INTRODUCCION
Les acercamos esta compilación de textos con diferentes contenidos que aportan a la formación y al debate que tenemos que comenzar a darnos sobre el uso de drogas y las legislaciones vigentes. Debate que los compañeros de la Juventud Socialista de Rosario ya han comenzado a trabajar y vienen impulsando desde hace unos años. En los tiempos que corren se evidencia una necesidad de discusión y de nuevas políticas que puedan dar respuesta al tema del consumo de drogas en la sociedad. Esto se debe a que las acciones implementadas por el estado no generaron soluciones respecto de su uso o abuso y sobre su comercialización en el mercado negro. Sino que por el contario fomentaron los negocios que involucran a instituciones sociales tan importantes para la comunidad, como lo es la policía; impulsando así la generación de mafias cada vez más poderosas y dominantes. Luego de muchos años comprobamos que la actual legislación (Ley 23.737), lejos de cumplir con sus objetivos, ha fracasado, dejando como resultado un sistema judicial abarrotado de causas por tenencia simple y estigmatizando socialmente a los consumidores, en su gran mayoría jóvenes. Debemos lograr una mirada integral sobre el tema para poder dar respuesta a un problema tan complejo, buscando las soluciones que contengan a los más desprotegidos. Víctimas del narcotráfico por un lado, a partir de la generación de una única fuente para la adquisición de estupefacientes; y víctimas también del estado, que a través de políticas represivas y prohibitivas que recaen sobre los eslabones más débiles de la cadena, violan los derechos de los consumidores. En esta discusión consideramos que por varias razones, debemos hacer un apartado sobre el uso de la marihuana. En primera instancia porque debemos romper uno de los grandes estigmas sobre esta droga. La realidad demuestra que no se pudo comprobar hasta el momento, perjuicios a la salud por el uso o abuso de la misma. Hasta la fecha los estudios que se han realizado sobre los efectos de la marihuana, han arrojado resultados positivos sobre su uso y sus propiedades. Hoy en día forma parte de las sustancias más consumidas junto con el alcohol, el tabaco y la cocaína; pero dista mucho de acercarse a los perjuicios que estas otras generan en relación a la salud de las personas que las consumen.
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Por otro lado porque la marihuana ha sido atentada por propagandas que la han hecho parecer la peor de las drogas existentes, acusándola de alterar la conciencia, de generar violencia y delincuencia y de ser el trampolín hacia otras drogas más duras. Durante décadas se ha impulsado la creación de un mito que la hace responsable de muchos de los grandes problemas de nuestra sociedad actual; trasladando así, como salida fácil, el origen de estos conflictos al consumo de estupefacientes y no a las construcciones sociales que requieren de otra atención en materia de políticas públicas. Es importante recalcar que en estos días, en el ámbito del Congreso de la Nación, se están generando los consensos necesarios entre las fuerzas políticas más importantes, a fin de avanzar en posibles soluciones. Apostemos a que este debate llegue a una nueva legislación, que respete las libertades individuales y que salde una situación de injusticia para miles de jóvenes argentinos. Entendemos también que como una importante fuerza política progresista de nuestro país, con una nueva forma de construcción a través del uso efectivo de la democracia, la libertad, la igualdad, la participación y la inclusión; debemos buscar una mirada más profunda, más abarcadora y con proyección en el futuro. Somos los jóvenes los responsables del repensar las políticas públicas que requiere nuestra sociedad. Debemos avanzar en una visión que, sostenida y afianzada a nuestros valores socialistas, logre definitivamente una solución a los problemas que acarrea la Argentina.
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LA JUVENTUD SOCIALISTA SE PLANTA ENERO SOCIALISTA 2012 - MENDOZA
TALLER ORGANIZADO POR LA JUVENTUD SOCIALI STA DE ROSARIO
el Campamento Anual de la Juventud Socia lista del año 2012, 08 seEnllev ó a cabo un taller organizado por lxs compañ erxs de la J.S.
de Santa Fe, con el objetivo de abrir el deb ate y llegar a una postura común respecto de la necesaria implementación de una nueva Ley de Drogas. Presentamos los documentos disparadore s y las conclusiones a las que arribaron los Jóvenes Socialistas de nuestro país en este Enero Socialista de Mendoza.
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POLITICAS DE DROGAS Y CANNABIS MED ICINAL COYUNTURA LOCAL Y MUNDIAL PABLO A. ASCOLANI
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Análisis de las diferentes posturas y legislaciones vigentes en el mundo y de los procesos que fue atravesando la Ley de Drogas y los proyectos presentados e n nuestro país.
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UNA MIRADA AL TEMA DR OGAS DESDE LA COMPLEJIDAD DE L CAMPO DE LA SALUD MEN TAL
emiliano galende
Enfoque sociológico de l consumo de diferente s tipos de drogas. Esta mirada pro pone dar tratamiento a la discusión partiendo de la premisa de que las drogas form actualmente de nuestra c an parte ultura colectiva. Se abando na la idea en la que el consumo de drogas se po siciona como consecuen cia de la marginalidad que sufren muchos grupo s sociales.
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DROGAS Y DEMOCDIGRMAACIA HACIA UN CAMBIO DE PARA
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ALGUNAS PREGUNTAS SOBRE LA MARIHUANA ¿Es adictiva la marihuana?
De acuerdo al informe de la IOM, algunos usuarios de marihuana desarrollan dependencia, pero son muy pocos comparados con otras drogas (incluyendo el alcohol y la nicotina), y su dependencia es menos severa. Cuando se produce dependencia, es en grandes consumidores y suele ser poco intensa y relativamente inespecífica: irritabilidad, alteraciones del sueño, temblor y anorexia. No está claro que exista relación entre este leve síndrome de abstinencia y la conducta de autoadministración. Los consumidores compulsivos o regulares de marihuana no parecen actuar motivados por el miedo a los síntomas de abstinencia. La dependencia psicológica, que implica el anhelo compulsivo e irrefrenable de consumir la droga, no parece producirse con el cannabis y, globalmente, no puede clasificarse como adictivo. Flórez, Jesús, Farmacología Humana. 4ª Edición. Masson, Barcelona 2004. Goodman y Gilman, Las bases farmacológicas de la terapéutica, Mc Graw Hill, 2006. Rang, H. P., Farmacología. 4ª Edición, Harcourt, Madrid 2000. Abood M.E., Martin B.R., Neurobiology of marijuana abuse. Trends Pharmacol Sci, 1992. United States. Dept. of Health and Human Services. DASIS Report Series, Differences in Marijuana Admissions Based on Source of Referral. 2002. June 24 2005.
¿Puede causar enfermedad mental? No hay evidencia científica de que la marihuana cause enfermedad mental. Algunos consumidores de marihuana pueden sufrir pánico, ansiedad y paranoia, pero es poco común, se relaciona con la falta de familiaridad en el uso y esos síntomas remiten junto con el efecto agudo. Revisiones sistemáticas actuales indican que no hay una conexión causal entre el cannabis y la psicosis, ya que el consumo de cannabis crece en la población, mientras que las psicosis se mantiene estable o en disminución su incidencia y prevalencia. Gonzalez, Martin, Grant, Marijuana. Neuropsychology and Substance Use, Psychology Press. Iverson, Leslie. “Long-term effects of exposure to cannabis.” Current Opinion in Pharmacology 5(2005): 69-72. Weiser and Noy. “Interpreting the association between cannabis use and increased risk of schizophrenia.” Dialogues in Clincal Neuroscience 1(2005): 81-85. Degenhardt, Louisa, Wayne Hall and Michael Lynskey. “Testing hypotheses about the relationship between cannabis use and psychosis,” Drug and Alcohol Dependence 71 (2003): 42-4. Frisher M, Crome I, Martino O, Croft P.Assessing the impact of cannabis use on trends in diagnosed schizophrenia in the United Kingdom from 1996 to 2005. Schizophr Res. 2009 Sep;113(2-3):123-8. Epub 2009 Jun 27.
¿Es igual de perjudicial fumar marihuana que tabaco? El humo del cannabis carga los pulmones con una cantidad de alquitrán y monóxido de carbono tres y cinco veces superior que el humo del tabaco. De todas maneras, epidemiológicamente no hay casos registrados de cáncer de pulmón o enfisema en fumadores sólo de marihuana. Esto se debe a varios efectos específicos de la nicotina que no tienen, o cuya acción antagonizan, los cannabinoides. El tabaco induce una enzima que transforma los pro-carcinógenos del humo en carcinógenos, mientras que el cannabis produce un efecto opuesto. Por otro lado la nicotina prolonga la vida de las células de las vías aéreas, creando un panorama favorable para el cáncer,
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mientras que los cannabinoides producen la apoptosis (muerte) de las células cancerosas . En el estudio más extensivo sobre la relación cannabis-cáncer de pulmón hasta la fecha (realizado por D. Tashkin y patrocinado por el NIDA), falló en encontrar una relación causal; de hecho en una de las categorías el cannabis tenía una acción protectiva estadísticamente significativa frente al cáncer de pulmón. Así mismo en otro estudio confirmó que el uso de marihuana no se relacionaba con un descenso acelerado de la función pulmonar, confirmando que no era causa de enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. De todas formas, y ya que la incorporación de monóxido de carbono y alquitranes es perniciosa, el uso de vaporizadores eléctricos o de preparaciones como el Sativex, en forma de spray, evitaría los trastornos respiratorios. Robert Melamede, Cannabis and Tobacco Smoke are not Equally Carcinogenic, Harm Reduction Journal Oct 2005. Tashkin, Donald P. et al. Marijuana Use and Lung Cancer: Results of a Case-Control Study, International Conference of the American Thoracic Society 2006. Tashkin, et al, Heavy habitual marijuana smoking does not cause an accelerated decline in FEV1 with age, Am. J. Respir. Crit. Care Med., Vol 155, No. 1, 01 1997, 141-148.
