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LOS CHANGOS según Philippi, Latcham y Capdeville: un aporte de Ediciones del Desierto a nuestra cultura
Hasta principios de este siglo habitó en las costas del norte grande el grupo que se ha conocido coMo los changos, los cuales utilizaron los MisMos Métodos de pesca que sus antecesores. sus habitaciones eran Muy sencillas: una arMazón con costillas de ballena cubiertas con cueros de lobo coMo un toldo y taMbién utilizaban totoras su aliMentación se basaba en peces, algas coMestibles, Mariscos, crustáceos, lobos Marinos, Focas y ballenas, las que cazaban por su carne, aceite y cueros este libro da cuenta de los priMeros estudios de estas poblaciones que habitaban el norte grande y es una publicación que bien vale la pena tener. (*)
Ediciones del Desierto en esta nueva publicación, reúne una serie de textos de los pioneros de las ciencias naturales, la etnología y la arqueología de la costa del Norte Grande, en homenaje, al reciente reconocimiento por el Estado de Chile de los changos como la décima etnia originaria de nuestro país.
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Los autores citados; Rodulfo Amando Philippi, Ricardo Latcham Cartwright y Augusto Capdeville Rojas, quienes realizaron sus investigaciones científicas a mediados del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, nos entregan, una primera aproximación y registro de los recursos naturales y de los grupos humanos que habitaban el litoral de la Segunda Región de Antofagasta, que hacía parte en ese entonces del gran despoblado de Atacama. El Gobierno de Manuel Montt en el decreto supremo del 10 de noviembre de 1853, solicita al naturalista alemán Rodulfo Amando Philippi cometer un viaje de exploración y reconocimiento del desierto de Atacama, para conocer de su geología, de su flora y fauna, pero principalmente de los recursos minerales del territorio. Philippi inicia su viaje exploratorio en Chañaral de las Ánimas, recorre la costa del despoblado pasando por el valle de Taltal o Juncal para llegar a Paposo, para finalizar su recorrido costero en la bahía de Mejillones.
Es un primer acercamiento al territorio del despoblado de Atacama, entregándonos un admirable registro de sus recursos naturales como flora y fauna, recursos minerales, clima y descripción de su encuentro con los changos pescadores, cazadores y recolectores marinos que habitaban en el área a mediados del siglo XIX. En Paposo, toma contacto con caravaneros atacameños quienes habían viajado a la costa a intercambiar hojas de coca por charquecillo de pescado, pero no logran su cometido al encontrarse los changos trabajando en las minas del explorador del desierto José Antonio Moreno.
A mediados del siglo XIX, los changos practicaban un sistema de vida mixto, de arrieros y cateadores de nuevos yacimientos mineros, trabajadores asalariados en las minas y pescadores, desplazándose del mar a las minas y vice-versa, testimonio de la integración cultural de los grupos costeros al proceso de modernización que venía sucediendo desde la colonia. El ingeniero Ricardo Latcham Cartwright y el empleado público de aduanas Augusto Capdeville Rojas, quienes en las primeras décadas del siglo XX y en una desviación profesional, dedicaron horas a la investigación etnológica y a la arqueología de la costa del Norte Grande, cimentando las bases para la realización de futuras investigaciones en la costa de Atacama. Ricardo Latcham quien llega a Chile en 1888, inicia una de las épocas más fructíferas de la antropología chilena. Con una vasta obra y por ocasión del Congreso Científico Internacional de Buenos Aires, celebrado en julio de 1910, presentó su estudio sobre los changos en las costas de Chile, pasando revista a toda la bibliografía habida sobre el tema, desde los cronistas hasta los autores actuales que habían llevado a cabo misiones científicas. Latcham se apoya en sus recorridos tanto en las costas de las provincias de Coquimbo como de Atacama, para exponer algunas visiones ante las obras consultadas.
Augusto
Capdeville, precursor de la arqueología de Taltal en el Norte de Chile, en 1914 comienza sus trabajos en terreno con excavaciones arqueológicas en diversos yacimientos en la costa de Taltal, estableciendo la primera cronología para la costa de Chile. Los trabajos arqueológicos realizados por Capdeville, tuvieron resonancia nacional e internacional por la antigüedad de los restos arqueológicos, considerados como “paleolíticos”, hallazgos que hoy en día podemos relacionar con poblaciones poseedoras de anzuelos de concha. Por los hallazgos realizados, en 1916 es aceptado como miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, y posteriormente en 1920, como Socio-Correspondiente de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos.
