Pesca Bonilla
Tu revista de pesca en Lanzarote
Invierno de 2016
Nº 12 Año V Agosto de 2016
Primavera de 2016
Verano de 2016
Una captura para recordar
Medregal desde orilla
Y además... Historias de Suso Capítulo XII
STAFF Manolo Hernรกndez Francisco Hernรกndez ร scar Hernรกndez
Editorial Este 2016, bisiesto para más señas, no va siendo tan proceloso para la pesca como para la agricultura. por lo menos, hasta aún no finalizado el verano, se está comportando mejor que el anterior. y tanto en cantidad como en calidad. Cabe rescatar unos buenos bocinegros, un congrio, un medregal, un jurel y, sobre todo, un magnífico róbalo. Y todo esto ha sido cogido desde orilla, que también tiene su mérito. Nos ha parecido relevante el aumento de capturas de sargos y, por otro lado, la aparición de muchos cazones de pequeña talla que auguran dentro de algún tiempo la captura de algún hermoso cazón como antaño. Sin embargo, no se nos está dando muy bien la pesca de la vieja. Como dato relevante, indicar que como máximo hemos capturado tres en un mismo día. Sin embargo, otros pescadores relatan que hacen, habitualmente, grandes pescas de este peculiar lábrido.
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Una captura para recordar Medregal desde orilla Historias de Suso
Hasta la fecha y de nuevo por circunstancias, meteorológicas unas y sobrevenidas otras, apenas hemos podido salir a pescar en el Sara. A ver si en lo que queda de curso pesquero se nos presentan buenas oportunidades, que ganas son muchas, la verdad. Arrecife, diciembre de 2015
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on mucho frío comenzó este 2016. Poca lluvia y mucho frío. Sin embargo, nunca será por estos lares lo suficientemente atroz como para impedirnos salir de pesca. O que lo que ocurre es que las ansias de pescar son el mejor abrigo posible. Podemos rememorar que este invierno estuvo marcado por casi el mismo patrón, en cuanto a capturas, que otros anteriores. Buenos bocinegros y los sargos bien activos. En todo el invierno, apenas el estado del mar nos permitió asomarnos a la costa oeste de la isla, pero en las ocasiones que lo permitió incluso alguna desde embarcación concedió alguna captura de las que ya ni nos acordábamos, como un hermoso cazón capturado por el colega Ricardo ya casi finalizando el mes de marzo. Pero, curiosamente, los bocinegros grandes se pillaron en las costas levantinas, menos agrestes y peligrosas, aunque los vientos alisios también se hicieron notar. Otros más bocinegros más pequeños también entraron a nuestras carnadas, dándonos plenas satisfacciones. PB 12/2016 Página 2
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ucho mejor tiempo nos deparó la primavera insular, al me sensación de frío. Sin embargo, los rebosos y el alisio no die digamos, obligándonos a elegir con mucha cautela los pesqueros. Tampo el lapso de esta estación en cuanto a las pescas desde embarcación se pudimos salir una vez a pescar. capturamos, podría decirse, que daban panorama que lo observado durant capturas relevantes destacamos curiosamente cogido en el mismo sitio negra donde el año pasado habíam de casi tres kilos y medio que prop También observamos una circunstan la atención: la proliferación de captu podía ser de otra manera, fueron También es susceptible de citar una del pesquero de Pine morenas pintadas! Ot ya junio, de cabrillas ocho de unos ta considerables. ¡y la enroc
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enos en relación a la eron mucha tregua que oco nos prodigamos en refiere. De hecho, solo . Las especies que n continuidad al mismo te el invierno. Como un buen congrio, o una playa de arena mos cogido otro. También un hermoso jurel porcionó una lucha más que considerable. ncia que nos está llamando poderosamente uras de pequeños cazones que, como no n inmediatamente devueltos a su medio. intentona a las morenas en las cercanías eda. Solo se cogieron dos, ¡pero qué dos tra pesca reseñable la tuvimos, finalizando grandes. Nada más y nada menos que amaños más que as que se fueron, cadas!
