Mitología Nórdica (1ra versión)

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recopilado por samantha mĂŠndez hernĂĄndez

editorial


Recopilación por Samantha Méndez Hernández. Texto por: www.taringa.net, www.mitologia.templodeapolo.net, es.metapedia.org, aesirtales.blogspot.mx, mitologiaescandinava.idoneos.com, panien.um.dk, www.windows2universe.org, www.escalofrio.com, sobreleyendas.com, mitologiavikinga.blogspot.mx, www.webmitologia.com, acenizadonpelayo777.wordpress.com, www.monografias.com, hispaniagothorum.wordpress.com, elespejogotico.blogspot.mx, www.vopus.org. Diseño editorial, cubierta y edición: Samantha Méndez Hernández SMH editorial, Marte No.8 Los Olivos Tijuana B.C. México. www.smheditorial.com Primera edición 2015 ISMN 978-000 Impreso en México.

Sin fines de lucro, este libro es un ejercicio de clase.


INTRODUCCIÓN A LA MITOLOGÍA PRÓLOGO Dioses Odín Thor Balder Njörd Freyja Tyr Brage Heimdall Hödr Hermod Vidar Vale Ull Foresti Loki Diosas Frigga Saga y Eir Gefjun Fulla Sjöfn Lofn Vor Syn Hlin Snotra Gnar Jord Freya Idun Sif Wyrd Terminología y clases Las Valquirias Los Æsir Las Nornas

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Los Vanir Orlog Los Jotuns Hamingja Enanos y Elfos Ragnarok Yggdrasil Las Runas El Galdr Los nueve mundos Muspellheim Nifleheim Midgard Asgard Jötunheim Vanaheim Alheim Syartalheim Helheim El puente de Bifröst MITOS Y LEYENDAS El robo del martillo de Thor La leyenda de Sleipnir Odín y Mimer Thor contra la serpiente Midgard Tyr, dios de la guerra La espada de Tyr La historia de Fenrir La historia de Kyasir La búsqueda del trago El robo de la bebida El Dios de la música El culto a Bragi Idunn y las manzanas de la juventud La historia de Thjazi El regreso de Idunn La diosa de la primavera cae en el inframundo Heimdall, el guardián de los dioses

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El guardián del Arco iris Loki y Freya Los nombres de Heimdall La historia de Riger Hermod, el ágil mensajero Hermod y el Adivino Jormundander, la serpiente de Midgard y la muerte de Thor El Dios más amado El sueño de Balder La profecía de Vala Los juegos de los dioses La muerte de Balder La pira funeraria La misión de Hermod La condición para la liberación de Balder El regreso de Hermod Vali el vengador Balder El culto de Balder Heimdall Las heroicas hazañas de Beowulf Loki y el Gigante El lobo Fernir Sigurd, el vencedor del dragón El tesoro de los Nibelungos La omnipotencia de Odín y la creación de las runas Ymir y Audhumla Njörd Mani y Sól Los lobos Sköll y Hati Odín, Vili y Ve Ragnarok, el ocaso de los dioses El invierno Fimbul Heimdall da la alarma La gran batalla El fuego devorador

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introducciĂłn a la mitologĂ­a



introduccíon a la mitología

Prólogo

La mitología nórdica, germánica o escandinava comprende la religión, creencias y leyendas de los pueblos escandinavosgermanos incluyendo aquellos que se asentaron en Islandia Britania, Galia e Hispania, donde las fuentes escritas de la mitología nórdica fueron reunidas. Es la versión mejor preservada de la antigua mitología germana, común a todos los pueblos germanos. La mitología germana, a su vez, ha evolucionado de una mitología indoeuropea que era más temprana. La mitología nórdica era una colección de creencias e historias compartidas por los pueblos germanos septentrionales. Es importante señalar que esta mitología no era compartida por los pueblos nórdicos de etnia urálica (fineses, estonios y lapones) ni báltica (lituanos y letones), quienes poseían una propia (aunque parecida). No era una religión revelada, pues no había una verdad entregada por los divinos a los mortales (a pesar que tiene relatos de personas normales aprendiendo las historias de los dioses de una visita de, o a, ellos), y no tenía un libro sagrado. Esta mitología era transmitida oralmente en forma de una larga y regular poesía. Dicha transmisión continuó durante la era vikinga, y nuestro conocimiento sobre ella está basado principalmente en las Eddas y otros textos medievales escritos durante o después de la cristianización. En el folclore escandinavo, estas creencias duraron mucho tiempo, y en algunas áreas rurales algunas tradiciones han sido mantenidas hasta hoy. Otras han sido recientemente revividas o reinventadas como el neopaganismo germano. La mitología también ha permanecido como inspiración en la literatura así como en producciones escénicas o películas.

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Los Dioses

Los dioses nórdicos aparecen divididos en dos familias o categorías: los Ases (habitantes de Asgard) y los Vanes (que viven en Vanaheim). Parece ser que existió una antigua disputa entre los dos clanes, que acabaron firmando la paz. Los Vanes eran una suerte de semidioses, se ocupaban de asuntos terrenales como las riquezas, el comercio, la fertilidad, etc.

Odín Era el principal dios del panteón nórdico, sobre el que descansa el gobierno del mundo de los hombres y el de los dioses. Odín es llamado Allfödr (Padre de todos), Valfödr (Padre de los caídos en la lucha, a quienes aguarda el Valhalla), Hangagud (dios de los ahorcados) y muchos otros nombres. Aunque no había creado el mundo, sí creó a la primera pareja de humanos, Ask y Embla. El inventor de las runas era conocido por su afición a la poesía, pero también era un dios eminentemente guerrero, ya que protegía a los valientes durante la lucha, guiándolos, para que murieran luchando y pudieran llegar al Valhalla. Este lugar se encontraba en Asgard y allí eran conducidos los guerreros que habían sufrido una muerte violenta por las valquirias. Entre sus posesiones más preciadas se encontraba una lanza llamada Gungner (violento temblor o sacudida), fabricada por los enanos y que estremecía a quien fuera golpeado con ella. Las mujeres de Odín fueron Jórd, Rind y Frigg. Jórd representaba la tierra en su estado natural, sin relación con el hombre; Frigg sería la tierra, cultivada, transformada por el hombre; y Rind es la tierra de nuevo salvaje. Con Frigg engendró a Balder, con Jord a Thor y con Ring a Vale.

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Thor El más fuerte de los dioses, protegía a la juventud, al rayo y al fuego, además de la arquitectura. Thor estuvo casado con Sif y tuvo tres hijos. Magni, Modi y Trud. Sin embargo a pesar de su fuerza, no sobrevivió a su lucha contra la serpiente Midgard, durante el Ragnarok, “el fin del mundo”. Se le llama Okuthor (Thor del carro) por el carro que posee, que es tirado por dos chivos, Tanngnjóst y Tanngrisnir; Estos animales podían ser sacrificados al atardecer y luego resucitar a la mañana siguiente, si se tenía cuidado de poner los huesos sin romper dentro de cada piel. Las ruedas del carro al avanzar por los cielos producen el ruido de los truenos. Su martillo Mjolnir es viejo conocido de los gigantes, y con sus guantes de hierro jamás se le escapa el mango. un cinturón mágico acrecienta su fuerza. Junto con su padre Odín y su hermano Balder, era uno de los dioses principales del panteón nórdico. Como representante de la guerra y la lucha salvaje, su mayor afición consistía en masacrar gigantes, para ello llevaba siempre su martillo y en su naturaleza se encuentran todos los elementos relacionados con el fuego. Vivía en Asgard, su reino era Thrudvang y su palacio se llamaba Bílskirner.

Balder Balder, también llamado Baldr, es uno de los dioses más importantes y conocidos de la mitología nórdica. Fue el segundo hijo de Odin, hermano de Thor. Se decía que era el as más hermoso, poseedor de la mejor nave jamás creada Hringhorni y que su palacio Breidablik impresionaba a cualquier criatura que contemplara sus salas. Sin embargo este dios estuvo predestinado a la muerte desde el momento que comenzaron sus pesadillas. Para esta cultura, como para muchas otras, los sueños nos transmiten un mensaje del futuro, y los de baldr fueron oscuros y tormentosos. Su madre Frigg, preocupada por las pesadillas de su hijo, rogó a Odin que descendiese al Helheim y preguntase a Hela sobre el significado de estos sueños. Odín así lo hizo, pero Hela dió una respuesta vaga y confusa, conque nada mejoró respecto a la interpretación de estos sueños. Frigg, que seguía preocupada por su hijo, y temiendo su muerte fue a todos los rincones del mundo, haciendo jurar a todas las criaturas del mundo que no dañarían al joven dios; sin embargo el muerdago, por ser demasiado joven, no podía jurar, porque solo los adultos tenían palabra de honor.

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Loki, resentido porque los aesir habían encerrado a sus hijos Fenrir (usando Gleipnir) y Jörmundgander (la gran serpiente) para evitar que dañasen a dioses o humanos, decidió tomar venganza matando a Baldr. Así este se disfrazó de anciana, y mediante diversas tretas consiguió que Frigg le rebelase el punto débil de su hijo; y una vez que lo supo, creó una lanza o una flecha (hay diversas versiones) de muérdago, con la que poder matar a Baldr.

Njörd El tercer As es Njörd, El padre de los dioses Frey y Freya, tenía una doble atribución como dios del Mar, patrono de navegantes y viajeros, y del Verano. Se encargaba de calmar las tempestades que provocaba Aegir y las oleadas de Gymer, el gigante de la tormenta. que vive en Noatún. Rige los vientos y calma el mar y el fuego. Concede toda suerte de riquezas al ser invocado. Creció en Vanaheim, pero fue tomado por los dioses como rehén y los Vanes se llevaron a cambio a Haenir para reconciliarse. Su mujer Skadi es hija del gigante Thjazi, y prefería vivir en las montañas de Thrymheim. Njörd, sin embargo, vivía junto al mar. Acordaron dormir nueve días en cada sitio, pero a uno no le gustaba el aullido del lobo ni a otra el chillido de las gaviotas, así que se separaron y Skadi vivió en las montañas, donde esquía y caza bajo el nombre de Ondurdis.

Frey El protector de los duendes era Frey, dios del brillo del sol, de los mares y los vientos. Hijo de Njórd y de la gigante Skadi, además de hermano de Freya. Ya que era el señor de duendes y enanos se le concedió el remo de Alfheim, la tierra donde habitaban, elfos, enanos y hadas. Viajaba en los lomos de su jabalí de oro, Gullinbursti, o sobre su barco, Skidbladnir, que fue construido a la vez que la lanza de Odín, el martillo de Thor y la cabellera de Sif, su principal cualidad era controlar el poder del viento.

Tyr Tyr es el más osado y valeroso, y concede la victoria en las batallas. Tan sabio es que existe el dicho “sabio como Tyr”. Perdió su mano cuando los dioses encadenaron al lobo Fenris. El más valiente entre los dioses, era el dios del Combate. Su nombre, junto al de Odín, era el que se invocaba antes de una batalla. Aparecía representado como un dios musculoso,

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aunque manco. Era el patrón de las espadas, y su nombre aparecía grabado también con frecuencia en éstas. Uno de los episodios más importantes de su tradición mitológica lo coloca ante el lobo Fenris, el maléfico hijo de Loki, al que consiguió capturar.

Brage Brage es el poeta de entre los Ases, elocuente como ninguno. Dios de la Música y la Poesía, protector de los que practican tan dulces artes. Su representación más habitual consistía en un anciano con un arpa de oro en las manos, de barba blanca que flotaba siguiendo la dulce música de su arpa. Estaba casado con la inmortal Idun y era hijo de Odín y la gi­gante Gunlod.

Heimdall Heimdall es llamado el As blanco. Es hijo de nueve hermanas. Se le llama Hallinskidi, y Gullintanni por sus dientes de oro. Su caballo es Gulltop. Vive en Himinbjörg, junto al Bifrost. Vigila la llegada de los gigantes de las montañas, duerme menos que los pájaros. Ve de noche como de día hasta las 300 leguas. Oye hasta como crece la hierba o la lana de las ovejas. Su cuerno Gjallarnhorn se oye en todos los mundos. Su espada es Hofut. Este hijo de Odín era el dios de las Olas y de la Luz. Portaba una gran espada centelleante y un majestuoso caballo para poder ejercer sus funciones de guardián de Bifrost, el gran arco iris llameante, que los dioses habían construido para unir el mundo de los dioses con el de los hombres.Ya que la vigilancia de este puente de unión era fundamental para la supervivencia de Asgard, los dioses dotaron al dios de un oído excelente, se decía que era capaz de oír cómo crecía la lana en las ovejas, y de una vista penetrante, pudiendo ver claramente en más de cien millas a la redonda. Heimdall tuvo tres hijos con la madre de la Tierra; éstos fueron Thrall, de quien descenderían los esclavos; el segundo Churl, señor de los hombres libres; y el último, Jarl, que sería el origen a los nobles. Este dios sería el encargado de anunciar la llegada de Ragnarok, haciendo sonar su cuerno Gjallarhorn, para que se oyera en todo el mundo.

Hödr Hödr se llama el As ciego, de enorme fuerza e infausto recuerdo.El dios que, sin saberlo, provocó la muerte a Balder. Cuando Loki descubrió la

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manera de acabar con su hermano, Balder decidió que la mano ejecutora fuera la de Hödr, cuando éste descubrió la trampa de la que había sido objeto huyó de Asgard, puesto que sabía que los dioses buscarían la venganza, refugiándose en los bosques con su escudo mágico como protección. No obstante, un día el joven Vale le encontró disparándole hasta tres veces con su arco, la primera el muchacho falló, la segunda chocó con su escudo pero la tercera penetró en su corazón causán­dole la muerte.

Hermod Hijo legítimo de Odín y Frigg, era el más eficaz y veloz de todos los dioses, por eso se le consideraba como el dios “mensajero”. Siguiendo las órdenes de su padre recorría el campo de batalla, portando la lanza de Odín, para animar a los guerreros y que éstos no abandonaran la lucha. Su hazaña más notable sucedió cuando viajó hasta el reino de Hel, el mundo de los muertos, para solicitar el regreso del alma de su hermano el gran dios Balder.

Vidar

Vidar es taciturno y lleva gruesos zapatos. Hijo de Odín y de la gigante Grid, era conocido como “el dios silencioso”. Se le representa calzado con unos zapatos de hierro, y su atribución era la fuerza y el poder subrepticio e implacable de la naturaleza. Estaba destinado a sobrevivir a Ragnarok.

Vale Representaba junto a Vidar a la fuerzas inmortales de la naturaleza, aunque también era conocido como el dios de la Venganza. Hijo de Odín y de la doncella Rhind, nada más nacer, aunque su rostro era el de un niño, su cuerpo era el de un guerrero, por lo que se presentó ante Odín con su arco para proclamar ante los dioses que él vengaría la muerte de Balder, promesa que cumplió matando a Hod con una de sus flechas. Osado en las batallas y de gran puntería.

Ull Ull es hijo de Sif, adoptado por Thor. Hábil arquero y esquiador. Es gran guerrero, invocado en combate singular. Es el responsable de los rigores

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invernales en Escandinavia, por lo que era considerado un dios hostil, además de proteger todo lo relacionado con la caza. Odín delegaba su poder en él durante el invierno.

Forseti Forseti es hijo de Balder y Nanna, la hija de Nep. Su palacio celeste es Glitnir, donde todos los que llegan enemistados marchan acordes. Es el mejor juez de dioses. Dios representante de la justicia. Como administrador de justicia se encontraba a cargo de la asamblea de los dioses, además de ser el que debía resolver las disputas que se producían entre los hombres.

Loki Por último está Loki, enemistador de ases y mentiroso, desdicha de hombres y dioses y despreciado por todos. Es hijo del gigante Farbauti. Su madre es Laufey y sus hermanos son Byleist y Helblindi. Loki es hermoso y bello, pero de mala naturaleza y caprichoso. Es muy astuto. Su mujer se llama Sigyn, su hijo Nari. El hecho más luctuoso en el que participó fue la muerte de Balder. La asamblea de los dioses le castigó por su participación en el asesinato de Balder de la siguiente manera, le ataron a unas enormes rocas con las vísceras de uno de sus hijos, y encima de su cabeza le colgaron una serpiente venenosa. Su mujer Sigyn recogía en una copa las gotas de veneno que continuamente caían sobre su cara, pero cuando se retiraba para vaciarla algunas de éstas caían sobre el dios, lo que provocaba que se retorciera con tan gran dolor que hasta la tierra temblaba. Aunque, en ocasiones, ayudó a los dioses a salir de situaciones difíciles debido a su ingenio. En cierta ocasión, los dioses decidieron construir un muro alrededor de Asgard, a lo que se ofreció un gigante, pidiendo como recompensa la mano de la diosa Freya, más el sol y la luna, con sólo la ayuda de su caballo Svadilfare. Los dioses aceptaron con tal que acabara el muro en seis meses, tal como les había aconsejado Loki, el proyecto comenzó y avanzó muy de prisa. Cuando estaba a punto de cumplirse el plazo, los dioses empezaron a preocuparse ya que no querían perder a Freya, ni sumir el mundo en la más profunda oscuridad sin el sol o la luna, por lo que exigieron a Loki que buscara una solución. Este se convirtió en una yegua que distrajo al caballo Svadilfare, sin el cual el gigante fue incapaz de cumplir el plazo. Días más tarde Loki dio a luz a un caballo con ocho patas que entregó como regalo a Odín, quien decidió ponerle el nombre de Sleipner.

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Las Diosas

Frigga Frigga es la diosa del amor, el matrimonio, la fertilidad y la maternidad. Es la esposa de Odín y le dió muchos hijos: Balder, Hoder, Hermond, Bragi y Tyr. Frigga tiene su palacio en Asgard, llamado Fensalir. Su mensajera es Gna, que puede viajar por el cielo gracias a su caballo Hofvarpnir, que es también capaz de andar sobre el agua. Frigga, supuestamente, conoce el destino de todas las personas pero no lo revela nunca. Frigga exigió un juramento a todas las cosas para que no pudieran dañar a su hijo Balder pero, aún así, éste murió asesinado por Loki. Se dice que Frigga tuvo romances con los hermanos de Odín, Ve y Vili. De las Asinias, Frigga es la más noble. Tiene una espléndida mansión llamada Fensalir.

Saga y Eir Saga es otra, que habita en la magnífica Sökkvabekk. Eir es la curandera. Diosa de la Salud, era una de las sirvientas de Frigg. Es una Ásynjur y tal vez sea otro nombre para Frigg. Dicho nombre puede significar “la que ve” o (menos probable) “anunciadora”. Se la menciona en la Grímnismál.

Gefjun Gefjun es doncella, y la sirven las que mueren vírgenes. Es una vidente y diosa, un miembro de ambos, los Vanir y de los Æsir. Todas las mujeres que morían vírgenes eran enviadas a sus salones, y de por esto era caracterizada como una diosa de la virtud, sin embargo también era considerada una

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diosa de la fertilidad. Además, “Gefn” es uno de los nombres alternativos de Freyja, la diosa nórdica de la procreación. Es enteramente concebible que Gefjun sea meramente un aspecto de ella, de la misma manera que Morrigan (en la mitología celta) tiene multiplicidad de aspectos. Estaba asociada con el arado, las vírgenes y la buena suerte. Las muchachas que morían vírgenes se volvían sus siervas en la otra vida. Su esposo era el rey Skjöld, hijo de Óðinn. Muchos legendarios reyes daneses alegaban ser descendientes de ella.

Fulla Fulla aún es virgen. Lleva el cabello suelto y una cinta de oro en la cabeza. Lleva la bolsa de Frigga y comparte sus secretos. Es una divinidad femenina. Era una de las tres criadas de Frigg, juntos con Gna y Hlin, otros Æsir. Su nombre proviene del término fullr que significa completo. Según algunas autoridades era su hermana. A ella Frigg le confiaba su estuche de joyas. Era la encargada del atavío de su señora. Tenía el privilegio de ponerle sus zapatos de oro, le atendía en todas partes y era su confidente. A menudo le aconsejaba sobre la mejor manera de ayudar a los mortales que pedían la ayuda de Frigg.

Sjöfn Sjöfn se ocupa de conducir el pensamiento de hombres y mujeres hacia el amor. Es una de las Ásynjur en la mitología nórdica. Se la menciona brevemente en la Edda en prosa de Snorri Sturluson.