En 1924, el Director del Museo Nacional de Historia Natural, Ricardo
Latcham Cartwright, participa junto a Capdeville en una de sus últimas excavaciones en Taltal. Latcham en relación a Capdeville dice: “El descubrimiento hecho en Taltal por don Augusto Capdeville es, sin duda alguna, el más importante acaecido hasta ahora en el continente en ese sentido. Es un gran conchal hallado al norte del puerto en un punto llamado Morro Colorado, las diferentes capas produjeron sucesivamente, tipos de instrumentos, en grandes números, que representan el desarrollo completo de la industria lítica desde los tipos más antiguos...”. Si analizamos la obra de Philippi, Latcham y Capdeville publicadas por nosotros en este nuevo libro de Ediciones del Desierto, bajo la mirada de las ciencias naturales y antropológicas actuales, siguen vigentes los principios básicos de sus investigaciones. Han cambiado los métodos de excavación y el trabajo de campo, en esos años no había como fechar los hallazgos arqueológicos si no fuera comparativamente. Pero a pesar de la distancia temporal, 170 años de la exploración de Philippi al despoblado de Atacama, y 100 años de los trabajos de Capdeville y Latcham, siguen siendo sus resultados y trabajos científicos consultados por los investigadores del presente.
MAR DE PISAGUA: Primer ecosistema marino protegido, clave para la investigación científica
el área Marina protegida tendrá una eXtensión aproXiMada de 73.000 hectáreas y será la priMera área de estas diMensiones en el litoral de la región de tarapacá, Marcando un hito en el cuMpliMiento del prograMa presidencial en relación al estableciMiento de una red de áreas Marinas protegidas a lo largo de la costa de chile fotos: Gentileza de Oceana
Como un gran avance en materia de conservación marina catalogó la organización Oceana la creación del área marina protegida “Mar de Pisagua”, que en enero de este año fue aprobada por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad. La zona decretada bajo esta figura de conservación corresponde a 73.500 hectáreas frente a las costas de la localidad de Pisagua, desde Punta Gorda hasta Mejillones del Norte, transformándose en la primera Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos (AMCP-MU) de la región de Tarapacá, reconocida por su gran riqueza pesquera.
“Contábamos con antecedentes científicos que apuntaban a la riqueza de esta zona”, explicó Guillermo Guzmán, Académico de la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Arturo Prat, “sin embargo, fue crucial el haber podido concretar las expediciones junto a Oceana, donde pudimos corroborar que la bahía de Pisagua es efectivamente una de las zonas más productivas del Pacífico” agregó.
Para Marcos Tobar, residente en Pisagua y creador de “Pisagua Sumergido”, la noticia les provocó una enorme alegría. “Es un gran logro, pero esto es solo el comienzo. Ahora se viene mucho trabajo para nuestra comunidad con el diseño y desarrollo de un plan de manejo que asegure un uso sustentable del área, que permita el desarrollo y protección de la pesca artesanal local y el turismo”.
La abundancia de fitoplancton, crustáceos como el krill y langostino generan condiciones perfectas para que la vida de organismos más grandes como peces, mamí- feros y aves marina prolifere, conclusiones que llevaron al Seremi de Medio Ambiente de la región de Tarapacá, Héctor Derpich, a llevar adelante las labores necesarias para que esta área marina protegida pudiera concretarse.
“Cuando conocimos la información científica que resultó de las expediciones no hubo duda en la necesidad de crear esta nueva área marina protegida en el norte grande, y pusimos en marcha un plan de protección que fue trabajado en profundidad con los pescadores artesanales a la vez que se sociabilizó con la comunidad que se vería beneficiada con el mismo”, contó la autoridad regional. La tarea la había iniciado la anterior seremi del sector, Moyra Rojas, del gobierno de Piñera.
Pesca Sustentable
La riqueza de la bahía de Pisagua resulta en una abundante pesca sustentable, por ello, desde la autoridad medio ambiental local afirman que esta nueva figura de conservación apoyará la labor de los artesanales de la zona, una de las razones por las cuales Oceana creyó importante avanzar en esta protección.
