Los métodos materialistas actuales nunca podrán erradicar o curar la enfermedad, por la simple razón que su origen no es material. [...] Y así una curación final y completa exige, no sólo el empleo de medios físicos, sino el esfuerzo de eliminar cualquier defecto de nuestra naturaleza, porque en definitiva la curación viene del interior, del Alma en sí, que con Su benevolencia irradia armonía a través de la personalidad, cuando se le permite hacerlo." El miedo, el egoísmo, la resignación, el orgullo y la ignorancia, el odio, los celos, la avidez, la falta de individualidad, etc, son auténticas causas de enfermedad, según Bach. "Recordemos que cuando se descubre el defecto, el remedio no consiste en combatir contra él con grandes dosis de voluntad y energía para suprimirlo, sino en desarrollar firmemente la virtud contraria, y así, automáticamente, se borrará de nuestra naturaleza todo rastro de lo indeseable." Bach insiste en la toma de conciencia que todo hombre debe hacer de su propia Divinidad y por lo tanto de su poder contra el mal. "Hay que tener la voluntad y la capacidad para descubrir el defecto que causa semejante conflicto, [y luego] hay que suprimir ese defecto desarrollando la virtud contraria." Buscando los remedios capaces de influir sobre el psiquismo, Bach descubrió la influencia de algunas flores en "la forma de ser", en los aspectos perturbados de nuestra personalidad. Bach relacionó la "cualidad" de la flor con una cualidad del alma humana. Se dio cuenta, por ejemplo, que el miedo se contrarresta con la flor del Mímulo, que aporta la cualidad del coraje. Inspirándose en los trabajos de Paracelso, Hahnemann y Steiner comprendió que, a través del rocío, el sol podía extraer los principios sutiles de la flor. Desarrolló un método de preparación de los elixires florales consistente en colocar las flores elegidas en agua de manantial pura y exponerlas a la acción de los rayos solares durante algunas horas. En 1936, año de su muerte, había descubierto 38 remedios florales.9

9

El nombre de "Bach" se ha reservado a los 38 remedios desarrollados por el doctor Bach. Aparte de estos 38 remedios conocidos con el término inglés de "Bach Remedies", el centro Bach no posee ninguna relación con los elixires florales.

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La evolución de los años 80 Los 38 remedios florales que nos dejó Bach ocupan un lugar único en la historia de los elixires florales. Paracelso, Goethe, Hahnemann, Steiner y Bach fueron auténticos pioneros, pues sólo hace algunos años comenzó a considerarse la salud en su dominio global, cuerpoalma-espíritu, y se comprende la importancia de la armonía interior. Bach nos reveló poco sobre el proceso de preparación y la metodología a seguir para "descifrar" el lenguaje de las flores. Después de su muerte no hubo ningún intento por comprender mejor la nueva terapia floral. Siendo Inglaterra un país de tradiciones, los elixires florales se consideraron como un sistema terapéutico completo y definitivo. Cuarenta años después, hacia 1978 comenzaron aparecer nuevos elixires florales. Hoy, 60 años más tarde, sabemos que algunos aspectos de la personalidad no están cubiertos con los elixires de Bach. En el transcurso de este siglo, el estado de conciencia de nosotros mismos y el mundo que nos rodea ha evolucionado considerablemente, nuestra personalidad debe adaptarse al estrés de la vida moderna, debemos aprender a reaccionar correctamente frente al gran número de problemas que sacuden el mundo y nuestro entorno. Los nuevos elixires se interesan por dominios tan variados como la comunicación, la creatividad, la sexualidad, la protección ante el estrés, la apertura espiritual, la evolución interior, etcétera. En California, los nuevos pioneros de los nuevos elixires florales son Richard Katz y Patricia Kaminski. Su organización, "Flower Essence Society", reagrupa a terapeutas y buscadores del mundo entero. Descubrieron nuevos elixires florales de gran importancia a partir de 1978, y en 1980 presentaron al público 24 nuevos elixires. Los resultados, observados por los terapeutas en un gran número de casos, indicaron enseguida que muchas personas se estaban beneficiando del empleo de estos nuevos elixires. La actividad de Katz y Kaminsky en lo referente a información, búsqueda y educación de los elixires florales y del mundo vegetal han permitido comprender mejor la manera en que los elixires florales actúan en las personas. Han acercado los elixires florales al significado alquímico, desarrollando y aplicando a gran escala los descubrimientos de Bach e insistiendo en la importancia de la observación botánica, en los cuidados de su forma de preparación y en el estado de conciencia del preparador. En Norteamérica aparecieron otros grupos de búsqueda y preparación de nuevos elixires. Gurudas publicó, a mediados de los años 80, una obra en la que nos habla de más de 100 nuevos elixires; "Alaska Flower Essence Projet", bajo el impulso de Steve Johnson y de Shabd-sangeet Khalsa, prepara elixires florales con las plantas del gran norteamericano; el grupo "Pacific Essences", dirigido por Sabina Pettitt en Canadá; la sociedad "Desert Alchemy" de Arizona y la sociedad "Running Fox Farm" en Massachussetts. En Francia la asociación GAIA, creada en 1986, participa en el desarrollo de este sistema de salud a través de una actividad informativa, de formación y búsqueda. Los Alpes franceses y la región mediterránea ofrecen nuevos elixires florales de gran valor, que los laboratorios DEVA preparan, obteniendo así una gama completa de elixires florales a partir de las plantas silvestre de nuestros campos. La asociación GAIA organizó el primer congreso de internacional de los elixires florales en el año 1990 además coordina los ejes de búsqueda y trabaja en estrecha colaboración con diferentes grupos del mundo entero, más particularmente con Patricia Kaminsky y Richard Katz.

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En Australia dos grupos, "Australian Busch Flower Essences" y "Living Essences of Australia", preparan elixires florales a partir de plantas del desierto australiano. El interés por los elixires florales no ha dejado de crecer estos últimos años en Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Suiza, Gran Bretaña, Australia, América del Sur y otros países.

Hacia una nueva alianza Los elixires florales pueden ser el origen de grandes transformaciones en el seno de la conciencia humana. Los acontecimientos planetarios actuales exigen el desarrollo de un sentido nuevo de unidad y la toma de conciencia de nuestra responsabilidad individual, en relación a la ecología del planeta. En el curso de la historia la conciencia del hombre se ha individualizado progresivamente. Al tomar conciencia de sí mismo y de su capacidad de acción sobre el mundo, el hombre desgraciadamente ha establecido su superioridad sobre los demás reinos: el mundo vegetal y el animal. La época actual es un período esencial en la evolución de la humanidad, porque el hombre se halla confrontado con los resultados de sus actos. Empieza a tomar conciencia de los desastres planetarios ocasionados por nuestra civilización actual, por nuestra creación colectiva. Hemos desarrollado una percepción errónea del mundo que nos ha alienado y nos lleva a ser una amenaza para la vida del planeta. La humanidad ha creído que podía desarrollarse en detrimento de muchas otras formas de vida presentes en la naturaleza. Asistimos a un desequilibrio total, a una ruptura profunda entre dos corrientes paralelas de evolución que son la naturaleza y la humanidad. Desde el alba de los tiempos las plantas viven en comunidades homogéneas relacionadas con las características del medio ambiente. Los botánicos descubren que estas asociaciones están desapareciendo actualmente a un ritmo muy rápido y que la flora mundial se empobrece considerablemente. Jean-Marie Pelt 10 señala que harían falta millares de años para reconstruir asociaciones que han desaparecido en los últimos decenios. Nuestra sociedad industrial ha modificado profundamente el equilibrio de los medios naturales. En nombre del progreso el hombre destruye los ecosistemas urbanos y humanos, al igual que los ecosistemas de la naturaleza. "Las plantas tienden a vivir cada vez más aisladas, a imagen de la sociedad de los hombres."11 Al mismo tiempo asistimos a un desarrollo sin precedentes de las formas más elevadas de espiritualidad. La conciencia individualizada del hombre se espiritualiza y nos damos cuenta, cada vez más, que no puede haber salud personal y "realización" individual sin tener en cuenta el destino de todos los seres humanos y el de nuestro planeta. Descubrimos que para sobrevivir y transformarse la humanidad necesita que las aspiraciones individuales se fundan en una apertura universal.

10 11

"La unidad de lo vivo. Por una nueva alianza", Jean-Marie Pelt, en revista Troisiéme Millénaire (no 22 y 23). J.-M. Pelt, ídem.

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Debemos aprender a ser responsables del planeta Tierra. Las crisis actuales nos exhortan a unir nuestras evoluciones individuales al designio planetario de la humanidad y el mundo vivo. "La unidad con la naturaleza la hemos tenido siempre, pero la hemos perdido en el camino y ya es hora de encontrarla de nuevo."12 Y esta "Vuelta a la naturaleza" debe efectuarse conscientemente. No se trata de huir hacia la madre tierra por fin encontrada, o de una vuelta nostálgica a una naturaleza idealizada. La Tierra parece encaminarse a gran velocidad hacia una nueva identidad cuyos contornos son aún difícilmente perceptibles. Debemos aprender a redescubrir la armonía sutil presente en el seno de la naturaleza. Esta nueva alianza debe emerger de la conciencia individualizada del hombre y aportarle un impulso creador que permita hacer frente a los grandes desafíos actuales. Recordemos el mensaje de Paracelso, que nos dice de la alquimia: "La naturaleza no produce nada que no sea perfecto. El ser humano debe guiar las cosas a su perfección y este trabajo de guiar las cosas a su perfección es alquimia." El alquimista es, añade Paracelso, "el que sabe poner el trabajo de la naturaleza al servicio de la humanidad, hacia el fin que le está destinado". Hoy día la alquimia no existe, ha desaparecido, se ha dividido en dos: de una parte la química que aprende la naturaleza de forma cuantitativa, la naturaleza-material, y por otra parte la psicología que se dirige al corazón del hombre sin interesarse en el microcosmos de la naturaleza. Los elixires florales se inscriben en un enfoque nuevo, alquimia moderna que integra a la vez una "química holística" de la naturaleza, viva, dinámica e interactiva, y un proceso de transformación interior aportado al corazón del hombre.

12

J.-M. Pelt, ídem.

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CAPÍTULO 3

POR UNA NUEVA COMPRENSIÓN DEL MUNDO VEGETAL

Las flores son los maravillosos jeroglíficos de la naturaleza.

