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Al borde de un colapso
Por: Tatiana C.A.
Ainicios del 2020 empezaba un nuevo año con muchos propósitos en distintos ámbitos de mi vida, tanto personales como educativos, el año 2019 trajo hacia mis manos las personas, momentos y oportunidades indicadas para que en el 2020 desarrolle nuevos proyectos… Sin embargo, de un día a otro la tormenta que parecía aún lejana poco a poco se acercaba más.
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Apenas iniciamos un nuevo ciclo de la universidad que para muchos de nosotros quizás no solo era nuestro espacio de formación educativa, en mi caso era un refugio de los problemas que podía tener en otras estancias, el compartir con mis amigas y amigos, conocer espacios variados de la ciudad tan bella que es Cuenca eran mi escapatoria de lo que dejaba cuando subía al bus y salía de mi ciudad Azogues. Parecía que todo iba a estar bajo control y solo sería cuestión de 15 días para regresar a nuestra rutina, y de pronto todo se tornó diferente, ya sería una cuarentena que poco a poco empezó a alargarse y así también a consumir lo que planeaba para aquel futuro cercano.
Para empezar en el entorno familiar quizá en un inicio el compartir momentos juntos era algo agradable y necesario por las diversas rutinas que cada uno llevaba, pero al cabo de un tiempo la desesperación se apoderaba para empezar de quienes llevan el dinero al hogar, aun cuando vivimos en una zona rural y la pandemia nos encontró en una temporada de cosechas tanto de frutas como hortalizas, no era suficiente para subsistir. Al mismo tiempo que un familiar que venía de unas vacaciones desde Estados Unidos se vio obligado a vivir todo este proceso junto a nosotros representó para mí un choque de pensamientos y actividades. Por el tiempo que me llevaba viajar hacia Cuenca y estar en la universidad no compartía demasiado tiempo con mi familia y prefería tener mi espacio a solas, y la cordialidad con mi tío, y él no desaprovechar el tiempo para compartir se volvió mi frustración por compartir incluso con otros miembros de la familia con quienes mis lazos no han sido los mejores.
Ante mi pensamiento y forma de vida que contrariaba a otros familiares derivaron en peleas y un incremento en las crisis emocionales, con días enteros preguntándome si tal vez yo era el foco de la culpa, cuando las razones eran varias y en ninguna la culpa era mía, para contrarrestar todo ello tuve que ahora empezar un aislamiento con mi familia, pues si aun el virus de la enfermedad física no llegaba aún, la enfermedad emocional y mental iba en aumento. Cuando se empezaron a retomar de forma parcial algunas actividades mis padres recuperaron sus trabajos, pero el cuidado de mis hermanas que antes asistían a las escuelas pasó a mis
manos, lo que significó acoplarme a un estilo de vida donde debía cuidar ya no solo de mí, también de ellas, adjuntando una responsabilidad que antes no creí que iba a tener.
La modalidad de estudios no me pareció manejable en ningún momento a pesar del esfuerzo que en cada asignatura se hacía tanto por docentes como estudiantes por acoplarnos, en mi caso el internet funcionaba de la mejor manera, pero mi computadora ya llevaba tiempo atrás con algunas fallas, por lo que aun en medio de un pésimo momento económico, me tocó adquirir otra y tal vez es la mejor ayuda para quienes la necesitamos en mi casa , pero como costear dicha herramienta cuando lo que entra a la casa apenas y nos alcanza para los gastos básicos, en el caso de mi padre que se dedica al transporte público aun trabajando nuevamente ganaba y hasta la actualidad gana apenas lo que nos sirve para servicios básicos.
En la modalidad presencial a más de que podía concentrarme del todo en cada clase, también lograba participar, enfocarme más y hoy en día se me hace más complicado, con los apuros del hogar, el siempre seguro ruido en la casa, simplemente me limito a escuchar y tratar de no desviar mi mente. En los trabajos incluso mi fluidez y capacidad de resolverlas se vio disminuida y tal vez es la falta de motivación ante todo el reto que ha significado estar tras una pantalla que abruma y agota más que el tiempo de viaje en el bus hacia la universidad, ante el desgaste de mi vista por la luz de una computadora, cuando antes sin forzar a mis ojos tenía las clases y explicaciones a mi alcance.
Pero si me detengo a pensar no todo ha sido negativo, y en medio de las tormentas más fuertes podemos darnos cuenta de quienes son nuestro chaleco salvavidas. Mis amigos/as se convirtieron no solo en compañías de momentos felices, también me ayudaron a levantarme de los colapsos que toda la pandemia trajo.
Empiezo por mencionar a mis amigas de la ciudad que por estar más cerca logramos convivir mucho más, juntarnos cuando era posible y compartir consejos ante la dificultad de cada una. Aquellas amistades verdaderas que conocí en la universidad que pese a la distancia siempre me escucharon y depositaron su confianza en mí, y en cuanto tuvimos la oportunidad logramos vernos después de meses y crear nuevos recuerdos de momentos felices.
Al igual en este tiempo compartí un gran tiempo con mi amiga y compañera Gaby que si bien yo le quise brindar ayuda, ella terminó siendo el apoyo que más necesité en los inicios y gran parte de la etapa más dura de la pandemia. Y no podría obviar a las personas que conocí en el 2020 aún cuando la situación no fue la mejor, compartí espacios y momentos con personas que no imaginé, pero fueron el inicio del resto de mi vida.
Con 5 meses transcurridos de este 2021 entiendo que cada paso que di antes de la pandemia y durante ella en su etapa más fuerte me han convertido en lo que hoy soy, y me han llevado a estar donde debo estar y con quienes debo hacerlo, muchas personas se han quedado y otras se han ido, pero agradezco a la vida, debido a que no nos tocó enfrentar una perdida familiar por el mal que
nos aqueja, quizás el vivir bajo este nuevo orden en ocasiones nos altera, nos estresa, pero aún no podemos hablar de un destrozo emocional tan grande como es perder a los seres que amas en las manos del virus.
Finalmente puedo decir que si bien hay días en los que pareciera que no somos ni la sombra de lo que fuimos o deseábamos ser, también existen momentos que nos devuelven las ganas y la fuerza para continuar. Aun cuando muchos proyectos se atrasan o se terminaron antes de iniciar, más que fracasos son los momentos que nos ayudan a llegar a la meta, si a veces el cansancio nubla nuestra mente aun podemos pensar en todo lo que hemos afrontado hasta el momento y quizá más adelante la situación mejore su panorama.