Lofn Lofn es tan dulce y buena que el invocarla consigue el permiso de Odín y Frigga para las relaciones de hombres y mujeres. Da nombre a la alabanza. Var escucha los juramentos de los hombres, da nombre a los juramentos solemnes y toma venganza de quienes los rompen.

Vor Ella es sabia y de espíritu inquisidor, así que nadie puede ocultar nada de ella; es un dicho, que una mujer es consciente de aquello de lo que está informada.

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Syn Uiosa de la vigilancia y la verdad, es la guardiana del umbral que previene el acceso a quienes no pertenecen allí.

Hlin Hlin está para vigilar a los hombres a quienes Frigga quiere salvar de algún peligro. Es una de las tres sirvientas de Frigg, junto con Fulla y Gna. Su nombre significa “protectora”, y Frigg le da la tarea de proteger a los hombres y consolar a los mortales apenados. En la Völuspá, Hlin aparece como un nombre de Frigg.

Snotra Snotra es sabia y de gentil porte. Es una de las Ásynjur. Su nombre es claramente un derivado del adjetivo snotr que significa “sabia” o “grácil”.

Gnar Gnar es la mensajera de Frigga. Su caballo Hovfvarpnir corre por aire y mar, hijo de Hamskerpir y Gardrofa.

Jord Jord, la madre de Thor, Sól y Bil se encuentran también entre las asinias. Una de las diosas de la tierra, hija de Nott (la Noche) y esposa de Odín.

Freya Es la mayor, con Frigga. Se casó con Odr y su hija se llama Hnoss, tan bella que da nombre a los tesoros. Odr marchaba a largos viajes y Freyja lo lloraba con lágrimas de rojo oro. Se la llamó de distintas formas cuando buscó a Odr entre los hombres: Mardoll y Horu, Gefu, Syr, Vanadis. Posee el collar mágico Brising. Diosa del Amor, de la Fertilidad, de la Lluvia y de la Fecundidad, fue una de las diosas más pretendidas de la mitología escandinava. Poseedora de una manta mágica de plumas con la que se transformaba en halcón (traje que prestó a Thor para que éste pudiera recuperar su martillo) y un collar

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llamado Brisingegamen. Montaba en un carro llevado por dos gatos. A veces se asimila con la diosa Frigg, la esposa de Thor y madre de Balder, ya que compartían algunos rasgos, pero mientras Freya representaba el amor más pasional, Frigg sería el amor reposado. Frey y Freyja son los hijos de Njörd, poderosos y bellos. Frey rige la lluvia y el brillo del sol, la fertilidad de la tierra y las buenas cosechas. Freyja vive en Folkvangar, y elige a la mitad de los caídos en combate. Su palacio es Sessrúmnir. Conduce un carro tirado por dos gatos. Le gustan las canciones de amor.

Idun La diosa que nunca habría de morir, así como nunca había nacido era Idun, en su poder estaban las manzanas doradas de la eterna juventud, por lo que se la consideró una diosa regeneradora. Era la esposa del dios Bragi, y se encargaba de abastecer de manzanas a los dioses de Asgard, sin las cuales tendrían que enfrentarse a enfermedades y a la vejez.

Sif La hermosa Sif era la protegida del dios Thor, se la invocaba para conseguir abundancia en las cosechas y para aumentar la fertilidad de los campos. Su principal atributo era su hermosa cabellera, que ayudaba al desarrollo de la agricultura. El dios Loki envidiaba este poder, por lo que una noche, mientras Sif dormía, le cortó todo el cabello y se lo llevó. Thor solicitó de Odín, que obligara a Loki a restituir lo robado, ya que la abundancia y la prosperidad dependían de la cabellera de la diosa. Cuando éste fue llevado ante los dioses prometió conseguir una igual, una cabellera de oro que le fabricaron los enanos.

Wyrd En la mitología nórdica, Wyrd es una diosa primordial (se la representa a veces de forma muy curiosa, carece de vista, oido y olfato, pero siente y conoce todo lo pasado, presente y venidero y cada una de sus palabras se cumple como destino inexorable), muchas otras fuentes confusas, indican que de alguna forma, este conocimiento se separa al morir o al parir a sus tres hijas ,ya que es la madre de las Nornas. Su única aparición en la mito-

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logía que ha quedado como superviviente de este remoto y confuso origen parece ser su declaración con respecto a Vidar, hijo de Odin, que tras la ultima batalla al final de los tiempos va a sobrevivir al Ragnarok. La palabra raiz del concepto es Wyrd del Inglés antiguo y significa ‘destino’. De la misma raíz proviene Urd, una de las Nornas, y la raiz germánica de las palabras Werth, Warth y Wurth, que significan ‘ser’. La raíz de la palabra significa “a su vez” o “a convertirse en” y se refiere a lo que se ha transformado con el devenir del tiempo (pasado y presente), y lo que pasará a ser (futuro). Wyrd como concepto o término ligado al misticismo germanico-norico,ha sido traducido como ‘Destino’, pero tiene un significado distinto al concepto de destino de los greco-romanos, como se muestra. Un aspecto interesante de Wyrd es que puede ser pronunciado como “Weird (entraño)” o “Word (palabra)” y ambos ponen de manifiesto otras acepciones presentes en el concepto de Wyrd. “Weird” puede significar suerte o destino, y el destino o sus guardianas (entidades similares a las Nornas) a veces se conocen como las Weird Sisters. Weird significa también sobrenatural, unearthly, extraño.

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Terminología y clases

Las Valquiras Pero las féminas más conocidas de la mitología nórdica son las Valquirias, las vírgenes guerreras enviadas por Odín a rescatar a los caídos en batalla para conducirlos al Valhalla, donde preparan las mesas y les escancian la hidromiel: Gugr. Rota, Norn, Skuld y otras cinco desempeñan esta función, siendo la más conocida Brunhilda, que por desobedecer a Odín perdiese la inmortalidad y fuese desposada por Sigfried, el hombre sin miedo. Las Valquirias eran mujeres sobrenaturales que tenían varias misiones: vivían con Odín en el palacio dorado de Valhalla, donde servían cerveza a las sombras de los guerreros muertos; también entraban en la batalla sobres sus caballos, con armaduras y con lanzas, y asignaban la victoria y la derrota - “valquiria” significa literamente “la que elige a los caídos” - Dos Valquirias, Gunn y Rota, elegían a los hombres para la muerte, acompañadas por Skuld (necesidad), la más jóven de las Nornas, una de las Tres Parcas que conforman las vidas de los hombres. Pudieron haber tenido relaciones especiales con los guerreros llamados berserkir quienes inspirados por la furia de Odín en las batallas, se despojaban de sus armaduras para luchar con fuerza sobrenatural. Ciertamente, los berserkir, tenían muchas probabilidades de morir en la batalla y por lo tanto ganarse un lugar en el Valhalla, donde pasaban el tiempo luchando y bebiendo. El Valhalla se representaba como un enorme palacio dorado, con techo de escudos, una estructura de lanzas y 540 puertas, por cada una de las cuales, podían desfilar en columnas hacia la batalla final de Ragnork.

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Los Æsir Los pueblos nórdicos adoraban dos clases de dioses, una de ellas y la principal, es la de los Æsir. En Asgard, el hogar de los dioses, habitaban los Æsir (dioses) y las Asynjur (diosas). Todos ellos componían la asamblea a cuya cabeza estaba Odín, el más noble y el más importante. Entre otros están Thor, calzado con guantes de hierro y dueño de un cinturón mágico; dios de la fuerza muy cercano a Odín en jerarquía. Baldr, hijo de Odín, es el dios de la belleza y la gentileza. Tyr es el dios del combate (suele creerse que ese papel lo cumple Thor, pero no es exactamente así). Bragi es el dios de la sabiduría y la elocuencia; Heimdall es hijo de nueve doncellas y guardián de los dioses; duerme menos que un pájaro y el sonido de su cuerno puede oírse en cualquier lugar del cielo o de la tierra. Höðr es el misterioso dios ciego. Vidar es el dios taciturno, pero el mejor para resolver cualquier conflicto por difícil que sea. Váli es el dios de los arqueros, su puntería es insuperable. Ull es el dios del combate cuerpo a cuerpo. Forseti es el As de la concordia y la amistad. Loki es la desdicha de todos los Æsir y de los hombres; astuto e intrigante, imprevisible y caprichoso, es el dios de la suerte. Entre las diosas o Ásynjur del panteón nórdico se cuentan Frigg, esposa de Odín, la vidente; Eir, la curandera; Sjöfn, que conduce los pensamientos de los hombres hacia el amor; Var, diosa de los juramentos; Syn, la guardiana de las puertas; Iðunn, esposa de Bragi, que guarda en un estuche las manzanas que morderán los dioses cuando envejezcan.

Las Nornas Las Nornas, se pueden considerar la versión nórdica de las Parcas y de las Moiras. Eran tres hermanas, hijas de Norvi, sus nombres eran: Urðr o Urd, “lo que ha ocurrido”, el destino, refleja cómo lo pasado afecta continuamente y condiciona lo futuro, en tanto que al mismo tiempo lo que ha de ocurrir está moldeando el pasado. Era la mayor, y se la representa como una anciana. Verðandi o Verdandi, era la Norna que decidía la longitud del hilo de la vida. Incluso los dioses estaban sujetos a su voluntad. Ella decidía cuanto y cómo vivirían, y cuándo y cómo morirían todas las cosas vivientes. Aunque en algunos lugares, se la consideraba la menos poderosa de las tres y solo sobresalia por su belleza. Era la mediana, y se la consideraba hermosa y audaz.

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Skuld, se la asocia con la muerte, con el futuro “lo que debería suceder, o es necesario que ocurra”. También se la podía ver con forma de valquiria, en los campos de batalla. A ella se la representaba siempre mirando en la dirección opuesta a su hermana Urd, y con un espeso velo. Las tres hermanas vivian bajo la sombra del árbol Yggdrasil, encargadas de cuidarlo y alimentarlo. Era donde tejian las telas de los destinos de los humanos, incluso los dioses tenian sus telares, que no les estaba permitido ni ver ni tocar, solo ellas sabían la duración de sus vidas. Sus telares eran tan extensos que mientras una de las tejedoras se encontraba en la cima de una montaña en el extremo occidental, otra se encontraba en el extremo oriental. Los hilos del telar eran de diferentes colores, dependiendo de lo que iba a ocurrir en sus vidas, por ejemplo, un hilo negro, significaba que iba/va o ya ocurrió un desastre. Pero no tejian el destino de los seres caprichosamente, sino que lo hacían ciegamente.

Los Vanir Aunque los habitantes originales del cielo eran los Æsir, ellos no eran las únicas divinidades que las razas nórdicas veneraban, pues también reconocían el poder de los dioses del mar, del viento, de los bosques y las fuerzas de la naturaleza. Se denominan Vanir, vivían en Vanaheim y gobernaban sus dominios a su deseo. Njörðr rige el viento, el mar y el fuego, y tiene como esposa a Skaði, la cazadora. Frey y Freyja son hijos de Njörðr: Frey rige la lluvia y el sol y se lo invoca para conseguir buenas cosechas, representa la fecundidad; Freyja es la diosa del amor. Los principales son Njörðr, el padre de los dioses Vanir y dios del mar, Frey el dios de la fertilidad y Freyja la diosa del amor y de la sexualidad. Estos vivían junto a los Æsir en el Asgard, luego del intercambio de rehenes tras la guerra que los enfrentó. El poema Skírnismál de la Edda poética islandesa cuenta la historia de Freyr buscando su amor. Freyr sentado sobre el trono de Odín, sobre los mundos, espíaba la giganta Gerd, de la cual se enamoró. Entregó su caballo y su espada mágica a Skirmir, a cambio de que fuera a buscar a Gerd y manifestarle el amor que Frey sentía por ella. Skirmir lo hizo, y luego de amenazar a Gerd con maldecirla, ella aceptó casarse con Frey. Debido a este incidente, Frey no tendrá su espada cuando llegue el Ragnarök. Para terminar la guerra entre los dioses, ambos bandos acordaron intercambiar rehénes. Sin embargo los Vanir fueron engañados; furiosos cortaron

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la cabeza de uno de sus rehenes, Mímir, y la enviaron a los Æsir. Odín recibió la cabeza y la colocó bajo el árbol de la vida, el Yggdrasil. El origen de algunos Vanir, como Skaði, Lýtir, Gerd y Óðr es debatido. Óðr apenas es mencionado en las Eddas como esposo de Freyja, pero nada más se sabe de él (aunque a veces parece ser uno de los nombres de Odín). Los dioses Njörðr y Frey aparecen en la Saga de los Ynglings de Snorri Sturluson como reyes de Suecia. Sus descendientes en el trono de Suecia pueden ser llamados Vanir como: Fjölnir que era hijo de Frey y de la giganta Gerd. Sveigder que se casó con Vana de Vanaheim con quien tuvo como hijo a Vanladi cuyo nombre se relaciona con los Vanir, y que se casó con una hija del jotun Snær.

Orlog En la mitología nórdica, Orlog sería la encarnación de la idea de destino, hecho, karma, sincronicidad, fatalidad, devenir de todas las cosas en general, mientras que Wyrd, sería más a nivel individual, lo que les ocurre a cada ser. Son dos aspectos de la misma cosa que podríamos representar como el Tiempo. Es interesante notar que ciertas diferencias se presentan como aspectos complementarios. Ambas realizan el Cosmos según el plan universal en el que se manifiesta lo Absoluto y lo Abstracto en algo limitado, objetivo y concreto. Orlog se describe como la ley exterior que rige el destino del Universo. Aparece a veces con la entidad de una especie de “Diosa Primigenia ‘, una entidad sin principio ni final, muy similar a la concepción mas ancestral de Cronos como señor del tiempo. Más tarde se fraguo la imagen de una entidad asexuada anciana. Los decretos del Orlog no se pueden dejar de lado, y es el patrón establecido por el Orlog , el llamado “tapiz o hilo del destino “que tejen las Nornas, obligadas por poderes que escapan a su control.

Los Jotuns Los gigantes o jotuns (jötnar, iotnar, þurs, eotenas, etc.) son seres peligrosos para los hombres. Estos se pueden comparar con los titanes y gigantes de la mitología griega y generalmente se traducen como “gigantes”, aunque “trolles” y “demonios” se han sugerido como alternativas útiles. Son seres monstruosos y enormes, pero también sabios (como Mímir) y ricos, de los que se benefician los dioses en ciertas circunstancias. Están en

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el origen del cosmos (que se forma del cuerpo de Ymir). Algunas gigantas poseen una gran belleza (por ejemplo Gerðr).

Hamingja En la tradición Hafskjold-Stav , la Hamingja es concebida como la fuerza que se cree que fluye a través de la familia. El estilo de vida y conducta de la familia afectara a la Hamingja para bien o para mal. Esto puede considerarse en principio en un nivel puramente físico, en la que la Hamingja se puede considerar como una representacion de la reputación de la familia. Las acciones de cualquier miembro puede afectar a la reputación de toda la familia, pues cada persona cuenta con su propia “porcion” de esa Hamingja personal, formando parte de un todo familiar, por eso cada acto, cada ofensa o falta es tenida en cuenta, ya que estas manchas empeoran la reputacion y pueden durar a través de varias generaciones. En un plano más esotérico, la Hamingja puede considerarse como una representacion de muchas facetas del “alma”’, cada faceta de las cuales fue separada en el alma de una persona y, sin embargo, son a su vez parte del alma común de toda la familia. Se puede observar a partir de ello que la “reputación” podría afectar todo el futuro de la familia y las acciones de un miembro de la familia podrían crear buena o mala, suerte para muchas generaciones venideras. Cada familia se consideraba como procedentes y descendientes de una de las deidades, depositarios de su esencia y dones, y por lo que de acuerdo a la vieja tradicion y credos se dicta, cada individuo es una extensión de esa deidad. Esto se demuestra en “La Lista de Rig ‘. Por otra parte, podriamos mencionar la Crónica anglosajóna con muchas listas de genealogías que se remontan a Odin. Más tarde, cuando el cristianismo se convirtió en la principal religión, Odin se consideraba descendiente de Adán. El objetivo principal de este aspecto de la Hamingja fue tratar de llevar una vida digna , preservar intacta el alma grupal de la familia que vuelve a deidad limpia, como esta la habia entregado. Después de la muerte, el alma individual iría al Hel - esto no es concebido como un lugar de castigo, al igual que en la tradición cristiana, sino mas bien como un lugar de descanso entre encarnaciones. (En este sentido, la figura de la diosa Hella como cadáver putrefacto que constituye la mitad de su ser y la otra mitad representada por una bella mujer nos muestra claramente una concepcion presente en la triple diosa en el aspecto de la transformación de Crone Woman a Maiden, se plasma el concepto de muerte

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y renacimiento). La muerte es generadora de vida, la Crone Maiden es guardiana del tiempo y la transformacion, mientras que la Maiden es la garante de vida, la puerta al renacer y el nuevo comienzo). Otra posibilidad es que el alma se vaya a Asgard a residir en la sala de la familia de la deidad tutelar: en otras palabras, se convertirán en uno con su deidad patrona. Se trataba de un destino final, el alma no se prepara ni se transforma para renacer de nuevo. Esto podría ser debido a que el individuo en particular ha vivido una vida satisfactoria y de acuerdo al patron trazado por los dioses o que ha alcanzado un nivel comparable al concepto budista de la Ilustración, o para todo su entorno familiar el Hamingja (alma grupal) haya alcanzado un status de pureza que se considere digno. Hay una sala en el Asgard con un techo de oro, donde se supone gozan de la eternidad estos muertos. En la tradición Hafskjold, una persona sólo puede ser reencarnada de nuevo en su propia familia o linea de parentesco mas cercana, que sigue siendo parte de su Hamingja. Si la línea familiar ha muerto ya, y por tanto, la Hamingja llegó a su fin, ninguna de las almas pueden renacer. Se acepta que pueden tener dos destinos, ya sea permanecer en Hel, o se convierten en fantasmas. (Otra creencia es que cuando la familia falleció y finaliza la línea, todo el Hamingja y las almas fuesen elevados al Asgard, pero esto parece demasiado fácil: la entrada en el Asgard debería exigir algo más que simplemente ser el último de su línea familiar). Esto explica la feroz lealtad a la familia y la severa venganza que podría ser instigada por el asesinato de un miembro de la familia. Desde el punto de vista que hemos tratado la conducta y actos que se tomen al respecto afecta también a su Hamingja y la de generaciones venideras (cuando no mancha tambien a las precedentes), asi que hay que actuar para limpiar esta mancha. Esto no solo explica esta costumbre de la venganza sangrienta, sino que también explica la fuerte presencia y predicamento del código de honor que los países nórdicos estiaban contemplar entre sus gentes y su modo de vida. La Hamingja también explica por qué es tenido en tan gran conpcepto la idea de estar dispuesto a morir en la batalla: el alma individual iría directamente a lado de Odin y moraria en el Asgard sin dar pasó a más encarnaciones ya que habria alcanzado el status perfecto, ser un Einherjer, un siervo directo de la voluntad y el deseo de Odin en su guardia de Elite, no se contempla destino mas elevado en la concepcion mistica nordica. El fallecido es parte de los elegidos de los dioses,negando así el riesgo de residencia permanente en el Hel. De esta forma, se alivia la carga en la

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Hamingja familiar, y los que aun residen entre los vivos, cuentan ahora con el apoyo de un Minni, un antepasado notable, a la diestra de los dioses, alguien a quien recordar y honrrar con honor en cada festejo

Enanos y Elfos Mientras los dioses estaban ocupados en crear la Tierra y proporcionarle iluminación, una horda de criaturas con aspecto de gusano habían estado reproduciéndose en la carne de Ymir. Estas desagradables criaturas terminaron atrayendo la atención divina. Convocándoles ante su presencia, los dioses les dieron primero forma y les dotaron de una inteligencia sobrehumana, después los dividieron en dos grandes clases. Aquellos que eran de naturaleza oscura, traicionera y taimada, fueron desterrados a Svartalfheim, hogar de los enanos negros, lugar situado bajo tierra y de donde no se les permitía salir durante el día, bajo pena de ser transformados en piedra. A éstos seres se les llamaba enanos, trolls, gnomos o kobolds, y empleaban toda su energía y tiempo en explorar los escondrijos secretos de la Tierra. Coleccionaban oro, plata y piedras preciosas, que guardaban en grietas secretas. Al resto de estas pequeñas criaturas, incluyendo todos los que eran hermosos, benignos y provechosos, los dioses les llamaron hados y elfos, y fueron enviados para que moraran en el espacioso reino de Alfheim, hogar de los elfos de luz, situado entre el cielo y la tierra, de donde podían descender siempre que quisieran, para cuidar de las plantas y las flores, jugar con los pájaros y las mariposas o bailar en la hierba a a la luz de la Luna. Odín, que había sido el espíritu líder en todas éstas empresas, ordenó a los dioses, sus descendientes, que le siguieran hasta la vasta llanura conocida como Idawold, que se encontraba muy por encima de la Tierra, al otro lado de la gran corriente Ifing, cuyas aguas nunca se helaban. En el centro del sagrado espacio, que desde el comienzo del mundo había sido reservado para su propia morada y había sido llamado Asgard (hogar de los Dioses), los doce Ases (dioses) y las veinticuatro Asynjur (Diosas) se reunieron en asamblea a la llamada de Odín. Se celebró un gran consejo, en el cuál se decretó que no se derramaría sangre dentro de los límites de su reino, durante el tratado de Paz, pues la armonía debía reinar allí por siempre. Como resultado de la conferencia, los dioses también construyeron una fragua, en la que diseñaron todas sus armas y herramientas requeridas para construir los magníficos palacios de metales preciosos, en los cuales vivie-

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ron durante muchos años en un estado de felicidad tan perfecta que este período pasó a llamarse la Edad de Oro.