¿La marihuana es el escalón para otras drogas? Esta teoría sugiere que el uso de cannabis conduce al uso de opiáceos y otras drogas peligrosas. De esto se desprende que si nadie fumara marihuana sería más difícil que alguien se interesara por la cocaína o los opiáceos. No hay prueba convincente de ello, ya que en muchas épocas y lugares se ha utilizado cannabis sin otras drogas y viceversa. La teoría del escalón no es una teoría en absoluto, sino que es el recorrido que hacen los usuarios politóxicos desde drogas comunes (de alta prevalencia) hacia las poco comunes (de baja prevalencia). La única conexión real entre el uso del cáñamo y de otras drogas es su ilegalidad. Los usuarios de cannabis, al ser una droga ilegal, tienen más posibilidades de encontrarse en situaciones en que otras drogas ilegales hagan su aparición. Nada de esto prueba que utilizar una droga conduzca o provoque la utilización de otra. Un gran grupo internacional de trabajo ha analizado los datos de las encuestas realizadas en 17 países en diferentes continentes de la Organización Mundial de la Salud. No apoyan la teoría de la escalada según la cual el uso de ciertas drogas (cannabis, tabaco, etc) lleva al de otras más duras, lo cual “quiere decir que los exitosos esfuerzos en prevenir el consumo de determinadas drogas de “escalada” no indican que se posteriormente se produzca una reducción importante del uso de otras drogas.” Morral, Andrew R.; McCaffrey, Daniel F. and Susan M. Paddock. “Reassessing the marijuana gateway effect.” Addiction 97.12 (2002): 1493-504. United States. National Household Survey on Drug Abuse: Population Estimates 1994. Rockville, MD: U.S. Department of Health and Human Services, 1995. Degenhardt L, et al. Drug Alcohol Depend, 2010 Jan 7.
¿Deteriora la memoria y la cognición? El cannabis produce cambios temporarios en los pensamientos, percepciones y procesamiento de la información. El proceso cognitivo que afecta claramente es la memoria a corto plazo. En estudios de laboratorio los sujetos bajo la influencia de la marihuana no tuvieron problemas en recordar cosas que habían aprendido previamente. Sin embargo, mostraban una capacidad menor de aprender información nueva, durando este efecto sólo durante la intoxicación. No hay evidencia de que el uso de cannabis altere permanentemente la memoria u otras funciones cognitivas. Grant Y., Natarajan L ., et al, Long-term neurocognitive consequences of marijuana : en meta- analytic
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study . A: National Institute Drug Abuse Workshop.Clinical Consequences of Marijuana Agosto 13, 2001. Pope HG Jr, Gruber AJ, et al. Neuropsychological performance in long-term cannabis users. Archives of General Psychiatry Oct 2001. Grant I., Gonzalez A., et al, T. Non-acute (residual) neurocognitive effects of cannabis use: A metaanalytic study. JoumaI of the International Neuropsychological Society. 2003.
¿Existe el uso médico de la marihuana? Actualmente en gran parte de Europa, Canadá, y 14 estados de USA se indica como estimulante del apetito, contra los vómitos y náuseas como efectos secundarios de la quimioterapia, la radioterapia y la medicación antirretroviral en Cáncer y VIH/SIDA. También en Esclerosis múltiple y problemas de médula espinal, contra el dolor crónico de origen nervioso, espasmos musculares y otras sintomas neurológicos. Son varios los documentos emitidos por Instituciones de máxima jerarquía que declaran al cannabis como una medicina eficaz y de elevada seguridad en sus usos vigentes. Entre ellos se pueden citar el documento emitido por el Comité de Ciencia y Técnica del Parlamento del Reino Unido (The House of the Lords), El Instituto Catalán de Farmacología, el reporte del Ministerio de Salud de Bélgica, El reporte del Senado de Canadá. En noviembre del 2009 la AMA, primera asociación médica de Estados Unidos se sumó al pedido del Colegio Médico Americano, segunda asociación (ACP), reclamando la regulación del cannabis para uso médico. El documento de la AMA declara “Los resultados de estos ensayos indican que fumar marihuana reduce el dolor neuropático, mejora el apetito y la ingesta calórica (…) y puede aliviar el dolor y la espasticidad en pacientes con esclerósis múltiple (…) el hecho de que es común el uso no médico del cannabis, esto no obvia su potencial para desarrollo de productos medicinales. Muchos productos farmacéuticos usados para el alivio del dolor, como paliativos e inductores del sueño tienen toxicidades agudas más serias que la marihuana, incluyendo la muerte.” ACP declara “…los efectos adversos del uso de marihuana están dentro del rango de efectos tolerados para otras medicaciones.”, concluyendo “La Evidencia no sólo soporta el uso médico de la marihuana en ciertas condiciones, sino que también sugiere numerosas indicaciones para los cannabinoides…”. AMA (American Medical Asociation): http://www.ama-assn.org/assets/meeting/mm/i-09-ref-comm-k.pdf ACP (American College of Physicians): http://www.acponline.org/acp_news/medmarinews.htm
¿La despenalización va a aumentar el consumo de drogas? Según un estudio de la OMS, no hay una correlación simple entre el consumo de cannabis y las distintas política sobre drogas. Según este estudio, que incluye los datos de los 17 primeros países que participan en la World Mental Health Survey Initiative de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el consumo de drogas no está distribuido de manera uniforme y no está relacionado de manera directa con las distintas políticas sobre drogas, ya que los países con leyes estrictas respecto a las de drogas ilegales no tienen niveles más bajos de consumo que aquellos más liberales”. El porcentaje de adolescentes menores de 15 años que ya ha consumido cannabis fue del 3,3% en Italia, 7% en los Países Bajos, 8,5% en España, 13% en Alemania, 15,3% en Francia y 20,2% en los EE.UU. La conclusión a la que llegan los autores es que “los EE.UU., que ha jugado un importante papel mundial en la investigación y agendas políticas sobre drogas, destaca con mayores niveles de consumo de alcohol, cocaína y cannabis, a pesar de sus leyes punitivas sobre drogas ilegales”. “Los Países Bajos, con un enfoque punitivo más permisivo respecto al consumo de cannabis que los EE.UU., presenta niveles más bajos de consumo, especialmente entre los adultos más jóvenes. Es evidente que una política nacional punitiva hacia la posesión y el consumo, por sí solo, es responsable únicamente de una limitada variación en las tasas de consumo de drogas ilegales”.