“Esta es una zona rica en recursos naturales cuyas áreas de manejo han sido correctamente administradas por los pescadores artesanales de Pisagua, razón por la que estamos frente a una figura de conservación que por primera vez se fija en proteger directamente la pesca artesanal del norte grande”, afirmó Liesbeth van der Meer, Directora Ejecutiva de Oceana Chile. En la organización de conservación marina también destacaron que esta nueva área protegida se concretará en la costa continental, lo cual es un paso importante, “Chile había avanzado enormemente en la protección de las islas oceánicas, no así en las zonas costeras, una deuda que el área marina protegida de Pisagua viene a saldar”.
Expediciones
Desde 2017, Oceana junto a la Universidad Arturo Prat realizaron cuatro expediciones científicas en la zona en donde pudieron documentar la abundante vida marina hasta los 800 metros de profundidad, encontrando una gran biomasa de distintos peces, bancos de corales junto a congrios de profundidad, mantarrayas, tiburones y cangrejos, entre muchas otras especies. Asimismo, se detectaron grandes cardúmenes de jureles y anchovetas, pesquerías de gran volumen e importancia económica para el país, además de frondosos bosques de huiro que son hogar y refugio para muchas especies, entre ellas, el pejeperro, el cual es muy difícil de registrar.
“Mar de Pisagua” protegerá además 10 especies de peces demersales, los cuales transitan entre el fondo y la superficie del mar y que frecuentan tanto las aguas costeras como del mar profundo, todas típicas del norte de Chile y del sistema de la Corriente de Humboldt. Asimismo, recursos pesqueros como la sardina y otros de importancia para la alimentación de las aves y mamíferos marinos como los langostinos, también se verán beneficiados por la nueva área marina protegida.
En las expediciones realizadas por Oceana, se identificaron más de 150 especies en el área, distribuidas en 15 especies de mamíferos marinos, 49 de aves marinas, 36 especies de peces en el sublitoral y talud, 49 especies de macroinvertebrados en el sublitoral y 26 especies de macroinvertebrados asociados a los bosques de macroalgas.
El Consejo de Ministros aprobó, además, el Santuario de la Naturaleza Valle de Cochamó. El nuevo santuario de la naturaleza se ubica en la Región de Los Lagos y destaca por sus imponentes paredes de granito, sus bosques indómitos, sus glaciares y rocas de millones de años, y su particular cultura. El área protegida se extiende por casi 11.400 hectáreas, comprende aproximadamente un tercio de la cuenca hidrográfica del río Cochamó y se encuentra emplazada dentro de los límites de la Reserva de la Biósfera denominada “Bosques Templados Lluviosos de los Andes Australes”. En ella habitan más de 50 especies de animales, entre aves, mamíferos y anfibios. Además, por sus centenarios bosques, es una zona que contiene seis de los 12 tipos forestales que posee Chile.
La ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, explicó que Chile posee ocho ecorregiones, que son áreas en que predominan pequeños ecosistemas únicos, distintos a los que hay en el resto del área marina. “Con esta decisión, el Consejo de Ministros protegió la ecorregión Humboldtiana, siendo la primera de las ocho ecorregiones de nuestro país en alcanzar este nivel de protección. Así, avanzamos la importancia dE las árEas marinas protEgidas
Las Áreas Marinas Protegidas (AMP) se establecen con el fin de proteger aquellas zonas marinas de importancia biológica que se encuentren amenazadas por actividades de origen humano. En la actualidad poseen especial relevancia ante el preocupante deterioro de los ecosistemas marinos a nivel mundial.
Existen distintos niveles o figuras de protección:
– El Parque Marino es la herramienta más estricta de todas, ya que son áreas cerradas a cualquier actividad, salvo aquellas en el compromiso de nuestras NDC de proteger, al menos, el 10% de estas áreas tan importantes por su biodiversidad y por ser ecosistemas únicos. Además, es necesario destacar que el plan de protección se elaboró junto a la comunidad local, organizaciones de pesca artesanal, universidades y autoridades”. que se autoricen con propósitos de observación, investigación o estudio en los sectores previamente determinados en su plan de administración. Todas las actividades que se realicen dentro de los parques deberán evitar la destrucción o alteración del hábitat.