Ragnarok El fin del mundo o Ragnarok quiere decir “el destino de los dioses”. La llegada de Ragnarok estaría precedida por el invierno llamado Fimbulvetr, con inmensas nevadas, hielos y vientos gélidos en todas las direcciones. Después de tres inviernos seguidos, sin ningún verano de por medio, el sol no sería capaz de acabar con las heladas, el mundo estaría sumido en grandes batallas con los hermanos matándose entre sí. Los lobos que perseguían los carros del Sol y de la Luna por fin los alcanzarían y los devorarían, las estrellas se precipitarían del cielo y la tierra sufriría grandes temblores que provocarían el derrumbe de las montañas sobre Midgard. A continuación, el relato del fin del mundo describe otra serie de desgracias. El lobo Fenris se soltará de sus cadenas y abrirá su boca expulsando fuego hasta tocar el cielo y la tierra. Las aguas inundarán la tierra. La serpiente de Midgard se revolverá con furor y saltará a la tierra, escupiendo veneno. Se rasgará el cielo y vendrán cabalgando los hijos de Muspellheim, precedidos por Sutur y su brillante espada, cuando cabalguen sobre Bifrost se romperá. A la llanura de Vigrid también llegarán Loki, seguido por todas las criaturas del infierno, Hrym y todos los gigantes de hielo. Heimdall se levantará y, después de soplar tres veces su cuerno, despertará a todos los dioses que se reunirá en asambleas. Odín cabalgará hasta el puente de Mimir y le pedirá el consejo. Entonces temblará Yggdrasil, el fresno del mundo, y no habrá nadie que no tenga miedo. Los asios y los guerreros del Valhall vestirán sus armas y cabalgarán hasta el llano. Primero irá Odín con su yelmo, su coraza de oro y su lanza Gungnir, y lo atacará el lobo Fenris, Thor no le podrá ayudar pues tendrá que enfrentarse a la serpiente Midgard. Frey luchará contra Sutur, pero morirá por no tener la espada que le dio Skirnir. Entonces soltarán al perro Garm, el más temido de los monstruos, que está atado en Gripahell y luchará contra Tyr, ambos morirán. Thor dará el golpe de muerte a la serpiente Midgard y entonces retrocederá nueve pasos y morirá ahogado por el veneno de ésta. El lobo se tragará a Odín, y así morirá el padre de todos. Pero Vidar pisará la mandíbula de Fenris con su zapato y se la romperá al tirar de la mandíbula superior. Loki luchará con Heimdall y los dos morirán, entonces Sutur arrojará fuego sobre los nueve mundos. Pero no todo morirá. Sobrevivirán

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Vidar y Vali, a quienes el fuego de Sutur no consigue dañar, estos dos dioses habitarán en Idavellir, en el mismo lugar donde antes estuvo Asgard, hasta allí también irán Magni y Modi, los hijos de Thor, portando a Mjollnir, el mar­tillo de su padre. Y del infierno vendrán Balder y Horder, y habla­rán de las viejas runas, y encontrarán en la hierba los escaques de oro que algún día pertenecieron a los asios. En un bosque llamado Hoddmimir, escondidos del fuego, estarán dos hombres, Lif y Leifthrasir, que se alimentarán algún tiempo de rocío siendo los padres de una descendencia que habitará todos los mundos.

Yggdrasil Yggdrasil (o Yggdrasill) es un fresno perenne, también llamado el Árbol de la Vida, o fresno del universo, en la mitología nórdica. De su raíz emana la fuente que llena el pozo del conocimiento, custodiado por Mímir. Sus raíces y ramas mantienen unidos los diferentes mundos, divididos en diferentes niveles. En el Nivel más alto están: Asgard o Gotheim, el reino de los dioses Ases o Aesir. Allí encontramos Valhalla, la morada de Odin. Cada dios posee una morada diferente. Asgard está conectado con Midgard, mediante el puente arcoíris llamado Bifrost que está vigilado por el dios Heimdall. Vanaheim el Reino de los vanir (la tribu de los dioses de la naturaleza y de la fertilidad). Alfheim el Reino de los elfos de la luz (también conocido como Ljusalfheim). En el Nivel central: Midgard o Mannheim, el mundo de los hombre. Jötunheim o Utgard, es el reino de los gigantes. Svartalfheim es el reino de los enanos y de los elfos negros. En el Nivel más bajo, encontramos: Helheim el dominio de los muertos. Niflheim el mundo del hielo, el terror y de las brumas. Muspelheim el mundo primordial de fuego, allí se encuentra el Ginnungagap. Yggdrasil rezuma miel y cobija a un águila sin nombre que entre sus ojos tiene un halcón que se llama Veðrfölnir, a una ardilla llamada Ratatösk, a un dragón llamado Níðhöggr y a cuatro ciervos, Dáinn, Dvalin, Duneyrr y Duraþrór. A los pies del árbol se encontraba el dios Heimdall que era el encargado de protegerlo de los ataques del dragón Níðhöggr y de una multitud de gusanos que trataban de corroer sus raíces y derrocar a los dioses a los que este representaba. Pero también contaba con la ayuda de las nornas, que habitaban cerca de las raíces, que lo cuidaban regándolo con las aguas del pozo de Urd.

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Las Runas Históricamente, la colección de Runas más vieja que se conoce es el Futhark Antiguo, llamado muchas veces Futhark Germánico o Futhark común. El Futhark Antiguo contiene 24 caracteres rúnicos y toma su nombre del ordenamiento de los mismos, como el Alfabeto toma el nombre de las primeras letras griegas (alfa, beta), o el Abecedario de las suyas (a, be, ce). Así, el Futhark toma su nombre del sonido de las primeras runas. Decir Futhark es el equivalente a decir alfabeto o abecedario. Cada una de las Runas es mucho más que una letra. Un concepto preciso en sí misma, que a su vez tiene un significado simbólico. Históricamente, se cree que la palabra RUNA proviene de la raíz indo-europea “ru”, que significa “misterio o secreto”. La palabra misma se asocia con la espiritualidad y la magia. Se cree también que la antigua palabra alemana “runa”, que significa susurro, llevaba la connotación de “sabio”. Muchas escuelas afirman que el Futhark es el “susurro de los Dioses”, pero a esas escuelas les fascinan las palabras místicas llamativas. A diferencia de lo que muchos creen, las runas son posiblemente un producto de encuentros e intercambios culturales entre los romanos y los germanos. La problemática es el sistema que se empleó a la hora del cambio de muchos de los carecteres. Aunque las runas son muy antiguas, debemos tomar en cosideración que no pasan los 2000 años. El artículo rúnico más antiguo conocido es la Lanza de Øvre Stabu en Illerup, Noruega. La inscripción rúnica está escrita en Protonórdico usando las runas del Futhark Antiguo, y data del 175 EC. Otra inscripción incluso más antigua, pero sobre la que no hay un consenso claro, es la Fíbula de Meldorf, que data del año 50 EC. Si esta fíbula realmente fuera rúnica, sería el objeto de este tipo más antiguo de todos y diría (HIWI), una palabra que significaría “para la esposa o mater familias“ Una de las mayores contradicciones con respecto a las runas del Futhark Antiguo es que la mayoria de inscripciones previas al 400 EC se encuentran principalmente en Escandinavia en vez de la misma Germania. Las zonas del norte de Alemania son las que menos tienen objetos grabados con runas en su historial arquelógico. Esto supone una enorme contradicción a la teoría de la influencia latino-etrusca, y lanza practicamente el origen de las runas a Dinamarca, muy lejos de los romanos. Cualquiera que haya sido el origen de las runas sigue siendo en gran medida un misterio. Las runas han sido objeto de un gran estudio lingüistico y arqueológico. Los germanos y escandinavos solían dejar mensajes en piedras y objetos,

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ya fuera con la intención de comunicar algún mensaje o hacer un encantamiento. Hay decenas de piedras y artículos con inscripciones rúnicas que aún son un misterio, pero también hay muchas que han sido completamente descifradas y por medio de estas hemos logrado revelar historias personales, y hasta coincidencias con sagas e historias populares o mitológicas. Se sabe que muy pocas personas entendían y practicaban el oficio de las runas. Una pista de este dato la podemos encontrar en el Rigsthula, donde Heimdalr le enseña las runas a Jarl, una persona de clase alta. Podríamos deducir que solo aquellos nacidos en situaciones acomodadas podrían haber pagado por tal entrenamiento y educación; eso, o podrían haber sido toda una casta cúltica dedicada a esto, pero yo me inclino más por la primera opción debido a su similitud con el típico comitatus de los germanos. Las runas al ser métodos de escritura se fueron modificando al mismo tiempo que los idiomas para poder cubrir sus nuevos aspectos fonéticos. Es por ello que existen diferentes tipos de Futhark, por ejemplo el Futhorc Anglosajón, el Futhark Joven (en sus diferentes variaciones) y el Futhark Latinizado Islandés, entre otros. Desgraciadamente en aquella época no existía una institución lingüistica que documentara o normalizara los idiomas para llevar un contro estricto de los mismos, esto definitivamente causó la evolución de los idiomas, y por ende, su escritura. Con respecto a sus usos en magia, hechicería y adivinación se sabe prácticamente nada, la tradición de las runas se perdió y murió con la prohibición de las artes ocultas por parte del Cristianismo. Así que cuando vean un libro de runas en un estante de una librería, que enseñe como usar las runas en lecturas o incluso como hacer magia con ellas, es probable que solo se trate de una construcción moderna de adivinación con bases en tarot y otros métodos de otras culturas de las cuales si sobrevivieron. Entonces entendamos que todas las guías y libros esotéricos de runas son simplemente un método moderno que varía de autor a autor. Y aunque hay muchas muestras de la magia rúnica y hechizos en muchos objetos, no tenemos idea de cómo se construían si quiera o si llevaban una preparación ritual previa o no. Gracias a autores como Stephen Flowers aka Edred Thorsson, Ralph Blum, Donald Tyson y casi cualquier otro autor de libros de runas, éstas se han puesto al alcance de los tarotistas new age que las han visto como algo que cualquiera pueda tocar. Estos autores dieron nacimiento a lo que llamamos Runismo Operante o Runismo New Age, que consisten en un sistema de lectura demasiado alterado y sincretizado con conceptos que nunca tuvieron que ver con las runas. Algunos ejemplos son, Tiradas de Tarot, Yoga

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Rúnico (Stadhagaldr), Mantras (Galdr), Sigilos (bindrunes), magia dracónica, atribuciones y menciones al dios cristiano y otro montón de disparates que parece más algunas payasadas gnósticas que otra cosa. Las runas no son eso, no existen las posiciones con las runas, no existen los mantras, las runas no se invocan, y los sigilos y bindrunes son tan malentendidos que su mismo intento de crearlos solo puede crear un garabato en la mayoría de los casos. Es más, con que las runas vengan en libros instructivos ya es bastante vergonzoso. Ningún pueblo practica el arte de la adivinación y de los augurios de una forma más diligente. El procedimiento es simple. Se corta una rama de un árbol que tenga frutos y se hace pedazos. Se practican ciertas marcas sobre los pedazos, para poder distinguirlos, y se arrojan a la buena de dios sobre un paño blanco. Sobre cuestiones públicas el sacerdote de cada estado es particular, si se tratara de cuestiones privadas el padre de familia, invoca a los dioses y mirando al cielo recoge tres de los pedazos en los que lee los designios de acuerdo con las marcas previamente impresas en ellos.

El Galdr El galdr es una palabra del nórdico antiguo para referirse a un “hechizo” o un “encantamiento”, pero traducido literalmente significa “cantar.” El significado de la palabra junto a las evidencias escritas en la literatura y mitología nórdica nos muestran que estos cantos tenían la intención de hechizar. Veamos un ejemplo de las Eddas, en el Svipdagsmál hay un capítulo llamado Grógaldr, en este capítulo podemos apreciar a Svipdag levantando a su madre (una Völva) de entre los muertos con un hechizo para pedirle consejo y protección en un viaje al que fue enviado por su malvada madrastra, que tenía la intención de ser un viaje imposible. Un galdr no es solo cantar y repetir el nombre de la runa o una fórmula mágica como se nos ha enseñado, hay muchas más maneras de hacer un galdr hasta de forma poética. Lo extraño es que esto casi nunca es mencionado en los libros más conocidos sobre runología y solo se da una pincelada, lo común es cantar el nombre de las runas una y otra vez, decir FU FA FE FI FO o solo decir la famosa fórmula “ALU”. Para las culturas nórdicas la poesía era la magia, todo se hacía con poesía, las historias de dioses y héroes eran poesías. No es de extrañarse que la poesía sea la base de la magia ya que el dios Odín era en sí el más grandioso mago y poeta, como se menciona en el Ljóðatal del Hávamál, donde Odín clama saber 18 galdrar.

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Los galdrar tienen una variedad de usos casi infinitos, así como uno de los mencionados anteriormente vemos que había necromancia pero también había hechizos de protección, amarres, fortuna, amor, salud y cuantas otras cosas se nos pueda ocurrir. La mayoría de datos recolectados a través de las Sagas y Eddas no mencionan una preparación específica de un espacio, el uso específico de algún utensilio más que los báculos usados por las Völvas mencionadas en las sagas nórdicas (de los cuales no se menciona que sean imprescindibles) o de algún tono específico para cantar un galdr. ¿Entonces qué se sabe? Pues realmente no se sabe nada sobre cómo se hacía, solo se sabe que era “cantado” y listo. Al menos hoy en día se especula que es un tipo de canto monótono ya sea en falsetto o diafragmado, pero también se cree que podría ser gritado, ya que el verbo galan del inglés antiguo que significa “cantar” está relacionado a giellan un verbo que dio nacimiento a la palabra yell del inglés moderno que significa “gritar”, así como todos a su vez está relacionados al verbo galdr. Por lo que al final las especulaciones son infinitas y sujetas a la interpretación de las mentes abiertas

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Los Nueve Mundos

Según la mitología nórdica, el mundo estaba dividido en nueve partes o los nueve mundos, en los que se encontraban todos los elementos animados e inanimados del universo.

Muspelheim El Muspelheim, también llamado Muspel , es el reino del fuego en la mitología nórdica. Es el hogar de los gigantes de Fuego, de los cuales Surt era el más poderoso. Se cree que el Muspelheim era el más elevado de todos los reinos, y se encontraba por encima de Asgard, el hogar de los Aesir. Más al norte se encontraba Niflheim, el reino del hielo, dominio de Hela, hija de Loki y Angrboda. En la mitología nórdica la creación se inicia del contacto entre el fuego y el hielo en el inmenso vacío inicial conocido como Ginnungagap, creándose el agua. Los objetos brillantes del cielo nocturno, como planetas, cometas y estrellas surgieron de las chispas del Muspelheim. En el Ragnarök, los cielos se abrirán y Surt saldrá del Muspelheim seguido de todos sus gigantes, marchando hacia Asgard y destruyendo a su paso el puente Bifrost, que es el puente que une Asgard con Midgard.

Nifleheim Forma parte de Helheim, donde reina la diosa o gigante Hela (hija de Loki y Angrboda), junto con su perro Garm. Niflheim (también escrito ‘Niflheimr’ o ‘Nifelheim’, «Hogar de la niebla»), en la mitología nórdica,

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es el reino de la oscuridad y de las tinieblas, envuelto por una niebla perpetua. En él habita el dragón Níðhöggr que roe sin cesar las raíces del fresno perenne Yggdrasil. Después del Ragnarök el dragón se dedicará a atormentar las almas que queden en el mundo. En él se encuentra la fuente que alimenta a todos los manantiales del universo. Hay dos fuentes: Caldera Rugiente y Ondas Gélidas. En uno de los mitos cosmogónicos, Niflheim es la materia fría, lo opuesto al Muspelheim o materia caliente. El mundo nació del choque de éstas en el espacio mágico, llamado Ginnungagap.

Midgard En la mitología nórdica, Midgard es el mundo de los hombres creado por los dioses Odín y sus hermanos, Vili y Ve tras el combate con el gigante primigenio Ymir. Midgard representa la tierra asentada por los hombres, un “asentamiento/residencia en el centro del mundo conocido”, de allí el término común de “Tierra del Medio” (nivel central del árbol Yggdrasill). Tras la batalla, Odín y sus hermanos Vili y Ve tomaron el cadáver del gigante Ymir y lo llevaron al gran abismo para comenzar la creación de un mundo habitable. Así, con su piel crearon la tierra, con su sangre y sudor los océanos, con sus huesos las rocas y las montañas, con su vello la vegetación, con sus dientes los acantilados, donde también colocaron las cejas del gigante para hacer de frontera con el mar. Para concluir la obra los Dioses pensaron cerrar este mundo con la bóveda craneana del derrotado encargando a cuatro enanos su sujeción. Estos se llamaban Norðri, Suðri, Austri y Vestri y simbolizaban los cuatro puntos cardinales. Al colocar la bóveda del cielo con el cráneo del vencido, sus sesos se esparcieron por el aire dando lugar a las nubes. Sin embargo, aún este nuevo territorio estaba oscuro, así que los dioses decidieron ir a Muspelheim para robar las centellas de la espada de Surtr. Con las dos más grandes crearon el Sol y la Luna, que fueron colocadas sobre dos carros que girarían sin parar sobre Midgard, turnándose en el firmamento para crear el día y la noche, y con el resto las estrellas. Para mantener vivo el giro perpetuo de las carrozas hicieron que los lobos Sköll y Hati las persiguieran, tratando de alcanzarlas sin conseguirlo, salvo en ocasiones excepcionales, cuando se producen los eclipses. Los dos lobos simbolizaban la “repulsión” y el “odio” respectivamente. La carroza del Sol era tirada por el blanco corcel Skin, que con su trotar producía la brillante

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luz del día, mientras que el otro carruaje era tirado por Hrim, caballo negro que a su paso producía el rocío y las escarcha. Midgar se encuentra rodeada por un océano en el cual vive una serpiente enorme, que evita que se desborde, rodeándolo con todo su cuerpo. También hay un puente arco íris, llamado Bifrost, que une esta tierra con Asgard. Una vez que los dioses contemplaron su obra, tan solo añadieron las estaciones de invierno y verano y pensaron que estaba lista para recibir a los primeros humanos.

Asgard Asgard es la tierra donde moran los Ases, en el árbol de Yggdrasill, dioses gobernados por Odín y su esposa Frigg y rodeado por una muralla casi impenetrable. Dentro encontramos el castillo de Thor, Bliskirnir; los salones del Valhalla, lugar donde van los dioses caídos en batalla; y Vingolf, lugar de reunión. Tras una batalla a la cual se conoce como Batalla de Vanir sus murallas originales fueron destruidas, los dioses llegaron a un acuerdo con un gigante al cual Loki (dios de la mentira) le prometió el Sol, la Luna y a la diosa Freyja, pero, ellos no contaban con que el gigante tenia un caballo mágico que le permitía traer los objetos que quisiera. Los dioses solo le darían su recompensa si se terminaba rápidamente y al ver que casi estaba terminado, hicieron que Loki se disfrazara de yegua para evitar que el caballo le ayudara. Y funcionó, el gigante estaba tan furioso que lanzó un ataque contra los dioses, pero Thor lo derrotó. El gobernante de Asgard era Odín, que era hijo de Cronos, el cuál construyó Asgard para dominarlo pero antes de terminarlo Odin junto a sus hermanos decidió derrocarlo y encerrarlo en una prisión para tomar el mando quedándose con el. Mas tarde durante el sueño invernal de Odín estuvo gobernada por Thor. Cuando despertó, Thor intento arrebatarle el trono pero solo logro ser exiliado, Loki también intento gobernar Asgard miles de veces ya fuera solo o con ayuda de los demás enemigos de Asgard.

