2012 Julio

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Kofi Annan es el enviado especial a Siria del secretario general de la onu , Ban Ki-Moon. El propio Annan encabezó las Naciones Unidas de 1997 a 2006.

El rostro del fracaso

La amenaza del genocidio pende sobre los sirios, mientras la onu, representada por Kofi Annan, ve pasmada cómo se repiten sus errores en Bosnia y

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Ruanda. Por Témoris Grecko adie en la familia de Rasha Abdul Razaq, una niña de 11 años, pudo dormir en la noche del 25 al 26 de mayo de 2012. La mayoría no volvería a descansar. A partir de las 3 pm, desde carros de artillería que ellos no podían ver, los soldados del ejército habían estado disparando morteros que caían sobre los coches y las casas, despedazando a los habitantes de la pequeña aldea de Taldou, localizada en la central provincia siria de Homs. La familia de Rasha se escondió, rezando para que el techo no estallara y se desplomara. Los niños y las mujeres lloraban. El bombardeo terminó pasada la media noche. Luego vino lo peor: los tanques de combate se aproximaron, arrojando fuego, y varias camionetas pick up trajeron a hombres armados, algunos con uniforme militar y otros vestidos de civil. Gritos brutalmente silenciados se empezaron a escuchar en los alrededores. Todos se abrazaban, temblando de miedo, hasta que los agresores entraron en la casa, apuntando con los rifles automáticos. Los recuerdos de Rasha transmiten el horror. Los extraños les dijeron: “¡Saquen todo, lo que sea que escondan!”. No aceptaron la respuesta de que no ocultaban nada. “Nos metieron a un cuarto”, dice Rasha, “golpearon a mi padre con la culata de un arma y le dieron un tiro justo en el mentón”. Aterrorizados por un tipo que disparaba al techo, “nos escondimos detrás de mi madre. Entonces abrieron fuego contra nosotros. Cuando todos habíamos caído, saltaron sobre nuestros cuerpos y uno de ellos le pedía a otro que se asegurara de que todos estábamos muertos. Después salieron a la calle y empezaron a disparar al aire”. Eran ocho hermanos con sus padres, una cuñada de Rasha con su hijo, una tía con dos hijas, la esposa de su tío con su hija y una vecina con tres niños. De esas 21 personas, sólo

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Protegidos por el respaldo de Rusia en el Consejo de Seguridad de la onu, el presidente sirio Bashar al Assad y sus asociados sienten que pueden proseguir la matanza con impunidad. Ya son 10 mil los muertos desde marzo de 2011. sobrevivieron Rasha, su madre, una hermana y una bebé de un mes; todas fueron heridas y las dieron por muertas. “Había cien casas en el barrio, mataron a todos los que había adentro”, solloza la niña siria. “Entraron en las casas de la gente y mataron a todos”. Éste y otros testimonios fueron recogidos por observadores de la onu, que certificaron que los habitantes de la aldea eran musulmanes de la secta suní, y que los asesinos fueron soldados del ejército y milicianos musulmanes de la secta alauí que viven en las aldeas de Foulah y Qabouh, ubicadas a 700 metros de Taldou. Hubo 108 muertos, de los que 49 eran niños. Masacrados sin justificación alguna. Pese al escándalo mundial, el régimen del presidente Bashar al Assad demostró pocos días después que le importan tan poco las vidas de sus compatriotas como lo que pueda hacer la onu: el 6 de junio aplicó la misma táctica de bombardeo seguido de un ataque a pie, casa por casa, en la aldea de Qubeir, al norte de la ciudad rebelde de Hama, para eliminar a 78 de los 130 habitantes (los demás lograron huir). Protegidos por el respaldo de Rusia en el Consejo de Seguridad de la onu, Assad y sus asociados sienten que pueden proseguir la matanza con impunidad. Los cálculos de víctimas desde el principio de las manifestaciones de protesta, en marzo de 2011, alcanzan los 10 mil. Al Assad sigue fielmente el ejemplo que le dio su difunto padre, Hafez, en Hama en 1982, cuando masacró a 20 mil personas, pese a lo cual siguió gobernando. El hecho de que los enviados de la onu en Siria no sean militares cambia en poco lo que parece la repetición de una novela trágica: otra vez se cometió una masacre casi frente a los ojos de personal de paz del organismo internacional que, nuevamente, fue incapaz de intervenir. Como en Ruanda, en 1994. Y como en Bosnia, en 1995. En ambas ocasiones, pese a los esfuerzos diplomáticos del ex secretario general de la onu, Kofi Annan. Tras el relativo éxito alcanzado en Libia, con las operaciones aéreas que fueron determinantes para la derrota del tirano Muamar el Gadafi, la onu parece haber recaído en su ineficacia acostumbrada. La imagen de cada niño muerto provoca que muchos se hagan la misma pregunta: ¿para qué sirve un organismo mundial que no consigue acabar con la violencia? 122

