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Ser fuerte no es solo recorrer caminos, también hay que recordar los senderos”

Daniel Tagle


Una luz blanca y muy fuerte frente a mis ojos me cegó completamente, estaba completamente perdido, hacía frió en ese lugar, yo venía de un lugar húmedo y muy calido, un lugar seguro y cómodo en donde estuve durante mucho tiempo. En ese momento era un ser ingenuo, sensible y completamente bueno, nada corrompía aún mi alma ni mi mente, no había penas, alegrías, triunfos, derrotas ni decepciones, pero la vida tiene un ciclo y el mió recién comenzaba. Sentí un dolor muy fuerte en mi muslo derecho, un dolor que penetró mi cuerpo y alma, grité tan fuerte como pude, aspiré una bocanada de aire desesperado y logré llenar mis pulmones con oxígeno de este mundo frívolo, en ese instante comenzó mi vida. Me encontraba rodeado de personas extrañas, grandes y de blanco, todos me observaban como si tuviese algo malo en mi, pero no era así, solo era muy pequeño en comparación con ellos. Me abrigaron y me llevaron a una cabina muy pequeña en la que cabía perfectamente, me dejaron solo y dormí. La próxima vez que abrí mis ojos, me encontraba en los brazos de una mujer, no la conocía y me llevaba en sus brazos hacía otra habitación con mucha luz y donde habían tantas mujeres como camas. En un instante me posó en los brazos de una mujer con una visible amabilidad en su rostro, iluminado por la felicidad y el amor, a su lado la acompañaba un hombre asustado, pero a la vez muy feliz al verme. Ella me tomó entre sus brazos y me dijo - ¡hola! ¿cómo estás?. Esa voz me sonó muy familiar, su aroma era como parte de mi, me sentí tan seguro, tan amado, tan salvo en sus brazos que volví a dormir, estaba muy cansado por tanto ajetreo. Esa mujer apacible y amorosa que me cobijó en sus brazos, me tuvo en ellos durante años, cuidando de que nada me tocará, dañara o afectara en la más mínima medida. Hoy sin embargo, con los años transcurridos ella aún está ahí, cuidándome de todo mal, aunque a esta altura varios males ya me han afectado, me han dañado y tocado. Cuanto esfuerzo puso ella en lograr convertirme en una persona de bien, con modales, personalidad propia e inteligencia. Creo que lo logró en gran medida, pero lo que ella no sabía, era que aunque pusiera todo de si no podría evitar que el mundo externo me afectara.


I.¿Qué es eso que tienes en tu mano? Un anillo – respondí. ¿Y porqué usas un anillo? ¿No que solo las mujeres los usan? Este anillo es especial. ¿Por qué es especial? Porque tiene grandes poderes. ¿Poderes? ¿Acaso eres de la liga de la justicia? No, este anillo tiene la facultad de que mientras lo utilice siempre seré feliz. ¿Y un anillo puede hacer eso?, deberías venderlo serías millonario. No, la felicidad viene en mi, solo que el anillo representa el compromiso con mi vida, mi familia y conmigo mismo. Ahhhh… Quedé pensando en la respuesta que di, ¿realmente un anillo podía hacerme feliz?. La verdad es muy obvia, no es el anillo sino los sucesos que han transcurrido hasta la fecha de la inserción de este en mi mano derecha. Desde muy pequeño siempre la característica principal en mi vida fue mi imaginación, supongo que no era muy bueno para tratar con niños de mi edad y formar amigos, eso principalmente se debe a mi incapacidad de confiar en las personas que me rodean. Recuerdo a un amigo de mi infancia, su nombre era Felipe, pasábamos tardes enteras jugando fútbol en el pasaje, yo era malísimo (aun lo soy) y siempre terminaba el balón arriba de un techo, de la casa de un vecino o simplemente reventado por mi mala puntería. Tengo un recuerdo muy grabado, era un día domingo a las 7 de la tarde y ya había almorzado en familia, como era tradición en mi casa todos los fines de semana, luego de eso salí a jugar con mi amigo y mis padres fueron a dormir siesta. Por mi corta edad no tenía llaves de la casa, si quería entrar debía llamar a la puerta o tocar el timbre para que me abrieran. Ese día estábamos jugando y salió la mamá de Felipe, una señora de mediana estatura, morena, muy parecida a la Chilindrina, gritona y con una voz tan aguda que te hacía rechinar los dientes cuando gritaba, nos llamó y nos invitó a tomar once con torta y bebida, pero me pidió que me aseara, como era de suponer, nos encontrábamos muy sucios luego de una tarde de fútbol, así que me acerqué a mi casa y noté que mis padres estaban dormidos y mi hermana no estaba, de repente un pánico que recuerdo como si fuera ayer, me invadió completamente, no pude llamar, tocar el timbre o hacer el intento de entrar, me quedé afuera por mas de una hora, hasta que mi amigo me fue a buscar por mi retraso. Rápidamente corrí y me escondí debajo de la camioneta de mi papá para que no me viera, el llamó y al ver que no salía se retiro a su casa. Yo me quedé escondido ahí hasta que mis padres despertaron y me llamaron a tomar once. Diariamente analizó esa situación y no entiendo porqué no llamé a la puerta, creo que tenía miedo de la reacción de mi padre al despertarlo de su sueño, de estorbarle en su camino de descanso, luego de su semana ajetreada de trabajo y esfuerzo. Aunque es una razón muy valida, no es lógica, como gran parte de mi vida,. Luego de esa tarde nunca más volví a hablar con mi amigo, aún lo veo y lo esquivo para no recordar ese momento.


