El edificio del ex frigorífico Bories y el módulo agregado tras la intervención, vistos desde el canal Señoret.
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THE SINGULAR
Diez años de restauración llevó convertir el ex frigorífico Bories en un muy especial hotel. La nueva joyita de Puerto Natales propone vivir la Patagonia desde un edificio de arquitectura industrial posvictoriana. P O R C I N T I A C O L A N G E L O . f oto s x a v ier m art í n . Del otro lado del galpón donde se oreaba la carne, espera el funicular que desciende hasta el lobby. El check in se hace dentro de un cubo de cristal. Lo que resguarda el vidrio son muros de ladrillo y tuberías metálicas de hace un siglo. Después, hay que atravesar viejas calderas, compresores y otras máquinas made in England,
para conectar con el ala nueva. Allí están las 57 habitaciones, distribuidas en tres pisos. A tono con la temática “industria”, sus paredes se enchaparon con un símil acero inoxidable y el techo es de cemento alisado. Y se construyeron todas del mismo lado, así sus ventanales miran hacia el fiordo Última Esperanza y el muelle original
del Bories, la planta procesadora de ovejas más grande que tuvo la Patagonia chilena, un edificio de 1915 declarado Monumento Histórico. Si dormir en lo que fue una cámara frigorífica resulta poco convencional, ni hablar de la idea de comer en una vieja curtiembre y estacionar el auto junto a un ex matadero. Por raro que suene,
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