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“DEBERÍA HABER HECHO MÁS”

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partir del 6 de abril de 1994, y durante cien enloquecidos días, el gobierno hutu de Ruanda, su ejército y sus milicias se dieron a la tarea de exterminar a la población tutsi del país y a los hutus que no estuvieran de acuerdo con ellos. Se calcula que mataron entre 800 mil y un millón 171 mil personas: esto equivale a alrededor de diez mil asesinatos diarios. Fue un genocidio anunciado a quienes estaban en la cúpula de la onu en aquel momento: el secretario general, Boutros Boutros Ghali, el subsecretario de operaciones de paz, Kofi Annan, y el consejero militar, general Maurice Baril. Los informó el general canadiense Roméo Dallaire, comandante de la misión de paz de la onu en Ruanda (unamir), en un fax que envió tres meses antes de la masacre. Es un documento escalofriante por la abundancia de detalles y la claridad sobre los objetivos de los conspiradores: da cuenta de que un “político muy muy importante” y un “informante” a cargo de operaciones de las milicias hutus, explicaron con detalle el plan para provocar incidentes violentos donde murieran cascos azules belgas, de manera que Bélgica los retirara y unamir perdiera así la columna vertebral de sus fuerzas. Dieron cuenta además del entrenamiento de milicias armadas, de la identificación y localización de ruandeses de origen tutsi para encontrarlos rápidamente al iniciar la masacre, y del arribo de cargamentos de armas que fueron colocadas en arsenales clandestinos. “El ejemplo [que da el informante] es que su personal podría matar a mil tutsis en veinte minutos”, escribió Dallaire, quien advirtió además que la ofensiva hutu podía empezar en cualquier momento y, dada la urgencia, aseguró que “nuestra intención es actuar dentro de las siguientes 24 horas” para intervenir el armamento. Al firmar la misiva, añadió en francés: “Donde hay voluntad, hay un camino. ¡Vamos!”. La respuesta fue anticlimática: sus superiores le ordenaron mantenerse a distancia de lo que pudiera ocurrir e informar al gobierno ruandés sobre el arsenal, a pesar de que eran sus funcionarios quienes estaban planeando la ofensiva. El argumento fue que el mandato de unamir (las órdenes que le había dado el Consejo de Seguridad) establecía

que los cascos azules no podían hacer nada más allá de la legítima defensa. Y no había esperanzas de que el Consejo aprobara una extensión de las facultades de la misión de paz, gracias a que Francia, uno de sus cinco miembros permanentes, estaba utilizando su derecho de veto para proteger al gobierno hutu. En lugar de eso, la onu redujo el contingente de cascos azules. Y como el plan hutu funcionó tal como Dallaire había advertido (diez soldados belgas fueron asesinados al comenzar el genocidio, el 6 de abril), Bruselas retiró al resto de sus militares. De esta forma, de los 2 mil 500 hombres que unamir tenía a fines de 1993, sólo le quedaron 270 para enfrentar una de las peores matanzas del siglo xx. Una vez que inició la ofensiva hutu, Dallaire recibió órdenes de replegarse a Kigali, la capital. Pero las rompió: mantuvo a sus hombres protegiendo sitios donde había tutsis refugiados; se estima que salvó las vidas de 32 mil personas, aunque murieron tres de sus cascos azules. Francia sostuvo el veto en el Consejo de Seguridad hasta que fue claro que el gobierno hutu estaba siendo derrotado por los guerrilleros tutsis del Frente Patriótico Ruandés, que actuaban desde sus bases en la cordillera de los volcanes Virunga. Fue entonces cuando París pidió imponer medidas de paz urgentemente y lanzó su Operación Turquesa (a la que se opuso Dallaire), supuestamente para proteger a la población civil. Las intenciones eran otras: periodistas franceses han demostrado que las fuerzas de su país hicieron fuego algunas veces en contra de los tutsis y protegieron a los milicianos hutus en su escape hacia el vecino Zaire (hoy República Democrática del Congo), donde a su vez provocaron conflictos que perduran hasta hoy y que han dejado el mayor número de muertes desde la Segunda Guerra Mundial: entre cinco y siete millones de víctimas.

