KOREANA - Summer 2012 (Spanish)

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VERANO 2012

Cultura y arte de Corea

ES PECI A L

EL CANAL de Hallyeo

sum m er 2012 2012 To voml.o26 VERANO 21,nNo-ยบ. 2

El canal de Hallyeo, El mar y sus bellas islas. Tongyeong, una ciudad costera inundada de arte.

con su lento fluir, adorna la costa meridional To mo 21, Nยบ- 2

ISSN 1225-4606


IMAGEn de cOREA

Sobre la verde serranía / el cielo azul de mi pueblo natal, añorado; / siempre que echo de menos mi aldea, / miro sobre la cima. Los niños en Corea crecieron cantando canciones como estas hasta a mediados del siglo pasado. Para nosotros, que vivimos en un país con un setenta por ciento de territorio montañoso, el pueblo natal que conservamos en el recuerdo tiene, sin excepción, cerros en el horizonte. Los montes siempre han sido “verdes”. El adjetivo coreano pureuda tiene diferentes sentidos. De cerca, la cima así descrita, es de color verde, pero a distancia, es azul. Al ver montañas de colores que varían según la distancia, los coreanos imaginan su aldea más allá de la sierra. Azul es entonces el color de lo remoto. El pueblo al otro lado es el mundo primordial al que algún día se desea retornar. Es por eso que los niños coreanos dibujan siempre el mismo paisaje: montes azules que se elevan al fondo, cabañas al pie de las serranías en primer plano y un camino blanco serpenteante que conduce hasta una casa. Entre las chozas, hay árboles de gran tamaño y jardines en las laderas que parecen alfombras verdes. Con el progreso de la industria y la globalización, sin embargo, la gente abandonó su patria chica para concentrarse en la ciudad y empezar una nueva vida. Estos nuevos urbanitas, abocados a trabajar desde horas muy tempranas y condenados a llegar tarde y agotados al hogar, sienten nostalgia y añoran cada vez más su pueblo “al otro lado de la montaña”. Con el aceleramiento de la industrialización de los años 70 y el establecimiento del “movimiento de la nueva comunidad”, desaparecieron las cabañas. En lugar de tener que cambiar los haces de paja de arroz que formaban la techumbre todos los años, se empleó pizarra o tejas como cubierta y en la ciudad se construyeron complejos de altos apartamentos por doquier. Mejoraron las condiciones de vida y el país prosperó rápidamente. Sin embargo, al otro lado de la montaña, ya no existe ese idílico pueblo natal de chozas con sendas blancas bordeadas de jardines. De estos lugares sólo pueden verse recreaciones en las distintas “aldeas folclóricas” del país o fosilizados como recuerdos en estrofas de canciones infantiles. Con frecuencia hallamos fotos de pueblos antiguos sin imágenes de personas. Puede que llegue el tiempo en que esta generación, tan concentrada en el pop coreano, o ‘K-pop’, no llegue a entender la ternura que se expresa en estas letras. (Traducido por Kim Un Kyung)

Mi pueblo natal es... Kim Hwa-young Critico literario y miembro de la Academia Nacional de las Artes de Corea Suh Heun-gang Fotógrafo

Mi pueblo está en la montaña: / flores del peral, albaricoquero, azaleas, / una aldea que se asemeja a un castillo decorado con colores; / añoro cuando jugaba allí.

K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2 Pueblo amurallado de Nagan


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Cultura y arte de Corea verano 2012 Una publicación trimestral de la Fundación Corea 2558 Nambusunhwanno, Seocho-gu, Seúl 137-863, República de Corea www.kf.or.kr

Hallyeosudo es un canal de 120 kilómetros que fluye desde la isla de Hansan, en Tongyeong, provincia de Gyeongsang del Sur, a Yeosu, en la de Jeolla del Sur. El Gobierno designó esta vía marítima y parte de la costa parque nacional en 1968. SEA1A 034H 2007 ©Bae Bien-u

Los isleños y el océano Para muchos, la costa y el mar evocan recreo y vacaciones. Los residentes los consideran fuente de sustento y los artistas, motivo de inspiración. Los marineros, que trabajan en sus profundas aguas azules, las sienten como una atracción irresistible…, y peligrosa. Desde sus orígenes, los coreanos han percibido los mares que rodean la península como una fuente de alimento y de inspiración artística. El mar meridional, con sus innumerables islas y escarpada costa, es un canal vital para el comercio internacional en el noreste de Asia desde la antigüedad. Todos tienen mucho que contarnos sobre la cultura y el estilo de vida de la zona: el mar,

las islas y sus habitantes. Esta edición nos adentra en este fascinante entorno y en la vida diaria de sus residentes: su lucha por convivir con el flujo y reflujo de la marea. La Expo de Yeosu 2012, en la que participan 100 países, abrió sus puertas el 12 de mayo y durará hasta el 12 de agosto. Con el tema de ‘Por unos océanos y costas vivas: diversidades de los recursos y las energías renovables’, se celebra en un lugar privilegiado en el canal de Hallyeo. José María Areta y Kim Un Kyung Editores


eSpecial El canal de HallyEo

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El canal de Hallyeo, con su lento fluir, adorna la costa meridional

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Chung Il-keun

Islas

El mar y sus bellas islas

Han Chang-hoon

CIUDAD DE LA CULTURA

Tongyeong, una ciudad costera inundada de arte

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El mar sonoro

Soul Ho-jeong

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Foco La historia de la comunidad de Sungmisan You Chang-bok

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crÍtIca de arte Meditación a pinceladas Dansaekhwa : pintura monocromática Koh Mi-seok

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ARtesano Lim In-ho Maestro en la fundición de tipos metálicos móviles

Monumentos Modernos El Banco de Corea

Depósito del dinero y de la historia financiera del país

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Park Hyun-sook

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Kim Chung-dong

entrevista

El valor de la diversidad cultural en la sociedad coreana

Kim Chang-hee

EN EL CAMINO

Un cálido día en el pueblo amurallado de Nagan y en el templo de Geumdun

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Kim Yoo-kyung

Publicaciones Choi Joon-sik, Uh Soo-woong y Lee Soo-ki Comprender el sentimiento de los antepasados coreanos

Special Lecture on Korean Paintings

Una feroz investigación sobre la muerte y la vida

Tengo derecho a destruirme

Una aplicación para ‘teléfonos inteligentes’ basada en la inteligencia artificial

“SimSimi”

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opiniÓn desde la lejanÍa

Descubriendo Corea

Juan José García

Delicias de buena cocina El Kalguksu , un sencillo plato de infinitas variedades Ye Jong-suk jornadas de literatura coreana Kim Do-yeon

Crítica : La paradoja de dos despedidas en intervalo de diez años “Antes y después de la despedida: su reconsideración”

Uh Soo-woong

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especial El canal de Hallyeo / El mar sonoro

El canal de Hallyeo, con su lento fluir, adorna la costa meridional

¿Puede haber ‘senderos’ en la vasta extensión del océano? Los caminos no sólo se hallan en tierra firme. Los hay en el cielo y también en el mar. Hallyosudo es la principal vía marítima en Corea. Chung Il-keun Poeta y profesor de la Universidad de Kyungnam | Bae Bien-u Fotógrafo

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Cu l tu ra y a rte d e Co re a


SEA1A 034H 2007

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ee Mi-ja, una de las cantantes más queridas en Corea, interpretaba una canción popular: ‘Los trescientos li de Hallyosudo’. Como indica el título, este canal tiene 300 li, medida coreana equivalente a 120 Km en el sistema métrico. En tierra firme, 120 Km pueden recorrerse en algo más de una hora en automóvil, pero en Hallyosudo, es una ruta sentimental que no puede hacerse con rapidez. Aquellos que se aventuran por este canal quedan cautivados por lo que ven y quieren pasar despacio. Corea es una península, por lo que está rodeada de océano por tres lados. Por el del este sale el sol, de ahí que sea el de la esperanza. El del oeste, por donde se pone, es el de la despedida. En el mar del sur, las islas brotan como flores entre sus profundas aguas azules, por lo que es el mar sonoro. Hallyeosudo es

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un canal en este cálido mar de la música, donde el cielo, el mar, las islas y todo lo demás fluyen con la corriente en su continuo ir y venir, junto con el sonido de las canciones. El color de esta canción cambia del amanecer al atardecer, y durante las cuatro estaciones del año.

Un mar de camelias Geográficamente, Hallyeo se refiere al canal marítimo que se origina en la isla de Hansan, en Tongyeong, provincia de Gyeongsang del Sur, hasta Yeosu, en Jeolla del Sur, pasando por Sacheon y Namhae. En 1968, el Gobierno designó este canal y parte de la costa parque nacional marítimo, el primero del país para así protegerlo y conservarlo. Cu l tu ra y a rte d e Co re a


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En el mar del sur, las islas brotan como flores entre sus profundas aguas azules, por lo que es el mar sonoro. Hallyeosudo es un canal en este cálido mar de la música.

Jeon Hyuck-lim (1916-2010), pintor nacido en Tongyeong, quien pasó su vida retratando este mar y su ‘sendero’, llamaba al color del agua “azul cobalto”. En primavera, el océano se llena de canciones carmesís. En las islas, las camelias rojas comienzan a florecer una a una cuando se marcha el invierno y alcanzan su mayor esplendor en primavera, pero después, caen rápidamente, como las lágrimas rojas de Poseidón. K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

La canción mencionada arriba también habla de esta flor: “En la isla de Hansan, al atardecer, emprenden el vuelo las gaviotas. ¡Qué pintorescos son los trescientos li de la ruta marítima de Hallyeo! Las isleñas solteras vienen por este serpenteante sendero para ver a su amado; sus corazones arden rojos, como las camelias. La puesta de sol se abre sobre la costa”. Desde el principio de este canal, en la isla de Hansan, hasta su

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término, en la de Odong, en Yeosu, marzo es la temporada de las camelias. La belleza de su color rojo contrasta con el azul del mar. Siempre que florecen, el ojiblanco japonés se acerca con su trino. Las camelias no las polinizan las abejas o las mariposas, sino estas aves paseriformes, que habitan las islas donde hallamos estos árboles. Siguiendo por el canal, cuando llegamos a un islote repleto de flores, podemos descansar un rato bajo las copas y escuchar el canto de estos pájaros. Seguro que el paraíso es algo así, no un lugar lejano. Si cogemos los pétalos que han caído y los arrojamos al mar, alguien los verá a la deriva y soñará con el edén. Una vez que caen las flores, el árbol produce un fruto del que los coreanos extraen un aceite, que tenía muchos usos en el pasado, como abrillantar muebles antiguos o prevenir el óxido en las máquinas. Antes de la electricidad, también se usaba en lámparas. Pero más importante era el empleo que le daban las mujeres para cuidar su pelo. En aquella época llevaban largas melenas y usaban este extracto para darles lustre, ya que no tenía olor. Ahora, este producto tan apreciado antiguamente vuelve a estar de moda por sus cualidades nutritivas.

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Un mar de sabor Este ‘camino’ marítimo fluye por algunos de los mejores destinos turísticos del país, como Tongyeong, Sacheon, Namhae y Yeosu. Es también un ‘mar de sabor’. De sus limpias aguas se consiguen distintos productos marinos, ya sean salvajes o cultivados. El secreto de esta abundancia radica en la costa, llena de rías, que presenta numerosas bahías e islas de pequeño tamaño. Esta compleja topografía costera es un lugar ideal para el desarrollo de la vida acuática, a lo que ayuda el hecho de que las corrientes cálidas mantienen constante la temperatura del agua. Por ello, no sólo podemos degustar pescado fresco en abundancia, sino marisco y algas. Los coreanos, refiriéndose a los sabores del mar, dicen: “Platija en primavera, sábalo en otoño”. Ambos pescados se consideran más sabrosos en esas estaciones. Al igual que las frutas de temporada, hay especies marinas para cada época y los turistas pueden disfrutar de lo mejor según las fechas. El pescado se prepara de distintas formas. La platija, por ejemplo, se come cruda, bien fileteada o cortada con espinas incluidas, o en sopa, con algas, de la que se dice que es muy saludable para las parturientas. En priCu l tu ra y a rte d e Co re a


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mavera, se emplea la artemisa que crece bajo los vientos marinos para cocerla con este pescado.

Un mar de historia Este canal es un mar de historias. Corea y Japón lucharon aquí durante a las invasiones niponas de 1592, hace 620 años, que se prolongaron hasta 1598, en lo que en Corea se conoce como Imjin Waeran. Hasta este año, las tropas del país vecino cruzaron los mares para invadirnos dos veces, arruinando la nación y trayendo la miseria a su gente. Estas mismas aguas fueron el hogar del almirante Yi Sun-sin (1545-1598), héroe que llevó a Corea a la victoria. Está considerado uno de los más grandes comandantes de la historia naval, y es comparado a menudo con el vicealmirante inglés Horatio Nelson. Se dice que Togo Heihachiro, almirante japonés, que derrotó a la flota rusa del Báltico en la guerra entre ambos países en 1905, no argumentaba sobre las comparaciones entre esos dos marinos, pero creía que él no se podía igualar con el militar coreano, que ganó todas las batallas navales en estas aguas de la costa coreana. Al final de los 7 años de conflicto, Yi había hundido unos 200 barcos enemigos y logró K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

la victoria en la batalla final, en la que alcanzó la gloria. Podemos hallar recuerdos a esta figura en muchos lugares de este litoral, al igual que un modelo de su ‘barco tortuga’, que se considera el primer acorazado del mundo. Recibe su nombre de su parecido con ese reptil y ayudó al almirante a lograr su victoria. Yi dejó un diario con los acontecimientos más importantes de aquella guerra. Se llama Nanjung Ilgi [diario de la guerra] y fue designado tesoro nacional del país. Su escritura, característica de un guerrero, es concisa y honesta, pero también posee una excepcional calidad literaria. Corea ha solicitado su inclusión en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO.

Expo 2012 en Yeosu En Yeosu, donde este ‘camino’ marítimo se para antes de seguir de nuevo, se está celebrando la Expo de este año. Más al sur está el parque de Dadohae [mar de muchas islas]. Numerosos visitantes de todo el mundo, familiarizados con el mar Egeo, el lugar de nacimiento de la civilización griega en el Mediterráneo oriental, vienen para ver este ‘jardín de islas’ escondido de Corea del Sur. (Traducido por José María Areta)

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especial El canal de Hallyeo / Islas

El mar y sus bellas islas “Cuando la vida se complica, ve al mar”, suelo decir. Animo a la gente a experimentar el verdadero océano, que no puede entenderse simplemente paseando por la playa y comiendo pescado fresco. Han Chang-hoon Novelista | Park Jong-su, Jung In-su y Kwon Tae-kyun Fotógrafos


N

ací en una isla distante en el mar meridional. Todo mi universo al crecer eran las aguas azules y la suficiente tierra para evitar que nos ahogáramos. Era como un niño beduino, que cree que el mundo era un pequeño oasis rodeado de un infinito desierto. Siempre que abría los ojos, veía muros de piedra construidos a mano, patatales cultivados en las laderas de las montañas y los pesebres de las vacas rojos por los pétalos caídos de magnolia, todo con ese fondo del mar que se extendía hacia donde mirara. A poca distancia de mi casa estaban las rocas negras de la costa, los acantilados que surgían verticales del agua y los pequeños pesqueros. Cuando amanecía, los pescadores zarpaban. Las chicas iban a las rocas para coger marisco y las haenyeo se ponían sus trajes de buceo e iban a sumergirse. Mi abuela era una de ellas. A menudo me llevaba cuando iba a pescar. Cuando todas las buceadoras estaban en el agua, yo les vigilaba la ropa y sus posesiones. Esas valientes mujeres se sumergían y se alejaban. Tres o cuatro horas después regresaban juntas con los trajes chorreando. Yo tenía nueve años cuando me probé las gafas de submarinismo de mi abuela y me metí en el mar. “No respires muy profundamente; tu cuerpo debe estar totalmente invertido”, me aconsejaba mi abuela. Bajo el agua, había un mundo maravilloso: algas ondeando en la corriente, bancos de peces y los rayos de sol penetrando entre ellos. Los pescadores cogían pargo del Japón, lubina, pez sable, anguilas y pulpos, mientras que las buceadoras traían caracolas, cohombros y orejas de mar. Las chicas que habían ido a las rocas, traían algas. De vez en cuando, el mar se llevaba a alguien, pero la rutina diaria no paraba. Teníamos que vender esos productos para comprar arroz y ropa.

Isla de Geomun, mi lugar de nacimiento Nací en la isla de Geomundo, en Yeosu, situado en el parque nacional de Dadohae [mar de muchas islas], que bordea el canal de Hallyeo. Mi isla tiene una historia singular debido al Incidente que llera su nombre. Desde abril de 1885 hasta febrero de 1887, seis buques de guerra y dos mercantes del British China Squadron ocuparon este lugar, que conocían como Port Hamilton, e izaron la bandera británica. Durante este tiempo, cuando el expolio del imperialismo moderno tomaba fuerza, el plan de los ingleses era impedir el avance hacia el sur de Rusia. Aquí todavía están las tumbas de tres marinos británicos que perdieron la vida y fotografías tomadas por compañeros suyos. Gracias a esas instantáneas, he podido conocer en detalle cómo era el área en ese periodo: un erudito confuciano con un sombrero formal (que parece comunicarse con un intérprete chino por medio de la escritura), residentes con la ropa manchada, antiguos barcos de madera, y una fragua, donde se hacían los aperos y herramientas de pesca. Lo que más me impresionó es la mirada penetrante e inteligente de los isleños, a pesar de su aspecto sucio, totalmente distinta a la de la gente de hoy, con su apariencia refinada y elegante y sus ojos apagados. Los documentos afirman que los marinos británicos se llevaban bien con los residentes, pero eso no cambió que era una ocupación forzosa. Cuando la reina Isabel II vino a Corea en 1999, como coreano de esa isla, esperaba disculpas. Incluso una expresión formal de arrepentimiento hubiera sido suficiente para que me permitiera aceptar el Incidente, considerando las singulares características de ese

© Park Jong-su

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Baekdo, un archipiélago compuesto por varios islotes rocosos, está aproximadamente a 28 kilómetros de la isla de Geomun, en Yeosu.