Johann Wolfgang von Goethe

Si deseamos comprender la forma en que actúan los elixires florales, debemos ampliar nuestra percepción del mundo vegetal. A lo largo de los cinco últimos siglos, hemos construido una visión del mundo en la cual el hombre se consideraba como un elemento exterior. Hemos llegado a considerar el universo como una inmensa máquina objetiva y material que funciona por ella y para ella. El rigor científico se ha edificado sobre la noción de objetividad, y el estudio de la realidad objetiva, independiente del hombre, ha reducido el universo a una máquina, vacía de espíritu. Desde hace algunos decenios, buscando en los infinitamente pequeño, la ciencia ha llegado a un alto grado de abstracción, donde el pensamiento alcanza la materia: de las partículas materiales se ha pasado a las probabilidades de presencia, después a las ecuaciones de ondas, la física ya no estudia una realidad exterior objetiva e independiente del hombre, ya que descubre que el pensamiento del observador es inseparable del fenómeno observado. Según la manera de observar lo infinitamente pequeño, modificamos este infinitamente pequeño... Quizá pronto veremos a la ciencia interesarse en la vida de la conciencia y redescubrir que "las leyes del universo y la actividad de nuestro espíritu son la misma cosa".'13 Paracelso, Goethe, Steiner y Bach aportan una comprensión del mundo vegetal que supera la simple apariencia física. Penetraron la realidad y comprendieron la dimensión del espíritu que actúa en el universo. Podríamos interrogamos sobre la relación que mantiene hoy el hombre con la naturaleza. ¿Está cortada definitivamente la conciencia del hombre de la naturaleza? El contacto con las flores no se ha perdido, simplemente lo hemos olvidado. Desde siempre las flores simbolizaron numerosos sentimientos del alma humana. Ellas siguen 13

Rudolf Steiner

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acompañándonos a lo largo de la existencia y modulan los momentos esenciales de nuestra vida. Las necesitamos en los momentos excepcionales o difíciles. ¿Quién no ha experimentado el poder regenerador de la naturaleza durante un paseo por el bosque? Y al admirar un paisaje, ¿no nos hemos sentido cautivados por la belleza y la armonía desprendidas? En el transcurso de estos instantes privilegiados, vibrantes de emoción, sentimos la naturaleza en lo más profundo de nuestra alma porque la estamos percibiendo más allá de su simple realidad física. No es una casualidad que la jardinería atraiga cada vez a más gente, ya que se trata de una actividad que pone al hombre urbanizado en contacto con las fuerzas primitivas de la tierra. Debemos percibir el vegetal a través de su proceso de crecimiento, a través de la evolución de su forma y no desde el estudio estático que nos enseña la botánica clásica. Fijándonos en la vida de la planta, como crece, florece, se expande, y también como se repliega, se marchita y muere, desarrollamos una comprensión interior, una percepción viva y dinámica que nos ayuda a comprender la acción del espíritu sobre la materia. Para despertar y hacer brotar esta nueva comprensión, debemos abrir nuestro hemisferio cerebral derecho y dejar a nuestra capacidad intuitiva y artística expresarse. El polo racional y analítico de nuestra personalidad no permite por sí solo el desarrollo de estos nuevos métodos de investigación. Sólo un pensamiento alimentado por la vida de los sentimientos y el calor del corazón es capaz de captar plenamente la naturaleza multidimensional del mundo que nos rodea. Todos nos maravillamos por la belleza de las flores cuando éstas se muestran ante nuestros ojos. ¿Quién no se ha asombrado por la transformación de una planta en el momento de su floración? Esta metamorfosis que culmina en la flor se anuncia desde el principio del crecimiento de la planta, desde el paso de la primera hoja a la siguiente. El vegetal se prepara con la evolución de sus hojas y la flor es la finalidad de todas las transformaciones, la causa de todos los cambios sufridos por la planta a lo largo de su desarrollo. ¿Qué sucede cuando la planta empieza a desarrollarse? En el grano la planta está replegada en sí misma, en estado de reposo rebosante de posibilidades de desarrollo. En su interior está contenida la estructura de la futura planta aún cerrada al medio ambiente. Llega el momento del crecimiento con la apertura de la radícula, que se dirige hacia abajo y la aparición de los cotiledones, que salen a la luz, con suavidad, sin violencia ni desgarros. La planta se expande, recibe la luz del sol y obtiene su alimento del aire. Victorioso del peso de la gravedad, el tallo cubierto de hojas se eleva hacia el cielo. El crecimiento de la planta se manifiesta en la parte superior del tallo. La sustancia proveniente de la tierra sube por el tallo y se ordena en su cumbre. Podemos compararlo con las gotas de rocío que suben a lo largo de la brizna de hierba para alcanzar el extremo de cada brizna. Se puede constatar la organización "inteligente" de estas sustancias de gran complejidad y también una reestructuración. Efectivamente, los elementos necesarios para el desarrollo de la planta están presentes en el aire que la rodea y en la tierra, pero de maneras diferentes. Por otra parte el proceso de crecimiento no es continuo, es rítmico: períodos de

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crecimiento rápido se alternan con períodos de estancamientos, que se notan en el tallo por la formación de nudos. Existen fuerzas opuestas a la de la gravedad que explicarían la ascensión de las sustancias hacia el extremo superior del tallo y la ordenación de las mismas. Estas fuerzas, llamadas etéricas o formadoras, modelan y estructuran la materia. Podemos imaginar al alfarero, que fabrica un jarrón utilizando sus manos, como dos planos móviles dando nacimiento a la forma. Las fuerzas etéricas organizan la materia en el dominio de los seres vivos, manifestándose en los fenómenos del crecimiento y la forma. Si tenemos en cuenta el Diente de León, por ejemplo, existe una posición, una masa y una temperatura bien definidas; absorbe un determinado porcentaje de luz, libera una cierta cantidad de agua por hora; se producen reacciones eléctricas mesurables Pero es más que un conjunto de cantidades y reacciones que se pueden registrar, es un Diente de León y lo reconocemos como tal. Al desarrollarse absorbe materia y energía de su entorno, cuando muere ambas se liberan y su forma desaparece. El nacimiento y la descomposición de su forma material no ejercen ninguna influencia en la cantidad total de materia y de energía presente en el mundo, pero producen una modificación real en la organización general de esta materia y energía.14 Hay un momento en la vida de la planta que requiere toda nuestra atención: el período en que aparece la flor. Estudiando las partes verdes de la planta —tallo y hojas— antes de la aparición de la flor es imposible imaginar como será ésta. Si observamos la parte superior de la planta nos damos cuenta que las hojas están dispuestas en forma de copa, como un símbolo de ofrenda hacia el cosmos. Delimitan un espacio vacío, abierto, que no pertenece aún a la planta. Este espacio vacío va a ser llenado por la flor. De repente el crecimiento se interrumpe y la planta se transforma: la flor aparece. Es un cambio sin transición, casi brutal por su intensidad. La planta se transforma completamente en el momento de la floración, podríamos decir que se disuelve antes de reaparecer en una fase superior. El grano no está desarrollado pero desborda de vida. Las flores están abiertas a su medio ambiente, tiemblan con el viento, brillan al sol, reciben la lluvia. La planta alcanza su plenitud durante-la floración, pero su existencia es efímera porque su tendencia a crecer se ha agotado. Siguiendo atentamente la evolución de la planta a través de sus fases de expansión y contracción, tomamos conciencia de estas dos manifestaciones polares y complementarias de la vida. La flor se colorea y se abre ante nuestros ojos, revelando así su relación directa con la luz. Nuevas fuerzas entran en acción y hacen su aparición nuevas formas: la forma de copa se materializa con el surgimiento de espacios interiores abiertos hacia el exterior. Esta metamorfosis no se limita a la forma, también aparecen los colores y los olores. La sustancia física de la flor se impregna de cualidades exteriores a la planta. 14

Las fuerzas formadoras son regiones de influencia inmateriales, que entran en interacción con la materia y la organizan. La física cuántica ha permitido vencer la dualidad "campo-materia" o "éter-materia" porque ya no es más una sustancia inerte, constituida por átomos independientes entre ellos. La materia parece constituida, para la física moderna, de fenómenos periódicos de actividad y de energía organizada en campos. La ciencia actual estudia varios tipos de campos fundamentales (gravitacional, electromagnético, etc.), pero no reconoce todavía el campo de las fuerzas formadoras. El biólogo Rupert Sheldrake, al desarrollar su hipótesis de la causalidad formativa, ha reconocido la existencia de las fuerzas etéricas. Actualmente, muchos investigadores se apartan del enfoque mecanicista y empiezan a interrogarse sobre el papel de la conciencia como realidad trascendente, que no tiene origen en la materia.

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Todas las flores están formadas por los mismos elementos: el cáliz, envoltura externa formada de sépalos, la corola, formada de pétalos, los estambres y el pistilo, elemento central de la flor. En la Metamorfosis de las plantas, Goethe nos dice: "Aparece un estambre cuando los órganos, que ya hemos visto desplegarse en forma de pétalos, se aprietan y se concentran al mismo tiempo que se afirman". En la evolución de pétalo a estambre observamos un estrechamiento, una concentración y también un afinamiento. "Un pétalo poco transformado se encoge y se repliega en su extremo, y vemos aparecer una antera, quedando el resto de la hoja como un hilillo."15¿Cómo puede apretarse un órgano, sin espesarse, endurecerse y cristalizarse? El polen es la producción más sutil del mundo vegetal. En la fase de floración la planta parece descomponerse en cuanto a su forma, en el plano físico. Al mismo tiempo, con la ayuda del viento y los insectos, aumenta su campo de acción, dispersando el polen a veces muy lejos. La flor transforma con sus colores, formas, perfumes, néctar y polen la relación que tenía la planta con su entorno. Parece disgregarse, disolverse en una dimensión que no parece pertenecerle, tiende a liberarse de su sustancia física, para alcanzar un dominio de estructuración superior. La flor habla intensamente a nuestros sentidos, hace vibrar nuestra alma, expresa en su apariencia física una sensibilidad, una vitalidad, una cualidad de alma que refleja la identidad de la especie vegetal. Esta cualidad de alma que se expresa en la flor es la razón de que las empleemos para preparar los Elixires Florales. La naturaleza, al ofrecemos las flores, realiza ella misma el trabajo sobre la sustancia que conduce la materia hacia el camino del espíritu. Una vez realizada la fecundación caen los pétalos y los estambres se marchitan, el ovario estalla y libera los granos que contienen el minúsculo embrión de una nueva vida. La vida se concentra nuevamente en el grano y abandona el mundo de las formas. Así como el crecimiento es un paso de lo invisible a lo visible, una liberación de formas en la sustancia, el marchitamiento es un paso de lo visible a lo invisible. La vida se retira, la materia se libera de la forma, se desorganiza y se dispersa, para poder ofrecer un nuevo impulso vital.

15

J.W. Goethe, Metamorfosis de las plantas.

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CAPITULO 4 LA PLANTA EN RELACIÓN CON LOS HOMBRES Y LOS ANIMALES

El flujo de vida que corre por mis venas noche y día, corre a través del mundo y danza en rítmicas pulsaciones. Es la misma alegría la que impulsa, a través del polvo de la tierra, en innumerables brizna de hierba, su alegría y estalla en fogosas olas de hojas y flores.

Rabindranath Tagore

La planta y el animal La planta establece estrechas relaciones no sólo con la naturaleza de los alrededores, sino también con los demás reinos vivos. La frontera entre el mundo vegetal y el mundo animal es, contrariamente a lo que se piensa, confusa. Se ha descubierto recientemente que el coral y las anémonas de mar son animales y no plantas marinas. Algunas plantas tienden a la animalidad y el mejor ejemplo son las plantas carnívoras, capaces de capturar y digerir al insecto imprudente, produciendo fermentos digestivos análogos a los jugos digestivos de los animales. "Dar y recibir. Los reinos de la naturaleza existen unos al lado de otros, unos con otros y los unos para los otros."16 Las raíces de las plantas se benefician de los excrementos de los animales, las hojas absorben el aire viciado que expulsan los animales y las flores atraen a los insectos para alimentarlos. En el momento de la floración, la asociación de la planta con el reino animal es más estrecha; los insectos, atraídos por la multiplicidad de formas, colores y perfumes, favorecen la polinización de las plantas. Durante este período la planta contacta con el alma cósmica y tiende a sobrepasar su propia existencia. Este ámbito del astral, propio del hombre y el animal, es el portador de la conciencia. La flor pertenece a la planta y al animal que la poliniza y es capaz de engendrar formas tridimensionales, que pueden amoldarse a las formas animales.

16

L'homme et les plantes medicinales, Wilhem Pelikan, Ed. Tríades, 1986.