En su libro Shake Hands with the Devil: The Failure of Humanity in Rwanda (2003), Dallaire critica a Kofi Annan por haber actuado “pasivamente”ante el genocidio inminente, por haber detenido a unamir en su intención de intervenir el armamento, e incluso por haber dejado sin respuesta numerosos faxes en los que Dallaire solicitaba permiso para actuar en defensa de los tutsis. En el Memorial del Genocidio en Kigali, una pared está dedicada a la negligencia de la comunidad durante cien días de matanza, y destaca el reconocimiento que hizo Annan de su propio fracaso al cumplirse una década de la tragedia en 2004: “Podría y debería haber hecho más para dar la señal de alarma y conseguir apoyo”.

“FRACASAMOS EN HACER LO NUESTRO”

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n año después de la tragedia de Ruanda, la onu volvió a fracasar entre estrépito y sangre en la ciudad de Srebrenica, en Bosnia-Herzegovina. Aquí volvieron a pesar los vetos en el Consejo de Seguridad —el de Rusia, que respaldaba a los serbios y serbobosnios—, y además influyó decisivamente una equivocada actitud política de “neutralidad” del organismo ante las partes contendientes, como se admitiría en un informe oficial cinco años más tarde. De nueva cuenta fue un genocidio anunciado. Srebrenica era una población de 40 mil bosnios musulmanes rodeada de territorio de los serbobosnios (de religión cristiana ortodoxa), cuyos líderes querían consolidar su dominio sobre la zona expulsando a los musulmanes. Ante la amenaza de limpieza étnica, en plena guerra de Bosnia (1992-95), la onu decidió declarar Srebrenica “zona segura” para la población civil en 1993. Sin embargo, jamás proveyó ni el número de hombres necesario Familiares velan a un niño asesinado en su casa por el ejército sirio en mayo de 2012. Se han registrado unas 10 mil muertes en el país desde marzo de 2011.

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Desde la izquierda: Kofi Annan, el secretario general de la onu Ban KiMoon y Nabil El-Araby, secretario general de la Liga Árabe, durante una conferencia de prensa.

para protegerla, ni los recursos para aprovisionarla de alimentos y combustible. Eventualmente, ante el bloqueo impuesto por los serbobosnios, los habitantes empezaron a morir de hambre y los cascos azules de la onu tuvieron que dejar de usar sus vehículos y patrullar a pie. Eran 110 soldados holandeses, incapaces de enfrentar la ofensiva de miles de serbobosnios que empezó el 6 de julio de 1995. Tras conquistar la ciudad y sus alrededores, los atacantes separaron a los hombres de las mujeres, niños y ancianos: a este último grupo lo enviaron a la parte musulmana de Bosnia, en tanto que siete mil 800 hombres de entre 15 y 65 años (hubo también más jóvenes y más viejos) fueron despojados de sus pertenencias, atados, vendados de los ojos y asesinados a sangre fría. Muchos fueron enterrados vivos. Abundan los testimonios de violaciones tumultuarias, de embarazadas a las que les abrieron el vientre para arrancarles los fetos, de bebés que fueron degollados para que dejaran de llorar, de hombres a los que les arrancaron los ojos y enviaron a buscar a sus compañeros, para obligarlos a entregarse. Todo, en una zona legalmente protegida por la onu. El organismo reconoció su responsabilidad en un informe dado a conocer el 15 de noviembre de 1999. “La tragedia de Srebrenica pesará sobre nuestra historia para siempre”, dice la última línea. El mayor problema radicó en que, pese a que el Consejo de Seguridad creó varias “zonas seguras” (seis, incluida Sarajevo), los miembros del Consejo de Seguridad se rehusaron a autorizar el envío de tropas suficientes para protegerlas. El entonces secretario general, Boutros Boutros-Ghali, y su subsecretario de operaciones de paz, 124

