Preparación Una hora antes del encuentro
Oración 10 minutos
Mirar nuestro corazón 10 minutos
Escuchar la Palabra 20 minutos
Del dicho al hecho 15 minutos
Celebrar 5 min
* Colocar diferentes llaves alrededor de un corazón, sobre el cual se colocará una llave. Si se realiza la oración del vaso del Anexo 1, buscar los elementos mencionados. Mantener los afiches del 1-D. Copiar el Magníficat en un pedazo de papel no muy grande. -Iniciar con un canto cordimariano. Luego se enciende la luz que debe estar en el centro del grupo, cerca del corazón con la llave. -Se procede a leer el texto de Lc 2,15-19 (énfasis en v 19). -Se hace un momento de silencio - María acogía las situaciones de la vida de Jesús como madre y como mujer del pueblo que esperaba en Dios para la liberación. Ella le había dado la llave de su corazón a Dios, en él había puesto toda su confianza, y discernía desde su fe todo lo que alrededor de Jesús se fue dando: su misión de madre le llevó también a ser discípula. - ¿Qué cosas permanecen en nuestro corazón, en nuestro interior? ¿A qué damos cabida para que aloje en nuestra vida? En este momento se hace la dinámica del Anexo 1. - Oración al Corazón de María y canto. 1. Luego de alguna dinámica, compartimos cuáles son las esperanzas que mueven a la juventud de hoy, qué valores y sueños mueven el quehacer de cada uno. Estas se escriben en el corazón que representa a la juventud que está en el centro. Nos preguntamos también cuáles son las grandes aspiraciones de nuestro pueblo, sobre todo de nuestra gente más pobre. Estas las escribimos en pedazos de papel y las vamos colocando debajo de las llaves que hemos colocado cerca del corazón. ¿Coinciden nuestras esperanzas con las del pueblo? ¿Entran en nuestro corazón otros valores e intereses más allá de los de nuestra conveniencia? El Anexo 2 nos puede dar ideas. 2. Luego, hacemos un canto a la Palabra (Tus palabras alientan mi vida u otro) y se lee el texto de Lc 1, 45-56. Para la reflexión nos puede ayudar el Anexo 3. De lo que María llenó su corazón, hablaron sus labios. Ella confió en Dios, y Dios le va respondiendo, con signos de que está con el pueblo. Lucas pone en el Magníficat un reflejo de lo que hay en el corazón de María: allí está Dios, con su gran bondad, ternura y misericordia. ¿De qué hablan hoy nuestros labios? ¿Qué guardamos en el corazón? ¿Se hacen eco nuestras palabras de la opción de Dios por los pequeños y empobrecidos, o nuestro corazón está lleno de búsqueda de placer, poder y riquezas? Nos puede ayudar considerar el texto de 1Samuel 16, 7, Dios mira el corazón. -En nuestro proceso fragua nuestro hierro -el corazón- se irá transformando; se necesita ir abriendo del corazón para que el fuego del amor de Dios haga arder en caridad cada parte de nuestra persona y nuestra historia, incluidas nuestras opciones, ideales y valores que los motivan. Abrir el corazón a Dios y llenarlo del Evangelio, como lo hizo María, es fundamental para alcanzar la forma de Jesús como saetas misioneras, es decir, ser jóvenes misioneros con un corazón que arde por el Reino. Un corazón abierto al Amor sí puede darse a los demás, pues no se puede dar de lo que no se tiene. 3. Realizar una dinámica. Hacemos un ejercicio de sinceridad y humildad al reconocer que normalmente nuestro corazón está lejos de Dios, del pueblo, de la Palabra y de la comunidad juvenil. Por ello buscaremos una causa social concreta desde la cual ayudar a personas necesitadas (iniciar con opciones de la pastoral parroquial), así como comprometernos con tres acciones definidas para practicar la gratuidad (dar sin esperar recibir nada a cambio y aceptar sin tener que dar nada a cambio) para promover la cordialidad en nuestra comunidad juvenil. 4. Para finalizar podemos hacer el signo de abrir el corazón de cada uno. Primero se toma una llave o la llave que estaba sobre el corazón y cada uno hace el gesto como si abriera su propio corazón, diciendo: abro mi corazón a… (Dios, el pueblo, la vida,…). 5. Llenaremos el vaso con una copia del Magníficat, con las aspiraciones de nuestro pueblo, con el corazón juvenil, nuestro compromiso social, y otros elementos que elijan 6. Antes de finalizar con oraciones espontáneas, introducimos la reflexión claretiana del día, sobre lo que entendía Claret cuando decía tener para con consigo mismo “Corazón de Juez”, del Anexo 4. Canto del Magníficat y abrazo de paz.