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Algunas flores están abiertas a todo tipo de insecto, como las umbelíferas o las compuestas, por ejemplo. Otras están más o menos especializadas en un insecto particular. Es asombroso constatar que algunas plantas sólo pueden reproducirse con la ayuda de un insecto específico. Por ejemplo, la Higuera, cuyo elixir floral se emplea para eliminar los miedos y desarrollar el control de uno mismo, debe su existencia a un insecto muy particular, el blastófago, que deposita sus huevos en las flores hembras asegurando así la polinización. La higuera posee flores compuestas y diferenciadas que se adaptan al ciclo de vida de dicho insecto. La vida en común de las higueras y los blastófagos nos muestra una adaptación recíproca muy específica entre dos especies, que se aseguran la existencia mutuamente. Gran número de flores salvajes, las orquídeas por ejemplo, imitan la forma y la apariencia de los insectos para atraerlos. En otras plantas el parecido con el insecto no es tan visible, pero si estudiamos la flor detenidamente, nos damos cuenta que encierra un mecanismo capaz de funcionar únicamente con un insecto particular, de talla, forma y comportamiento determinados. ¿Podemos imaginar una mariposa sin flores a su alrededor e, inversamente, podría existir la flor sin la mariposa? Los niños se fascinan con las mariposas, animales-flor, tejidas de luz, que revolotean de flor en flor en el aire soleado. Vemos pues que el insecto que se dirige hacia una flor parece asumir ciertas propiedades del mundo floral, mientras la flor intenta imitar a veces al animal, tomando un cierto parecido exterior con él. Esta estrecha relación entre los dos reinos ha suscitado muchas teorías. El número de correspondencias rigurosas entre plantas e insectos es ilimitado. ¿Como dos especies vivas tan diferentes han podido adaptarse de una forma tan perfecta? Rudolf Steiner nos dice que en tiempos muy antiguos existía un reino a la vez vegetal y animal, un mundo vivo intermedio entre las plantas y los animales actuales. Después, mucho más tarde, este reino se dividió en flores e insectos. Sin adherimos completamente a esta idea, podemos ver que el insecto nace y vive gracias a la flor, impulsión floral cálida y luminosa, manifestación en la tierra de las fuerzas de vida cósmica.

La planta y el hombre La especie humana también mantiene una estrecha relación con el mundo vegetal. Aunque esta relación esté en parte olvidada, se manifiesta en una dimensión simbólica y en el inconsciente humano. Para esclarecer el papel de las plantas en todo sistema terapéutico y comprender mejor nuestra relación con el mundo vegetal, es preciso definir los tres sistemas mayores del hombre y la planta, como los describió Rudolf Steiner. Según Rudolf Steiner, la planta y el hombre se organizan en tres sistemas mayores. La planta consta de raíz, hojas y flores, mientras en el hombre distinguimos la cabeza o sistema neurosensorial, el sistema torácico o rítmico y el sistema metabólico, de los cambios materiales. 1) La raíz de la planta se corresponde con la cabeza. La raíz une la planta a la tierra, al mundo mineral. Muy mineralizada, en contacto con su medio terrestre, sensible a las sustancias del suelo, a la cantidad de agua, a la concentración salina... La cabeza humana, a

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través de sus órganos sensoriales, está igualmente en contacto con su medio físico, con el mundo sensible. La raíz, con su poder selectivo de absorción de sustancias minerales, desarrolla un proceso de mineralización que invade toda la planta. Procesos de solidificación y de mineralización parten de la cabeza, lugar más mineralizado del cuerpo humano y el sistema nervioso. 2) A la flor le corresponde el sistema metabólico y los miembros, su sistema de intercambio. Con la flor la planta accede a un dominio de estructuración superior porque sufre una auténtica metamorfosis. El color verde y la función asimiladora de la hoja desaparecen. La flor, al contrario de la hoja, no es capaz de sintetizar las sustancias orgánicas necesarias para su desarrollo. El botánico Henrik Steffens dice que la flor está como en un estado vegetativo y debe ser alimentada. Bajo la acción de las influencias macrocósmicas la flor "digiere" lo que las partes verdes de la planta le preparan. La flor metamorfosea las sustancias que recibe, integrándolas en su constitución como hace el hombre con los alimentos. En ambos el calor constituye el factor de transformación. En la planta el calor es de origen cósmico, mientras en el hombre es el calor interior de su propia sangre. 3) El tallo y las hojas se corresponden con el sistema rítmico. Cuando penetramos en un bosque podemos notar la presencia de la respiración en las hojas y debido a ello nuestro sistema respiratorio se estimula sin damos cuenta. Rudolf Steiner ha mostrado la relación existente entre la vida vegetal y la respiración humana, entre el colorante de las hojas, la clorofila y el colorante de la sangre, la hematina. En la planta el aparato foliar, por su escalonamiento y la repetición rítmica de los nudos, es un sistema rítmico. Su equivalente en el hombre sería la columna vertebral y las costillas torácicas, estructuradas rítmicamente. La respiración y la asimilación clorofílica de las plantas, de estructura rítmica, son paralelas a la respiración humana: la planta transforma el gas carbónico en materia orgánica. La hoja toma el gas carbónico de la atmósfera y, con ayuda del hidrógeno, obtenido por descomposición del agua, crea los hidratos de carbono que necesita para la "construcción" de la planta. Esta transformación se acompaña de la expulsión de oxígeno. La célula vegetal recibe entonces, un aporte de glúcidos lípidos y ácidos aminados. Para efectuar esta transformación se necesita una gran cantidad de energía, y la planta utiliza la luz del Sol. El sistema rítmico del hombre absorbe oxígeno y expulsa gas carbónico. Mientras la planta sigue un proceso de densificación de carbono, el ser humano, con su respiración, "quema" sustancias carbonadas que constituyen la esencia de su organismo cuando se separa del agua y las sales minerales. Para asimilar el gas carbónico la planta necesita luz y calor mientras en el proceso de combustión respiratorio del hombre, el oxígeno se une al carbono y libera luz y calor. La polaridad entre la planta y el hombre se manifiesta también a través de la relación existente entre la clorofila y la sangre. Las estructuras moleculares de la clorofila y la hematina son parecidas, ambas contienen cuatro núcleos pirrólicos reagrupados alrededor del metal respiratorio, magnesio en la planta y hierro en el hombre. Además la clorofila tiene una fluorescencia rojo sangre, mientras que la sangre tiene una fluorescencia verde espinaca. El sistema rítmico del hombre actúa como mediador entre dos polos opuestos, la cabeza y

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el metabolismo, mientras el sistema rítmico y foliar de la planta está a medio camino del proceso de la flor y el de la raíz. Por la raíz el vegetal se une a la tierra y las fuerzas telúricas, a través de la flor se une al cosmos y las fuerzas astrales. La planta no posee ritmos individuales como es el caso del hombre, pero su crecimiento y sus cambios vitales están sometidos a los ritmos de la tierra y el universo. La relación de reciprocidad entre la planta y el hombre es grande, a nivel estructural y funcional. Dicha relación se manifiesta a un más alto nivel en el dominio de la conciencia.

La conciencia vegetal Se han llevado a cabo muchas experiencias para saber si las plantas tienen vida psíquica y han

demostrado tener reacciones a los estímulos sonoros, luminosos o visuales provocados durante las pruebas. Algunos experimentos nos muestran incluso la capacidad de reacción de los vegetales respecto al pensamiento y las emociones de los seres humanos y los animales. Las experiencias efectuadas por Kirlian, Backster, Hashimoto y muchos otros prueban la existencia de una interacción, que permite al hombre establecer una cierta forma de comunicación con las plantas. Es difícil interpretar correctamente los resultados de estas experiencias, ya que nuestros prejuicios y la dificultad de concebir una vida psíquica diferente a la del hombre o los animales ha falseado los resultados en muchas ocasiones. No creo que la planta tenga vida psíquica tal y cómo se define habitualmente, es decir con una sensibilidad parecida a la del hombre o los animales. Si es capaz de reaccionar intensamente a su entorno, no experimenta sentimiento en el sentido humano o animal del término. Sería erróneo creer que la planta posee un alma individual. Cuando nos abrimos a la realidad profunda de la planta en actitud meditativa, nos damos cuenta que no existe por ella misma, sino que forma parte de un conjunto orgánico vivo que es el planeta tierra. La planta está unida a todo el planeta, que le envía las fuerzas necesarias para su crecimiento y forma un todo con ella, igual que un dedo o un brazo forman un todo con el organismo humano. La planta expresa en su apariencia material una cualidad del alma aportada por el Deva17

17 – Deva es un término sanscrito que significa ángel. Los Devas son seres espirituales que riegen el mundo vegetal y que el mundo descubrió en el curso de los años setenta por medio de Dorothy MacLean, de la comunidad de Findhom (Escocia). Estos espíritus de la naturaleza son los constructores del reino vegetal. Son la expresión de lo Divino y viven en total armonía con la naturaleza en la dimensión etérica, la de las fuerzas formadoras. Aunque existan en un plano diferente al nuestro, desempeñan un importante papel en el proceso de asimilación de los elixires florales. Responsables de toda forma de vida de nuestro alrededor, se manifiestan en la conciencia de los que desean entrar en contacto con ellos. Esta comunicación puede limitarse a una simple sensación o expresarse por un intercambio telepático muy preciso. Muchas personas que trabajan en relación con el mundo vegetal, con auténtico espirita de cooperación y de co-creatividad, reconocen tener lazos a la vez físicos y espirituales con el mundo de la naturaleza.

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en el momento de la floración. La astralidad de la planta, su identidad, se expresa en un "psiquismo formador," 18 que se materializa en los gestos de crecimiento de la planta y cuya impresión en la materia alcanza su apogeo en la flor, que habla a nuestros sentidos a través de sus formas y colores.

La conciencia del hombre La planta recibe en el momento de la floración, y de una forma muy pura, las influencias astrales, mientras que el hombre posee un alma habitada de pasiones. Ser de agua, tierra y aire, la planta tan sólo es rozada por el fuego celeste del mundo astral, mientras el hombre lleva esta llama astral permanentemente. Estos dos opuestos se reúnen en la preparación de un elixir floral. Los elixires florales restablecen los lazos entre el hombre y la planta, aportan al alma humana las fuerzas de curación del reino vegetal, al mismo tiempo que nos ofrecen la posibilidad de percibir la planta en su verdadera dimensión. Al reconocer a la planta, la conciencia humana aporta a ésta una forma de conciencia, un reconocimiento de ella misma.

18

La plante, une approche a sa vrai nature, G.Grohmann, Ed.Triades, 1978.

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CAPÍTULO 5

EL ALMA HUMANA La conciencia y la inteligencia son anteriores al cerebro, pero éste es una estructura que les permite manifestarse y expresar sus contenidos.

David Bohm (físico)

El hombre multidimensional Redescubrimos actualmente la dimensión energética del mundo, una dimensión que ha permanecido oculta durante siglos, desde la llegada del materialismo a nuestra civilización occidental. Esta dimensión energética, dinámica y activa, ha sido reconocida por las tradiciones esotéricas de todos los pueblos y su transmisión se ha efectuado a menudo de forma simbólica. Los mitos describen estas energías y sus interrelaciones. Los chinos simbolizaron las leyes de mutación de la energía por los 64 hexagramas del I ching. Los alquimistas trabajaron con métodos que les permitían separar, aislar y reestructurar dichas energías. Los ritos mágicos y sagrados de todas las culturas actualizan estas energías, poniéndolas en forma y liberando su inmensa potencia creativa. Todas las tradiciones y civilizaciones de la tierra han considerado la existencia de varias dimensiones en el ser humano. Llevan nombres diferentes según las culturas, varían incluso de un sistema a otro, en el seno de una misma cultura. Les llamemos "cuerpos sutiles" como los esoteristas o "vehículos sutiles" como los budistas, su naturaleza vibratoria debe ser considerada para comprender al hombre en su globalidad. El ser humano aparte de su dimensión físico-material, perceptible a través de nuestros sentidos habituales, posee una dimensión energética compuesta de diferentes cuerpos o esferas interactivas que se influyen unas a otras y que corresponden cada una de ellas a un determinado nivel de conciencia. El hombre es sensible a las variaciones de todas estas energías que lo componen y rodean. Podemos presentar al ser humano como una jerarquía de niveles dimensionales que va desde el nivel más denso y fragmentario hasta el más sutil y unitario. Aunque por comodidad del lenguaje empleemos el término "cuerpo" para enumerar los diferentes niveles, debemos comprender que estamos hablando de sistemas "abiertos", en constante interacción entre ellos y en perpetua fluctuación. El término "cuerpo sutil" no debe considerarse como haciendo referencia a sustancias objetivas, sino más bien como metáforas que describen modelos dinámicos de auto-organización. Los diferentes niveles son

