AL PASO Revista de Pifo
Índice
Créditos Diseño y contenido
Migrantes rumbo a clases
Evelin Rosas Christian Pillalaza Pamela García Carla Sánchez Katicnina Tituaña Camila Villacrés Cinthya Guaña
Las piezas faltantes de la educación sexual
Edición y producción
Cultivos Orgánicos se abren espacio en Pifo Post Bachillerato: La tercera vía Pifo, un paraíso natural
Embarazo adolescente Un colegio adaptado a su entorno
María Augusta Guzmán Eric Samson
Editorial Pifo Al Paso es una revista parroquial del Colegio Eduardo Salazar Gómez, creada con el apoyo de la carrera de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito. Este producto periodístico nace del deber y el compromiso del plantel educativo por mantener informada a la población pifeña con temas locales de actualidad y promover todo aquello que la parroquia tiene para ofrecer a la provincia y al país. Los temas aquí expuestos buscan visibilizar a Pifo desde la voz y la cotidianidad de su gente. Además, este espacio es una oportunidad para abordar problemáticas que afectan a la sociedad pifeña y que deben ser discutidos para su pronta solución. Pifo forma parte de las 8 joyas que conforman la zona municipal Tumbaco y por su posición geográfica que conecta un destino con otro, se ha consolidado como un lugar de paso, de allí el nombre de la revista. Esta cualidad positiva ha sido resaltada para promover la actividad económica y turística de Pifo. En este primer volumen el lector encontrará temas relacionados con la educación, el turismo y la agricultura. Esta revista es una iniciativa fresca y veraz y espera ser acogida por la población.
Cultivos orgánicos
Los productos orgánicos están ganando espacio en las perchas de los supermercados gracias a que las personas que los cultivan están trabajando con alternativas amigables con el medio ambiente.
se abren espacio
en Pifo
Los productos orgánicos están ganando espacio en las perchas de los supermercados gracias a que las personas que los cultivan están trabajando con alternativas amigables con el medio ambiente. La parroquia de Pifo se ubica a 35 kilometros de Quito y comparte el clima de dos regiones distintas lo que le permite ser una zona agrícola altamente productora de hortalizas y frutas. En los ultimos año este sector vive un cambio en el cultivo de sus productos para el consumo diario pues los productores buscan al-
ternativas a los químicos para el cultivo de los diversos productos. Las ideas vienen de las nuevas generaciones. Angélica Taipe, una adolescente de 16 años ha visto durante toda su vida a sus padres utilizar productos químicos para cultivar frutillas y hortalizas. Sin embargo, la joven decidió aplicar los conocimientos técnicos que aprendió en el colegio Eduardo Salazar Gómez, una institución que ofrece bachillerato agropecuario a la comunidad de Pifo, y crear un semillero orgánico de frutillas. “El colegio nos ha dado una base muy grande para empezar nuestros propios proyectos de forma orgánica”, cometa
Gómez, quien empezó su proyecto hace tres meses. La joven decidió usar hidropónicos para cultivar, esta técnica consiste en usar disoluciones minerales en vez de suelo agrícola para cultivar. La ventaja del cultivo hidropónico sobre el tradicional es la durabilidad de la producción. En un cultivo en tierra la producción dura alrededor de dos años, mientras que en hidropónico la producción se puede extender hasta cinco años.
“
“Si la producción del experimento que hice resulta como lo esperamos, implementaremos el cultivo hidropónico a la frutilla que está en la tierra y sería cultivada bajo invernadero”,
S
egún el agrónomo Ramiro Toapanta, profesor del colegio Eduardo Salazar Gómez, la producción agrícola orgánica es posible y el cultivo de Gómez lo demuestra. Para Toapanta, la clave de no usar químicos en la producción agrícola se encuentra en la prevención de las enfermedades. “Lo que a muchos agricultores les pasa es que no tienen planes de prevención para sus cultivos, sino que cuando sus plantaciones ya se ven afectadas con alguna plaga es cuando empiezan a buscar alternativas en los químicos que puedan frenar la enfermedad”, explica. Para el agrónomo la prevención de las enfermedades y plagas es la solución. “Lo que nosotros les enseñamos a los chicos es a prevenir las enfermedades, principalmente que vienen de los mosquitos, con insecticidas naturales que ellos mismos elaboran”. La educación agrónoma en Pifo ha permitido a los hijos de los agricultores obtener conocimientos útiles para mejorar la producción al punto en que muchos de los estudiantes como Angélica piensan en exportar sus productos.
