Sistema de enterramiento

Page 1

SISTEMA DE ENTERRAMIENTO EN EL TLATEL DE TEQUEXQUINÁHUAC Beatriz Ramírez Meza David López Monroy Antropólogos Físicos El Tlatel de Tequexquináhuac es una aldea que se encontraba en el delta de un río que desembocaba en el lado este del Lago del Texcoco, sus pobladores se asentaron en la parte sur del sitio, el que presentaba una elevación de 150 centímetros con respecto al norte. De acuerdo al análisis cerámico a la aldea se la ubicó cronológicamente de finales del Formativo Medio a finales del Formativo Tardío del 900 al 200 a. C.

Para ubicarnos en el tiempo el Formativo es un período que también nos va a ubicar en un espacio; él hace referencia a una gran variedad de culturas de Mesoamérica. También se le conoce como Preclásico, al que se le han asignado diferentes fases de acuerdo al autor; así tenemos el Preclásico Inferior, Medio y Superior, o la clasificación del Formativo en Temprano, Medio, Tardío y Terminal, la cronología también varía dependiendo de las clasificaciones. El Formativo debe entenderse como el establecimiento y desarrollo de pequeños grupos que viven de una agricultura incipiente, recolección, caza y pesca como base de su subsistencia, caracterizando una vida sedentaria e igualitaria, la cual va a ir desarrollándose. Esta complejidad que se da es todo un proceso de rasgos culturales que van a permitir la consolidación y el agrupamiento de grandes núcleos de población mostrando un desarrollo cultural definido que va a marcar el surgimiento de las Sociedades-Estado del Clásico.

Los entierros recuperados en el Tlatel de Tequexquináhuac durante la temporada de excavación1 de 19991, nos permiten deducir una idea sobre la forma de enterrar a sus muertos y ella nos muestra una distinción jerárquica dentro del grupo.

1

En esta investigación participaron el Museo Nacional de Agricultura (UACH), Instituto Nacional de Antropología e Historia y el H. Ayuntamiento del Municipio de Texcoco.

1


Vista hipotética del Tlatel de Tequexquináhuac, Acuarela Raúl Bravo Millán MNA-UACH.

Los materiales arqueológicos recuperados nos muestran la forma de vida de la población de esta aldea, entre los cuales se encuentra el tule 22. Sus pobladores lo empleaban en la elaboración de cestos, lazos, canastos y redes, así como en la construcción de paredes y techos de sus casas.

El intercambio que desarrollaron con el tule les permitió proveerse de otros materiales que eran escasos o no existían en el sitio. Esto facilitó una interacción cultural con otras poblaciones dentro y fuera de la Cuenca de México, la que puede apreciarse en las formas de enterrar a sus muertos.

De los materiales arqueológicos que se recuperaron destacan los restos óseos humanos de 17 individuos, entre ellos los de seis mujeres, tres hombres y ocho de sexo indeterminable, que van desde las edades de 6 meses hasta los 60 años. En esta población podemos observar que ya se tenía una concepción de la vida y la muerte, puesto que la práctica funeraria presenta un patrón especial.

2

El tule es un material que se podía obtener en abundancia y durante todo el año

2


Específicamente, para el Tlatel de Tequexquináhuac el patrón de enterramiento está en función de dos aspectos que marcan la manera de colocar los entierros. El primero es de tipo espacial, al tratarse de un lugar que se formó por la constante deposición de sedimentos que eran transportados por el río. Es de suponer que el sitio era pequeño por lo que sus habitantes se dieron a la tarea de ampliarlo para tener mayor espacio o, en su defecto, colocando a los entierros uno encima de otro, e incluso removiendo algunos. El segundo corresponde a la idea de pertenencia hacia el grupo, debido a que se observa un área específica para mujeres y niños, otra para hombres.

Desconocemos si dichos entierros fueron colocados dentro de lo que serían las unidades habitacionales, ya que no fue posible delinear dichas áreas, aunque lo más lógico es que ellos estarían cerca o dentro de éstas.

La gran mayoría de los entierros presentaba ofrendas, integradas por objetos de uso cotidiano que incluían cestos, lazos, ollas, platos, machacadores, manos de metate. Pero también encontramos objetos como punzones de asta, patas y manos de venado, y hueso humano, agujas y cuentas de costillas de venado. (Dibujo 1)

3


Dibujo 1. Entierro X, en posición semiflexionado en decúbito lateral derecho (Registro David López M.)