Jötunheim Jötunheim es el mundo en Yggdrasill de los gigantes llamados jötnar. Habían de dos tipos: Roca y Hielo.

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Desde allí amenazan a los humanos de Midgard y a los dioses de Asgard, de los que están separados por el río Iving, el cuál, cuenta la leyenda, que nunca se congelaría, sin importar cuanto frío hiciera, y continuaría fluyendo hasta el fin de los tiempos. La ciudad principal de Jotunheim es Utgard, una fortaleza rodeada de hielo y nieve. También se encontraban Gastropnir, hogar de Menglad, y Þrymheim, hogar de Þjazi (responsable del rapto de la diosa Iðunn), estaban ubicadas en Jotunheim, que era gobernado por el rey Þrymr (rey de los Jotu, gigantes de escarcha). Glæsisvellir era el lugar dentro del Jotunheim donde vivía el gigante Gudmund, padre de Höfund. Cuenta la leyenda, que todo aquel que visitaba Glaesisvellir, regresaba joven y saludable.

Vanaheim Vanaheim o Vanaheimr es el hogar de los Vanir, uno de los dos clanes de dioses en la mitología nórdica junto con los Æsir. El nombre aparece en la Saga de los Ynglingos de Snorri Sturluson. En esa obra, los dioses aparecen, como héroes del pasado, y el nombre de su reino es relacionado con el río Don, en Rusia. Es por ello que es discutible el hecho de contar a Vanaheim como uno de los nueve mundos de la cosmología nórdica. Vanaheimr es mencionado una sola vez en la Edda poética, en una estrofa del poema Vafþrúðnismál. En Vafþrúðnismál, Gagnráðr (el dios Odín drisfrazado) participa en un juego de sabiduría con el jötunn, Vafþrúðnir. Gagnráðr le pregunta a Vafþrúðnir de donde viene el dios Njörðr. Vafþrúðnir le responde que Njörðr fue creado en Vanaheimr por “sabios poderosos” y menciona que Njörðr fue intercambiado como rehén durante la guerra entre los Æsir y los Vanir. Además, Vafþrúðnir comenta que, cuando el mundo se acaba (Ragnarök), Njörðr volverá a ser un “sabio Vanir”.

Alfheim En la mitología Nórdica, Alfheim, Álfheimr o Ljusalfheim es uno de los nueve mundos, en el gran árbol Yggdrasill y el hogar de los Elfos. Las sagas nórdicas identifican a dos tipos de elfos que habitan en Alfheim: ljósálfar (o elfos luminosos) y svartálfar (o elfos oscuros que habitan en el interior de las montañas). Alfheim se menciona muy poco, a penas he encontrado algo. Los elfos se describen su mundo como un lugar luminoso, bendecidos por la luz del sol, por lo que podemos suponer que su patria era un reino de

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gracia de la luz y la belleza. El dios Freyr, era el hijo de Njörðr y el hermano de Freyja, era el gobernante de Alfheim.

Svartalfheim Svartalfheim según la mitología nórdica, era uno de los nueve mundos de que se componía el cosmos. Otro de los nombres que posiblemente adopta éste es Niðavellir, en otros manuscritos. En él habitaban, según Snorri Sturluson: El Svartalfar original trabajó las fraguas en el nivel más bajo del árbol del mundo. Sus papel y aspecto varía a través de folclore germánico pero se mencionan a veces con la piel negra u oscura como resultado del trabajo en la forja. Los Dökkálfar (“Elfos oscuros”) son guardianes ancestrales que protegen a la gente, si bien pueden también ser amenazadores, especialmente cuando se les trata groseramente. Normalmente intentan evitar la luz, aunque no sean necesariamente subterráneos. Los Enanos nórdicos o Dvergar son seres de la mitología nórdica, asociados con las piedras, lo subterráneo, la muerte, la suerte, la magia y la tecnología, especialmente la forja. Supuestamente, tenían el mismo tamaño que los humanos. No son descritos como los pequeños hasta el siglo XIII, cuando comenzaron a aparecer en las sagas legendarias, a menudo como un elemento humorístico.

Helheim Helheim o Hel, es conocido como el reino de la muerte, equivalente a nuestro infierno, y es uno de los nueve mundos del Yggdrasil, en la mitología nórdica. Estaba gobernado por Hela, monstruosa hija de Loki, y la entrada era custodiada por un perro conocido como Garm. En este mundo terminaban los que habían muerto por enfermedad o vejez, y una vez se entraba en él ni siquiera los dioses podían salir, a causa del interminable, río Gjöll, que lo rodeaba, cuyas aguas están llenas de afilados cuchillos. También era la frontera con Niflheim, el mundo de las tinieblas. Sólo hay un forma de cruzarlo, y es por un puente que esta custodiado por un gigante llamado Modgud, es el que decide quien cruza y quien no. Al otro lado del puente, encontramos Járnvidr “el bosque de hierro”, bajo los dominios de Angrboda, una gigante, madre de Hela. Este bosque esta formado por árboles con hojas de afilado acero. Quien logra cruzarlo, llega

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a las puertas de Helheim, donde se encontrará al perro guardián de Hela, Garm. En Helheim hay otra zona, llamada Nastrand (playa de cadáveres) también conocido como Naströnd y Nastrandir, es una sala dentro del reino de Hel donde irán las almas de las personas viles, los asesinos, los perjuros y los mentirosos notorios. También en Nastrand como en el resto del Helheim el sol nunca brilla y los puertos de la sala se abren todos hacia el norte. Las paredes están cubiertas con serpientes que miran todas hacia adentro, escupen sin parar veneno así que esto fluye en torrenciales por la sala y llena todo con vapores venenosos. El Nastrand tiene similitud con el infierno, según las creencias cristianas.

El Puente Bifröst. Era, por supuesto, esencial que el árbol Ygdrassil se mantuviera en perfectas condiciones de salud, una labor que realizaban las Nornas o Destinos, que lo rociaban diariamente con las aguas sagradas del manantial Urdar. Esta agua, al deslizarse hasta la tierra a través de las ramas y las hojas, suministraba con miel a las abejas. Desde ambos límites de Niflheim, arqueándose muy por encima de Midgard, se alzaba el puente sagrado, Bifröst (Asatru, el aro iris), hecho de fuego, agua y aire, cuyos palpitantes y cambiantes matices retenía y sobre el cual viajaban los dioses de un lado a otro de la Tierra o hasta el manantial Urdar, al pie del fresno Ygdrassil, donde se reunían diariamente en asamblea. De entre todos los dioses, Thor, el dios del trueno, era el único que nunca pisaba sobre el puente, por miedo a que sus pesados pasos o el calor de sus relámpagos lo destruyera. El dios Heimdall guardaba custodia y vigilancia allí día y noche. Estaba pertrechado con una espada mordaz y portaba una trompeta de nombre Gjallarhorn, con la cual solía soplar generalmente una nota suave para anunciar la venida o la ida de los demás dioses, pero la cual serviría además, para hacer sonar un terrible estruendo cuando Ragnarok, el gigante de hielo y Surtr, llegaran con intención de destruir el mundo.

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El robo del martillo de Thor Un día al despertar, Thor se percató de que su martillo había sido robado, rápidamente pensó que Loki tenía algo que ver y tras interrogarle, éste le sugirió que fuera donde los gigantes, que ellos seguramente sabrían lo ocurrido con su arma. De este modo pidió prestado el traje de plumas a Freya y partió volando al reino de los gigantes, en donde lo encontró, ya que había sido robado por Thrym, rey de los gigantes, que pedía como rescate la mano de la diosa Freya. Loki ideó un plan, que consistía en disfrazar a Thor con la ropa y el collar de Freya y colocarle un velo en la cara, una vez en la tierra de los gigantes, Thrym ofreció un banquete en honor de su esposa durante el cual Thor se desprendió de su disfraz y agarrando su mar­tillo arremetió contra los gigantes. Aunque Thrym suplicó piedad el dios no lo escuchó, mientras el salón se llenaba de truenos y relámpagos, Thor dio muerte a Thrym y a los demás gigantes.

La leyenda de Sleipnir Según la mitología nórdica, la pared que encerraba a Asgard fue destruida durante una batalla entre los vanios y los asios, por lo que la residencia de los dioses quedaba desprotegida ante un ataque de los gigantes. Cierto día un constructor llamado Blast llegó a Asgard y se ofreció como constructor, pero a cambio se le debía entregar a la diosa Freya, junto con el Sol y la Luna, los dioses necesitaban ayuda para lograr la reconstrucción, pero los

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términos indicados por el gigante eran abusivos. Sin embargo, ante los términos que propuso Loki pensaron que conseguirían parte de la pared y no tenían que hacer frente a las peticiones de Blast, así la pared debía ser construida en el término de tres inviernos. El gigante aceptó el trato pero con la condición de que pudiera usar su semental, Svadilfari, en la reconstrucción del muro. El trabajo procedió mucho más rápidamente de lo que los dioses se habían imaginado y comenzaron a preocuparse, Odín amenazó en matar a Loki si la pared era terminada dentro del plazo asignado, por lo que éste pensó en privar al gigante de su caballo, así tomó la forma de una yegua joven, para engañar al animal y llevarlo al bosque. Cuando Svadilfari volvió, su amo ya estaba demasiado retrasado como para terminar su trabajo, además el constructor estaba tan enojado que reveló su forma verdadera como uno de los peores enemigos de los asios, un gigante de roca. El dios Thor, al darse cuenta, blandió su martillo, Mjollnir, y acabó con Blast. Meses después, Loki volvió a Asgard en donde dio a luz a un caballo de ocho patas, el cual regaló a Odín que le llamó Sleipnir. El caballo podía viajar por mar, tierra y aire y era más veloz que cualquier hombre o especie.

Odín y Mimer En el “canto de Vegtam”, se nos cuenta cómo Odín fue a ver a Hel, la profetisa, para pedirle que le mostrara la suerte de su hijo Balder, pidiendo también consejo a los manantiales. Algunos mitos hablan de que Odín deja su ojo en prenda a Mimer, otros relatan su conversación con la cabeza de Mimer. El nuevo Edda, tras haber dicho que la fuente de Mimer estaba situada bajo la raíz del árbol del mundo, Yggdrasil, que se extiende hacia Jotunheim, añade que la sabiduría y el espíritu están allí ocultos y que Odín un día fue a ver a Mimer y le pidió que le dejase beber del agua de la fuente. Consiguió beber, pero tuvo que dejar uno de sus ojos en prenda. Uno de los conocimientos que Odín consiguió fue la certeza de la llegada del Ragnarok, así la angustia de Frigg por la muerte de Bal­der en Odín se convirtió en resignación, era el conocimiento del regreso del mundo de los muertos de su hijo cuando el mundo de los asios hubiese tocado a su fin. Con el ojo de Odín, el sol, se medía el ocaso y la aurora, cuando anochecía se hundía en el océano para buscar los secretos del abismo, y cuando el alba coloreaba el firmamento, la fuente de Mimer adquiría unos tintes dorados.

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Thor contra la serpiente Midgard Los dioses deseaban realizar una fiesta en la casa de Aeger, pero no podían conseguir la suficiente bebida ya que éste no disponía de un caldero lo suficientemente grande para preparar la cerveza. Pidió entonces a Thor que le buscara uno, pero nadie sabía dónde podría conseguirlo, entonces Tyr le dio la idea de trasladarse hasta el este del río Elivagar, cerca de las fronteras del cielo en don­de habitaba Hymer, su padre, que poseía una caldera de una milla de profundidad. Ante las dudas de Thor, Tyr decidió acompañarlo pa­ra ayudarlo en la empresa que habían de acometer. Entonces Thor tomó la apariencia de un muchacho y junto a Tyr viajaron hasta el palacio de Hymer. En cuanto llegaron, Tyr encontró a su abuela, una gigante de 900 pies, pero su madre que era una bella mujer les ofreció bebidas y les aconsejó que se escondieran bajo unas calderas, pues Hymer, su marido, era muy cruel con los extranjeros. Cuando Hymer volvió de la pesca al anochecer, su mujer lo estaba esperando para comunicarle que su hijo estaba en casa y que lo acompañaba el enemigo de los gigantes, Thor, e indicó hacia donde estaban escondidos. El gigante hizo matar tres bueyes para ofrecer­les una comida aunque no le agradaba la presencia de su enemigo. A la mañana siguiente Thor observó que Hymer preparaba sus botas de pesca y le pidió acompañarlo, a lo que el gigante respondió que no, pero al insistir finalmente le dijo que buscara un cebo y fuera al bote, Thor fue donde estaba el rebaño y sacó el mejor toro de Hymer, le cortó la cabeza y volvió al bote, enseguida partieron, remaron mucho tiempo y al fin Hymer exclamó sorprendido por la fuerza de Thor, que si no se detenían estarían en peligro por la serpiente Midgard, no obstante el dios siguió remando mucho más tiempo. Cuando se detuvieron, Hymer no tardó en pescar dos ballenas, Thor lanzó su caña con el cebo amarrado y logró engañar a la serpiente, la cual quedó prendida del anzuelo, Thor tiró tan fuerte que sus pies atravesaron el barco y llegaron al fondo del mar, desde ese momento Thor y la serpiente lucharon mientras ésta le arrojaba mares de veneno, Hymer en su espanto cogió un cuchillo cuando Thor blandía su martillo y cortó la cuerda de forma que la serpiente se sumergió en el mar nuevamente. Al regresar al palacio, el gigante pidió a Thor que le demostrara nuevamente su fuerza, y le rogó que rompiera su vaso, Thor lo lanzó contra las columnas pero no se rompió, así que su amigo le dio el consejo de que lo tirara contra la frente de Hymer, pues era más dura que cualquier vaso, y

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así lo hizo Thor, el vaso se rompió y la frente del gigante quedó intacta. Pero aún Thor debía sacar esa caldera fuera del palacio, con toda su fuerza tomó la caldera y la subió a su cabeza, mientras sus pies atravesaron el suelo de la sala, colocando la caldera sobre su hombro y blandiendo su martillo masacró a todos los gigantes. Así volvieron a la casa de Aeger, con la caldera necesaria para proveer de bebida a los dioses y poder celebrar su fiesta.

Tyr, Dios de la guerra Tyr, Tiu o Ziu, era hijo de Odín y, según algunos mitólogos, su madre era Frigg, la reina de los dioses, o una bella gigante cuyo nombre se desconoce, pero que era una personificación del mar furioso. Él era el dios del honor marcial y una de las doce principales deidades de Asgard. Aunque aparentemente no tenía una morada concreta allí, siempre era bienvenido en Vingolf o Valhalla y ocupaba uno de los doce tronos en la gran sala de consejo de Gladsheim. Como dios del valor y de la guerra, Tyr era invocado con frecuencia por varias naciones del Norte, que le aclamaban, al igual que a Odín, para obtener la victoria. Que su jerarquía figuraba detrás de la de Odín y Thor está demostrado por su nombre, Tiu, habiéndoselo dado a uno de los días de la semana; el día Tiu que en inglés moderno se ha convertido en Tuesday (martes). Bajo el nombre de Ziu, Tyr era la divinidad principal de los suevos, que originalmente, habían llamado su capital, la actual Ausburgo, Ziusburgo. Esta gente, venerando al dios como lo hacían, solían rendirse culto bajo el emblema de una espada, su atributo distintivo y en su honor se celebraban grandes danzas de espada, donde se interpretaban varias figuras. A veces, los participantes formaban dos largas líneas, cruzaban sus espadas, la apuntaban hacia arriba y retaban al más audaz entre ellos a que diera un salto por encima de ellos. En otros tiempos, los guerreros unían las puntas de sus espadas para formar una rosa o una rueda, y cuando la figura estaba completa, invitaban a su jefe a alzarse sobre el ombligo así formado de hojas de acero reluciente y afilado y entonces lo paseaban por el campamento, triunfantes. La punta de la espada llegó posteriormente a ser considerada tan sagrada que se convirtió en una costumbre el hacer juramentos sobre ella. Un rasgo distintivo del culto a este dios entre los francos y algunos otros pueblos nórdicos era el de que los sacerdotes llamados druidas o godi. Ofrecían sacrificios humanos en sus altares, generalmente cortando el águila extendida o sangrienta sobre sus víctimas, es decir, realizando una profunda

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incisión en cualquiera de los dos lados del espinazo, sacando hacia fuera las costillas así aflojadas y arrancando las vísceras a través de la apertura resultante. Por supuesto, sólo los prisioneros de guerra eran sometidos a esta práctica y era considerado como una gesta de honor entre las razas del Norte europeo el soportar esta tortura sin un solo quejido. Estos sacrificios se llevaban a cabo en toscos altares de piedra llamados dólmenes, que todavía pueden ser vistos en el Norte de Europa. Ya que Tyr era considerado como el dios patrono de la espada, se consideraba que era indispensable el grabar el signo o la runa que le representaba bajo la hoja de todas las espadas, una práctica que la Edda impuso a todos aquellos que desearan obtener la victoria. Tyr era idéntico al dios sajón Saxnot (de sax, o espada) y a Er, Heru o Cheru, la divinidad principal de los cheruski, que también le consideraban el dios del Sol y creían que el filo de su reluciente espada era un emblema de sus rayos.

La Espada de Tyr Según las antiguas leyendas, la espada del dios de la guerra, que había sido fabricada por los mismos enanos, hijos de Ivald, que habían forjado la lanza de Odín. Era considerada muy sagrada por su gente, a cuyo cuidado él había confiado, declarando que aquellos que la poseyeran tendrían la victoria segura sobre sus enemigos. Pero aunque era cuidadosamente guardada en el templo, donde colgaba de forma que reflejara los primeros rayos del Sol matinal, desapareció misteriosamente una noche. Una vala, druida femenina o profetisa, consultada por los sacerdotes, reveló que las Nornas habían decretado que quienquiera que la empuñara conquistaría el mundo y moriría por él; pero, a pesar de todos los ruegos, ella rehusó contarles quién se la había llevado o dónde podría ser encontrada. Tyr, cuyo nombre era sinónimo de valentía y sabiduría, también tenía, según los antiguos nórdicos, a sus órdenes a las blancas valkirias, las asistentes de Odín y creían también que era él quien decidía qué guerreros deberían transportar ellas hasta el Valhalla, para ayudar a los dioses en el último día.

