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Covid, salud mental y género

Por: Ma. José Urigüen

Mucho se ha hablado de los cambios sociales y económicos que han ocurrido y ocurrirán después de la pandemia, se busca regresar a la “normalidad”, pero esto no ocurrirá ya que los efectos continuarán a largo plazo sobre todo en salud mental. Todos los esfuerzos se han direccionado a la detención del COVID-19, pero seguido de esto se viene una ola de problemas relacionados a lo psicológico como la depresión, la ansiedad, el estrés, los trastornos de la personalidad, entre otras.

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Estos problemas no necesariamente han aparecido como efecto de la pandemia, más bien han incrementado de gran manera por las situaciones de confinamiento, desempleo, incertidumbre y miedo. Como Han (2012) menciona, nos encontramos en sociedades de cansancio, con miedo al no poder hacer y saturados de positividad. En donde, las personas se imponen metas inalcanzables, viven para el trabajo y no encuentra un momento de su día para compartir con alguien más y esto ha generado que como sociedad sea más común los trastornos depresivos, la ansiedad, los trastornos de la personalidad y sobre todo se ha creado un individuo competitivo, el cual ve por su propio bien.

La situación del COVID solo ha aumentado este cansancio, en el caso de los trabajadores ya no les importa que hacen, ni como lo hacen, lo único que importa es que con esto ganen dinero, los estudiantes ya no buscan aprender ni los profesores enseñar, solo buscan pasar la materia y con diez. Se ha llegado al límite, todos y todas viven con estrés y agotados mentalmente. Como menciona el autor Orozco (2015), somos una sociedad de enfermos mentales, en donde cada persona ha aceptado su condición dentro del sistema mientras este le permita sobrevivir.

Como menciona Han (2012), estamos tan expuestos a la información, que ya nada nos sorprende, las personas se han vuelto indiferentes y la pandemia ha demostrado esto, vemos seres egoístas, solitarios, mudos que no les interesa saber que le está pasando al otro, mientras la persona se encuentre en una situación favorable. Ya nos encontramos acostumbrados a la depresión, la falta de identidad, al cansancio y seguimos nuestros días así, al final somos tragados por el sistema, ya que nos encontramos cansados.

En mi caso, creo que el autor estaba en lo correcto al hablar de una sociedad cansada, ya que eso es lo que percibo a mi alrededor, personas cansadas de las injusticias dentro de sus trabajos, donde uno no puede descansar ni enfermarse por miedo a perder su trabajo. En lo académico, el cual es mi caso más cercano, como estudiantes nos hemos aislado en nuestras habitaciones

ya que, si no nos encontramos en clases, nos encontramos haciendo tareas o estudiando, son días completos frente a la computadora, en donde muchas veces nos olvidamos de levantarnos a estirarnos o incluso comer. Vivimos en un constante estrés, en acabar un deber para empezar otro, y así continuamente.

Han (2012) habla de cómo nos hemos vuelto multitareas, y esto no de una manera positiva como se pensaría, nuestra cabeza se encuentra en todo lado y en ninguno, vivimos en continua angustia entre el trabajo, la pandemia y la universidad. Por lo que es claro que la mayoría de las personas no nos encontramos mentalmente bien, aun cuando estamos descansando o dormidos estamos constantemente pensando en que tenemos que hacer. Y el problema no queda ahí, nos encontramos también queriendo ser los mejores, con las mejores calificaciones y los más productivos, poniéndonos un peso más grande en nuestros hombros porque creemos que es la única forma de llevar al éxito, traducido en la actualidad, en acumular dinero.

En el caso de las mujeres, este cansancio es aún mayor, ya que han tenido en muchos casos asumir el rol de profesoras, cuidadoras, empleadas, estudiantes y más; y todo esto dentro del hogar. Entonces es interesante ver como esta fatiga también se encuentra transversalizada del género, en donde aumenta la violencia, el consumo, la competencia y el individualismo. Ocasionando mayores situaciones de depresión, ansiedad y angustia en las mujeres.

En conclusión, la sociedad del cansancio que hablaba Han, solo ha incrementado con la pandemia, pero ahora mucho más centrada en el miedo; el miedo a la enfermedad, a uno mismo y a todo nuestro alrededor. Y esto nos ha agotado aún más, situaciones que podían ser pasadas por alto, ahora deben ser resueltas y las horas del día parecen desaparecer frente a una computadora junto a sueños inalcanzables. Lo que ahora queda preguntarnos, es qué pasará cuando las cosas no regresen a la “normalidad” a pesar que la pandemia ha sido controlada.

Referencias bibliográficas

• Han, B. C. (2015). The Burnout Society. Stanford University Press.

• Orozco, J. M. (2015). De la sociedad del cansancio a la sociedad del aburrimiento. Estudios, XIII (113), 169–193.

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