Luis felipe noé

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Clarin.com 18/10/14 Luis Felipe Noé cumplió 81 y dice que está haciendo el mejor arte de su vida Uno de los grandes del arte argentino.El miércoles inaugura una exposición de las obras que produjo en los últimos 14 años.

Con su obra. Noé, preparando la muestra que abre el miércoles. Mercedes Pérez Bergliaffa A los 81 años, el gran pintor Luis Felipe “Yuyo” Noé sigue tan inquieto como siempre. Es un querido referente histórico de nuestro arte, integrante del grupo Nueva Figuración. Juntos, él, Ernesto Deira, Jorge De La Vega, y Rómulo Macció inventaron en los años 60 una nueva forma de pintar, un nuevo lenguaje pictórico en el mundo. Cuando realizó sus primeras instalaciones, Noé quebró el plano pictórico haciendo que la pintura se saliera de sí. Estamos hablando de hace 50 años, cuando la mayoría de los pintores pintaba sobre tela y bastidor. En vísperas de la inauguración de su nueva exposición –llamada Noé siglo XXI porque son todas obras producidas en los últimos 14 años– va y viene por el museo Fortabat –aquí será la muestra–, se mete con los montajistas, mueve un cuadro para ver si funciona el motor que tiene por detrás, endereza otro, chequea las luces, ve cómo pegan sobre las pinturas, mira los bastidores, piensa en los epígrafes… Son las 7 de la tarde, cae el sol sobre Puerto Madero y, como casi todos son vidrios en esta construcción, la luz nos rodea y es especial. Yuyo hace un stop en los giros huracanados de sus movimientos, respira cinco minutos, se silencia,


mira alrededor y, por fin, dice simplemente: “Qué lindo que está el cielo…” Saca una pequeña cámara de fotos del bolsillo (el nuevo chiche que lleva a todos lados) y ¡click!, quedó el registro del peso de las nubes violáceas. Logro detenerlo de la Yuyo-vorágine: nos sentamos en un café. Me cuenta sobre la muestra. Me cuenta sobre su vida. Siempre es un gran placer escucharlo: es un artista exquisito, no sólo con las líneas y los colores, sino con las palabras. Yuyo es cuidadoso, discreto, atento a las obras, a la producción teórica y al otro: esto es muy poco común. Un artista que piensa y reflexiona sobre su quehacer y también sobre el mundo. Un artista lúcido que, tras muchas décadas de estar metido en el sistema del arte y de la vida, ya está de vuelta de todo. Esta sabiduría es impagable, única. “Mucha gente me sitúa en ciertos lugares, como si una persona fuera nada más que la partida de nacimiento”, dice Yuyo. “Me sitúan nada más que en los años 60. Pero yo creo que la obra que hago en este siglo es lo mejor que he hecho en mi vida”, tira, desafiante. –¿Por qué? –Porque es una síntesis de experiencias y de libertad. Antes necesitaba romper con cosas. Ahora no necesito romper con NADA. Me siento libre, lleno de experiencias, y… -Y al que le gusta le gusta, y al que no... -Y, sí. Tengo 81 años y haber hecho esta obra última, la de Oxímorones, creo, una demostración de que esos 81 años están bien disimulados (sonríe, divertido). -¿Cuál piensa que fue, a lo largo de su vida, su interés permanente? –Mi interés siempre fue el caos. Ese fue y es siempre mi tema. Como muchas veces digo, un artista toma un tren y siempre está en lo mismo, en el mismo tren, pero el tren va cambiando y tiene distintos paisajes y distintas etapas. En mi evolución hasta hubo un período de descarrilamiento, un período en que dejé de hacer obra. En ese momento estuve haciendo instalaciones y luego, cuando retomé la pintura, retomé el plano pero no las instalaciones. Hacia fines del siglo pasado, el XX, hice una nueva instalación. Y en el 2000, cuando comienzo esta serie que muestro en el Fortabat ahora, hago una nueva instalación, Reflexiones. Contexto y fuera de contexto, que tiene mucho que ver con una que hice en el 65-66. Esa es una instalación autobiográfica, tiene una referencia muy fuerte a mi pasado. –Pero aun cuando piense sobre el caos, creo que su gran tema siempre fue, en definitiva, la pintura. –Sí (contesta con un “sí” grave y se pone completamente serio). Mi tema es la pintura. Sí. Mi tema ES la pintura (ratifica). Y creo que en la actualidad la pintura ensanchó sus límites. -¿Cómo es esto de que la pintura ensanchó sus límites? -Bueno, recuerdo una exposición que organicé que se llamó Pintura sin pintura. Invité artistas como León Ferrari, Marcos López, hasta a Horacio Zabala y Gustavo Romano porque sus composiciones, sus obras, las veía como pintura, algunas hasta como pinturas móviles. La pintura amplió sus límites. Ya Baudelaire, en el siglo XIX, decía: “El pintor puede pintar con lo que quiera, hasta con cuellos duros”. Eso ahora se amplió. El problema no es el material, no es el