La Historia de Fenrir Tyr era generalmente representado y considerado como un dios manco, al igual que Odín era considerado un dios tuerto. Diversas explicaciones son

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ofrecidas por las diferentes autoridades en la materia; algunos afirman que se debía a que sólo podía concederle la victoria a un bando; otros, porque una espada tenía una sola hoja. Sea como fuere, los antiguos preferían la siguiente versión: Loki se desposó en secreto en Jotunheim con la horrible giganta Angurboda (presagiadora de los tormentos), con la que tuvo tres monstruosos hijos: el lobo Frenrihr o Fenrir, Hel, la parcialmente coloreada diosa de la muerte y Iormungandr, una terrible serpiente. Él guardó en secreto la existencia de estos monstruos tanto tiempo como pudo. Sin embargo, crecieron tanto tan rápidamente que no se les pudo mantener por más tiempo confinados en la cueva donde habían nacido. Odín, desde su trono, pronto se percató de su existencia y también de la inquietante velocidad a la que crecían. Temeroso de que estos monstruos invadieran Asgard y destruyeran a los dioses una vez hubiesen aumentado su poder, Allfoedr decidió deshacerse de ellos y, tras dirigirse hasta Jotunheim, arrojó a Hel a las profundidades de Niflheim, diciéndole que ella podía reinar sobre los nueve tenebrosos mundos de los muertos. Después arrojó a Iormungandr al mar, donde alcanzó unas proporciones tan inmensas que al final terminó por rodear la Tierra hasta el punto de poder morderse su propia cola. Nada satisfecho con las pavorosas dimensiones que la serpiente alcanzó en su nuevo elemento, Odín resolvió llevar a Fenrir hasta Asgard, con la esperanza de, con un trato amable, convertirlo en un animal tratable y gentil. Pero todos los dioses se encogieron consternados cuando vieron al lobo y ninguno de ellos se atrevió a acercarse a él para darle de comer, excepto Tyr, a quien nada le intimidaba. Viendo que Fenrir crecía diariamente en tamaño, fuerza, voracidad y ferocidad, los dioses se reunieron en consejo para deliberar sobre la mejor manera de deshacerse de él. Decidieron unánimemente que, como matarlo profanaría su lugar de paz, lo atarían fuertemente para que no pudiese causarles ningún daño. Con tal propósito a la vista, se hicieron con una gruesa cadena llamada Leding y le propusieron alegremente a Fenrir atarle para poner a prueba su alardeada fuerza. Confiado en que sería capaz de liberarse, el lobo permitió pacientemente que le ataran a conciencia y cuando todos se hubieron puesto a un lado, sin gran esfuerzo se estiró y fácilmente reventó la cadena que le aprisionaba. Ocultando su disgusto, los dioses elogiaron en alto su fuerza, pero después fabricaron una cadena mucho más fuerte, Droma, con la cual, tras algunas

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persuasiones, permitió el lobo que se le volviera a atar como antes. De nuevo, un corto e intenso esfuerzo bastó para reventar sus ataduras, por lo que en el Norte es proverbial usar las expresiones figuradas “soltarse de Leding” y “librarse de Droma”, siempre que sobrevenían grandes dificultades. Los dioses, dándose cuenta ahora que las ataduras normales, por muy fuertes que fueran, no servirían para derrotar la gran fuerza de Fenrir el lobo, le pidieron a Skirnir, sirviente de Freya, que descendiera hasta Svartalfaheim y ordenara a los enanos que fabricaran unas cadenas que nadie pudiese romper. Utilizando artes mágicas, los elfos oscuros manufacturaron una fina soga sedosa, a partir de materiales tan impalpables como el sonido de los pasos de un gato, la barba de una mujer, las raíces de una montaña, la nostalgia de un oso, la voz de los peces y la saliva de los pájaros. Cuando estuvo finalizada, se la entregaron a Skirnir, asegurándole que ningún tipo de fuerza podría llegar a romperla y que cuanto más fuerza tensada, más fuerte se volvería. Armados con esta cuerda llamada Gleipnir, lo dioses se dirigieron junto a Fenrir a la isla de Lyngvi, en medio del lago Amsvartnir y de nuevo le propusieron poner a prueba su fuerza. Pero aunque Fenrir había alcanzado una fuerza aún mayor, desconfió de una cadena que se veía tan fina. Por consiguiente, rehusó permitir que le ataran, a menos que uno de los Aesir consintiera poner la mano en su boca y dejarla allí como garantía de buena fe y de que no fuera utilizada ningún arte mágico contra él. Los dioses oyeron tal decisión consternados y todos se echaron atrás, con la excepción de Tyr, el cual, viendo que los demás no consentirían esta condición, dio audazmente un paso al frente e introdujo su mano entre las fauces del monstruo. Los Aesir rodearon entonces firmemente el cuello y las patas de Fenrir con Gleipnir y cuando vieron que sus más denotados esfuerzos para liberarse fueron infructuosos, gritaron y rieron con júbilo. Tyr, sin embargo, no pudo compartir su alegría, pues el lobo, al verse capturado, arrancó de un mordisco la mano del dios a la altura de la muñeca, que desde entonces se ha conocido como la articulación del lobo. Privado de su mano derecha, Tyr se vio obligado a usar el brazo mutilado para sujetar su escudo y empuñar la espada con la mano izquierda. Sin embargo, tal era su destreza que siguió abatiendo a sus enemigos como antes. Los dioses, a pesar de los esfuerzos del lobo, estiraron el final de la cadena Gleipnir a través de la roca Gjoll y lo ataron al canto rodado Gelgja, el cual fue enterrado profundamente en el suelo. Abriendo sus pavorosas fauces, Fenrir profirió aullidos tan terribles que los dioses, para acallarle, sumergieron una espada en su boca, con la empuñadura apoyada contra la

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mandíbula inferior y la punta en su paladar. La sangre comenzó a brotar entonces, con tales chorros, que se terminó creando un río llamado Von. El lobo estaba destinado a permanecer atado de esa manera hasta el último día, momento en el que rompería sus ataduras y se liberaría para vengar sus agravios. Mientras que algunos mitólogos ven en este mito un emblema del crimen refrenado y convertido en algo inofensivo por el poder de la ley, otros ven el fuego subterráneo, que guardado en sus confines no puede dañar a nadie, pero una vez liberado llena el mundo con destrucción y dolor. Al igual que se decía que el ojo de Odín descansaba en el manantial de Mimir, la segunda mano de Tyr (su espada) se encontraba en las fauces de Fenrir. Él no tiene más necesidad de dos armas que el cielo lo tiene de dos soles. El culto a Tyr se conmemoraba en diversos lugares como en Tübingen, Alemania, que tenían versiones más o menos modificadas en su nombre. El nombre también se la ha dado a la acónita, una planta conocida en los países nórdicos como el “timón de Tyr”.

La Historia de Kvasir Los enanos, habiendo oído de la gran sabiduría de Kvasir, lo codiciaron y, encontrándolo dormido un día, dos de ellos, Fjalar y Galar, le mataron a traición y derramaron hasta la última gota de su sangre en tres recipientes: el hervidor Odhroeir (inspiración) y los cuencos Son (expiación) y Boden (ofrenda). Tras mezclar debidamente esta sangre con miel, crearon un tipo de bebida tan inspiradora, que cualquiera que la probase se convertiría inmediatamente en un poeta, pudiendo cantar con un encanto que le haría ganarse con certeza todos los corazones. Sin embargo, aunque los enanos elaboraron este maravilloso hidromiel para su propio consumo, ni siquiera lo probaron, sino que lo escondieron en un lugar secreto, mientras partieron en busca de más aventuras. No habían avanzado mucho cuando se encontraron al gigante Gilling dormido, echado sobre una orilla húmeda y maliciosamente le llevaron rodando hasta el agua, donde pereció. Después, corriendo hasta su morada, algunos escalaron hasta el tejado, transportando una enorme piedra de molino, mientras que otros, tras entrar, le comunicaron a la giganta que su marido estaba muerto. Tales noticias provocaron en la pobre criatura un gran dolor y salió corriendo al exterior para ver los restos de su esposo. Mientras atravesaba la puerta, los retorcidos enanos dejaron caer la piedra de molino sobre su cabeza, matándola. Según otra versión, lo enanos invitaron al gigante para

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irse a pescar con ellos y lograron matarle enviándole en una barca que hacía aguas, la cual se hundió bajo su peso. Este doble crimen no permaneció impune por mucho tiempo, pues el hermano de Gilling, Suttung, partió rápidamente en búsqueda de los enanos, decidido a vengarse. Agarrándoles con sus poderosas manos, el gigante los llevó hasta un bajío muy dentro del mar, donde seguramente hubieran perecido a la siguiente marea alta de no haber tenido éxito en redimir sus vidas al prometerle al gigante que le entregarían el hidromiel que habían elaborado recientemente. Tan pronto como Suttung les llevó a tierra, ellos le entregaron el precioso brebaje, el cual confió a su hija Gunnlod ordenándole que lo vigilara día y noche, y que no permitiese que ni dioses ni mortales llegaran a probarlo. Para cumplir mejor con esta tarea, Gunnlod transportó los tres recipientes dentro de una montaña ahuecada, donde veló por ellos con el más escrupuloso cuidado, sin sospechar que Odín había descubierto el lugar en el que se ocultaba, gracias a los agudos ojos de sus cuervos siempre vigilantes, Hugin y Munin.

La Búsqueda del Trago Ya que Odín dominaba la ciencia de las runas y ya había bebido de las aguas del manantial de Mimir, él ya era el más sabio entre los dioses. Pero una vez supo del poder de la poción de la inspiración elaborada a partir de la sangre de Kvasir, ambicionó poseer el fluido mágico. Con tal propósito viajó hasta Jotunheim. De camino hacia la casa del gigante, pasó al lado de unos terrenos donde se encontraban nueve feos esclavos atareados recogiendo heno. Odín se detuvo por un momento y les observó en su trabajo y, percatándose de que sus guadañas parecían muy despuntadas, se ofreció a afilarlas, algo que ellos aceptaron entusiasmados. Sacándose la piedra de afilar de su pechera, Odín procedió a afilar las nueve guadañas, creando hábilmente uno filos tan cortantes que los esclavos le rogaron que les regalase la piedra. Con resignación bienhumorada, Odín arrojó la piedra sobre la pared, pero los nueve esclavos saltaron simultáneamente para cogerla, hiriéndose entre ellos con sus afiladas herramientas. Enfurecidos ante sus respectivos descuidos, comenzaron a pelearse y no se detuvieron hasta que todos estuvieron o bien heridos de muerte o muertos. Impávido ante esta tragedia, Odín continuó su viaje, llegando poco después a la casa del gigante Baugi, un hermano de Suttung, el cual le recibió

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de forma hospitalaria. En el transcurso de la conversación, Baugi le informó de que estaba muy azorado, pues era tiempo de cosecha y todos sus hombres acababan de ser encontrados muertos en el campo. Odín, que en esta ocasión se había presentado con el nombre Bolverk (causador de males), pronto ofreció sus servicios al gigante, prometiéndole realizar el trabajo equivalente de los nueve esclavos y trabajar diligentemente durante todo el verano, a cambio de un solo trago del hidromiel mágico de Suttung cuando la atareada estación hubiese acabado. El trato fue inmediatamente aceptado y el nuevo sirviente de Baugi, Bolverk, trabajó incesantemente durante todo el verano, más allá de lo que requería su contrato, recogiendo apropiadamente todo el grano antes de que las lluvias de otoño comenzaran a caer. Cuando llegaron los primeros días de invierno, Bolverk se presentó ante su señor, reclamando su recompensa. Pero Baugi vaciló y puso reparos, diciendo que no se había atrevido a pedirle abiertamente a su hermano Suttung el trago de la inspiración, pero que intentaría obtenerlo usando la astucia. Bolverk y Baugi se dirigieron juntos hacia la montana donde Gunnlod vivía y, como no pudieron encontrar otro modo de entrar en la cueva secreta, Odín extrajo su fiel taladro, llamado Rati, y le ordenó al gigante que usara toda su fuerza para hacer un agujero por el que pudiese arrastrarse hasta el interior. Baugi olfedeció en silencio y, tras trabajar durante un corto período de tiempo, retiró la herramienta, diciendo que había atravesado la montana y que Odín no tendría dificultad en deslizarse hasta dentro. Pero el dios, desconfiando de tal afirmación, se limitó a soplar dentro del agujero y cuando el polvo y los guijarros salieron hacia el exterior, le ordenó severamente a Baugi que reanudara su trabajo y que no intentara engañarle de nuevo. El gigante hizo lo que se le pidió. Transformándose en una serpiente, Odín reptó por el interior con tal rapidez que logró evitar el afilado taladro cuando Baugi se introdujo traicioneramente tras él con la intención de matarle.

El Robo de la Bebida Tras alcanzar el interior de la montaña, Odín volvió a adquirir su apariencia divina y manto estrellado y entonces se presentó en la cueva de estalactitas ante al bella Gunnlod. Pretendía ganarse su amor como medio para inducirle a concederle un trago de cada uno de los recipientes confiados a su cuidado. Conquistada con su apasionado cortejo, Gunnlod consintió convertirse en su esposa y, tras haber permanecido durante tres días enteros

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con ella en su guarida, la giganta extrajo los recipientes de su lugar secreto y le dijo que podía tomar un sorbo de cada uno de ellos. Odín se aprovechó bien de este permiso y bebió tan profundamente que vació completamente los tres recipientes. Entonces, tras haber obtenido lo que quería, salió de la cueva y poniéndose sus plumas de águila, se elevó hacia el cielo, en dirección a Asgard. Todavía se encontraba lejos del reino de los dioses cuando se percató de que alguien de perseguía y, ciertamente, Suttung, habiendo asumido también la forma de un águila, venía tras él a gran velocidad, con la intención de forzarle a devolver el hidromiel robado. Así que Odín voló más y más rápidamente, estirando todos sus nervios para llegar a Asgard antes de que el enemigo le alcanzara. Mientras se aproximaba, los dioses observaron inquietos la carrera. Viendo que Odín sólo sería capaz de escapar con dificultad, los Aesir reunieron rápidamente todos los materiales combustibles que pudieron encontrar y, mientras volaba sobre las murallas de su morada, prendieron fuego a la masa de carburante, para que las llamas chamuscaran las alas de Suttung al seguir persiguiendo al dios, tras lo cual cayó en el mismo centro del fuego, donde pereció abrasado. Mientras, Odín voló hasta el lugar donde los dioses habían preparado recipientes para el hidromiel robado, y vomitó el fluido de inspiración con tanta rapidez que unas pocas gotas cayeron y fueron dispersadas por la tierra. Ellas se convirtieron en la porción de poetas y escritores, reservándose los dioses la mayor parte del brebaje para consumo propio, concediéndole ocasionalmente un sorbo a algún mortal al que favorecieran, el cual, inmediatamente después, cobraría fama mundial por sus inspirados cantos. Ya que los hombres y dioses le debían el preciado regalo a Odín, ellos nunca dudaban en expresarle su gratitud y no sólo le llamaban por su nombre, sino que le veneraban como el patrono de la elocuencia, la poesía y el canto, y de todos los escaldos.

El Dios de la Música Aunque Odín había obtenido así el don de la poesía, raramente lo usaba. Estaba preservado a su hijo Bragi, el hijo de Gunnlod, el convertirse en el dios de la poesía y la música, y a seducir el mundo con sus cantos. Tan pronto como Bragi nació en la cueva rodeada de estalactitas en la que Odín se había ganado el afecto de Gunnlod, los enanos se presentaron con un arpa mágica de oro y, colocándole en uno de sus barcos mágicos, le

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enviaron al mundo exterior. Mientras el barco surcaba pausadamente por la oscuridad subterránea y navegaba a través el umbral de Nain, el reino de los enanos de la muerte, Bragi, el bello e inmaculado joven dios, que hasta entonces no había mostrado señales de vida, súbitamente se incorporó y, asiendo el arpa que se encontraba a su lado, comenzó a entonar la maravillosa canción de la vida, que a veces se elevaba hasta los cielos, para entonces hundirse en el tenebroso reino de Hel, la diosa de la muerte. Mientras tocaba, el barco fue arrastrado hasta las agidas iluminadas por el Sol y pronto llegó hasta fierra firme. Bragi siguió entonces a pie, encaminando sus pasos por el raso y silencioso bosque, tocando mientras caminaba. Al sonido de su hermosa música, los árboles comenzaron a brotar y florecer y la hierba a sus pies se vio adornada con innumerables flores. Allí se encontró con Idunn, hija de Ivald, la hermosa diosa de la juventud eterna, a quien los enanos permitían visitar la tierra de cuando en cuando y, en su presencia, la naturaleza asumía invariablemente su más hermoso y delicado aspecto. Era de esperar que dos seres como éstos se sintieran atraídos el uno por el otro y Bragi pronto obtuvo a la bella diosa como esposa, juntos corrieron hasta Asgard, donde fueron cálidamente bienvenidos y donde Odín, tras trazar runas sobre la lengua de Bragi, decretó que éste debería ser el trovador celestial y el compositor de las canciones en honor a los dioses y los héroes a quien él recibía en Valhalla.

El culto a Bragi Ya que Bragi era el dios de la poesía, la elocuencia y el canto, las razas nórdicas también le denominaron a la poesía por su nombre, y escaldos de ambos sexos eran frecuentemente designados como hombres o mujeres de Bragi. Éste era muy venerado por todas las razas nórdicas y por tanto siempre se brindaba en su nombre durante las ocasiones solemnes y festivas, pero especialmente en las fiestas funerarias y en las celebraciones de Jul. Cuando llegaba la hora de hacer este brindis, que siempre era servido en copas con forma de barco y era conocido como el Bragaful. Se hacía primero la sagrada señal del martillo; entonces, el cabeza de familia prometía solemnemente, realizar algún gran acto de valor, el cual estaba obligado a ejecutar antes del fin de año, a menos que deseara ser considerado como alguien desprovisto de honor. Siguiendo su ejemplo, todos lo invitados solían hacer promesas similares y declarar lo que iban a hacer, y puesto que algunos de ellos, debido al alcohol, hablaban más bien desenfrenadamente

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acerca de sus intenciones en estas ocasiones, esta costumbre parece conectar el nombre de dios con el vulgar pero expresivo verbo inglés “to brang” (fanfarronear). En el arte, Bragi es generalmente representado como un hombre ya entrado en años, con largos y blancos cabellos y barba, sosteniendo el arpa de oro, de la que sus dedos podían extraer acordes tan mágicos.

Idunn y las manzanas de la juventud Idunn, la personificación de la primavera o de la juventud eterna, la cual, según algunos mitólogos, no había tenido un nacimiento y nunca experimentaría la muerte, fue cálidamente bienvenida por los dioses cuando hizo acto de presencia en Asgard junto a Bragi, su esposo. Para asegurarse su afecto, ella les prometió un bocado diario de las maravillosas manzanas que llevaba en su cesto, y que tenían el poder de otorgar la juventud y la belleza eterna a todos aquellos que las saborearan. Gracias a la fruta mágica, los dioses escandinavos, que, ya que habían surgido de una mezcla de razas, no eran todos inmortales, evitaron el paso del tiempo y la enfermedad por ellos, y se mantuvieron enérgicos, hermosos y jóvenes durante innumerables décadas. Consiguientemente, estas manzanas fueron consideradas una posesión muy preciada, e Idunn las atesoraba cuidadosamente en su cofre mágico. No importaba el número de ellas que extrajera, el mismo número quedaba siempre dentro para ser distribuidas en el festín de los dioses, los únicos a los que ella permitía que las saborearan, a pesar de que enanos y gigantes estaban ansiosos por poseer la fruta.

La Historia de Thjazi Un día, Odín, Hoenir y Loki emprendieron una de sus habituales excursiones a Midgard y, tras deambular durante un largo período de tiempo, llegaron hasta una región desierta, donde no pudieron encontrar un lugar para alocarse. Cansados y muy hambrientos, los dioses, tras percibir una manada de bueyes, mataron a uno de los animales y, encendiendo un fuego, se sentaron al lado la hoguera para descansar durante un rato, mientras la carne se cocinaba. Para su sorpresa, sin embargo, a pesar de las llamas, la carne permaneció más bien cruda. Concluyendo que debía ser obra de la magia, miraron a su alrededor para descubrir que era lo que dificultaba su

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cocción, cuando divisaron un águila posada sobre un árbol que se encontraba encima de ellos. Viendo que era objeto de la sospecha de los viajeros, el ave se dirigió a ellos y admitió que había sido él quien había evitado que el fuego hiciera su trabajo, pero prometió retirar el hechizo si ellos le daban tanta comida como pudiera devorar. Los tres dioses accedieron, tras lo cual el águila descendió, avivando el fuego con el batir de sus enormes alas, y la carne se asó rápidamente. El águila se dispuso entonces a llevarse tres cuartos del buey como porción suya, lo cual le pareció demasiado a Loki, quien asió una gran estaca que se encontraba a mano cerca de él y comenzó a apalear al voraz ave, olvidando que estaba dotado de poderes mágicos. Para su consternación, uno de los extremos de la estaca se quedó adherido al lomo del águila y el otro a sus manos, tras lo cual fue arrastrado sobre las piedras y al través de las zarzas, a veces por los aires, con sus brazos casi arrancados de sus hombros. En vano pidió clemencia e imploró al águila para que le soltara; el ave siguió volando, hasta que Loki prometió cualquier rescate que su apresador pudiera pedirle a cambio de la libertad. El aparente águila, que era el gigante de la tormenta Thjazi, accedió finalmente a liberar a Loki con una condición. Le hizo prometer por el más solemne juramento que sacaría a Idunn hasta el exterior de Asgard, para que Thjazi pudiera hacerse con la posesión de ella y de su fruta mágica. Finalmente liberado, Loki regresó donde Odín y Hoenir, a los cuales, sin embargo, se cuidó mucho de no confiarles la condición con la que había obtenido su libertad. Una vez estuvieron de regreso a Asgard, comenzó un plan con el que pudiera inducir a Idunn a salir al exterior de la morada de los dioses. Unos pocos días después, estando Bragi ausente en uno de sus viajes de juglar, Loki buscó a Idunn en las arboledas de Brunnaker, donde ella había construido su residencia y tras describirle astutamente, las manzanas que crecían a corta distancia, las cuales había declarado con mendacidad que eran exactamente iguales a las de ella, la indujo a dejar Asgard con un plato de cristal lleno de fruta, que pretendía comparar a las que él había ensalzado. Sin embargo, tan pronto salió Idunn de Asgard, el embustero Loki la abandonó y antes de que pudiera regresar al refugio de la morada celestial, el gigante Thjazi descendió rápidamente desde el Norte sobre sus alas de águila y, tras cogerla con sus crueles garras, la transportó velozmente hasta su árido y desolado hogar en Thrymheim.

