ÁRBOL DE MANITAS Su clasificación taxonómica o científica actual es: Chiranthodendron pentadactilon. Los textos botánicos le adjudican a Cervantes, año 1803, como su primer clasificador o descriptor. Su nombre en náhuatl: Macpalxochicnahuitl. Se trata de una flor mexicana que por su extraordinaria belleza ha apasionado desde tiempos prehispánicos a gobernantes e interesados en los dones de la naturaleza. Moctezuma y Nezahualcóyotl tuvieron ejemplares en sus jardines reales: México Tenochtitlán y Oactepec en Morelos y Nezahualcóyotl en el Tetzcotzinco. Don Neza trajo ejemplares desde tierras calientes, de donde es originario. Los hay también en Chiapas, Oaxaca hasta Guatemala. El que San Miguel Tlaixpan sea el lugar donde hoy existan más ejemplares sólo se explica porque indígenas pudieron reproducirlos desde esquejes o semillas provenientes de los árboles del Tetzcotzinco. Todos los especialistas informan que su reproducción es muy difícil, sin embargo se ha logrado en San Miguel particularmente en los huertos de Don Ángel Cruz.
Tlaixpan y sus manitas En la comunidad de San Miguel Tlaíxpan podemos apreciar este frondoso árbol de manitas propiedad de la familia Duarte Cruz. El jefe de familia Don Ángel Cruz, nos invita a pasar a su casa, al centro de su jardín tiene un árbol de manitas, algunas manitas están aún en las ramas y otras las tomamos del suelo ya secas. Sin menospreciar el tamaño de este árbol Don Ángel nos cuenta como tenía años atrás un árbol más grande, “este está chico, el otro era enorme a su tronco no lo abrazaban más que 4 hombres juntos, vamos allá arriba tengo otros más.” Ascendiendo por la calle principal de San Miguel subimos hacia su huerto, hay un gran muro de piedra que resguarda una gran variedad de árboles frutales, durazno, aguacate y en particular se aprecia la extensión de las ramas de 4 árboles de manita; Don Ángel toma su gancho -que es una vara larga con alambre en la punta-, para alcanzar una flor de manita. “Debo alcanzar una que esté ya abierta. Pruébele, el agüita de adentro, es néctar dulce, mire la forma es una manita y hasta tiene las uñas pintaditas de amarillo.” El árbol de manita más grande de San Miguel, asegura Don Ángel pues él lo sembró a sus 15 años en ese sitio: “Ahora sí que yo lo sembré, estaba ya medianito el árbol y yo tenía 15 años, ahora tengo 87 años, así que échele nomás ahí nos vamos el árbol y yo. Mis familiares creo que la trajeron de Oaxaca.” A unos 4 metros del árbol está una barda de cemento y piedra de río que Don Ángel mandó a levantar para que ayudase al árbol a que sus ramas no se debiliten, el grueso actual del tronco lo abrazamos entre 3 personas tomadas de las manos. Don Ángel nos explica que el uso frecuente y antiguo de “la manita” es para curar malestares del corazón, “Se prepara en un té, antes por millares vendía para el mercado de Sonora allá en el Distrito” el tratamiento más recomendado consiste en hervir la flor de este árbol la infusión se bebe en la mañana y otra en la noche. El primer indígena mexicano que lo describió dando a conocer sus propiedades medicinales (afecciones cardíacas), es el autor del Códice De la Cruz-Badiano, el año 1552. Se trata de dos alumnos indígenas del Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco –uno de sus profesores fue Fray Bernardino de Sahagún-: Martín de la Cruz