El cine y la juventud.

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EL CINE Y LA JUVENTUD. Los que se imaginan que el arte es una empresa poco seria encargada de distraerlos ¿Nos escucharán, nos mirarán, nos concederán un minuto de respetuosa atención? Andan con la cabeza en alto, berreando, con un sombrero de burro como los antiguos conscriptos. Señores, ya hace bastante decidí mantenerme al margen, tanto en el mundo de los libros y el teatro como en el del cinematógrafo. El motivo de ese silencio es exactamente el mismo que me decide a tomar la palabra antes ustedes esta tarde. ¿Por qué nuestra ciudad ofrece un lúgubre espectáculo, les pregunto? ¿Por qué ese aspecto de ciudad muerta si Paris fue siempre la ciudad mas viva? Se lo diré. Lo que ocurre es que los jóvenes ya no pueden pagarse una simple salida. Su lugar fue ocupado por bolsillos llenos y cabezas vacías. ¡Extraño mundo! Una generación, que por desgracia no es otra que la mía, rodeo de alambre de púas al cinematógrafo para hacerlo inaccesible a los jóvenes. Todo cuesta demasiado caro, las películas y también la comida. Antes, en Montparnasse podíamos darnos el lujo de ser pobres. Y es un lujo, porque el dinero todo lo avala y vuelve todo mediocre por temor al riesgo. En 1956 la pobreza es demasiado cara. Algo más: el apuro lo estropeo todo. ¿cuál es su origen? Hay demasiados autos insolentes salpicando a los que viajan a pie, esos que hacen turismo espiritual, acampantes del espíritu. El joven que va a pie se desanima, se entrega a la pantomima de hacer dedo. Y esta convencido de que va rápido. Pero esa velocidad no es suya, como tampoco es suyo el vehículo en el que pierde el tiempo creyendo que lo gana.

Le tienden todas las trampas, le muestran el terrón de azúcar, lo obligan a hacer algo bello y, una vez más, a extraviarse. Nosotros conocimos esa terrible cólera de los despertares sobresaltados. Pero hoy ya no es posible provocar esas reacciones violentas. No solo porque hubo muchos bastonazos y hay miedo de que haya mas. Sino directamente porque ya no los hay. ¿Y por qué no? Porque las obras están sometidas a la selección de un tribunal, que imagina que la mediocridad constituye la única garantía para responder a otra mediocridad, la de ese mismo tribunal. Y este supone que esa mediocridad es la de la multitud. No lo olvide, siempre me dijeron que trabajaba para una elite y que mis ondas no pasaban mas de ahí. Sin embargo, cada vez que produje una obra, la elite me dio la espalda, y tuve que sostener ese obstáculo para que mis obras pudiesen salir al mundo y llegar a mi verdadero publico. De los bastidores del drama, al fin surgen técnicos que, en vez de buscar la gloria de las estrellas, aprenden con paciencia y coraje el difícil oficio de asistir a esa rica efervescencia que, desde la guerra del 40, hace bailotear la tapa de la olla. Y que salte! Que salte la tapa de la olla y que el agua hirviendo desborde. Pero en vez de esparcirse al azar y evaporarse, que sirva para poner en marcha la más noble maquina del mundo. Esa que nuestras maquinas modernas nunca remplazaran. Esa maquina de fabricar poesía, (la cual, afirmo, es indispensable, incluso si ignoro para que) Esta tarde, señores, les mostraremos cuantas fuerzas de poesía y originalidad se desperdician, y como ellas se empecinan noblemente en vivir con los escasos medios de la marginalidad. La audacia ha muerto, viva la audacia. *(Discurso pronunciado en La Soborna en 1956)



La audacia ha muerto, viva la audacia!


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