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Aislada de sus amados compañeros, Idunn languideció y se tomó triste y pálida, aunque siguió rehusando persistentemente permitirle a Thjazi el más mínimo bocado de su fruta mágica, la cual, como él bien sabia, le daría la belleza y renovaría su juventud y su fuerza. El tiempo pasó. Los dioses, pensando que Idunn se encontraba en compañía de su esposo y que pronto regresaría, no prestaron atención al principio a su ausencia, pero poco a poco fueron desapareciendo los efectos benéficos del último banquete de manzanas. Comenzaron a notar el paso del tiempo y a ver cómo su juventud y su belleza desaparecían. Consecuentemente alarmados, comenzaron la búsqueda de la diosa desaparecida. Investigaciones concluyentes revelaron que había sido vista por última vez en compañía de Loki y cuando Odín le ordenó severamente que se explicara, se vio obligado a admitir que la había entregado traicioneramente al poder del gigante de la tormenta.

El Regreso de Idunn La actitud de los dioses se volvió muy amenazadora y a Loki le resultó obvio que si no ideaba los medios de recuperar a la diosa, y pronto, su vida correría un considerable peligro. Consecuentemente, aseguró a los indignados dioses que no escatimaría esfuerzos para asegurar la liberación de Idunn y, tomando prestado el plumaje del halcón de Freya, voló hasta Thrymheim, donde se encontró a Idunn sola, lamentando tristemente su exilio de Asgard y de su amado Bragi. Transformando a la diosa en una nuez, según algunas versiones o, según relatan otros, en una golondrina, Loki la sostuvo fuertemente entre sus garras y entonces emprendió rápidamente el camino de regreso a Asgard, esperando alcanzar el refugio de sus altas murallas antes de que Thjazi regresara de la excursión de pesca en los mares del Norte a la que se había ido. Mientras tanto, los dioses se habían congregado en las murallas de la ciudad celetial y esperaban el regreso de Loki con mucha más inquietud de la que habían sentido cuando Odín había partido en búsqueda de Odhroeir. Recordando el éxito que había tenido su estratagema en aquella ocasión, habían reunido grandes pilas de combustible, las cuales estaban preparadas para ser prendidas en cualquier momento. Vieron regresar a Loki repentinamente, pero divisaron en su estela a un gran águila. Éste era el gigante Thjazi, que había regresado súbitamente a Thrymheim, descubriendo que un halcón se había llevado a su prisionera, ave en la que fácilmente reconoció a uno de los dioses. Ataviándose rápida-

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mente con sus plumas de águila, se lanzó rápidamente, en su persecución, alcanzando poco a poco, pero con gran rapidez a su presa. Loki redobló sus esfuerzos mientras se aproximaba a las murallas de Asgard y antes de que Thjazi le diera alcance, alcanzó su meta y cayó exhausto entre los dioses. No se perdió ni un solo momento en prender el fuego al combustible acumulado y cuando Thjazi pasaba sobre las murallas las llamas y el fuego le llevaron hasta el suelo malherido y medio aturdido, presa fácil para los dioses, que cayeron sobre él despiadadamente y le dieron muerte. Los Aesir se alegraron muchísimo por el rescate de ídun y corrieron a comer de las preciadas manzanas que ella había traído de regreso ilesas. Sintiendo que su acostumbrada fuerza y belleza regresaban a cada bocado, declararon afablemente que no era de extrañar que incluso los gigantes desearan probar las manzanas de la eterna juventud. Por tanto, juraron que colocarían los oojos de Thjazi en el cielo como una constelación, para suavizar cualquier sentimiento de cólera que sus parientes pudieran sentir cuando descubrieran que había caído muerto.

La Diosa de la Primavera cae en el Inframundo Ya que la desaparición de Idunn (vegetación) era un suceso anual, es de esperar encontrar otros mitos que tratan acerca del llamativo fenómeno y existe otro favorito de los escaldos, el cual, desgraciadamente, ha llegado se ha conservado de forma fragmentada y muy incompleta. Según esta versión, Idunn se encontraba en una ocasión sentada sobre las ramas de fresno sagrado Yggdrasill, cuando, desvaneciéndose súbitamente, aflojó su agarre y se desplomó hacia el suelo que se encontraba por debajo de ella, hasta las más infranqueables profundidades del Niflheim. Allí yació, pálida e inmóvil, contemplando con ojos fijos y llenos de terror las horribles vistas del reino de Hel, estremeciéndose violentamente mientras tanto, como alguien vencido por un frío penetrante. Viendo que no regresaba, Odín ordenó a Bragi, a Heimdall y a otros dioses que fueran en su búsqueda, entregándoles una piel blanca de lobo con la que pudieran arroparla, para que ella no sufriera el frío y pidiéndoles que emplearan todos sus esfuerzos para despertarla del estupor que su presciencia le habían dicho que se había apoderado de ella. Idunn permitió pasivamente a los dioses que la arroparan en la cálida piel de lobo, pero rehusó persistentemente hablar o moverse, y de su extraño comportamiento sospechó tristemente su marido que ella había experi-

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mentado una visión de grandes desgracias. Las lágrimas corrían continuamente por sus pálidas mejillas y Bragi, abrumado por su tristeza, pidió a los otros dioses que regresaran a Asgard sin él, jurando que permanecería junto a su esposa hasta que ella estuviera preparada para abandonar el lúgubre reino de Hel. La visión de su dolor le oprimió tanto que no tuvo corazón para sus habituales canciones alegres y las cuerdas de su arpa permanecieron mudas mientras él continuaba en el inframundo. En este mito, la caída de Idunn es simbólica de la caída otoñal de las hojas, que yacen desamparadas sobre el frío y raso suelo, hasta que la nieve las oculta de la vista, representada por la piel de lobo, que Odín, el cielo, envía para mantenerlas templadas y el cese de los cantos de los pájaros se representa posteriormente con el silencio del arpa de Bragi.

Heimdall, el guardián de los dioses En el transcurso de un paseo en la orilla del mar, Odín vio una vez a nueve bellas gigantas, las doncellas de las olas. Gjalp, Greip, Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgjafa, Sindur, Alia e Iarnsaxa, profundamente dormidas en las blancas arenas. El dios quedó tan prendado de las hermosas criaturas que, como relatan los Eddas, se desposó con las nueve y se combinaron, en el mismo momento, para traer al mundo un hijo que recibió el nombre de Heimdall. Las nueve madres procedieron a alimentar a su bebé con la fuerza de la tierra, la humedad del amor y el calor del Sol, una dieta que demostró ser tan fortalecedora que el nuevo dios adquirió un crecimiento completo en un espacio de tiempo increíblemente corto y corrió a unirse a su padre en Asgard. Encontró a los dioses observando con orgullo el arco iris del puente Bifrost, el cual acababan de construir con fuego, aire y agua, los tres materiales que aún pueden verse en este extenso arco, donde brillan los tres colores principales significativos de estos elementos: el rojo representando al fuego, el azul al aire y el verde a las frescas profundidades del mar.

El guardián del Arco Iris Este puente unía el cielo con la tierra y terminaba bajo la sombra del poderoso árbol Yggdrasill, cerca del cual se encontraba el manantial que Mimir velaba, y el único inconveniente que evitaba el pleno disfrute del glorioso

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espectáculo era el temor a que los gigantes de hielo llegaran a usarlo para lograr acceder a Asgard. Los dioses habían estado deliberando sobre la conveniencia de asignar un guardián fidedigno y vitorearon al nuevo recluta como alguien apropiado para cumplir con las onerosas obligaciones de su cargo. Heimdall accedió con alegría a asumir la responsabilidad y desde entonces veló día y noche el sendero de arco iris que se adentraba en Asgard. Para permitir que su vigilante detectara la aproximación de cualquier enemigo desde lejos, la asamblea de los Aesir le concedió sentidos tan agudos que se dice que era capaz de oír crecer la hierba en las colinas y la lana en los lomo de las ovejas, de ver a cien millas de distancia tan claramente tanto de día como de noche, y con todo ello, necesitaba menos tiempo de sueno que un pájaro. A Heimdall se le proporcionó además una reluciente espada y un maravilloso cuerno trompeta, llamado Gjallarhorn, la cual los dioses le ordenaron que hiciera sonar siempre que divisara la aproximación de sus enemigos, declarando que su sonido despertaría a todas las criaturas en el cielo, la tierra y el Niflheim. Su último terrible sonido anunciaría la llegada del día en que la batalla final de los dioses sería disputada. Para tener este instrumento, que era un símbolo de la Luna creciente, siempre a mano, Heimdall o bien lo colgaba de una rama del Yggdrasill sobre su cabeza o lo sumergía en las aguas del manantial de Mimir. En este último lugar yacía junto al ojo de Odín, que era un símbolo de la Luna llena. El palacio de Heimdall, llamado Himinbjorg, estaba situado en el punto más alto del puente, y allí le visitaban a menudo los dioses para beber del delicioso hidromiel con el que él los agasajaba. Heimdall siempre era representado con una resplandeciente armadura blanca, por lo que era conocido como el “dios brillante”. También era conocido como el dios delicado, inocente e indulgente, nombres que merecía, pues era tan bondadoso como hermoso y todos los dioses le amaban. Conectado por el lado de sus madres con el mar, a veces era relacionado con los Vanir y ya que los antiguos nórdicos, especialmente los islandeses a quienes el mar los rodeaba, les parecía el elemento más importante, creyendo que todo había emergido de allí. Le atribuían un conocimiento muy extenso y se lo imaginan especialmente sabio. A Heimdall se le distinguía además por su dentadura de oro, que destellaba cuando sonreía y se ganó el sobrenombre de Gullitani (el de los dientes de oro). También era el orgulloso propietario de un veloz corcel de crines de oro llamado Gulltop, que le transportaba de acá para allá pero especial-

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mente temprano por la mañana, a cuya hora, como heraldo del día, tenía el nombre de Heimdellinger.

Loki y Freya Su extremada agudeza de oído le causó a Heimdall que le molestara una noche el suave sonido de lo que parecía ser pasos de gato en dirección a Folkvang, el palacio de Freya. Proyectando su vista de águila en la oscuridad, Heimdall percibió que el sonido era producido por Loki, el cual, habiendo entrado sigilosamente en el palacio como una mosca, se había aproximado al lecho de Freya y estaba intentando robar su brillante collar de oro, Brisingamen, el emblema de la fertilidad y la armonía de la Tierra. Heimdall vio que la diosa se encontraba dormida en una postura que hacía imposible abrir su collar sin ser despertada. Loki permaneció dubitativo al lado de su cama durante unos momentos y entonces comenzó a murmurar las runas que les permitían a los dioses cambiar deforma según su deseo. Al hacer esto, Loki se vio reducido hasta alcanzar el tamaño y la forma de una pulga, tras lo que se deslizó bajo las sabanas y picó el costado de Freya, causando de esta manera que ella cambiara de posición sin ser despertada de su sueño. El cierre estaba ahora a la vista y Loki, abriéndolo cuidadosamente, obtuvo el codiciado tesoro y procedió a marcharse con él sin demora. Heimdall se lanzó inmediatamente en persecución del ladrón nocturno y, alcanzándole rápidamente, desenvainó su espada de la funda con la intención de cortar su cabeza, cuando el dios se transformó en una parpadeante llama azul. Rápido como el pensamiento, Heimdall se transformó en una nube y envió un diluvio para apagar el fuego. Sin embargo, Loki alteró su forma con la misma velocidad para transformarse en un oso polar que abrió sus fauces para tragarse el agua. Heimdall, sin dejarse intimidar, adquirió entonces a su vez la forma de un oso y atacó ferozmente. Pero como el combate amenazaba con acabar desastrosamente para Loki, se transformó en una foca y tras imitarle Heimdall, una última lucha tuvo lugar, que concluyó con Loki viéndose forzado a entregar el collar, que fue debidamente devuelto a Freya. En esta leyenda, Loki es un símbolo de la seguía o de los funestos efectos del calor demasiado ardiente del Sol, que viene a robarle a la Tierra (Freya) su más preciado ornamento (Brisingamen). Heimdall es una personificación de la lluvia y el rocío gentil, que, tras luchar durante un rato contra su enemigo, la sequía, termina por derrotarla y le obliga a renunciar a su premio.

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Los Nombres de Heimdall Heimdall tiene otros varios nombres, entre los cuales encontramos los de Hallinskide e Irmin, pues a veces ocupaba el lugar de Odín y era identificado con aquel dios, al igual que con otros dioses de espada, Er, Heru, Cheru y Tyr, que destacaban todos por sus relucientes armas. Él, sin embargo, es más conocido generalmente como el custodio del arco iris y dios del cielo y de las fértiles lluvias y rocíos, que traen frescor a la Tierra. Heimdall compartía además con Bragi el honor de darles la bienvenida a los héroes en Valhalla y, bajo el nombre de Riger, era considerado como el señor divino de varias clases sociales que componen la raza humana.

La Historia de Riger Heimdall dejó su lugar en Asgard un día para pasear por la Tierra, como los dioses solían hacer en ocasiones. No había caminado aún mucho cuando llegó hasta una pobre cabaña a orillas del mar, donde, se encontró con Ai (bisabuelo) y Edda (bisabuela), una pobre pero respetable pareja, que le invitaron de forma hospitalaria a compartir su exigua comida de gachas de avena. Heimdall, que dijo llamarse Riger, aceptó gustoso la invitación y permaneció con la pareja durante tres días enteros, ensenándoles muchas cosas. Al concluir este tiempo, se fue para continuar con su viaje. Algún tiempo después de su visita, Edda dio a luz a un niño rechoncho de piel oscura, a quien llamó Thrall. Thrall pronto mostró una fuerza física poco común y grandes aptitudes para los trabajos pesados, una vez hubo crecido, tomó como esposa a Thyr, una chica de constitución gruesa con las manos quemadas por el Sol y pies planos que, al igual que su marido, trabajaba de Sol a Sol. Muchos hijos nacieron de esta pareja y de ellos, descendieron todos los siervos de la gleba o esclavos del Norte. Tras dejar la pobre cabaña y la desolada costa, Riger se dirigió hada las tierras del interior, donde en poco tiempo llegó hasta unas tierras cultivadas y una fértil granja. Entrando en esta confortable morada, se encontró a Afi (abuelo) y Amma (abuela), que le invitaron hospitalarios a sentarse con ellos para compartir la simple pero abundante comida que habían preparado para su almuerzo. Riger aceptó la invitación y permaneció allí tres días con sus anfitriones, impartiéndoles toda clase de conocimientos útiles para ellos. Tras marchar-

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se de su casa, Amma tuvo un robusto hijo de ojos azules, a quien llamó Karl. Mientras crecía, demostró grandes habilidades en la agricultura y a su debido tiempo se casó con una rolliza y hacendosa esposa llamada Snor, la cual le dio muchos hijos, de los que desciende la raza de los agricultores. Dejando la casa de esta segunda pareja, Riger continuó su viaje hasta que llegó a una colina, sobre la cual se erigía un majestuoso castillo. Allí fue recibido por Fadir (padre) y Modir (madre), los cuales, bien alimentados y vestidos lujosamente, le recibieron cordialmente y le agasajaron con exquisitas carnes y deliciosos vinos. Riger permaneció tres días con esa pareja, tras lo cual regresó a Himinbjorg para reanudar su guardia como vigilante de Asabridge y al poco tiempo, la esposa de la tercera pareja tuvo un hermoso y esbelto hijo, a quien llamó Jarl. Este niño mostró pronto una gran afición por la caza y toda clase de ejercicios marciales, aprendió a interpretar runas y vivió para realizar grandes hazañas de valor que hicieron su nombre distinguido, añadiendo gloria a su estirpe. Tras alcanzar la edad adulta, Jarl se desposó con Erna, una doncella aristocrática y de esbelta figura, que gobernó su casa sabiamente y le dio muchos hijos, todos ellos destinados a gobernar, el más joven de los cuales, Konur, se convirtió en el primer rey de Dinamarca. Esta leyenda ilustra bien el marcado sentido de clase social que existía entre las razas nórdicas.

Hermod, el ágil mensajero Otro de los hijos de Odín era Hermod, su asistente especial, un brillante y joven dios, que estaba dotado de una gran velocidad de movimiento, por lo que era conocido como el dios veloz o ágil. Debido a este importante atributo, Hermod era utilizado habitualmente por los dioses como mensajero y a la más mínima señal de Odín, siempre, estaba dispuesto a correr hasta cualquier rincón de la creación para cumplir con los deseos de su padre. Allfoedr le regaló un magnífico corselete y casco, con los que se ataviaba a menudo, cuando se preparaba para entrar en batalla y a veces Odín le confiaba el cuidado de la lanza Gungnir, ordenándole que la arrojara sobre las cabezas de los combatientes a punto de luchar para que su ardor pudiera ser transformado en un furia asesina. Hermod disfrutaba con la guerra y a menudo era denominado “el valiente de la batalla” y confundido con el dios del universo, Irmin. Se dice que a veces acompañaba a las valkirias en sus viajes a la Tierra y escoltaba con frecuencia a los guerreros hasta el Valhalla, por lo que era considerado el líder de los héroes muertos en combate.

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El atributo distintivo de Hermod, además de su corselete y casco, era un bastón llamado Gambantein, el emblema de su cargo, el cual portaba consigo a dondequiera que fuese.

Hermod y el Adivino En una ocasión, oprimido por los sombríos temores sobre el futuro, e incapaz de obtener de las Nornas respuestas satisfactorias a sus preguntas, Odín le ordenó a Hermod que se pusiese su armadura y que ensillara a Sleipnir, que sólo él, además de Odín, era capaz de montar y se dirigiera a las heladas tierras de los finlandeses. Estas gentes, que vivían en regiones glaciares del polo, además de ser capaces de provocar frías tormentas que procedían del Norte, trayendo consigo mucho hielo y nieve, tenían presupuestamente grandes poderes ocultos. El más célebre de entre los magos finlandeses era Rossthiof (el ladrón de caballos), que solía atraer a los viajeros hasta sus dominios usando artes mágicas, para poder robarles y matarles después. También tenía el poder de predecir el futuro, aunque siempre se mostraba muy reacio a hacerlo. Hermod, el Veloz, se dirigió con rapidez hacia el Norte, con intenciones de buscar a este finlandés y en vez de su propio bastón, llevó consigo la vara rúnica de Odín, el cual le había entregado Allfoedr para que disipara cualquier obstáculo que Rossthiof pudiera hacer aparecer para evitar su avance. Por tanto, a pesar de monstruos fantasmagóricos y de trampas y peligros invisibles, Hermod alcanzó ileso la morada del mago y, cuando éste le atacó, fue capaz de manejarlo con facilidad, tras lo cual lo ató de pies y manos, declarando que no lo liberaría hasta que le hubiese dicho todo lo que deseaba saber. Viendo que no había posibilidad de escapatoria, Rossthiof cedió a los deseos de su apresador y, tras ser liberado, comenzó a murmurar encantamientos, a cuyo solo sonido el Sol se escondió tras las nubes, la tierra tembló y se estremeció y los vientos de tormenta aullaron como una manada de lobos hambrientos. Apuntando al horizonte, el mago le ordenó a Hermod que mirara y el Veloz dios pudo divisar en la distancia una gran corriente de sangre enrojeciendo el suelo. Mientras contemplaba perplejo esta corriente, una hermosa mujer apareció de repente y un momento más tarde, un niño a su lado. Para asombro del dios, este niño creció con una rapidez tan maravillosa que pronto alcanzó la edad adulta, tras lo cual Hermod se percató de que blandía furiosamente un arco y flechas.