”
Angélica Taipe
POST
¿Sin cupo para la universidad y trabajo incierto? el Bachillerato Técnico Productivo (BTP) es una opción para jóvenes que mediante un año más de especialización obtienen herramientas para la competitividad laboral.
La tercera vía
BACHILLERATO
M
ás de 700 000 jóvenes no estudian ni trabajan en Ecuador, según datos del INEC y la Corporación Andina de Fomento. “No sabía qué hacer: ¿la universidad o el trabajo?”, comenta Bryan Güera, graduado del BTP del colegio Eduardo Salazar Gómez de Pifo. Miles de bachilleres se plantean la misma disyuntiva al terminar el bachillerato en Ecuador. Si no lograron un cupo en la universidad, el abanico se reduce a buscar un trabajo. En 2018 la primera generación del BTP inició actividades en el colegio Salazar Gómez. Ocho alumnos obtuvieron su título de post-bachillerato mediante un programa dual: 5 meses de teoría y 5 de
Foto: David Núñez
práctica. David Núñez es director del BTP en el plantel. Comenta que el perfil de sus estudiantes “es un tema cultural: muchos bachilleres no tienen aspiración o recursos para ir a la universidad. No tienen trabajo y no deciden qué hacer. Buscan inserción laboral”. El BTP se divide en módulos dedicados al desarrollo de proyectos, maquinaria y control de calidad. En segunda instancia, todos los estudiantes ingresan como pasantes internos a una empresa: Yogurt Vasc, Lácteos Simbac y Lácteos Don Luis de Pifo fueron las primeras empresas que apostaron al programa del BTP. “Al inicio fue muy duro porque no se sabía cómo era el trabajo en las empresas”, comenta Güera. No obstante, Núñez destaca que tres graduadas fueros posteriormente contratadas al terminar sus pasantías y dos jóvenes comenzaron su emprendimiento en lácteos.
Foto: Colegio Salazar Gómez
Los retos El BTP tiene retos: Núñez hace incapié en la necesidad de un espacio físico propio, así “hemos adaptado un pequeño cuarto como aula”. Además, es necesario material audiovisual y contratar docentes a tiempo completo para el BTP. El colegio Salazar Gómez tiene una planta productora que facilita la enseñanza, pero es necesario integrar un plan de comercialización, enfatiza Núñez. Se espera ahora implementar el Bachillerato Técnico Productivo en Procesos de la Madera.
‘‘Es importante que (el les. No tiene por qué despreciarse BTP) vaya de la mano una profesión o una actividad”. con una valoración social Nascira recomienda preguntarse desde jóvenes ¿qué carrera o acadecuada”. tividad estoy inclinado, me gusNascira Ramia, profesora Existen 1492 colegios técnicos y 29 cuentan con el programa de Bachillerato Técnico Productivo a nivel nacional: mecánica automotriz, redes, electrónica, corte y confección, son algunas opciones. Nascira Ramia, directora del programa de postgrado de Educación en la USFQ, ha visto de cerca los programas de bachilleratos técnicos: “intentan ofrecer nuevas opciones valiosas. Es importante que vaya de la mano con una valoración social adecuada. En otros países, de Europa por ejemplo, la gente estudia técnicamente y son considerados socialmente igua-
taría seguir?, ¿ es el estilo de vida que quiero, así quiero contribuir a la sociedad? “A todo nivel deberían preguntarse eso los chicos, pero se preguntan muy poco. Hay montón de formación técnica, artisitca y artesanal que Foto: USFQ es muy importante”. comenta Nascira Ramia. La investigación es una tarea pendiente para la oferta curricular y la experiencia académica de acuerdo a la realidad ecuatoriana “muchos estudiantes desiertan el colegio ¿qué es lo que no se les está ofreciendo ahí? ¿qué alternativas tienen?”.
