SE
BUSCA POETA
Amalia Bautista Amalia
Bautista
licenciada
nació
en Madrid
en 1962. Es
en Ciencias de la Información
por la
espanhóis, junto a Luis Muñoz y Pablo García Casado (edición bilingue de Joaquim Manuel Magalháes,
Universidad Complutense y trabaja como redactora
Relógio
en el gabinete de prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
colaboración con Alberto Porlan (El Gaviero Ediciones,
Los poemas personal
que se incluyen en esta antología
están
tomados
de su extensa
d'agua,
Lisboa,
2004) y Pecados,
en
Almería, 2005). Han aparecido poemas suyos, entre otras, en las
obra
siguientes antologías: Una generación para Litoral
publicada: Cárcel de amor (Renacimiento, Sevilla,
(Litoral, Málaga, 1988), Poesia espanhola de agora
1988), La mujer de Lot y otros poemas (Llama de
(Relógio d'agua, Lisboa, 1997), Ellas tienen la palabra
amor viva, Málaga, 1995), Cuéntamelo otra vez (La Veleta, Granada, 1999), La casa de la niebla. Antología
(Hiperión, Madrid, 1997), Raíz de amor (Alfaguara,
(1985-2001) (Universitat de les IlIes Balears, 2002), Hilos de seda (Renacimiento, Sevilla, 2003), Estoy ausente
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(Pre- Textos, Valencia,
2004),
Trípticos
Madrid, 1999), La generación del 99 (Nobel, Oviedo, 1999), Un siglo de sonetos en español (Hiperión, 2000) y El hacha y la rosa (Renacimiento, 2001).
Sevilla,
Galatea
Vamos
hacer limpieza
general No sabía qué hacer aquella tarde.
Vamos a hacer limpieza general
Tú estabas enfadado y no querías
y vamos a tirar todas las cosas
salir. Me fui al Parque del Oeste
que no nos sirven para nada, esas
y estuve paseando mucho rato sin encontrar un alma. En el invierno
cosas que ya no utilizamos, esas otras que no hacen más que coger polvo,
casi nadie pasea por los parques.
las que evitamos encontrarnos porque
No pensé nada. Me senté en un banco
nos traen los recuerdos más amargos,
y encendí un cigarrillo. De repente un hombre joven se sentó a mi lado.
las que nos hacen daño, ocupan sitio o no quisimos nunca tener cerca.
Le miré y vi que había un solo ojo
Vamos a hacer limpieza general
en mitad de su frente, un ojo oscuro,
o, mejor todavía, una mudanza
tristísimo y brillante. Me miraba
que nos permita abandonar las cosas
como pidiendo ayuda, suplicando.
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
Ninguno de los dos dijimos nada.
dejándolas donde han estado siempre; vamos a irnos nosotros, vida mía,
Él miraba mis ojos y yo el suyo. En silencio empezó a llorar despacio,
para empezar a acumular de nuevo.
se avergonzó y se fue. Yo no hice nada por detenerle. Tú no te creíste
O vamos a prenderle fuego a todo
ni una palabra de esta historia, pero yo me lleno de angustia y de tristeza,
y a quedarnos en paz, con esa imagen de las brasas del mundo ante los ojos y con el corazón deshabitado.
aunque quiera evitarlo, si recuerdo al cíclope del Parque del Oeste.
(De Cuéntamelo otra vez)
(De Cárcel de amor) 19
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Los Qué feos son los pies de todo el mundo,
Cuéntamelo otra vez, es tan hermoso
menos los de mis hijas. Qué bonitos
que no me canso nunca de escucharlo.
son los pies de mis niñas Los mofletes
Repíteme otra vez que la pareja del cuento fue feliz hasta la muerte,
redondos y rosados de los ángeles envidian sus talones, y sus dedos,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
vistos desde la planta, diminutos,
se le ocurrió engañarla. Y no te olvides
tienen la suavidad de los guisantes. Los tienen a estrenar. Y me conmueve
se seguían besando cada noche.
de que, a pesar del tiempo y los problemas,
pensar en cada paso que aún no han dado.
Cuéntamelo mil veces, por favor: es la historia más bella que conozco.
(De Cuéntamelo otra vez)
Matar
de mediodía
Ha llegado la hora de matar al dragón,
Ni tu nombre ni el mío son gran cosa,
de acabar para siempre con el monstruo de las fauces terribles y los ojos de fuego.
sólo unas cuantas letras, un dibujo si los vemos escritos, un sonido
Hay que matar a este dragón ya todos
si alguien pronuncia juntas esas letras.
los que a su alrededor se reproducen. Por eso no comprendo muy bien lo que me pasa, Al dragón de la culpa y al dragón del espanto, al del remordimiento estéril, al del odio,
por qué tiemblo o me asombro, por qué sonrío o me impaciento,
al que devora siempre la esperanza,
por qué hago tonterías o me pongo tan triste si me salen al paso las letras de tu nombre.
al del miedo, al del frío, al de la angustia. Hay que matar también al que nos tiene aplastados de bruces contra el suelo,
Ni siquiera es preciso que te nombren a ti,
inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos.
siempre nombran la luz del mediodía, la fruta, el paraíso
Que la sangre de todos
antes de la expulsión.
inunde cada parte de esta casa hasta que nos alcance la cintura.
y cuando ese montón de monstruos sea sólo un montón de vísceras y ojos abiertos al vacío, al fin podremos trepar y encaramarnos sobre ellos, llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas, dejar que entren la luz, la lluvia, el viento y todo lo que estaba retenido detrás de los cristales.
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(De Estoy ausente)
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casita de chocolate
Extraviada, ingenua, por caminos que recorría por primera vez, me dejé seducir como una niña por aquella casita. Su tejado de chocolate, sus paredes dulces llenas de fresas, guindas y barquillos, las ventanas de azúcar transparente con los marcos de almendras y guirlache. Con los ojos y el alma empalagados, abandonada a aquel mundo de cuento, abrí la puerta de vainilla y menta sin mirar hacia arriba, Allí colgaba un bonito cartel de caramelo: "Dejad toda esperanza", (De Cuéntamelo otra vez)
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