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La pandemia y yo
Por: Licceth Montenegro
Covid-19, un virus que azotó fuertemente al mundo entero y se convirtió en pandemia, que no veía edad, etnia, sexo ni estatus social para arrebatar la vida. Vivíamos en lo que considerábamos la normalidad, en la monotonía de nuestras responsabilidades, hasta que a partir del 16 de marzo del 2020 empezó el caos en el Ecuador y en nuestras vidas. Aquel día me encontraba en la universidad, lo recuerdo con mucha nostalgia, una docente nos dijo que no habrá más clases por el momento ya que por emergencia nacional se declaró la restricción de movilidad y suspensión de trabajo, como estudiante pensé que era algo pasajero, que en pocos días todo volvería a la normalidad, así que me despedí de mis compañeros y compañeras de clase, esperando volver a vernos la siguiente semana. Sin embargo, esa semana aún no ha llegado.
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A partir de la fecha mencionada todo lo que se consideraba normal se iba desvaneciendo. No podía disfrutar de las comidas, no podía concentrarme en la universidad, ni en ninguna otra actividad ya que mi mente estaba siendo bombardeada con catastróficas noticias difundidas por todos los medios de comunicación. La universidad pasó a segundo plano, primero estaba mi familia, no soportaba la idea de perderla, hice todo lo posible para que mi hijo no viera las noticias escalofriantes que día tras día reflejaban lo mal que estábamos pasando como sociedad.
Desde el inicio de la pandemia no he podido dormir bien ni tranquila, hay noches que tengo pesadillas, otro insomnio y las parálisis de sueño son las peores. Siento que mi vida como la de las demás personas dependen de un hilo, tengo miedo de contestar llamadas porque pienso que quizás sea una mala noticia. Ya no disfruto salir de casa, me entristece ver la nueva normalidad donde las personas tienen parte de su rostro cubierto con una mascarilla, ya no se escuchan ni se ven sonrisas, incluso yo he dejado de sonreír y de disfrutar de las pequeñas cosas, porque mi salud mental se ha visto perjudicada.
En la pandemia, he tenido que ser: la maestra de mi hijo, la editora y colaboradora de videos y trabajos de su escuela; la feliz motivadora de familiares y amistades; la perfecta ama de casa que limpia, cocina, ordena y compra víveres; la madre llena de energía que busca actividades para realizar dentro del hogar para que mi hijo no se aburra y no extrañe tanto a sus amigos y amigas; la estudiante universitaria que no para de leer PDF. Realmente, de feliz y perfecta ¡No tengo nada! La pandemia me quitó la felicidad de disfrutar la vida, y la tranquilidad de vivirla. Me permitió ver que no todo es lo que parece ni todas las personas practican lo que predican, esto me decepcionó mucho.
Antes me gustaba estar tiempo a solas, disfrutaba mucho estar tiempo conmigo misma, pero ahora la pandemia ha invadido el único espacio que era solo para mí, así que somos la pandemia y yo tratando de convivir, sin embargo, siento que me caigo a pedazos, he bajado de peso, mi cabello se cae a montones, ansiedad, a veces me siento muy triste, otras no quiero levantarme de la cama y solo quiero dormir y no saber nada del mundo. Mi salud mental está colapsando, y mi cuerpo lo está reflejando, sé que debo actuar y mejorar, pero no tengo ánimos, siento que no hay salida, porque lastimosamente vivimos en un mundo colonialista, capitalista y patriarcal.