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Despenalización Despenalización de la tenencia de la tenencia simple para el consumo En el año 2009, la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió no aplicar la ley de drogas en un caso de consumo personal de estupefacientes. Se trata del conocido caso Arriola, que sin lugar a dudas representó un avance significativo en la lucha por un adecuado abordaje de la temática de drogas. En este caso, la Corte, retomando la doctrina del caso Basterrica, sienta un precedente importantísimo, ya que unánimemente define que es necesario avanzar en la despenalización de la tenencia de cualquier sustancia de carácter ilegal, siempre y cuando ésta sea usada a los fines del consumo personal. Hace también una clara distinción entre el consumidor y el traficante, quien en definitiva es el que debe soportar todo el peso de la ley penal, y aconseja enmarcar el tema del consumo de estupefacientes dentro de la órbita de la salud pública y eliminarlo de la esfera de la ley penal, cuya aplicación carece de sentido a la hora de obtener resultados favorables en el tema y de abordar la problemática teniendo en cuenta la complejidad que posee. Este fallo sienta una posición clara con respecto a la inconstitucionalidad de la actual ley de drogas (23.737). Muchos son los aspectos de esta ley que deberían ser modificados. Pero en esta ocasión queremos hacer referencia a la inconstitucionalidad de la punición prevista para los casos de consumo personal de estupefacientes. Nuestra Constitución Nacional es clara en su art. 19 cuando decide que la acciones privadas de los hombres que no afecten al orden y a la moral pública y que no perjudiquen a terceros, están exentas de la autoridad de los magistrados, por ende y de acuerdo a nuestra Carta Magna, el consumo de sustancias debe quedar circunscripto el exclusivo ámbito de la vida privada de cada uno. Es en este sentido que, la Corte avanza en la necesidad de desincriminalizar el consumo de estupefacientes (sin distinguir la clase), no solo porque lo contrario implica una clara violación a lo reglado en la Constitución, sino también porque se ha demostrado que su penalización de ninguna manera ayuda a reducir el consumo de estupefacientes, sino que contrariamente a ello, obstaculiza la persecución de la alarmante problemática del tráfico de estupefacientes. No hay dudas que en muchos casos los consumidores de drogas, en especial, cuando se transforman en adictos, son las víctimas más visibles junto a su familia, del flagelo de las bandas criminales del narcotráfico, parece irrazonable entonces, sostener que una respuesta punitiva del estado al consumidor pueda resolver el tema, sino que muy por el contrario logra una revictimización de las víctimas. Una vez aclarada la cuestión del consumo personal de estupefacientes, es necesario advertir que existen varios proyectos de ley que están siendo debatidos en el Congreso de la Nación. La mayoría de estos proyectos coincide en la necesidad de derogar la llamada “tenencia para consumo”, (actualmente está penada por la ley) que implica que aquella persona a la que se encuentre alguna sustancia de carácter prohibido, no será penada siempre y cuando se demuestre que esa tenencia resulta para consumo personal, lo que implica que necesariamente se abrirá una causa judicial, y el juez será quien determine si la cantidad encontrada implica un uso personal. Hay otra propuesta, mucho más de avanzada que la anterior que propone derogar la “tenencia simple”,lo cual implica que aquella persona que sea encontrada con alguna sustancia prohibida
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no será penada salvo cuando haya indicios suficientes y concretos de que se está cometiendo otro delito, ej: tráfico. Esto significa que de ahora en adelante el consumidor no será sometido a ningún proceso, y por ende no habrá que demostrar su inocencia, salvo que existan presunciones concretas que permitan inferir un delito. De esta manera, se elimina la criminalización y revictimización que sufren a diario los consumidores, los cuales deben demostrar constantemente que su accionar no perjudica a terceros, sumado al hecho de la selectividad en jóvenes y personas social y económicamente vulnerables. Como jóvenes debemos avanzar y profundizar este debate, y sobre todo generar una posición que sirva para que nunca más la policía pueda meter preso a un consumidor y en cambio maximice todos sus esfuerzos en perseguir directamente al narcotráfico.
Política de drogas y salud pública Un importante eje del debate actual sobre reforma de las políticas de drogas y de la modificación de ley 23.737 es en relación al abordaje sanitario en materia de consumos de sustancias y por tanto, desde qué concepción de salud se posiciona el Estado para intervenir. Haciendo un análisis de los efectos de 22 años de la ley de 1989 en materia de adicciones, nos traslada al momento histórico en el que fue sancionada, la década “menemista” donde el Estado, las políticas sociales sufrieron una reconversión vital, basado en fundamentos neoliberales, de focalización, privatización, mercantilización y la retirada del estado. Creando instituciones (mediada por una intervención geopolítica, principalmente norteamericana) como la Secretaria de Programación para la prevención de la drogadicción y lucha contra el narcotráfico (SEDRONAR) dependiente de la presidencia de la nación. Agencia encargada tanto del control del narcotráfico, como de la prevención y asistencia en adicciones En materia de prevención, la referencia también es paradigmática; se trabajó con metodología informativa y atemorizante, de corte abstencionista con el eje exclusivamente en las acciones, efectos y daños que ocasiona el consumo de drogas. ¿Un ejemplo sería Fleco y Male?, ¿“Drogas para qué” del Dr. Miroli?. En el mismo sentido, pero en relación a lo asistencial, el eje esta puesto en un “sistema de becas”, donde a las personas, mediando autorización de un juez, se les subvenciona un tratamiento. Los tratamientos en general, de corte abstencionista, residenciales (comunidades terapéuticas urbanas o suburbanas “granjas”), en consonancia con políticas de “tolerancia 0” y penalización de la “tenencia para consumo”, también con un fuerte componente de recursos humanos de exadictos y con lógicas disímiles, debido a la independencia de cada institución. Un gran porcentaje de estas instituciones, llenan su cupo con detenidos bajo la ley 23.737, donde, en la mayoría de los casos (70% de la detenciones por la ley de drogas, unos 17 mil casos anuales), son consumidores, obligados entre elegir la cárcel o una Medida de seguridad curativa. Se respiran momentos de Cambios en Salud, La ley de “Salud mental y adicciones” tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional y la ley sobre “Derechos del paciente”, en la cual el reconocimiento del principio de autonomía es uno de los presupuestos de la convivencia en una pluralidad razonable. Debemos pensar recrear políticas públicas desde nuevos abordajes, desde una concepción progresista, que implica entender lo adictivo como íntimamente ligado a la cultura del consumo, entendiendo que no se trata solamente de un problema de sustancias, prohibidas o no, sino, de una
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de las formas de expresión contemporánea en esta etapa del desarrollo capitalista, y que configura modos culturales sumamente complejos que requieren respuestas complejas, por definición, relativo y contextual. En consonancia con esto, Guillermo Estévez Boero "Estos criterios punitivos, adoptados recientemente por algunos Estados europeos, no cuentan en su haber con un consentimiento generalizado entre los especialistas. Por un lado está la opinión de quienes jerarquizan la separación de la sociedad de quien realimenta el circuito de la drogadicción. Por otra parte, quienes sin desconocer aspectos reales de la cuestión, cuestionan todo tratamiento primario que no sea ambulatorio y consideran que se agrava ese aislamiento y la marginalidad del joven; este marginamiento y esta falta de inserción, como se sabe, son situaciones que predisponen a la drogodependencia." La imposición de tratamientos y la forma en que se incorporan las personas a los circuitos asistenciales del Estado, en muchos casos vulnera los derechos. No son pocas las situaciones donde a partir de diagnosticar un problema de adicción se imponen medidas que se asemejan más a la reclusión e, incluso, a la expulsión de su comunidad que a un abordaje sanitario. Dentro del FAP hay dos proyectos presentados acerca de políticas de drogas, uno de la Dip. Victoria Donda y el del Dip. Fabián Peralta. Cada uno propone distintas respuestas en materia de asistencia, las diferencias están en el artículo 16, donde el caso del proyecto de la Dip. Donda es derogado (quitando totalmente de la esfera penal, el abordaje sanitario), en el caso del Dip. Peralta, realiza la salvedad “Cuando el condenado por cualquier delito dependiera física o psíquicamente de estupefacientes tendrá derecho a acceder a un tratamiento adecuado”” otorgando a los jueces, la potestad de definir tratamiento.
Autocultivo y lucha contra el narcotráfico Pocos debates conservan sus vigencias a través del tiempo en las actuales sociedades modernas. Tal vez uno de los principales exponentes sea el que se genera en torno a los alcances del estado. Es decir, donde el Estado puede intervenir, regulando, controlando y penando, y donde no. Así podemos encontrar este debate cuando los cementerios y el registro civil dejaron de pertenecer a la iglesia hacia finales del 1800, lo vimos también en las discusiones generadas por las leyes de Divorcio y Patria potestad compartida en la década del ´80, hace poco con el debate en torno al matrimonio igualitario, y nos lo encontramos hoy al plantearnos la cuestión de la despenalización y el autocultivo de Marihuana. Plantearnos la idea del Autocultivo no es sacado de un texto de ficción. En la actualidad, la producción, comercialización y venta de la marihuana está en manos de grupos delictivos dedicados a la extorsión, secuestros, piratería y narcotráfico. Millones de pesos son las ganancias de estos grupos, utilizándolo en buena medida para la compra de armamentos para robos y combates entre bandas, para tejer redes de corrupción entre funcionarios públicos, policía corrupta, y por sobre todo para sostener el negocio que tiene involucrada a gran cantidad de personas. La actual ley sobre tenencia y tráfico de estupefacientes incurre en un error al distinguir únicamente entre simples consumidores y comerciantes de drogas, mediante la pena y creyendo que controlando y procesando a los consumidores, erradicarán el narcotráfico. Siendo estos consumidores quienes contribuyen a la red delictiva del narcotráfico, a través de la adquisición de la marihuana para consumo personal y que a su vez son perseguidos por el Estado, en vez de que este destine sus recursos a la persecución de grandes grupos de delito organizado como los narcotraficantes. Despenalizando se aportará también a desactivar la tan compleja relación de
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dependencia que estas redes ejercen sobre los jóvenes que constituyen el sector más vulnerable de la sociedad de consumo, quienes reducidos en su ámbito de auto-determinación, son victimas utilizadas para sostener y desarrollar su estructura. Siendo el sector de jóvenes más afectado quienes tienen menos garantizados sus derechos económicos, culturales y sociales. Frente a esto, el autocultivo se constituye como alternativa provisional a la prohibición, permite a los usuarios autoabastecerse sin tener que depender de las redes de tráfico de la marihuana que enriquecen a las mafias y a las redes de corrupción estatales; así también alejando al consumidor de los dealers que va a ofrecerle otro tipo de estupefacientes más nocivos. También posibilita disponer de un producto sin adulterar, de mayor calidad y con menores riesgos para la salud. Si pensamos en el rol del Estado deberíamos hacerlo desde dos aspectos: Regulando que quienes tengan plantaciones de marihuana sean para consumo personal, medicinal o industrial y no para la comercialización, permitiendo la venta libre de semillas. Concientizando a través de todos sus medios sobre los efectos nocivos del consumo de estupefacientes llenando el vacío por la ausencia de planes de asistencia y los problemas por consumo de sustancias adulteradas hasta las sobredosis y contagios de enfermedades por falta de información. Para ayudarnos a clarificar la situación, nos basta con remontarnos a las trágicas consecuencias de la Ley Seca de los años '20 en los E.E.U.U. El día que la ley entró en vigencia, el diputado Volstead, impulsor de dicha ley, decía: “Esta noche, un minuto después de las 12, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacios; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno.” Penosamente la implementación de la Ley Seca no terminó con el crimen. No solo los efectos de la prohibición los incrementaron, sino que durante su vigencia murieron más de 30 mil personas por envenenamiento y adulteraciones del alcohol, 100 mil fueron víctimas de cegueras y otras enfermedades contraídas por el carácter de clandestinidad del consumo, el transporte y la producción de bebidas alcohólicas y 45 mil fueron detenidos por traficar y ser parte de organizaciones criminales. En 1933, después de más de una década de prohibición, la ley fue derogada, su consumo legalizado, su producción y comercialización regulada y con ella el tráfico ilegal, el crimen organizado, el abuso de las libertades individuales y la violencia disminuyo notoriamente. Es por ello que ahora, nos toca reflexionar acerca de la actual lucha contra las drogas y sus sangrientos y negativos saldos.
