Arquitectura ceremonial prehispánica

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El hallazgo arqueológico más trascendente de nuestra ciudad

Arquitectura ceremonial prehispánica del predio Juárez-Arteaga en Texcoco A medida que avanzan los estudios del sitio con edificaciones prehispánicas y el análisis de las piezas encontradas durante los trabajos de rescate y salvamento en el predio de Juárez Sur y Arteaga, crece la evidencia de que nos encontramos frente al hallazgo arqueológico más trascendente registrado en el área urbana de la ciudad de Texcoco. Con la investigación llevada a cabo en tres breves temporadas durante los años 2003 y 2004, no sólo quedó comprobada su existencia. Pese a que ellas fueron alteradas a través del tiempo por diferentes obras coloniales y modernas, pudieron sobrevivir ocultas bajo sus propios escombros y sucesivas y masivas deposiciones de arena, ripio y tierra acarreados por las avenidas descontroladas del río Texcoco, antiguamente conocido como Tetlanapa (Colin, Índice Ramo Mercedes 1967: 361). Según los textos de los primeros cronistas, dichas deposiciones ocurrieron en las primeras décadas luego de la conquista como consecuencia del descontrol ecológico del pie de monte y de un ciclo de violentas lluvias. Pese a que falta por excavar más de la mitad de la superficie del predio, en términos generales, la arquitectura liberada puede ya comprobar que ellas son parte integrante de un conjunto mayor. Es decir, por sus características estructurales, nos encontramos frente a una porción del antiguo recinto ceremonial de la antigua capital del señorío acolhua-chichimeca. Texcoco era, tal como la describieran varios cronista mestizos e hispanos, una de las más bellas ciudades al momento del arribo de los conquistadores. Ixtlilxóchitl, escribe en sus Obras Históricas que contaba con más de cuarenta templos entre grandes y pequeños, magnos y suntuosos palacios. Cortés, en sus Cartas de Relación, (2003: 133), describe a Tezcuco como una ciudad de 30 mil vecinos, “con muy maravillosas casas y mezquitas y adoratorios muy grandes y muy bien labrados”. Pomar, en su Relación de Texcoco (1975:68-69) expresa que tales templos y palacios se ubicaban entre plazas y patios interiores dispuestos junto a impresionantes terraplenes o plataformas de entre dos y seis metros de altura. Otros cronistas como fray Juan de Torquemada añaden admirativamente más detalles sobre la capital del Acolhuacan. Todos ellos, los cronistas religiosos hispanos como los mestizos texcocanos Pomar e


Ixtlilxóchitl, nos legaron este primer acercamiento llamémosle “literario” a una urbe ya inexistente, pues recorrer hoy las calles céntricas de nuestra cabecera municipal de Texcoco hasta pueden inducirnos a la percepción de que aquellas descripciones fueron un poco exageradas y hasta nos hacen dudar de su veracidad. Sin embargo, el rescate parcial de ese fragmento del recinto ceremonial texcocano está demostrando que aquellos escritos comienzan a hacerse reales, por lo menos en aquellas excavaciones y sus resultados arqueológicos que mencionaré a continuación.

Plano general del sitio con la identificación de arquitectura prehispánica y colonial liberada

Uno de los

rasgos arquitectónicos identificados durante la primera temporada de

trabajos fue la exposición de un muro de mampostería, situado a lo largo del límite oeste del predio y que corre paralelo a unos 8 m de la pared divisoria con el estacionamiento de la Comercial Mexicana. Lo descubierto de dicho muro alcanzó la longitud máxima del predio ( 45 m ) pero que continúa hacia el norte bajo la traza de la calle Arteaga y por el sur por debajo de las casas contiguas al sitio. Su construcción


presenta una inclinación de 78° y una profundidad promedio desde su desplante por debajo de la actual superficie del predio de poco más de 2 m. En algunas áreas el muro fue localizado desde los primeros 5 cm de excavación, principalmente en su limite sur. La fisonomía constructiva de este muro, como ya se mencionara, es de mampostería con piedras de diferentes tamaños. Tiene un grado de preservación variable, desde su limite

sur el

recubrimiento de estuco

se encontró en buenas condiciones de

conservación cubriendo sus dos metros de altura pero que comienza a desvanecerse en la parte central hacia el norte, donde su disposición estructural se encontró muy dañada mostrando sólo en algunas partes su desplante. En ella, al retirar el escombro, se ubicaron varios fragmentos de estuco en color verde y rojo, existiendo la posibilidad de que en dicha área el muro además de estar estucado pudo haber presentado algún mural.

Restos del muro visto en su parte norte (Imagen2.jpg)


Restos del muro estucado visto desde su parte sur

Aunque falta mayor comprobación, en una primera interpretación arqueológica, en principio se pensó en la posibilidad de una estructura a desnivel que existiría por debajo de la ocupación prehispánica e incluso que éste fuese uno de los muros del juego de pelota. Sin embargo, con la excavación extensiva realizada en las dos temporadas posteriores, la que también fue apoyada con la correspondiente revisión bibliografica, se identificaría como parte de uno de los grandes terraplenes o plataformas que Juan Bautista Pomar menciona en su Relación de Texcoco. Como factor complementario para la definición de dicha estructura fue clave la localización de escalones estucados, que corren paralelos al este del muro. Estos escalones fueron liberados de sur a norte hasta cubrir una longitud de 15 m constatándose que ellos conectan la gran plataforma con una plaza interior que se extiende en la superficie restante del predio. De ésta se excavaron tan sólo 26 metros cuadrados y en cuyo interior se identificaron asociadas al


desplante de los escalones un total de 6 ofrendas con una clara manifestación hacia el culto agrícola.