II.¡Un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros!.- Grité a todo pulmón. Todos corrieron, incluido yo, corrí con todas mis fuerzas, aunque sabía que era el más veloz de todo mi curso. Corrí en círculos a toda velocidad, hasta que observé en el suelo unas manchas de sangre, las comencé a seguir con curiosidad para ver a quien pertenecían, seguí y caminé por más de tres minutos, pero era inútil, caminaba en círculos. No entendía como un niño sangrando seguía jugando por ahí como si nada, hasta que en un instante noté que la sangre me pertenecía y brotaba de mi frente cual fuente de agua termal. Grité, Lloré y perdí el conocimiento, volví a abrir los ojos cuando me encontraba en un taxi camino al hospital, al llegar me pusieron en una camilla y un doctor se me acercó, tomo una aguja, hilo y me comenzó a coser al más puro estilo Rambo, sin anestesia, cariño ni cuidado. Cada vez que toco mi frente se viene ese recuerdo a mi memoria, es un poco escabroso pero me gusta porque me sentí el niño más valiente del mundo y eso era algo que no vivía a diario. Normalmente cada vez que me daba miedo un escalofrío recorría mi cuerpo haciendo temblar mi cuerpo entero y quedando pasmado. Actualmente la reacción es la misma pero la diferencia es que le temo a menos cosas. Tengo una gran laguna mental de varios años de mi vida, quizás los borré por algún motivo que claramente no recuerdo o quizás simplemente no fueron sustanciales. III.Aló ¿se encontrará Daniel? Con él .- contesté. Hola, hablas con Ivonne, te llamo para decirte que David falleció hoy en la mañana. ¡No me vengas con bromas estúpidas!.- Le dije y corté. Aló ¿Dani? Con él.- contesté Soy la Carolina, oye hoy en la mañana David falleció. ¡Corten la bromita, ya me llamó Ivonne y no me causó gracia!.- Le dije y volví a cortar enojado. Aló Daniel, el David falleció ven a mi casa altiro para que vayamos a verlo.- Me dijo mi amigo Manuel y colgó. En ese momento recién me di cuenta que no era broma, agarré las primeras pilchas que encontré y partí en búsqueda de mi amigo. Al llegar lo encontré sentado solo y llorando a mares, este me dijo: David tuvo un paro cardíaco y falleció. Me invadió la incredulidad, la pena, angustia, penumbra, de ahí no recuerdo hasta cuando me encontraba frente al ataúd viendo como mi amigo bajaba a la tierra y era sepultado en frente de toda su familia y amigos bañados en lágrimas. No lloré, no lo lamenté, no expresé nada. En otro funeral años mas tarde, me pasó algo parecido, mi tío Víctor Manuel había muerto en un accidente en moto a los veintitantos años de edad, mi hermana y mi abuela lloraban a mares, pero yo no dije ni hice nada, solo cumplí con acompañar.


IV.¿Vamos a ver a tu abuelo que está en el hospital? Bueno.- dije Al entrar a la sala vi a un hombre delgado, blanco, pelado, moribundo, mirarme fijamente y saludarme por mi nombre, el nos esperaba con ansias, solo recuerdo que nos besó, a mi hermana y a mi, y luego abrazó a mi padre y nos fuimos. Al otro día falleció. Como es de concluir tampoco derramé lagrima alguna ni hice algún gesto de que me interesaran las muertes de estas personas, aunque no sabía el mal que me hacía al no expresar tantas emociones que tenía dentro. V.Buenas noches hijo .- Dijo mi Madre, me besó y luego apagó la luz, se acercó a la pieza de mis hermanas dijo algo gracioso. La verdad no recuerdo que fue, solo sé que me reí a carcajadas por mas de veinte minutos, hasta que en un instante me invadió el llanto y me largué a llorar por otros veinte, luego reí, lloré y así sucesivamente hasta que me dormí. Creo que ese día tuve una explosión de miedos y rencores que nunca expresé a nadie, ni siquiera a mi mismo. Llevo años tratando de entender porqué y como me volví tan solitario, tan sentimentalmente independiente, tan amargado, triste y odioso. Pero ya lo descubrí, todo comenzó con una estupidez de niño. VI.¿Cómo se llama la niña que te gusta?.- Preguntó mi hermana. ¿Juras que no le dirás a nadie?.- Le dije ¡Lo juro! Se llama Dafne. Luego de cometer semejante error con mi hermana, tuve que sufrir de bromas, burlas y renombramientos de “Dafne” en todos los tonos existentes, por parte de mi hermana y mi mamá, no eran con mala intención pero en ese momento no lo entendía así. Al concluir ese episodio prometí que nunca más en mi vida le contaría ¡NADA! a nadie, de lo que yo sintiese, pensase o imaginase.


