el ABCdel embalsamador Por: José Manuel López Moa.
ICTERICIA desde una perspectiva
MORTUORIA
E
n cuanto a las ciencias mortuorias se refiere, la presencia de ictericia en el perfil cadavérico prevalece como una de las condiciones más complejas que el embalsamador pueda encarar ante la diversidad de consecuencias relacionadas a la muerte. Luego de haber valorado las manifestaciones clínicas de este fenómeno que se caracteriza por la coloración amarillenta, tanto en la piel como en las membranas mucosas, para efectos mortuorios, al igual en que cualquier otra patología, amerita evaluarse según su fase. A continuación, describo tres etapas ictéricas para la debida valoración técnica, siendo éstas: la pre hepática, hepática y la estasis biliar (Colestasis).
La primera fase que es la pre hepática, usualmente se manifiesta por una coloración ligera o moderada, consecuente por una interrupción metabólica a causa del aumento en bilirrubina. Seguida por la segunda fase, la hepática, la cual, por causa de enfermedades hepatocelulares, suscitan una coloración ictérica más intensa que se caracteriza por la rápida instauración de tonos anaranjados y la tercera fase, siendo la estasis biliar, que es la fase en que se intensifica la coloración de manera tal, que la tonalidad es verdosa o biliverdosa. Dicho sea de paso, esta fase de estasis biliar predomina en perfiles en donde se puede constatar como causas de muerte, tales como el cáncer, el uso de drogas u otras enfermedades crónicas del hígado. Si bien es cierto que el avance de las ciencias médicas ha ido a la par con el aumento en el uso de fármacos y quimioterapias, se puede constatar que la incidencia de la ictericia ha incrementado en los últimos años, actualizando al sector mortuorio primordialmente por los efectos adversos que causan estos fármacos sobre la práctica del embalsamamiento moderno. Esto se debe a que cuando la ictericia adquiere una mayor intensidad, como resulta en algunos perfiles caracterizados por la saturación de tejidos por causa urémica, éstos aminoran o incapacitan la acción de los agentes conservantes que son perfunfidos o inyectados en el embalsamamiento.
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También debemos observar el efecto que estos fármacos tienden a causar
en el sistema circulatorio, al igual que en los sistemas hepático y el renal. Porque es el embalsamador quien confronta la complejidad de tejidos esponjosos, saturados y edematosos en donde existe la posibilidad de desperdicios nitrogenados y de amoníacos. Es decir, que debemos interpretar estos factores, como son, un aumento de toxinas en los tejidos que sin duda neutraliza la acción conservante de los químicos mortuorios. Por tanto, el debate analítico que debemos plantearnos en cada análisis sobre la ictericia y el embalsamamiento es, ¿cuál es la inmediatez del tratamiento procurado, conservar o cosmetizar el tejido? Como ya hemos planteado, esa preexistencia de efecto que aminora o más bien neutraliza los agentes conservantes, no debe subestimarse por una prioridad estética. Eran otros tiempos cuando la preferencia técnica de los embalsamadores era emplear soluciones arteriales de índex bajo o inferior, basado en la teoría de que el formaldehido tornaría la bilirrubina amarilla en biliverdina (biliverdosa), más aún cuando en lugar de diluir químicos formulados para estos fines, era el embalsamador quien formulaba sus propias soluciones, es decir, que aquellas fórmulas como son las de Meknikow, Jagüer, Ganal y otras, no fueron propuestas para tratar las complicaciones que pauta la ictericia en la conservación cadavérica. Según el Dr. Jerome Frederick, dicha teoría tuvo tantos aciertos como desaciertos, ya que en aquella época, la teoría en las ciencias mortuorias era limitada. Entonces los embalsamadores, en lugar de identificar un perfil cadavérico, empleaban términos para referirse como un “caso promedio, normal o difícil”, términos que hoy nos resultan anticuados conforme al desarrollo de la profesión. El embalsamamiento de un perfil ictérico comparte los mismos objetivos que abarcan la desinfección, conservación y restauración que fundamentan el embalsamamiento moderno. Al limitarnos a la aplicación de una solución con índex bajo, estamos concediendo un margen para que se susciten resultados indeseables o contra-
dictorios, en especial si consideramos que el cuerpo embalsamado en algunas ocasiones podría estar sujeto a repatriación o custodiado por un periodo prolongado. La putrefacción precoz de un cuerpo embalsamado sólo nos traerá mayores complicaciones. Sabemos que los avances en la química mortuoria existen fluidos arteriales que pueden eliminar o al menos atenuar el efecto de la ictericia y que también con la aplicación de cosméticos, no deben surgir mayores complicaciones para cubrir o camuflar la coloración amarillenta o verdosa que puedan llegar a causar los fluidos arteriales. A pesar de esto, se reconoce que ningún químico mortuorio resolverá en su totalidad las dificultades que la ictericia representa para el embalsamamiento, es por esta razón que a cada embalsamador le toma años desarrollar sus preferencias. Sin duda, es preferible camuflar la ictericia, que la putrefacción cadavérica, y que debemos pautarnos como objetivo que el éxito del embalsamamiento en este tipo de perfil cadavérico estriba en un cuerpo bien conservado, conformando la restauración de una apariencia placentera y de tonalidad natural a la piel. En la continuación de este artículo presentaremos para la consideración de nuestros colegas lectores tres métodos para embalsamamientos de ictericia. GM
José Manuel López Moa es director del Instituto Tanatológico Mortuorio (INSTAMORT). Graduado del Cincinnati College of Mortuary Science y titulado por la International Conference of Funeral Service Examinig Board. Tanatopractor egresado de la Facultad de Medicina, Universidad de Salamanca. Embalsamador Licenciado en Puerto Rico. Posee más de veinte años de experiencia en la práctica mortuoria, distinguiéndose como instructor para embalsamadores y tanatopractores posgraduados.