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periodo de la historia y del hecho de que no hubo combates, pero se fue sin mencionar el tema en absoluto. A los marinos británicos, la isla debió parecerles un lugar terriblemente lejano. Cuando yo era pequeño, la península me parecía igual a mí. Se tardaba nueve horas en recorrer los 115 Km que había hasta el puerto de Yeosu. Nada podía atormentar más. Ahora, por supuesto, los niños tienen todo el cariño y protección del mundo, pero no era así antes. Los barcos eran viejos y lentos, había muchos críos y los adultos eran severos. Los mayores bebían y fumaban sin parar mientras jugaban a las cartas en el interior de la cabina. Como era peligroso ir en cubierta, los pequeños debíamos ir con ellos en ese lugar sucio, todos apretujados, y nos mareábamos enseguida. Cerca de Geomundo hay otra isla llamada Chodo. Las corrientes entre ambas son fuertes y las olas son altas. Durante esa parte del viaje, incluso algunos adultos se sentían mal. Así que durante ocho horas, los niños íbamos sentados, con la tez verdosa por los mareos y con continuos escalofríos por el movimiento del barco, el humo del tabaco y el olor a aguardiente. Sólo tras horas de tormento, nos acercábamos a la costa. Aunque me sentía mareado, miraba las islas que se acercaban y luego se perdían de nuevo en la distancia. Me di cuenta enseguida de que para que un mar sea bello debe tener islas. En 1981, cuando ya era adulto, esta área fue designada parque nacional. Había vivido todo el tiempo en una zona muy especial y así fue reconocido por el Gobierno.

1. La isla de Hong, en Tongyeong, es el lugar de cría para las gaviotas japonesas 2. Galgotdo, un pintoresco lugar con acantilados muy accidentados.

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Mi lugar de trabajo: el canal de Hallyeo Quizá es por ello por lo que, de adulto, sigo viajando de isla en isla. Durante años, he trabajado en procesadoras de pescado. Me encargo, principalmente, del mejillón. Cuando las bateas en Yeosu están agotadas, me dirijo con mis colegas y nuestros barcos al oeste de la isla de Heuksan y al este de Tongyeong. Esa área también está repleta de islas, unas que surgen directamente del océano y otras que se aga2 chan contra las olas; unas con suaves formas ovales y otras con costas escarpadas. Y por supuesto, vayas donde vayas el dialecto es diferente, así como la comida, como si cada isla fuera una república independiente. Incluso el licor que se consume y la forma de trabajar son distintos. Las corrientes son desiguales y la profundidad del mar también. Pero también hay similitudes: son territorios fronterizos, solitarios en medio del mar azul, y todos carecen de recursos. Otros puntos en común son el atardecer, que pinta de rojo el mar occidental cuando regresamos de trabajar, las abundantes cenas que nos esperan en pueblos extraños –compuestas por productos recién pescados, como pargo crudo, pulpo cocido salteado–, la Vía Láctea, que se ve nítida en el cielo nocturno, y una nueva jornada que empieza con ánimo al día siguiente. Los lugares que he visitado están todos en este canal de Hallyeo; de ahí, mi larga relación con este mar. Cuando viajamos de isla a isla, con nuestros pesqueros repletos de mejillones, prestamos especial atención a las corrientes. Un barco cargado es lento y sólo un cálculo preciso de estas nos permite predecir la hora de llegada. Así también lo hacían los mayores en mi pueblo. Los isleños ancianos me enseñaron cuánto podemos confiar en nuestros sentidos. Un ejemplo: un viejo pescador sale con su barco hacia el otro lado de la isla e inesperadamente se ve envuelto en la niebla, algo más aterrador que el mar

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Aunque me sentía mareado, miraba las islas que se acercaban y luego se perdían de nuevo en la distancia. Me di cuenta enseguida de que para que un mar sea bello debe tener islas. En 1981, cuando ya era adulto, esta área fue designada parque nacional. encrespado y los fuertes vientos, ya que es fácil desorientarse y naufragar. Lo primero que recuerda dicho anciano son las mareas del día. Estos ascensos y descensos ocurren dos veces diarias debido a la atracción gravitatoria de cuerpos celestes como el sol y la luna. Recuerda perfectamente los cambios periódicos del nivel del mar. Una vez que comprueba la hora y la fecha según el calendario lunar, apunta la dirección en la que se mueve el barco. Hace los cálculos necesarios con el calendario lunar en mente, el flujo y reflujo de la marea y las corrientes marinas. “Si las aguas fluyen en esta dirección en este momento, nuestra isla está pues por ese otro lado”, dice. Pone proa en dirección a la isla y no mucho después sale de en medio de la niebla. Nosotros no somos tan buenos como ese pescador, pero pudimos calcular la diferencia en el tiempo del viaje dependiendo de si íbamos contra corriente o no. En la actualidad, el GPS (sistema global de posicionamiento, por sus siglas en inglés) hace todo eso automáticamente. Cuanto más dependemos de los instrumentos, más se atrofian nuestros sentidos. Incluso los mejores capitanes determinan ahora su situación y establecen el curso con ese aparato. Si se rompieran nuestros artilugios no sabemos qué podría pasar. Se dice que durante el tsunami de Indonesia en 2004, los miembros de las tribus locales sentían que se aproximaba, por lo que se apresuraron a lugares más altos y sobrevivieron.

Historia natural del mar Cuando pienso en la isla de Heuksan al oeste, recuerdo a un personaje: el funcionario de finales de Jeoseon Jeong Yak-jeon (1758-1816). Ya de niño era inteligente y de mentalidad abierta. Se convirtió al catolicismo, uno de los primeros coreanos en hacerlo, pero cuando el rey Sunjo persiguió a los fieles de esta creencia en 1801, fue exilado a dicha isla. Vivió ahí hasta su muerte, 16 años después. Durante ese tiempo, fundó una escuela para enseñar a jóvenes, pero su obra más importante fue un libro titulado Jasan eobo [enciclopedia de ictiología de Heuksan]. Es un texto de historia natural con los estudios detallados y cuidadosos de la distribución, formas, hábitos y usos como alimento de 155 tipos de plantas y animales marinos alrededor de la isla. Es una obra clásica que puede considerarse el primer manual de oceanografía. Tengo una copia de ese libro. Incluso he publicado el mío propio: Nae bapsang uieui jasaneobo [enciclopedia del pescado de Heuksan en mi mesa], que cita el texto de Jeong. Admiro mucho a este hombre tan destacado, sobre todo por su mentalidad abierta y su actitud positiva ante el mundo. Como Corea pertenece a la civilización asiática, la clase dirigente menospreciaba los mares. Jeong, aun siendo noble, aceptó la nueva cultura y el ‘aprendizaje práctico’ como filosofía personal: era noble por naturaleza. Pero se fijó en los mares alrededor de su lugar de exilio y comenzó a documentar la vida marina que hallaba. Era algo revolucionario para esa época. Gracias a él, en Corea se publicó un texto muy valioso sobre la vida marina hace 200 años.

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1 1. Anchoas de los mares del sur secándose al sol en la playa. 2. El canal de Hallyeo es ideal para la navegación recreativa. 3. La isla de Bijin, en Tongyeong, donde muchos turistas pasan sus vacaciones estivales.

Cu l tu ra y a rte d e Co re a


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1. Hyangiram, en Yeosu, lugar favorito para contemplar el amanecer. 2. Las camelias de este canal señalan la llegada de la primavera.

Las batallas del almirante Yi Sun-sin Si Jeong Yak-jeon examinaba los mares como científico, el almirante Yi lo hacía como militar. Cuando Japón invadió Corea por segunda vez, el décimo sexto día del noveno mes de 1597, Yi, comandante en jefe de la marina de las tres provincias meridionales, sólo tenía 12 buques de guerra bajo su mando. Un barco utilizado por pescadores se sumó. Las fuerzas niponas, que atacaban la costa suroccidental, tenían 133: 10 a 1. El resultado parecía obvio. Pero Yi sabía cómo leer las corrientes del océano y sabía cómo usar la geografía de la costa para obtener ventaja. Prestó especial atención a Uldolmok, un pequeño estrecho entre la península y la isla de Jindo, provincia de Jeolla del Sur. No es sólo un punto estratégico entre la costa meridional y la occidental, sino que las corrientes son fuertes durante las mareas. Uldolmok significa literalmente ‘estrecho de la roca aulladora’, nombre proveniente del terrible ruido que hace el mar al romper contra las rocas sumergidas, tan estrepitoso que parece como si las propias piedras gritaran. El agua, durante la pleamar, se mueve a una velocidad de unos 10 nudos. Ató una gran cadena a través de este estrecho y esperó al enemigo. Cuando aparecieron los barcos, Yi dio la orden a los residentes de que tensaran la cadena, y produjo bastantes daños. Había situado a sus hombres cuidadosamente porque sabía que la marea cambiaría, y cuando el enemigo intentó escapar de las fuertes corrientes en ese canal, atacó y logró la victoria. Este lugar es el estrecho de Myeongnyang, por lo que la batalla se conoce como la Gran Victoria de Myeongnyang, la cual cambió el rumbo de la guerra en favor de Corea. Gracias a sus proezas, Yi Sun-sin consiguió otros 20 triunfos en otras tantas batallas navales donde parecía en completa desventaja. Hansando, una de las islas más conocidas del canal de Hallyeo, es donde el almirante había logrado una victoria importante antes de Myeongnyang. Para conmemorar estas hazañas, que terminaron con la huida de Japón de estos mares y salvó a la nación de la crisis, se celebran distin2 tos festivales. Entre ellos están los de Haenam y Jindo, en recuerdo de Myeongnyang, y el de Tongyeong, en recuerdo de Hansan. Regreso a mi isla Han pasado muchos años, pero las aguas en el sur todavía fluyen por archipiélago. Las que han partido regresan y las que han venido se marchan. Como esas aguas, vagué por la península antes de regresar a mi lugar de origen hace siete años. En primavera, los pétalos de camelia caen y tiñen la tierra carmesí. Ayer, mis vecinos más cercanos vinieron a verme. Trabajan en la oficina del parque. Cuando no llueve durante muchos días, hacen rondas para vigilar por si hay incendios. A veces, salen por otros motivos. Siempre me saludan. Yo también soy su vecino más cercano. No hace mucho, cuando un magnolio enfermó en mi jardín, vinieron. Se veía en el árbol algo como hebras y no salían los capullos. Tomaron fotos y recogieron muestras para determinar la enfermedad. Pronto, supimos la causa y cómo tratarla. Las aguas del mar que veo desde mi ventana son tan azules como siempre. Las islas, grandes y pequeñas, también siguen mirando el océano, bello por su causa. (Traducido por José María Areta)

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especial El canal de Hallyeo / Ciudad de la cultura

Tongyeong, una ciudad costera inundada de arte Tongyeong siempre ha sido un centro artístico desde que se convirtió en lugar de reunión de los artesanos durante el periodo de Joseon. El barrio de Dongpirang, famoso por sus murales, añade encanto a esta ciudad histórica. Soul Ho-jeong Periodista | Ahn Hong-beom y Lee Il-sub Fotógrafos


1. El Museo de Arte de Jeon Hyuck Lim expone pinturas semiabstractas que capturan la esencia de Tongyeong. 2. El Museo de Literatura de Yu Chi-hwan se ha construido en el lugar donde nació este poeta.

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uando hablamos de Chungmu (el antiguo nombre de Tongyeong), un simple cuadro de Jeon Hyuck Lim lo dice todo”, comenta el crítico Oh Gwang-su. “Seo Jeong-ju escribió un poema en el que afirma que el 80 por ciento de lo que es se lo debe al viento. Creo que el 80 de lo que era el arte de Jeon se lo debe al paisaje de Chungmu”.

El Museo de Arte de Jeon Hyuck Lim Para poder comprender la belleza de Tongyeong, se dice que hay que conocer los cuadros de Jeon Hyuck Lim, conocido como ‘el pintor del color’. Esto lo podemos hacer en este Museo, donde podemos aprender rápidamente a apreciar su ciudad. Jeon nació y murió aquí (1916-2010). No tenía formación académica en arte, pero desde que cogió su primer cuaderno de bocetos y fue al mar o las montañas para dibujar de niño, quiso pintar algo más que meras formas. Su exploración del mundo abstracto empezó temprano. Comenzó a realizar cuadros con títulos que hacían referencia al ‘puerto de Chungmu’ y al ‘canal de Hallyeo’ en los años 50, y continuó con los mismos temas durante casi 60 años. Al principio, sus obras eran como sueños, con temas casi amorfos, pero pronto desarrolló un estilo semiabstracto muy bello, con islas, casas, pesqueros, puentes y montañas extremadamente simples y planos que flotaban en un brillante océano azul cobalto. Estos cuadros se convirtieron en símbolos de la ciudad. Roh Moo-hyun, quien fue presidente de Corea, ya fallecido, tenía tanto aprecio por ellos que compró uno que se titulaba Canal de Hallyeo, tan grande que cubría totalmente una de las paredes de la sala de recepciones en la oficina presidencial, Cheong Wa Dae. El Museo está situado al pie del monte Mireuk, en Tongyeong, en una antigua casa en la que vivió el artista durante 30 años. Es una construcción muy singular ya que tiene el exterior decorado con unos 7.500 azulejos con obras suyas y de su hijo, Jeon Yeong Geun. Hay tres pisos de salas de exhibiciones, donde se exponen unas 80 obras suyas junto con información sobre la vida del autor.

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1. La máquina se detuvo en el mejor momento , del escultor sueco Erik Dietman, en el parque escultórico de Nammangsan, Tongyeong. 2. Mándala , obra maestra de Jeon Hyuck Lim, en el museo que lleva su nombre. 3. Yi Hyeong-man es un maestro artesano de incrustación de madreperla en objetos lacados al estilo de Tongyeong.

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‘Leyendas’ que reviven Tongyeong ha sido el lugar de origen de muchos artistas más. Entre ellos, podemos citar al compositor Yun I-sang, a los poetas Yu Chi-hwan y Kim Chun-su y a Kim Sang-jo, especializado en sijo. Todos ellos han fallecido ya, pero sus vidas y arte únicos se están convirtiendo en leyendas de esa ciudad. Tras la liberación del colonialismo nipón en 1945, todos trabajaron como profesores en el Instituto de Bachillerato Elemental Femenino de Tongyeong. Todos

así como surgen las leyendas. Si a la belleza de la urbe añadimos la del canal, Tongyeong es, incluso, una atracción más importante. Yu Chi-hwan es, posiblemente el escritor de ellos más recordado, quizá porque es el que menos vivió aunque con mayor intensidad:

“..Hoy de nuevo Ante el ventanal de correos Mirando los cielos esmeralda Y te escribo una carta…”

Estudiantes de Bellas Artes de toda la nación llenaron los

Se dice que este poeta escribió miles de cartas de amor a la poetisa de sijo Lee Yeong-do, callejones con dibujos imaginativos y humorísticos. La antigua que también enseñaba en el mismo Instituto. El poema de arriba, “Felicidad”, cálido y dulce, área de chabolas es ahora una zona bella y vibrante, como los fue una de esas misivas. Los residentes han pueblos de la costa napolitana. intentado cambiar el nombre de la Oficina Postal Central de la ciudad, que parece ser la mencionada en este poema, y llamarla Cheongma, el pseudónimo de Yu, pero sin éxito hasta el momento. Otros lugalos días, se reunían en la casa de Yu, donde tomaban una copa res que nos hacen revivir la realidad y los sueños del escritor son la mientras se preocupaban de los momentos caóticos que se vivían. guardería que gestionaba su esposa para ayudar con los gastos del Después, fundaron la Asociación Cultural e iniciaron un movimienhogar y la casa donde la amante del poeta, Lee, vivió sola con su to formativo, que fue fundamental en transformar esa pequeña hija y donde Yu le escribía cartas de amor. población portuaria en un núcleo de artistas e intelectuales. La casa en la ladera del pico de Mangil, donde nació Yu, también Estas figuras de la cultura, junto con la novelista Park Kyung-ni ha sido restaurada y transformada en el Museo de Literatura de Yu (1926-2008), que nació en el mismo lugar, pero sólo regresó para Chi-hwan. Aquí hay unos 100 objetos del poeta en exhibición, junto recibir sepultura en el monte Mireuk, son parte de la vida diaria de con unos 350 documentos que ayudan a los visitantes a entender los residentes: tienen calles con sus nombres y las casas donde su vida y su literatura. Yu murió en un accidente de automóvil en nacieron han sido convertidas en museos. Todo el lugar está lleno Busan a la edad de 59 años. de estatuas y monumentos a su poesía o su música. Debe de ser K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

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1 1. Parte del rostro del un tótem de piedra del periodo de Joseon en Munhwa-dong, Tongyeong. 2. Los murales creados por estudiantes de Bellas Artes han revitalizado el barrio de Dongpirang, cuyo nombre significa ‘despeñadero oriental’.

Artesanías Aunque Tongyeong es famosa por los intelectuales que ahí han nacido, también es la tierra de los artesanos. El mando naval de las tres provincias meridionales de la dinastía de Joseon estaba aquí y 12 talleres fabricaban los suministros militares necesarios, así que muchos artesanos vivían en esta área. Debido a ello, la ciudad tiene más importantes patrimonios culturales inmateriales que cualquier otra región. Entre ellos están el número 10 (incrustaciones de madreperla), el número 55 (mobiliario), el 64 (decoraciones metálicas) y el 114 (persianas de bambú). El que ostentaba el número 4 (fabricante de sombreros tradicionales de crin de caballo, o gat) se ha mudado a Seúl. Se pueden visitar objetos de estos gremios en el Museo de Artesanías Tradicionales. Como suele ocurrir con las versiones modernas de objetos tradicionales, los que podemos ver aquí intentan armonizar el hoy y el ayer, reflejo del proceso de adaptar la tradición a los tiempos actuales. Barrio del ‘despeñadero oriental’ Si seguimos la carretera hasta la colina tras el mercado central cerca del puerto, llegaremos al barrio de Dongpirang. El nombre significa literalmente ‘despeñadero oriental’ porque, realmente, está en un precipicio. Fue creado por los obreros que vinieron de otras regiones durante el periodo colonial. No había ningún plan urbanístico: las casas se construían según se necesitaban, una frente a otra, en un laberinto de estrechos callejones serpenteantes. El Ayuntamiento quería embellecer el área y tirar las viviendas,

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que serían reemplazadas por la batería oriental de cañones del antiguo mando naval del almirante Yi Sun-sin. El área circundante se convertiría en un parque. Pero en noviembre de 2006, un grupo de ciudadanos denominado “Tongyeong Verde XXI” organizó un concurso de murales, con la idea de que incluso un barrio así podía ser bonito si se cuidaba, y la situación cambió rápidamente. Estudiantes de Bellas Artes de toda la nación llenaron los callejones con dibujos imaginativos y humorísticos. La antigua área de chabolas es ahora una zona bella y vibrante, con un aire a pueblo de la costa napolitana. La creatividad de estos universitarios transformó por completo Dongpirang, que se ha convertido en un lugar encantador de la ciudad, particularmente popular entre los más jóvenes.