El parque marino NazcaDesventuradas, creado en 2016 para resguardar las islas San Félix y San Ambrosio, no solo es el más grande de Chile, sino también del océano Pacífico Sur. Otro parque emblemático es Motu Motiro Hiva, establecido alrededor de la isla Salas y Gómez y los recientemente creados parques marinos Cabo de Hornos y Archipiélago Juan Fernández.
– La Reserva Marina resguarda los recursos marinos, con el objetivo de proteger zonas de reproducción de ciertas especies, de repoblamiento o los caladeros de pesca. La extracción de recursos en las reservas sólo podrán realizarse por períodos transitorios y si están autorizadas a través de resolución de la Subsecretaría de Pesca (Subpesca), en los sectores previamente determinados.
– El Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos (AMCP-MU), en tanto, es una herramienta de gestión para la protección, administración, mantención y restauración de los recursos naturales y culturales de las aguas marinas y costeras. A nivel mundial se usa esta herramienta para garantizar la protección de hábitats y especies vulnerables de un lugar, permitiendo además el desarrollo de actividades económicas sustentables y de bajo impacto ambiental, como la pesca artesanal y el ecoturismo. Actualmente, solo el 2,5% de los sectores costeros del país han sido resguardados.
A 115 años de la MATANZA de la SANTA MARÍA: la relevancia de la memoria y la investigación histórica
a 115 años del horror vivido en la escuela santa María, coMo historiadora Mi invitación son las preguntas, es tensionar un diálogo ciudadano para conectar un hito doloroso con la realidad presente. las respuestas no las tengo yo, sino que las podeMos construir con la historia coMo herraMienta puesta a disposición de los MoviMientos sociales, en un coMproMiso recíproco con las transForMaciones que nuestro país deManda.
El pasado 21 de diciembre, se cumplieron 115 años de la Matanza de la Escuela Santa María, sin duda uno de los eventos más dramáticos de todos los que han enlutado a este puerto. Como cada año, destaca la realización de actividades conmemorativas organizadas por: Karelia cErda castro (*) por distintos actores sociales, lo que abre ciertas preguntas respecto de la relevancia de este hito, de la memoria y de la historia. En este artículo, se invita reflexionar desde una perspectiva histórica en torno a los efectos e implicancias de la Matanza para el presente.
El conocimiento de la historia resulta fundamental para nuestra sociedad, pues nos permite mirar hacia nosotros mismos, evaluar el pasado y proyectar el futuro, por cliché que esto resulte. Especialmente, ante escenarios tan convulsos como los que atravesaron los últimos años en nuestro país, hoy más que nunca urge poder comprender los procesos sociales más allá de la inmediatez: “no fueron 30 pesos, fueron 30 años”, y más que 30 años, podemos pensar en los últimos 50 años, incluso el pasado siglo completo, en estos 115 años tras la Matanza de Santa María. El movimiento obrero clásico transitó por distintas formas de organización y de lucha, desde la colaboración solidaria de las mutuales a la radicalización de las sociedades de resistencia, desde las revueltas violentas e inorgánicas a las huelgas coordinadas y con un petitorio sistematizado, como fue el caso de la huelga que paralizó la pampa y el puerto en 1907, en donde la Sociedad Combinación Mancomunal de Obreros –y obreras- de Iquique jugó un rol clave. Este tránsito ha sido ampliamente estudiado por historiadores como Pablo Artaza, Sergio Grez, Sergio Gonzáles y Julio Pinto –entre otros-, quienes han destacado que uno de los elementos más relevantes fue la profundización de la conciencia de clase, desde ahí se comprende entonces el profundo impacto que generó la huelga y la posterior Matanza.