EMPRENDER
Bryan Güera Lácteos DANILACT
Foto: Bryan Güera
Tras terminar el BTP, inició su productora y distribuidora de lácteos DANILACT. Hoy comercializa yogures y dulces de leche. Espera expandir su negocio y continuar Bryan no logró entrar a la universidad y fue rechazado en el acuartelamiento, pero eso no lo desanimó. Terminó el BTP en junio pasado. Emprender fue su camino: “Tienen buena rentabilidad los lácteos, tengo una ayuda económica para mi y mi casa”. Él produce y comercializa en Checa (Suroriente de Quito). Bryan espera producir quesos, y tras crecer su negocio estudiar Agropecuaria en la universidad.
PIFO un paraíso natural
L
a aventura, el vértigo y la naturaleza es la apuesta de San Sebastián de Pifo, una parroquia ubicada al nororiente de Quito. Gracias a su privilegiada posición geográfica, se le ha atribuido varios nombres, entre estos: Centinela de Oriente o Tierra de Agua. El primero hace referencia a la creencia de varios comuneros, pues profesaban que Pifo es la puerta de entrada hacia la Amazonía desde la Sierra y la Costa. El segundo nombre se refiere a sus vertientes naturales, a sus páramos y como de su líquido vital depende el 70% de las casas del Distrito Metropolitano de Quito. Según Daniel Suárez, vocal de turismo del Gobierno Descentralizado de Pifo (GAD), esta parroquia posee “dos climas completamente diferentes: el valle y el páramo, lo que quiere decir que posee una alta diversidad”.
Tomás Lamer y su esposa Raquel visitan las 700 gradas siempre que pueden, pues creen que es un buen espacio para “medir la adrenalina y la resistencia”. Este espacio contiene un contraste interesante, pues las gradas sobresalen de una quebrada tupida de árboles, acompañada de un gran tubo de agua que desafía la gravedad. Además, las bases que lo sostiene se encuentran decoradas y pintadas por niños de la parroquia. La obra de ingeniería fue construida por el proyecto de riego “Pisque”, el cual tiene como objetivo que el agua baje por la pendiente y por la presión del líquido vuelva a subir. Este lugar ofrece, además del reto de cruzar ida y vuelta, pesca deportiva y senderos. Se encuentra ubicado en la división limítrofe de las parroquias de Pifo y Yaruquí, a un costado de la carretera E35 Pifo-Baeza.
La
CORDILLERA
Pifeña
La Centinela de Oriente, al limitar con la provincia de Napo, se encuentra dentro de una parte del parque Nacional Cayambe-Coca. El paisaje andino que corresponde a la parroquia de Pifo se compone de lagunas, pajonal, valles y montañas. Entre las atracciones más importantes se encuentra las lagunas de Boyeros, Yuyos y la del Amor. Las maravillas del páramo se reflejan en su fauna y su flora, pues es el espacio perfecto para observar en su estado silvestre venados, osos de anteojos y conejos, además de flores como la chuquiragua, el sunfo, entre otras. Según el guardabosques José Paca, para realizar este tipo de turismo es importante “ir bien preparado”, pues la visita al páramo puede ser “bastante helada”. Además de estar listo para “caminar bastante”, pues para llegar a las lagunas, las caminatas pueden ser de hasta 3 o 4 horas. Sin embargo, también existen caminatas cortas de 30 minutos a 1 hora hacia la Laguna del Amor. El acceso se encuentra a la altura de la virgen de Papallacta en la via E35.