Políticas de Drogas y Derechos Humanos ¿De qué hablamos cuando hablamos de DDHH? Los Derechos Humanos (DDHH) son aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos inherentes a cada persona por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el año 2009, en un fallo ejemplar - “Arriola”- ha declarado la inconstitucionalidad de penalizar la tenencia para consumo personal. Entre sus argumentos se encuentra el de afectar el derecho a la intimidad, precepto protegido por la Constitución Nacional en el artículo 19. Es decir, el derecho a la intimidad debe primar, en la medida en que no se afecte el orden público ni se afecte a terceros. Pero también obligó al Estado argentino al delineamento de políticas públicas contra el narcotráfico, y adoptar medidas de salud preventiva Es el momento de reconocer el fracaso de las políticas que hasta el momento se llevaron y se siguen llevando a cabo en nuestro país. En donde se violan constantemente los derechos fundamentes de las personas. Donde la libertad, la privacidad, el derecho de decidir que hacemos
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y como actuamos esta condicionado al accionar del poder de policía de turno. La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia se dirige a la opinión pública y a los gobiernos de América Latina, a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional proponiendo un nuevo paradigma sustentado en tres grandes directrices: 1) Tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública. 2) Reducir el consumo mediante acciones de información y prevención. 3) Focalizar la represión sobre el crimen organizado. Debemos reconocer la necesidad de Políticas seguras, eficientes y fundadas en los derechos humanos implican reconocer la diversidad de situaciones nacionales, así como priorizar la prevención y el tratamiento. Esas políticas no deben negar la importancia de las acciones para hacer frente a los desafíos planteados por el crimen organizado. La ley vigente criminaliza la producción, transporte, venta, consumo y tenencia de drogas ilícitas, ésta, sumada a las duras políticas públicas sobre estupefacientes, posicionan al usuario en un lugar deteriorado por la ineficacia e ineficiencia de las mismas, si a eso le agregamos el fracaso que han demostrado para afrontar de manera exitosa los problemas y riesgos asociados al uso y/o abuso de estupefacientes el resultado es crítico. Ejemplo de ello, fue lo que sucedió acá, en la Provincia de Mendoza: - William Vargas, cuando allanaron su casa tenía un cultivo de siete plantas pequeñas de cannabis y un poco de marihuana triturada. Acusado bajo el artículo 14 de la ley 23.737 fue condenado a 3 años por “tenencia simple”. Este es un caso famoso y a su vez abominable ya que mientras estuvo detenido en el complejo San Felipe de la ciudad de Mendoza, fue torturado tanto física como psicológicamente, por lo menos, por siete penitenciarios tras denunciar que uno de ellos había roto los lentes de su madre. El video de la tortura fue levantado por casi todos los medios y muestra claramente el salvajismo con el que Vargas fue torturado. Aquí se vulnera, entre otros, el artículo 5 inc. 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que consagran el derecho a no ser sometido a torturas ni tratos crueles, inhumanos o degradantes. El cambio de paradigma debe centrarse en el abordaje del consumo de drogas desde la salud pública. No criminalizando y estigmatizando al consumidor, sino asistiéndolo. La represión debe estar dirigida sólo al narcotráfico y al crimen organizado. Hay que también focalizar en la prevención y la información, llevando al análisis hacia la problemática relacionada a la salud. Parece mentira que aún hoy, en este siglo de conectividad y globalización, se les niegue a personas con ciertas patologías, en las que se ha comprobado científicamente la eficacia de los cannabioides, tener acceso seguro a estos tratamientos en favor de su vida. Hoy nos encontramos en un momento histórico. Los aportes de la jurisprudencia en materia de tenencia para consumo, la aparición de nuevos actores hacen que el debate sea cada vez más profundo, y más cercano a convertirlo en práctica. Debate del que la Juventud Socialista no puede permanecer ajena.
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POR UNA NUEVA LEY DE DROGAS Conclusiones del Taller:
Drogas” Progresistas de Drogas” Políticas Progresistas “Vientos de cambio en Políticas “Vientos
Vivimos en sociedades complejas, donde las relaciones humanas viven y se desarrollan en permanente tensión. La evolución de las estructuras de pensamiento es resultado de estos conflictos, luchas que nos permiten avanzar en la consagración de derechos y libertades. El debate generado en torno a la Despenalización de la tenencia de drogas no está exento a esto. Como Jóvenes Socialistas nos vemos obligados a poner en crisis el actual código de valores, qué reprime estigmatizando a quien consume, y anulando todo tipo de debate. Luego de más de 20 años de la aplicación de una Ley de Drogas sancionada en plena década menemista y a pedido de Estados Unidos, los hechos demuestran no solo su fracaso en la disminución del consumo y del comercio sino que, precisamente lo expandieron aumentando los niveles de narcotráfico en el país y dirigiendo el aparato represivo del Estado a la persecución de los usuarios de drogas, aumentando los índices de consumo y expandiendo los daños en los derechos humanos. Es tiempo de pensar las políticas públicas desde nuevos abordajes, desde una concepción progresista, corriendo al Estado desde su actual rol punitivo y llevándolo hacia formas enfocadas en la Educación desalentando el consumo de sustancias, previniendo y reduciendo los daños que ese consumo pueda producir, atendiendo a la realidad propia de cada persona. De modo que al pensar en políticas de Asistencia socio sanitarias, no podemos reducirlas a la mera adicción, sino también al contagio de enfermedades producto de condiciones precarias, la sobredosis por ausencia de información, la intoxicación por sustancias adulteradas, etc. La política de salud no puede estar reducida a imponer penas carcelarias a los y las jóvenes. El actual esquema de la ley de drogas basado en penalizar la tenencia y el cultivo, encerrando a personas y obligándolas a demostrar su inocencia frente a un juez, hace que los esfuerzos policiales se centren en perseguir a quienes tienen y consumen y no a quienes venden, expandiendo el tráfico de drogas y violando los derechos humanos de los usuarios. Por otro lado, en los que hace a los usuarios de cannabis, la sustancia ilegal más consumida en Argentina, la penalización del autocultivo le quita a esos usuarios la única posibilidad que tienen de cuidar su salud consumiendo algo que ellos mismos producen, proteger su integridad física al no tener que frecuentar ambientes criminales y, sobre todo, dejar de financiar el narcotráfico. En este contexto, el único modo de terminar con la criminalización de los usuarios y dirigir las fuerzas policiales a la persecución del comercio es dejar de penalizar la tenencia de drogas, derogando la totalidad del Articulo 14 de la ley 23.737 y el cultivo, previsto en el artículo 5 inciso A. Considerando el estado de situación y las conclusiones aportadas por los y las compañeras y compañeros en las diferentes comisiones, entendemos necesaria la construcción de un Área que sintetice los múltiples espacios de militancia, de estudio y desarrollo de esta temática; que nos permita instalarnos en la agenda partidaria y posicionarnos comprometidos ante la sociedad, bregando por la real consolidación de nuestros derechos.