resultado de un procedimiento sino que la pintura es un conjunto de problemas, una imagen compleja. A diferencia de la escultura que tiene siempre algo de totémica, la pintura es una complejidad, tiene mucho que ver con una manera de ver el mundo. -¿Cómo se relaciona la pintura con el mundo? -A través de interrelaciones muy complejas. Y eso es lo que me interesa de la pintura en tanto imagen. Esto está por encima de los procedimientos. Ahora, mi pintura apela a los procedimientos tradicionales; pero mi visión de la pintura no la ato. Creo en el strip-tease de la pintura, una pintura con cada vez menos y menos: una pintura pensándose. Separándose de su propio lenguaje y uniéndose más a su prima hermana, la música, a sus mecánicas abstractas. -Esa gran instalación que se expondrá en el Fortabat, “Reflexiones. Contexto y fuera de contexto”, sintetiza muchas cosas de su vida. Cuando la hizo, hace 15 años, tenía unos 65. Es una reflexión no sólo acerca del arte y de su obra, sino también de su experiencia vital y personal. -Bueno, esta muestra se relaciona también con experiencias personales: por ejemplo, tuve a comienzos de los 2000 un accidente, que al final me vino bien. -¿Por qué le vino bien el accidente? -Me caí en Francia (donde viven sus hijos, Gaspar, cineasta, y Paula, pintora, y donde Yuyo se exilió en 1976 junto a su familia). Me rompí un tendón. En síntesis: sólo puedo levantar el brazo derecho hasta cierta altura. Por lo que me cuesta hacer obras verticales. Por eso tiendo a trabajar de manera horizontal. Y así desarrollé cada vez más una cosa que siempre me interesó, que es la tensión entre el dibujo mismo y la pintura. El dibujo, la línea que no se cierra, que vibra junto al color. Eso es una cosa que retomé y reforcé mucho más en este siglo, a pesar de que en el 75 ya la había sondeado. Esa es la característica común que tienen mis obras del siglo XXI: de lejos parecen manchas abstractas pero de cerca están plenas de figuras y cosas. -En esta muestra aparecen trabajos de su hija Paula. El año pasado hizo la exposición “Noé 3D” junto a su hijo Gaspar (cineasta) y Paula. La presencia de su familia no se da en sus pinturas sino con ellos presentes directamente: Paula, Gaspar, su mujer Nora cuando vivía (falleció hace dos años). -A Nora la extraño. Estuve 55 años casado con ella. Gravitó muchísimo en mi vida. La conocí cuando era muy joven, ella era un par de años más grande que yo, y la verdad, yo estaba colgado de la palmera. Y ella en cierto modo me hizo como persona… Gravitó muchísimo.Las obras de Yuyo son inmensas, coloridas, expansivas, ingeniosas. Vuelvo a esa inmensa instalación autobiográfica, con texto de Johann Winckelmann y propios. Tienen gracias, son íntimos, reflexivos y graciosos. En una cinta está escrito, a pura fibra: “Nací cuando Hitler accedió al poder, en 1933. Y moriré –¿cuándo?aun con ilusiones”.


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