MIGRANTES
Rumbo a clases
J
osé Leonardo es un niño de 12 años que empezó su octavo año de educación general básica en el colegio Eduardo Salazar Gómez. Él, según el Ministerio de Educación, integra el grupo de los 16 851 estudiantes venezolanos inscritos en instituciones fiscales, municipales y privadas del país. Partió en una camioneta desde el estado de Barinas, Venezuela, hasta Cúcuta junto con su abuelo, su hermana y dos primos. Después tomó un bus hasta Rumichaca y otros dos hasta llegar a Pifo. Una larga travesía en busca de una vida mejor y dedicarse al estudio por completo. Pese a la gratuidad y el fácil acceso a la educación, su inserción al
nuevo sistema educativo no fue fácil. José rememora sus primeros días de escuela de Pifo como un problema: su solicitud de ingreso fue rechazada debido a la falta de documentos como la carta andina y el pasaporte. Después de insitir un mes en la institución Eduardo Salazar Gómez, él y su madre acudieron al Ministerio de Educación en Quito. “Había largas filas, luego de horas y horas de espera nos dijeron que no existía necesidad de que tenga esos documentos”, dijo. Finalmente, miembros de la institución lo inscribieron en el sistema online y pudo acceder a la educación. Debido a los contratiempos, José ingresó en octubre al colegio. Y al ingresar al aula, él recuerda no haber entendido nada. Los quichuismos, el acento y el bajo tono de voz, característicos del ciudadano quiteño, complicaron la comunicación y la comprensión hacia sus compañeros y maestros de clase. “No entendía nada, al principio me iba mal en algunas materias porque era difícil el idioma”, agrega.
“Había largas filas, luego de horas y horas de espera nos dijeron que no existía necesidad de que tenga esos documentos”” José, estudiante venezolano
Las diferencias de los sistemas educativos
“Aquí mandan bastantes tareas, en Venezuela mandaban menos” José, estudiante venezolano
E
n Venezuela, el sistema educativo se divide en preescolar, que son tres años lectivos. Los niños continúan con seis años de escuela y finalizan con el bachillerato, que dura cinco años. Por lo tanto, José Eduardo ascendió un año lectivo en Pifo. En Barinas, su estado natal, él cursó hasta el sexto grado escolar, y en el colegio Eduardo Salazar Gómez, lo ubicaron en octavo curso. Pese al cambio educativo, José no encontró diferencias a nivel académico entre ambos planteles, pero la metodología de calificación “es más difícil”. Sin embargo, está aprendiendo a adaptarse: “Aquí mandan bastantes tareas, en Venezuela mandaban menos”, detalla. También evidencia que el estándar
de los exámenes en su país de origen era de origen cualitativo. “Te daban una hoja con preguntas y se respondía textualmente y de manera extensa. Pero aquí son pruebas de opción múltiple”, agrega. Además, recuerda que el sistema de evaluación en Venezuela se daba en tres trimestres y sus calificaciones se promediaban sobre 20 puntos. Una similitud que el niño notó fue que las calificaciones se registran vía internet. En Barinas, al finalizar el séptimo año, sus calificaciones las pasaban a la web, por correo electrónico, pero por la escases de papel. José Leonardo es conciente de la situación en su país, y convencido de su pronto retorno a su país natal, él estudia arduamente. Y pese a las dificultades de su ingreso ha llegado a ser uno de los mejores estudiantes de su promoción.
Las piezas
faltantes de la
Educación SEXUAL
La educación sexual es un tema subvalorado por el sistema educativo. Eso afecta a la libertad sexual, contribuye la violencia sexual y amenaza la protección de los jóvenes ecuatorianos. Lágrimas caen suavemente por las mejillas de Evelin, una estudiante de primero de bachillerato de la Institución Educativa “Eduardo Salazar Gómez”, al contar como ha sobrellevado su embarazo de ocho meses de gestación al tener 16 años de edad. “Ha cambiado mi forma de ser… antes yo era alegre. Ahora siento miedo porque ya no tengo que ver solo por mí, sino también por mi bebe”, contesta entre sollozos. La educación sexual es tan importante como cualquier otra asignatura en la formación en los estudiantes. La decisión de comenzar su vida sexual está entre sus manos, pero primero deben conocer su cuerpo, prevenir enfermedades, embarazos no deseados, situaciones de violencia y disfrutar de una vida sexual sana. Desde el año 2012, el Ministerio de