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Kofi Annan, habían pedido 34 mil hombres, pero sólo les dieron la quinta parte, siete mil cuatrocientos. En la hora del combate, según el reporte de la onu, el comandante holandés pidió apoyo aéreo en varias ocasiones, pero no le hicieron caso hasta que, finalmente, dos aviones aparecieron para soltar una bomba cada uno, y se fueron. El propio gobierno holandés se opuso a estos ataques aéreos, por temor de que sus soldados fueran secuestrados. El informe también culpa a los comandantes francés y británico que comandaban las tropas de la onu por su lentitud en pedir apoyo de la otan. Boutros-Ghali y Annan, además, comparten la responsabilidad por el enfoque que guió las decisiones políticas que impusieron sobre los criterios militares: “Debido a errores, juicios equivocados y la incapacidad para reconocer la dimensión del mal que enfrentábamos, fracasamos en hacer lo nuestro para salvar a la gente de Srebrenica de la campaña serbia de asesinatos masivos”, dice el documento de la onu. “Estos errores tienen origen en parte en una filosofía de neutralidad y de no violencia totalmente inadecuada para el conflicto en Bosnia. [...] La lección cardinal de Srebrenica es que un intento deliberado y sistemático de aterrorizar, expulsar o asesinar a un pueblo entero debe ser confrontado con todos los medios necesarios”.

La situación geográfica de Taldou recuerda la de Srebrenica: es una aldea suní que está rodeada en tres frentes por poblaciones alauíes: Foulah, Qabou, Shenya y Sharqliah. Según los sobrevivientes, algunos de los agresores provenían de Foulah y Qabouh. Se conocían de toda la vida. “¡Somos vecinos, no tenemos terroristas aquí!”, recuerda haber exclamado la madre de la niña Rasha Abdul Razaq. “¡Ustedes son los terroristas!”, le respondieron. La masacre es una más de las señales de que la guerra en Siria ha adquirido un carácter sectario: el presidente Assad y la cúpula del poder pertenecen a la minoría alauí (15 por ciento de la población), en tanto que la oposición se nutre de la mayoría suní (75 por ciento). Al principio de las protestas, esto era diferente y muchos alauíes se manifestaron contra el régimen. Assad usó el argumento del miedo, sin embargo, para obligar a sus correligionarios a cerrar filas en torno a él. Los ataques de alauíes contra suníes, y las venganzas de estos últimos, muchas veces contra inocentes, terminaron de dividir a los sirios.

“QUE DIOS COBRE VENGANZA”

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las 2 pm del 8 de junio, un grupo de observadores de la onu se aproximaba a la aldea de Qubeir, donde dos días antes se había registrado una segunda masacre de civiles (los reportes indicaban que habían asesinado a 78 de los 130 habitantes). En la jornada anterior, unidades del ejército les habían impedido pasar, y tiradores que no pudieron ver los habían atacado. Esta vez, las masacres de Taldou y de Qubeir no tuvieron lugar cerca de destacamentos de los cascos azules de la onu, en vista de que Rusia ha vetado los esfuerzos por conseguir que el Consejo de Seguridad emita resoluciones significativas sobre el conflicto sirio. Lo único que había logrado pasar el cerco de Moscú y su aliado, Beijing, era un plan de pacificación impulsado por Kofi Annan —en su calidad de enviado especial del secretario general de la onu, Ban Ki-moon—, que preveía un alto al fuego monitoreado por 300 observadores del organismo internacional. Paul Danahar, un periodista de la bbc, iba con algunos de ellos rumbo a Qubeir, tuiteando (@pdanahar) a medida que avanzaban. Los mensajes de 140 caracteres con los que transmitió al mundo lo que iban descubriendo pasarán a la historia del horror instantáneo y en directo:

Un niño de 11 años, sobrevivente de la masacre de Taldou, en Siria, contó: “Un hombre calvo le disparó con una metralleta [a su madre] de la cintura para abajo. Luego mató a mi hermanita Rasha... tenía cinco años”.

