el ABCdel embalsamador Por: José Manuel López Moa.
TRAUMAS VASCULARES DESDE UNA PERSPECTIVA
MORTUORIA
Primera entrega.
Prof. José Manuel López Moa, es director del Instituto Tanatológico Mortuorio (INSTAMORT) y profesor de facultad en el programa de
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Gerencia Funeraria y Embalsamamiento del Ponce Paramedical College (POPAC). Graduado del Cincinnati College of Mortuary Science, Diplomado por la International Conference of Funeral Service Examinig Boardy egresado del Programa de Tanatopractores de la Facultad de Medicina en Universidad de Salamanca, España. Es Embalsamador Licenciado y Director Funerario certificado en Puerto Rico. Posee más de veinte años de experiencia en la práctica mortuoria, distinguiéndose como autor de varios textos y conferenciante internacional.
instamort@gmail.com
L
a evolución histórica de las prácticas mortuorias está en deuda con la aportación científica de tres anatomistas holandeses, cuyos ensayos dieron inicio a las técnicas que al emplear el sistema circulatorio, permitieron obtener una conservación adecuada de los tejidos del cuerpo humano para propósitos docentes.
Estos tres holandeses fueron: Jan Swammerdam quien descubrió dicho método de disección, Frederick Ruysch quien perfecciono la técnica y Stephen Blanchard quien divulgó dicha técnica a través de varias publicaciones, por lo que algunos textos mortuorios atribuyen esta aportación solamente a él. Estos hechos corresponden al periodo de los anatomistas, y según la historia y evolución de las prácticas mortuorias, es precisamente a partir de este periodo en el que la mayoría de las prácticas mortuorias son realizadas en torno al sistema vascular del cuerpo humano. Actualmente la práctica del embalsamamiento vascular, también llamado embalsamamiento de capilares, requiere de la capacitación en varias ciencias, entre ellas, la anatomía vascular es fundamental, pues a través de la extensa y complicada red de vasos sanguíneos se ha pautado la metodología de perfusión arterial y retorno (drenaje) venoso. Esta metodología, prescribe un “centro de distribución” para la solución arterial (cayado aórtico) y un “centro de retorno venoso” (atrio derecho del corazón). Sin embargo, estos referentes mortuorios, los llamados “centros de”, pueden estar o no presentes en algunos perfiles cadavéricos y aún estando presentes, no necesariamente deben presumirse fiables, porque en el desempeño profesional de cualquier embalsamamiento, no debe caber duda que tanto las condiciones intravasculares como las extravasculares son imprescindibles. Como testimonio de oficio, puedo compartir los dilemas que han confrontado los técnicos embalsamadores más experimentados en relación a los tipos de aperturas cadavéricas realizadas por algunos forenses, como también la inherencia de diversas técnicas de disección que son empleadas para la recuperación de órganos y tejidos para propósitos de donación y por supuesto, los traumas vasculares presentes, en todo tipo de embalsamamientos (entiéndase tipo autopsia, clínico y didáctico). En cuanto a estos tipos de aperturas cadavéricas, parece ser uso y costumbre para algunos forenses el no
ver más allá de los técnicos embalsamadores, incidiendo innecesariamente o incluso mutilando el tejido, sin consideración alguna para los dolientes. Ante la presencia de estas características, siempre es recomendable recopilar estos datos en el reporte de embalsamamiento (t/b/c/ como “tesis”), además de anotar que cualquier fenómeno patológico, traumático y forense que obstruya, reduzca o interrumpa la distribución de la solución perfundida, tendrá diversas repercusiones, tanto concurrentes para los técnicos embalsamadores, como post embalsamado para los dolientes. He encontrado que los avances terapéuticos son factores pre determinantes que ameritan concientizarse para el “criterio técnico” del embalsamador y la valorización de lesiones vasculares y el dominio de contingencias a que estas refieren. Actualmente se puede reconocer el aumento de pacientes que son sometidos a la cateterización vascular percutánea, un acto médico, que a pesar de realizarse debidamente, en ocasiones no logra la recuperación de la salud del paciente y consecuentemente es llamado trauma iatrogénico. En este tipo de procedimiento se involucran ciertas arterias y sus complicaciones pueden oscilar entre: hemorragias, hematomas, pseudoaneurismas (t/b/c por falso aneurisma) o incluso fístulas arteriovenosas, trombosis del vaso y embolización. Estas lesiones vasculares, como cualquier condición o fenómeno intravascular, al igual que las causas o consecuencias de la muerte, constituyen parte del perfil cadavérico (pC) y deben indicarse en el acta o certificación de defunción (diagnóstico de muerte), sin embargo, para efectos mortuorios es oportuno plantear la posibilidad de que datos como estos sean omitidos en el mismo. Al percatarse de una rotura de vasos sanguíneos, es decir, de una hemorragia en el pC, se podrán esperar cambios en las características ordinarias del retorno (drenaje) venoso, como también en la instauración de livideces cadavéricas, aumentando el margen de evacuación tipo purga estomacal (habiéndose afectado las venas del esófago o estómago). Una medida de prevención para la decoloración indeseada en el rostro que esto podría causar, sería detener la perfusión (inyección) intra arterial inmediatamente, para corresponder con una aplicación de algún tipo de emoliente (por ejemplo: crema de masajes, vaselina, humectante, etc.) en torno a la región naso bucal, re calibrando la proporción de flujo (caudal) y la presión que genera la bomba motorizada.
También se debe valorar la posibilidad de que la irrigación de la dilución secundaria fuese hacia las cavidades del cuerpo, en lugar de distribuirse hacia los tejidos subyacentes, siendo esto indicador de que la hemorragia es de origen arterial. La contingencia ante esto, sería abordar otros paquetes vasculares, entiéndase la selección y disección de otras arterias para fines de una conservación tisular homogénea. Se debe prestar atención inmediata a las señales de distribución de la solución arterial, por tanto, recomiendo diluir fluidos arteriales de tintes activos o al menos, que se considere diluir algún agente tintóreo (ambos con efectos cosméticos) de manera que facilite visualizar la distribución concurrente del embalsamamiento. En cuanto a la calibración de la bomba motorizada, la misma será pautada según el criterio técnico, aunque al presente, algunas bombas motorizadas ofrecen características propias de auto calibrado. El riesgo de una distensión tisular indeseable es real, más aún cuando se encaran perfiles cadavéricos con traumas iatrogénicos. A estos efectos, se suman las fistulas arteriovenosas, término que describe la conexión anormal entre una arteria y vena, cuyas causa no se limita solamente al aspecto terapéutico, ya que también pueden tener orígenes congénitos o adquiridos. Otro riesgo para efectos de resultados indeseables, en relación a las fistulas arteriovenosas, resultaría ser la conservación no homogénea de los tejidos. Frecuentemente, las fistulas arteriovenosas son encontradas en las extremidades del cuerpo y su presencia como tal, comprometen la distribución (torrente) de la dilución secundaria hacia estas regiones, ya que la distribución transcurrirá directamente desde la arteria a la vena sin alcanzar los lechos capilares. Ante circunstancias como estas, no difusión de la solución arterial seria conseguida, puesto que no habría retención en los tejidos. La importancia de los lechos capilares y la difusión de la solución arterial es tan significativa para el embalsamiento arterial, que ha sido aceptado llamársele también embalsamamiento vascular y/o embalsamamiento de capilares. En la segunda entrega de este artículo, presentare otros tipos de traumas vasculares, como también las consideraciones y alternativas, que permitan auxiliar al técnico embalsamador. GM
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