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Ex candidato presidencial argentino esta a favor de legalizar la marihuana El lider socialista Hermes Binner senalo que es una opcion valida para desarmar al narcotrafico.
MADRID.- El ex candidato a la presidencia de Argentina, Hermes Binner, señaló este sábado que está a favor de la legalización de la marihuana para consumo personal para derrotar al narcotráfico. "Me parece que si queremos desarmar el narcotráfico, hay que pensar en no penalizar a quien lo usa. Creo que es un tema que va por ese camino", dijo el dirigente socialista argentino durante una entrevista con la agencia DPA en Madrid. Las declaraciones de Binner llegan justo en un momento en el que el Presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, expresó públicamente su postura a favor de la legalización de la sustancia. El mandatario centroamericano asegura que la despenalización será una herramienta eficaz para combatir el narcotráfico y otros flagelos como el lavado de dinero, el contrabando y el tráfico de armas. La propuesta del mandatario guatemalteco, quien insta a un diálogo entre las naciones afectadas por la producción de la droga, ha generado un debate no solo en el ámbito político sino también académico en América Latina.
Fuente: www.emol.com [Chile] http://www.emol.com/noticias/internacional/2012/03/03/529026/ex-candidato-presidencial-argentinoesta-a-favor-de-legalizar-la-marihuana.html
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PoLIticas de drogas y cannabis medicinal PoLITIcas Coyuntura local y mundial
Pablo A. Ascolani Las políticas de drogas prohibicionistas impulsadas por Estados Unidos lo han situado como poseedor del control político-militar hegemónico, pero no han solucionado los daños que acarrea el abuso de drogas. De acuerdo a los resultados, estas políticas han amplificado los daños causados por las drogas resultando inefectivas y contraproducentes, además de haber obstaculizado la investigación científica. En 1970 se aprobó en Estados Unidos el Comprehensive Drug Abuse and Control Act, comúnmente referido como Acta de Control de Sustancias, que posteriormente se hizo extensivo a la mayor parte del globo. Se clasificó las sustancias en 5 categorías o listas que imponen varias restricciones al acceso a las drogas bajo la dirección de la DEA en E.E.U.U. u organismo correspondiente en cada país. Las drogas colocadas en la Lista I tienen a) alto potencial de abuso, b) no tienen uso médico aceptado en USA, c) hay ausencia de seguridad en el uso bajo supervisión médica. El cannabis fue situado en esta lista, pero pese a ello, en los últimos veinte años y debido a los adelantos técnicos en el aislamiento y estudio de proteínas específicas, se han producido notables descubrimientos en relación al llamado “sistema cannabinoide endógeno”. Esto fue sentando las bases teóricas del potencial de los cannabinoides como medicamento, poniendo en evidencia la increíble falacia que supone colocar el cannabis sativa en la lista I. Actualmente esta clasificación se está revisando en diferentes países. En Alemania el comité de expertos en drogas recomendó la reclasificación del cannabis con fines terapéuticos en la Ley de Estupefacientes del anexo I al II de dicha ley si “está destinada a la elaboración de preparados con fines terapéuticos”. Además, el comité recomendó añadir en el anexo III de la ley de estupefacientes la siguiente opción: “Extracto de cannabis (extracto obtenido de la planta perteneciente a la especie de cannabis y de sus distintas partes)” y sólo “en forma de preparado autorizado como medicamento.” La nueva clasificación del cannabis en el anexo II lo capacita para la fabricación de preparados con fines terapéuticos, lo que hace que pueda ser comercializado y que las farmacias puedan manejarlo sin tener que contar con un permiso especial. Hasta ahora las que querían vender cannabis para uso terapéutico, importado de los Países Bajos, tenían que solicitar permiso para poder hacerlo. La inclusión del extracto de cannabis en el anexo III de la ley de narcóticos se establece ante la prevista aprobación del Sativex, extracto de cannabis de la compañía británica GW Pharmaceuticals. Si bien hasta la fecha no se han expedido, el gobierno federal sigue las recomendaciones de este comité de expertos. En parte de Europa, Canadá, y 14 estados de USA se indica como estimulante del apetito, contra los vómitos y náuseas como efectos secundarios de la quimioterapia, la radioterapia y la medicación antirretroviral en Cáncer y VIH/SIDA. También en Esclerosis múltiple y problemas de médula espinal, contra el dolor crónico de origen nervioso, espasmos musculares y otras sintomas neurológicos.
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Son varios los documentos emitidos por Instituciones de máxima jerarquía que declaran al cannabis como una medicina eficaz y de elevada seguridad en sus usos vigentes. Entre ellos se pueden citar el documento emitido por el Comité de Ciencia y Técnica del Parlamento del Reino Unido (The House of the Lords), El Insituto Catalán de Farmacología, el reporte del del Ministerio de Salud de Bélgica, El reporte del Senado de Canadá. En noviembre del 2009 la AMA, primera asociación médica de Estados Unidos se sumó al pedido del Colegio Médico Americano, segunda asociación en importancia (ACP), reclamando el traspaso del cannabis de la lista I a la lista II y III de sustancias controladas, para facilitar la investigación clínica. El documento de la AMA declara “Los resultados de estos ensayos indican que fumar marihuana reduce el dolor neuropático, mejora el apetito y la ingesta calórica (…) y puede aliviar el dolor y la espasticidad en pacientes con esclerósis múltiple (…) el hecho de que es común el uso espurio del cannabis, esto no obvia su potencial para desarrollo de productos medicinales. Muchos productos farmacéuticos usados para el alivio del dolor, como paliativos e inductores del sueño tienen toxicidades agudas más serias que la marihuana, incluyendo la muerte”. La ACP declara “…los efectos adversos del uso de marihuana están dentro del rango de efectos tolerados para otras medicaciones.” Concluyendo “La evidencia no sólo soporta el uso médico de la marihuana en ciertas condiciones sino que también sugiere numerosas indicaciones para los cannabinoides…”. En el estado de California, EE.UU., los ciudadanos decidirán sobre la legalización del cannabis, según dijeron las autoridades el pasado 24 de marzo, ya que será incluida la cuestión en el próximo referendo de noviembre. Se habrían obtenido las firmas suficientes para incluir la iniciativa que permitiría a las personas de más de 21 años poseer hasta una onza (28,5 gramos) de cannabis para uso personal, además de regular la producción, distribución y venta, que seguiría las regulaciones que ya se están aplicando para el cannabis medicinal, con más de 2000 dispensarios abiertos a la fecha en el estado. Las encuestas indican que la mayoría de los votantes de California están a favor de legalización. Chris Lehane, uno de los responsables de la iniciativa, dijo que los votantes “ya aceptan” que el cannabis es de uso común. En Argentina existe un fallo unánime de la Honorable Corte Suprema de Justicia que despenaliza la tenencia para consumo, pero no hay referencias en el mismo al uso médico. Por primera vez, en marzo del 2006, la Justicia argentina consideró que la posesión de cannabis para consumo personal podría estar justificada cuando se trata de un uso terapéutico. El fallo fue emitido por la sala II de la Cámara Federal y revocó el procesamiento de una mujer en cuya casa se encontró, durante un allanamiento, marihuana en el dormitorio. La acusada adujo que utilizaba la droga para paliar los intensos dolores y el insomnio producidos por una enfermedad de columna, pero el argumento no fue atendido por la jueza que actuó en primera instancia, quien la procesó por tenencia simple. Más tarde los camaristas dictaron la falta de mérito y ordenaron a la jueza que prosiga la investigación, con nuevas pericias forenses y el estudio de la historia clínica. “Corresponde analizar –dice la sentencia– si la imputada al tiempo del hecho sufría una dolencia física de tal magnitud que, dada su particular situación tanto económica como personal, la haya colocado en la necesidad de sobrellevarla mediante el consumo de los estupefacientes que le fueran secuestrados, de modo que esa tenencia pueda reputarse justificada.” La acusada admitió que consumía ocasionalmente marihuana para calmar los dolores que le provocaba una dolencia de columna y poder dormir, ya que presentaba intolerancia gástrica a los analgésicos antiinflamatorios. Aclaró que lo hacía en la privacidad de su habitación y que había comprado la cantidad secuestrada para que le durara aproximadamente un año. La defensa estuvo centrada en el derecho a la salud. Se presentaron certificados médicos de las especialistas que atendieron a la imputada. La doctora Inés Becu explicó que la acusada “presenta marcada