Las ofrendas variaban según el

sexo y edad, las cuales expresan las

actividades que debieron de desarrollar los individuos en vida. También

se

observó que se da la distinción a los individuos según en relación al rol social que éstos tenían dentro del grupo.

El patrón de enterramiento que se determinó en el sitio, fue el hecho de que en quince casos presentaban cerámica con arcilla en lecho y en la cubierta de éstos. (Dibujo 2)

CUBIERTA

LECHO Dibujo 2. Donde se observa la cubierta y el lecho de cerámica con arcilla en los entierros

Los entierros directos fueron quince, de los cuales siete son flexionados y uno semiflexionado en posición decúbito ventral 33, decúbito lateral derecho e izquierdo. Con orientación para las mujeres cráneo - sur, pies - norte y vista al este. Los hombres tienen su orientación cráneo - norte, pies - sur y vista al este y también cráneo - oeste, pies - este, vista al sur. (Dibujo 3)

3

Esta terminología fue propuesta por Romano (1974:109) para clasificar las formas de entierros prehispánicos en México.

4


Dibujo 3. Entierro V, en posición flexionado en decúbito lateral derecho (Registro David López M.)

Es evidente que existe una relación entre la salida del sol y la orientación de la mayoría de los individuos, debido a que la vista la tienen hacia el este.

El área de enterramiento sugiere la posibilidad de espacios propios e individuales para hombres, no así para las mujeres y niños, para estos últimos son de la siguiente manera: en el pozo 44 XXVI tenemos dos adultos (hombre y mujer) y un adolescente; en la unidad 1 los entierros tenían la característica de estar sobrepuestos uno a otro, con cuatro individuos; en la unidad 55 3 se encontraron seis individuos, de los cuales cuatro son mujeres y otros dos adultos de sexo indeterminable, pero según su orientación, posiblemente se traten de mujeres. En esta unidad, dos de ellas presentan un mayor número de objetos asociados a su ofrenda: ollas, cazuelas, machacadores, bases de canastos, representaciones de aves en cerámica, etc. Ello nos muestra que probablemente

4

Se realizaron un total de 53 pozos para poder delimitar el área ocupacional; éstos tenían una dimensión de 1X 2 metros. 5 Es un área de excavación más amplia que los pozos; en este sitio se delimitaron tres unidades.

5


existió una jerarquización dentro del grupo o posiblemente se comenzaba a gestar ésta. (Fotografías 1, 2, 3 y 4)

1

2

3

4

Fotografías 1, 2, 3 y 4. Cerámica (cuenco y vasija trípode), base de canasta y puntas de flechas de obsidiana (Fotos David López M.)

Tenemos una práctica muy antigua como es la costumbre de la cremación, la que se expresa en este Tlatel representada en un individuo de sexo masculino, con la característica de ser el de mayor edad de esta muestra; además se distingue por el tipo de ofrenda que presenta: punzones, cuentas, agujas y cerámica. (Fotografías 5, 6 y 7)

6


Dibujo 4. Entierro IX, con cremación parcial (Registro Ana Maribel Rodríguez M)

5

6

7 Fotografías 5, 6 y 7. Objetos ofrendados en el entierro IX, cuentas de costilla, aguja de asta y punzón de pata de venado (Fotos David López M.)

La detección de huellas de cortes óseos en individuos infantiles sugiere la posibilidad de cuatro cosas: la primera estaría relacionada con fines terapéuticos que buscaran recuperarse de una enfermedad; la segunda nos podría hablar de cierto comportamiento que puede ser ritual, en el que se consumía la carne humana (canibalismo), o como una forma de sobrevivencia en tiempos de escasez; la tercera podría ser para control reproductivo (infanticidio); y la cuarta como ofrenda a alguna deidad (sacrificio); tales cortes están presentes en dos casos en huesos largos (entierros II A y II B) (Fotografía 8).

7


Fotografía 8. Tibia con huellas de corte. Entierro II B (Foto David López M.)

En el Tlatel de Tequexquináhuac se pudo identificar a dos individuos (entierros IV y IV A), los cuales presentaban una especie de lazo que sujetaba pies y manos, lo que podría sugerir el amortajamiento de los cuerpos en este sitio, como algunos que se reportaron en Tlatilco. “Los muertos eran amortajados con petates o textiles en posición extendida y en general se les enterraba con los brazos al lado del tórax o entrecruzados.” (García Moll, 1999:23).