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jerárquicos en el sentido que el superior transciende e incluye al inferior y no a la inversa. Podemos proponer cuatro planos propios al ser humano.19 El primero es el del cuerpo físico, la envoltura material que todos conocemos. En toda sustancia viva esta materia se organiza, se estructura y está unida en un todo, que constituye el cuerpo eterice o cuerpo de las fuerzas formadoras. El desarrollo celular no es suficiente para explicar la diferenciación de los tejidos que se produce al inicio de la vida embrionaria y que culmina con la formación de los órganos. Existe una actividad formadora que actúa a nivel del ser global y no puede reducirse a la vida celular. Esta actividad es la que determina la diferenciación de las células y la aparición de los órganos a lo largo de la vida embrionaria. Asegura también su desarrollo, mantenimiento y conservación, en medio de la renovación celular. Esta actividad formadora es propia del cuerpo etérico, que moldea y mantiene la forma del cuerpo físico mientras éste sigue vivo. A nivel celular se expresa por la tendencia que tiene la célula a dividirse y crecer. El cuerpo de las fuerzas formadoras está unido al cuerpo físico durante toda su vida. Por ello esta estructura energética, inmaterial y dinámica se llama también cuerpo de vida. Esta ligada estrechamente a los órganos de los sentidos y al sistema nervioso, sirve de molde y de matriz al tejido celular y es la encargada de restaurar cualquier deformación, como heridas o cortes. El cuerpo de las fuerzas formadoras también sirve de unión con la siguiente envoltura del dominio astral, que se manifiesta en el alma humana. El cuerpo astral es el portador de la conciencia, el alma, la personalidad caracterizada por sus cualidades y defectos, con sus potencialidades expresadas o reprimidas. Existe una cuarta esfera que se revela en la toma de conciencia. Es el ser espiritual que se descubre y permite al hombre tener la experiencia de la continuidad de la conciencia de sí mismo. Es el centro de nuestro ser, portador de la chispa divina e inmortal que está ahí para guiamos y que se manifiesta a través de la conciencia. Es importante no confundir el alma (cuerpo astral, la totalidad del psiquismo) y el espíritu (dimensión espiritual que vive en el yo). El cuerpo astral, cuyas fuerzas se expresan en el alma, es el portador del cambio, destinado a deshacer lo que el cuerpo etérico construye en la repetición. Las fuerzas astrales representan el estado dinámico del entorno en un momento dado; destructoras, se oponen a la acción constructora de las fuerzas etéricas. Esa acción destructora e innovadora de las fuerzas astrales es necesaria porque constituye un factor de evolución que participa en la transformación interior del ser humano. Jung nos dice que el hombre, en el proceso individuación, debe pasar primero por una destrucción, una descomposición de las formas

19

El número de planos vana según las tradiciones, pero es importante comprender que la jerarquía propuesta se acepta en todas las tradiciones. Algunas definen niveles suplementarios a los aquí enunciados.

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fijadas en su psiquismo a través de el encuentro de energías contradictorias, con el fin de que pueda tener lugar una reestructuración, una "unidad constructiva" una nueva síntesis.

El alma humana La psicología moderna no reconoce, con la sola excepción del enfoque jungiano, el alma humana y prefiere emplear otros términos: personalidad, carácter, instinto, comportamiento, motivación, etc. Carece de la noción de alma humana y trata, por un lado del psiquismo consciente y por otro del inconsciente. Las informaciones que se dan a continuación son demasiado reducidas para pretender reemplazar un estudio profundo de la personalidad humana. Vamos a intentar tan solo desarrollar una cartografía escueta del alma humana que nos será útil para el empleo y la comprensión de los elixires florales. Está basada esencialmente en los trabajos de Rudolf Steiner y Carl Jung. El alma es difícil de definir, parece imperceptible, en la frontera entre dos mundos opuestos aparentemente, el de la materia y el espíritu. Viva, activa, cambiante, es lo que anima al individuo e incluye la totalidad de su psiquismo, consciente e inconsciente. Es el puente que une cuerpo y espíritu y posee un aspecto físico y un aspecto espiritual. Aunque sea nuestra sola y única experiencia inmediata es difícil de captar, resulta lejana, inabordable y oscura, como todos los secretos profundos de la vida. Por ello se sitúa en el centro de la búsqueda que toda persona emprende sobre sí misma. El conocimiento de uno mismo significa el descubrimiento del reino del alma. En cada uno de nosotros existen dos polos opuestos; la razón y el inconsciente. En la razón viven nuestros pensamientos, allí se crean los conceptos y surge la conciencia de los actos cumplidos durante el día. En el polo del inconsciente vive la voluntad y de él surgen nuestras intenciones y deseos. Entre ambos una zona intermedia, donde nacen los sentimientos y donde se manifiesta la verdadera esencia del alma. La observación, la memoria, la reflexión mental y la inteligencia que razona son cualidades de la razón. El juicio, útil y elemento motor de la razón, es una actividad mental que crea conceptos, ideas e imágenes. Cuando la razón se despierta, los instintos, tendencias y motivaciones se retiran al inconsciente. El inconsciente integra, no solo el conjunto de los contenidos de la experiencia adquirida, olvidada o reprimida, sino también los contenidos universales que no se adquirieron individualmente, es decir, aquellos que se han heredado, como los instintos o los arquetipos,20 y que aparecen regularmente. El inconsciente es el depósito del pasado, contiene el germen de lo que el hombre deberá cumplir en su existencia y cuyas potencialidades de expresión dependen de su voluntad. Sólo los sueños y la intuición consiguen penetrar en este dominio oscuro y antiguo del alma, que existía antes de la toma 20

Según Jung, los arquetipos son las imágenes y las correspondencias típicas que encontramos en los mitos y los cuentos de la literatura universal y que viven en el inconsciente. El dragón, por ejemplo, es una imagen arquetípica que puede aparecer en los sueños. Encontrando el dragón que hay en uno mismo nos beneficiamos de su energía, de naturaleza trascendental, capaz de conducimos hacia un estado de conciencia superior.

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de conciencia de uno mismo y la individualización del hombre. El dominio intermedio, el de la afectividad, en el cual nuestra conciencia no está totalmente despierta, se sitúa entre el nivel consciente de lo mental y el inconsciente. Es el dominio de la vida emocional, por la cual experimentamos nuestros sentimientos y su doble naturaleza: simpatía-antipatía, placer-disgusto, amor-odio. Todo aquello que encontramos, hacemos o experimentamos recibe su influencia. Rudolf Steiner buscó los fundamentos corporales del pensamiento, el sentimiento y la voluntad en los procesos neurosensoriales, rítmicos y del metabolismo y los miembros. Si los pensamientos están relacionados con la cabeza, los sentimientos con el corazón y la respiración y la voluntad con la zona metabólica del abdomen y los miembros, estos tres procesos se interpenetran y están presentes por todo el organismo. El alma vive y palpita bajo el impulso de las emociones, los humores y los estados de alma. Todos estos sentimientos se expresan de diferente manera según sea el temperamento de la persona.

Los temperamentos La concepción de los temperamentos se remonta a Hipócrates, que asoció los cuatro "humores" del cuerpo humano con los temperamentos: melancólico, flemático, sanguíneo y colérico. Esta teoría de los temperamentos no se tiene en cuenta en la mayoría de los tratados de psicología, que no los consideran como un factor psíquico. No obstante, Rudolf Steiner y algunos psicólogos alemanes la actualizaron dándole un nuevo impulso. Hoy merece nuestra atención en el enfoque de los elixires florales, ya Su que permite comprender algunas características del cuerpo humano. El temperamento, nos dice Kónig,21 es una disposición innata que nos acompaña toda la vida y da una nota personal a cada individuo. Es la "reacción innata y la sensibilidad de una persona frente al mundo"; podemos dominarla, pero nos acompaña durante toda nuestra vida. Efectivamente, los rasgos del temperamento no los adquiriríamos durante la infancia, sino que es algo que nos viene dado, aunque no se manifieste completamente hasta los veinte años. Cada temperamento está relacionado, según Steiner, con dos cualidades esenciales: la fuerza y la irritabilidad. La fuerza tiene que ver con la voluntad y se define por un grado más o menos fuerte de resistencia. La irritabilidad guarda relación con la percepción sensorial y se caracteriza por la facultad de reacción más o menos rápida para captar una situación o una idea y hacer uso de ella. La persona melancólica tiene una gran fuerza y débil irritabilidad, cuando se interesa por algo lo hace de manera duradera. El colérico tiene gran fuerza y fuerte irritabilidad. Es sensible y reacciona rápido. El sanguíneo se caracteriza por la debilidad y fuerte irritabilidad, es sensible a todo lo nuevo pero no se fija y dirige rápidamente su atención hacia otra cosa. El flemático manifiesta debilidad, y a vez débil irritabilidad, por lo 21

El alma humana, Karl Kónig.

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cual es lento en sus reacciones y tiene poca fuerza. Cada individuo contiene los cuatro temperamentos, pero siempre hay uno que predomina. Con el fin de comprender su orden particular, colocamos los cuatro temperamentos de la siguiente manera: Colérico Melancólico

sanguíneo

Flemático El colérico y el flemático poseen algunas de las características del sanguíneo y el melancólico. El melancólico y el sanguíneo están dotados de algunos trazos coléricos y flemáticos. Sin embargo, el colérico difícilmente mostrará signos del temperamento flemático y lo mismo sucede con el melancólico y el sanguíneo, que son dos temperamentos incompatibles. Como podemos constatar, hay siempre dos temperamentos que se oponen y cada persona posee un temperamento influido, con más o menos intensidad, por los dos temperamentos vecinos. Reconocer el temperamento de una persona no es fácil, porque los tres temperamentos se mezclan y de esta forma el temperamento mayor pierde sus características. Es más fácil descubrir el temperamento que no corresponde en absoluto. De esta forma, si un individuo no es absolutamente sanguíneo el temperamento dominante será el melancólico. Según Steiner "el temperamento es la clave del ser". Con el temperamento el hombre encuentra su equilibrio entre los factores hereditarios, su naturaleza biológica y las facultades que residen en el fondo de su ser verdadero, su yo superior. Es por ello que está unido a la naturaleza física del hombre. El temperamento de una persona se ve en su manera de desplazarse, en sus reacciones físicas, en su forma de expresarse. Es la parte del alma más próxima al cuerpo, ya que influye el cuerpo físico y el mental y determina el comportamiento y los hábitos. Recíprocamente, el estado del cuerpo influye la naturaleza del temperamento. El temperamento está relacionado íntimamente con el tiempo. Según Konig22 "el movimiento significa para la música lo que el temperamento para el hombre... El tiempo y el ritmo de la marea de nuestras cualidades mentales y de nuestra constitución biológica vienen determinados por el temperamento innato a nuestra personalidad. El es la medida y el ritmo innato de nuestro ser." El melancólico está lleno de recuerdos, vuelto hacia el pasado. El colérico olvida fácilmente en la búsqueda de experiencias nuevas, está abierto hacia el porvenir. El flemático y el sanguíneo viven el presente, el primero no se ocupa nada del pasado ni del porvenir y el segundo, de carácter vivo e inconstante, busca impresiones de corta duración. La 22

El alma humana, Karl Konig.

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determinación del temperamento de la persona nos permite orientamos mejor hacia el elixir floral adecuado.

Las emociones Las emociones ocupan tanto espacio en el interior del alma que obligan al Yo a retirarse. A pesar de ser pasajeras, ya que nacen súbitamente, alcanzan su máxima intensidad en unos instantes y desaparecen rápidamente. El miedo, la cólera y el odio nos sacuden y sumergen, dejándonos en un estado cercano al agotamiento. Las emociones tienen su origen en el fondo del inconsciente, invaden el alma e impiden a la razón expresarse. No obstante son de gran utilidad pues nos advierten, nos interpelan, nos previenen y nos rinden cuentas de las situaciones a las cuales, anteriormente, no habíamos prestado atención. Por eso hay que tomar conciencia de su mensaje e integrarlas plenamente, ya que reprimiéndolas se convierten en parásitos del psiquismo e impiden al individuo encontrar su equilibrio y unidad. Gran número de elixires florales están dirigidos a los diferentes tipos de emociones que solemos experimentar.

