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Protagonistas que inspiran Acompañar en el final
Acompañar en el final
Estas son las historias de dos médicas que en distintos momentos de sus carreras decidieron especializarse en cuidados paliativos. Asisten a las personas que atraviesan enfermedades irreversibles. Y también brindan contención a los familiares.
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TEXTO ALEJANDRO CÁNEPA otros especialistas, apropiarse de cada paciente y, al mis
Tiene 67 años y desde hace más de 20 se deciones de enfermedades irreversibles. Según Aresca, los dica a los cuidados paliativos, esa especialitérminos de esa actitud se resumen en “egocentrismo, más dad que busca aliviar los dolores a quienes safalta de preparación y de aceptación de límites, porque ben que su final es muy cercano, pero tamhay que aceptar que hay cosas que uno no sabe hacer”. bién se encarga de contener a las personas Así dio a luz a la Fundación Paliar, que se dedica a la que quizá vivan mucho tiempo más, atravesadas por endifusión de la importancia de los cuidados paliativos y que fermedades crónicas. Se llama LauraAresca, es médica, ofrece cursos y seminarios con ese objetivo. ¿Qué llevó a preside la Fundación esta médica, graduada Paliar y revela: “La de la Universidad de muerte sigue siendo taBuenos Aires, a dedibú. Genera miedo, incarse a esa área tan certidumbre, mejor particular? “Sentir que que de eso no se haera algo que nadie ble”. Sin embargo, ella quería hacer, sentir se dedica a descorrer que el que se está muese velo, un moviriendo está muy solo, miento necesario para aislado de la sociedad. que la sociedad sepa Yo sentí que podía cómo contener a quieacompañar a las persones están en las etapas nas con enfermedades más difíciles de sus vigraves que eventualdas, desde el punto de mente podían morirvista médico y psicose”, responde. El caso lógico. puntual que disparó
“Empecé hace 23 ese proceso fue la años, no se sabía nada. muerte sorpresiva de En este último tiempo dos hermanos y amiya se conoce el térmigos de su hijo. no 'cuidados paliatiElla reconoce que vos', aunque son cuipor el tema al que se dados que se pueden dar desde el diagnóstico de una enfermedad; acá sólo se lo asocia a la etapa final de una vida”, cuenta a Tercer Sector. E ilustra con el caso de la morfina, ese analgésico poderoso que suele aso“Yo sentí que podía acompañar a las personas con enfermedades dedican es difícil conseguir tanto voluntarios como donantes. “La muerte es rentable sólo para los cementerios privados”, dice, aunque agrega que “han crecido exponencialmente las organizaciones sociales y hay más información. ciarse sólo a los últimos momentos. “Hay mégraves que Pero no todos los hospitales cuentan con cuidicos que dicen ‘no, morfina no, no se está eventualmente dados paliativos”. De esta forma, entre luces y muriendo’, pero en realidad se puede dar anpodían morirse.” sombras busca generar mayor conciencia sobre tes de que pase eso, si hay mucho dolor. En Silvia Aresca. la necesidad de contención de toda clase, pageneral los médicos no reconocen el dolor ra las etapas de mayor sufrimiento de la vida. del otro”, admite. mo tiempo, no tener la preparación para encarar situa
Y dice que entre muchos profesionales de la medicina, CÓMO CONECTARSE eso obedece a no querer compartir conocimientos con Fundación Paliar: www.fundacionpaliar.org.ar
Milagros Rodríguez nació en Perú hace las relaciones humanas y la sensibilidad ocupan un 33 años, pero vive en Argentina lugar preponderante. Participa también de los endesde que tiene nueve. Ella trabajacuentros de la organización e hizo el curso que aqueba de mesera en el restorán de comilla profesional dicta en la Sociedad Argentina de da peruana que aún hoy tienen sus Medicina (SAM). padres en el barrio porteño de Núñez. Mientras colaLa joven agrega que cada paciente es distinto, que boraba con el negocio familiar, Milagros estudiaba la todos tienen diferentes historias y que también rescarrera de Medicina en la Fundación Barceló. ponden de manera singular a la medicación o el tra
Una vez recibida se inclinó por la pediatría y la netamiento que realizan. Milagros es médica de planta onatología, pero la experiencia y el transcurso del tiempo le hicieron darse cuenta de que no estaba conforme en su trabajo, por lo que decidió darle un giro a su vida profesional. “Yo trabajaba en el Sanatorio de la Providencia y veía que los médicos hablaban mucho con las familias; un día, el doctor Lucio Criado, directivo de ese lugar, trajo a la médica Laura Aresca a dar una charla al personal. Ahí la conocí y fui aprendiendo de cuidados paliativos”, explica.
Rodríguez reconoce que no es lo mismo ser clínica que médica paliativa y dice que Aresca, presidenta de la Fundación Paliar, fue clave en todo ese proceso de descubrir un nuevo mundo profesional, en el que del Centro Gallego, donde trabaja en el hoEstar para los otros rario de 8 a 14. Cada tarde, deja el guardapolvo colgado en una percha, sale del consultorio y se dedica a visitar pacientes a domicilio, ya dentro del marco de los cuidados paliativos. Accede a su intimidad, conoce a las familias y se involucra con ellas sin perder la mirada profesional. “La historia que más me conmovió fue la de una mujer de 45 años, con un cáncer terminal”, cuenta, y explica: “Me dijo que sabía que le quedaba poco y yo le dije que hiciera alguna actividad con su hija. Les enseñé a las dos la técnica manual decorativa del decoupage y juntas empezaron a hacer cosas con eso y regalárselas a sus familiares. En una guardia, de madrugada, la
cerrar, calma mucho”. mujer me dijo: ‘Siento que me estoy muriendo’. Llamé a la hija, le avisé y hablaron por teléfono. ‘Hija, yo te quiero, cuidate vos, cuidá a mamá’, le dijo, porque la madre de la paciente era mayor. La mujer falleció poco antes de que llegara la hija, que me contó: ‘Por lo menos pude hablar con ella, no sabés la calma que tengo, logré despedirme’”. Rodríguez, que es muy habladora y lo hace con particular entusiasmo cuando se refiere a su a sus tardes y noches dedicadas a los cuidados paliativos, resalta que lo que más busca es “acompañar a un paciente en el buen morir”. Se reconoce católica y cree que las personas tienen derecho a elegir dónde pasar sus últimos tiempos vitales. “Acá es muy importante ponerse en el lugar del otro. Y yo fomento mucho que intervenga la familia del paciente. Hay gente que me ha dicho: ‘Quiero pasar mis últimos días en mi casa’, y lo he logrado. Cuando ese círculo se puede cerrar, calma mucho”, dice la joven, que en pocos años pasó de servir comida típica en un restorán, a ayudar a otras personas a transcurrir la etapa final de sus vidas en la mayor paz posible.