El café Pagoda, o Bagdad Muchos de los primeros residentes de este barrio de chabolas no han tenido una vida fácil, ya que las casas están en una colina. Tienen muchas historias conmovedoras que contarnos. Conocí a Cu l tu ra y a rte d e Co re a


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una anciana de ese distrito, residente ahí durante casi 40 años. “No me creería. He pasado todo el día sentada aquí, mirando los barcos venir. Si vienen con bandera blanca, mi corazón parece detenerse. Correría descalza al puerto, si es necesario. Esa bandera significa que ha habido un accidente”, me contó. Un paseo por la zona nos lleva al café Pagoda. Dice ‘café’ en el rótulo, pero es simplemente una tienda de ultramarinos, quizá de tres metros cuadrados. Venden aperitivos, refrescos y fideos instantáneos. Delante hay una especie de tarima donde pueden sentarse tres o cuatro adultos y un viejo sofá. Pedí una taza y Baek Tae-jin, el dueño del local, de 73 años, preparó un café instantáneo en un vaso de papel, pero beberlo mientras se mira el mar lo hace especialmente dulce. “¿Cuánto ha vivido aquí?”, le pregunto. “Ya habré pasado de los cuarenta. No hace mucho no teníamos ni agua corriente. Las calles, si se pueden llamar así, tenían un aspecto horroroso. No cabe más que una bicicleta. La mayoría de las mujeres de aquí posiblemente vendían pescado en el mercado central. Me parece que era ayer cuando los críos corrían por estas callejueK o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

las empinadas sin pantalones…”. Baek se alegra de que venga más gente a ver el área desde que se hicieron los murales. “Vendo un montón de helado también”. La historia del nombre de la tienda es divertida. Un día, entró un cliente y dijo: “Este lugar es como el café Bagdad, de la película”. Al día siguiente, Baek puso un letrero que decía “café Pagoda”. Como está algo sordo, le había parecido oír ‘pagoda’ en vez de ‘Bagdad’. Junto a la pared, frente al café, hay un equipo de música que alguien había tirado. De él, sale un cable que sube por la pared, y termina en un dibujo de un par de auriculares. Quienes se acercan aquí, apoyan los oídos en ellos y cierran los ojos. Quizá escuchen el sonido del mar. Los colores de los murales se han apagado algo. Serán repintados en dos años. ¿Cómo será este barrio entonces? ¡Ah! Hay también una vieja silla de madera junto al mural de los auriculares. Al lado, se puede leer: “Siéntese aquí y mire el mar por la mañana”. Desearía que usted hiciera exactamente eso. (Traducido por José María Areta)

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Foco

La historia de la comunidad de Sungmisan Sungmisan comenzó como una guardería infantil comunitaria en 1994. Ahora, es un colectivo con un colegio, un instituto de bachillerato de educación alternativa, un economato que comercia con productos orgánicos y un centro cultural donde se realizan actuaciones para los residentes. Restaurar comunidades vecinales de este tipo es muy difícil estos días dado el desarrollo urbano, pero también es uno de los principales proyectos del Ayuntamiento de Seúl. You Chang-bok Representante del Teatro de Sungmisan | Ahn Hong-beom Fotógrafo

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n medio del verano, se reúnen los residentes en un gran tablado frente a una tintorería. La mujer del dueño del negocio corta una sandía que, al romperse, hace un ruido característico; coge la mitad en su brazo, extrae la carne roja y la pone en un gran cuenco de latón. Su marido machaca un gran trozo de hielo con un martillo. El impaciente tendero del otro lado de la calle coge la otra mitad, la corta en triángulos con rapidez y se los da a los niños, que le miran con ansia. Tras terminar con la fruta, se van a jugar al escondite frente a la plataforma o se reúnen en una esquina del callejón, levemente iluminado por una farola para contarse historias de miedo. En el escenario, los adultos juegan al ajedrez; detrás de ellos queda la cáscara de la sandía. Esto se podía ver delante de mi casa hace 40 años, cuando yo era un crío. A pesar del crecimiento de la ciudad, pasé mi niñez en un barrio con un ambiente muy agradable. Recientemente, ‘crear una asociación vecinal’ de este tipo se ha convertido en una especie de lema. Con vistas a esto, el Ayuntamiento de Seúl ha formado el Comité para las Comunidades Veci-

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nales. Aunque sea algo tarde, es una buena noticia que las autoridades municipales se hayan interesado en la restauración y mantenimiento de este tipo de colectivos autóctonos. Fundamentalmente, una agrupación de este tipo no es algo cuya creación pueda planificarse. Se forma cuando los vecinos hablan de sus problemas y tratan de bus1 car soluciones entre todos. Una colectividad vecinal así es una red que beneficia a todos en la vida diaria, ya que cada uno comparte sus habilidades.

Origen como centro comunitario de atención a la infancia Sungmisan tiene un radio de un kilómetro alrededor del cerro de Sungmi (66 metros de altitud), en Mapo-gu, Seúl. Se extiende por cinco divisiones administrativas conocidas como dong , equivalente aproximadamente a un barrio. Se hizo famoso hace 10 años cuando la campaña ‘Proteger el cerro Sungmi’ empezó a mencionarse en los periódicos y la televisión. Ahora, vienen a esta área unos 5.000 visitantes al año procedentes de toda la nación, la mayoría con deseos de aprender de un colectivo de éxito como Cu l tu ra y a rte d e Co re a


1. El economato, que vende productos orgĂĄnicos, tambiĂŠn patrocina muchas actividades de la comunidad. 2. Clase de danza tradicional en el salĂłn de la escuela de Sungmisan. 2


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ⓒ garimtoMJKim

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El Teatro se abre todos los días del año, sin descanso. Aparte de películas, representaciones dramáticas y conciertos, también organiza desfiles de moda, celebraciones de mayoría de edad y todo tipo de reuniones y fiestas de la comunidad, grandes y pequeñas. Más que una sala, es como la plaza de cualquier pueblo.

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este. Se han tardado 20 años llegar a este punto. En 1994, unas veinte familias en las que trabajaban ambos progenitores se agruparon porque no podían hallar guarderías de calidad. Reunieron fondos y abrieron una en Yeonnam-dong, en Mapo-gu. Así nació Woori, el primer jardín de infancia gestionado en forma de cooperativa. Al año siguiente, se abrió el segundo centro de preescolar, también comunitario: Nareuneun, en Seogyo-dong. En 1999, cuando estos niños empezaron a cursar la primaria, se abrió un centro donde iban después del colegio. Mucha gente que compartía esta filosofía de ‘criar juntos a nuestros hijos’ empaquetó los bártulos y se trasladó a esta zona para estar cerca de estos centros de atención a la infancia. Los residentes gestionaban la cooperativa con innumerables reuniones y actividades, y los niños crecieron rápidamente. El mayor de todos en aquella época, un niño revoltoso, tiene ahora 24 años. Al criar

1. El economato está a la entrada del barrio. 2. Niños participando en el festival de Sungmisan, en mayo. 3. Los padres se ofrecen como voluntarios para supervisar las actividades escolares tras las clases. 4. El Teatro de Sungmisan está siempre abierto.

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en comunidad a sus hijos, los padres conocieron un nuevo tipo de felicidad. Gracias a sus críos, las relaciones de los padres son muy estrechas. Como afirma el dicho, sabemos hasta “cuántas cucharas tienen todos en su cocina”. Nuestro interés en nuestros hijos se ha transformado en interés por la comunidad, ya que para criarlos bien en este entorno ha de ser un buen lugar para vivir.

El economato como centro Basándose en la maravillosa experiencia de la guardería comunitaria, crearon un economato en 2001. Al comprar de forma colectiva alimentos orgánicos, se formaron relaciones también con otros residentes. Diez años después, esta cooperativa tiene unas ventas anuales de 5.000 millones de wones con unos 5.000 hogares miembros y sirve como centro de varias actividades locales. Por ejemplo, apoya la creación y administración de varios grupos de residentes dedicados a distintas actividades (como senderismo, agricultura, lucha contra la dermatitis atópica, asociaciones con diversos fines, como la de mejora de la educación de los hijos, y un club de canto folclórico), organiza un festival anual, conciertos en el bosque y excursiones, aparte de gestionar otros temas de la comunidad. La principal actividad de este colectivo es la campaña ya men-

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cionada de ‘Proteger el cerro Sungmi’. En 2001, el Ayuntamiento de la capital comenzó a talar árboles en este cerro, una valiosa zona verde, para construir instalaciones de distribución de agua potable para esta área. Tras una lucha de dos largos años, logramos detener el proyecto. En 2009, iniciamos una segunda campaña para oponernos a que la fundación de una escuela privada trasladara un colegio y un instituto a este lugar. Esta vez, sin embargo, no tuvimos éxito. La construcción ya ha dañado el 30 por ciento de la colina. Nuestro argumento de mantener los bosques en el cerro y las escuelas en la planicie no logró superar la barrera de la realidad.

Cada día un festival En mayo de 2001, cuando se abrió el economato, pusimos en marcha un festival para fomentar la cooperativa entre la comunidad local. Ahora se celebra todos los años durante este mes, cuando el lugar queda inundado de la fragancia de acacias; los residentes con más dotes artísticas actúan en el escenario con todo su entusiasmo. Como parecía que un festival al año no era suficiente y los residentes querían que todos los días fueran festivos, se creó un centro para dar cabida a todos los clubes: el Teatro de Sungmisan, que abre todos los días del año, sin descanso. Aparte de pelí-

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culas, representaciones dramáticas y conciertos, también organiza desfiles de moda, celebraciones de mayoría de edad y todo tipo de reuniones y fiestas de la comunidad, grandes y pequeñas. Más que una sala, es como la plaza de cualquier pueblo. Con su presencia, hemos visto un aumento en el número de grupos con actividades relacionadas con la cultura y el arte. En la actualidad, hay 15, entre los que podemos citar una banda de música folclórica, una compañía dramática, uno de fotografía, de vídeo, de rock, compuesto por cuarentones, de música coral tradicional y de dibujo.

Educación alternativa La comunidad vecinal de Sungmisan también tiene la primera institución educativa alternativa, donde se cursa desde primaria hasta segundo de bachillerato. Este centro abrió sus puertas en septiembre de 2004, con la ayuda de los residentes, tras dos años de preparación, así que ya está por su noveno curso, con 170 estudiantes. Empezamos con una guardería, luego una academia, un colegio y, ahora, un centro educativo alternativo para toda la enseñanza primaria y secundaria. Así, los residentes han hallado una forma de encargarse por sí mismos de toda la formación de sus hijos, desde preescolar hasta bachillerato. Es la infraestructura


más importante de la comunidad, que permite que todos cuiden de la instrucción de sus hijos durante su infancia y adolescencia. En una gran ciudad como Seúl, donde muchos no saben dónde están sus vecinos, donde las personas se mudan en busca de un colegio o instituto mejor para sus hijos, hemos puesto la base de una ciudadanía estable. Esta gran solidaridad es posible porque han arrimado el hombro para solucionar los problemas que hallamos en nuestra cotidianidad. Esta red nos beneficia a todos en nuestra vida diaria. ¿No es eso lo que se trata lograr en cualquier colectividad vecinal?

Lecciones sobre autonomía vecinal Tras la apertura del economato, se han abierto uno o dos negocios al año. En 2002, fue una tienda de platos preparados artesanalmente, llamada Dongne Bueok (‘cocina casera’), que sólo utiliza ingredientes orgánicos; luego, una cafetería llamada Jageun Namu (‘arbolito’) y un restaurante, Sungmisan Bapsang (‘casa de comidas del cerro Sungmi’), todos gestionados como cooperativas. Sea dinero o trabajo, si la gente se une podrá realizar tareas ingentes y, en el proceso, conocer a sus vecinos. Entre los negocios puestos en marcha por los residentes con experiencia y deseo de trabajar están Gongbang, el taller de un discapacitado, Binu Dure, que fabrica jabón artesanalmente, Hanttam Dure, que hace toallitas higiénicas húmedas, cobertores, hanbok (trajes tradicionales) y otros productos, y Dolbom Dure, donde cuidan a los ancianos. Recientemente ha empezado a funcionar una inmobiliaria alternativa llamada Sojaengju (acrónimo de una frase que significa ‘vivienda feliz gracias a la comunicación’), que vende pisos según el concepto de copropiedad. Hay más de 20 negocios en funcionamiento según este principio de colectivización. Los fondos los ponen los residentes según su capacidad económica y, los que tienen ganas y tiempo, se dedican a la gestión. Estas empresas ofrecen empleo en la comunidad: hasta 150 personas trabajan en ellos. Este sistema de cooperación puede ser complejo. A no ser que los integrantes reconozcan sus diferencias y se acostumbren a convivir, no será posible avanzar ni lograr nada. Sin embargo, cuando se consigue algún fin a pesar del difícil proceso del trabajo conjunto, se revela todo el poder y las posibilidades de la colaboración. Esto posibilita que podamos vivir con nuestros medios, identificando obstáculos e impedimentos, reconociendo la necesidad de superarlos y, finalmente, eliminándolos. Sungmisan no es el nombre oficial del distrito administrativo asignado por las autoridades. Es una denominación simbólica que aúna a los residentes que quieren participar. Para nosotros, es la comunidad donde queremos aprender y practicar la autonomía vecinal. (Traducido por José María Areta)

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1. La escuela de Sungmisan es otro proyecto de cooperativa de los residentes. 2. Tras la guardería infantil comunitaria, los residentes crearon un programa para después de las clases.

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crÍtIca de arte

Meditación a pinceladas

Dansaekhwa: pintura monocromática 1

Una reciente exhibición centrada en el estilo dansaekhwa , pintura monocromática, parte importante de la historia artística del país durante los últimos 40 años, ha presentado 150 obras de 31 artistas, rastreando el nacimiento y desarrollo de este importante movimiento. Koh Mi-seok Periodista de arte y diseño de The Dong-a Ilbo | Fotografías del Museo Nacional de Arte Contemporáneo

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2 1. Detalle de Ritmo interno 2011-4 , de Kim Tae-ho, pintura acrílica sobre lienzo, 163 x 260 cm. 2. Lee Ufan, Desde el punto , pegamento y pigmento de piedra sobre lienzo, 117 x 117 cm.

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abía un ambiente acogedor en el salón de exhibiciones, dispuesto como una vivienda tradicional. Colgados en los espacios abiertos y, a veces, en otros ocultos a lo largo de los pasillos, se veían cuadros monocromáticos con una luz serena y una fuerte resonancia. Cada obra parecía contener muchos significados y expresiones con un único color: negro, azul o blanco. “Dansaekhwa: pintura monocromática coreana”, que se realizó desde el 17 de marzo al 14 de mayo en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo, en Gwacheon, provincia de Gyeonggi-do, fue una exhibición algo intensa, compuesta exclusivamente por cuadros de ese estilo, todos abstractos, sin trazos figurativos. Empezaba la serie con obras de los artistas más veteranos en el estilo, que empezaron en los años 70 del siglo pasado, como Park Seo-bo, Lee Ufan, Chung Chang-sup y Ha Chong-hyun, y continuaba con aquellos que tienen entre 40 y 50 años, como Lee Kang-so y Kim Taeho, que desde la década siguiente han explorado nuevas dimensiones en este estilo y le han dado un matiz moderno. Para presentar este arte desde una nueva perspectiva, el Museo invitó como conservador a Yoo Jin-sup, crítico y profesor de la Universidad de Honam. El resultado fue un evento que evidenció la

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contemporaneidad de este estilo y mostró obras de gran formato, reconocidas internacionalmente, no muy conocidas, algo muy elogiado tanto por los críticos como por los visitantes. Esta exhibición fue particularmente relevante por su perspectiva independiente, obvia en la creación del vocablo dansaekhwa, terminando así con la confusión entre los antiguos nombres empleados, como ‘pintura monocromática’, ‘de tono único’ o ‘de un único plano cromático’. “El dansaekhwa se diferencia esencialmente del arte mínimo occidental”, nos dijo el profesor Yoon. “Por medio de esta exposición queremos que esta denominación se acepte internacionalmente en relación con el arte coreano”. Aunque este movimiento ha recibido su ímpetu de Occidente, ha adquirido una nueva forma por la mentalidad y los valores estéticos locales y, por ello, según Yoon, debería reconocerse como un estilo singularmente coreano, al igual que el mono-ha japonés o el arte povera italiano.

Silencio a través de un trabajo intenso Este estilo artístico se inició a principios de los años 70 del siglo pasado y se extendió a mediados de la misma década. Aunque nació bajo la influencia del arte mínimo occidental, se desarrolló y

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afianzó como una forma singular coreana durante los siguientes 40 años. ¿En qué se diferencia el dansaekhwa del arte monocromático o arte mínimo occidental? Yun nos explicó que mientras este es racional y lógico, basado en las matemáticas y el lenguaje, el coreano es meditativo e involucra todo el cuerpo. A diferencia de la ‘pintura vacía’ del minimismo, el dansaekhwa revela la intensidad del pensamiento y del trabajo al igual que la profundidad del silencio. Aunque se limita a un tono, evoca sensaciones por la textura de este color a través de múltiples pinceladas, repetidas decenas e incluso cientos de veces. La densidad del negro que se logra al repetir el trazo no se puede lograr con uno solo. “Mientras que la pintura monocromática occidental se centra en lo visual, el dansaekhwa tiene una cualidad táctil y expresa la

1 1. Siena tostado y azul ultramarino 86-29, óleo sobre lienzo, 300 x 150 cm. 2. Escritura 43 , de Park Seo-bo, lápiz y óleo sobre lienzo, 200 x 200 cm. 3. Ultramarino 1034, de Kim Tschoon-su, óleo sobre lienzo, 200 x 200 cm.

