THINK TANK : MINISTRE DES AFFAIRES ETRANGERES DU GUATEMALA COMPTE RENDU
De izquierda a derecha: Philippe Bastelica, Luis Fernando Carrera Castro, Antonio Rodríguez
Intervenants : Luis Fernando CARRERA CASTRO, Ministro de Relaciones Exteriores de la República du Guatemala. Philippe BASTELICA, coordinador al interno de la Dirección de las Américas y del Caribe, Asesor del Presidente del Instituto de las Américas. Antonio RODRÍGUEZ, periodista económico en la AFP, delegado del grupo Partenariado del Instituto de las Américas. Date : 26 novembre 2013 Lieu : Maison de l’Amérique latine
“POR UNA POLÍTICA INTEGRAL DE LUCHA CONTRA LAS DROGAS EN EL CONTINENTE AMERICANO”
Cuando el Presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, decidió plantear en la mesa internacional el año pasado, al mes de estar en el poder: “Lo que estamos haciendo en política de lucha contra la droga no está funcionando y un cambio podría pasar por la despenalización o la legalización de las drogas, en todo caso, estas y otras opciones deben considerarse” generó mucha controversia. Todo el mundo aceptaba un debate académico o entre ONG sobre alternativas a la lucha contra las drogas pero no estaba aceptado que este enfoque fuera cuestionado por un jefe de estado o un gobierno. Se abrió el debate de manera oficial en la cumbre en Cartagena de Indias del 2012 frente al presidente Barack Obama, lo que era parte del desafío, ya que los Estados Unidos son uno de los baluartes de la lucha contra la droga. El Presidente Santos dejó claro al cabo de esa reunión que se trataba, por un lado, de la última cumbre en la cual no iba a participar Cuba y por otro, se abría allí el debate sobre la política de drogas y habiendo dicho esas dos cosas terminó siendo el mejor aliado de EE.UU. como siempre lo ha sido Colombia. Ahora se está preparando el tema para ser tratado en la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sesión del año 2016. En una sesión especial de la Asamblea General, que no ha abordado el tema desde la convención de 1971. Todavía no se tiene una idea clara de que tipo de política es más efectiva pero ahora se puede debatir. No solo no se podía debatir públicamente si no que la mitad de estas políticas eran secretas. En realidad lo secreto, era la cantidad incalculable de fracasos que las políticas vigentes han acumulado en la materia. Y a partir de ahí se creó un tabú que fue creciendo con el tiempo.
¿Cuál sería una política de drogas diferente? Ciertos puntos aparecen como claves: 1. Promover la educación para la prevención. Según un estudio de la OEA, se gasta 20 veces más en represión que en prevención. Este en un esquema fallido que enfatiza la represión y el control de la oferta y no la prevención y la disminución de la demanda. 2. Tratamiento de los adictos. Los adictos no son criminales, son enfermos. A una persona enferma se la trata en un hospital no se la encarcela, como no se encarcela a alguien por ser borracho.
En Medellín se reunieron todos los ministros de salud pública del continente americano y el fiscal general de EE.UU. dijo algo lo que ningún otro fiscal se había atrevido a reconocer; hay un problema de sobrepoblación carcelaria en todo el continente americano. En EE.UU el 80% de dicha población está vinculada con el tráfico de drogas. En el caso de Guatemala es un 40%. 3. Empezar a trabajar para prevenir el tráfico de armas y el lavado de dinero. Las consecuencias colaterales de la lucha contra las drogas se han ido agravando, especialmente la violencia. No solo la violencia que generan los criminales pero también la que genera el
estado. La razón por la cual las organizaciones criminales son tan peligrosas es porque les llegan armas y dinero. Las armas y el dinero provienen del mercado de consumo. Los criminales tienen mejor armamento que la policía y a veces que el ejército. Todo el mundo ha escuchado hablar del cartel de Medellín o el de Cali o el de Sinaloa. Pero nadie ha hablado del cartel de Colorado, de Nueva York o el de Florida. Como se explica que los traficantes de droga en Estados Unidos no hacen carteles. Es extraño que de un lado de la frontera haya carteles y del otro solo drogas. Los países consumidores tienen que hacer que los responsables paguen. Y desmantelar las redes criminales es responsabilidad de todos, no solo de los países del sur. El mercado de drogas es siete veces más grande que el mercado de tabaco del mundo, en términos de dinero y esto es porque es muy lucrativo. Y lo que lo vuelve lucrativo es la prohibición.