Buena Noticia: Dios es fiel y camina con cada uno de nosotros, camina con el pueblo.
Anexo 1. Oración del corazón lleno Tomamos un vaso o recipiente de vidrio transparente, representará nuestro corazón. Como observamos el vaso está abierto, como nuestro corazón. Iremos introduciendo rápidamente en el vaso cosas como piedras (odio, orgullo), papeles (superficialidad, vanidad), tierra (miedos, pereza), arena (rivalidad, soberbia), canicas (lujuria, desenfreno), sal (amarguras, tristezas), etc. Se le van agregando cosas hasta que se llene el vaso. Luego preguntamos ¿se puede vivir con un corazón así? ¿un corazón abierto a estos sentimientos puede ser feliz? Para recuperar un corazón sano ¿qué debemos hacer?... Escuchamos algunas sugerencias. Dios da gratuitamente su amor, pero el amor necesita espacio para crecer y así mover la vida al servicio y a la felicidad. Como signo de esta acogida a la bondad y a la llamada a la conversión, vaciamos el vaso (todos pueden contribuir a ir sacando algo del vaso). ¿De qué lo queremos llenar? ¿Cómo nos preparamos para que nuestro hierro acoja el fuego del amor de Dios? ¿Se puede tener el corazón vacío y ser feliz? Dejamos el vaso limpio y vacío para continuar la reflexión del día. Pidamos a Dios que nos enseñe a través de María de qué podemos llenar nuestro corazón.
Anexo 2. María acoge el “misterio” en su Corazón Centremos por unos momentos la atención en ese hermoso retrato espiritual que de ella ha dibujado San Lucas, al decir que “guardaba y meditaba…en su corazón”. Por de pronto, ¿no será esta fundamental actitud de la Virgen ante el misterio lo que despertara en el evangelista la veneración que demuestra por la persona de María? Ya en el comienzo mismo de su Evangelio, por boca de Isabel, proclama a María “Bienaventurada por haber creído” (Lc. 1, 45). Pero esta fe de María no es sólo adhesión a unas verdades. Es radical apertura y total consagración y entrega de su persona, vida y acción al misterio de Dios hecho realidad encarnada en Cristo, su Hijo. María guardaba y meditaba en su Corazón María no había recibido una formación en teología, ni había sido iniciada en la cultura griega. Pero poseía un corazón todo él “bíblico”, si así podemos calificarlo. Definida con categoría evangélica, María pertenece al grupo de los “pequeños” (anawin) a quien se revela el misterio de Dios (cf. Mt. 11, 25). “Miró la pequeñez de su esclava” (Lc. 1, 48). La contemplación transformante del misterio alcanzó en ella cumbres excepcionales. María fue, pues, y sigue siendo, no sólo ejemplo y modelo prototípico, sino también la maestra por antonomasia de la fe experimental de los sencillos, cuya riqueza más valiosa no viene del propio pensamiento, ni de la simple sabiduría humana, ni de los simples buenos documentos y buena doctrina sino del Espíritu Santo bajo la moción de sus dones y carismas. María “guardaba, conservaba y meditaba…”. Los verbos subrayan aquí la fuerza perseverante que asegura una conducta penetrada toda ella de la Palabra de Dios y que pone en movimiento ascensional la personalidad entera, iluminando al mismo tiempo certeramente la mirada que ella dirige al mundo. “Guardaba”, como el campesino guarda la semilla bajo tierra para que produzca fruto. “Conservaba”: La verdadera conservación de la Palabra es un acoger la novedad del Espíritu Santo “eternamente joven” y un aceptar las exigencias y trastornos que lleva consigo. Al permitir seguir contemplando el misterio del hombre a la luz del Espíritu, la conservación permite sacar nuevas luces, con provecho del testigo que lo conserva y de aquellos a quienes él trata de comunicar apostólicamente su experiencia. Cuando Lucas dice que María “conservaba”…añade que “lo meditaba todo en su Corazón”. ¡Meditaba! Como un asimilar la Palabra y la misteriosidad de cuanto acontecía en su vida. ¡En su Corazón! Como expresión de toda su persona, pero desde lo que es principio, fuente y raíz de su vida interior, expresión de su capacidad de interiorización, así como símbolo del amor maternal con que guardaba, conservaba y meditaba todo lo relativo a su Hijo, que había de quererla, igualmente, Madre del Cristo total por su amor.