Educación aumentó asignaturas y restó horas de educación sexual en las instituciones educativas. Lidia Cadena, docente de Ciencias Naturales de la unidad educativa ubicada en el sector de Pifo, sostiene que “se empieza a dar clase desde octavo [de básica] con la introducción de los órganos genitales. En noveno ya no se da nada de educación sexual porque nos han cargado de materia nueva. En décimo se dan muy pocos temas. Se trata más sobre el tema de reproducción, pero reproducción general de todos los seres vivos.”. Maily, estudiante de 15 años, manifiesta que ella sí conocía sobre todos los métodos anticonceptivos antes de quedar embarazada. “Creo que es decisión de cada persona”, concluye. Sin embargo, la mayoría de estudiantes no cuenta con una educación se-
xual formativa desde su hogar. Por su parte, Evelin confirma que su fuente principal sobre temas sexuales era la televisión. Jimena F. (14 años de edad) no siente comodidad expresando sus dudas en la institución, sino que prefiere comentarlas a su madre. Tuvo un apoyo inmediato de sus familiares al revelar su embarazo. “Ella dijo que cualquiera comete errores porque ella quedó embarazada a la misma edad que yo”. Para detener este patrón de embarazo adolescente, la joven desea compartir con su bebe más información sobre educación sexual. La mayoría de estudiantes tiene un conocimiento general de métodos anticonceptivos. Sin embargo, en el momento no los usan. Cadena comunica que una de las razones de esta problemática es el estrato económico de los jóvenes. “A veces los chicos no tienen ni para una copia”, ex-
pone la docente. Peor un condón. La razón principal es la vergüenza, “al ir a una farmacia y pedir un condón, los chicos lo toman como mofa o burla. También el hecho de que esta es una zona rural, lo interpretan como algo prohibido o que no se debe hablar”. Según la Organización Mundial de la Salud, un millón de niñas menores de 15 años dan a luz cada año, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos. La realidad de las zonas urbanas solicita un plan inmediato de educación sexual completa. En Ecuador, para el año 2020 se elimina el 100% del presupuesto para la prevención del embarazo y el 84% de prevención de violencia contra niñas y mujeres. Pero, según un estudio mundial de la UNESCO, ¨la educación sexual de calidad es esencial para la igualdad de género y salud reproductiva¨. Si los sistemas educativos gubernamentales no normalizan las discusiones sobre sexualidad, no se puede mantener una libertad sexual, protegida e informada.
“Al ir a una farmacia y pedir un condón, los chicos lo toman como mofa o burla. También el hecho de que esta es una zona rural, lo interpretan como algo prohibido o que no se debe hablar” Evelin, estudiante
Embarazo
adolescente
Más allá de las cifras Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la adolescencia es una de las etapa de transición más importantes en la vida de un ser humano”. ¿Cómo impacta un embarazo esta fase?
E
mbarazo, una palabra que para las mujeres lo cambia todo y mucho más aún cuando son adolescentes. Además, en edad precoz se trata de un problema de salud pública. De acuerdo con un estudio elaborado en 2019 por el Observatorio Social del Ecuador (OSE) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en 2016 en el país, 2.115 niñas de 10 a 14 años y 23.809 adolescentes de 15 a 17 años dieron a luz, en muchos casos “probablemente como resultado de violaciones o emparejamientos forzados”. La capacidad de reproducirse es inherente a los humanos, sin embargo, las mujeres reciben la mayor carga social para hacerse responsables de un hijo. Las adolescentes además deben lidiar con la estigmatización. Por otro lado, bajo las leyes ecuatorianas
son obligadas a ser madres jóvenes a pesar de no desearlo, pues el aborto es ilegal en el país y es penalizado de acuerdo con el Código Orgánico Integral Penal. El embarazo precoz ha sido una problemática eterna alrededor del país y a lo largo de la región. Aunque el planteamiento de nuevas soluciones no falta, la persistencia de este fenómeno responde a las mismas y viejas causas: educación sexual deficiente, tabú, violencia de género e ineficacia de las políticas públicas. En las instituciones educativas de Pichincha esta problemática es palpable. Esta provincia es la segunda en registrar los mayores porcentajes de nacidos vivos de madres adolescentes con un 13%. La primera es Guayas con un 25%, según el OSE y Unicef.