Los estados de ánimo Junto a las emociones principales, el alma es recorrida por otros sentimientos que se conocen con el nombre de humores o estados de ánimo. Igual que las emociones, surgen generalmente de manera brusca, como una reacción a diversas influencias internas y externas. El humor está profundamente relacionado con el estado físico y la condición psíquica. Una jaqueca al levantarse, dolores de estómago, unas palabras intercambiadas con cólera o una advertencia mera de lugar, tienden a desencadenar el mal humor. Mientras la emoción es efímera, el estado de ánimo dura generalmente mucho más tiempo y determina nuestra actitud interior a lo largo del día. El estado de ánimo se manifiesta con menor intensidad que la emoción sin embargo es el que aporta el "matiz" a las relaciones que mantenemos con los demás. El humor de las otras personas influye nuestro estado de ánimo y viceversa, pero lo que lo diferencia realmente de las emociones es su origen, ya que éstas vienen del inconsciente, mientras los estados de ánimo están provocados por la multiplicidad de impresiones que invaden el alma a través de los sentidos. Los sentidos informan sobre las impresiones del mundo exterior (sentidos exteriores) y procuran una conciencia difusa del funcionamiento del cuerpo y de los órganos (sensación de bienestar o de malestar proporcionada por los sentidos interiores). Pero su función no consiste solamente en informar, actuando como receptores, sino también en proteger y preservar el inconsciente de las impresiones sensoriales demasiado intensas, que podrían ser las causantes de tensión, irritación y nerviosidad. Esta protección natural filtra multitud de impresiones sensoriales y no les permite llegar a la conciencia. Normalmente no somos conscientes de los innumerables procesos que se desarrollan en el interior de nuestro cuerpo, tan sólo cuando sentimos dolor o malestar comenzamos a notar nuestros órganos internos. De la misma forma, los sentidos pueden sucumbir ante las impresiones exteriores, si éstas son tan numerosas y fuertes que perturben la vida psíquica. El humor es un comportamiento de reacción a estas influencias. El estrés de la vida moderna está provocado por la avalancha de estímulos, que sumergen

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los órganos de los sentidos y provocan que millares de impresiones sensoriales alcancen la conciencia causando agitación tensión interior y nerviosidad. El alma se pone tensa e irritable y aparecen los trastornos físicos en los órganos sobreexcitados. Con la ayuda de los elixires florales puede efectuarse una introspección que permita penetrar el mecanismo de los estados de ánimo, superarlos y abrir el camino hacia la calma interior. Muchos de los nuevos elixires florales están indicados para los estados de ánimo negativos provocados por el estrés de la vida moderna. Aportan las cualidades de protección, equilibrio y calma interior que permiten superar el mal humor, la irritabilidad y la tensión interior.

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CAPÍTULO 6 LA PREPARACIÓN DE UN ELIXIR MADRE

Parte temprano, con el aire vivo y cristalino, aspira los senderos de la tierra y los prados floridos, abre tu corazón al canto de la Tierra, siente el frescor y la dulzura del rocío bajo tus pies desnudos, asómbrate, maravíllate, deslúmbrate con la belleza de la Vida, acoge la luz, el despertar, el sol, descubre la delicadeza del No me olvides, la vitalidad del Epilobio la fragilidad de la Rosa Silvestre, escucha sus vibrantes mensajes de Amor atraídos por el viento...

El elixir floral de base que se prepara con las flores se llama elixir madre. Se obtiene por maceración de las flores en agua de manantial muy pura, expuesta al sol durante algunas horas. Esta preparación debe efectuarse directamente en el habitat de las plantas, al aire libre. Como lo mencionaba Bach, para preparar un elixir floral es necesario, ante todo, ¡tener unos buenos zapatos de montaña y una mochila!

Una alquimia de la naturaleza La naturaleza no produce nada que no sea perfecto en sí mismo. El ser humano debe guiar las cosas a su perfección y este trabajo de llevar las cosas a su perfección se llama Alquimia. Así cuando la naturaleza produce algo para la utilidad del hombre, el alquimista debe prepararlo y transformarlo para ser utilizado.

Theophrastus Paracelso23

La preparación de un elixir madre no puede limitarse a una técnica, por muy simple que ésta sea. El método de fabricación, fácil de describir, representa tan solo "la envoltura exterior" de un proceso vivo y dinámico en el cual se realiza, con la participación activa del hombre, una auténtica alquimia de las energías de la naturaleza. Al preparar un elixir floral se pretende obtener la "esencia" de la planta, su cualidad interior. Lo primordial no es la materialidad de la flor, su sustancia física, sino lo que transporta en el momento de su óptimo esplendor. La preparación de un elixir floral se efectúa al comenzar el día, bajo un cielo azul completamente despejado. Se coloca un recipiente sobre la tierra, lleno de agua pura, rodeado 23

Discursos de Alquimia, Tercer Fundamento, Paracelso.

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de aire y bajo el fuego solar. Tierra, Agua, Aire y Fuego, los cuatro elementos fundamentales, indicadores del planeta Tierra, están presentes en la preparación de un elixir, realizándose una verdadera interacción entre ellos. Por la mañana temprano la tierra se despierta con el fuego solar, el rocío cubre las hierbas con su velo de cristal, el aire es puro, vivo y limpio y el sol aún suave acaricia las flores. Al equilibrio de los cuatro elementos se añade la conciencia del preparador, quinto elemento esencial en la preparación y armonización de un elixir. Los cuatro elementos fundamentales no designan únicamente las sustancias físicas en sí mismas, se refieren a las cualidades que describen la interacción sutil de las fuerzas que guían todos los fenómenos naturales. Frente al rigor científico de la experimentación esta visión resulta a la vez simplista, ingenua e inadaptada. En el mundo de la naturaleza, al hacemos conscientes de las relaciones existentes entre el suelo, la planta, el sol y la lluvia, aprendemos a captar la realidad profunda de estas cualidades elementales. El elemento Tierra se aplica a la cualidad sólida, el elemento Agua concierne a los líquidos, el elemento Aire corresponde a lo que es gaseoso y el elemento Fuego, más sutil, es el elemento de la transmutación, a caballo entre el plano físico y el plano astral. En la naturaleza la unidad y la armonía provienen del equilibrio inestable entre los opuestos. La tierra, densa, pesada y oscura se opone al aire, abierto, ligero y brillante. El agua, fría, húmeda y de fuerza descendente, se opone al fuego, caliente, seco y de carácter ascendente. La alternancia de estas cualidades rige los ritmos de la naturaleza y desencadena al mismo tiempo reacciones químicas locales y fenómenos menos climáticos globales. De este modo, durante el invierno la cualidad Tierra predomina con su fuerza de cristalización. La vida se orienta hacia la tierra y el elemento tierra se manifiesta hasta en el agua, que se cristaliza, transformándose en hielo y nieve. En primavera el elemento Agua interviene, despertando la vida vegetal. Las brumas, nieblas y lluvias frías favorecen este despertar. Después viene el verano que ve aparecer el elemento Aire, favoreciendo la elevación de las plantas hacia el cielo y permitiéndoles recibir las cualidades cósmicas necesarias para la floración. Maravillosas mañanas de verano en que las brumas vaporosas dan paso rápidamente a la iluminación solar. Con la conjugación del elemento Fuego, que aporta luz y calor, el agua se evapora de la tierra y deja paso progresivamente a la hoguera estival. El elemento Fuego, predominante, destruye las plantas que van a ser consumidas de nuevo por la tierra. En otoño, la tierra libera el calor acumulado durante el verano y expulsa el agua de su interior, es la época de las recolecciones, de la maduración, de los días claros de cielos brillantes. La tierra pierde su fertilidad e incita a las plantas a adormecerse, cumplida su fructificación. Concentran la energía vital en las raíces, mientras la energía terrestre decrece. El elemento Fuego abandona, la tierra, aparece el frío, se instala el invierno.

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La tierra Prepara el elixir floral al levantarse el sol, en una bella mañana de primavera o de verano, cuando la tierra, vibrante, abandona su pesadez., densidad y oscuridad. Abierta, suave y maleable, respira con ternura y se aúna con el agua para ofrecer las perlas del rocío, la "magnífica transpiración de la gran tierra verde"24 El alma debe aprender a enraizarse en el cuerpo humano sin paralizarse, evitando las trampas de la pesadez, y la gravedad.

La elección del lugar de preparación de un elixir madre es muy importante. Los pequeños valles salvajes de montaña, las mesetas aisladas, los carrascales, los montes bajos, las marismas, son generalmente los terrenos más apropiados porque están la mayor parte de las veces al abrigo de la polución. Aunque cada vez sea más difícil escapar a una polución planetaria generalizada, petroquímica y radioactiva, todavía existen vastos territorios preservados de toda polución agrícola, industrial y humana. ¡Es difícil preparar un buen elixir floral en un terreno tratado con abonos químicos, cerca de una línea eléctrica de alta tensión o en una ciudad cuya atmósfera está llena de humos! La buena calidad del ambiente es esencial, pero además de la ausencia total de polución, hay que aprender a reconocer los lugares privilegiados, particularmente propicios para la preparación de un elixir. Dichos lugares están siempre muy cargados a nivel vibratorio y se caracterizan por una armonía y equilibrio natural excepcionales. Las plantas, los animales y los hombres disfrutan creciendo y estando en semejantes espacios. Para poder reconocerlos hay que saber pararse durante los paseos, mirar, sentir interiormente la vida profunda de la naturaleza. Esta armonía puede tener un origen natural (influencias cosmotelúricas), humano o (y) espiritual. Los hombres han sabido reconocer estos lugares de "poder" y han dejado sus vestigios: un menhir, una capilla, una ermita... Otros lugares se enorgullecen con árboles varias veces centenarios, plantados por hombres del pasado, en los que elfos, gnomos y duendes encontraron refugio. Sin llegar a un paganismo fuera de lugar, podemos tomar conciencia de estas fuerzas siempre presentes para comprenderlas y aprenderlas mejor.

El agua El agua emerge del cuerpo de la tierra. Inspiradora, nos aporta su sensibilidad. Fuente de vida hace brotar las plantas y nos ofrece la dulzura del prado florido. El murmullo de un arroyo despierta lo que aún dormía en nosotros. El agua de fuente, pura y limpia, se apresta a acoger las flores y su sutil mensaje.

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Hildegarda de Bingen.

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El ser verdadero debe emerger del alma para realizarse, debe evitar los escollos para no dejarse sumergir y correr el riesgo de ahogarse en el océano de la indiferenciación.

Huida y limpia, el agua ama y moldea la tierra. Juntas danzan y ofrecen a la mirada el meandro del arroyo, la curvatura del árbol, la ondulación de la hoja. El agua que acoge las flores y que recibe el sutil mensaje de la planta, asegura los intercambios de sustancias, tanto a nivel planetario como individual, renovando permanentemente el organismo de nuestro planeta. El agua manifiesta una gran sensibilidad, a tener en cuenta en el momento de la preparación de un elixir floral. Cuando está en movimiento y sometida al ritmo su sensibilidad aumenta. Los ritmos de la respiración y la circulación sanguínea los encontramos en la naturaleza y en el universo. Remarquemos la influencia de los planetas, sobre todo la luna, en relación con el agua. Las fases de la luna, por ejemplo, afectan a las mareas y las capas freáticas; según sea su posición, la corriente de la savia de los árboles será diferente y según el momento en que se poden se obtendrá una madera más o menos resistente. La sensibilidad del agua permite percibir y captar las influencias exteriores, el agua transforma y restituye la energía recibida del cosmos. Al preparar un elixir madre intervenimos conscientemente en la planta, organismo vivo sumiso a las influencias cósmicas. Debemos tener en cuenta las fases lunares y los ritmos planetarios porque influyen en las propiedades de las plantas y la receptividad del agua al mensaje vibratorio de la planta. Los eclipses, los nodos lunares o planetarios, por ejemplo, son períodos desfavorables.25 Es muy importante elegir un agua de manantial muy pura y poco mineralizada, capaz de recibir plenamente el mensaje sutil de la planta.