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concepción coreana de la asimilación con la naturaleza”, nos explicó el profesor. “Se crea desde una perspectiva ecológica, cosmológica y mundana, opuesta a la perspectiva formalista occidental”. Los artistas de este estilo intentan internalizar en sus obras los valores de la ‘espiritualidad coreana’, como el vacío, la contemplación, el movimiento en la quietud, la inacción de la naturaleza y la moderación, todos basados en la perspectiva de seguir el flujo del universo. Han luchado todas sus vidas con ellos mismos para hallar sus propios recursos expresivos. Expresan un estado transcendental de la mente en el lienzo por medio de acciones repetitivas, como si estuvieran cultivando su espíritu. A diferencia de minimistas como Robert Morris o Donald Judd, que sugieren ideas pero sus obras, realizadas con materiales industriales, salen de factorías, los artistas del dansaekhwa buscan expresar la verdad del


cosmos por medio de la actividad física durante años, como monjes en intensa meditación.

muestra unos trabajos repletos de gruesos surcos verticales que nos recuerdan los tejados tradicionales, Ha Chong-hyun, que aplica una gruesa capa de óleo en el reverso del lienzo y deja que cale por el anverso, Choi Byung-so, con sus textos de periódico tachados con bolígrafo y lápiz, como en un proceso de disciplina mental, y Lee Dong-youb, que repite pinceladas blancas sobre un fondo también blanco. Los artistas que cierran este periodo del dansaekhwa, de principios de los años 80, son parte de la generación de posguerra, testigos de la rápida industrialización del país. Su obra se caracteriza, por ello, por una sensibilidad y perspectivas nuevas, con claras diferencias en conceptos, tendencias y materiales de los del primer periodo, nacidos principalmente en la década de 1930. “La mayoría de los artistas de esta fase final estudiaron modernismo occidental

Antes y después de la industrialización La exhibición se divide, principalmente, en dos periodos: el origen y el desarrollo final. Empieza con la obra de Kim Whan-ki, que pintó innumerables puntos azules en un gran lienzo como actitud de autodisciplina, de Lee Ufan, con sus trabajos basados en la caligrafía, y de Quac In-sik, con sus coloridos puntos en papel fino, precursores de autores como Chung Chang-sup, quien nos muestra un mundo materialista en corteza de morera, que se emplea en la fabricación del hanji, el papel coreano, Yun Hyong-keun, que deja que la pintura empape una tela de cáñamo teñida con tintes naturales, Park Seo-bo, quien por medio de una gran autodisciplina

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“El dansaekhwa se diferencia esencialmente del arte mínimo occidental. Por medio de esta exposición queremos que esta denomiración se acepte internacionalmente en relación con el arte coreano”.

en las facultades de arte, por lo que hay cierto tipo de discontinuidad entre estas dos épocas”, nos explicó Yoon. Muchas de las obras de estos últimos autores exploran la estética de la sociedad industrial con materiales industriales. Moon Beom emplea pintura de uretano para automóviles, Noh Sangkyoon, lentejuelas brillantes, Koh San-keum, perlas artificiales, Cheon Kwang-yup, resinas sintéticas, aunque Lee Kang-so todavía usa óleo o pintura acrílica. Después de organizar la Asiada de 1986 y las Olimpiadas de 1988, la sociedad coreana se volvió consumista, y los artistas de este periodo final expresaban los síntomas de este cambio.

Exhibición en la reproducción de una casa tradicional Fue notable la composición espacial de esta muestra. A diferencia de los usuales cubos que son las salas convencionales, la distribución de esta hizo que los espectadores sintieran que paseaban por una vivienda tradicional, o hanok, específicamente la de un

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aristócrata, ya que incorporaba elementos como la puerta central típica de estas construcciones, sus largos y estrechos pasillos y la estructura abierta que acerca el paisaje al interior, creando alternancias entre espacios abiertos y cerrados, entre tensión y relajación. En puntos de cambio de tema o artista, se tomaron distintas medidas para ayudar a los visitantes a involucrarse más con las obras. Por ejemplo, las de la primera etapa del dansaekhwa , a principios de los años 70, se presentaron en un gran espacio abierto, que recuerda un patio tradicional, para que todas pudieran verse en conjunto. Por el contrario, el gran cuadro de Yun Hyongkeun, profundamente influenciado por el espíritu noble del erudito confuciano, se mostró de tal manera que los espectadores vieran esta obra bidimensional como si perteneciera al mundo del 3D. En vez de dividir claramente el centro del espacio de la exhibición de la periferia, los estrechos pasillos estaban conectados a espacios abiertos, una estructura que unía de forma natural las distintas obras de diferentes colores como un arroyo fluyendo, Cu l tu ra y a rte d e Co re a


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3 1. Desde una isla-07247 , de Lee Kang-so, pintura acrílica sobre lienzo, 218,2 x 291 cm. 2. La exhibición destacó por sus espacios abiertos y confinados, tensión y relajación. 3. Tensión 2008-A-2 , de Ahn Jung-sook, óleo sobre lienzo, 85 x 85 x 8 cm.

parándose y volviendo a fluir. Además, era interesante ver cómo el conservador había intentado distribuir los puntos de exhibición siguiendo la ruta de circulación. Los visitantes podían desplazarse libremente y también conseguir una perspectiva general de varias obras de la misma época desde distintos puntos.

La estética del envejecimiento y la maduración El dansaekhwa florecía mientras se hacía presente en las exposiciones de principios de la década de 1970, como la Independent, École de Seoul, la Seoul Modern Art Show y la Daegu Modern Art Show, pero también supuso sombras para el desarrollo del arte local. Los artistas de este movimiento formaron un grupo extremadamente grande así que los pertenecientes a otras corrientes no tenían forma de expresarse, lo cual condujo a la uniformidad. En los años 80, los seguidores del dansaekhwa fueron duramente criticados por los defensores del arte minjung (“arte del pueblo”), K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

un movimiento de crítica social, por haber obviado la realidad de la represión militar. A pesar de todas las censuras, sin embargo, el dansaekhwa ha sobrevivido y continúa en el presente, algo que no ocurrió con el minimismo, que desapareció en los años 70, por lo que fue una tendencia breve. Ha perdurado porque constituye un mundo artístico singular, foco de ideas y forma de capturar los espacios vacíos de la conciencia y no simplemente seguir las tendencias occidentales. Aunque los artistas de este movimiento tienen distintos modos de expresión y se acercan de forma diferente a la creación de ‘planos monocromáticos’ se asemejan en su revelación de paisajes interiores por medio de un trabajo intensivo. Esos paisajes están saturados de la estética de la moderación, el vacío y la maduración que se logra con el envejecimiento durante un largo periodo de tiempo. Para los espectadores, el resultado representa paz y tranquilidad. (Traducido por José María Areta)

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ARtesano

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Lim In-ho

Maestro en la fundición de tipos metálicos móviles Desde 2007, el artesano Lim In-ho ha restaurado 44 clases de tipos metálicos empleados en los textos antiguos coreanos. Actualmente, trabaja en un proyecto de cinco años para reproducir con métodos tradicionales Jikji , la reliquia más antigua existente de

impresión con estos tipos. Park Hyun-sook Colaboradora | Ahn Hong-beom Fotógrafo

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l 17 de enero de 2012, Lim In-ho, de 50 años de edad, dio una conferencia en su taller, en la comarca de Goesan, provincia de Chungcheong del Norte, sobre su proyecto de restaurar los tipos metálicos móviles empleados en Jikji [antología de los grandes monjes budistas], el texto más antiguo impreso con esa tecnología existente en la actualidad. Era un acontecimiento importante, ya que se celebraba el éxito de este artista en reproducir parte (13 de 78 páginas) del segundo volumen de ese texto budista del siglo XIV usando el método de fundición en molde de cera. Con el patrocinio del Ayuntamiento de Cheongju, Lim es el director del proyecto quinquenal (2011-2015) de recrear las letras empleadas en esa antología budista, que consiste en dos volúmenes: el primero, realizado con planchas de madera, y el segundo, con tipos metálicos móviles.

La avanzada tecnología de imprenta de Goryeo En Corea, la producción de materiales de impresión, como papel y tinta, se desarrolló muy tempranamente, al igual que las planchas de imprenta de madera, que se usaban ya en el siglo X; pero este método era lento y costoso, de fácil deterioro y frecuente víctima de plagas o incendios. Los tipos de metal se inventaron para salvar estas dificultades. En vez de tallar los caracteres en bloques de madera, usaban una galera o bastidor con letras de metal (tipos). Se impregnaba de tinta la cabeza, la letra invertida sobresaliente, y encima se extendía el papel. Al ser metálicos, eran más duraderos y más fáciles de guardar. Durante el reinado de Goryeo (918-1392), se logró un gran desarrollo en esta tecnología, un acontecimiento que hizo época en la historia de la imprenta en todo el mundo. Hay evidencias históricas que apuntan a que este sistema se inventó en este reino a principios del siglo XIII. El Estado favoreció la publicación masiva de libros impresos con esta técnica en la capital, Gaegyeong (la Kaesong actual, en Corea del Norte). La tecnología se extendió por todo el país, lo cual contribuyó a la edición de textos. Jikji es obra del monje budista Gyeonghan (conocido también por el nombre de Baegun), que compiló las enseñanzas de los grandes maestros en esta guía espiritual para los practicantes del zen. El título completo del texto es Baegun hwasang chorok buljo jikji simche yojeol, o antología de Baegun de las enseñanzas de los grandes sacerdotes sobre la identificación del espíritu de Buda y la práctica zen. Consta de dos volúmenes y se imprimió con tipos móviles el séptimo mes del tercer año del reinado de Uwang (1377), en el templo de Heungdeok, Cheongju. De la edición realizada con tipos metálicos móviK o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

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1. Lim In-ho trabajando en las últimas fases de fundir tipos. Sigue los métodos tradicionales en cada paso del proceso de fabricación. 2. Las tallas de las letras se pegan a soportes de cera.

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“Si me hubiera dedicado sólo a vaciar planchas de madera, lo habría dejado al principio. Pero fundir tipos metálicos ha sido una fuente de placer durante toda mi vida”.

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les, sólo queda hoy una copia del segundo tomo, que el diplomático francés Collin de Plancy, que estuvo destinado aquí a finales del Imperio de Corea (1897-1910), se llevó a Francia y donó a la Biblioteca Nacional en París, donde se ha preservado hasta la actualidad. Este libro se imprimió 78 años antes que la Biblia de 42 líneas (1454-1455), versión de la Vulgata conocida como la Biblia de Gutenberg, y 145 antes que el clásico chino Chungju fanlu [el rico rocío de primavera y otoño]. En 1972, se reconoció este hecho cuando fue presentado en una exhibición durante la celebración del Año Internacional del Libro, patrocinado por las Naciones Unidas. Por este valor, fue inscrito en el Registro de la Memoria del Mundo en 2001. Aparte de su importancia desde el punto de vista histórico, es también importante para Lim In-ho porque trabajó ocho años en restaurar los tipos con que se imprimió junto con su maestro, Oh Guk-jin, hasta el fallecimiento de este 2005.

La senda de su maestro “El tipo metálico se fabrica con distintas técnicas, tanto de metalurgia como de manipulación de la madera, la arena, la cera y el fuego”, nos dijo Lim, que heredó de su maestro el título de Importante Patrimonio Cultural Inmaterial número 101, que otorga el Estado. “Son productos de un proceso que abarca artesanía, arte y ciencia”, siguió contándonos. “En la era de Joseon (1392-1897), en que había una tecnología de impresión con tipos metálicos móviles muy avanzada, el Estado central tenía una fundición especializada en esta tarea (Jujaso), en la que, por ejemplo, cada proceso lo desempeñaban artesanos especializados: tallado, moldeado, soldadura e impresión. Hoy en día, sin embargo, un especialista ha de hacerlo todo, desde fundir los tipos hasta las galeradas. Es más difícil ahora. Por ello, restaurar las letras para reproducir los libros antiguos siempre ha sido una tarea estimulante tanto para

1. Una sección transversal de un molde de arcilla creado por Lim muestra cómo se fabrican los tipos con este sistema. Para evitar que se rompa, tiene que calcular las proporciones óptimas de arcilla roja, arena y agua. 2. Dibujos invertidos de las letras se pegan en tiras de cera y se tallan en relieve. 3. Tipos en soportes fabricados con el método de fundición de arena.

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mi maestro como para mí. A pesar de la dificultad, él nunca se dio por vencido”. Lim entró en contacto en 1984 con el arte del grabado caligráfico, una técnica tradicional de tallado de letras en bloques de madera u otras superficies. En 1992, abrió un estudio en su pueblo, Yeonpung-myeong, en la comarca de Goesan. Cuatro años después quiso aprender sobre los tipos metálicos, algo que creía similar al trabajo en la superficie de la madera, y fue en busca de Oh Guk-jin, el primer maestro en esta artesanía con título oficial. Lim tenía seis meses de prueba para ganarse el respeto de su tutor. Finalmente, fue aceptado como aprendiz. “El proceso de fabricación de tipos vertiendo metal fundido en los moldes me embrujó”, nos contó. “Pensé: esto debe ser lo que quiere decir eso de crear algo de la nada. También me agradaba limar los bordes de las letras acabadas, que parecían moverse, como si estuvieran vivas. Por eso se llaman ‘móviles’, ¿no? Además, mi maestro persistía en su deseo de recuperar la artesanía tradicional, lo cual me parecía muy honorable. Era un experto en el estudio de los textos antiguos y un famoso calígrafo, aunque muy estricto: nunca me perdonaba un error tipográfico o una marca inapropiada en una letra. No conocía el significado de la palabra ‘abandonar’. Falleció en 2005 y he celebrado funerales todos los aniversarios, a pesar de que me cuesta recordar hasta la fecha en que murió mi padre”.

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Cu l tu ra y a rte d e Co re a


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1. Se vierte metal fundido en la apertura lateral del molde inclinado. 2. Los tipos finales se colocan en un portamatrices. 3. La cera es un material esencial en la fundición. 4. Jikji , impreso con los tipos metálicos móviles restaurados.

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En el pasado, los tipos metálicos se fabricaban vertiendo metal fundido en moldes. Había dos procesos distintos: de cera y de arena. El primero, inventado en la época de Goryeo, usaba dicho material para crear la forma de un ideograma. Luego, se cubría con arcilla y se calentaba para que, al derretirse la cera, formara una cavidad donde se echaba el metal. El segundo, usado durante la era de Joseon, consistía en tallar una letra en madera, que se usaba para crear una forma invertida en arena, el material del molde. Luego, se unían la parte superior y la inferior del molde y se llenaba con el metal fundido. “Al principio, los moldes solían romperse cuando se calentaban, así que tuve que probar varias veces hasta conseguir la mezcla adecuada de arena, arcilla roja y agua para que durara. También aprendí que la mejor aleación de bronce para hacer tipos contiene el 75 por ciento de cobre, el 23 o 24 por ciento de estaño y el 1 o 2 por ciento de plomo. Para fabricar los moldes, hay que comprobar la consistencia y los niveles de humedad de la arena y la arcilla, algo que depende de la estación del año y la temperatura del día en que se trabaja con ellas. Básicamente, el porcentaje de arena, arcilla y agua debe ser de 6:4:1. Finalmente, logré reproducir el antiguo método de fabricación de moldes con cera, pero sólo tras muchas frustraciones. No puedo expresar el éxtasis que sentí cuando lo conseguí”. Cuando se fabrican tipos con metal fundido para reproducir documentos antiguos, Lim sufre una tensión extrema, ya que trabaja con una aleación a 1.200 grados centígrados mientras ha de tener en mente el grado de contracción y expansión del material. Hay, además, otros factores que considerar: el tamaño de cada letra realizada en cera o madera, la mezcla de los materiales del molde y la fabricación de su estructura, la consistencia y temperatura del metal fundido, la técnica de verterlo en la cavidad y, finalmente, el acabado de cada tipo. Cualquier error, echará todo a perder. Esta ardua tarea de dibujar ideogramas durante 10 horas diarias, fabricar los soportes del molde, pulir los tipos y colocarlos en una matriz, según él, le ha hecho perder el pelo, algo que nos mostró al alzarse el flequillo para que viéramos las entradas que tenía en la cabellera, aunque con un inequívoco orgullo en el rosto. En la actualidad, con tantos libros publicados diariamente, Lim In-ho se dedica por completo más de cinco años para crear un solo volumen. Para imprimir una página, deben hacerse unos 40 tipos. “En el caso de los moldes de cera, un artesano necesita al menos 3

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cinco años para fabricar los cerca de 40.000 tipos para un tomo completo. Si la productividad es una preocupación, trabajar en esto es una locura. Pero lo he hecho porque me gusta cada proceso. Si me hubiera dedicado sólo a vaciar planchas de madera, lo habría dejado al principio. Pero fundir tipos metálicos ha sido una fuente de placer durante toda mi vida”. Concluye: “Hay un ideograma chino que considero el más bello del mundo, que es 狂 (gwang en coreano), que significa ‘fanático’”.