4. Regulación de los mercados. La máxima: “Vamos a regular el mercado prohibiendo el producto” no tiene sentido. Porque cuando se prohíbe un producto que tiene demanda, automáticamente se genera un mercado negro. Ya que estamos hablando de bienes que hacen daño a la salud humana y potencialmente daños a terceros, una de las maneras de regularlos es ponerles impuestos. No se impide el consumo pero el impuesto financia el eventual daño y gasto que el adicto genera a la sociedad. El producto se fabrica bajo une licencia que establece los parámetros de producción. Así como no se puede sacar al mercado un cigarrillo que tenga 20% de concentración de nicotina, ni un licor con 95% de concentración de alcohol, hay que fijar los parámetros dentro de los cuales se puede producir cannabis o marihuana. El cannabis tiene une sustancia que determina que tan rápido se logran los efectos psicoactivos, la THC. Lo que sucede con la venta ilegal es que estos parámetros no están controlados y la concentración de THC ha llega a niveles por encima del 20%, lo cual es brutal, se ha encontrado niveles de concentración cerca del 70% de THC lo que pude resultar fatal. El cannabis que se vende no puede tener más de un 5% de dicha concentración, para eso se necesita licenciar la producción. Después se tiene que licenciar la venta, con una patente, como se hace con el alcohol. Patente extendida por alguna autoridad competente. Porque licenciamos la venta para saber quiénes venden ese producto. Y además regulamos donde se vende. Y otra cosa es registrar a los usuarios. Es necesario tener una licencia para comprar. Controlar la cantidad de consumidores de estos productos nocivos sirve para planificar la política de salud y también para planificar la política de reducción del consumo. Porque obviamente el objetivo debe ser que la menor cantidad de personas los consuman. Esto prueba que regular no es ciencia ficción ni una cosa complicadísima. En la práctica la regulación funciona mejor que la prohibición, se evita el mercado negro y se genera un mercado que se puede controlar. Donde el vendedor no es un criminal, donde el comparador no corre riesgos, puede saber lo que está comprando y que riesgos reales ese producto tiene para su salud. ¿Cuál fue la reacción de los EE.UU. a estas propuestas? Al principio fue una actitud paternalista, un famoso centro de derechos humanos nos aconsejó abandonar “ustedes no saben en lo que se están metiendo”. En la cumbre de Cartagena de Indias, el
Presidente Barack Obama dijo: “yo no les puedo impedir que hagan estudios, pero van a llegar a la misma conclusión que nosotros, solo lo que estamos haciendo funciona”. Apenas un año después, Barack Obama se reunió con los presidentes centroamericanos en Costa Rica y dijo “yo sé que la legalización de las drogas es lo que va a suceder en el futuro pero no va a suceder en mi presidencia entonces yo no quiero meterme en ese debate bizantino”. Eric Holder, fiscal general de EE.UU. hizo el aporte más importante a nivel federal, proponiendo despenalizar la mayor parte de los crímenes que se cometen en relación con las drogas y aseguró que el gobierno federal no va a impedir que los estados de Washington y Colorado vuelvan legal el consumo recreativo de marihuana. EE.UU. está reflexionando sobre los fracasos respecto a esta política y sus autoridades se muestran cada vez más propensas a continuar el dialogo y abiertas a seguir con este debate.
Nota preparada por Veronica Cozzo, periodista, miembro del grupo Think Tank.
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