“USTEDES SON LOS TERRORISTAS”

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identidad se mantiene en reserva. “Algunos de ellos vestían ropas de civil; otros, ropas del ejército”. “Dispararon cinco balas a través de la puerta de nuestra casa. Dijeron que querían a Aref y a Shawki, mi padre y mi hermano, y a Abu Haidar, mi tío. Mi madre les gritó, preguntándoles qué querían con ellos. Un hombre calvo le disparó con una metralleta, del cuello hacia abajo. Luego mató a mi hermanita, Rasha… tenía cinco años. Y le dieron a mi hermano Nader en la cabeza y la espalda. Vi su alma abandonar el cuerpo frente a mí”. “Entonces me dispararon, pero la bala pasó a un lado y no me dio. Estaba temblando tanto que pensé que se darían cuenta. Me embadurné la cara con sangre para que pensaran que estaba muerto”. Los agresores registraron la casa y se llevaron tres televisores y una computadora. Al salir, encontraron a los tres hombres que buscaban, quienes venían corriendo alertados por la noticia del ataque a su casa. “Les dispararon a mi padre y a mi tío”, continúa el niño. “Y entonces vieron a Aref, mi hermano mayor. Le dispararon también”. Según el testimonio de Akrama Bakour, del rebelde Ejército Sirio Libre, hubo dos masacres: una a las 2:30 pm del viernes 25 de mayo en la carretera Sadd, y la segunda empezó a las 11 pm en la entrada principal de Taldou, a la vista del puesto de seguridad militar. Primero encontraron a un pastor y a su nuera, y les dispararon. La joven recibió tiros en el muslo y el vientre, pero sobrevivió. “Después entraron en la casa de Samir Abdul Razaq, a quien mataron junto a sus cuatro hijos, a su nuera embarazada con su hijo, y a su hermana, cuya hija sobrevivió con dos tiros. Su esposa se desmayó por los golpes y también vive. Pero otros cuatro niños, hijos de Fadi al Kurdi, están entre las víctimas”. “La siguiente casa en la que entraron era la de Qutayba Abdul Razaq, quien sobrevivió con su hija de un año, herida, pero perdió a su esposa y cinco de sus niños. A todos les dispararon con escopetas. Los reunieron en un cuarto y tiraron contra ellos. Además hubo un niño al que le arrancaron el cuero cabelludo con un cuchillo”. El recuento que hace Bakour se vuelve monótono a pesar de su dramatismo. En la tercera casa asesinaron a esta familia, en la cuarta no sobrevivió nadie, en la quinta tampoco, en la de Abdul Rahman Abdul Razaq “masacraron a 27 personas en la misma habitación”.

ran las 3 am del 26 de mayo de 2012. “Salieron de los tanques y tenían pistolas y puñales”, recuerda un niño de once años, habitante de Taldou, cuya foto: getty images