Niñas y adolescentes que dieron a luz en 2016
2.115 Niñas
de 10 a 14 años
23.809 Adolescentes
de 15 a 17 años Las historias Rosaura R. (14 años) cursa el décimo grado en el colegio Eduardo Salazar Gómez de Pifo. Aparenta menos edad, pues es pequeña de estatura y su contextura es delga-
da. Su hija está casi por cumplir 1 año. Rosaura sonríe cuando habla de ella. “Mi embarazo fue normal, no tuve estragos ni nada. Lo más bonito fue cuando nació”, relata. Pero al momento se le entrecorta la voz. “Lo difícil fue….que tuve que dejar a mi hija en la casa porque yo no puedo traerle y tampoco quedarme”. El embarazo transforma la vida y los cuerpos de las niñas y adolescentes por completo. Las obliga a asumir responsabilidades de un adulto cuando todavía su cuerpo no ha terminado de desarrollarse y apenas están empezando a descubrir su identidad. Ximena F. (14 años) está en noveno grado en el mismo plantel educativo y está por completar los siete meses de embarazo. Es tímida y da respuestas cortas, pero reconoce que a su corta edad “mi cuerpo no estaba listo”. Según la OMS, “los bebés de madres menores de 20 años se enfrentan a un riesgo un 50% superior de mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida que los bebés de mujeres de 20 a 29 años”. Evelyn C. (16 años) cursa el primer año de bachillerato en ese colegio de Pifo y está en el octavo mes de embarazo. Su vientre luce grande. Le cuesta hablar del tema sin que su voz tiemble y asegura que tie-
ne miedo. “Sí me afectó bastante. Tengo miedo de no ser una buena mamá, porque ahora ya no solo tengo que ver por mí sino también por mi bebé”, manifiesta. Las gestantes o madres adolescentes también se ven afectadas a nivel psicológico. De acuerdo con un estudio realizado por la organización Niñas No Madres, la nueva realidad que deben enfrentar les produce depresión, confusión, ansiedad o indiferencia. “En las historias clínicas revisadas se habla en la mayoría de casos de trastornos adaptativos y depresión”, señala el documento, y en algunos casos también les puede conducir a intentos de suicidio. Rosaura, Evelyn y Ximena quedaron embarazadas por diferentes razones. Reciben el apoyo de sus padres, pero sus historias tienen algo más en común: la falta de comunicación en casa y una educación sexual superficial. Las tres aseguran que conocían distintos métodos anticonceptivos, pero poco o nada más allá de eso. La cifra de adolescentes embarazadas incluye a muchas jóvenes que se han visto obligadas a abandonar sus estudios. Rosaura, Evelyn y Ximena, sin embargo, anhelan tener un título universitario algún día pese a las dificultades.
“No es de ext rañars emba e que razo a el d olesce increm nte ente s i es que sexua la lidad s i g ue sie tema t ndo u abú e n n los h ogare s.” -OSE, UNICE F
UN COLEGIO ADAPTADO A SU ENTORNO Se hace, se vende
COTAESG impulsa la comercialización de la producción de sus estudiantes. La comunidad educativa consume su propia producción, logrando una economía circular. Además, ha logrado vincularse con tiendas aledañas. El dinero de la venta se reinvierte.
En Pifo, una zona dedicada a la agricultura, ganadería y pesca, el Colegio Eduardo Salazar Gómez
“El suelo es nuestro laboratorio”, dice orgulloso Iván Flores, profesor de Cultivos Andinos, al tiempo que instruye a sus estudiantes para que coloquen estacas y labren el suelo con azadón. Él enseña a los estudiantes del BTA a aplicar las materias regulares como biología, matemáticas, física o química al campo. Los estudiantes aprenden agricultura de presión, a manejar maquinaria, a optimizar la fertilización, a producir y evaluar reacciones en el suelo en el que trabajan. El cronograma escolar es distinto al tradicional; está regido por el clima, por el estado del suelo, por la humedad. Los estudiantes se acoplan; cada reto significa prepararse para aquello que han elegido a su corta edad. n el campo agrícola, el colegio tiene un huerto pequeño, un vivero para plantas ornamentales, un espacio para mantenimiento de jardines y áreas verdes, un espacio para producir humus de lombriz y media hectárea para cultivos extensivos.
