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Covid-19: nuevo generador de desequilibrios

Por: Johanna Guzmán

La OMS define a salud mental como un “estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar a las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”, en este sentido, la pandemia por el coronavirus ha generado una crisis en la salud mental de la mayoría de las personas puesto que ha causado un disturbio en la economía y en la sociedad.

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A partir del contexto de la pandemia por covid-19, se ha resaltado aún más la dependencia existente que las sociedades poseen de las mujeres, esta situación expone las desigualdades estructurales en todos los ámbitos: económico, social, seguridad y protección puesto que como ya hemos experimentado, los tiempos de crisis traen consigo grandes desigualdades frente a la cual nuestras capacidades se ven limitadas. Así, mujeres y niñas constantemente nos enfrentamos a las diferentes consecuencias asimétricas que trae consigo los desequilibrios sociales lo cual produce que nuestros contextos se sientan aún más agravados frente al conflicto y emergencia sanitaria. Además, es relevante mencionar que los derechos de las mujeres se han visto más amenazados que nunca.

Debido a las constantes imponencias sociales y económicas a las que nos hemos visto expuestos/as, se suma las limitaciones de desplazamiento, esto ha provocado un aumento en la violencia de género, muchas mujeres se hallan aprisionadas con sus propios agresores, esto supone que estas mujeres corren un riesgo muy grande de sufrir formas de violencia y explotación.

De este modo, debido al distanciamiento, confinamiento y al temor de llegar a contraer el virus se va perdiendo el equilibrio en nuestras vidas dentro de nuestros hogares, en la universidad, en el trabajo, etc. puesto que la pandemia ha cambiado nuestras vidas de forma radical, lo cual implica en particular un cambio en las costumbres diarias que nos hacen sentir felices y completos, por ejemplo, salir de casa sin preocuparme de contraer alguna enfermedad, salir con amigas a divertirse, tener contacto directo con mis docentes, es algo que en lo particular, me llenaba y me hacía sentir bien conmigo misma.

Frente al derroche desmedido de información y rumores acerca del virus, se ha generado un estado en donde normalmente perdemos nuestro juicio, esto incide en las cosas que queremos hacer, es por ello que nos sumergimos en situaciones de estrés, miedo, ansiedad y tristeza, sumado a ello están las clases virtuales que en lo particular es una forma de estudio que no me agrada, pues las relaciones entre estudiantes y docentes son inexistentes y esto ha pegado

de forma negativa en el aprendizaje; resulta muy difícil adaptar las clases en el hogar y sus actividades, debido al contexto familiar y presencia de menores.

El impacto negativo dentro de actividades sociales e interacciones ocasionado por la crisis, ha provocado un estado de aislamiento social; pues dentro de este contexto, ser adolescente es difícil, puesto que estamos perdiendo experiencias con nuestras amistades para poder precautelar el cuidado para no contagiar a nuestros mayores, aquí resulta fundamental no descuidar el autocuidado.

Supongo que es normal sentirse prisioneros de nuestros propios pensamientos; esto nos lleva a sentirnos tristes, estresados, cansados, confundidos y asustados durante una crisis global; se dice que si nos quedamos en casa por lo menos debemos mantener un estilo de vida saludable, dormir bien, hacer ejercicio y mantenerte en casa con tus seres queridos, pero a decir verdad es muy difícil llevar a cabo este tipo de actividades, pues es complicado mantenerse serena y con energías cuando lo que haces es mantenerte trabajando dentro y fuera del hogar para apoyar a tu familia, además compaginar el tiempo para llevar a cabo tareas designadas por la universidad, cuando la mayoría de temas no se entienden, esta situación obviamente impacta de forma negativa en la salud mental y bienestar social.

En fin, hacer frente a la pandemia no solo hace falta modificar o corregir desigualdades históricas, sino también debemos mantener un estado de equilibrio con nosotros mismos y con nuestro entorno, esto resulta de vital importancia para poder seguir adelante, lo que nos queda por hacer es resistir, mantenerse fuertes y tener algo de perspectiva en la vida, pues una situación negativa no dura para siempre, por cada cosa mala que hallemos en nuestra vida, debemos tratar de enfocarnos en las otras mil cosas buenas que tenemos.

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