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Una extrañeza: congrio en playa de arena negra Verano de 2016
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ara ilustrar lo acontecido durante el verano lo ceñiremos a lo que, por aquí, y al estar asociado al periodo vacacional,
entendemos como tal y que no es otro que solamente los meses de julio y agosto. Septiembre lo uniremos al periodo de otoño y sus resultados los haremos públicos en el próximo número de Pesca Bonilla. Comencemos indicando que estos dos meses han sido, según nuestra
percepción, más ventoso y con más reboso que otros años anteriores. Sin embargo, no ello se dejó de pescar y coger algo relevante, como la captura del año que se produjo un veinte de agosto y de la que informamos en un capítulo de la revista: ¡un superróbalo! También son reseñables las capturas de algunas viejas, algunas de las cuales alcanzaron un talla respetable, así como la de un medregal al que también le dedicaremos un capítulo en esta revista. Hemos vuelto a observar, especialmente en alguna pesca, la aparición de muchos pequeños cazones. Igual es buen síntoma para la recuperación de la especie y, como antaño, se pueda volver a capturar algunos de esos cazones que daban unas especiales alegrías al pescador. PB 12/2016 Página 6
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Una captura para recordar
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xisten en nuestra isla algunos pesqueros sobre los que, cuando las condiciones del mar lo permiten, no nos deja permitir ni la más pequeña duda sobre realizar en él pesca segura. Segura en cantidad y calidad. Y este al que acudimos el pasado veinte de agosto es uno de ello. Casi diríamos que el más de lo más de los que no requieren caminatas interminables. LLegamos al mismo de madrugada y, al poco, comenzó a sentirse algún que otro pescado, lo que hizo quecayeran un bocinegro y dos hermosos sargos breados, amén de una morena negra de las que ya no suelen verse. Pero, entre medias, se tiraron un par de bichos de esos que, tras levantarte el aparejo del fondo y tensar el nylon, dicen algo así como "espérame que nos vemos pronto". Sobra decir que los aparejos no vuelves a verlos, ni al bicho tampoco, claro.. Pero, en una de esas, Manolo vuelve a sentir lo que pensó que era otro de estos ilustres visitantes costeros. Le aflojó tanto el nylon que pensó que era yo que se lo estaba remolcando a tierra al estar recogiendo mi aparejo. Pero claro... yo ya estaba con mis aparejos en seco... Así que ya avino a entender la evidencia de que tenía un pescado pegado. Y tan cerca estaba de tierra que, al pretender levantarlo, observó que aquello era más notable que un sargo o un bocinegro mediano. Ayudados con los focos de nuestros frontales, pudimos vislumbrar como unos reflejos plateados en el corte del veril. Y unos reflejos como bien grandes... Entonces animé a Manolo a que se acercara a un lavadero que se encuentra
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en la parte más trasera del pesquero y en el que la altura segura no estanta como de donde solemos ponernos a pescar. Así hizo. Tuvo que enfrentar, y resolver satisfactoriamente, un salto desde el mar abierto hasta un charco en donde las operaciones del embicherado fueran más eficaces. El proceso fue casi clínico. El bicho que ya pudimos ver que se trataba de una buena lubina tenía la boca abierta de par en par, así que le introduje el bichero, que está provisto de dos anzuelos bien afilados, procurando con un leve tirón hacia arriba que hicieran firme. Ya la primera así fue. Mientras lo levantaba habrían como tres metros de altura observé que aquello era pesado de verdad. Ya sobre seguro, constatamos tan espléndido pez que, por su magnificencia, ya hacía algún tiempo que había transcendido de lubina a róbalo. Pesó nada más y nada menos que 5,400 kilos. Lo cierto es que en el charco donde lo depositamos aparentaba ser una corvina. Desde luego, una captura para recordar. Ya de amanecida, la pesca se redondeó con unas cabrillas y unas buenas viejas.
...Mientras lo levantaba habrían como tres metros de altura observé que aquello era pesado de verdad...