El aire El aire incita al vegetal a elevarse. Unida a la conciencia de la tierra, la planta penetra el espacio aéreo para acoger al ser de luz que se revela en la flor. Entonces, en el aire puro y cristalino que nos rodea, nos acercamos con respeto a la flor, con la alegría del intercambio y el compartir. El alma debe aprender a pensar sin secarse. Sólo un pensamiento vivo despierta los verdaderos sentimientos y aviva el alma hacia la luz del espíritu.

El aire, sensible también, está impregnado de una vitalidad sutil. Abierto a la luz, respondiendo al calor, acoge en él los impulsos cósmicos y sirve de lazo protector entre la

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El elemento Agua influye particularmente en el tallo y las hojas de las plantas, con la ayuda de las constelaciones de Piséis, Cáncer y Escorpio. El elemento Tierra actúa sobre la raíz, sometida a su vez a las constelaciones de Tauro, Virgo y Capricornio. El elemento Aire, con la ayuda de las constelaciones de Acuario, Géminis y Libra, actúa sobre las flores. Y el elemento Fuego, portador de las fuerzas de vida provenientes de Aries, Leo y Sagitario, se expresa en el fruto. Cuando la luna pasa por estas constelaciones permite a las fuerzas elementales actuar eficazmente en la vida de las plantas. La agricultura biodinámica, utilizada en el mundo entero, ha puesto de relieve la influencia de los signos del zodíaco sobre el crecimiento de las diferentes partes de la planta.

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existencia terrestre y el universo. El aire vive, se dilata o se contrae, puede estar tranquilo o muy agitado. La preparación de un elixir floral necesita excelentes condiciones meteorológicas. El aire de los alrededores debe estar tranquilo, en reposo. La caricia del dulce céfiro no debe dar paso a un fuerte cierzo o violento mistral. El cielo debe estar desprovisto de nubes y el sol debe brillar con intensidad. Sólo un aire puro y limpio autoriza una luminosidad reluciente y para ello las regiones de montaña son quizá las más adecuadas. El elixir floral debe prepararse al comenzar el día, ya que las fuerzas de la mañana constituyen un momento de expansión, de disolución en la naturaleza. La aparición del calor conlleva una expansión del aire. Las flores colocadas en la superficie del agua se exponen al sol durante algunas horas. Si el sol se escondiera detrás de las nubes durante este período, la preparación debe suspenderse. Hay que colocar el recipiente en el suelo, en un lugar soleado, allí donde la sombra de las hierbas o los árboles no puedan situarse sobre él. Y durante la recogida de las flores debemos evitar situamos entre el sol y el recipiente, para que éste aproveche los rayos solares desde el momento en que hayamos depositado la primera flor.

El fuego En el abraco de las flores, la planta, formada de Tierra, Agua y Aire, se impregna de las cualidades cósmicas aportadas por el Fuego celeste. Con extrema delicadeza recogemos las flores expandidas para colocarlas en la superficie del agua. Más que un gesto, una danza, un canto, una comunión... El alma no debe dejarse consumir por las pasiones humanas inferiores. El fuego del entusiasmo la eleva por encima de las tensiones e inflama la voluntad del hombre.

Las flores se recogen en el momento álgido de su floración, momento privilegiado, muy corto en la vida de una planta, cuando expresa plenamente su cualidad interior. El conjunto de la planta debe estar al summun de su floración y no sólo algunas flores aisladas. Entonces, delicadamente, recubrimos la superficie del agua con las flores recién recogidas y las dejamos bajo los rayos del sol durante tres o cuatro horas. Al depositar las flores en la superficie del agua, trabajamos no solamente con las fuerzas etéricas de la planta, sino también, y esencialmente, con el ser espiritual que rige la especie vegetal y se revela en la flor. Con este simple gesto establecemos un lazo energético muy poderoso, entre la especie vegetal y el líquido receptor. Pero para ello este gesto debe realizarse conscientemente y en armonía con las fuerzas elementales. Las flores recogidas y situadas en la superficie del agua sirven de alguna manera de guía para canalizar y focalizar el poderoso flujo de energía que circula entre las plantas elegidas y el recipiente receptor. Los rayos solares facilitan y amplifican esta transferencia vibratoria que se realiza en unas horas después de esta exposición el agua portadora de la "esencia" profunda de la planta, se filtra y se coloca en un frasco con el alcohol, que sirve de conservante.

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La conciencia humana Cercano al recipiente cubierto de flores y sobre la tierra, la conciencia del hombre se une a la del vegetal. Al reconocer a la planta en su ser, le permitimos reconocerse a ella misma. Y la planta, ofreciéndonos su elixir, nos cura y nos transforma en lo más profundo de nuestra alma..

El proceso de preparación de un elixir floral debe efectuarse conscientemente, para ello debemos detener nuestra mente y ponemos en estado de meditación, a la escucha de la planta y de las fuerzas elementales. Invocamos al Deva que actúa a través de la flor, pidiéndole que aporte sus cualidades de curación y de transformación a través del agua, líquido receptor. Esta relación profunda entre el hombre y la naturaleza, necesaria para la preparación de un elixir floral, no se aprende, se descubre a lo largo de los días y las estaciones, a través de un acercamiento tranquilo y respetuoso de los misterios del reino vegetal. Descubrir la presencia del espíritu en la naturaleza es, al mismo tiempo, descubrirse uno mismo, abrir el corazón y partir a la búsqueda de su ser verdadero, es encontrar su alma infantil, capaz de escuchar, maravillarse y comulgar con el mundo de igual a igual.

El ritmo, pulsación de vida Percibe el canto de la flor, su tonalidad vibrante. Sintoniza tu alma con su dulce tiempo y comprenderás el mensaje de esta melodía floral.

El ritmo, presente en todo el cosmos, desempeña un importante panel en la preparación de un elixir floral. El vegetal se desarrolla rítmicamente con sus fases de expansión y contracción, y entra en resonancia con el cosmos y los ritmos planetarios. La planta pone de relieve la respiración de la tierra. A través de sus ritmos cotidianos, anuales y de otro tipo, recibe y abandona después las influencias formadoras del mundo espiritual. El ritmo es una necesidad vital para el agua y por lo tanto para los seres vivos. Los ritmos del hombre entran en resonancia con los grandes ritmos cósmicos. El pensamiento posee grandes similitudes con el agua: no es fijo, es fluido y necesita ritmo, repetición para ser comprendido y rememorado. El ritmo es un factor temporal e inmaterial que se manifiesta en el corazón de la sustancia. Durante la preparación de un elixir el preparador debe armonizar su ritmo interno con el de la planta y entrar en resonancia con ella y con su entorno. Finalmente, tras haber colocado el agua en el frasco y haberlo mezclado con el alcohol, éste se agita con ritmo para dar mayor estabilidad al preparado. Como en el método de dinamización homeopática, empleamos la agitación rítmica y la

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dilución. Mientras la sacudida 26 y la dilución homeopáticas tienen como finalidad resaltar las propiedades terapéuticas, que sino no se manifestarían, la finalidad de la agitación del elixir madre es la de reforzar la relación entre el hombre y la planta, entre la conciencia humana y la de la naturaleza. La agitación se efectúa rítmicamente, con suavidad, durante algunos minutos, permitiendo al preparador armonizar su propio ritmo interior con el del elixir recién elaborado. Al acentuar esta resonancia interactiva, la comunión entre el hombre y la planta alcanza un grado óptimo. Escuchando al agua cantar, abre su corazón plenamente y también el corazón de los hombres al mensaje de amor aportado por las flores. Una vez obtenido, el elixir madre servirá para preparar el elixir floral utilizado en terapia para la curación del alma.27

26

Término empleado en homeopatía para designar la agitación.

27

El elixir floral se obtiene colocando siete gotas del elixir madre en un frasco de 30 ml. que contenga una mezcla de agua y alcohol. Las técnicas de preparación del elixir madre y el elixir floral se describen en la tercera parte del libro.

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CAPITULO 7 LA BÚSQUEDA DE LOS ELIXIRES FLORALES

Cuando una sonrisa toca nuestro corazón, cuando el bosque nos sumerge en la calma y la paz, cuando la música nos conmueve hasta el éxtasis, cuando queremos realmente, o reímos o danzamos con alegría, somos uno con los angeles

Dorothy MacLean

Cuando murió Bach en 1936, dejó pocas informaciones sobre la metodología a seguir para continuar la búsqueda en el dominio de los elixires florales. Su vida estuvo guiada por el deseo de servir a la humanidad, siendo su deseo descubrir remedios simples y naturales, que permitieran curar al ser humano en cuerpo y alma. Bach era una persona muy determinada que no toleraba los obstáculos y que desconocía las medias tintas. Ya en 1930, cuando dejó Londres y abandonó su práctica homeopática, destruyó, para desesperación de sus amigos y colegas de trabajo, todos los documentos relativos a sus trabajos pasados. Cuando desapareció, dejó tras de sí 38 remedios florales que ocupan un lugar único en la historia de los elixires florales. Ha sido necesario esperar hasta finales de los años setenta para ver aparecer nuevos elixires florales. Al seguir el trabajo de búsqueda e investigación sobre los elixires florales, no queremos simplemente imitar la obra del doctor Bach, ni reproducir exactamente sus métodos. Edward Bach, al descubrir los primeros elixires florales, hizo de pionero, abriéndonos el camino hacia una expansión y profundización en el conocimiento de dichos elixires.'28 Su obra se inscribe en un vasto proceso de exploración de las cualidades sutiles aportadas por las flores, en el que han participado otras grandes personalidades como Paracelso, Goethe, Steiner y muchos otros. Los elixires florales se presentan en el período actual, regido por profundos desordenes planetarios, como un útil nuevo de curación y transformación, a la vez individual y planetaria. La búsqueda en el dominio de los elixires florales permite descubrir y validar las cualidades de curación aportadas por las flores. Dichas cualidades pueden ser percibidas de diferentes maneras para una misma flor. La experimentación clásica no permite descifrar la vibración particular de un elixir floral, de modo que las propiedades de dicho elixir deben ser percibidas directamente por el preparador y ser validadas y enriquecidas después por las observaciones precisas en el contexto terapéutico. El trabajo de búsqueda de los nuevos elixires florales necesita de una gran responsabilidad, integridad y disciplina, debe llevarse a cabo con rigor, integrando los diferentes enfoques que permiten el acceso al conocimiento de las plantas. 28

No existe ningún lazo institucional entre el Centro Bach, que prepara y distribuye los 38 "Bach Remedies" y los demás centros de preparación de elixires florales. La denominación "Bach Remedies" (Remedios de Bach) se reserva únicamente a los 38 remedios florales desarrollados por Bach.

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La botánica clásica Nombrar a la planta nos da la posibilidad de conocerla y de reconocerla. Mientras para muchos botánicos la identificación precisa es la finalidad esencial del estudio de las plantas, para el investigador de los elixires florales constituye tan solo la base a partir de la cual desarrolla su investigación. Cuando abordamos el reino vegetal nos asombramos de la infinita variedad de formas. La ciencia botánica "moderna" comienza a desarrollarse en la época griega, pero sólo en el siglo XVIII aparece nuestro actual sistema de clasificación botánica, desarrollado por Linneo, naturalista sueco. En la base del sistema de Linneo encontramos el concepto de "género", que reagrupa las plantas que tienen una estructura de reproducción idéntica, flor y fruto. En cada género encontramos un cierto número de especies que poseen el mismo aspecto general, el mismo porte, pero se diferencian en aspectos que no guardan relación con la reproducción, como por ejemplo la estructura de las hojas. El nombre latino compuesto de dos palabras define la planta muy concretamente. El Martagón se llama Lilium martagón, siendo Lilium el nombre del género y martagón el de la especie. Hay otras distribuciones que intervienen a veces en forma de subespecies y de variedades, por ejemplo la Aquilea rosa es una Aquillea millefolium, variedad rubra. El género y la especie sólo constituyen una parte del vasto sistema de clasificación de las plantas. Los géneros se reagrupan en familias (Liliáceas para el martagón), que a su vez dependen de un orden relacionado con una clase determinada (Liliales de la clase de las Monocotiledóneas para el Martagón). Este sistema de clasificación, muy preciso, permite nombrar, diferenciar y clasificar las diferentes especies de plantas. Es un útil valioso en la búsqueda y el estudio de las plantas, pero no obstante restrictivo), porque aísla a la planta en la objetividad científica, reduciéndola a una dimensión puramente física.