VII.No me gusta el nombre pololo, porque para mí es un insecto.- le dije. Ja ja ja .- Ella se rió. Así que, ¿quieres ser mi novia? Así comenzó la historia del anillo y el nuevo ángulo de mi vida. Cada vez que recuerdo esa situación, deseo haberla hecho de una manera más romántica, cursi o como quieran llamarla, porque así quedaría grabado en su memoria por siempre. Aunque tampoco estuve tan mal.


Cap I. “ El anillo y el nuevo ángulo de visión” Siempre me caractericé por ser negativo, enojón y llevado a mis ideas, sigo con gran parte de esas características pero en menor grado. Con el tiempo me convertí en un ser solitario, orgulloso y sentimentalmente cerrado, mostrando mi aspecto feliz en la escuela, como el niño que lo tenía todo, que era inteligente, popular y además de todo tenía arrastre con las mujeres. Tenía el mundo en mi poder, celular, computador, Internet, buenas notas y a la niña más linda del colegio a mi lado, nada podía ser mejor, hasta que un día en la clase de religión una profesora habló de “la familia” y me preguntó: ¿Cuántas veces a la semana le dice a sus padres cuanto los ama, los abraza y pasa tiempo con ellos?. Esa pregunta me arruinó la existencia porque la respuesta era peor de lo que se imaginan, ¡Nunca!. Mi madre siempre me buscaba para abrazarme, yo me limitaba a darle un beso de despedida al irme a la escuela y ella me tomaba entre sus brazos dando su bendición de madre y diciendo que me cuidara mucho, pero yo siempre la esquivé, como si se tratase de la kriptonita que le quitaba los poderes a Superman. Y con mi padre mejor ni mencionarlo. La suma de todas esas cosas me fueron convirtiendo es un ser manipulador, insensible, ingrato, orgulloso y frívolo. Lentamente me iba al camino de la oscuridad y soledad, arrastrando conmigo a todos los que me rodeaban y como se resistían los dañaba con mi empuje y negatividad. Me convertí en un rey Midas a la inversa, todo lo que tocaba lo destruía o dañaba, cada persona que me entregaba cariño recibía dolor, cada muestra de afecto se convertía en burla. Con el tiempo y con los errores de la vida, me fui dando cuenta que no podía más y después de 21 años recién quise cambiar las cosas, pero a primera vista ya era demasiado tarde. Tuve días de confusión, quería cambiar pero no podía, no sabía por donde empezar, ¿Cómo demuestras 15 años de amor, a alguien que se lo has negado durante todo ese período?. Recuerdo que un día colapsé, no sabía como hacerlo, estaba hundido en un profundo mar de desesperación, no podía arreglar mi vida, así que opté por tratar de arreglar la de otra persona. En ese tiempo conocí a una chica que estaba muy mal consigo misma, la quise mucho y la hice sentir querida, aunque al final igual le terminé haciendo daño. Estaba en la cocina, abrí el refrigerador y en la abertura que quedaba por la puerta de este observé a mi madre cocinando, no dudé más, empujé la puerta corrí hacia ella y la abracé, lo hice tan fuerte que no sé si la dejaba respirar, me corrió una lagrima, luego otra y otra, comencé a llorar a mares como nunca lo había hecho. Le pedí perdón por haber sido una mierda de hijo, le dije que la amaba y que me ayudara a salir de ese hoyo negro en el que estaba metido, que me sentía solo, con pena y miserable. Después de veintiún años al fin boté todo lo que tenía en mi corazón. Dicen algunos que las personas no cambian, que siempre conservan su esencia, es cierto, por lo que concluyo que en mi interior solo seguía siendo ese niño llorón y asustadizo que estaba en los brazos de su madre sin saber que ocurría a su alrededor.