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cifoescoliosis cervicotoracicolumbar, dolor a la palpación y/o percusión de apófisis espinosas cervicales y articulaciones de miembros superiores” y “un síndrome neuroosteoarticular degenerativo de columna vertebral con compresión de raíces nerviosas”, por lo que se la había derivado a neuroortopedia e indicado “medidas generales de sostén, no pudiendo indicarse analgésicos por la intolerancia gastrointestinal que la paciente presenta a los mismos”. En otro certificado, la psiquiatra Stella Maris Corominas sostuvo que la cronicidad del problema que presentaba la mujer –insomnio y anorexia secundarios a dolores articulares y musculares que interrumpen el sueño– la había llevado “a un cuadro de ansiedad de difícil tratamiento, ya que la paciente no tolera drogas analgésico-antiinflamatorias”. Para abordar la cuestión del uso terapéutico de la marihuana fue requerida la opinión del doctor Rodolfo Rothlin, titular del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, quien confeccionó un informe incorporado al expediente donde establece que “el dronabinol o tetrahidrocannabinol, mayor metabolito activo de la planta cannabis sativa (marihuana) ha sido aprobado por la Food and Drugs Administration (FDA) de Estados Unidos para su uso en el tratamiento de la anorexia asociada con pérdida de peso en pacientes con sida y de las náuseas asociadas al tratamiento quimioterapéutico en pacientes con cáncer y que no respondían a los tratamientos convencionales”. Agregó que “existen otras condiciones en las cuales parecería tener beneficios, aunque no ha sido aprobado para esas patologías debido al hecho de que no existe suficiente evidencia clínica o los efectos adversos limitan su utilidad”. Entre ellos se menciona el “cuadro de dolor crónico”. “El Estado debe reconocer a todos los individuos el derecho de paliar los efectos de sus enfermedades de la mejor manera posible –argumentó el defensor–, siempre y cuando no se vulneren derechos ajenos, con lo cual el hecho de reprimir penalmente la conducta de la nombrada resulta a todas luces desacertada e inconstitucional.” Por último, apeló también al derecho a la privacidad reconocido en el artículo 19 de la Constitución (Principio de Reserva). Los integrantes de la sala II de la Cámara Federal –Horacio Cattani, Martín Irurzun y Eduardo Luraschi– discreparon con el abordaje de Servini de Cubría. En el fallo emitido el 9 de marzo, los camaristas consideraron que debió haberse profundizado en los argumentos que “surgen del descargo efectuado por la imputada y de otros elementos incorporados a la instrucción que apuntalan su versión, de los cuales se desprende la posible concurrencia de los presupuestos fácticos de una causa de justificación o de inculpabilidad que no ha sido tenida en cuenta hasta el momento, y merece ser considerada como una probable hipótesis desincriminatoria ya en esta etapa procesal, atento a la gravedad de la situación alegada”. Por eso consideraron necesario analizar si, debido al dolor padecido y a la situación personal, la acusada se vio “en la necesidad de sobrellevarla mediante el consumo de los estupefacientes secuestrados”. Los jueces no se involucran en la controversia en torno de la efectividad del uso de marihuana con fines terapéuticos, sino que ponen el acento en el derecho de la acusada a priorizar la salud individual por sobre los bienes que dice proteger la ley. “Aun con los escasos elementos incorporados a la causa sobre la intensidad del padecimiento que debió soportar –sostienen– queda claro que –de confirmarse la gravedad de esta situación– en definitiva no podría reprochársele no haber sacrificado su salud individual para privilegiar el complejo de intereses por el que, se ha sostenido, se conminó con sanción penal la conducta que llevó a cabo, y en base al cual se intenta regular la tenencia de sustancias peligrosas para la salud pública castigando a todo aquel que se sustraiga al poder de policía de salubridad que ejerce el Estado.” En base a esas consideraciones resolvieron en abril del 2007 sobreseer a la imputada porque entendieron que el solo hecho de que una sustancia le permita a una persona superar un estado de dolor o sufrimiento, representa un beneficio para la salud de esa persona, aunque no haya
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mediado la opinión de un médico en su prescripción, establecieron cuál es el límite entre el derecho a la salud individual y la preservación de la salud pública. Se han presentado varios proyectos para la despenalización pero todavía no se han debatido en el Congreso. En la Cámara de Diputados están vigentes en la actualidad dos proyectos para despenalizar la tenencia y el consumo de marihuana. Uno es de la diputada Diana Conti (FV-Buenos Aires), y otro del hoy ex legislador socialista Eduardo García (Córdoba). Además, Conti presentó una iniciativa para despenalizar la marihuana para uso terapéutico, en marzo de 2005, volviendo a presentarlo este año. En uno de los fundamentos de esta última iniciativa la legisladora explica: “Cabe destacar que el uso medicinal de la marihuana no debería ser castigado penalmente, ya que si bien la ley 23.737 penaliza la tenencia de drogas para consumo personal, el usuario se encontraría amparado por un estado de necesidad justificante debido a que provoca un mal menor para evitar un mal mayor”. En otro de los puntos del proyecto se propone: “La aprobación de esta propuesta destinada a autorizar expresamente el uso de compuestos cannabinoides y químicos de tetrahidrocannabinol (THC) con fines medicinales y para la investigación de su posible eficacia como medicación terapéutica o de control de síntomas”. Ante esta situación irregular surgen diferentes interrogantes ¿Qué implicancias tienen sus usos terapéuticos vigentes y potenciales en la salud nacional y mundial? ¿Que aplicación clínica pueden tener los cannabinoides en nuestro medio y como ésta puede interaccionar con la rehabilitación y el hacer kinésico? ¿Que estructura institucional del estado es necesario implementar para producir y dispensar cannabis medicinal? ¿Qué conocimiento hay en el personal de salud al respecto? ¿Qué hay de los métodos alternativos de administración como la vaporización? Estas y muchas otras incógnitas buscarán respuesta en los años por venir. Eugenio Zaffaroni, Antonio Escohotado, Silvia Inchaurraga y otros. “Las drogas, entre el fracaso y los daños de la prohibición. Ed. CEADS-UNR/ARDA”. Rosario 2003 News of the Federal Association of the Pharmaceutical Industry del 4 de mayo de 2010 http://www.upi.com/Top_News/US/2010/03/24/California-will-vote-on-legalizingpot/UPI-14341269443356/ “Las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofendan al orden y la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley ni privado de lo que ella no prohíbe”. Art. 19 de la Constitución Nacional Argentina. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-84301-2007-04-30.html http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=806151
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Una mirada al tema drogas desde la complejidad del campo de la Salud Mental
Emiliano Galende Médico cirujano y especialista en Psiquiatría. Director de la Maestría sobre Salud Mental Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús y Coordinador del Doctorado Internacional en Salud Mental Comunitaria. Miembro de la Comisión de Expertos de la Organización Panamericana de la Salud para el Programa de Atención Comunitaria del Paciente Psicótico.