La botánica según Goethe No debemos contentamos con acercamos a la planta en una época determinada de su existencia, incluso si se trata de ese momento privilegiado que es la floración. El estudio fijo y estático de la planta, considerada como un hecho aislado en el tiempo, no permite percibir la presencia de la vida en el vegetal. Sólo al acercamos a la planta a lo largo del proceso de crecimiento podemos comprender la acción de las fuerzas de vida que modelan y estructuran la materia física. El enfoque goethiano permite comprender la planta a través de sus períodos de expansión y contracción y captar y reconocer las influencias etéricas que emanan de las fuerzas formadoras. La botánica goethiana se diferencia de la botánica clásica porque exige la implicación activa del hombre. No podemos contentamos con una observación exterior en la que sólo seríamos un observador pasivo, para comprender la acción de las fuerzas de vida sobre la materia es necesario vivir la metamorfosis de la planta como una realidad interior. La ciencia moderna se da cuenta que el experimentador no es un elemento exterior que

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pueda ser aislado del experimento. Descubre también que el pensamiento del observador es inseparable del fenómeno observado. El pensamiento humano desempeña un papel activo en la comprensión viva y dinámica del mundo vegetal. El estudio objetivo del vegetal nos conduce a colocarlo en compartimientos en un "herbario", a compararlo con las ilustraciones de las obras de botánica, en resumen, a desmenuzarlo para poder clasificarlo. Incluso si el botánico se extasía en su fuero interno ante la belleza de una planta, esta admiración no se considera importante por una ciencia que en nombre de la objetividad no tiene en cuenta los sentimientos. Qué diferente es esta otra manera de abordar la planta, a través de su desarrollo, desde su germinación hasta el marchitamiento final. Acompañando a la planta a lo largo de su existencia, tomamos conciencia de la acción de la vida que se manifiesta en el proceso de germinación, crecimiento y expansión, en el momento de la floración y la decadencia final. Estos fenómenos del mundo vivo despiertan en el alma humana sentimientos y pensamientos que pueden transformarse en útiles de conocimiento tan disciplinados y refinados como los aparatos científicos. Una observación atenta permite captar las relaciones íntimas existentes entre la forma de las plantas y las fuerzas invisibles que actúan en el mundo vegetal. La atención precisa e intensa, con plena conciencia de estos fenómenos, abre el alma a su verdadera comprensión. El observador ya no esta fuera de la planta, la planta vive en él, a través de su sensibilidad y la aparición de auténticos sentimientos, la siente y sobre todo la comprende. La búsqueda en lo referente a elixires florales debe integrar estos dos enfoques: un conocimiento preciso de la clasificación botánica y la comprensión viva de las fuerzas en acción en la naturaleza. Ambas nos ayudan a discernir las virtudes terapéuticas de las plantas. Otros elementos importantes permiten profundizar esta búsqueda.

La signatura de la planta Cada planta ejerce en el sitio donde crece un impulso, terapéutico, que se caracteriza por su forma de desarrollo, su porte, su gesto de crecimiento, su color, su perfume y por la relación que mantiene con su entorno. Cuando intentemos comprenderla debemos considerar todos estos elementos y tener en cuenta los lazos que establece con el mundo. Las plantas son seres vivos sometidos a la influencia de fuerzas opuestas, telúricas, y cósmicas, provenientes de la tierra y la inmensidad cósmica, su modo de crecimiento, su porte y sus gestos nos enseñan la manera como expresan sus influencias. Las plantas que crecen a ras del suelo llevan en sí un significado diferente de aquellas que se lanzan intrépidas al cielo. A algunas les gusta vivir aisladas mientras otras buscan la compañía. Unas buscan la luz directa del sol y otras prefieren desarrollarse en una dulce penumbra. Algunas florecen cuando finaliza el invierno y otras esperan el pleno verano para abrirse.

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El color, la forma, la calidad del suelo y el emplazamiento geográfico nos proporcionan indicaciones precisas de las cualidades interiores de la planta. La observación atenta nos ayuda a comprender el vegetal y entrar en resonancia con él. La planta establece estrechos lazos con el hombre, la historia de esta relación aporta informaciones esenciales sobre las propiedades de la planta. El conocimiento de la tradición y las creencias populares, la interpretación de los mitos y las leyendas del mundo vegetal nos hablan de la analogía íntima que existe entre el hombre y el reino vegetal. El estudio de esta correspondencia, que se remonta al alba de la humanidad, desvela la naturaleza profunda de la planta, su imagen arquetípica. La verdadera comprensión de la planta se desvela progresivamente. La homeopatía, la fitoterapia y la aromaterapia, al interesarse en las propiedades de las plantas, permiten establecer concordancias interesantes. El Sauce, por ejemplo, se emplea bajo la forma de elixir floral por su cualidad de aceptación y tolerancia, que permite superar la amargura y el resentimiento. Ambos estados, causados por la humillación, la decepción o la injusticia, pueden considerarse como una cristalización o endurecimiento del alma. El Sauce, por su flexibilidad y su fuerza de crecimiento, es de naturaleza conciliadora. "Prospera en una humedad reumática donde otras plantas se pudrirían o resultarían ahogadas por el musgo."29 De su corteza se extrae el ácido salicílico, utilizado en la fabricación de la aspirina, que se emplea como remedio de las cristalizaciones, las crispaciones físicas (jaquecas, reumatismos...). Este ejemplo nos muestra la relación que existe entre dos empleos terapéuticos efectuados a partir del Sauce.

El enfoque meditativo El contacto directo con la flor es esencial para favorecer y desarrollar una visión intuitiva y una comprensión directa del vegetal. Los métodos de aproximación son múltiples y dependen de nuestra sensibilidad personal. Evidentemente, cuanto más tiempo las observemos nos será más fácil entrar en contacto con ellas. Para abrir nuestro corazón al mundo vegetal debemos actuar con amor y una intención pura. Una gran disponibilidad e inmensa atención son necesarias, debemos pasar de una conciencia objetiva a una conciencia activa e imaginativa. Una cualidad propia de la infancia, la fascinación, nos capacitará para percibir el reino vegetal sin el velo parásito de lo mental. La verdadera alquimia del alma se une con la de la naturaleza en la elaboración de un elixir floral y el macrocosmos de la naturaleza con el microcosmos del corazón humano. Poco importa a fin de cuentas si la flor nos habla a través de un Deva o si manifiesta su presencia directamente a través de una emoción, un estado de alma o una sensación física. Lo esencial al explorar el reino vegetal no es entrar en contacto telepático con los espíritus de la 29

Julián y Martine Bamard, The Healing Herbs of Edward Bach.

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naturaleza o intentar desarrollar una técnica de percepción extrasensorial. La naturaleza interior de la planta sabe ofrecerse al que sabe escuchar, la auténtica escucha conlleva consigo la apertura del corazón, que se efectúa en el respeto y la simplicidad, con una gran honestidad y profunda integridad. La preparación de un elixir madre es fácil a nivel "técnico", pero no es suficiente para obtener un elixir de eficacia terapéutica. Es fundamental la invocación, por parte del preparador, de las energías sutiles, y la atención que dedica a las fuerzas elementales activas; con su nivel de conciencia interviene en el proceso de preparación y condiciona el resultado final. Es necesario un gran conocimiento de la planta para establecer este lazo invisible. Como todo aprendizaje, el que conduce al conocimiento profundo de la planta y el descubrimiento de su mensaje esencial es largo y riguroso, necesita paciencia, disciplina, entusiasmo y humildad.

La observación terapéutica La búsqueda y la experimentación en el terreno de los elixires florales se efectúan de forma empírica, con rigor y precisión. La combinación de los diferentes enfoques permite extraer la cualidad interior de una flor determinada y las propiedades del elixir correspondiente. Dichas propiedades deben ser validadas por rigurosas observaciones en la práctica terapéutica antes de poder ser reconocidas de manera duradera. El conocimiento actual de los elixires florales y sus aplicaciones está lejos de ser definitivo. Continúa creciendo y todavía hoy se descubren nuevos empleos terapéuticos para los remedios de Bach, que cuentan ya con 60 años de existencia. Actualmente, en Francia y en diferentes partes del mundo, se desarrollan grupos de reflexión y búsqueda que trabajan activamente con los elixires florales. Contrariamente a otros tipos de terapia, no es posible probar los elixires florales con personas en buena salud y bien equilibradas para descubrir sus cualidades específicas. Debido a su autoadaptabilidad, sólo manifiestan su acción con las personas que lo necesitan. Por ejemplo el elixir de Botón de Oro, que favorece el reconocimiento de uno mismo y de las cualidades que nos son propias, aporta la cualidad de confianza en sí mismos a los individuos que son tímidos, y que se consideran con extremada modestia a ellos mismos. Pero no actuará en una persona que se sabe apreciar en su justo valor y a la que no le falta confianza en sí misma. Tampoco desencadenará una falta de confianza en la persona segura de sí misma. En este caso la experimentación de tipo homeopática no es válida. Por lo tanto, es esencial unir el aspecto intuitivo del preparador a la experimentación clínica del terapeuta. El preparador aporta al terapeuta su percepción de las propiedades de un elixir floral determinado y el terapeuta percibe el elixir floral experimental de manera muy precisa, para poder detectar finalmente sus efectos en el paciente. Después de una confirmación clínica, los elixires florales experimentales pueden emplearse a gran escala. Efectuando esta búsqueda con prudencia y rigor permite elaborar un retrato auténtico del elixir floral y acrecentar la comprensión de este sistema de salud. Los grupos de reflexión que existen actualmente en Francia permiten a los terapeutas explorar activamente las potencialidades de nuevos elixires florales y confirmar y afinar las indicaciones de los ya conocidos.

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La búsqueda en medicina energética La búsqueda en el campo de los elixires florales está confrontada a numerosos desafíos. Los elixires florales no obtienen sus propiedades de la acción bioquímica de sustancias físicas bien determinadas, sus virtudes provienen de propiedades vibratorias y energéticas. Los recientes descubrimientos de la física atómica, la astrofísica y la genética permiten elaborar nuevas teorías que sitúan al ser humano en su terreno bioenergético y a todos los niveles de conciencia. Desgraciadamente, la medicina convencional no ha rebasado el modelo materialista newtoniano y rechaza abrirse a la realidad energética del mundo. Esta negación tiene consecuencias sociales, jurídicas y filosóficas muy reales, ya que terapias de tipo vibratorio como la homeopatía y los elixires florales son rechazadas a menudo, a pesar de haber demostrado su total eficacia clínica. Este rechazo se debe a un excesivo dogmatismo y a la incapacidad de comprobación según metodologías científicas clásicas. Por ello es esencial desarrollar nuevos métodos de investigación científica, que permitan percibir y comprobar las propiedades aportadas por los elixires florales. Hoy día existe la posibilidad de percibir los efectos de las fuerzas formadoras en la materia, estos efectos pueden ser observados, medidos e interpretados según los más estrictos métodos de la búsqueda científica. El método de las cristalizaciones sensibles y la espectografía ofrecen posibilidades particularmente interesantes.