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• Estoy en las afueras de Qubeir #Siria donde la masacre del miércoles tuvo lugar. La onu ha enviado un equipo de avanzada para valorar la situación de seguridad •La aldea donde matanza tuvo lugar es tan sólo algunos edificios de una sola planta en medio de dorados campos de trigo • Pero la belleza de esta tierra esconde un creciente conflicto sectario que parece estarse saliendo de control en #Siria • Aquí estamos. Frente a una construcción incendiada está el cadáver de un burro adentro de los edificios está destrozado. La onu no ha encontrado gente aún • Frente a mí hay un pedazo de cerebro, en la esquina hay una masa de sangre coagulada. Esto es una casa en Qubeir #Siria • La más grande de dos casas en la cima de la colina en Qubeir ha sido destrozada por el fuego. La peste de carne quemada sigue siendo fuerte • Las moscas encontraron la evidencia de la masacre de Qubeir antes de que llegara la onu. Ellas zumbaron y volaron alrededor de lo que quedaba de aquella pequeña comunidad • La primera casa había sido destrozada por el fuego pero el denso hedor a carne quemada todavía flotaba en el aire. La escena en la siguiente casa era aún peor •La sangre hacía charcos en la habitación. Pedazos de carne yacían entre los objetos dispersos •Destrozar a la gente no satisfizo la sed de sangre de los atacantes, así que mataron al ganado también. Sus cadáveres se pudrían al sol •Las únicas pistas de a dónde podrían haber ido los cuerpos de la gente están marcadas en el camino. La onu dice que son huellas de vehículos militares • Quien quiera que haya hecho esto puede haber actuado con violencia insensata, pero los intentos de cubrir los detalles de la atrocidad son calculados #Siria En su primera y escalofriante llamada a la radio de la bbc (escúchala en http://bit.ly/danahar), Danahar ofrece más detalles, como que “alguien trató de limpiar la sangre coagulada y de plano renunció a la mitad”, “hay un mantel frente a mí con flores de un lado y pedazos de carne y sangre del otro”, “quien quiera que haya hecho esto llevaba a cabo una política de tierra arrasada. No eran sólo seres humanos, eran carniceros”. La oposición siria subió ese mismo día a YouTube el testimonio de una mujer de Qubeir en video (http://youtu.be/wHPEVZjJ9L8 ). Ella cuenta que había unas treinta personas en su granja cuando los shabiha (“fantasmas”, como se conoce a la milicia pro gubernamental) llegaron en tres autobuses, apoyados por un tanque de combate, y bombardearon las casas antes de atacarlas a pie. “Asesinaron a los niños con puñales. Rodearon a los viejos y los acuchillaron. [...] Quemaron a las familias cuando estaban en sus hogares. Quemaron a algunas de nuestras mujeres y les cortaron los pies. Sólo sé de dos mujeres y tres hombres que sobrevivieron [...]. Arrojaron dos bombas contra nuestra casa. Cuando los shabiha se fueron, empecé a gritar ‘¡por favor, abran la puerta, moriremos 126

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pronto!’. Dos hombres patearon la puerta y entraron. Les rogué que me dejaran salir a respirar. Ellos dijeron: ‘No tienes permitido salir, quédate en casa’. Les dije: ‘Quiero escapar con mis hijos’. El hombre dijo: ‘¿A dónde quieres ir?’. Mi nuera, mis dos hijas y algunos niños estaban conmigo. Los shabiha quemaron a dos de mis hijas tras matarlas con cuchillos. El ejército vino con los shabiha en un tanque. Que dios cobre venganza en Bashar al Assad”.

ocurrida en Libia], no va a tener lugar”, dice Maurice Makhlouf, catedrático de relaciones internacionales de la American University of Beirut. “Plantea el tema que quieras, como zonas de exclusión aérea, zonas seguras como la de Srebrenica, corredores humanitarios… todos requieren una intervención militar de la que nadie se quiere hacer cargo, y Assad lo sabe, por eso siente que puede masacrar impunemente”. Lamentablemente, la limitada intervención actual de la onu parece perjudicar, antes que ayudar a las víctimas. En Ruanda y en Srebrenica, la presencia de los cascos azules generó la percepción de que el organismo internacional sería capaz de evitar la locura genocida y debilitó los argumentos de quienes pedían más acciones. Ahora, “el plan que Annan cocinó con Assad a fines de marzo es otra burbuja de jabón”, escribió Philip Gourevitch (el periodista estadounidense que dio a conocer la respuesta de la onu al general Dallaire cuando éste pedía refuerzos en Ruanda), en el blog News Desk de la revista The New Yorker (29 de mayo). “Los observadores militares de la onu que se supone que deben monitorear [el cese al fuego] sirven para nada; o peor que eso: cuando empezó la carnicería en Houla, el régimen les dijo a los monitores de la onu que se mantuvieran lejos, y ellos lo hicieron, lo cual trajo malos recuerdos [...] de las falsas promesas de protección que fueron hechas a la gente de Bosnia y Ruanda”. “¿Y a quién se le ocurrió que Assad iba a aceptar negociar su salida con Kofi Annan, si tiene la impresión de que puede salirse con la suya?”, cuestiona Makhlouf.