Restauración de 44 series tipográficas metálicas A principios de Joseon, esta tecnología estaba muy extendida, algo sin precedentes en el mundo. Además, aparecieron varias familias de letras: la Gyemi, la primera de la era, fue creada en 1403, seguida por la Gyeongja (1420), la Gabin (1434), la Byeong­jin (1436), la Gyeongo (1450) y la Gapjin (1484). Desde 2007, Lim In-ho ha recreado 44 series tipográficas antiguas. Dice que revivir la Gabin, considerada la más elaborada y más bella de todas, fue su mayor satisfacción. “El tipo Gabin fue creado en 1434, el décimo sexto año de reinado de Sejong, cuando la tecnología de la era alcanzó su apogeo. K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

El propio rey, con su genialidad, contribuyó al desarrollo científico y tecnológico de la época. Esta letra es la que se usó en Hunminjeongeum [sonidos correctos para enseñar al pueblo], publicado en 1446 en conmemoración de la creación del alfabeto coreano. El tipo tiene dos tamaños: los más grandes, 1,6 cm de ancho por 1,4 de largo, mientras que los menores tenían 0,8 por 1,4. La altura de ambos estaba entre 0,6 y 0,8. Como los tipos tenían una forma rectangular y una altura uniforme, creaban una galerada perfecta. Las letras eran tan elegantes, uniformes y bellas que hasta finales de la era se hicieron seis versiones de este tipo”. Lim afirma que dedicarse a esta artesanía, centrado en cada proceso, le ayuda a despejarse y pensar sólo en el trabajo. “Cuando acabo algo, me doy cuenta de que nuestros antepasados tenían la capacidad de crear joyas con materiales simples”, nos dijo. Asegura que la superioridad de Corea en la tecnología de la información de hoy puede atribuirse a la revolución que se produjo en la imprenta. La pasión de este maestro por su artesanía no disminuye y son evidentes su orgullo en el papel que desempeña en la tradición y la felicidad que siente por su trabajo. (Traducido por José María Areta)

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Monumentos Modernos

El Banco de Corea Depósito del dinero y de la historia financiera del país

El edificio del Banco de Corea fue diseñado para ser la sucursal del Primer Banco Nacional nipón, el Dai Ichi, en Gyeongseon, la Seúl actual, según tomaba forma su diseño de colonizar el país. Desde la fundación de la República de Corea en 1948, el edificio fue la sede de su banco central hasta 2001, cuando se convirtió en museo. Kim Chung-dong Profesor del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Mokwon | Ahn Hong-beom Fotógrafo


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l nombre de esta institución financiera central aparece en todos los billetes de banco de Corea. La moneda local es emitida por esta organización y este hecho también aparece en los billetes. El edificio es singular y refleja el pensamiento de su época: intentaba impresionar a los coreanos con una imagen de tesoro inexpugnable. En la época de su construcción, se creía que un banco, un lugar donde se guarda el dinero, debería tener una construcción resistente y desprender un aire de autoridad, con una pequeña entrada para frustrar cualquier intento de robo. Hoy en día, sin embargo, esto ya no es así. Hay incluso algunos en edificios de cristal.

Fundación Desde una perspectiva arquitectónica, el Banco de Inglaterra representa la estructura arquetípica. Sus edificios encarnan

la imagen característica de una institución financiera central de un estado. Cuando los japoneses construyeron su primer banco moderno durante el periodo Meiji (1868-1912), basaron sus planes en una observación detallada de esa estructura inglesa. El resultado fue la sede el Primer Banco Nacional, el actual Banco de Japón. No mucho después, abrió su sucursal en Gyeongseong como parte de la política nipona de colonización de Corea. A partir de 1905, Japón potenció sus medidas de dominio, entre las que estaban autorizar a esta sucursal de Gyeongseong ser la sede de su central financiera en Corea y así comerciar con fondos gubernamentales, realizar reformas monetarias y emitir moneda. Con la promulgación de la Ley del Banco Central el 26 de junio de 1909, se fundó el Banco de Corea, que se hizo cargo de los derechos y deberes de la institución nipona. La ley especificaba la duración de la existencia de dicha organización, 50 años desde su fundación, así


La funcionalidad no era la prioridad del arquitecto. Quería realizar una fachada imponente, por lo que optó por un estilo renacentista ecléctico que incorporaba rasgos señoriales de los castillos belgas. Está construido con hormigón y revestido de piedra.

que, según los estatutos, dejaría de existir como tal banco el 26 de julio de 1959. Después de la anexión forzosa de Corea en 1910, cambió el nombre a Banco de Joseon el 15 de agosto del año siguiente. Los diseños de la sede nipona y de la sucursal coreana estuvieron a cargo del arquitecto Tatsuno Kingo (1854-1919), fundador de la Nueva Arquitectura del periodo de Meiji. Tatsuno estudió en la Facultad Imperial de Ingeniería con el arquitecto británico Josiah Conder (1852-1920). Se graduó en 1879, uno de los primeros en hacerlo. Se marchó a Inglaterra en 1880 para continuar sus estudios, donde descubrió las obras de Richard Norman Shaw (1832-1912), famoso por su arquitectura gótica victoriana, al que admiró. Tras regresar a su país, Tatsuno comenzó a enseñar en la Universidad de Tokio en 1886. En 1888, diseñó la sede del Primer Banco Nacional, que se completó en 1891. Está realizado con ladrillo rojo, por lo que recuerda las obras de Shaw, ya que intentó emular el estilo preclásico

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de ese arquitecto escocés. Tatsuno colaboró con Kasai Manji (1863-1942) para diseñar la sucursal en Seúl. Los bancos centrales de ambos países, diseñados por el mismo hombre, todavía están en pie, como monumentos a su esfuerzo, aunque sus funciones hayan cambiado.

Lugar de un palacio de Joseon Antes de que se alzara el Banco de Corea, el solar estaba ocupado por Dalseong Igung, palacete de la realeza de Joseon, y unas cuantas casas tradicionales. Este barrio, situado en una pequeña colina cubierta de pinos muy cercana a la Puerta del Sur, una de las cuatro de entrada a la ciudad, se llamaba “loma de pinos meridional (Namsonghyeon) cerca de Namdaemun (Puerta del Sur)”. Una de las casas era la residencia y oficina de Clarence F. Reid y su esposa, ambos misioneros del Consejo de Misiones Extranjeras de la Iglesia Episcopal Metodista, Sur, que vinieron a Seúl el 14 de agosto de 1896. Más tarde, en 1906, la pareja se trasladó al noroeste de Seúl, al distrito actual de Naeja-dong, donde está el instituto femenino de Baehwa. Su nueva residencia estaba en el solar que ocupó el funcionario y erudito de Joseon Yi Hang-bok. Otra de las viviendas de aquel barrio había sido remodelada y convertida en hospital por la iglesia de Sangdong, adyacente a la Escuela Médica de Jejungwon. En 1901, Richard Wunsch (1869-1911), médico alemán de la corte de Joseon, vivió en este vecindario por su cercanía. William F. Sands (1874-1946), consejero del emperador, vivió en el margen de la colina, en lo que es hoy Sogong-dong, cerca del anexo al Banco de Corea. Como vemos, antes de la construcción de esa central de las finanzas en el país, en este barrio residían muchos misioneros y consejeros: era la segunda mayor comunidad de expatriados, tras la de Jeongdong. El Gobierno General nipón en Corea, sin embargo, demolió el palacio y este barrio residencial sin permiso de las autoridades coreanas y construyerón el Banco. Es lamentable que el arquitecto no tuviera la sensibilidad suficiente para apreciar la importancia histórica de este distrito y pidiera a las autoridades niponas que buscaran otro lugar para levantar ese edificio.

Interior del Museo del Banco de Corea y una de las torretas circulares. El salón en medio de la planta baja, que era el recibidor, es ahora un lugar donde se exhiben billetes de curso legal antiguos y modernos de todo el mundo.


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Completado en 1912 El antiguo edificio del Banco consiste en un sótano y dos pisos. Tanto el exterior como la forma de la planta son de construcción simétrica, con una fachada principal y un patio interior. El recibidor, en medio de la planta baja, tiene un área de 530 metros cuadrados. Era un cavedio que podía acomodar hasta a 1.600 personas de pie. El sótano tenía la mayor cámara acorazada del país en esa época. La superficie total construida era de 7.588 metros cuadrados. La funcionalidad no era la prioridad del arquitecto. Quería realizar una fachada imponente, por lo que optó por un estilo renacentista ecléctico que incorporaba rasgos señoriales de los castillos belgas. Está construido con hormigón revestido de piedra. Al diseñarlo, el arquitecto adoptó rasgos del Banco de Inglaterra y el de Bélgica. El edificio es simétrico horizontalmente, con torretas (huecos de la escalera) redondeadas en las dos esquinas frontales y una detrás. La fachada frontal tiene columnas decorativas con capitales de escudos de armas, que revelan el gusto del arquitecto por el antiguo estilo occidental. Para crearlos, los constructores fundieron monedas coreanas. La fachada central está terminada en una estupa , flanqueada

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por dos frontones. El tejado está embellecido con balaustradas que lo circundan. Cada una de las tres torretas está culminada en una cúpula en forma de campana. El granito para el revestimiento es de Changsin-dong, más allá de la Puerta del Este (Dongdaemun), junto a la muralla de la ciudad. Las planchas de piedra se hicieron en un ladrillar público local y el acero se compró a la empresa americana Carnegie, además de a Inglaterra y Japón. La construcción comenzó en noviembre de 1907 y se completó el 20 de enero de 1912. La ceremonia de colocación de la primera piedra se llevó a cabo el 11 de julio de 1909, el tercer año del reinado de Sunjong. Se dice que el Gobernador nipón, Ito Hirobumi, participó en este evento y escribió la palabra ‘定礎’ (en coreano, jeongcho, ‘fundación’) en esa piedra angular. El tamaño final del edificio se redujo del diseño original durante su construcción, así que algunos elementos decorativos se eliminaron. El contratista encargado de las obras fue Shimizugumi y el aparejador, Nakamura Yoshihei. Esta icónica estructura fue devastada por las llamas dos veces desde que se terminó, en dos guerras que devoraron el país. El primer incendio ocurrió el 15 de enero de 1945, justo antes de la libeCu l tu ra y a rte d e Co re a


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2 1. El Banco de Corea está situado en el centro de Seúl. Al fondo, la oficina central de Correos. 2., 3. Las zonas de descanso en el Museo se han renovado manteniendo intacta la estructura original

ración del Gobierno colonial nipón, y destruyó una parte del interior. Los trabajos de restauración se completaron el 29 de abril de ese mismo año. Tras la liberación, el Banco pasó a control del Gobierno coreano. Sus activos fueron transferidos a Japón inmediatamente después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, y con ese capital se fundó en el lugar que ocupaba la sucursal del Banco de Corea en la capital nipona el de Crédito Japonés. El Banco de Corea renació como entidad central el 12 de junio de 1950. Diez días después, sin embargo, todas sus funciones se paralizaron por el estallido de la Guerra de Corea. La institución fue trasladándose gradualmente al sur para evitar la confrontación: K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

primero a Daejeon, el 28 de junio, luego a Daegu, el 16 de julio, y después, el 22 de agosto, a Busan. Durante la Guerra, fue bombardeado e incendiado: los tejados y casi todo el interior de los pisos sobre el nivel del suelo quedaron devastados. Afortunadamente, el exterior de granito sobrevivió con daños reparables. Su restauración se inició en mayo de 1956 y duró hasta octubre de 1958. En este proceso, se redujo la techumbre. Algunos de los principales contribuidores a su renovación fueron Jeon Changil (1912-1971), empleado del Banco a cargo del mantenimiento y reparación del mismo antes de la Guerra, y Song Min-gu, arquitecto contratado para diseñar el proceso de restauración. El 29 de diciembre de 1973, el Instituto de Arquitectura envió una propuesta al Banco para que demoliera su antigua sede. La ciudadanía de la capital se opuso, ya que quería conservar el patrimonio cultural moderno, por lo que el plan fue desestimado. El 25 de septiembre de 1981, el edificio fue designado Lugar Histórico número 280, y quedó así bajo protección estatal. Después, se levantó una nueva estructura en la parte trasera, con tres sótanos y 16 pisos sobre el nivel del suelo. Ahora, es el Museo del Banco de Corea. (Traducido por José María Areta)

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entrevista

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uando telefoneé a Chung Byung-ho, profesor de Antropología y director del Instituto de Estudios Multiculturales y de la Globalización en la Universidad de Hanyang para establecer una cita para una entrevista, me pidió que fuera a Ansan, ciudad de la provincia de Gyeonggi, donde trabaja: “Creo que estaría bien que conociera la ‘Calle sin Fronteras’ antes de que habláramos”. Este antropólogo quería mostrarme la comunidad multicultural que estudia para explicarme varios asuntos sobre este tema.

‘Calle sin Fronteras’ Después de reunirnos, nos dirigimos a esa avenida, situada en Wongok-dong. Había banderas de todas las naciones ondeando al viento, lo cual inspiraba un ambiente festivo, al igual que tiendas de todas las procedencias. En este barrio, la población local es de 20.000 personas, que conviven con otros tantos provenientes de más de 60 países. Los fines de semana, esta área recibe todavía más extranjeros que vienen a ver a sus amigos o a disfrutar de un plato típico de su lugar de origen. Hay incluso un banco abierto para que los inmigrantes, que trabajan durante la semana y sólo

tienen tiempo libre durante estos días puedan remitir dinero a su país o realizar cualquier otro tipo de transacción. Desde muchas perspectivas, esta calle alberga la mayor comunidad de inmigrantes de Corea. Esta área es de la que habla el profesor en su libro recientemente publicado, Hanguk-eui damunhwa gonggan [la comunidad multicultural de Corea]. Se ha escrito mucho ya sobre este fenómeno actual, pero esta obra se distingue por su perspectiva más aperturista. El autor y yo nos sentamos en el restaurante Samarkand, cuyo encargado es un uzbeko de origen coreano, y pedimos pinchos de cordero a la parrilla (shashlick) y samosas, un tipo de empanadilla, que acompañamos con cerveza rusa. “En el área de Wongok-dong, el número de inmigrantes está bajando”, dijo. “Como la mayoría de los negocios van bien, los alquileres han subido, así que los residentes se trasladan a zonas cercanas. Podríamos decir que, desde un punto de vista más general, esta ‘calle de inmigrantes’ se está ampliando”. La historia del multiculturalismo en Corea no se centra sólo en este barrio. El número de expatriados seguirá creciendo en todo el

El valor de la diversidad cultural en la sociedad coreana El número de residentes extranjeros en Corea ha aumentado considerablemente en los últimos años y, en 2011, alcanzó los 1,2 millones. Todas las zonas industriales del país cuentan con una comunidad multicultural cercana. Una de esas áreas es Ansan, donde el profesor Chung Byung-ho dirige el Instituto de Estudios Multiculturales y de la Globalización. Kim Chang-hee Periodista | Kim Yong-chul y Ahn Hong-beom Fotógrafos


país en los próximos años. Los emigrantes coreanos que regresan (sobre todo residentes de origen coreano en China y repúblicas de la antigua URSS) e inmigrantes que vienen a casarse o para trabajar, suponen el mayor porcentaje, pero cada vez hay más extranjeros que deciden residir aquí por distintos motivos. ¿Estamos preparados para vivir con tantos extranjeros? Su llegada masiva, que empezó en los años 90, ahora representa una ingente tarea que requiere una gestión cuidadosa. Esta experiencia de los últimos 20 años, sin precedentes en la historia del país, nos obliga a reflexionar sobre diversas cuestiones. El profesor Chung siguió con su mensaje: “En realidad, no es la primera vez que llegan tantos forasteros al país. Cuando se abrieron los puertos nacionales tras el Tratado de Ganghwa, en 1876, y tras la Revuelta militar de 1882, más de 4.000 soldados de la Dinastía Qing, de China, establecieron un campamento en Yongsan, en lo que era el sur del Seúl, y formaron así la primera base militar extranjera en suelo coreano. Esta área pasó a Japón tras su guerra con China en 1894 y se amplió hasta alcanzar casi las 1.000 hectáreas tras la que mantuvo con Rusia en 1905. Después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en la base principal de las fuerzas estadounidenses. En otras palabras, durante toda historia moderna coreana: colonización, liberación, división y la Guerra Fría, hemos tenido militares y residentes foráneos en el corazón de Seúl”.

Fenómeno del multiculturalismo Las ideas del profesor Chung sobre el fenómeno del multiculturalismo están definidas por el contexto histórico. Corea fue testigo de otra ola de cambios dramáticos en la década de los 90 del siglo pasado, cuando finalizó la Guerra Fría, con una transformación radical de la estructura industrial del mercado laboral: el país comenzó a integrar a un gran número de inmigrantes como mano de obra industrial, principalmente proveniente del sudeste y centro de Asia. Fue algo totalmente distinto esta vez: muchos de los que venían eran descendientes de coreanos que habían emigrado a China y países de la antigua Unión Soviética a principios de la era moderna. “Parte de los súbditos de Joseon, un estado feudal, se dispersaron por los países vecinos a causa de la invasión y colonización de Japón. Al quedar separados del resto del país durante la ocupación y la Guerra Fría, experimentaron procesos de socialización distintos y terminaron formando grupos culturales diferenciados. Después, cuando terminó el enfrentamiento ideológico en el mundo y aumentó la migración en todo el planeta, esos colectivos regresaron de repente a su lugar de origen. Llamo a este fenómeno la ‘multiculturalización’ de Corea”. Además de estos aspectos históricos, Chung considera que la influencia de las características nacionales es otro factor clave en el regreso de los emigrantes. Esto, para mí, fue una revelación importante. Para la mayoría de la gente, los inmigrantes son sólo gente de diferentes etnias que pueden sumarse a un grupo de K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

‘otros’. Sin embargo, los descendientes de coreanos en China y la antigua URSS, que representan el mayor porcentaje de los inmigrados, no pueden considerarse de otra etnia. Al mismo tiempo, también es difícil aceptarlos como coreanos corrientes. ¿Quiénes son, pues? Aquí es donde la perspectiva de Chung puede ayudarnos a superar esta disyuntiva. Sugiere que, sean coreanos de origen, que regresan de la diáspora, o extranjeros, deberíamos considerarlos parte del tema general de la inmigración. También cree que deberíamos pensar en los esfuerzos que debemos hacer para ayudarlos a integrarse en la sociedad, sin ninguna discriminación. Según él, es la única manera en que podemos ocuparnos de las tareas esenciales que nos han traído las tendencias históricas globales, comenzando por las eras de la colonización y la Guerra Fría, y también anticipando la futura reunificación de ambas Coreas. “Integrar a las personas de etnia coreana provenientes de China, que han venido tras la terminación de los conflictos ideológicos mundiales no es paternalismo. Es una valiosa oportunidad para contemplar y experimentar por adelantado cómo afrontaremos el tema de los norcoreanos, cuando tengamos que vivir juntos tras una separación de décadas. A este respecto, el multiculturalismo de hoy es una experiencia del futuro y un problema real que debemos tratar ahora. No es una cuestión que deban resolver otros por nosotros o algo que debamos retrasar”.