A diferencia de Tlatilco, el Tlatel de Tequexquináhuac presenta un sistema de enterramiento flexionado, en la mayoría de los casos, con las variantes decúbito lateral izquierdo o derecho, menos elaborados y lejos de una estratificación social plenamente jerarquizada; ésto posiblemente se deba, entre otras razones, a que el asentamiento no fue tan numeroso como el primero.

Sin duda y de acuerdo a lo que observamos en el patrón de enterramiento, la población del Tlatel de Tequexquináhuac estaba familiarizada con la idea de otros lugares después de la muerte, debido a que existe un patrón y una asociación con los objetos de una manera específica. “Los estudios de Sempowski y Storey se basan en el supuesto de que la variabilidad en las prácticas de enterramiento realizadas por una sociedad reflejan

8


distinciones sociales significativas, y que la complejidad o aspecto del tratamiento se ve afectado por el rango o estatus de la persona en vida, fundamentalmente por la cantidad y variabilidad de los objetos ofrendados, la energía empleada en la preparación del depósito funerario y el número de objetos raros o exóticos que acompañan al muerto” (cfr. Binford 1971; Sempowski 1987, Storey 1987; en Gómez y Núñez 1999: 88).

Finalmente, podemos decir que en tiempos tan antiguos en el área de Texcoco ya se observa un patrón de enterramiento que refleja el inicio de una jerarquización entre los individuos, ya sean hombres y mujeres.

Asimismo,

los

objetos

ofrendados

nos

muestran

las

actividades

ocupacionales de las personas y los rituales nos hablan de su cosmovisión sobre la vida y la muerte.

Se observó una preferencia de la orientación del cráneo en la que se toma en cuenta la dirección de la salida del sol, ya que éstos tiene su vista hacia el este.

El Tlatel de Tequexquináhuac es un claro ejemplo de una sociedad del Formativo Tardío, que esta presentando un proceso de asimilación en la forma de enterrar a sus muertos. Por lo que no se descarta la llegada de personas de otros lugares de la Cuenca de México, que contribuyeron a la caracterización y particularización en las ofrendas y entierros del sitio. Bibliografía

Coronel Sánchez, G. 1999. Análisis Cerámico. Informe Técnico. Museo Nacional de Agricultura-Universidad Autónoma de Chapingo. México. García Moll, R.

1999. “Tlatilco Prácticas Funerarias”. Arqueología Mexicana.

México. Noviembre – Diciembre, 6(40):20-23. 9


Gómez Chávez, S. y J. Núñez Hernández. 1999. “Análisis preliminar del patrón y la distribución espacial de entierros en el Barrio de La Ventilla”. Prácticas Funerarias en la Ciudad de los Dioses. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Antropológicas. p. 81-147.

López Monroy, D. y B. Ramírez Meza. 2003. Una aproximación a las Estrategias de Subsistencia en una aldea del Formativo Tardío en la ribera del Lago de Texcoco, Tlatel de Tequexquináhuac (TX-LF-14), Análisis Osteológico. Escuela Nacional de Antropología e Historia. Tesis de Licenciatura. México.

Morett Alatorre, L. 1999a Tlatel de Tequexquináhuac, Proyecto de Investigación Arqueológica. Informe Técnico. México.

Morett Alatorre, L y G. Coronel Sánchez. 1999b. Caracterización

de

grupos

cerámicos y esferas de interacción, primer acercamiento a la cerámica del Tlatel de Tequexquináhuac. Museo Nacional de Agricultura, Universidad Autónoma Chapingo, Inédito. México. Romano Pacheco, A. 1974. “Sistema de enterramientos”. Antropología Física Época Prehispánica. 1ª Edición. Editorial Melo. p.85-111. México. López Agustín, A. Y L. López Luján. 2000. “La periodización de la historia mesoamericana”. Arqueología Mexicana. Vol. VIII. No. 43, p. 14-33 Ochoa L. 2001. “Paisaje y Cultura en Mesoamerica”. Gran historia de México Ilustrado. Planeta D´ Agostini. p. 21-40 Arqueología Mexicana. 2000 “Preclasico, Atlas del México Prehispánico” Especial de Arqueología Mexicana. Núm. 5 p. 21-27. David López Monroy – ajolote29@yahoo.com.mx 10


Beatriz Ramírez Meza – betyram_meza@yahoo.com

11


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.