Tomado de www.claretianoscoloc.org
Anexo 3. Reflexiones sobre el Magníficat de José Cristo Rey García de Paredes, CMF Tomado de www.ciudadredonda.org María anuncia en el Magníficat la venida del Mesías de los pobres y al Dios que los ama preferentemente. Por eso, «la Iglesia, acudiendo al corazón de María, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magníficat, renueva cada vez mejor en sí la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, sobre Dios que es fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las palabras y obras de Jesús» (RM, 37)Es importante resaltar que la encíclica explícita un aspecto cada vez más vivo y sentido en las Iglesias cristianas, en las que se ha hecho una clara opción por los pobres. La ejemplaridad de María sobre la Iglesia no puede prescindir de este aspecto, quizá el mayor signo de los tiempos: la opción preferencial por los pobres. La devoción a María no es completa, si prescinde de este elemento nuclear de la verdad sobre Dios y de la verdad sobre María. No está en plena comunión con María aquel o aquella que no se insertan dentro de esta opción eclesial por los más pobres y por su liberación. «Se debe salvaguardar cuidadosamente la importancia que los pobres y la opción por los pobres tienen en la palabra de Dios. María... al lado de su Hijo es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia ella, madre y modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión» (RM, 37). Tomado de www.mercaba.org MARÍA Y EL AMOR PREFERENCIALPOR LOS POBRES En estos dos nombres –Poder y Misericordia- resume María la identidad de Dios. No suelen ir unidos. Quienes tienen mucho poder suelen estar desprovistos de misericordia. Quien tienen misericordia… ¡pueden muy poco! Escuchemos las palabras de María en su Magnificat. La desconfianza es como un virus que nos carcome. Por desconfianza se rompen las amistades, se entablan guerras; por desconfianza nosotros mismos nos deprimimos; por desconfianza se pierde la fe en Dios y se abandona la Iglesia de Jesús. El Canto de María “Magnificat” nace de la más luminosa confianza en la Vida, en Dios. Es como un ¡Gracias a la Vida que me ha dado tanto…! María confía en el cambio social y revolucionario: él derriba del trono a los poderosos, ensalza a los humillados, a los pobres los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. María confía en la buena suerte de Israel. Y tiene esta confianza loca porque ella ha experimentado en sí misma cómo es posible salir de situaciones sin salida. Ella se ha visto humillada, envilecida, empequeñecida. Sin embargo, se ve capaz de obras grandes, maravillosas por gracia de Dios. El Secreto de esta confianza loca en la Vida, en la historia, está en la fe que María tiene en Dios y en su Palabra. María está “chiflada por Dios”. En él confía a pies juntillas. Tiene una moral elevadísima. La fe en Dios le nace espontánea, porque está llena del Espíritu de Dios. Y lo experimenta como Poder y Misericordia. Dios lo puede todo y, además, ¡ejerce! El Reino de Dios no encontrará obstáculos insuperables. Cualquier poder es pequeño ante el poder grande de Dios. El Dios creador hace justicia, re-establece todo en su orden.
Dios es compasivo y misericordioso. Su Poder Se doblega, se curva ante el humilde, el pequeño. El Poder de Dios tiene “debilidad por los débiles”: ¡ante todo, por el débil y abatido, Israel, a quien auxilia, por la humillada María, en quien ha puesto sus ojos…! El Dios, cuyo nombre es impronunciable, Santo, está con nosotros. Confíemos en la vida, en el buen resultado de la historia, porque confiamos, cada vez más, en el Dios Poderoso y Misericordioso. Confiamos en Dios porque cada vez confiamos más en las personas, en la vida. Tirso de Molina escribió su famosa obra “El Condenado por Desconfiado”. Que no nos ocurra a nosotros lo mismo. ¡María, contágianos de tu fe!
Anexo 4. El significado para Claret de tener “Corazón de Juez” de Gonzalo Fernández Sanz, CMF. Tener para conmigo mismo “corazón de juez” resulta más problemático. A primera vista, esta expresión claretiana parece contradecir todo el camino recorrido en los últimos años en la línea de la autoestima como fundamento para una vida integrada y feliz. Pero este “corazón de juez” no significa negar nuestra valía personal sino sencillamente aprender a ser sanamente autocríticos, que es también otro presupuesto para una vida sana. O dicho con palabras de Jesús: ver primero la viga en nuestro ojo antes de querer quitar la mota en el ojo del hermano.