“LA IRONÍA ES QUE NO HAY DIFERENCIA”

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a pregunta es: ¿se aprendieron las lecciones de Ruanda y Srebrenica? En Siria, las matanzas de Houla y Al Qubeir representan una escalada, no sólo por la cantidad de muertes, sino también por la saña en los asesinatos. Hubo menos de 200 víctimas, lo que para algunos parece poco en comparación con las ocho mil de Srebrenica y el millón de Ruanda. Los crímenes masivos en esos conflictos, sin embargo, no fueron eventos aislados, impredecibles, sin antecedentes. La insidia de los colonialistas belgas, después azuzada por los franceses, provocó un estado de odio en Ruanda que se expresó en varias matanzas de tutsis a manos de hutus, y en el exilio de miles de tutsis para salvar sus vidas. La ofensiva serbobosnia contra Srebrenica también estuvo precedida de varias masacres. Fueron genocidios muy anunciados. Como el que podríamos ver en Siria, un país donde el gobierno está perdiendo los límites. La onu estima que ya son 10 mil muertos en 15 meses de conflicto. Y pesa ominoso el antecedente de la masacre de Hama en 1982, una gesta sangrienta llevada a cabo por Hafez al Assad, padre de Bashar: para enfrentar una rebelión del grupo Hermanos Musulmanes, Hafez decidió eliminar a toda la población. En un país de fascinantes ciudades milenarias, Hama destaca porque no tiene casco antiguo: fue arrasado por la artillería que, durante un mes, del 2 al 28 de febrero de aquel año, lo bombardeó sin pausa. El Comité Sirio de Derechos Humanos estima que hubo 40 mil víctimas. El periodista Robert Fisk pone la cifra en 20 mil. Las noticias de la matanza en Taldou levantaron una ola de indignación que hizo pensar a algunos diplomáticos y observadores que se trataba de un evento “cambia-juego” (game changer), de una situación que obligaría a Rusia a reconsiderar su apoyo a Siria y rompería el estancamiento en el Consejo de Seguridad. Falsas expectativas. Incluso tras la masacre de Qubeir, los rusos se hicieron eco de la postura oficial del gobierno sirio de que los culpables eran “terroristas”, y mientras Paul Danahar describía el horror, el Ministerio de Exteriores (@mfa_ Russia) en Moscú saltó a Twitter a asegurar que “la tragedia de #Houla es resultado de la financiación continua de grupos militantes” (otra forma de llamarlos terroristas) e insistir en que “Rusia sigue apoyando la soberanía siria y la reconciliación política de la crisis (sic), y oponiéndose a la interferencia externa en #Siria”. Más grave es que, aun si Rusia cambiara de posición, “una intervención de la otan con apoyo árabe [como la

La reputación de Annan como mediador está en juego y se discute abiertamente en grandes medios internacionales. Se le reconocen éxitos diplomáticos como impedir que estallaran varios conflictos en África, así como haber detenido la guerra civil en Kenia en 2008. Las víctimas de Ruanda y Srebrenica, sin embargo, planean sobre su cabeza. “Annan es también conocido por haber pasado por algunos tropiezos espectaculares”, señaló The New York Times en un reportaje del 29 de mayo pasado. Conserve o no su prestigio, en realidad Annan encarna las dificultades de la onu para llevar a cabo su objetivo de asegurar la paz, así como compromisos específicos como el de pacificar Siria. Tiene un sistema entorpecido por vetos sistemáticos, como los que han ejercido Rusia y Francia en los casos mencionados, y también Estados Unidos, China y Gran Bretaña en otros asuntos de importancia. No se busca resolver ese problema. Al contrario: cuando se habla de reforma de la onu, otros países expresan su demanda de sumarse a las naciones con derecho a veto. Nada que ayude a democratizar el Consejo de Seguridad ni, mucho menos, a hacerlo más eficaz. “La grandísima ironía es que el mundo sabe mucho sobre lo que está pasando en Siria”, reflexiona el bloguero sirio Omar Gazawi, “no les hace falta más que entrar en YouTube o en Twitter para enterarse. Nadie puede decir que no sabe lo que ocurre, como hicieron cuando Hafez al Assad masacró a los habitantes de Hama en 1982. Lo lamentable es que resulta que saber lo que pasa da igual. No hay diferencia”.

Ali Katab, de 14 años, muestra las heridas que presuntamente le fueron hechas durante una masacre perpetrada el 14 de mayo por el ejército en Siria.

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