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Rossthiof comenzó entonces a explicar las profecías que sus conjuros habían evocado y declaró que el río de sangre presagiaba el asesinato de uno de los hijos de Odín, pero que, si el padre de los dioses cortejaba y se ganaba a Rinda, en la tierra de los Ruthenes (Rusia), ella le daría un hijo que alcanzaría la edad adulta en unas pocas horas y vengaría la muerte de su hermano. Hermod escuchó atentamente las palabras de Rossthiof y, tras regresar a Asgard, informó a Odín de todo lo que le había visto y oído, cuyos temores se vieron confirmados y de este modo, averiguó que estalla condenado a perder un hijo en una muerte violenta. Se consoló, sin embargo, con la idea de que otro de sus descendientes vengaría el crimen y por tanto obtendría la satisfacción que un nórdico siempre requiere, al conseguir la venganza de la sangre por la sangre. Y la profecía se acabó cumpliendo, tal como vaticinó el mago finlandés, pues el hijo de Odín que sería asesinado era Balder y aquel que lo habría de vengar, sería Vali.

Jormungander, la Serpiente de Midgard y la muerte de Thor Los Aesir se enfrentaron a numerosos monstruos, pero ninguno comparado con Jormungander, la gigante Serpiente Midgard. Desovado por Loki, dios del mal, sus espirales se extendían por la tierra hasta donde la vista podía alcanzar, y su horrorosa cabeza de dragón y su interminable cuello sobresalían por encima de la tierra y las montañas como un pilar escamoso color ébano coronado por el semblante mismo de la muerte. Apenas si hubo sorpresa, entonces, cuando esta aparición temerosa fue llevada ante los Aesir y Odín el Sabio lo expulsó al océano más profundo. Pero, aunque había desaparecido de su vista, Jormungander no dejó de existir. Al contrario. En la profundidad de su acuoso dominio, mucho más lejos de los reinos de los dioses y los hombres, se hizo mucho más grande, hasta que finalmente sus poderosas espirales rodearon el globo, con sus fauces mordiendo su cola como un ourobos. Y aquí estaría destinado a permanecer hasta Ragnarok, el Día de la última Batalla. Ese día se enfrentaría al más poderoso de los Aesir – Thor, dios del trueno. Sin embargo, antes de este encuentro catastrófico, estos dos increíbles combatientes estaban destinados a cruzar sus caminos en dos ocasiones diferentes. El primer encuentro tuvo lugar durante una visita de Thor a Utgardha-

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loki, el rey de los gigantes, que eran antiguos enemigos de los Aesir. Viendo una oportunidad para denigrar al poderoso Thor, Utgardhaloki lo retó a un trío de pruebas físicas. En realidad, se trataba de preubas imposibles de conseguir para cualquiera pero el rey era habilidoso en la magia y había encubierto su verdadera naturaleza, haciéndolas parecer comunes. Una de las pruebas parecía particularmente degradante. Burlándose de la conocida fuerza de Thor, Utgardhaloki puso en duda que el dios pudiera ni siquiera levantar un gato. Con gran enfado, Thor agarró al animal por ambos lados e intentó levantarlo del suelo; pero el gato no se movió. Aunque lo intentó con todas sus fuerzas, Thor sólo pudo levantar al animal un palmo del suelo. Utgardhaloki rió a mandíbula abierta ante la extraña escena, encolerizando a Thor y alentándolo a hacer un último intento. Con cada tendón tirante y forzando cada músculo, Thor tiró del implacable animal del rey, pero apenas si consiguió levantar una de las patas ligeramente del suelo. Thor también quedó avergonzado con las otras pruebas. No pudo beberse en tres tragos un cuerno de hidromiel que los súbditos de Utgardhaloki se habían bebido de dos tragos o menos. Y ofreciendo la última humillación, fue doblegado en una lucha con la niñera de la infancia del rey, un vieja mujer débil. Avergonzado y humillado, Thor abandonó el reino de Utgardhaloki la mañana siguiente y fue escoltado más allá de sus fronteras por el mismísimo rey. Sólo entonces, con su tierra a salvo lejos de la furia que Thor pudiera desahogar sobre ella, confesó Utgardhaloki la verdad en relación a las pruebas. El cuerno había estado unido a los océanos, y aunque, en consecuencia, Thor no podría haber logrado de ninguna manera beberse su contendio completamente, su sorbo había sido tan profundo que había creado el primer reflujo del mundo. En cuanto a la “vieja niñera débil”, no era otra que la Vejez, y nadie podía vencerle. Sin embargo, lo más sorprendente fue la fuerza que Thor había demostrado con el gato de Utgardhaloki, ya que no era en absoluto un gato. Su forma felina era sólo una ilusión, tejido hábilmente por el rey para ocultar la verdadera identidad de una criatura totalmente diferente – la serpiente que rodeaba al mundo, Jormungander. Cuando Thor había logrado levantar del suelo una de las “patas” del gato, en realidad había levantado la cabeza y la cola de la gran Serpiente Midgard, una proeza muy asombrosa. Si hubiera sabido que lo habían engañado, Thor hubiese seguramente dado muerte al gigante rey con su martillo mágico, Miolnir, pero tan pronto

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como pronunció sus últimas palabras, Utgardhaloki se desvaneció: su presencia acompañando a Thor en su marcha no había sido nada más que otra ilusión. Muchos años después, Thor y otro gigante, Hymir, abuelo de Tyr, dios de la guerra, estaban pescando en el mar, y Thor usaba como cebo una cabeza de buey entera. De repente, algo muy poderoso agarró la cabeza y empezó a tirar hacia abajo en las olas, con el anzuelo firmemente incrustado en sus fauces. Thor era muy consciente de que sólo existía una criatura capaz de ejercer tal fuera – la serpiente Midgard. Recordando la forma en que este monstruo le había hecho parecer débil y tonto en la corte de Utgadhaloki, saboreó la oportunidad de sacar al dragón serpiente fuera del mar y arrojarlo a la orilla. Tirando de la cuerda con todas sus fuerzas, Thor luchó con la criatura gigante durante tanto tiempo que a Hymir le pareció que llevaba siglos haciéndolo, hasta que finalmente Jormungander se cansó, y Thor parecía preparado para lograr su antigua ambición. La inmensa y repulsiva cabeza de la criatura surgió del agua, y Thor giró su amrtillo Miolnir para dar el golpe fatal; pero en ese momento, Hymir perdió los nervios. La imagen de la terrible cara tan cerca de su propia cara fue demasiado para él, y sin dudarlo, cortó la cuerda de Thor. De forma instantánea, la Serpiente Midgard se hundió en las olas, mientras que Thor lo único que pudo hacer fue enfurecerse de impotencia al verse burlado de nuevo. Innumerables años pasaron en el reino de los mortales, pero para los Aesir supuso sólo un pestañeo de ojos, pues el mundo había empezado cuando llegó Ragnarok. Era el tan esperado Día de la Última Batalla, con dios frente a gigante, deidad contra demonio, hombre contra monstruo, y Thor, dios del trueno, contra Jormungander. El mar se contorsionó cuando el colosal dragón se desenroscaba a medida que se acercaba a la orilla para luchar con el único capaz de ofrecerle un reto que mereciera la pena. Thor lo estaba esperando, y su combate final dio comienzo. La tierra tembló con la violencia del incesante asalto del dragón sobre su adversario, y los cielos se iluminaron cuando Thor arrojó rayos quemantes, y brillantes jabalinas de relámpagos contra su mortal enemigo. Con un grito final de guerra, Thor levantó el Miolnir por encima de su cabeza, dándole vueltas una y otra vez, hasta que los cielos giraron en un vertiginoso torbellino – entonces se sumergió en la huesuda cabeza del dragón con un golpe estrepitoso cuyo eco pudo escucharse en todo el mundo. Herida de gravedad, la Serpiente Midgard emitió una ráfaga ensordecedora

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de rabia y dolor antes de caer sin vida en el suelo. Thor había vencido al enemigo más terrible que jamás se hubiera retado con los Aesir, pero, de esta forma, Jormungander también había vencido al más poderoso de sus miembros, puesto que sólo unos momentos después de dar muerte al dragón serpiente, Thor caía muerto a su lado, asfixiado por la fétida nube de veneno exhalada tras el último respiro de la gran bestia. Para dos enemigos tan igualados, el resultado parecía encajar tanto que era inevitable.

El Dios más amado De Odín y Frigg, se dice, nacieron hijos gemelos tan diferentes en carácter y aspecto físico como era posible que lo fueran dos niños. Hodur, dios de la oscuridad, era sombrío, taciturno y ciego, como la oscuridad del pecado, la cual se suponía que simbolizaba; mientras que su hermano Balder, el bello, era venerado como el dios puro y radiante de la inocencia y la luz. De su frente blanca y cabellos dorados parecían irradiar rayos de Sol que alegraban los corazones de dioses y hombres, por los que era igualmente amado. El joven Balder alcanzó su mayoría de edad con maravillosa rapidez y fue admitido muy pronto en la asamblea de los dioses. Fijó su residencia en el palacio de Breidablik, cuyo techo de plata descansaba sobre pilares de oro y cuya pureza era tal que a nada que fuese, vulgar o impuro se le permitía su presencia dentro de sus recintos, y allí vivía en perfecta armonía junto a su joven esposa Nanna (flor), la hija de Nip (brote), una bella y encantadora diosa. El dios de la luz estaba bien versado en la ciencia de las runas, que estaban escritas en su lengua; él conocía bien las diversas virtudes de las flores, una de las cuales, la camomila, era llamada “la frente de Balder”, porque era tan inmaculadamente pura como esa parte de su rostro. La única cosa oculta ante los radiantes ojos de Balder era la percepción de su propio destino.

El Sueño de Balder Ya que era tan natural que Balder el hermoso estuviera sonriente y feliz, los dioses comenzaron a darse cuenta de un cambio en su comportamiento. La luz se fue gradualmente de sus ojos azules, una expresión de ansiedad invadió su rostro y sus pasos se volvieron pesados y lentos. Odín y Frigg, percatándose del evidente abatimiento de su amado hijo, le rogaron con ternura que les revelara la causa de su tristeza.

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Todos los Aesir vinieron rápidamente al consejo, también las Asynjur, todos en cónclave, todas las potencias meditaron por qué Balder estaba angustiado con sueños de mal agüero Balder fue cediendo finalmente a sus anhelantes ruegos, confesó que sus sueños, en vez de ser tranquilos y reparadores como antaño, se habían visto extrañamente alterados por oscuras y opresivas pesadillas, las cuales, aunque no podía recordarlas cuando se despertaba, le perseguían constantemente con una vaga sensación de miedo. Cuando Odín y Frigg oyeron esto, se sintieron muy desasosegados, aunque prometieron que nada dañaría a su universalmente amado hijo. Sin embargo, cuando los inquietos padres discutieron posteriormente el asunto, confesaron que también ellos se habían visto asaltados por extraños presentimientos y, llegando finalmente a creer que la vida de Balder estaba seriamente amenazada, procedieron a tomar medidas para evitar el peligro. Frigg envió a sus sirvientes en todas direcciones, con órdenes estrictas para exigir a todas las criaturas vivientes, todas las plantas, metales, piedras, de hecho, toda cosa animada o inanimada, que pronunciaran el solemne juramento de no hacerle daño alguno a Balder. Toda la creación hizo enseguida su juramento, ya que no existía nada sobre la tierra que no amara al radiante dios. Los sirvientes regresaron hasta Frigg, informándole que todos habían jurado debidamente, excepto el muérdago que crecía sobre el tronco del roble a las puertas del Valhalla, aunque era, añadieron, una cosa tan inofensiva e insignificante que no había nada que temer. Frigg reanudó entonces su hilado con gran alegría, ya que estaba segura de que nada podría perjudicar a su hijo que amaba por encima de todo.

La Profecía de la Vala Odín, mientras tanto, había decidido consultar con una de las profetisas o valas muertas. Montado sobre su corcel de ocho patas Sleipnir, cabalgó a través del palpitante puente Bifrost y por el accidentado camino que conduce a Gjallar y la entrada de Niflheim, donde, tras dejar atrás a Helgate y el perro Garm, penetró en la oscura morada de Hel.

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Para su sorpresa, Odín vio que un festín se estaba preparando en este oscuro reino y que los sillones habían sido cubiertos con tapices y anillos de oro, como si se esperara a algún importante invitado. Pero él siguió corriendo sin descanso, hasta que llegó hasta el lugar donde la vala había descansado sin ser perturbada durante muchos años. Entonces Odín comenzó a entonar un hechizo mágico y a trazar las runas que tenían el poder de revivir a los muertos. La tumba se abrió súbitamente y su profetisa se incorporó lentamente, preguntando quién había osado interrumpir su sueño. Odín, que no deseaba que supiera que él era el poderoso padre de dioses y hombres, respondió que era Vegtam, hijo de Valtam, y que la había despertado para informarse sobre el personaje para el que Hel estaba sacando sus divanes y preparando un banquete festivo. Con voz sepulcral, la profetisa confirmó todos sus temores contándole que el invitado al que esperaban era Balder, que estaba destinado a ser muerto por Hodur, su hermano, el dios ciego de la oscuridad. A pesar de la evidente reticencia de la vala para seguir hablando, Odín no quedó aún satisfecho y le exigió que le dijera quién vengaría al dios asesinado y daría cuenta de su asesino. La venganza y la represalia eran consideradas como deberes sagrados por las razas nórdicas. Entonces la profetisa le relató como Rossthiof había ya pronosticado que Rinda, la diosa tierra, tendría un hijo de Odín y que Vali, como se llamaría el niño, no se lavaría el rostro ni se peinaría los cabellos hasta que hubiese vengado en Hodur la muerte de Balder. Una vez hubo dicho esto la reacia vala, Odín preguntó: “¿Quién rehusará llorar la muerte de Balder?”. Esta imprudente pregunta demostró un conocimiento del futuro que ningún mortal podía poseer, lo cual le reveló inmediatamente a la vala la indentidad de su visitante. Consiguientemente, rehusando decir una sola palabra más, volvió a hundirse en el silencio de la tumba, declarando que nadie sería capaz de volver a sacarla de nuevo hasta que llegara el fin del mundo. Tras enterarse de los designios de Orlog (destino), que él sabía que no podían ser anulados, Odín volvió a montar en su caballo y emprendió triste el camino de vuelta a Asgard, pensando en la hora, no lejana, en al que su amado hijo dejara de ser visto en las moradas celestiales, y cuando la luz de su presencia se hubiera desvanecido por siempre. Al entrar en Gladsheim, sin embargo, Odín se vio algo tranquilizado por las noticias, rápidamente comunicadas por Frigg, referentes a que todas las cosas bajo el Sol habían prometido que no dañarían a Balder y, sintiéndose convencido de que si

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nada iba a matar a su hijo, seguramente iba a continuar alegrando a los dioses y a los hombres con su presencia, dejó a un lado las preocupaciones y se entregó a los placeres del festín.

Los Juegos de los Dioses El campo de recreo de los dioses estaba situado en las verdes llanuras de Ida, y tenía el nombre de Idavold. Allí se trasladaban los dioses cuando estaban de buen humor y su juego favorito era el de lanzar sus discos de oro, lo cual hacían con gran habilidad. Habían vuelto a la práctica de este acostumbrado pasatiempo con entusiasmo redoblado desde que Frigg hubiera dispersado con sus precauciones la nube que había oprimido sus espíritus. Sin embargo, cansados al final de este juego, pensaron en idear otro. Habían averiguado que ningún proyectil podía dañar a Balder, por lo que se entretuvieron lanzándole toda clase de flechas, lanzas, espadas, hachas y piedras, con la certeza de que no importaba cuánto se afanaran, pues los objetos, habiendo jurado no dañarle, errarían su objeto o caerían cortos de distancia. Esta nueva diversión demostró ser tan fascinante que pronto todos los dioses se congregaron alrededor de Balder, recibiendo cada nuevo fallo en acertarle con prolongadas risas.

La muerte de Balder Estos arranques de jolgorio despertaron la curiosidad de Frigg, quien se encontraba hilvanando sentada en Fensalir, y, viendo a una anciana pasar delante de su morada, le pidió que se detuviera y que le contara qué estaban haciendo los dioses para provocar tanto barullo. La anciana no era otra que Loki disfrazado, quien respondió que los dioses estaban lanzando contra Balder piedras y otros proyectiles, embotados y afilados, mientras que éste permanecía entre ellos sonriente e ileso, retándoles a que le acertaran. La diosa sonrió y reanudó su labor, diciendo que era bastante natural que nada pudiera dañar a Balder, ya que todas las cosas amaban la luz, del cual él era su símbolo, y habían jurado solemnemente no dañarle. Loki, la personificación del fuego, se disgustó mucho al oír esto, ya que estaba celoso de Balder, el Sol, que le había eclipsado por completo y era amado por todos, mientras que a él se le temía y se le evitaba todo lo posible. Pero él ocultó astutamente su irritación y le preguntó a Frigg si estaba segura de que todos los objetos se habían unido al convenio.

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Ella respondió orgullosa que había obtenido el solemne juramento de todas las cosas, excepto el de un pequeño e inofensivo parásito, el muérdago, que crecía en el roble cerca de las puertas del Valhalla y era demasiado pequeño e insignificante como para ser temido. Esta información era todo lo que Loki quería saber y, tras despedirse de Frigg, se alejó. Sin embargo, tan pronto como estuvo fuera del alcance de su vista, recuperó su forma habitual y tomó el muérdago que Frigg había mencionado. Entonces, con sus artes mágicas le confirió al muérdago un tamaño y una dureza bastante fuera de lo común. Del tallo de madera así obtenido fabricó diestramente una flecha con la que regresó corriendo hasta Idavold, donde los dioses aún le estaban lanzando proyectiles a Balder, estando mientras tanto únicamente Hodur apoyado tristemente contra un árbol, sin participar en el juego. Loki se aproximó discretamente hasta el dios ciego y, fingiendo interés, le preguntó acerca de la causa de su melancolía, insinuando astutamente al mismo tiempo que eran el orgullo y la indiferencia lo que le prevenían de participar en el juego. En respuestas a estas afirmaciones, Hodur alegó que sólo su ceguera le impedía tomar parte en el nuevo juego y cuando Loki puso la flecha de muérdago en su mano y lo guió hacia el centro del círculo, indicándole la dirección de la insólita diana, Hodur disparó su flecha enérgicamente. Pero para su consternación, en vez de las sonoras risas que esperaba, un escalofriante grito de horror atravesó sus oídos, pues Balder el hermoso había caído al suelo, atravesado por el fatal muérdago. Con terrible preocupación se reunieron los dioses alrededor de su querido compañero, pero su vida había sido extinguida y todos sus esfuerzos para revivir al dios Sol caído fueron inútiles. Desconsolados por su pérdida, se volvieron furiosos hacia Hodur, a quien hubieran matado allí mismo de no haber sido refrenados por la ley de los dioses, que impedía que ningún acto deliberado de violencia profanara sus lugares sagrados. El sonido de sus altos lamentos atrajo con gran rapidez a las diosas hasta el terrible lugar, y cuando Frigg vio que su hijo estaba muerto, rogó vehementemente a los dioses que fueran hasta Niflheim para implorarle a Hel que liberara a su víctima, ya que la tierra no podría existir felizmente sin él. Ya que el camino era extremadamente, fatigoso y accidentado, ninguno de los dioses se ofreció a ir al principio. Pero cuando Frigg prometió que ella y Odín recompensarían al mensajero amándole por encima de todos los Aesir, Hermod mostró su disposición a ejecutar la misión. A fin de capacitarle para ello, Odín le prestó a Sleipnir, y el noble caballo, que no

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solía dejar que nadie lo montara excepto Odín, partió sin demora hacia la oscura trayectoria que sus cascos ya habían cabalgado en dos ocasiones anteriormente. Mientras tanto, Odín ordenó que el cuerpo de Balder fuera trasladado de Breidablik y envió a los dioses al bosque para que cortaran enormes pinos con los que construir una pira funeraria digna.

