ser igual.”
Del prólogo de Aina S. Erice
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Teresa Benéitez Aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo
“Cada vez que te comes una galleta, ahí están escondidas un montón de aventuras, sin las cuales nuestras meriendas serían aburridísimas. No tendríamos pepitas de chocolate, porque el cacao no habría cruzado el océano desde su América natal. No tendríamos vainilla para darle ese gustito tan rico —ni aceite, ¡ni harina! Cada galleta, cada ensalada y cada macedonia son un pequeño libro de maravillas: los ingredientes son capítulos en una increíble historia llena de viajes, robos, conquistas, grandes casualidades, gran valentía e ingenio. Y sorpresas, muchísimas sorpresas. Lo más divertido es que, cuando empiezas a conocer estas historias y se las cuentas a los demás, los dejas siempre con la boca abierta. (...) Ahora, la gran noticia… y es que estás de suerte: ¡tienes al libro perfecto entre tus manos! Teresa te contará las andanzas de quince plantas que seguro que conoces, pero cuyas aventuras y desventuras te asombrarán, te divertirán, te darán ganas de contarlo a tus amigos para dejarles los ojos como platos. Y comerse una galleta ya nunca volverá a
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Índice A mis padres. Prólogo
© del texto, Teresa Benéitez 2016 © de las ilustraciones, Flavia Zorrilla 2016 © del prólogo, Aina S. Erice 2016 © de esta edición A Fin de Cuentos Editorial 2016 1ª edición: diciembre de 2016 ISBN: 978-84-946320-0-6 Depósito Legal: BI-1567-2016 A Fin de Cuentos Editorial S.L. c/ Ripa. Nº 1. Planta 2 - B 48001 BILBAO www.afindecuentos.com info@afindecuentos.com Diseño e infografías: Paula Mastrangelo Tipografía: Laski Slab y Laski Sans Impreso en la UE / Printed in EU Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
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Mapa de los alimentos que se llevaron a América
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Trigo
El pan nuestro de cada día
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Olivo
El árbol que dio nombre a la ciudad de Atenas
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Arroz
Un cereal con superpoderes
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Vid
Con pan y vino se anda el camino
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Café
La bebida de los revolucionarios
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Caña de azúcar Si soy aquello que como y lo que como es dulce, ¿soy dulce? 32 Plátano
Llegó, vio y venció
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Pimienta
La piedra preciosa medieval
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Mapa de los alimentos que se trajeron de América
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Maíz
El oro que llegó de América
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Pimiento
El gran conquistador
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Patata
Cómo el hambre acabó con los prejuicios
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Cacao
Aquellos tiempos en los que el dinero crecía en los árboles
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Tomate
Una película que acaba bien
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Vainilla
La flor escondida de los totanacas
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Alubia
La legumbre de los mil nombres
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Por si quieres saber más
aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo.
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Prólogo T
engo un secreto que contarte: soy una comedora de historias. Me las zampo cada día a montones: en el desayuno con los cereales, en cada plato de garbanzos, en cada helado. Quizás tú no te des cuenta, pero eres igual que yo. Cada vez que te comes una galleta, ahí están escondidas un montón de aventuras, sin las cuales nuestras meriendas serían aburridísimas. No tendríamos pepitas de chocolate, porque el cacao no habría cruzado el océano desde su América natal. No tendríamos vainilla para darle ese gustito tan rico —ni aceite, ¡ni harina! Cada galleta, cada ensalada y cada macedonia son un pequeño libro de maravillas: los ingredientes son capítulos en una increíble historia llena de viajes, robos, conquistas, grandes casualidades, gran valentía e ingenio. Y sorpresas, muchísimas sorpresas. Lo más divertido es que, cuando empiezas a conocer estas historias y se las cuentas a los demás, los dejas siempre con la boca abierta. ¿Quién hubiese adivinado que hace muy poquito que el plátano nos viene de Canarias, y que en realidad nació más allá de la India? ¿O que si hubieses viajado a Italia hace trescientos años, no habrías probado ni un solo plato de espaguetis con salsa de tomate, porque aún no existía esa combinación? ¿O que les debes a los indígenas americanos tus cereales del desayuno, pues sin ellos no existiría el maíz tal y como lo conocemos? Si aprendes a leer tu despensa con curiosidad, la encontrarás llena de plantas interesantísimas (pues han sido desde siempre los ingredientes más importantes, versátiles y entretenidos para crear fantásticos platos). Melones asesinos, patatas tóxicas, azúcar de esclavos, lentejas de la suerte, pimientos tan picantes que pueden emplearse como arma… ¿Te imaginas comerte un libro de aventuras entero, sin leer una sola palabra? Es como tirar un regalo de Reyes a la basura sin haberlo abierto siquiera. Un desperdicio absoluto —¡y no está el mundo para malgastar nada! Claro, me dirás que las historias en una galleta están bien escondidas; si nadie te las cuenta, ¿cómo vas a descubrirlas? Y tienes toda la razón: alguien tiene que contarlas. Pero contarlas bien, que ya están los profesores aburridos para dar tostones en la escuela. Tienen que ser emocionantes, sorprendentes. Tienen que enseñarte el idioma secreto con que se escriben las historias vegetófilas de tus alimentos. Ahora, la gran noticia… y es que estás de suerte: ¡tienes al libro perfecto entre tus manos! Teresa te contará las andanzas de quince plantas que seguro que conoces, pero cuyas aventuras y desventuras te asombrarán, te divertirán, te darán ganas de contarlo a tus amigos para dejarles los ojos como platos. Y comerse una galleta ya nunca volverá a ser igual. aina s. erice Escritora- investigadora ainaserice.com
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aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo.