Apoyo a los jóvenes norcoreanos Después, el profesor me contó la historia de cómo empezó a estudiar temas relacionados con la multiculturalidad y cómo, en vez de ser un mero proyecto de investigación, se ha convertido en una misión personal: educar a la gente. Tras su análisis de la situación de los refugiados norcoreanos en el noreste de China en la década de 1990, se dedicó a enseñar a los adolescentes que habían escapado al sur durante cuatro años en la Escuela Especial Hanadul (ahora Preparatoria de Hana-dul), de Hanawon, la institución estatal que ayuda a los norcoreanos a integrarse en Corea del Sur. Aprendió mucho con ellos. “¿Sabe lo más irónico para los norcoreanos cuando llegan aquí? El cartel en inglés que dice: ‘Bienvenido a Corea’. Intenta darles la bienvenida, pero no tienen idea de lo que quiere decir. Esta aparente incongruencia revela un enorme cisma entre la situación de los norcoreanos que arriesgan su vida para cruzar el río Tumen y luego vagar por Manchuria y el mundo posmoderno de sus vecinos del sur. Me he dedicado a pensar cómo podemos acortar esa separación”. Antes que considerar a esos adolescentes un grupo alienado políticamente, Chung les ayudó a que se pudieran adaptarse a esta nueva realidad e intentó hallar la manera de facilitar su integración en esta sociedad. Por ejemplo, fundó una institución donde pudieran aprender sobre Corea del Sur mientras interactuaban con otros jóvenes inmigrantes de distintos orígenes, como Mongolia, y

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de etnia coreana provenientes de China y la antigua Unión Soviética. Este lugar, llamado Rainbow Youth Center (centro arcoíris para la juventud), se creó con el apoyo de la Comisión para la Protección de la Juventud, de carácter público. Aquí es donde nuestro profesor comenzó a darse cuenta de los problemas relacionados con el multiculturalismo que tenían ambas Coreas.

Comprensión recíproca “Un día conocí a un joven de Bangladesh en un restaurante de Ansan especializado en seolleongtang. Me dijo que había estudiado Políticas en la Universidad de Dacca y que ahora trabajaba aquí fabricando contenedores. ¿Es esto desafortunado? En absoluto. Es una persona ambiciosa. Quiere absorber el dinamismo de la sociedad coreana, volver a su país y crear su propia empresa comercial. Otro joven de Myanmar, Aung Tin Tun, acaba de recibir asilo político, uno de los escasos refugiados aceptados por nuestro Gobierno. Le invité a que diera una conferencia en mi Universidad. Mientras describía las dificultades que tuvo que superar sin que su solicitud de asilo fuera aceptada durante 8 años debido a diversos malentendidos, muchos estudiantes no podían contener las lágrimas. ¿Cuál es la diferencia entre las circunstancias de estos chicos y la de los coreanos que tuvieron que entrar ilegalmente a Estados Unidos tras la rebelión civil prodemocrática de Gwangju en 1980? Estas personas de diferentes orígenes tienen sus razones para venir aquí; no deberíamos considerarlos aventureros en busca de dinero”. Aprender a mirar a la gente sin prejuicios y respetar las ideas y objetivos de cada individuo es el primer paso en convertir el tema de la inmigración en un asunto sin aristas, porque sólo el respeto nos ayudará a aceptar a los expatriados como vecinos, no como ‘los otros’. Además, al examinar la situación más de cerca, podemos ver que ellos son unos expertos en supervivencia, según Chung. Pueden descubrir un nicho de mercado, poner todo su empeño y lograr lo que habían planeado en unos cuantos años. ¡Qué manera tan impresionante de sobrevivir! Chung afirma que los refugiados norcoreanos pueden aprender mucho de estos inmigrantes y que el apoyo del Gobierno debería centrarse en fomentar una actitud similar de independencia y supervivencia y no en depender de las ayudas del Estado. Mientras conversábamos comenzaba a tomar forma una nueva perspectiva sobre la inmigración en Corea, vagamente al principio, hasta que profundizando en nuestra historia y nuestra realidad

Una elegante escultura realizada con banderas de distintos países adorna la fachada del centro comunitario para expatriados en Wongok-dong, Ansan. El profesor Chung pasa tiempo con varios grupos de esta área como investigador y también como amigo.

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“Un día conocí a un joven de Bangladesh en un restaurante de Ansan especializado en seolleongtang . Me dijo que había estudiado Políticas en la Universidad de Dacca y que ahora trabajaba aquí fabricando contenedores. ¿Es esto desafortunado? En absoluto. Es una persona ambiciosa. Quiere absorber el dinamismo de la sociedad coreana, volver a su país y crear su propia empresa comercial”.

presente se reveló como una oportunidad clave para analizar las dificultades de la reunificación. Ahora, se ha convertido en asunto personal para mí. ¿Cómo puedo hacer que esta revelación provoque que la mayoría de los coreanos no vean la inmigración como un asunto ajeno sino una responsabilidad personal? Según Chung, Hanguk-eui damunhwa gonggan es sólo la introducción a una “serie sobre multiculturalismo global”. Ahora trabaja en un libro que explora los aspectos transnacionales de las estrategias de supervivencia que han demostrado las personas de etnia coreana en otros países del mundo. Es también un intento de animar a la gente a ampliar sus horizontes en cuanto al tema de los flujos de población. Como bien observa, si consideramos la historia de los emigrantes coreanos durante la era colonial o los mineros y enfermeras que se marcharon a Alemania hace una generación, veremos que hemos sufrido igual que los que provienen de otros países aprendiendo a sobrevivir. ¿Por qué, entonces, los coreanos no muestran mayor empatía hacia los inmigrantes aquí? Chung dice que este tema necesita ser investigado en profundidad. Los planes de publicación de la “serie sobre multiculturalismo global” están ligados al hecho de que su Universidad reconoce K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

las características singulares de Ansan, donde tiene un campus, y ofrece un apoyo vital para el Instituto de Estudios Multiculturales y de la Globalización. Este organismo ya contrata a más de 50 profesores de varias especialidades. La visión crítica de Chung y las actividades de investigación del Instituto hacen de Ansan un recurso esencial para orientar las soluciones políticas a los problemas de la inmigración actual en Corea. Chung terminó contándome otra experiencia personal. “Kim Yi-chan, director de documentales, fundó una institución llamada ‘Estación Terrícola” cerca, que tiene un programa educativo para que los inmigrantes puedan crear su propio material audiovisual. Una rusa que participaba en este proyecto ha hecho un documental sobre sus experiencias en Ansan con un argumento muy conmovedor. Muestra los macizos de flores tan frecuentes en la región, su riquísima variedad, colorido y estilos, enseñándonos imágenes bellas que siempre tenemos a nuestro alrededor pero no llaman nuestra atención. ¿No es esto una gran oportunidad para que los coreanos y los inmigrantes se comprendan mejor? Comprender, después de todo, es una calle de doble sentido”. (Traducido por José María Areta)

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EN EL CAMINO

Un cálido día en el pueblo amurallado de Nagan y en el templo de Geumdun Nagan retiene la estructura y estilo de un centro rural de tiempos premodernos. El casco antiguo, en el que todavía vive gente que ha preservado bastante de la forma de vida de sus antepasados, está rodeado por una gruesa muralla de piedra Kim Yoo-kyung Periodista | Kwon Tae-kyun, Ahn Hong-beom, Ha Ji-kwon y Suh Heun-gang Fotógrafos


1. La puerta del este, la entrada principal al pueblo amurallado de Nagan, está oculta parcialmente tras una barbacana. 2. Tótems a la entrada del pueblo.

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a aldea amurallada de Nagan está situada a unos 22 kilómetros al oeste de la ciudad de Suncheon, en la provincia de Jeolla del Sur. Un día de primavera, cuando se instala el mercadillo al aire libre de esa ciudad, salí de Seúl para ir al ‘mercado de abajo’, que, junto con el ‘mercado de arriba’, es una de las ferias tradicionales más grandes de aquí. Después de pasar un tiempo ahí, decidí ver Nagan por la tarde. Crucé el río Dongcheon, disfrutando del bullicio del día de mercado, entre los clientes, que pasaban con bolsas llenas de compras. El mercadillo se monta cada cinco días y entonces la gente que vive en los pueblos de las zonas montañosas de alrededor baja a vender sus productos en esta plaza, a donde vienen compradores de todas las áreas cercanas. Había mucha gente cargada con bolsas en la parada del autobús, que tarda 40 minutos hasta Nagan, por una carretera entre frondosas colinas. Se dice que este paso montañoso estaba infestado de zorros que atacaban a la gente. “Antes, cuando no había luz en la carretera, la gente temía pasar por aquí. Ya no”, me dijo un caballero de mediana edad. El autobús paró delante de la antigua aldea amurallada en el margen de la planicie. Un jangseung, poste totémico, tallado con la figura de un hombre me recibió, como si dijera: “Bienvenido. Por aquí, por favor”. Aunque este pequeño pueblo sólo tiene unos pocos centenares de residentes, incluyendo los que están en la zona interior y exterior de la muralla, tiene toda la dignidad de una aldea histórica.

Una fortaleza entre fértiles llanuras Desde finales del periodo de Goryeo (918-1392) a principios del de Joseon (1392-1910), Nagan tuvo frecuentes conflictos armados con los merodeadores japoneses, que la atacaban para apoderarse de sus abundantes recursos. Delante de la puerta principal de la muralla, hay un puente de piedra con tres perros tallados, que, según se creía, protegían a los habitantes de los fantasmas de los japoneses que habían muerto intentando expoliar el pueblo. La puerta está parcialmente bloqueada por una barbacana, algo que les permitía a los residentes ver quién quería entrar. Esto servía para proteger a los habitantes y sus propiedades. La fortaleza abarca un área de 135.597 metros cuadrados. En la mitad septentrional de la aldea, que en sus días de auge era un distrito administrativo, 1

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1. Escultura de un perro delante de la puerta del este, para ahuyentar los malos espíritus. 2. Hay unas 80 viviendas con techumbre de paja que quedan dentro de las murallas.

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podemos ver los restos del ayuntamiento, el albergue, la residencia del magistrado y la prisión. Aparte, está el santuario de Im Gyeong-eop, general de Joseon, Nangmingwan, un salón público para eventos oficiales, y un centro de información turística. Todas las construcciones tienen cubiertas de tejas; los árboles, zelkovas y almeces, son centenarios. En la zona meridional, junto a la carretera principal, hay un conjunto de estructuras con techumbre de paja, unas 300, que conforman 80 viviendas. Hay más de 1.500 fortalezas de montaña antiguas en Corea en la actualidad, pero sólo en Nagan la gente sigue viviendo de manera tradicional, razón por la cual es un destino turístico tan popular. Debajo de la muralla hay una colección de dólmenes de la Edad de Bronce, un tipo de monumento que se halla por toda la península coreana. En el monte Geum­jeon, al norte del pueblo, está Geumdunsa, un templo del siglo VI donde podemos admirar una estatua de Buda de piedra de estilo de Baekje (18 a.C.-660 d.C.) y una pagoda de tres pisos del mismo material del periodo de Silla Unificada (676-935). La muralla, construida con piedra de las montañas cercanas, tiene sección trapezoidal y un perímetro de 1,4 Km. Se puede subir a la parte superior por las más de 20 pequeñas escaleras de piedra desde el interior del recinto. La puerta del norte se cerró hace tiempo, y

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las del este y el sur, descuidadas durante el periodo colonial nipón, fueron restauradas como pabellones de dos pisos en los años 80 del siglo pasado. La del oeste, que no tiene techumbre, permite el paso de vehículos de mayor altura. “De niño, las rocas en los muros cerca de la puerta del sur, cada una mayor que yo, me hacían preguntarme cómo los obreros podían moverlas y apilarlas”, dice el vigilante de guardia en esa entrada. Desde lo alto de la muralla podía ver todo el pueblo, las llanuras y las montañas más allá de la fortaleza. La mayoría de las viviendas están compuestas por dos o tres edificios rodeados por un muro bajo de piedra. Tienen pequeños huertos, haces de paja apilada en un rincón y vacas y terneras en el patio. En distintos sitios, podemos ver ciruelos en flor. En el distrito administrativo de la zona norte sentí angustia por las recreaciones de prisioneros atrapados en cárceles o criminales atados al potro para recibir azotes. En el área residencial del sur, sin embargo, los cientos de flores sin nombre sobre los pequeños muros que rodean las casas con techumbre de paja, al igual que la gran cantidad de ciruelos en flor y los campos de ajos, transmiten un ambiente sereno.

Muros de piedra, ginkgos y techumbres con tejas La muralla tiene cuatro metros de altura y de tres a cuatro de anchura en la parte superior, lo que hace posible pasear por encima en toda su extensión. En un festival anual de octubre, los residentes y turistas pasean por lo alto del muro por la noche portando antorchas. Song Gap-deuk, conservador jefe del pueblo, es también magistrado honorario de la oficina administrativa y alcalde. Además, ha publicado un libro sobre este lugar, por lo que conoce bien tanto su pasado como su presente. “¿Se ha fijado en los dos grandes ginkgos del centro del pueblo? Si fuera un barco, ellos serían los mástiles; su docena aproximada de árboles centenarios serían los remos y el ancla sería el árbol del cepillo de la escuela confuciana fuera de la muralla”, nos dijo Song. Esta aldea está rodeada de montañas por tres lados, así que sólo cuando miramos al sureste, que da a la llanura, entendí la fuente de riqueza del pasado: este pueblo está situado en un extremo de la gran planicie de Honam, por lo que los habitantes recogían grandes cosechas de estos campos, y también los frutos del mar de algo más allá. Se pueden ver las marcas de dos grandes líderes militares de la dinastía de Joseon: el almirante Yi Sun-sin (1545-1598) y el general Im Gyeong-eop (1594Cu l tu ra y a rte d e Co re a


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1. Podemos ver toda el área residencial desde lo alto de la muralla. 2. Una anciana muestra la tejeduría manual tradicional en su taller. 3. La puerta principal del templo de Geumdun, en el monte Geumjeon.

1646). Yi, comandante naval de ‘Jeolla de la Izquierda’, vino a este pueblo cinco veces durante las invasiones niponas de 1592-1598, lugar donde, con sus oficiales, diseñó y discutió estrategias bélicas, se surtió de provisiones y armas, y reclutó tropas. Muchos marinos de Yi provenían de este pueblo. Según la leyenda, cuando el almirante vino a Nagan en búsqueda de soldados, su carreta se rompió, así que se detuvo para que la repararan bajo los ginkgos en el centro del pueblo. Los residentes le sirvieron, a él y sus hombres, las ‘ocho exquisiteces’ regionales: raíces de campánula (doraji), raíces de la Codonopsis lanceolata (deodeok), gelatina de bellota (muk), pescado, rábano, el liquen Umbilicaria esculenta, helecho (gosari) y apio oriental (Oenanthe javanica, en coreano minari ). En un restaurante del pueblo probé un plato que tenía el mismo nombre, pero resultó ser un menú completo consistente en una torta (jeon) de setas, estofado de pescado con rábano y ensalada de raíces de campánula. Cuando pasaba por el ginkgo, una mujer me contó otra historia relacionada con él: “Hace tiempo, una gran serpiente salió de ese árbol. Mi abuela, que creía que daba buena suerte, rezó ante un cuenco de agua para que el animal se fuera a algún sitio más seguro. Ya han pasado más de 30 años y no se la ha vuelto a ver”. El general Im Gyeong-eop era el juez de esta comarca. Todavía se realizan ceremonias funerarias en su honor en su santuario en el pueblo. Un transeúnte me narró una historia: “Se dice que este general tenía dos espadas muy buenas. La leyenda dice que una se la dio un dragón que salió del lago de aquí y la otra, llamada ‘Loto de Otoño’, fue un regalo de un pez gigante o un monstruo en forma de serpiente en Chungju. Se cuenta que la primera se la llevaron a Japón y la otra está en un museo en Chungju”. El festival local de música rural se inicia en este santuario, no en el árbol donde se cree que reside la deidad tutelar del pueblo, como es tradicional.

La vida en la antigüedad La casa de techumbre de paja donde me alojé era pequeña pero limpia, aunque la calefacción, por suelo radiante, estaba demasiado alta. Era un entorno tranquilo y la luna y las estrellas brillaban intensamente en un fondo negro. Me inquietó tanto sosiego así que quise aventurarme más allá del patio y abrí la puerta, hecha de ramas, quitando simplemente la cuchara de latón que servía de cierre. Paseando por las callejuelas, vi cerezos en flor que asomaban sobre los muros de piedra iluminados por las farolas de la calle, un arroyo que surgía de un manantial, la oscuridad espesándose al fondo del callejón por donde K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

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deambulaba, algunas ventanas iluminadas aquí y allá y los largos aleros de los miradores, pero ni una sola alma en las calles. No es extraño, ya que en este pueblo sólo viven 80 familias. No había bares donde ir a tomar algo y las pocas tiendas que existen ya habían cerrado. Entre tanta calma, me alegré al ver algunos automóviles llegando al pueblo a esa hora. Las puertas de la muralla no se cierran por la noche. Me fijé en los pequeños estanques que había junto a la entrada del sur, que se habían construido en la antigüedad para evitar que los prisioneros se escaparan por este lugar. La dueña de la casa donde me albergaba me había dicho que el pueblo estaría muy tranquilo por la noche porque la gente se acuesta pronto. Al amanecer, cuando me desperté y me dirigí al patio, me di cuenta de que había estado rodeado de montones de ciruelos en flor. Salí a dar una vuelta por el pueblo antes de que se llenara de turistas. Ya había algunos pájaros encima de la muralla. En la aldea, podemos ir a todos los sitios siguiendo la red de callejones, que son lo suficientemente anchos para que pueda pasar un automóvil. Donde miraba, veía escenas rurales típicas frecuentes en la poesía y fotografía: bellas flores colgando de árboles que sobresalían sobre los viejos muros de piedra, el porche de madera de una vieja casa con techumbre de paja y retazos de huertas cubriendo la tierra.