Escalones estucados e interior de la Plaza Hundida

Corte Este-Oeste donde se observa la estructura ceremonial del conjunto: Muro en Talud, escalones estucados y Plaza hundida

En relación directa a la plaza hundida también se lograron identificar hasta el momento dos templos y cabe la posibilidad que existan otros más (entre ellos el Tzompantli o altar de cráneos). El primero de ellos correspondió a una parte del basamento del templo semicircular dedicado al dios del viento Ehécatl, ubicado en la esquina noreste del predio. De éste se ha podido rescatar

parte de su fachada posterior que se puede

observar en dos niveles: una banqueta de 40 cm de alto y el muro en talud de poco más de 90 cm. Con la recuperación del extremo suroeste y parte de su cara oeste se puede


calcular un diámetro aproximado de 11 m lo que induce a pronosticar que su fachada principal quedaría exactamente por debajo de la calle Juárez sur. De este Templo se pudo rescatar varias figurillas de dicha deidad, una gran variedad de cuentas de obsidiana con la figura de cabezas de pato, atributo inequívoco que reafirman su advocación a Ehécatl.

Plano de liberación del Templo a Ehécatl y fotografía de la estructura semicircular

El segundo Templo identificado en la parte central-sur del predio, pese a encontrarse muy dañado, se pudo definir como una estructura rectangular en dos niveles. En cuanto a su posible función, el carácter de las ofrendas encontradas en él nos da la pauta para proponer una advocación dual. Esto debido a que en una de sus ofrendas se


presentaron varios elementos arqueológicos que nos remiten a la deidad de Quetzalcóatl,

al igual que la asociación directa de dos figurillas de esta deidad.

Asimismo, en los elementos asociados en otra ofrenda sobresale la mitad de un espejo de obsidiana dorada, que está vinculada directamente a la deidad tutelar de la antigua ciudad prehispánica: Tetzcaltipoca. Todas las piezas indican que dicho templo debió estar dedicado a la dualidad mítica que personificaba a ambas deidades en el pasado tolteca de los pueblos de la Cuenca de México.

Templo Dual con elementos asociados a las deidades Quetzalcóatl y Tezcatlipoc.

Sistema constructivo Todas

las grandes culturas del mundo llegaron a construir grandes e imponentes

ciudades basando su arquitectura en algún material básico extraído y modificado de su entorno natural: la piedra, el ladrillo, el barro, la madera fueron en gran medida sus materiales constructivos. Para el caso que nos atañe, la majestuosidad de la ciudad de Texcoco tuvo como componente esencial de sus edificaciones al adobe del que no


estuvieron exentos la piedra y la madera. Pero, como lo escribieron los cronistas, la piedra de los templos y palacios texcocanos “fueron cantera” para las edificaciones de México-Tenoctitlan y las piezas de madera que admiraron notables testigos de las primeras décadas del siglo XVI, quedaron carcomidas por el tiempo. Este uso esencial del adobe se comprueba porque tanto el núcleo central de las estructuras piramidales localizadas dentro de este predio de Juárez-Arteaga como de los montículos artificiales de la zona arqueológica de Los Melones, Las Trincheras, el Parque de la Tercera Edad, entre otros, fueron ordenados con tanta habilidad en su disposición que pese a los siglos transcurridos siguen perdurando. Gracias al aprovechamiento ingenioso de su entorno los antiguos pobladores de nuestra región adquirieron y perfeccionaron una tecnología para ir modelado en serie estas piezas de barro, material constructivo que aunque para algunos estudiosos no sea relevante, representó el sustrato esencial de la construcción de sus edificios monumentales y de sus viviendas. Éstos formaron el núcleo medular de templos, palacios, plataformas y muralla, representando así la base estructural de uno de los más importantes núcleos urbanos del altiplano central, la ciudad de Texcoco.


Excavación de núcleo de adobes en el predio Juárez y Arteaga

Exposición del núcleo de adobes del Templo semicircular a la deidad del vientoEhécatl


Con los datos arquitectónicos recuperados en ese predio de Juárez Sur-Arteaga se puede reafirma la importancia y valor de la gran riqueza arqueológica contenida en el subsuelo de la cabecera municipal de Texcoco. El gran valor arqueológico de lo rescatado parcialmente hasta hoy dentro del área de investigación, nos permite contar con los primeros datos y comprobaciones relevantes del antiguo recinto ceremonial de la ciudad prehispánica de Tetzcoco. Es por ello que para nadie debiera ser indiferente la necesidad cultural de que la recuperación de todos sus bienes representativos de ese pasado –que también nos pertenece- debe hacerse en su totalidad. Ello permitirá acrecentar el conocimiento

histórico de nuestra antigua urbe y de la Cuenca de

México. También, un deber de la población texcocana el exigir su mejor protección y un destino digno, exigiendo a la vez a todas nuestras autoridades e instituciones involucradas un museo que refleje el gran valor cultural de esta región.

Proyección de elementos arquitectónicos en el plano actual de la ciudad de Texcoco tomando en cuenta la propuesta de ubicación del Templo Mayor basado en la tesis del Arqlgo. Gustavo Coronel S.


Representaci贸n tridimensional del plano anterior y su proyecci贸n con las calles actuales


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