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Alimentos llevados
Zonas donde se cultivaron por primera vez nuestras 10
a AmĂŠrica
plantas estrella, segĂşn lo que sabemos a dĂa de hoy. aventuras y desventuras de los alimentos que cambiaron el mundo.
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trigo
En el siglo XVIII se hacen en Nápoles las primeras pizzas, tal como hoy las conocemos.
La pizza es hoy en día uno de los platos más consumidos del mundo.
Trigo
El pan nuestro de cada día
Los primeros panes no tenían levadura y se cocían en piedras calientes. Eran… como pizzas.
¿Q
ué has comido hoy en el desayuno? ¿Tostadas de pan, galletas, un cruasán? Todos estos alimentos comparten, por lo menos, un ingrediente: la harina de trigo. Para saber de donde viene este cereal imprescindible en nuestras vidas tendríamos que dar una pirueta gigante en el tiempo y situarnos unos 10.000 años atrás. Hasta entonces, nuestros antepasados se habían alimentado de los animales que cazaban y de las plantas que recolectaban. A partir de ese momento, sin embargo, en diferentes lugares de la Tierra, los hombres hicieron algo totalmente nuevo. Comenzaron a producir su propio alimento cultivando las semillas de las plantas que crecían silvestres. Una de las primeras que se cultivó fue el trigo en Oriente Próximo. ¡Buf! Pasar de cazador y recolector a agricultor fue duro y complicado. Los cuidadores de las plantas de trigo tenían que pasarse el día entero al sol con la espalda doblada, regando, quitando las malas hierbas y las piedras del terreno, mientras vigilaban sin descanso para que no enfermaran o viniera un conejo y se las comiera. Para colmo, las cosechas eran poco abundantes: las espigas tenían escasos granos y se desprendían en cuanto soplaba un poco de viento. Generaciones enteras de hombres y mujeres tuvieron que dedicar todos sus esfuerzos no solo a cosechar, sino a mejorar las plantas de trigo para hacerlas más resistentes y productivas. La buena noticia es que lo consiguieron. Unos pocos milenios después, viaja que te viaja, el trigo crecerá por todo el mundo. ¿Cómo se llamaba aquel hombre o aquella mujer, a quien se le ocurrió golpear los duros granos con una piedra hasta convertirlos en ese polvo fino que llamamos harina? Porque ese(a) genial desconocido(a) debería ocupar un sitio de honor en nuestra cocina. Con esa harina y otras procedentes de cereales como la cebada, la avena y el centeno se elaborará uno de los grandes alimentos de Occidente: el pan. El de trigo siempre fue el preferido. ¿Por qué razón? Entre otras, porque tenía más gluten, que es la sustancia que hace que la masa sea más elástica y esponjosa. De todas formas, que fuera el preferido no quiere decir que se pudiera comer a menudo. A pesar de que los europeos pedían en sus oraciones “el pan nuestro de cada día”, durante siglos el pan blanco crecido con levadura fue un lujo solo al alcance de los más ricos. El pan es un alimento sagrado para los cristianos.
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género triticum De la familia de las gramíneas Está entre los granos más cultivados del mundo Maíz
1º
Trigo
2º
Arroz
3º
Inflorescencia Grano
Tallo
Es el alimento básico del 35% de la población mundial. Principales productores: Unión Europea China
Hojas Nudo
En 2015 la producción mundial de trigo fue de 725,47 millones de toneladas.
India Estados Unidos Rusia
2,25 millones de kilómetros cuadrados de la Tierra están sembrados con trigo.
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Para que te hagas una idea: 2,25 millones son casi 10 veces la superficie de Gran Bretaña.