Ocurrido ese acontecimiento tuve un giro completo en mi vida, pude sonreír de corazón, aunque aún habían muchas cosas que hacer para arreglar mi vida, una de ellas era ofrecer disculpas a todas aquellas personas que en algún momento de mi vida dañé. Con el pasar del tiempo lo logré y eso me trajo una paz interior que adoro. Pero aún no es suficiente, hay algo que aunque han pasado ya 22 años no logro hacer, eso es perdonar. No logro perdonar a una ser que me dañó mucho, no logro acercarme, abrazarlo y decirle cuanto lo amo, independientemente de lo sucedido y del daño causado, quiero darle las gracias por todo lo que hizo por mi, todo lo que me enseñó y cuidó, aunque a su manera, pero lo hizo de corazón. Esa persona es mi padre. Un hombre con una vida muy complicada, con altos y bajos, aunque los bajos rondaron mas su vida. Siempre sacrificó su vida por darnos una a nosotros, entregó todo por su familia y dio todo lo que el podía y sabía para nuestra felicidad y cuidado. Quizás sus métodos no eran muy ortodoxos pero eras sus métodos y ya a esta altura no importan. Tras ese brutal cambio en mi vida, vino otro cambio más grande aún, me encontraba haciendo algo que me apasionaba, estaba estudiando una carrera que me llena completamente y que además de ser lo que me gusta, soy el mejor o trato de serlo por lo menos. Con toda esa felicidad en mi vida, debería seguir algo negativo para contrastar, pero al contrario, me ocurrió algo inesperado.

Cap II. “El encuentro” Un día de mayo, específicamente un viernes, me encontraba en mi cama acostado, postrado mejor dicho, sin ánimos, con pena, quizás hasta con ganas de dejar todo lo que tenía por un segundo sin respirar y no pensar más en mi tormento psicológico. Sólo quería mantenerme en mi tormento solitario, pero mi teléfono no me dejaba sufrir tranquilo, sonaba repetidamente con llamados e invitaciones a una junta de ex compañeros de básica. Fue tanta la insistencia de estos individuos que cedí a asistir, me levanté de la cama y me puse en vías de llegar a mi destino. Cuando me encontraba caminando apareció una nube y empezó el cielo a llorar, quizás como una muestra de mi miseria sicológica en ese momento. Al llegar a la junta, todos se saludaban, se conocían, se recordaban, obviamente a mi no me conocía o recordaba nadie porque solo estuve un año en esa escuela. Después de un rato me presentaron a la anfitriona, una mujer relativamente guapa, pero con una voz tan aguda que me hizo rechinar mis dientes cuando habló. Ella como buena anfitriona me presentó a cada persona que no conocía, entre ellas a su prima, una mozuela, de estatura media alta, de cabello largo, piel blanca y mirada penetrante, vestía casi completamente de negro con algo rojo en su cuerpo que realmente no recuerdo con detalle. Era atractiva, pero me supero mi negatividad y mi vergüenza así que solo me resigné e hice un gesto un tanto despectivo como simulando un saludo, me miró extrañada dio media vuelta y se retiró. Mas tarde y gracias a un vicio que compartíamos, un cilindro nicotinoso, nos reunió en el patio solos, realmente habían dos jovencitas más con las que yo hablaba para poder


incluirme en la conversación de las tres y poder entablar una conversación con esa chica a la que tan despectivamente había tratado. Después de un largo rato, comenzamos a hablar, no teníamos nada en común a simple vista, pero me inspiraba una confianza inmensa que me hizo contarle mi vida completa en un par de horas. Congeniamos mucho, demasiado para mi gusto, conversamos hasta el amanecer, nos besamos y nos despedimos. Recuerdo una frase que me da muchas vueltas, la dije yo “te quiero volver a ver después en un día normal, fuera de este ambiente de fiesta”, obviamente lo dije en otro vocablo por el efecto de las horas, el sueño y un tanto de alcohol en mi cuerpo. Días más tarde, una semana y media más o menos, nos juntamos nuevamente, salimos nos seguimos conociendo y por algún motivo que desconozco o suprimo, le pedí que fuera mi compañera, amiga, específicamente mi novia, ella aceptó. Ahí comienza la historia del anillo, representando un cambio total en mi vida, un paso de la soledad a la compañía, no solo en el ámbito amoroso, también familiar y de crecimiento personal. Pasé de ser un amargado a una persona que trata de ver lo bonito del día a día, dejé de ser un iceberg para convertirme en el hijo de mi madre, comencé a disfrutar a mi familia, amigos y gente que me rodea, desde ese momento comencé a vivir. Ahora me pregunto ¿Cuál será mi nueva meta?. Yo creo que el día que logré expresar todo lo que tengo guardado para mi padre, será el comienzo de mi vida, la apertura del camino a la felicidad, el inicio de un anillo, ya no de plata esta vez de reluciente oro.


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