2021 Koreana Spring(Spanish)

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OPINIÓN DESDE LA LEJANÍA

EN COREA EL CIELO ES AZUL Juampi Postigo Pich-Aguilera Assistant Manager – Mango Retail Korea

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7 de agosto de 2012. Aeropuerto Internacional de Incheon. Calor y humedad. Hyundai y Samsung. El río Han y su milagro. Los primeros recuerdos de esa tarde de verano van fundiéndose con otros nuevos, mezclándose con vivencias más recientes. Se difuminan y se pierden en el mar de aventuras vividas. Ya no es “el día que llegué a Corea”, “la final del torneo rector” o “mi primera cena de empresa”, sino que son una unidad de recuerdos que se mezclan y que uno disfruta reviviendo, ya sea viendo las fotos o tomándose una barbacoa con los amigos que fueron partícipes de ella. Era mi primera experiencia en Asia y no me dejaría indiferente. Una mezcla de rapidez con parsimonia, de acelerones en el autobús con una pausada inclinación de cabeza al conductor. Los turistas se suelen quedar en las guías de “10 lugares a visitar” o “Los mejores sitios para una foto”, pero se pierden en el ruido, en la Corea occidental, y dejan de lado esa Corea auténtica, la de perderte en un callejón y entrar en un restaurante donde nadie habla inglés, la dueña te sonríe y no hay ni rastro de tenedores. He dudado sobre los temas a tratar en este artículo: si mi aventura aprendiendo el idioma, si mis años en la universidad —cuánto disfruté, cuánto aprendí— o si mi experiencia laboral, que diría que es un paso necesario para acabar de entender la cultura. Pero prefiero empezar hablando del mayor activo que tiene Corea. Y diría que es el mayor activo que tienen todos los países, del que se enamoran los que se enamoran del país, el que hace que a uno le guste o le deje de gustar, del que uno se lleva los mejores recuerdos y hace que vuelvas a él. No se trata ni

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de los palacios, ni del museo de la guerra, ni de los cerezos en flor, sino de los coreanos. Los ciudadanos de cada país son quienes lo hacen único, quienes te crean un vínculo del que a veces es difícil escapar. Y Corea no es la excepción, sino que más bien sobresale en este sentido. Reconozco que a mí me ha ayudado el conocimiento tanto del idioma como de la cultura, pues son una ventaja muy grande, sobre todo si te adentras en la Corea profunda, ya sea en un pueblo perdido en Seoraksan o en un asilo para ancianos “abandonados”. De las muchas características que tiene el coreano medio me gustaría destacar dos. La primera es la laboriosidad, esa virtud que parece haberse perdido en occidente. La cantidad de horas que dedican al trabajo es algo muy conocido, pues siempre lidera el pódium en la OCDE, pero pocos conocen las horas que dedican al estudio. Uno no es consciente de lo que estudian los coreanos hasta que más de uno te lo cuenta directamente. El bachillerato aquí se resume en estudio, colegio, diversas academias y más estudio. Este amor al trabajo a veces me hace plantearme si algunos aquí trabajan para vivir o si viven para trabajar, pues a veces cuesta diferenciar la frontera entre una cosa y otra. Y la segunda es el respeto a los mayores, ya sean abuelos, profesores o un compañero del equipo de fútbol dos años mayor que tú. Reconozco que esta faceta es la que más me ha costado —y me sigue costando—, pues no es fácil tratar a un amigo como si fuera alguien desconocido. Para los occidentales — o al menos para mí—, una relación de amistad donde KOREANA PRIMAVERA 2021


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