Intentar acercarse al tema drogas implica el desafío de abordar uno de los indicadores culturales que abre el campo de los problemas actuales de Salud Mental. Si bien a lo largo de toda la historia humana, las personas no han dejado de utilizar distintas sustancias para estimular o apaciguar su conciencia, para provocarse por lo menos cuadros de alteración en su conciencia, a nosotros nos toca ver cómo son esos usos, esas utilizaciones, en el contexto social y cultural nuestro, actual. Para hacer algunas observaciones al respecto, creo necesario partir de la idea de que el fenómeno de las drogas es un fenómeno complejo, ligado a las dimensiones de producción, distribución y consumo. Esto implica la necesidad de respuestas complejas. Es un problema instalado en nuestra vida social, en nuestra cultura y que presenta ciertos límites en los que se pasa de la utilización esporádica u ocasional a la constitución de una adicción. Sin embargo, no siempre se encuentran fácilmente respuestas complejas frente a ninguna de las sustancias que un hombre utiliza para alterar su conciencia. En ese sentido, específicamente en la utilización de las drogas llamadas ilegales, ha habido dos respuestas dominantes. Una es individual: al considerar a las personas que consumen adictivamente estas drogas como enfermas, la respuesta es el ofrecimiento de diversas estrategias de tratamiento. La otra se basa en la comprensión del fenómeno como un delito, a partir de la ilegalidad en tres ámbitos (producción, distribución y consumo) que da lugar a distintas estrategias de control y represión, en las cuales intervienen disciplinas policiales y judiciales. En la intersección entre estas respuestas, que es el caso de los tratamientos, han intervenido disciplinas vinculadas de algún modo a lo biológico. Como primera cuestión, esta reducción de la complejidad del problema de las drogas a estas dos respuestas formales ha demostrado su insuficiencia, en el sentido de que no sólo no impiden la proliferación de las drogas sino que lo que han construido socialmente son los modos en que cada uno de nosotros comprende, significa y valora la utilización de estas sustancias que alteran la conciencia. La segunda cuestión es dónde se hace el corte de lo que se define como sustancias psicoactivas, o sea, sustancias que tienen como cualidad su capacidad de alterar la conciencia y que son inhaladas, ingeridas, inyectadas o bebidas con este fin. El problema es entonces dónde se establece el límite, más allá de una decisión de tipo judicial-legal. Porque, por un lado, hoy en día, la mayor problemática en el ámbito de la salud está dada por el consumo de alcohol y el tabaco, mientras que en el otro polo tenemos un incremento fenomenal del consumo de drogas psicoactivas, como son los psicofármacos, que también son utilizados tanto como producidos para alterar estados de conciencia. Es dentro de este panorama complejo donde creo que hay que entender la problemática de las drogas. Y si de lo que se trata es de pensar una política de drogas, esta debería comprender al conjunto de las sustancias psicoactivas que hoy son utilizadas social y culturalmente para alterar estados de conciencia. Esto coloca al problema como algo independiente de un sector particular de la población, considerando la frecuencia con que se utiliza algún tipo de sustancia para alterar la conciencia, para generar o estimular la sensación de mayor felicidad o para amortiguar los dolores de la vida psíquica, las percepciones penosas de la realidad que cada uno vive. En este sentido, las
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respuestas que se han ido articulando –el problema de la policía, la justicia, la salud, la enfermedad individual, las medidas de declaración de ilegalidad o las medidas coercitivas o represivas– han dejado afuera del debate una comprensión global, social y cultural más amplia. Es decir, un modo de comprender el fenómeno que permita entender el por qué de este deslizamiento desde un consumo casi natural y propio en un momento histórico a la aparición de una forma adictiva, entendiendo que esta última se observa en un porcentaje importante de personas que no se conforman con la utilización de estas sustancias psicoactivas en determinadas circunstancias puntuales (festivas, por ejemplo) sino en las cuales la droga, de algún modo, pasa a dominar sus vidas y se transforma en una nueva identidad para la vida social. Desde la política existente en el tema se ha hecho foco, por un lado, en la consideración del problema como enfermedad y en las prácticas de salud sobre ella, y por otro, en la ilegalidad y las prácticas represivas, policiales y judiciales. Esto tiende a generar una interpretación errónea del problema, porque en los distintos niveles institucionales la droga aparece como si fuera un fenómeno exterior a nuestra sociedad, como algo que se introduce desde afuera para desmoralizar o emponzoñar la vida de la juventud o alterar el libre desenvolvimiento de las personas. Esta interpretación fue conformando una cierta conciencia social en torno a la problemática, que invisibiliza que el tema de las drogas es un tema interno a la cultura y a la sociedad, y no puede por tanto explicarse por una incorporación a través de genios malignos que de algún modo introducen sustancias para dañar especialmente a la juventud. La droga está entre nosotros, forma parte de nuestra cultura, no es solamente un producto exterior que se consume, se inhala, se bebe. En cierto modo, es una manera de relacionarse con otros, una forma de inclusión en la vida social. Es decir, que a través de ella se generan formas de identidad social, y que actualmente este problema del consumo de drogas no pertenece a guetos aislados o diferenciados, marginados de la sociedad, sino que está formando parte de la vida social cotidiana. Desde las bebidas alcohólicas o el tabaco hasta las drogas ilícitas hay una presencia constante a través de toda la sociedad. No hay, en ese sentido, otra alternativa que convivir con estas drogas. La idea de la enfermedad y la represión por el lado ilegal, a lo sumo logran hacer un control del daño o una atenuación de los riesgos, pero no logran erradicar las drogas de la vida social y cultural. Aquí puede hacerse un señalamiento: he dicho que a lo largo de la historia las personas no se han privado nunca de alterar su grado de conciencia. Uno puede ver la utilización de sustancias alucinógenas, la utilización del alcohol que es muy antigua, distintas formas antes de la aparición del tabaco, la aparición del opio en ciertas culturas y hay una característica que siempre se mantuvo hasta casi la mitad del siglo pasado: las drogas fueron asociadas a los rituales culturales, desde los rituales colectivos de sociedades más primitivas hasta los más contemporáneos y modernos de las fiestas, que se matizan con alcohol o con otras sustancias adictivas. Al mismo tiempo, tenían mayormente el sentido, sobre todo en la mitad del siglo pasado, de lo que se solía denominar como “el viaje de las drogas”, una utilización de estas drogas como una forma de apartamiento del mundo. Los fumaderos de opio, por ejemplo, así como las primeras utilizaciones masivas de la cocaína,fueron entendidos como modos de desprendimiento de la vida social que implicaba a veces grupos o guetos apartándose para producir esta alteración de la conciencia. El fenómeno, entonces, ha pegado un giro de casi ciento ochenta grados: la utilización actual de la mayor parte de estas drogas ya no es bajo la expectativa de un goce que separa y aleja de la sociedad, sino que la mayor cantidad de la ingesta está vinculada, por un lado, a la necesidad de integrarse a la vida social, de vincularse a la velocidad, al ritmo de la vida social, al rendimiento, a la performance. Por otro lado, cuando se trata de alterar la conciencia, la finalidad es alejar de algún modo el dolor, el sufrimiento o las distintas penurias de la vida. Ya no es una salida del mundo sino que hoy la droga, el conjunto de las drogas, no me refiero solo a las drogas ilegales, son consumidas y utilizadas para poder percibir y asistir a la vida social y cultural. La intensificación contemporánea de estos fenómenos, la intensificación del ritmo, de la velocidad, de la exigencia de la vida social, se ha unido a una expectativa individualista en la cual a cada uno
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de nosotros se le exige un rendimiento personal cada vez más alto. Los malestares, por así decirlo, de la conciencia moderna actual han encontrado una amplia gama de sustancias que permiten atenuar, disimular o, por lo menos, evitar el padecimiento por ellos provocado. Aunque pueda resultar esquemático el modo de analizar estos dos elementos por los cuales las personas consumen drogas, y puedan instalarse razones de tipo lógico (por ejemplo para el consumo adictivo),lo cierto es que no es ese el foco del problema. El foco del problema es el papel y el lugar que ocupa hoy el consumo de drogas para la vida corriente. Y eso está vinculado básicamente a dos cuestiones: la finalidad de alterar la percepción consciente del malestar social que cada uno padece en distintas circunstancias y en distintos lugares de su vida social, y responder a una exigencia social que hoy implica performance, rendimiento y capacidad de vida social. Obviamente, el uso ritual de drogas ha disminuido muchísimo. Hoy ya no es el ritual sino los lugares colectivos donde las personas, individualmente, consumen estas drogas para poder participar de intercambios sociales, festivos o culturales. La vida social actual y la cultura plantean a cada individuo un anhelo personal de éxito y, entonces, se altera la conciencia, básicamente estimulándola, para poder asumir este riesgo personal. Yo suelo decir que si algo de lo que se ha dado en llamar “versión posmoderna de la cultura”, pese a formar parte, sin duda, de características y rasgos que fueron propios de la modernidad, es que cada uno está llamado a ser empresario de sí mismo. Así, en función del éxito y la realización personal, cada uno debe mantener la juventud, mantener un ritmo que permita acoplarse a la aceleración de la vida, asumir individualmente la gestión personal de todas las dimensiones de la vida. Todo lo que antes había sido gestionado desde ámbitos colectivos y sociales, vinculados a lo que llamamos tradicionalmente estado benefactor, ha ido pasando a ser responsabilidad de las personas: el dominio del mercado hace que cada uno tenga que gestionar su vida con los recursos personales. Esta exigencia, de ser empresario de uno mismo, de gestionar la vida de uno y lograr el éxito y la realización, requiere de estimulantes. Por mucho que hagamos con el tema de las drogas, sin duda se ha convertido en una necesidad social contar con una cantidad de elementos que facilitan o permiten este estímulo permanente. Si bien lo anterior remite a la cultura urbana actual, debe decirse que esta, cada vez más, domina a las culturas no urbanas; porque si algo es característico de al menos esta ultima parte de la modernidad, ha sido el dominio de la vida urbana sobre el conjunto de la población del mundo. Por poner un ejemplo: gran parte de personas utilizan el viagra para estimular la sexualidad porque hoy el rendimiento sexual se ha convertido en un valor para los intercambios