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Trigo
Trigo
Cuando los bisontes y los indios se quedaron sin praderas Uno de los grandes problemas que se encontraron los españoles durante los primeros viajes a América es que allí se desconocía totalmente lo que era el trigo. ¡Y ellos se sentían perdidos sin su pan! No sabían comer sin él. De hecho, para despedirse utilizaban una expresión muy curiosa: “Dios te guarde de perder tu pan de vista”. Así que una de sus tareas más urgentes fue sembrar trigo. Lo hicieron a partir de 1520 en México. Los indígenas, al principio, lo rechazaron. Como les ocurría a los españoles con el maíz americano, no estaban acostumbrados a aquel sabor extraño. Pero, poco a poco, fue cogiendo prestigio por ser el ingrediente del pan de los conquistadores y de la Iglesia católica. Al norte de México, sin embargo, los intentos de siembra fracasaron. Todo cambió cuando, entre 1873 y 1874, una gran colonia de rusos menonitas, una división muy radical de la iglesia protestante, se estableció en Kansas (Estados Unidos). Aunque Kansas tiene inviernos muy fríos, los menonitas trajeron de su tierra sacos llenos de semillas del trigo de invierno, muy resistente a las bajas temperaturas. Todo el trigo que después se sembraría entre el Atlántico y el Pacífico es hijo de este. Los bisontes y los indios, dueños hasta entonces de las grandes praderas americanas, fueron casi exterminados por los nuevos colonos que iban llegando y necesitaban tierras para su siembra. Con el tiempo, el trigo se convertirá en una de las bases de la riqueza de Estados Unidos al transformar una zona muy pobre en una de las regiones agrícolas más importantes del mundo.
La cita “No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro”. Poeta y dramaturgo español, 1898-1936
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federico garcía lorca, lo dijo el día que se inauguraba la biblioteca de su pueblo, la segunda que se abría en toda la provincia de Granada en 1931.
El trigo es uno de los cereales de mayor producción en España. Pero si no se toman medidas pronto, cada año recogeremos una cantidad menor. ¿Por qué? Porque la contaminación por ozono amenaza su salud. “Aproximadamente, en 2050, el cultivo de trigo se reducirá en España un 7% en un escenario optimista (esto es, que se tomen algunas medidas) y un 10% en uno pesimista (esto es, que no se haga nada)”. Lo dice María Val Martín, una investigadora española, coautora de un estudio que mide los efectos del calentamiento global y la contaminación sobre la agricultura. María Val nos dice también que, si España quiere proteger su trigo, tendrá que poner en marcha medidas más estrictas que otros países europeos para controlar las emisiones de gases a la atmósfera. Deberíamos atender sus consejos. Con ello mataríamos dos pájaros de un tiro: mejoraría la agricultura y también nuestra salud. Fuera de nuestro país, también resultan evidentes los efectos negativos del cambio climático sobre este cereal. Grandes productores como Estados Unidos e India notan ya que sus campos rinden menos. Los científicos consideran que la solución pasaría por diseñar cultivos de trigo de alto rendimiento y gran resistencia al calor.
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olivo
E
n el tablón de anuncios del Olimpo había colgada una oferta de trabajo: “Se necesita dios protector para ciudad nueva en el Atica. Interesados dirigirse a Cécrope, primer rey de la ciudad”. Dos dioses enviaron su currículum, Atenea, la diosa de la sabiduría y Poseidón, el dios del mar. Qué regalo nos podéis ofrecer, les preguntaron Cécrope y los demás ciudadanos durante la entrevista de trabajo. Poseidón golpeó una roca con su tridente y sacó un animal nunca visto antes, el primer caballo, ejemplo de fuerza que haría invencibles a los ejércitos. Los hombres, entonces, giraron sus ojos hacia Atenea. La diosa hundió su lanza en la roca y de allí surgió un olivo frondoso, cargado de aceitunas que podían comerse o transformarse en aceite, un líquido viscoso que servía como alimento, combustible y medicina. El rey Cécrope y sus súbditos eligieron el ofrecimiento de Atenea porque el olivo, símbolo de la paz, les parecía de mayor utilidad que el caballo, símbolo de la guerra. El regalo de la diosa se convirtió en el árbol sagrado de la nueva ciudad que se llamó Atenas.
Los romanos traían el 80% de su aceite de Hispania.
Lo transportaban en ánforas de barro que vaciaban y tiraban de forma organizada en un vertedero.