A 115 años del fatídico 21 de diciembre de 1907, considero que más allá de detenernos en los hechos y datos sobre la coyuntura de la Matanza, la reflexión debiese orientarse en un sentido más amplio y de largo alcance, al análisis de esta experiencia –y de la historia del movimiento obrero en general- para comprender las dinámicas de dominación y los conflictos sociales, que son los engranajes claves para comprender cómo se articularon las transformaciones del siglo XX en el plano político, social, cultural y económico. En ese sentido, la historia nos invita a pensar el pasado más allá de hechos, más allá de la Matanza aislada sobre sí misma, sino que puesta en relación con factores estructurales que la explican y la proyectan. ¿Cuáles eran las fuerzas sociales intervinientes en el conflicto? ¿Qué lógicas e intereses estaban en juego? ¿Por qué se desata la violencia de Estado? Existen elementos de continuidad a lo largo del siglo XX que podemos identificar incluso en la actualidad al intentar responder estas preguntas.
Lejos del sentido lineal y basado en hechos (como, lamentablemente, lo aprendemos en la escuela según planes de estudio anacrónicos respecto de la teoría y praxis de la historiografía actual, y muy a pesar de los esfuerzos de las nuevas generaciones de profesionales de la educación por revertir esto), la historia se trata de la comprensión de procesos. En ese sentido, pensar la Matanza es pensar –como señalé anteriormenteen las formas de dominación y, por ende, en las relaciones de poder que determinaron los conflictos de clase entre el proletariado y las élites gobernantes del periodo. El Estado chileno se construyó desde sus albores –desde aquella romántica gesta de Independencia de inicios del siglo XIX- en sintonía con los intereses de clase de las élites criollas, que en el proceso de transición capitalista encontraron resistencia de parte de un nuevo actor social en formación: la clase obrera, la cual era producto de un tipo determinado de relaciones sociales de producción, a la vez que el germen de su decadencia. Es así, que en el contexto del ciclo de grandes huelgas obreras de inicios del XX, la respuesta estatal fue continuamente el recurso de la violencia mediante sus organismos armados, por ende la Matanza de Santa María se inscribe en una lógica reactiva por parte del Estado y las élites en defensa de los intereses de la clase que lo administra, frente a un antagonista que cuestiona su legitimidad. A partir de este hecho, podemos también comprender que la figura del Estado no es monolítica, sino que tiene historicidad, es decir que se ha transformado a lo largo del tiempo según la presión y los conflictos de distintos sectores de la sociedad civil organizada: la concreción de derechos sociales nunca fue producto de la buena ocurrencia o voluntad de quienes administraban el poder político, sino de la negociación –en ocasiones cordial, en otras conflictivas, como en la coyuntura de la huelga de 1907- entre el Estado y la ciudadanía. En esa dirección, los cambios institucionales desde el Estado oligárquico hacia el Estado de Bienestar, y posteriormente su reconversión neoliberal en la década de 1980, forman parte de dinámicas relacionales de poder de larga data.
Expuesto lo anterior, pensar dicha trayectoria histórica ofrece herramientas de análisis para los conflictos del pasado reciente de nuestro país y de nuestra región, volver sobre una nueva coyuntura conflictiva como fue el Estallido Social, en donde se desplegaron mecanismos coercitivos por parte de agentes estatales que, si bien no equivalen a la crueldad operada en la Matanza de 1907, sí responden a similares lógicas y antagonismos de clase. Más allá de los posicionamientos políticos particulares, la disciplina histórica nos permite identificar estos elementos de continuidad y ruptura para interpretar el pasado y, con ello, comprender el presente.
Ahora bien, cada año conmemoramos a las y los caídos de la Matanza, rendimos sentidos homenajes litúrgicos que responden a la vigencia de un trauma social que ha marcado nuestra ciudad, una herida que ya no nos afecta directamente, pero que remite a una cicatriz en la memoria colectiva por los horrores acontecidos. ¿Cómo y por qué recordamos aquello que no hemos vivido en carne propia? ¿Cómo se ha estampado en nuestra ciudad el dolor ante el terrorismo de Estado de la masacre obrera más emblemática de inicios del siglo pasado? La conmemoración implica traer ese pasado conflictivo al presente vívido, es re-memorar y re-vivir un dolor que habita la memoria colectiva. Por ello, como sociedad que avanza y proyecta futuro debemos oponernos a la negación y al olvido, al simplismo de “dar vuelta la página, porque aquello ya pasó”, sobre todo porque no hay sobrevivientes para contar lo vivido; el recordar conmemorativamente nos vuelve ciudadanía activa por la no repetición y por la necesaria justicia, no sólo por las y los mártires de Santa María, sino por todos los otros contextos represivos del siglo XX –como Coruña y como la Dictadura Militar- y de inicios del XXI, por nuestros muertos y mutilados del Estallido.
