20/02/2012 Barcelona
Oh, Inés; mi dulce Inés!
Yo también te echo de menos, estuve unos días en Ibi y me sentía como tú sin mí ¡oh! En Barcelona todo marcha deprisa, ¿sabes? como no tengo dinero he de correr muy rápido, y ando de un lugar a otro con las prisas buscando trabajo y coqueteando con chicos no muy guapos. He vendido pulseras de oro viejas; trabajo unas horas como tele-operadora para un alemán, es un rollo...
Lo de la casa de Putas fue muy importante. Estaba en un edificio de oficinas muy alto y lujoso, algo
soleado con
bonitas vistas. Me dio la impresión de que el portero
supo enseguida a dónde me dirigía. Esperé al ascensor, había de subir 16 pisos, salió un hombre del ascensor de unos 40 años, calvo, con una cara muy expresiva y los ojos color verde amor de mi vida.
Estaba nerviosa Inés,
me gustaba ese nervio. Me recibió una mujer de 80 años sin arrugas en la piel, tenía un rostro precioso, y la voz dulce, dulce... -Que pena que llegues ahora, se acaba de ir un cliente muy bueno... uno de esos...- se refería a "de dinero", de "mucho dinero"- . Me decía que estaba “moza”, "lozana"; ¡Inés, le gustaba, me veía apta! Ella no era la “ama” de esa casa, pero me hubiera contratado en la suya, sólo que como era ya mayor estaba retirada “Apunta:
Sinalar
Forte,
esta
crema
te
quitará
todo
granito, yo la uso, a lo mejor es por eso que no tengo arrugas”. Uso Sinalar Forte tres veces al día, creo que me pone la cara un poco roja, pero no me importa. Qué mujer tan buena y hermosa, yo le contesté que sólo había
venido a hablar con "Héctor", -un estudiante de Derecho de 25 años mitad mallorquín mitad colombiano-
¡Héctor,
eh! Sí, Héctor; él fue quien se ocupó de desublimarlo todo, de
aniquilar
superficialidad.
el
encanto
Él
es
equiparándolo
responsable
económica y de mi fracaso como Puta.
de
mi
a
la
miseria
Me dijo: "Sí, es así
de sencillo: te llamo, vienes, tú les esperas en el cuarto, yo les recibo y les pido la pasta; luego les haces así -en ese momento agitó su mano con el típico gesto precioso y vulgar que hacen los hombres cuando se automasturban- y ya está. La mitad es para ti. Las horas más convenientes son las 16h y las 23h,
por lo general son hombres
casados". Qué palabras tan groseras y tan poco dignas delante de una Puta, Puta reprimida, Inés; Maldita. Qué palabras tan feas, si hubiera sido diferente ese mismo día habría empezado... pero no, tuvo que hacer eso con la mano... Como si la especificidad de la Puta se pudiera
reducir a un movimiento, ¡qué barbaridad!
Sin embargo, soy feliz de todos modos, porque "los dioses esperan para deleitarse en mí", esperan, y cuando lleguen todo será mejor. Hoy he visto a Nemrod, es casi imposible hacer lo que Él hace, me esquiva la mirada aún mirando de reojo. Mi Tristán, Inés, el más astuto, poderoso cazador ante el Eterno. Eso dicen de Él los que lo conocen y aman. Los que le temen me acosan diciendo "Pobre Ulises, pobre, y rico también" Eso me dicen, mi querida amiga, los que le temen cerca, aquellos que me aseguran que no volverá. Cada vez me cuesta más reconocerle, creo que está más mayor, es terrible cuando le confundo con otro profesor, ojalá de púrpura vistiera... ¡Te das cuenta, Inés, me arrodillo ante aquel que de mí se burla! Espero, y confío en que al final no todo sea tragedia. Y confío, de forma interesada, que florezca ya la primavera, pues no sea que
exaspere mi espera y me oiga el alma gritar con cara de perra. Querida Helena, de largo pelo, divina entre las mujeres, ¡dame una respuesta! Helena la astuta, la más bella, aquella que le grita a los espejos “cara de perra”. Hay que ser santa para conjugar el deber y el placer como María Magdalena.
Cuéntame tú qué tal te sientes, que yo ya ves que me pongo poética, y que luego me siento mal por haber hecho uso
de
la
palabra
parcial,
de
la
cosa
torpe,
del
imaginario insatisfactorio de lo bello. Me hace muy feliz que me escribas, eso me gusta y me halaga mucho, tanto que empieza a brotar de dentro de mí, un todo que me hace con ritmo armónico ponerme a escribir. Pero no tomes muy enserio estas palabras, porque son muy limitadas.
Qué pena, qué verdadera pena que viva con chicos de Ibi, sí, es como no salir del todo, son como espías, yo ya me he acostumbrado a ellos, pero comprendo tu sentimiento.
Un beso muy fuerte, Yo también te quiero,
La hermana de Clara