Olivo
El árbol que dio nombre a la ciudad de Atenas
Hoy hay olivos por todo el mundo. Los encuentras no solo en Grecia, sino también en Chile, Argentina, Estados Unidos, Africa del Sur, China, Australia... y, por supuesto, España, donde hay plantados más de trescientos millones. Es un árbol que vive muchos años y necesita pocos cuidados. Le gusta el sol, las noches cálidas, un poco de agua de vez en cuando y, a cambio de tan poca cosa, nos entrega uno de los grandes tesoros de nuestra alimentación: el aceite de oliva. Su cultivo es tan antiguo que los historiadores no tienen pruebas definitivas de dónde empezó. Unos defienden que fue en las costas de Siria, Líbano e Israel; otros creen que fue en Anatolia. Esto sucedió hacia el 5.000 a. de C. Se sabe que pronto llegó a Egipto y a las islas del Egeo. En una de las pinturas murales del palacio de Knosos, en la isla de Creta, que tienen cerca de 2.000 años de antigüedad, se representa la captura de un toro bravo en un campo de olivos. Los cretenses de entonces fueron listos: cargaron sus naves de aceite y plantones de olivo y se lanzaron a inaugurar las primeras rutas comerciales por el Mediterráneo. Muchos años después, fenicios y griegos se convirtieron en los amos del comercio del aceite. La gran expansión del olivo por todos los pueblos mediterráneos llegó después con los romanos. Cada territorio que los legionarios conquistaban se llenaba de estos árboles. Así, el olivo, que ya se cultivaba en la península ibérica desde mucho tiempo atrás, recibió un gran impulso cuando esta cayó bajo el poder de Roma. Plinio, un historiador que se dedicó, entre otras muchas cosas, al estudio de la naturaleza, decía que “en la Bética no hay mayor árbol que su olivo, del que se recogen ricas cosechas”. 26 millones de ánforas formaron una enorme montaña artificial que se llama Testaccio y está Roma.
El olivo, símbolo de la paz desde los tiempos de Noé.
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especie: olea europaea Genéro: Olea
Parecía que los olivos empezaban y acababan en las orillas del mar Mediterráneo, pero no. A partir de 1520, los conquistadores españoles probaron a plantarlos en el Nuevo Mundo, en la isla de La Hispaniola (actual Santo Domingo y Haití) y Cuba. La verdad es que este primer intento resultó un fracaso por el clima caribeño. Más suerte tuvieron en México y Perú y luego en Chile y Argentina, en las que hoy son las provincias de La Rioja y Catamarca, que tienen un clima parecido al mediterráneo. En América del Norte, las nuevas plantaciones las hicieron religiosos como Fray Junípero Serra, un franciscano mallorquín que cruzó el Atlántico para evangelizar indios. En California fundó veintiún misiones que se llenaron de olivos. Cuando, mucho más tarde, Africa del Sur y Australia fueron colonizadas, también se encontraron allí tierras adecuadas para el arbol de la paz. Desde entonces, tanto en el hemisferio norte como en el sur, se pueden hallar olivos entre los 25º y los 45º de latitud, sobre todo a orillas del mar.
El olivo, aceituno u olivera, que de todas estas formas se llama, es un árbol de la familia de las oleáceas que puede llegar a medir unos 15 metros de altura. Árbol de copa ancha y hoja perenne.
España nº 1 mundial en superficie y producción de aceite de oliva.
Puede vivir varios siglos. Las palabras españolas aceituna y aceite tienen raíces árabes. Cítricos
2.585.563
60%
Tiene 2.585.563 hectáreas dedicadas al cultivo del olivo.
Vino Carne de porcino Aceite
45%
Exportaciones de España
Representa el 60% de la producción de la UE y el 45% de la mundial.
También es el primer exportador mundial de aceite de oliva. Se vende fuera el 60% de la producción.
aceite al romero | muy fácil
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Olivo
Olivo
Buscando un nuevo Mediterráneo
ingredientes:
preparación:
1 litro de aceite de Oliva Virgen Extra 2 ramas de romero fresco y una pizca de sal
1. Es preferible usar romero fresco, pero si no lo encontramos podemos usar seco. 2. Limpiamos el romero y lo metemos en un frasco de cristal limpio junto con la sal y el aceite. 3. Tapamos herméticamente y dejamos macerar. 4. Para intensificar el aroma, a los quince días conviene renovar las hierbas e introducir otras nuevas. Dos semanas después, nuestro aceite estará listo para ser usado. Combina especialmente bien con pastas y pescado.
Cada una de las últimas tres décadas ha sido sucesivamente más cálida en la superficie terrestre que cualquier década anterior desde 1850. Es lo que los científicos llaman calentamiento global, el incremento continuo de la temperatura media del planeta, que tendrá un efecto muy negativo sobre los rendimientos de las cosechas y las tierras de cultivo. Aunque puede que no a todas las plantas les vaya mal. Un planeta más caliente podría ser beneficioso para los rendimientos económicos
del aceite de oliva, tanto en cantidades producidas como en beneficios. Al menos eso concluye un estudio que analiza el cambio climático en la cuenca mediterránea y, específicamente, el olivo y sus plagas. Hoy por hoy, una de las plagas más habituales que sufre es la mosca del olivo. Y resulta que el árbol aguanta mucho mejor el calor extremo de lo que lo hace la mosca. Por eso, si las temperaturas aumentan, el insecto desaparecerá de algunas de las regiones que ahora se ven afectadas.
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