La memoria es una operación necesaria para la reparación efectiva frente a la violencia del Estado, pero recordar no sólo implica un axioma individual de evocación, sino que es un fenómeno colectivo de traer al presente un pasado que nos interpela. Y la Historia nos permite trabajar sobre ese pasado, pues la historia es la ciencia de la memoria. La historia no es letra muerta, no es un relato esquemático y rígido basado en fechas, sino que es una operación científica de análisis del pasado que nos permite comprender, por sobre todo, nuestro presente, pues es desde allí que emanan las preguntas. A 115 años del horror vivido en la Escuela Santa María, como historiadora mi invitación son las preguntas, es tensionar un diálogo ciudadano para conectar un hito doloroso con la realidad presente. Las respuestas no las tengo yo, sino que las podemos construir con la Historia como herramienta puesta a disposición de los movimientos sociales, en un compromiso recíproco con las transformaciones que nuestro país demanda.
A 115 años de Santa María de Iquique, honor y memoria para nuestras y nuestros caídos, pero por sobre todo esperanzas de un futuro mejor, fundamentado en la memoria de sus luchas.
OASIS DE NIEBLA DE PUNTA GRUESA es declarado como “Santuario de la Naturaleza”
eran noticias esperadas, pero no por eso Menos sorprendentes: a la declaratoria de área Marina protegida del Mar de pisagua, se suMó en enero de 2023, un nuevo sitio protegido esta vez se trata del santuario de la naturaleza de punta gruesa, que -tras ingentes esFuerzos de un grupo de MedioaMbientalistas locales, encabezados por raquel punto- pudo (taMbién) transForMarse en una realidad por: andrea suarEz
Era cuestión de tiempo: el “Oasis de Niebla de Punta Gruesa” había pasado todos los filtros y todas las pruebas que lo acreditaban para adquirir esta categoría. Y la segunda semana de enero el sueño de muchos ambientalistas de Tarapacá se cumplió. Moyra Rojas Tamborino, la ex seremi del ramo, nos había adelantado la noticia poco antes de fotos: Gentileza de raquel pinto dejar el cargo: “Lo que falta es enviar un oficio al Consejo de Monumentos Nacionales para establecer todo el patrimonio arqueológico, histórico-cultural que pudiera haber. Después de eso el proyecto es llevado al comité de ministros para su aprobación. Esto debería ocurrir alrededor del mes de julio próximo”.
Pasaron, en rigor, más de 18 meses. Las nuevas autori- dades asumieron la posta en este trabajo y cumplieron lo prometido: el actual SeremiI, Hector Derpich señaló que “es prioritario otorgar protección oficial a la población de estas cactáceas que habitan en el “Oasis de Niebla de Punta Gruesa” ya que los santuarios de la naturaleza se encontrarían subrepresentados en la región, con menos del 1% si se considera la relación entre el total de la superficie regional y la superficie de los santuarios de la naturaleza declarados y menos del 8% si se considera la relación entre el total de la superficie regional y la superficie de las Áreas Protegidas declaradas en la región”.
Cact Ceas
El principal objeto de conservación del Santuario de la Naturaleza es la especie
Eulychniaiquiquensis, cactácea arborescente característica de los “ecosistemas de niebla”. Esta especie actualmente se encuentra en categoría de conservación “En Peligro” y está incluida en el plan de Recuperación, Conservación y Gestión (RECOGE) de Flora Costera del Norte, liderado por el Ministerio de Medio Ambiente. Esta es una especie propia del norte de Chile distribuida desde la región de Arica y Parinacota hasta la región de Antofagasta.
Posee características que la hacen única, de gran belleza y colorido. En la actualidad se conocen sólo doce poblaciones de iquiquensis en la costa de Tarapacá, por ello es imperioso su protección y conservación. Es necesario indicar que actualmente no existe regeneración natural de la especie en dicha población, por lo que se lleva a cabo un programa de forestación desde el 2011 en el sector de la mano de la botánica Raquel Pinto, experta que ha desarrollado un extenso trabajo de investigación en la zona.