Los recursos Los estudiantes siembran alrededor de 14 variedades de hortalizas como perejil, lechuga de hoja, de repollo, col morada, apio, brócoli, acelga, rábanos, culantro, cilantro, y otras variedades. Ellos aprenden a cultivar en platabandas, surcos, por boleo; a regar agua por caudal, por gravedad, por goteo; a combatir plagas y enfermedades; a rotar cultivos para aprovechar los nutrientes de la tierra. Usan herramientas manuales la institución impulsalaagriculturaconservacionista. En el campo ganadero, el colegio cuenta con caballos, terneros, llamas, borregos y cerdos. Los alumnos aprenden a clasificar a los animales por su tamaño, raza y taxonomía, el espacio óptimo en el que deberían vivir, qué temperatura soportan, como digieren, cómo se reproducen, cómo vitaminizarlos o vacunarlos. Renata Valle y Blanca May, estudiantes de 3o de Bachillerato recuerdan cuando vacunaron a un caballo. “Fue difícil atraparlo, atar sus patas y tumbarlo, pero lo
logramos”, cuentan emocionadas. Además, el COTAESG cuenta con un criadero de pollos de engorde, codornices ponedoras de huevos y patos, una piscina de tilapias, y una planta de producción de manjar, queso, yogurt y helados. Nayely Tituaña, estudiante de 3o de BTA, ingresó este año al COTAESG. Está entusiasmada. “Tengo todos los recursos para producir, y los conocimientos para generar mis propios ingresos económicos”, dice.
El futuro La vida de campo
Alimento propio
“Les pregunté a unos chicos de ciudad de dónde vienen las papas. Respondieron «del Supermaxi»”. Ramiro Toapanta cuenta con indignación que los jóvenes de hoy están distantes del campo y sus dinámicas. “Incluso si los alimentos son industrializados, antes son arrancados del suelo”, insiste. Iván Flores, profesor de Cultivos Andinos, cree que un factor de la distancia entre los jóvenes y el campo es “la denigración del trabajo”. El docente explica que apenas 200 jóvenes de alrededor de 750 alumnos de bachillerato son parte del Bachillerato Técnico Agropecuario (BTA) del COTAESG. Él ha detectado que “la gran mayoría que ha optado por el Bachillerato General Unificado tiene reticencia a ensuciarse, a estar en la tierra o incluso oler mal”. En la zona, los jóvenes han desertado del trabajo de campo, provocando que las tierras agrícolas produzcan poco o nada. La falta de actividad
El crecimiento urbano no es un impedimento generar suelos agrícolas. Ramiro Toapanta cree que hacer un huerto propio es posible en cualquier espacio, sin importar que sea pequeño. “Las tierras no deben estar ociosas, deben producir”, enfa-
“Cerca de donde vivo hay unos terrenitos en los que produciré cuando me gradúe”, dice Marlon Haro, estudiante de 3o de BTA. Como otros alumnos, Haro eligió esta opción porque ofrece posibilidades de insertarse en en el campo laboral agropecuario, y así generar una forma de sustento para ellos y sus familias. También hay estudiantes que se inclinan por una carrera universitaria. Ramiro Toapanta, profesor de Cultivos de Ciclo Corto, asegura que sus estudiantes están “en la capacidad de desenvolverse en Ingeniería Agronómica, Medicina Veterinaria o especialidades afines”. Marlon Haro está consciente de que la agricultura y la pecuaria son tradicionales en la zona, por lo que cree que el BTA es una forma de aprovechar los recursos que están a la mano. “Yo soy del campo, en mi infancia hacía esto y me gusta”. Él siente afinidad por la tierra, el sol y el agua. “Mi lápiz es el azadón”, dice triunfante.
tiza. Como docente del BTA, insiste en cultivar por uno mismo, parasaber cómo esos alimentos fueron producidos, qué insecticidas, fertilizantes o químicos participaron. “Solo de este modo tendremos la tranquilidad de llevarnos algo a la boca”. Iván Flores cree el ritmo de vida acelerado, hace que la gente no se preocupe por lo que come. “Los alimentos con exceso de químicos matan progresivamente”, exclama Flores, “por eso hay que saber cómo usarlos”. Por esto, él cree que enseñarle Control Biológico y Agrocalidad a sus alumnos, que ya son productores, es vital, literalmente. “Como colegio, somos un pilar fundamental para la seguridad alimentaria”, concluye.