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Había perros ahora, desparecidos durante la noche. Las amas de casa regaban el patio. Un pozo se desbordaba y el agua subterránea se escurría por un canal de piedra. Era la última de estas pozas de antes de la llegada del agua corriente. Se preservaba intacta. Había colgada una cuerda de paja para ahuyentar los malos espíritus. Había jangseung en cada cruce, ya que servían como señales de circulación. Vivían varios carpinteros en el pueblo. Uno de ellos, Im Byeong-jun, tallaba estos postes de los espíritus intentando aprovechar la forma original de los troncos. A las 9 de la mañana abrieron el ayuntamiento, el centro de información turística y la casa de pansori (canto narrativo). El herrero estaba en su taller forjando una hoja. “Quizá no parezca un cuchillo tan refinado, pero es mejor que diez occidentales juntos. Se puede evitar el óxido untándolo con aceite de perilla”, nos contó. Luego, lo envolvió en capas de papel de periódicos, que dobló por ambos extremos, y puso una goma elástica: era el empaquetado.

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Paseaba por el pueblo fijándome en las casas, con sus puertas abiertas, entre las que vi una fábrica de productos de mimbre y un tinte. Alguien, entonces, me llamó: “¡Oiga! Nuestra casa es esta. ¿Por qué va a otra? ¿Se ha perdido? ¿Venga a tomar un café?”. Era la dueña de la habitación donde me albergaba. Dijo que era “nuestra casa”, aunque sólo había pasado ahí una noche. De su pequeña y limpia cocina trajo un azucarero, una gran cuchara y una brillante taza de café. “Un buen café necesita mucho azúcar”, dijo. Se llama Kim Gwi-sim, una mujer alegre y modesta. “Nací aquí y aquí me casé. He vivido toda mi vida en este lugar. Cuando era joven, era tan fuerte que podía superar a cualquier hombre normal cosechando arroz. Los días de mercado solía ir andando a Suncheon, unas tres o cuatro horas, con las bolsas de trigo y rábanos en la cabeza, y volvía con el dinero que había ganado vendiéndolos. Pero ahora, mis vecinos se apenan de ver cómo he cambiado: esa joven fuerte y alegre se ha convertido en una anciana”, me contó. Me habló de muchos temas. “He tenido nueve hijos y he intentado vivir honestamente toda mi vida, pero he enterrado ya a tres. Mi marido falleció a los 52 años. La primera luna llena del año solía tocar el tambor tradicional de gran tamaño en la banda de música rural. Tan pronto como me veía entre la multitud, me enviaba de vuelta a casa diciéndome: ‘No haces nada aquí mirando a otros hombres’. Ahora tengo 92 años y parece que él me está ayudando Cu l tu ra y a rte d e Co re a


1. La estatua de Buda frente a la pagoda de tres niveles, donde hallamos la talla de un monje ofreciendo té con las dos manos. 2. El monje Jiheo es un maestro en la ceremonia tradicional del té.

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“De niño, las rocas en los muros cerca de la puerta del sur, cada una mayor que yo, me hacían preguntarme cómo los obreros podían moverlas y apilarlas”, dice el vigilante de guardia en esa entrada. Desde lo alto de la muralla podía ver todo el pueblo, las llanuras y las montañas más allá de la fortaleza.

a ser tan longeva… Cuando mi cidro dé fruto en verano, la gente vendrá a cogerlo… Ayer estaba tan asustada por las rachas de viento que no prendí la cocina. La chimenea es tan alta y está tan cerca del tejado que tenía miedo de que las chispas prendieran la paja de la techumbre… Cuando me siento aquí en el pequeño porche, mirando a la gente yendo y viniendo, no me aburro”. Luego, oímos el sonido de una motocicleta. Llamó al motorista por su nombre y le preguntó si iba a entregar. “¡Entra!”, le pidió. “Le gusta el café, así que le voy a dar una taza”. Por los altavoces que hay por toda la aldea, el alcalde pidió que los residentes se pasaran por su oficina para recoger el fertilizante que habían solicitado. La agricultura es todavía una industria clave aquí. En octubre, sin embargo, vienen unos 300.000 turistas al Festival Gastronómico de Namdo, para el cual, muchos restaurantes famosos de toda la provincia de Jeolla del Sur cierran durante dos o tres días y vienen a Nagan a presentar sus especialidades. K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

Ofrenda de té en el templo de Geumdun Al pie del monte Geumjeon, cerca del pueblo amurallado, está el templo de Geumdun, testigo de la larga historia de esta región. Ahí, me reuní con el monte Jiheo, que se ocupa de los campos de té adyacentes y hace ofrendas de esa infusión a Buda. Este lugar sacro fue construido en el siglo VI, durante el reinado de Wideok, de Baekje. Hay un Buda de piedra del siglo VII, y una pagoda del siglo IX. El templo original se quemó durante las invasiones niponas del siglo XVI y fue restaurado por Jiheo en 1983. “Vine aquí por casualidad un verano para comer sandía. Ese día, vi la estatua de Buda por el suelo, en ruinas. Unos años después, una extraña coincidencia me trajo de nuevo a este lugar y, desde entonces, vivo aquí”, me dijo el religioso. “La pagoda, de tres niveles, tiene una talla de una ceremonia de ofrenda de té, que nos da información importante sobre nuestra tradición respecto a estos ritos”. La pagoda y el Buda están uno frente al otro y tienen el acantilado de detrás del templo como fondo. En la talla, en el segundo nivel, hay dos monjes con una rodilla en el suelo, ofreciendo té con las dos manos. El día que fui al templo, Jiheo hizo la ofrenda delante de la estatua de Buda en la misma postura que aparece en la pagoda. Estos ritos realizados por los monjes del siglo IX no se habrían mantenido hasta hoy si no fuera una ceremonia realizada de corazón. A donde quiera que vaya en este país, me sorprende cómo la historia está tan grabada en cada rincón de su territorio. (Traducido por José María Areta)

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Publicaciones

Comprender el sentimiento de los antepasados coreanos

Special Lecture on Korean Paintings [lección especial sobre pintura coreana]

Autor: Oh Ju-seok. Traducido por Cho Yoon-jung y Lee Su-bun, Seúl: Hollym Corp. Publishers, 261 páginas, 49,50 USD.

Oh Ju-seok fue el primer historiador del arte coreano que intentó hacer que su disciplina fuera accesible y comprensible para todos. Antes, la mayoría de los especialistas se centraban en la teoría y no discutían sobre el valor estético de las expresiones artísticas populares. Oh dejó de lado la rigidez que caracteriza las investigaciones especializadas y se dedicó a analizar la belleza de las antiguas pinturas al mismo tiempo que abrió vías de comunicación entre los estudiosos y el público en general. Fue un experto en pintura tradicional coreana, sobre todo en Kim Hong-do (de pseudónimo Danwon), pintor costumbrista del siglo XVIII, del que publicó un riguroso análisis en 1998. Pero era consciente de la necesidad de comunicarse con sus compatriotas del presente para que se fijaran más y apreciaran mejor su propia tradición artística. Por ello, en 1999 publicó The Pleasure of Reading Old Pictures [el placer de leer viejos cuadros] y también dio varias conferencias sobre su especialidad. Como colega y amigo, asistí a muchas de estas charlas y siempre las he considerado muy diferentes de las clases convencionales sobre el tema. Sentía que había logrado entender completamente las obras de las que hablaba y le persuadí de que estas conferencias las hiciera más accesibles publicándolas. El resultado es este volumen. Lo más singular de su concepción de la pintura clásica es la forma en que interpreta la mente y el sentimiento de los coreanos del pasado a través de sus obras, un avance sobre la pura teorización. Aunque los trabajos analíticos y las teorías del arte son algo necesario para valorar este campo, pueden evitar que mantengamos una comunicación esencial con los cuadros tal y como son. Oh tenía la capacidad de saber lo que los artistas del pasado deseaban comunicar en sus creaciones y creía en el valor de la filosofía coreana que emana de la expresión artística de antaño. En su explicación sobre este arte, el autor nos recuerda la ‘coreanidad’, que se olvidó ya hace tiempo. Esta traducción inglesa servirá de excelente guía para los que desean entender el pensamiento coreano a través del arte tradicional.

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Choi Joon-sik Profesor de la Universidad Femenina de Ewha

Uh Soo-woong Periodista de la sección de arte y cultura de The Chosun Ilbo Lee Soo-ki Periodista de The JoongAng Ilbo

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Una feroz investigación sobre la muerte y la vida

Tengo derecho a destruirme Autor: Kim Young-ha. Traducido por Kim Hyeon-kyun, Buenos Aires: Bajo la luna, 112 páginas, 58 pesos argentinos (13,5 USD).

En noviembre del año pasado, fui a Guadalajara, en el oeste de México, para asistir a la famosa Feria del Libro de dicha ciudad. Como parte de las actividades, el novelista Kim Young-ha dio una conferencia ante los medios de comunicación y los lectores sobre este libro, Tengo derecho a destruirme. Para sorpresa de los organizadores coreanos, la sala, con capacidad para 100 personas, estaba abarrotada de hispanohablantes que querían escuchar al autor. Creo que este entusiasmo se debe a la resonancia universal del tema de la novela. La imaginación de Kim abarca el sentido de la vida y la muerte y la insondable soledad que experimentan los individuos en esta ciudad tan acelerada que es Seúl. El anónimo narrador es el espectro de un diseñador que terminó con su propia vida. Como cree que el suicidio es un medio artístico de terminar con la trivialidad de la existencia, un rito para terminar los días de forma bella, busca a los solitarios y desamparados para ayudarlos a suicidarse. La novela, narrada en una siniestra primera persona, describe el suicidio de dos personajes femeninos: Se-yeon (Judity), una camarera a la que le gusta mantener sexo mientras come un Chupa-Chups, y Mimi, una artista que pide a otro que la filme con su largo pelo mientras dibuja totalmente desnuda. Mientras ve el vídeo, se corta las venas. La razón de este suicidio no se explica en el relato. Como la cinta de Möbius, que trasciende la división binaria del interior y el exterior, la novela de Kim entreteje la muerte y la vida, lo real y lo surreal. Puede ser un intento de justificar el deseo de morir, prevalente en el entorno urbano posmoderno. El suicidio ya no es la destrucción corporal sino el deseo y la aspiración. Tengo derecho a destruirme fue la primera novela de Kim, publicada en su versión original en 1996; ya lleva seis y numerosas colecciones de relatos. Las obras de este escritor, residente en la capital coreana, se han traducido a 15 idiomas, entre los que están el inglés, el alemán, el francés, el chino y el japonés. Su primera obra es la más conocida en el extranjero. El diario alemán Süddeutsche Zeitung separó esta obra de otras de décadas anteriores, más preocupadas por los conflictos ideológicos por la experiencia de la Guerra de Corea, la división del país y los regímenes dictatoriales que duraron hasta finales de los años 80 del siglo pasado. Kim, por el contrario, representa a la generación de la democracia, que valora lo individual frente a lo colectivo, y que investiga el mal posmoderno de la alienación y el aislamiento más que las demandas históricas de esta era. K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

Una aplicación para ‘teléfonos inteligentes’ basada en la inteligencia artificial

“SimSimi” Aplicación en coreano e ingles gratuita.

Los smartphones , o ‘teléfonos inteligentes’, parecen tener más capacidad cada día y ahora pueden ser compañeros de charlas. “SimSimi” es uno de los programas más conocidos para hacer eso, conversar, y es gratuito. Cuando un usuario escribe un mensaje como “He tenido un examen hoy”, la aplicación replica: “¡Guau! ¿De verdad? ¡Espero que te saliera bien!”. Se publicó en junio de hace dos años, una actualización de la versión original de 2002, que usaba el Messenger de Microsoft como parte del paquete. Fue creado por Choi Jeong-hoi, de 37 años, que en aquellos años era estudiante de la Universidad Nacional de Seúl, y sus amigos. El servicio en EE.UU. comenzó a principios de 2010 y fue un éxito total, con 2,2 millones de usuarios que lo bajaron durante la primera semana. Llegó a la primera posición en la sección de aplicaciones de entretenimiento y a la segunda en número total de descargas de programas gratuitos. Gran parte del triunfo se puede atribuir a los raperos Ace Hood y Soulja Boy, que mandaron ‘tuits’ sobre lo bien que lo pasaban con esta aplicación. Sólo en los EE.UU., más de un millón la utilizan diariamente. Puede bajarse en la tienda de Apple o de Android. En la actualidad, hay versiones en coreano e inglés. Lo más destacable de “SimSimi" es la posibilidad de conversar 24 horas al día. El usuario puede enseñar su propio vocabulario y así el programa va aprendiendo. Gracias a esta capacidad de interactuación, es capaz de demostrar un humor y lucidez sorprendentes. Por ejemplo, si se le pregunta: “¿Quieres casarte conmigo?”, podría responder a su vez: “¿Cuánto dinero tienes?”. Hacer una aplicación tan exitosa es el sueño de muchos programadores coreanos. El mercado local de contenidos supone 1,5 billones de wones (1.200 millones USD), según el Informe del mercado de contenidos de 2011, en el que trabajan 1.270 empresas de distinto tamaño, que dan trabajo a 18.637 personas en todo el país. El número real de trabajadores es algo mayor ya que el desarrollo de aplicaciones se ha convertido en una actividad popular recientemente. El número de programadores en T-Store, la tienda de SK Telecom, es de 29.000, y 26.000 de ellos se consideran autónomos. Uno de ellos es el joven de 26 años Kim Hyun-soo, que creó “Archery Worldcup”. Este juego para el iPhone ha sido descargado 4,4 millones de veces en todo el mundo.

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opiniÓn desde la lejanÍa

Descubriendo Corea Juan José García Vicecónsul de la Embajada de Panamá en Corea

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ntes de mi misión en Corea sabía muy poco acerca de este país, más allá de algunas lecciones en la universidad acerca de su increíble desarrollo e historia. Hoy en día las cosas han cambiado. Corea ha comenzado a exportar una imagen en el extranjero que sobre pasa su potencial industrial, usando canales modernos para dirigir las miradas del exterior hacia su cultura. Pero más allá de su vibrante ‘K-pop’, sus afamadas telenovelas, sus flamantes móviles Samsung Galaxy y sus televisores 3-D, yace una intrigante y colorida cultura que realmente vale la pena descubrir. Después de un año y medio de vivir aquí, finalmente dos semanas de vacaciones me dieron la oportunidad de viajar por el país, conocer su gente y degustar su comida. El propósito del viaje era hacer una gran aventura, sin horario ni reservaciones: la idea era dejarnos llevar y poder experimentar y descubrir al máximo lo que Corea tiene que ofrecer fuera de sus grandes ciudades. Como en cualquier otro país del mundo, la esencia cultural se encuentra en las áreas rurales, y Corea no es la excepción a la norma. Ahí pudimos descubrir no solo la amabilidad y sencillez de su gente sino también un mundo de sabores y colores que muy difícilmente se pueden encontrar en la ciudad. Comenzamos nuestro recorrido en el sureste del país en dirección norte; visitamos pequeños pueblos ganaderos donde tuvimos la oportunidad de probar algunos platos a base de carne de res, o hanwoo, como el yukhae o el ya famoso bulgogi . Pero más allá de la degustación la experiencia era estar rodeados de gente del lugar disfrutando de estos mismos platos en un ambiente relajado y apartado del bullicio y velocidad

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de la ciudad. Más adelante tuvimos la oportunidad de visitar el área de Pyeoncheon, al este de la ciudad de Daegu, donde nos adentramos por primera vez en una pequeña aldea agrícola coreana cuya cosecha principal es el apio oriental (Oenanthe javanica ; en coreano: minari). Este lugar es conocido como ‘aldea de las estrellas’ debido a que el observatorio espacial más grande del país se encuentra aquí, orgullo del pueblo, como puede verse en el hecho de que sus casas están adornadas con grandes murales que guardan relación con el espacio y las estrellas. Sus habitantes, dedicados principalmente a la agricultura, se congregan en la casa de algún colega una vez terminada la faena diaria para dar paso a la cena. Al día siguiente emprendimos rumbo hacia la costa este del país. Por la autopista nacional número 7, pasamos por pintorescos pueblos costeros buscando una vez más la esencia del pueblo coreano. Durante más de dos horas de recorrido pudimos observar lo productiva que era cada una de estas poblaciones. Todas, en su totalidad, poseían sus pequeños puertos repletos de embarcaciones. Lo que llamó definitivamente nuestra atención fue el hecho de que todos estos municipios, sin excepción alguna, se dedicaban a la pesca del cangrejo. La entrada de los pueblos y puertos estaba adornada con cangrejos gigantes. Debido a lo llamativo del caso decidimos adentrarnos en uno a probar su especialidad. Una vez en él y después de caminar por su pequeño malecón, pudimos apreciar que el trabajo no termina después de la pesca diaria. En los alrededores del puerto se podía apreciar a un grupo de mujeres de todas las edades poniendo algas a secar al sol. Su

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amabilidad nos agarró por sorpresa, ya que, en medio de su faena, decidieron mostrarnos su trabajo y darnos a probar su producto, en el cual podíamos apreciar la dedicación y el amor que ponían en la labor. Lo que hizo esta pequeña exposición más impactante fue el hecho de que, a pesar de existir una barrera en cuanto al idioma, su entusiasmo y alegría no se dejaban paliar por esto. Con ganas todavía de probar el famoso cangrejo decidimos tratar de preguntar cuál sería el mejor lugar para sentarnos y poder disfrutar de este manjar y, una vez más, la hospitalidad y amabilidad de la gente nos agarró por sorpresa, ya que uno de los pescadores se ofreció a llevarnos en su propio carro hasta el restaurante donde preparaban la especialidad local. Sin más que agradables recuerdos seguimos nuestro recorrido rumbo a la frontera noreste del país. Más allá de observar sus hermosas montañas y costas decidimos visitar algunos sitios turísticos, los cuales aparecían en nuestras diferentes guías de viajes como lugares a los que debíamos ir prácticamente por obligación. Visitamos cuevas, parques y montañas. Y sin duda, lo más llamativo no era tanto su extraordinaria belleza, sino la gente que los visitaba. Era impresionante ver la enorme cantidad de turistas en todos estos sitios; pero no era tanto la cantidad, sino el hecho de que el 99 por ciento eran coreanos de todas las edades. Su alegría, orgullo y camaradería eran de envidiar: finalmente podíamos apreciar la otra cara del coreano trabajador y urbanita. Dejando atrás todos estos magníficos lugares, decidimos retarnos a nosotros mismos y subir a la cima de la montaña más famosa del país, Seoraksan, y una

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vez más fuimos sorprendidos por la gentileza de este increíble pueblo: nada más llegar y ver que no sabíamos exactamente por donde comenzar, sin mencionar que no estábamos del todo preparados para lo que nos esperaba en cuanto a lo que equipo y provisiones se refiere, fuimos abordados por un señor a punto de comenzar su ascenso, quien nos ofreció ayuda no solo en cuanto a la ruta, sino como un compañero más. Sin saber nada uno del otro nos asistió con algo de equipo y provisiones y comenzamos nuestro ascenso a la cima. Durante toda la excursión tuvimos tiempo de conversar, intercambiar ideas, hasta finalmente crear un lazo de amistad que sin duda perdurara por siempre. Una vez finalizada nuestra conquista de Seoraksan, nuestro nuevo amigo, tras solo horas de conocernos, tuvo la gran amabilidad de invitarnos a su casa a pasar la noche. Una vez más, la hospitalidad coreana nos seguía maravillando; tuvimos la dicha de conocer a su familia y compartir con ella una inolvidable cena que, de seguro, conservaremos como uno de los más gratos recuerdos de nuestra estadía en este hermoso lugar. Nuestro viaje continuó a través del centro y la costa oeste y sur del país hasta llegar nuevamente a casa. Las experiencias fueron sin duda asombrosas, pero lo más impactante fue poder apreciar de primera mano lo maravillosa que es su gente, su trabajo, su energía, su amabilidad, su bondad, su hospitalidad y sus sonrisas: en fin, son un pueblo hermoso, que vale la pena conocer. Atrás queda en mi mente la Corea tecnológica, industrial y de los templos para dar paso la real, con su hermosa y maravillosa gente.