amorosos entre las personas. No sólo el viagra que surgió para potenciar al hombre sino también ahora a la mujer. Hay también mucho consumo de cocaína, mucho más que si sólo se considera a las personas que son adictas, porque de esa manera se liberan energías que permiten a las personas estar en un espacio social que permanece disperso, fragmentado e individualizado, lo cual no implica integrarse socialmente. Los jóvenes consumen éxtasis para poder estimular y soportar toda la noche de baile, porque cada pastilla permite algunas horas más de diversión y, sobre todo, de anulación de cierta percepción de fatiga o cansancio. También es importante el consumo de ansiolíticos para soportar el ritmo y la angustia cotidiana: muchas personas comienzan su día tomando algún ansiolítico que les permite calmar el estado de angustia que el malestar social o las exigencias del trabajo y la vida social les crean. Lo mismo el fumar un poco de marihuana a la noche, porque es bueno en ese momento relajar un poco los sentidos y, sobre todo, cambiar el dial de la percepción, permitiendo el alejamiento de las apreciaciones penosas de la vida cotidiana. Son muchísimas las personas que frente a los duelos de la vida, a los dolores psíquicos que trae la existencia hoy necesitan tomar anti depresivos. Se calcula que alrededor de ocho millones de norteamericanos, por ejemplo, consumen diariamente fluoxetina, que ya no se utiliza para una entidad, una enfermedad particular, sino que su uso está relacionado con las necesidades de paliar el dolor psíquico a través de esta sustancia. Lo mismo puede decirse de muchas personas a las que el nivel de exigencia de la vida social los hace necesitar hipnóticos para dormir. Entonces, creo que hay que leer el problema de las drogas en esta complejidad. Así se puede comprender, por ejemplo, la dificultad de establecer un control desde el área de Salud para la utilización de
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psicofármacos. Este control es inútil cuando actualmente los chicos compran Rohypnol en las villas o en cualquier lugar para asociarlo con alcohol y utilizarlo. Lo mismo sucede con otras medidas que tampoco contribuyen demasiado a resolver el tema del consumo. La represión sobre la llamada tenencia de estas drogas ilegales puede sorprender a algunos adictos. Pero el grueso del consumo de estas drogas sigue circulando y, entonces, lo único que logra la ilegalidad es crearle ese condimento de marginalidad a este consumo. Algo parecido podría decirse en relación con el control del tabaco y el alcohol. Si hay campañas y se hacen esfuerzos, puede observarse la dificultad para desprender el uso, podría decirse, racional, moderno, de este tipo de estimulantes para la vida social, del consumo abusivo de esas sustancias. Cada vez más el malestar social tiende a medicalizarse y a ser convertido en patologías, y este es el problema que viene asociado a las drogas. Cuanto más se insista en la problemática de la represión y la ilegalidad, y se acompañe eso con respuestas del área de Salud considerándolas patologías individuales, se está contribuyendo a construir una respuesta exclusivamente médica, que en algún sentido es una respuesta biológica a problemáticas cuyo núcleo central es un problema cultural y social. En relación con esto, creo que de modo acelerado, en las últimas décadas se han hecho ingresar al campo de los trastornos o enfermedades mentales una cantidad de problemáticas, de vicisitudes de la vida, que antes transitaban por el espacio social y cultural. Por ejemplo, pensando lo que sucede con los chicos con el famoso síndrome de déficit de atención, que ha llevado a una parte importante de ellos a ingresar al campo médico como si fueran ya enfermos que necesitan medicación especial por largo tiempo. Cuando la Sociedad Médica Norteamericana recibió la aparición de un psicofármaco destinado al control de la ansiedad y de la angustia, el alprazolán, lo acompañó con la postulación del “ataque de pánico”, contribuyendo a la idea de que la angustia existencial se transforma en una entidad mórbida. Algo parecido sucede con muchos de los duelos que las personas tienen frente a situaciones de la vida que implican dimensiones de pérdida, frente a las que deben asumir un dolor psíquico: se fueron convirtiendo en entidades médicas de depresión. En el lenguaje cotidiano, incluso, se patologiza, dando de algún modo una versión médica, una cantidad de comportamientos que en la vida social antes circulaban preferentemente en las relaciones sociales o en las comunidades, dado que estas abrían canales para su elaboración. Por ejemplo, en el tango hay muchas referencias a los dolores de la vida, del amor, de las pérdidas, y hay siempre una propuesta a esos dolores. Se resuelven en una mesa de café, con los amigos, también con la utilización de alcohol pero en el marco de un espacio social apto para metabolizar esas vicisitudes de la vida. Hoy, los individuos están más solos y las respuestas son más individuales, lo que deriva de algún modo en convertir a muchas vicisitudes en verdaderas enfermedades. Ya por lo menos no sólo en Buenos Aires, sino quizás en la cultura de todas las ciudades modernas, ya no hay gente triste, lo que hay es gente deprimida. Ya no hay personas con comportamientos que de algún modo ponen en danza o en juego el cuerpo o la seducción y el vínculo con el otro, ahora son histerias. Ya no hay comportamientos prolijos de personas que tienden a generar metodologías para sus rutinas cotidianas, ahora han devenido obsesivos. Y cada vez más hay una industria farmacéutica que está logrando estar en la punta de la producción industrial en el mundo actual, una industria que junto con muchas de las asociaciones corporativas de médicos, entre otras, contribuyen a este desplazamiento que convierte en trastornos individuales, ya sea como enfermedad o como delito, la mayor parte de las vicisitudes actuales en relación con la vida social y cultural. En ese sentido, las drogas y los psicofármacos se han instalado para mejorar el confort y el éxito social en la vida cotidiana, y hoy tienen la forma de un consumo de masas. Lo mismo ha sucedido con la televisión o los videojuegos, esos elementos de la vida social actual que nos han convertido a todos en más individualistas, de la mano con la asunción de la gestión de las propias vidas en soledad. Por eso, como decía más arriba, el hecho de convertirnos en empresarios de nosotros mismos nos ha obligado de algún modo a encontrar respuestas, a través de estas sustancias, a los dolores de la vida.
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Cabe señalar, a sabiendas del poco optimismo que conlleva este mensaje, que las soluciones en la ilegalidad y la represión, por un lado, y la cuestión de la constitución de enfermedad y respuestas de tratamientos individuales, por el otro, no tienen ninguna posibilidad de modificar la situación de las drogas en el mundo actual. Las drogas están en el mundo actual y son un dato más de la vida moderna: la necesidad y el incremento del consumo de drogas es correlativo al incremento de la angustia social en un mundo cuyo ritmo y exigencia lleva a encontrar formas de estímulo que mejoren el rendimiento. Todos estamos actuando sobre nuestros propios cuerpos para mantenernos jóvenes, para mantenernos en forma, porque la juventud, la agilidad, la rapidez y la plasticidad, la flexibilidad emocional, la capacidad para manejar los compromisos afectivos y sociales, hoy son todas condiciones del éxito personal. Quienes manejan eso, de algún modo, son los que pueden acoplarse más fácilmente a las exigencias de nuestra vida cultural actual. Es en ese sentido que las drogas se han instalado en nuestra vida social y forman parte de nuestra cotidianeidad. Habrá que encontrar respuesta, lo cual no implica que no se retome el hecho de que detrás de cada situación de adicción hay un drama familiar y un drama personal al que es necesario atender. Y los gobiernos debieran comprometerse con eso. Pero en este marco no resulta demasiado útil la polarización sobre la ilegalidad o legalidad del consumo de drogas, cuando lo que hay que pensar es que se está frente aun problema cultural global. Finalmente, quisiera mencionar el trabajo de Manuel Castells acerca de la sociedad de la información. En este insiste en una cuestión: en el mundo actual no hay soluciones individuales a problemas que son contradicciones o conflictos de tipo global y social. Sin embargo, todas las políticas actuales, incluida la política de drogas, están buscando soluciones individuales a estas problemáticas. Esto es lo que entiendo que está caracterizando todas las problemáticas que se observan en el campo de la Salud Mental, donde la mayor parte de las que son llamadas patologías y que hoy llegan a los servicios están marcadas fuertemente por componentes de la vida social global. El problema del desempleo, los cambios en la vida emocional de las familias, las transmutaciones que existen en las relaciones entre hombres y mujeres, dan lugar a una precariedad y a una fragilidad emocional muy intensa, que se acompaña por una precariedad y una fragilidad muy intensa respecto a la inclusión en la vida social a través del trabajo. El problema del trabajo, la desocupación, por un lado, y el problema de la inestabilidad de la vida afectiva y emocional, por el otro, son hoy los dos grandes motores de la mayor parte de los trastornos que llegan a pedir atención en Salud Mental. Si bien obviamente los problemas globales siempre se sufren individualmente, lo que ocurre es que hay un límite a la solución individual de problemas que de algún modo no dejan de incidir de forma importante en lo que la vida social les plantea a estas personas. Cuando sólo se visibiliza el nivel de la emergencia, esto es, el de los individuos particulares que entran en adicción y que alteran sus vidas personales en grados más extremos, cuando se atiende sólo este aspecto, es porque se está dejando de intervenir sobre aquella condición cultural y social. Buenos Aires, 1º de septiembre de 2006.
Graciela Touzé (comp.) Visiones y actores del debate. III y IV Conferencia Nacional sobre Políticas de Drogas. Intercambios Asociación Civil para el estudio y atención de problemas relacionados con las drogas y Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2008. Pp. 27-34
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DROGAS Y DEMOCRACIA: HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA Declaraci贸n de la Comisi贸n Latinoamericana sobre Drogas y Democracia www.drogasydemocracia.org
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Drogas y Democracia: hacia un nuevo paradigma presenta al debate público las principales conclusiones de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia. Creada por los ex-presidentes Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia y Ernesto Zedillo de México e integrada por 17 personalidades independientes, la Comision evaluo el impacto de las politicas de “guerra a las drogas” y formuló recomendaciones para estrategias más eficientes, seguras y humanas. Las propuestas presentadas en esta Declaracion configuran un cambio profundo de paradigma en la comprensión y enfrentamiento del problema de las drogas en América Latina.
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