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Medregal desde orilla
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ra por mitad del mes de julio cuando me fuí a intentar las viejas a un pesquero que, de vez en cuando además te puede reportar algún bicho relevante por tamaño y calidad. Antes de amanecer, por lo habitual, pruebo por si algún depredador costero se halla por el pesquero y quiere pasar a probar el menú que le presento en mis anzuelos. Ya cuando amanece lo sigo intentando, con anzuelos un poco más pequeños, antes de ya poneme de lleno a probar a las viejas. En esta ocasión, solo sentía algún roncador mordisqueando la carnada hasta que sería por el segundo o tercer lance observé como me levantaban la carnada y se destensaba el nylon ostensiblemente. Me imaginé que podría ser un bocinegro, captura nada extraña en ese pesquero. Bien, al tensar, comprobé la obviedad de que tenía pez y, tras recoger con algún esfuerzo, puse en tierra un hermoso sargo que pesó 1,400 kilos. Mira si tenía hambre el amigo que se comió las carnadas de los dos anzuelos con que pesco. Ya estaba por amanecer cuando sentí comer con fuerza y firmeza continua. En la primera carrera ya supe de que se trataba: un chucho de los de campeonato. Me esforcé por ponerlo a pies de donde estaba pescando para forzar la rotura. Ya amaneciendo, me dirigí a otro pesquero bien cercano, aprovechando la bondad de las condiciones del mar, con cierta premura, pues por las cercanías ya asomaban otros pescadores que, me dio la impresión de que pretendían acudir al mismo pesquero. Ya había cambiado los anzuelos y, en el primer lance, pillé una hermosa cabrilla. Al segundo lance sentí una pequeña picada y, de improviso, nuevamente se me destensó el nylon. Otro sargo como el de antes pensé. Pero al pretender recoger, siento un tirón brutal que me hizo abrir el freno haciendo que salieran unos cuantas decenas de metros del carrete. A todo eso, pude observar con el rabillo del ojo que los que porfiaban por el pesquero miraban mis evoluciones en pos de la captura. Un pejerrey pensaba ahora, pero tras dos o tres carreras comencé a acercarlo a tierra. Cerca del veril volvió a insistir el pez en marcharse, pero como seguía imaginando que se trataba de un pejerrey a tenor de la virulencia de las embestidas yo mantenía el freno bien flojo. Aprovechando un
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lavadero del pesquero en donde la altura a la superficie es poca más la acción de Seriola carpenteri algún pequeño Seriola rivoliana banco de mar pude ponerlo en tierra. Y allí comprobé que ni sargo ni pejerrey: Seriola dumerili Seriola fasciata ¡un medregal! Lo curioso que no era grande, ni mucho menos pesó 1, 350 kilos, incluso menos que el sargo, pero peleó como si hubiera tenido dos o tres kilos más. Curiosamente, en el otro anzuelo venía una cabrilla que, se me antojó, debió ser la primera picada que sentí. A la hora de llevarlo al registro de capturas confieso que me costó hacerlo, ya que no es ninguna captura habitual desde orilla y a fondo. Sí que lo es desde embarcación o a spinning, quizás. Y no fue fácil hacerlo porque en Canarias cohabitan nada menos que cuatro especies de medregal y, desde luego, hay que fijarse muy bien para concretar a qué especie pertenece. Este que capturé es un especímen de la especie Seriola fasciata, bastante frecuente por lo demás. Yo ya he pillado algún que otro loquillo, pescando desde un muelle y también recuerdo perfectamente, debido más que nada a su porte, a un medregal que cogí desde embarcación que pesó nada más y nada menos que siete kilos y medio. No me quiero ni imaginar si hubiera sido este que cogí de talla similar, pescando así desde orilla. La pesca la rematé con una hermosa vieja parda y, al ponerme a arreglar el pescado, observé como los pescadores que antes observaban ya se encontraban pescando en el mismo pesquero. ¿Por qué sería? PB 12/2016 Página 11
The ending page: Historias de Suso (XII) Suso reflexionando Nuestro buen amigo sabe pergueñar los intereses que concurren en las relaciones humanas con suma facilidad, pues todo lo que le acontezca no va a ser plenamente relacionado con la pesca. No, pero en este caso, ambos aspectos se engarzan. Veamos lo que le sucedió a Suso en una ocasión en que acudió a pescar con un conocido que, ya se verá, disponía de curiosas artimañas, tanto para la pesca como para las relaciones humanas. El asunto se enmaraña cuando tal persona le informó de que antes de ir a la zona de pesca elegida, debían pasar por un pueblo de la isla a buscar a un matrimonio que, sin saberlo Suso, habían concertado con él el ir juntos a la pesca. También le dijo que ellos llevarían sus coches, es decir, irían dos coches a pescar. Llegaron pues al pesquero los cuatro y, entrada la noche, que Suso refirió como más oscura que un tarro de betún, el conocido le pide que lleve al marido del matrimonio a otro pesquero que distaba casi a un kilómetro desde el que se encontraban, aduciendo que él conocía bien la vereda para llegar y que ya allí se iban a hartar de pescado. Él no iría pues estaba sintiendo algún pescado en ese primer pesquero. Ya entonces, los pocos pelos capilares de Suso contó se le pusieron de punta. Él ya sabía de las bondades del otro pesquero, pero... Bueno, sin rechistar pero reflexionando, Suso accedió a la petición y a la vuelta de la pesca, los dos coches salieron rumbo a sus respectivas casas. El coche del matrimonio delante, y que conducía la mujer, y Suso y el conocido detrás. En medio del trayecto, el conocido le comentó a Suso: ¡Qué bien conduce esa mujer!, ¿has visto? Y Suso, casi sin dejar que terminara el conocido sus palabras, le respondió: Pues sí que comía bien el pescado en el otro pesquero.
Francisco Hernández, agosto de 2016
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