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Delicias de buena cocina


El kalguksu,

un sencillo plato de infinitas variedades Las finas capas de masa plegada sobre sí misma se cortan en tiras para hacer los tallarines. Se pueden realizar innumerables sopas para el kalguksu con incontables ingredientes

tanto para el caldo como para la guarnición. Ye Jong-suk Columnista de gastronomía y profesor de Mercadotecnia de la Universidad de Hanyang. | Ahn Hong-beom Fotógrafo

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n toda Corea, sería difícil hallar un plato tan apreciado y frecuente que el kalguksu. Desde Seúl hasta cualquier ciudad de provincias, podemos hallar restaurantes especializados, algunos con gran reputación y muchos clientes. Es especialmente famoso el de Daejeon, ciudad donde sólo vive un millón y medio de personas aproximadamente, pero cuenta con 2.000 restaurantes especializados en este plato, según dicen. Sería más del doble de locales similares en la capital de la pasta en la prefectura de Kanawa, famosa por su Sanuki udon.

Fideos caseros Tras el arroz, el kalguksu ha sido uno de los platos principales en las mesas coreanas. Muchos asocian sus recuerdos de infancia con este alimento, preparado por sus madres. Al expresidente Kim Young-sam le gusta tanto que a menudo lo servía a sus invitados a la residencia presidencial, Cheong Wa Dae [la casa azul]. Es una de las comidas favoritas de muchos coreanos, sin duda. Cualquiera que sepa algo de coreano se preguntará sobre el origen del nombre, que significa literalmente “fideo de cuchillo”, una referencia bastante estremecedora para un alimento. Pero, al igual que el famoso juego de palabras del bungeo bbang, literalmente ‘pan de carpa’, (“No hay pescado en el pan de carpa”) el kalguksu no tiene kal (cuchillo). El nombre se origina en el uso de tal utensilio para cortar las finas capas de masa plegada sobre sí misma y así hacer los fideos. No es frecuente que un plato coreano reciba el nombre de un útil de cocina y no de su ingrediente principal o el método de preparación. Algunos restaurantes anuncian que están especializados en son-kalguksu, o “fideos cortados a mano”, lo cual indica que la pasta se elabora y secciona de forma artesanal, no mecánica. A veces, al kalguksu se lo denomina kaljebi, para distinguirlo del sujebi, un plato similar que, en vez de fideos, se elabora con trozos pequeños de masa arrancados a mano. Hay tres métodos tradicionales de elaboración de fideos: el napmyeon se refiere a los que se hacen lanzando y estirando la masa repetidas veces, el apchakmyeong , pasando la masa por un gran tamiz, y el kalguksu , que, como hemos visto, se preparan estirando una capa fina de masa con un rodillo, plegándola sobre sí misma varias veces y cortando secciones muy finas que se despliegan en finos tallarines. De las tres técK o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

Se hace una capa fina de masa de harina antes de doblarla y cortarla en tiras. A veces, se mezcla con algas verdes chlorella , para potenciar el sabor y el color.


En la ciudad de Daejeon sólo vive un millón y medio de personas aproximadamente, pero cuenta con 2.000 restaurantes especializados en este plato, según dicen. Sería más del doble de locales similares en la capital de la pasta en la prefectura de Kanawa, famosa por su

Sanuki udon .

nicas, la primera, de origen chino, casi no se menciona en los textos antiguos coreanos, mientras que la segunda, empleada en la elaboración del naengmyeong , o fideos fríos, se realiza ahora con medios mecánicos. La última, sigue siendo artesanal.

Alforfón en vez de trigo En el pasado, cuando el trigo era escaso y caro, los fideos con harina de este cereal se reservaban para ocasiones especiales. El documento Xuanhe fengshi Gaoli tujing [crónica ilustrada de Xu Jing, emisario de la China Song en 1123] afirma: “Goryeo produce poco trigo y por ello lo importa de Huabei (China septentrional). La harina de este cereal es, por ello, muy cara y no se usa excepto en las bodas”. Los libros coreanos de recetas del siglo XVII, como Eumsik dimibang [recetas de alta cocina] y Jubangmun [literatura gastronómica], mencionan generalmente el kalguksu de harina de alforfón, ya que era más abundante. Una serie enciclopédica sobre agricultura, Gosa sibijib [tratados sobre asuntos rurales en doce volúmenes], de Seo Myeong-eung, texto del siglo XVIII, ya de la última etapa de la Dinastía Joseon, hace la siguiente mención: “Los tallarines se hacían originalmente con harina de trigo pero en Corea suelen hacerse con alforfón”. Todavía podemos degustar estos fideos en la provincia de Gangwon, donde se cultiva en abundancia esta poligonácea; en la de Gyeonggi, se conoce como kalssakdugi”. El kalguksu de trigo se popularizó más tras la Guerra de Corea, cuando este cereal formaba parte de la ayuda humanitaria estadounidense al país. Además, debido a que el suministro de trigo en los años 60 no era suficiente, el Gobierno coreano fomentó el uso de dicho grano como sustituto, lo que produjo que aumentara su consumo.

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En Hanseong Kalguksu, en Nonhyeon-dong, los fideos se sirven con cebollinos fermentados (buchu kimchi ) y rábano en caldo (nabak kimchi ). La masa se cuece en una sopa elaborada durante horas con hueso de pata y falda de ternera y luego se sirve con una guarnición simple de calabacín salteado picante (izquierda).

Infinitas variedades Hay tantas variedades de kalguksu como de harinas. A las mencionadas de trigo y alforfón podemos sumar las de alubias y de bellota. La diversidad se potencia con la gran heterogeneidad de productos que pueden emplearse para el caldo, la guarnición y el aderezo. La sopa puede hacerse con pollo, hueso de caña de vaca, anchoas, almejas, alubias rojas, semillas de perilla, kimchi , alga verde o ciertas variedades de pulpos de pequeño tamaño. En el pasado, se elaboraba también con faisán, salsa de soja o chizandra (Schisandra chinensis), versiones totalmente distintas de las actuales. Se añaden distintos ingredientes como guarnición, como tiras de calabacín, de carne de vaca, de pollo, de champiñón o de huevo, a veces con la clara y la yema preparadas por separado. En cuanto a la elaboración de los tallarines, hay dos formas básicas: los geonjin-guksu y los jemul-guksu (o nureum-guksu). Los primeros, con el signficado de “fideos escurridos”, se servían a los invitados de la nobleza de Andong, el centro del neoconfucianismo coreano, en la provincia de Gyeongsang del Norte. Se hacía la masa con una mezcla de harina de trigo y alubia, se cortaba en tiras finas y se cocían. Después, se sacaban y se enjuagaban en agua fría. Se añadía el caldo, luego la guarnición y se servían. Los jemul-guksu , término que significa “fideos con la misma agua”, son más simples: los tallarines se hierven con los otros ingredientes en vez de hacerlo por separado. De ahí que el caldo sea más espeso que el del primer tipo. Esta versión de “la misma agua” es mucho más común en la actualidad entre los aficionados a este plato. El kalguksu es un plato principal, por lo general, aunque a veces es el que termina la comida. En ese caso, el caldo se hace con maeuntang, una sopa picante de pescado, o shabu-shabu, de estilo japonés. En Seúl, para probar los que se hacen en caldo de hueso de pierna de vaca (sagol), los más aficionados van a Hyehwa Kalguksu, en ese barrio de Seúl, o Hanseong Kalguksu, en Nohyeon-dong. Para los de pollo (tak), tenemos Myeongdong Gyeoja, en el centro de la capital, que tiene una larga tradición. En cuanto a los que se hacen con almejas (bajirak), tenemos Im Byeong-ju Sandong Kalguksu, en Seocho-dong, y para los de anchoa (myeolchi), Chungmu Kalguksu, en el barrio que le da el nombre, ambos locales de fama. Además, todos ellos ofrecen un kimchi sabroso de la variedad que mejor se ajusta al tipo de especialidad que ofrecen. (Traducido por José María Areta)

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jornadas de literatura coreana

Kim Do-yeon (1966-) es un autor que escribe sobre la nieve, el viento y la soledad de las grandes montañas. En “Antes y después de la despedida: su reconsideración”, sin embrago, mediante la descripción de una pareja separada, refleja la forma en que cambia con el tiempo la conciencia política. Es una especie de fábula que marca el comienzo de un estilo nuevo e inusual.

Kim Do-yeon Crítica

La paradoja de dos despedidas en un intervalo de diez años Uh Soo-woong Reportero de arte y cultura del periódico Chosun Ilbo

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xisten en principio dos lugares en Corea a los que los autores suelen recurrir para inspirarse y dedicarse de lleno a escribir: la Fundación Toji de Cultura, en Wonju, y Manhae Maeul, en Inje. Debido a que ambos están en la provincia de Gangwon, podría pensarse que los escritores oriundos de esta región tratan con frialdad a la interminable oleada de visitantes. Al contrario, con benevolencia y cortesía antes que nada, compiten para acoger y dar la bienvenida a todos aquellos que vienen de fuera. Kim Do-yeon, nativo de Pyeongchang, que nunca se ha atrevido a alejarse de las montañas de su pueblo natal, tampoco es una excepción. Siempre que

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llegan escritores a esta área, Kim siempre está dispuesto a poner lo mejor de su parte para atender y actuar como guía. Además, se le reconoce como poseedor de maneras que enternecen a todos los que le rodean. Tanto es así que, con su novela de 2007, Sowa hamkke yeohanghanun bub [cómo viajar con una vaca], que luego se adaptó para la gran pantalla, hubo incesantes rumores en la comunidad literaria de que tenía facultades para comunicarse con animales como los bueyes y, es más, que con unos tragos encima, incluso conversaba con las plantas y piedras que le rodeaban. La mayor parte de las obras de Kim destaca por su ambienCu l tu ra y a rte d e Co re a


te cálido y acogedor. “Antes y después de la despedida: su reconsideración” es, en realidad, algo diferente. Tomemos, por ejemplo, el subtítulo de la obra: “La batalla marítima en Yeonpyeong de la pareja y una feliz reconciliación”. “La batalla marítima de Yeonpyeong” que aquí menciona se refiere a las dos breves escaramuzas que tuvieron lugar en nuestros mares, en las que la Armada de Corea del Sur repelió a varias patrulleras de Corea del Norte que habían traspasado la frontera y se introdujeron en los mares territoriales sureños. El relato se desarrolla en dos diferentes ciclos de tiempo: 1997 y 2007. En 1997, ella era la que dominaba: Acostada en la cama, que ligeramente olía a moho, preguntó de paso: “¿Quién será el próximo presidente?”. Ella es una mujer que, en la intimidad, repetía incesantemente “estoy preocupada”. Tan sólo cuando el hombre llega a los límites de la tolerancia, le otorgaba su cuerpo, como si le hiciera un favor, y finalmente se entregaban. Todavía son jóvenes y ambos solteros, pero la mujer tiene la determinación de superar la pobreza. Estamos en la crisis financiera que se denominó “crisis del FMI”. Se amaban, aun cuando “innumerables personas que tenían un buen trabajo, terminaban en la calle”, y terminaron por separarse. Como último gesto de despedida, el hombre le regala a ella un collar y un traje costoso. Diez años después, ambos se reencuentran. Para uno de ellos fue una casualidad y para el otro, una necesidad. Obsesionado con la idea de que tenía que hallarla, el protagonista la busca por internet. De una lista de cien mujeres con el mismo nombre, iba eliminando una tras otra hasta que dio con ella: el éxito de la persistencia. Por fin, se vieron en un restaurante bungalow en un valle exuberante de castaños. Ambos estaban ya casados. Él gestionaba con su mujer una pequeña academia de estudios en su pueblo y ella, gracias a su marido, a quien habían ascendido a director de sucursal, gozaba del privilegio de que la llamaran samonim, ‘señora distinguida’. Vaciando botellas de aguardiente coreano, soju , y comiendo pollo, la pareja borra el tiempo que había transcurrido desde que se separaron. Aunque podría ser tan sólo un hecho escandaloso para ojos ajenos, un nuevo romance renacía entre ellos. Sin embargo, ese amor que comparten toma un rumbo diferente al de hacía diez años. La estrella del deporte que ven en la televisión de la habitación del hotel ya no era Park Chan Ho, sino Park Ji-sung, y el nombre del presidente tampoco coincidía. Había más cambios: la mujer, que antes le imponía lecciones de paciencia, se había transformado 180 grados y ahora tomaba la iniciativa. Cuando su hijo pequeño la llamó al móvil, simplemente respondió: “Mamá está con unos amigos. En un momento estoy en casa”. Sus repetidos “estoy preocupada” tras hacer el amor en el pasado, se habían transformado ahora en “¡Qué contenta estoy!”. Ambos, sin embargo, presentían que se acercaba la segunda despedida. A la pregunta de quién sería el próximo presidente respondía sin interés: “¡Qué importancia tiene!” K o r e a n a ı Ve r a n o 2 0 1 2

La primera parte del relato se subtitula: “1997, antes y después de la despedida”, y la segunda parte, “2007, antes y después de la despedida: su reconsideración”. Esta “reconsideración” puede entenderse como un comentario jocoso que justifica que la infidelidad no puede ser algo digno de elogio. Si se analiza más profundamente, también podemos darnos cuenta del contexto político en que se hallaban. La estructura aquí indudablemente es la paradoja entre “Antes y después de la liberación”, una serie de textos que se difundieron a raíz de los movimientos estudiantiles de los años 1980, y “Antes y después de la liberalización: reconsideración”, de 20 años después. Con referencia a este aspecto, el relato puede considerarse un escenario de la clase media, cuyo interés político se ha reducido al mejorar sus condiciones de vida. Kim utiliza lentes de microscopio con efectos macroscópicos sobre la liberación del dominio japonés y el estallido de la Guerra de Corea. Kim Do-yeon, de siempre residente en la provincia de Gangwon, logró fama literaria en 1991, al obtener el premio del periódico Kangwon Ilbo. Sus recursos son la nieve, el viento y la soledad de las grandes regiones montañosas. A veces huía de esos elementos. Cursó la primera parte del bachillerato en el colegio de Jinbu, en la profundidad de las montañas de Daegwallyeong-myeon, Yucheonri, pero decidió trasladarse a la ciudad de Chuncheon (también de la provincia Gangwon) para sus estudios de bachillerato superior. Lo hizo porque estaba preocupado de que si iba al mismo instituto que sus amigos y vecinos al otro lado de la montaña de Gangneung, tendría que regresar a casa todos los fines de semana. Sin embargo, al fin y al cabo, el tiempo que pasó estudiando en Chuncheon fue para él igual de sombrío: había menos nieve y viento que en su pueblo, pero no le fue posible borrar la soledad. Lo único que le consolaron fueron los momentos que se dedicaba a escribir. Tras empezar a publicar, sus ingresos no eran suficientes para permitirse una vida opulenta y abrió una cafetería con el dinero que le prestó su padre, aunque tuvo que cerrar en menos de un año. La dura realidad hizo que finalmente regresara a su pueblo natal. En el año 2000, volvió a su hogar como un ladrón nocturno, con la promesa de partir de nuevo al mejorar el tiempo. Pero llegó la primavera y Kim no pudo hacer realidad su sueño, por lo que el hombre de “Antes y después de la despedida” no pudo más que quedarse en el pueblo natal: reflejo de la propia vida del autor. Para llegar a la provincia de Gangwon desde Seúl, es necesario atravesar muchos túneles. Al salir de uno, está nevando; tras cruzar otro, sopla tanto viento que zarandea el vehículo. Al atravesar el último, puede que le sobrecoja la soledad. Al cruzar estos innumerables túneles, uno tras otro, puede que la narrativa de Kim Doyeon se asimile más fácilmente. Puede que también ayude a establecer nuestra postura frente a “Antes y después de la despedida: su reconsideración”. La paradoja de la despedida se ha repetido con un intervalo de diez años y la expresión “Estoy preocupada” se ha transformado en “¡Qué contenta estoy!”. La moraleja de este relato está en esta paradoja. (Traducido por Kim Un Kyung)

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