Las cristalizaciones sensibles El método de las cristalizaciones sensibles, descubierto por E. Pfeiffer a principios de los años 30, puso en evidencia la fuerza formadora (etérica) presente en un sustrato determinado. La evaporación de un cloruro de cobre sobre un anillo de cristal, en un entorno mantenido a temperatura e higrometría constante, origina su cristalización. Esta cristalización se caracteriza por un conglomerado de agujas cristalinas que expresan las leyes y las formas inscritas en la sal de cobre. Si añadimos a la solución de cloruro de cobre un sustrato vegetal, animal o humano, nos damos cuenta que la evaporación deja aparecer agujas cristalinas que se disponen formando diseños característicos (curvas, huecos, torbellinos, etc.). Estas imágenes cristalinas son específicas de la sustancia orgánica sometida a prueba y revelan su cualidad interna. Cada sustrato estudiado posee una configuración y una textura bien definidas, que reflejan la fuerza vital de la sustancia. El método de las cristalizaciones sensibles se utiliza actualmente en numerosos ámbitos. En el terreno de la agricultura permite comprobar el nivel de calidad de un alimento y efectuar estudios de prospección agrobiológicos. Por ejemplo, la cristalización obtenida a partir de una legumbre biológica proporciona una imagen muy diferente de aquélla de apariencia similar, pero" alimentada" con abonos de síntesis. En el terreno de la salud permite analizar los fluidos corporales (sangre, orina, saliva) y determinar los estados patológicos. La sangre de una persona enferma se expresa de manera diferente que la de una persona en perfecto estado de salud, se producen modificaciones en la imagen cristalina. Aunque estos estados no se hayan manifestado aún en el plano físico, se producen modificaciones en la imagen cristalina.

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Las cristalizaciones sensibles permiten el análisis cualitativo de los remedios vibratorios, elixires florales y diluciones homeopáticas. En el ámbito terapéutico resaltan el carácter específico de estos preparados y pueden emplearse para controlar las diferentes fases de "fabricación" de los remedios vibratorios. El doctor José García30 ha realizado en Suiza cristalizaciones sensibles con los elixires florales, utilizando un cloruro de cobre ultra purificado, en lugar del cloruro convencional. Ha conseguido obtener imágenes de gran sensibilidad. Los elixires florales pueden ser definidos de la manera siguiente:31

Elixires = Ev + Se Ev representa la energía vibratoria del sustrato utilizado y Se el soporte energético. La energía vibratoria Ev es la energía etérica de la flor. Esta energía está fijada en un soporte vibratorio que es un agua muy pura. El agua bajo forma de trímero (agua de mente, rocío) puede captar y conservar las energías vibratorias de los diferentes sustratos utilizados en la fabricación de un elixir. Las energías vibratorias pueden ser reveladas por medio del cloruro de cobre ultra purificado, porque son capaces de modificar la estructura original de este reactivo. El doctor José García ha obtenido imágenes cristalinas específicas para cada elixir, lo cual pone en evidencia su actividad energética. Una ausencia de modificación en la cristalización original hubiera demostrado la alteración o la falta de actividad del elixir comprobado. Otros grupos de búsqueda en el dominio de las cristalizaciones sensibles de elixires florales se desarrollan actualmente en Francia.

La espectografía La espectografía pone en evidencia, por impresión fotográfica, el campo energético de una persona o de toda una sustancia viva. El aparato utilizado, un espectógrafo, emite bajas frecuencias al entrar en interacción con un sujeto determinado, permite visualizar el "aura" y revela las fluctuaciones de esta radiación. La espectografía nació de los trabajos de Darsonval, desarrollándose después bajo el impulso de los esposos Kirlian (efecto Kirlian) y del doctor Dostromon. Actualmente se emplea esta técnica, básicamente, para ayudar en el diagnóstico médico, pues permite localizar las carencias y los bloqueos energéticos. Hay equipos muy recientes que permiten visualizar el efecto de los elixires florales en el "aura" de un individuo. Experimentaciones recientes muestran la acción casi inmediata de algunos elixires florales en la esfera energética.32

30

Gaia-therapeia, Boletínnü 1 (octubrede 1991):"Cristalizaciones sensibles de elixires florales y minerales", por el doctor José García. 31

32

Etienne Guillé, 1'Alchemie de la vie. Biologie et traditions, Ed. du Rocher. Association Gaia, Boletín n° 1 (invierno 1987/1988): Dossier "La espectografía y los Elixires Florales".

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CAPÍTULO 8 EN EL CAMINO DEL DESPERTAR

¿No sabéis que sois el templo de Dios, y que el espíritu de Dios mora en vosotros?

Pablo, primera Epístola a los Corintios 3, 16

Existe una gran variedad de reacciones a los elixires florales. A veces los resultados se manifiestan inmediatamente o en los minutos posteriores a la toma. Muy perceptibles y a veces incluso intensos, se caracterizan por una mejora general, casi instantánea. La rapidez de los efectos depende de la intensidad del desequilibrio y la rapidez con la cual se ha manifestado. Los elixires indicados en las situaciones de crisis, choques, traumatismos o trastornos emocionales actúan más rápidamente si se emplean inmediatamente después de la fase crítica. De manera más general, los elixires florales no se sienten rápida y directamente cuando se emplean para obtener un cambio en la "vida interior", cuando se trata de corregir actitudes, comportamientos o esquemas mentales inadecuados. Algunas personas no notan diferencias inmediatas en su comportamiento y su percepción de las cosas, porque dichos cambios se efectúan de forma muy progresiva. Pueden pasar varios días o semanas antes de que un elixir floral se haga sentir. Otras personas señalan resultados inmediatos, incluso cuando se trata de problemas de fondo, es decir, de desequilibrios inscritos en la personalidad desde hace años. Dejando a un lado las situaciones pasajeras de fuerte intensidad, que requieren el empleo breve y puntual de los elixires, la mayoría de las personas responde a los elixires entre siete y quince días. Los elixires florales no se experimentan siempre de manera muy directa, ya que no tratan necesariamente síntomas psíquicos o físicos aparentes. Se necesita algún tiempo para sentir la transformación sutil que se efectúa en nuestra forma de ser y de actuar y en la manera como percibimos el mundo, los otros o nosotros mismos. Las personas que prestan atención a su vida interior, a su comportamiento cotidiano, a sus reacciones psicoemocionales, reconocerán fácilmente el efecto transformador de los elixires florales. La escucha de uno mismo y la toma de conciencia de los elixires acentúan la experiencia del efecto y el impacto sobre el psiquismo del individuo. Se emplea con mucho éxito con los niños, los retrasados mentales y los animales, también con personas que no creen y que rehúsan, consciente o inconscientemente, reconocer sus efectos. Las personas escépticas tienen, no obstante, dificultad para percibir los cambios

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positivos o bien no los relacionan con los remedios, sino que los atribuyen a otras causas. Sin embargo, dichos cambios son apreciados por las personas de su medio, amigos o familiares. No es raro escuchar: "Desde que utilizo los elixires me siento mucho mejor, pero no es por las flores, es porque he, cambiado de punto de vista, he tomado confianza en mí mismo, etcétera". Los elixires florales no son medicamentos y por lo tanto no actúan como tales, no interfieren en el libre albedrío del individuo, que no queda pasivo frente al remedio. El elixir "habla" a la conciencia del hombre y despierta en él una cualidad del alma que le falta o que es deficiente. Pero si la persona no está preparada para aceptar o vivir el mensaje del elixir, éste no se manifestará en el seno de su conciencia. Al no interferir con el espacio de libertad interior no se percibe como algo venido del exterior, fuera de uno mismo. Como no contrarían la voluntad humana sino que le proporciona inspiración, desencadenando tomas de conciencia susceptibles de provocar cambios radicales en el interior del individuo (hasta en el plano físico), su efecto transformador no se reconoce siempre. La curación que aportan se vive generalmente como procedente de uno mismo. El cambio mas fácil de percibir es el bienestar físico, que es la prueba irrefutable de la extraordinaria eficacia de los elixires florales. Hay que ser prudentes a la hora de relacionarlos con otros tratamientos de enfermedades físicas específicas. No obstante, muchos médicos y terapeutas consideran de gran interés integrarlos en su práctica, ya que gracias a ellos los pacientes desarrollan un mejor equilibrio psicoemocional y obtienen una mejoría a nivel físico. Utilizados como paliativos emocionales calmantes, son eficaces antídotos contra las tensiones, el estrés y los conflictos internos, y además completamente inofensivos. No obstante su papel primordial es el de catalizador, es decir, capacitan para una nueva comprensión de lo que nos rodea y ofrecen la posibilidad de extirpar de lo más profundo de nosotros mismos los bloqueos mentales y emocionales. Los elixires florales elevan el nivel de conciencia y favorecen la emergencia de cualidades latentes o reprimidas, que no han tenido la posibilidad de expresarse. Como señalaba Edward Bach "curan sin atacar la enfermedad, inundando nuestro cuerpo dé vibraciones maravillosas provenientes de nuestra naturaleza superior, en presencia de la cual la enfermedad desaparece como nieve al sol". Los elixires florales nos ayudan a ser más conscientes de nuestros actos, desarrollan la individualidad librándonos de las influencias del mundo, de forma que "obedeciendo únicamente los dictados de nuestra Alma, y sin dejamos conmover por las circunstancias o por otras personas, nos convirtamos en nuestros propios amos, gobernando el timón de nuestra barca por los encrespados mares de la vida sin abandonar la barra de la rectitud y sin dejar el timón del barco en manos ajenas. Tenemos que conquistar nuestra libertad absoluta y completamente, de forma que cuanto hagamos, todas y cada una de nuestras acciones incluso todos y cada uno de nuestros pensamientos-, tenga su origen en nosotros mismos, permitiéndonos de ese modo vivir y damos libremente por decisión nuestra, y sólo nuestra".33 La civilización moderna y tecnológica ha suprimido toda la significación de la enfermedad 33

Edward Bach, Cúrese usted mismo, en Obras completas del doctor Bach, Ibis, Barcelona.

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y el sufrimiento y les niega el derecho a existir. Esta convicción va unida a la concepción de una existencia limitada por el nacimiento y la muerte. La enfermedad aparece entonces desprovista de sentido. En cambio, si consideramos al hombre como una individualidad que debe evolucionar, transformarse, entonces la enfermedad se convierte en una parte de la vida. Los elixires florales nos ayudan a ser responsables de nuestra existencia. Es esencial no considerarse víctimas del pasado, condenados a soportar los sufrimientos resultantes de nuestros condicionamientos, creencias o traumatismos pasados. Los problemas que experimentamos deben percibirse como lecciones de la vida que no hemos dominado correctamente. Representan posibilidades que no han sido aún explotadas. Los elixires nos ayudan a liberamos de caparazones mentales y emocionales que nos aprisionan e impiden la expresión de nuestra verdadera creatividad. El campo de acción de los elixires florales está próximo al concepto de individuación de Carl Jung, que sena un proceso dinámico en el interior del psiquismo, cuya finalidad es desarrollar la personalidad individual. Esta tendencia, creadora del inconsciente hacia una conciencia superior, permite al individuo provocar el reencuentro entre uno mismo y su sombra, y emerger en la realización de uno mismo. Según Jung, la vida consiste en una sucesión de metamorfosis, cuya finalidad es la realización de uno mismo. La dimensión alquímica de los elixires florales resurge en el seno de su utilización: permiten realizar la experiencia del desequilibrio y el aspecto opuesto de la polaridad. Frente al miedo despierta el valor que va a ayudar a confrontar este miedo. La curación del alma se efectúa cuando los opuestos se unen y se metamorfosean en una nueva síntesis. En los días más bellos de la primavera y el verano, la naturaleza se descubre en todo su esplendor. Escuchemos su canto elevarse al alba en una mañana apacible y armoniosa. En la quietud del corazón y el alma, atentos al mensaje de las flores, bellas y efímeras, escucharemos elevarse el dulce murmullo del Amor. La esencia de la vida es amor y la mayor contribución del hombre a la vida en la Tierra es amar.

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