Contra La Corriente
Raquel Pinto nos había comentado en su momento: “hacer esto es como estar contra el cambio climático. Me pregunto qué sentido tiene hacer lo que estoy haciendo, porque voy contra la corriente. Pero una vez que el cactus está grande, el mismo se transforma en un atrapanieblas y en una vecina amistosa: siempre hay alguna planta, viviendo bajo ella. La regeneración natural es casi imposible, porque para que un cactus pueda sobrevivir por sí solo se necesitan unos cinco años con episodios de lluvias continuos, y después pueden resistir cinco años de sequía, pero lamentablemente las condiciones climáticas no están”.
Por esta razón la idea de trabajar con atrapanieblas ha sido una salvación; un asistente clave en la etapa de “crianza” de las plantas. “Cuando las plantas tengan un tamaño suficiente, cuando puedan por sí solas atrapar el agua, entonces se les retirará el atrapanieblas; cuando puedan humedecer el suelo a sus pies. A los diez años, aproximadamente, cuando lleguen a medir un metro probablemente podrán seguir solas su vida. La velocidad de crecimiento va aumentando, a medida que el cactus es más grande”.
En el año 2019, se comenzó a trabajar en un plan de reforestación del área. “Ahí nos dimos cuenta, gracias al informe que nos entregó Raquel Pinto, que el ecosistema sigue muy vigente; si se reforesta tiene mucho éxito y se pueden hacer muchas otras cosas, además de rescatar la vegetación natural. Con esta información nueva, decidimos retomar los intentos por alcanzar una categoría de protección del sector”, señaló en su momento Moyra Rojas, la seremi del medio ambiente del gobierno anterior.
Factor Clave
La niebla, señala Raquel Pinto, se empieza a formar al mediodía, a los 700 metros de altitud; luego sube y baña los atrapanieblas. “Así se alimentan los cactus. Primero se fortalecen las espinas y recién a los dos años empiezan a crecer. Al instalar los atrapanieblas se ha producido una revitalización del ecosistema; ha aparecido una alfombra verde bajo cada uno de los atrapanieblas, muy bonito. Esta alfombra dura apenas, eso sí, cuatro meses (de agosto a noviembre), para después volver a seis meses de sequía. Así se mantienen los cactus; es como un sistema de auto riego natural”.
Un aspecto destacado del proyecto, agrega la botánica, es la respuesta de la vegetación a la instalación de los atrapanieblas. “Al primer año aparecieron hierbas anuales como Polyachyrus, Tetragonia,Cristaria. Al año siguiente aparecieron las plantas perennes como Solanumbrachyanterum, que duraron varios años. Y luego aparecieron las geófitas como Alstroemeria,Oxalis. Una secuencia interesante. Otras arbustivas rastreras continúan creciendo como Ephedra, GlandulariayNolanaintonsa, formando verdaderos cubre pisos”.
Ecosistema
El nuevo Santuario de la Naturaleza contempla una extensión aproximada de 29,4 hectáreas y forma parte de los ecosistemas de cordillera de costa que aloja una de las últimas poblaciones vivas del, también llamado, copao de Iquique, especie que se mantiene gracias al efecto de la neblina costera o camanchaca, que ingresa desde el mar hacia la serranía costera. Este fenómeno, además de contribuir a mantener la vege- tación presente, constituye el hábitat adecuado para la fauna circulante del desierto costero y las especies visitantes como aves rapaces, que depredan roedores, lagomorfos, reptiles y otras aves.
La declaración de santuario de la naturaleza de Punta Gruesa está en línea con los acuerdos alcanzados en diciembre de 2022 en la Conferencia de las Partes de Biodiversidad (COP15), que se realizó en Montreal, Canadá, luego de que 196 Estados se alinearon en torno a una meta que ayudará a proteger la naturaleza de la grave crisis de pérdida de especies y ecosistemas que enfrenta. Se establecieron importantes objetivos para 2030. Uno de ellos fue el acuerdo para proteger el 30% del planeta -tierra y océano- al año 2030, llamado también acuerdo 30×30, con un énfasis en las zonas de particular importancia para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. Según la evidencia científica, si contamos con al menos el 30% de protección de la naturaleza, esto podría otorgar al planeta la oportunidad de recuperarse y evitar la extinción de millones de especies.