La pira funeraria Mientras Hermod cabalgaba a través del sombrío camino que conducía al Niflheim, los dioses cortaron y acarrearon hasta la costa una gran cantidad de leña, la cual amontonaron sobre la cubierta del buque dragón de Balder, Ringhorn, construyendo una elaborada pira funeraria. Según la costumbre, ésta era decorada con tapices colgantes, coronas de flores, copas y armas de todas clases, anillos de oro e incontables objetos de valor, antes de que el inmaculado cadáver, ricamente ataviado, fuera traído y echado sobre ella. Uno tras otro, los dioses se acercaron entonces a ofrecer un último adiós a su amado compañero y cuando Nanna se encorvó hacia él, su tierno corazón se rompió, cayendo sin vida a su lado. Tras ver esto, los dioses la situaron respetuosamente al lado de su esposo, para que pudiera acompañarle incluso en la muerte. Tras haber dado muerte a su caballo y a sus sabuesos, y haber rodeado la pira con espinas, los emblemas del sueño, Odín, el último de los dioses, se acercó. Como muestra de afecto por el difunto, y de dolor por su pérdida, todos habían echado sus más preciadas posesiones sobre la pira y Odín, inclinándose, añadió entonces a las ofrendas su anillo mágico Draupnir. Los dioses congregados percibieron que estaba susurrándole algo al oído de su hijo muerto, pero ninguno estaba lo suficientemente cerca para escuchar lo que había dicho. Tras haber concluido estos tristes preliminares, los dioses se dispusieron entonces a botar el barco, pero se encontraron con que la pesada carga de leña y joyas se resistía a sus esfuerzos combinados, por lo que no pudieron moverlo ni un centímetro. Los gigantes de las montañas, presenciando la escena desde lejos, y percatándose de su apuro, se acercaron y dijeron conocer a una giganta de nombre Hyrrokin, que vivía en Jotunheim y que era lo suficientemente fuerte como para botar la embarcación sin ninguna otra ayuda. Consecuentemente, los dioses le pidieron a uno de los gigantes de la tormenta que se acercaran a buscar a Hyrrokin. Ella hizo acto de presencia

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con rapidez, montada sobre un lobo gigantesco, al cual ella guiaba con una rienda hecha de serpientes que se retorcían. Dirigiéndose hacia la costa, la giganta desmontó y mostró arrogantemente su disposición de proporcionar la ayuda requerida, si mientras tanto, los dioses se hacían cargo de su montura, Odín envió inmediatamente a cuatro berserks, sus más enloquecidas fieras, para que entretuvieran al lobo, pero, a pesar de su excepcional fuerza, no pudieron refrenar a la monstruosa criatura hasta que la giganta la hubo arrojado al suelo y atado a conciencia. Hyrrokin, viendo que ahora serían capaces de manejar a su obstinada montura, se dirigió hasta donde, en lo alto del borde del agua, se erigía Ringhorn, el poderoso barco de Balder. Apoyando su hombro contra su popa, lo envió al agua con un supremo esfuerzo. Tal era el peso de la carga y la rapidez con la que fue arrojado al mar, que la tierra tembló como si se tratase de un terremoto, y los troncos sobre los que el barco se deslizó ardieron en llamas debido a la fricción. El inesperado temblor, casi causó que los dioses perdieran el equilibrio, lo cual encolerizó tanto a Thor que alzó su martillo y estuvo a punto de matar a la giganta, si no le hubieran contenido sus compañeros. Fácilmente apaciguado, como era habitual, pues el temperamento de Thor, aunque fácilmente suscitado, era fugaz, subió en el barco de nuevo para consagrar la pira funeraria con su martillo sagrado Mjollnir. Mientras realizaba esta ceremonia, el enano Lit irrumpió de un modo irritante en su camino, después de lo cual, Thor que no había recuperado completamente su calma, le arrojó al fuego que había acabado de encender con una espina, y el enano ardió hasta quedar reducido a cenizas junto a los cuerpos de la divina pareja. El impresionante barco se introdujo entonces en el mar y las llamas de la pira ofrecieron un espectáculo majestuoso que asumía una gloria mayor con cada momento que pasaba, hasta que, cuando el barco se aproximó al horizonte del Oeste, pareció que el mar y el cielo ardieran en llamas. Los dioses contemplaron tristes el resplandeciente barco y su preciosa carga, hasta que se sumergió súbitamente entre las olas y desapareció; no regresaron a Asgard hasta que la última chispa de luz se hubo desvanecido, y el mundo, como muestra de pesar por Balder el bondadoso, se envolvió en un manto de oscuridad.

La misión de Hermod Los dioses entraron en Asgard tristes, donde ningún sonido de alegría o festejos recibieron los oídos, pues todos los corazones estaban llenos de

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inquietante preocupación por el fin de todas las cosas, el cual se sentía inminente. Y, ciertamente, la idea del terrible invierno de Fimbulvetr, el cual sería el heraldo de sus muertes, bastaba para desasosegar a los dioses. Sólo Frigg albergó esperanzas y esperó ansiosa el regreso de Hermod el veloz, el cual, mientras tanto, había atravesado el palpitante puente y el oscuro camino de Hel, hasta que, a la décima noche, había cruzado las rápidas corrientes del río Gjoll. Allí fue interrogado por Modgud, quien le preguntó por qué el puente Gjallar temblaba más bajo el cabalgar de su caballo que cuando pasaba todo un ejército, y le preguntó por qué él, un jinete vivo, pretendía entrar en los tenebrosos dominios de Hel. Hermod le explicó a Modgud la razón de su visita y, tras averiguar que Balder y Nanna habían pasado por el puente antes que él, se apresuró a seguir su camino hasta que llegó a las puertas que se erigían imponentes ante él. Sin desalentarse ante esta barrera, Hermod desmontó sobre el suave hielo y, ajusfando las correas de su silla, volvió a montar y, clavando sus espuelas en los brillantes costados de Sleipnir, le indujo a que diera un brinco prodigioso, aterrizando ileso al otro lado de la puerta de Hel.

La condición para la liberación de Balder En vano le informó Hermod a su hermano que había venido para rescatarlo. Balder negó triste con la cabeza, diciendo que sabía que debía permanecer en su lúgubre morada hasta la llegada del Ultimo Día, pero le imploró a Hermod que se llevara con él a Nanna, pues el hogar de las sombras no era lugar para una criatura tan bella y brillante. Pero cuando Nanna escuchó esta petición, se aferró más al lado de su esposo, jurando que nada lograría separarla de él y que permanecería por siempre a su lado, incluso en Niflheim. La noche se agotó con la conversación, antes de que Hermod buscara a Hel para implorarle que liberara a Balder. La hosca diosa escuchó en silencio su petición, declarando finalmente que permitiría a su víctima marcharse a condición de que todas las cosas animadas e inanimadas mostraran su pesar por su pérdida derramando lágrimas. Esta respuesta estaba llena de esperanzas, pues toda la Naturaleza lamentaba la pérdida de Balder y seguramente no había nada en toda la creación que fuera a negar el tributo de una lágrima. Por tanto, Hermod salió feliz del oscuro reino de Hel, llevándose con él el anillo Draupnir, que Balder le devolvía a su padre, una alfombra bordada de Nanna para Frigg y un anillo para Fulla.

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El regreso de Hermod Los dioses se reunieron en asamblea ansiosamente alrededor de Hermod cuando éste regresó, y una vez hubo entregado los mensajes y los regalos, los Aesir enviaron heraldos a todas las partes del mundo para pedir a todas las cosas animadas e inanimadas que lloraran la muerte de Balder. Al Norte, al Sur, al Este y al Oeste se dirigieron los heraldos y a su paso caían las lágrimas de todos los animales, las plantas y los árboles, por lo que el suelo se vio saturado de humedad; y los metales y piedras, a pesar de sus duros corazones, lloraron también. De camino de vuelta finalmente hacia Asgard, los mensajeros vieron acurrucada en una oscura cueva a un giganta de nombre Thokk, que algunos mitólogos supusieron que era Loki disfrazado. Cuando se le pidió que derramara una lágrima, se burló de los heraldos e, introduciéndose en los oscuros nichos de su cueva, declaró que ninguna lágrima caería de sus ojos y que a ella poco le importaba que Hel retuviera a su presa por siempre. Lágrimas secas son las que Se desprenderán de Thokk en la pira funeraria de Balder. Vivo o muerto, jamás el hijo de Odín me ha servido, dejemos que Hel retenga lo que es suyo. Tan pronto como los mensajeros llegaron a Asgard, los dioses se congregaron a su alrededor para conocer el resultado de su misión. Pero sus rostros, iluminados con la alegría de la anticipación, se oscurecieron por la desesperación cuando supieron que una criatura había rehusado al tributo de las lágrimas, por lo que no podrían tener nunca más a Balder en Asgard.

Vali el Vengador Los decretos del destino aún no habían sido del todo consumados, y el acto final de la tragedia será brevemente resumido. Vali el Vengador, como fue llamado, hijo de Odín y de Rinda, entró en Asgard el día de su nacimiento y aquel mismo día dio muerte a Hodur con una flecha de un haz que al parecer había acarreado para ese propósito. Así, el asesino de Balder, a pesar de que había sido un instrumento inconscien-

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te, expió por el crimen con su sangre, según el código de los verdaderos nórdicos. En las moradas occidentales, Vali, nacerá de Rinda. Cuando tenga edad de una noche, vengará al hijo de Odín. No se lavará las manos, No se peinará el cabello, hasta que el asesino de Balder sea quemado en la pira

Balder El dios predilecto, el favorito por más dulce hermoso y complaciente con los hombres, no sólo era el dios más venerado por los humanos, sino también era el hijo predilecto de Odin y de Frigg. Sus cualidades físicas no tenían fin, pues poseía unos rasgos de gran belleza de los que parecían brotar rayos de luz, sus cabellos eran de un blanco prístino. Pero no sólo los dones físicos adornaban la figura del dios, también era considerado el más sabio y elocuente de los dioses. Habitaba en la morada celeste llamada Breidablik, en un lugar donde nada maligno o sucio podía entrar. Sin embargo, esta adoración provocó la envidia de otros dioses, en particular de su hermano Loki, que estuvo detrás de su muer­te. El gran dios vivía atormentado por terribles sueños que le mostraban que su vida estaba en gran peligro, ante su temor decidió co­municárselo al resto de los dioses a los que había reunido en asamblea, quienes, entristecidos, decidieron conjurar los peligros que le amenazaban. Frigg prometió por el fuego, el agua, el hierro y todos los otros metales, al igual que por las piedras, la tierra, las enfermedades, las bestias, los pájaros, los peces y los reptiles, que ninguna de esas cosas podría dañar a su amado hijo; sin embargo, Odín temiendo que ese hecho significara que la prosperidad de los dioses hubiese llegado a su fin, buscó la respuesta en otro lugar. Ensilló su caballo, Heipner y cabalgó hacia el Niflheim, donde el perro de Hel acudió a su encuentro; mientras el gran dios avanzaba, la tierra temblaba bajo él y llegó a la alta morada de Hel. Allí ante la adivina, preguntó si el mundo de los dioses estaba llegando a su fin, y si Balder terminaría muriendo y dando paso a nuevos tiempos. Hel se enfadó mucho por haber sido perturbada en su lugar de reposo.

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Mientras, se supo que no había nada en el mundo que pudiera dañar a Balder, los dioses en sus reuniones adquirieron la costumbre de rogarle que les sirviera de objetivo, así unos le lanzaban dardos, otros piedras, mientras que otros le cortaban con sus sables y sus hachas de batalla; le hicieran lo que le hicieran, nadie podía hacerle daño, lo que todos consideraban un gran honor para el dios. Sin embargo, cuando Loki presenció esta escena, se sintió muy molesto porque Balder no recibía ninguna herida, así que tomando la forma de una mujer muy esbelta, se encaminó a Fensal, la morada de Frigg. Cuando llegó allí la grandiosa le preguntó si conocía lo que hacían los dioses en sus reuniones, ésta respondió que lanzaban dardos y piedras a Balder sin conseguir herirlo. Frigg se vanaglorió de haber conseguido que todos los elementos de la tierra hubiesen prestado el juramento de no hacer daño a su hijo, ante la extrañeza de Loke, la diosa reconoció que sólo un pequeño arbusto que crecía sobre el lado oriental del Valhal, el muérdago, no lo había realizado, ya que era demasiado joven y débil para exigírselo. En cuanto Loki supo esto, se marchó, y tras recobrar su forma primitiva arrancó el muérdago para volver al lugar donde estaban reunidos los dioses. Allí encontró a Holder, que se mantenía alejado sin tomar parte en el juego, Loke se dirigió a él y le dijo que tirara algo sobre Balder, a lo que Holder respondió que él era ciego, por lo que no podía ver dónde estaba el dios y además no tenía nada que arrojarle. Pero Loke insistió y entregándole el tallo del muérdago le indicó dónde se encontraba el dios y le pidió que se lo lanzara, Holder tomó y conducido por Loke, se lo lanzó a Balder, que cayó inanimado, atravesado de parte a parte. Cuando cayó Balder, los dioses se quedaron sin voz, paralizados de horror, luego se miraron unos a otros; todos estaban de acuerdo en querer apoderarse de quien había realizado la acción; pero, por respeto a la santidad del lugar donde se hallaban reunidos, debieron posponer su venganza. Pero ninguno era más consciente que Odín, de la desgracia que ocasionaba la muerte de su hijo, ya que era la pérdida del mundo de los dioses tal y como se entendía hasta entonces. Cuando los dioses se hubieron calmado un poco, Frigg les preguntó que quién, entre ellos, conquistaría su gratitud eterna y todo su amor yéndose a caballo al mundo inferior, para tratar de encontrar a Balder, ofrecer un rescate a Hel, y que ésta permitiera que Balder volviera a Asgard; todos se ofrecieron, pero al final, la tarea le fue encomendada a Hermod, que emprendió el viaje montando en uno de los caballos de Odin, Sleipner.

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Entre el resto de los dioses tomaron el cadáver de Balder y lo llevaron al mar, al lugar donde estaba su navío, Ringhorn, el más esplendoroso de todos los que había en el puerto, cuando quisieron botar la nave, para así construir la pira funeraria del dios les fue imposible hacerla cambiar de sitio. Ante esta complicación llamaron a Hyrroken una gigante que con un solo impulso lo puso a flote; pero el movimiento fue tan violento, que unas chispas surgieron de los rollos que había encima y toda la tierra tembló. Thor se enfureció al verlo y cogiendo su martillo intentó destrozar el cráneo de la mujer, lo que hubiera conseguido si el resto de los dioses no hubieran intercedido por ella. Después el cuerpo de Balder fue transportado a bordo del navío sobre la pira funeraria, la pena afectó de tal manera a la esposa de Balder, Nanna, que murió en el acto; su cuerpo fue colocado sobre la misma pira y quemado con el de su marido, Thor estaba detrás de la pira y la consagró con su martillo. Acudieron muchas personas a la procesión funeraria de Balder. Odín la encabezaba, acompañado de Frigg, de las valquirias y de sus cuervos. Luego venía Frey en su carro, Heimdal cabalgaba a lomos de su caballo Goldtop, y Freya conducía su carro, tirado por unos gatos. También había un gran número de gigantes del frío y de gigantes de las montañas, Odín echó a la pira funeraria la famosa argolla Draupner de los enanos. El caballo de Balder, ricamente adornado, fue igualmente llevado a la pira y consumido por las mismas llamas que su amo. Mientras tanto, Hermod se ocupaba de su misión, cabalgó durante nueve días con sus noches a través de sombríos y valles, hasta que llegó al río Gjol y cruzó el puente Gjallar que está cubierto de oro brillante. Modgud, la doncella que guardaba el puente, le preguntó su nombre y la misión que le llevaba hasta lugares tan inhóspitos. Así el dios le contó que estaba buscando la morada de Hel para intentar rescatar a Balder, a lo que la joven respondió que el dios había pasado sobre el puente Bjallar, y que la ruta lleva a la morada de la muerte se encuentra más abajo y hacia el norte. Hermod prosiguió así su viaje hasta que llegó a las puertas prohibidas de Hel, allí desmontó, apretó las cinchas, volvió a subir a su caballo y le golpeó los flancos con sus dos espuelas, consiguiendo que el caballo atravesara la puerta en su galope desenfrenado y sin tocarla. Cuando Hermod llegó hasta las puertas del palacio, se apeó y entró, allí estaba su hermano Balder ocupando el asiento más distinguido de la sala, y pasó la noche en su compañía. A la mañana siguiente, suplicó a Hel que dejara a Balder volver a caballo a su patria, explicándole la pena que

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reinaba entre los dioses. Hel estableció que el dios podría volver a Asgard si realmente era tan amado como se decía, si todos las cosas del mundo, ya fueran animadas o inanimadas, lloraban por el dios éste podría regresar, sin embargo si una sola no lo hacía o hablaba mal de él debería permanecer en su morada. Tras esto Hermod se levantó y despidiéndose de su hermano volvió a la morada de los dioses. Cuando Hermod llegó a Asgard relató sus aventuras en el palacio de Hel, a continuación, los dioses enviaron mensajeros por todo el universo para suplicar a todas las cosas que lloraran por el fallecido dios para que éste pudiera ser liberado. Todas las cosas accedieron de buen grado a la demanda: los hombres, los animales, la tierra, las piedras, los árboles y todos los metales, cuando los mensajeros volvieron con la convicción de que su misión había sido un éxito completo, se encontraron por el camino a una gigante que se llamaba Thok, le pidieron también que llorara por Balder para liberarle del poder de Hel. Pero Thok se negó, ya que Balder no se había ocupado nunca de ella cuando estaba vivo, motivo por el cual podía permanecer en el palacio de Hel. Lo más probable es que esta gigante no fuera otra que Loke transmutado, de esta manera conseguía que su odiado hermano permaneciera en el mundo de los muertos, aunque Odín sabía que un día cuando llegara el fin del mundo, su hijo volvería a su lado para iluminar el mundo y dotarlos de paz perenne.

El culto a Balder Uno de los más importantes festivales se celebraba en el solsticio de verano, o día de San Juan, en honor a Balder el bondadoso, ya que era considerado el aniversario de su muerte y de su descendencia al inframundo. En ese día, el más largo del año, la gente se congregaba en el exterior, hacía grandes hogueras y contemplaba el Sol, que en las latitudes nórdicas extremas apenas se oculta bajo el horizonte antes de volver a elevarse en un nuevo amanecer. Desde el solsticio, los días se iban haciendo gradualmente más cortos y los rayos del Sol se hacían menos cálidos, hasta el solsticio de invierno, que se conocía como la “noche Madre”, ya ¿fue era la noche más larga del año. El solsticio de verano, una vez celebrado en honor a Balder, se llama ahora día de San Juan, tras haber suplantado aquel santo de la tradición cristiana a Balder.

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Heimdall Heimdall es el más solitario de los dioses. Desde las torres de su palacio Himinbjorg, situado en el último confín del universo, sobre el Bifrost, el puente tambaleante que conduce a Asgard, vigila que ningún gigante de la escarcha cruce por él. Se trata de una labor tediosa, pero Heimdall nació especialmente dotado para llevarla a cabo: duerme menos que un pájaro, puede oír a la hierba crecer en el campo y la lana en el lomo de las ovejas y ve a una distancia de cien millas, ya sea de día o de noche. Pero sin embargo, no puede hablar. Su nacimiento fue milagroso en extremo. Se dice que las nueve Doncellas de las Olas (Gialp, Greip, Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgiafa, Sindur, Atla e Iarnsaxa), hijas de Ægir, el gigante soberano de los océanos, lo concibieron simultáneamente de una manera que es imposible de explicar. Un día en que Odín paseaba pòr las playas de Midgard, encontró a las nueve hermanas dormidas sobre la blanca arena. De inmediato, quedó prendado de ellas y éstas, de alguna forma, se combinaron en una sóla para unirse al dios del viento, de donde Heimdall fue concebido. Las nueve madres procedieron a alimentar a su bebé con la fuerza de la tierra, la humedad del amor, el calor del Sol y sangre de jabalí, una dieta que demostró ser tan fortalecedora que el nuevo dios adquirió un crecimiento completo en un espacio de tiempo increíblemente corto y corrió a unirse a su padre en Asgard. Encontró a los dioses observando con orgullo el arco iris del puente Bifröst, el cual acababan de construir con fuego, aire y agua, los tres materiales que aún pueden verse en este extenso arco, donde brillan los tres colores principales significativos de estos elementos.Al momento de la llegada de Heimdall, los dioses estaban deliberando sobre la conveniencia de asignar un guardián fidedigno y vitorearon al nuevo recluta como alguien apropiado para cumplir con las onerosas obligaciones de su cargo. Heimdall accedió con alegría a asumir la responsabilidad y desde entonces veló día y noche el sendero de arco iris que se adentraba en Asgard. Heimdall viste una armadura blanca como la nieve, lo que se considera apropiado para él ya que los Æsir lo estiman como uno de los dioses más bellos y sabios. Los dientes de Heimdall son de oro, por lo que se ganó el sobrenombre de Gullitani (el de los dientes de oro). También era el orgulloso propietario de un veloz corcel de crines de oro llamado Gulltoppr, “crines de oro”, que le transportaba de acá para allá pero especialmente temprano por la mañana, a cuya hora, como heraldo del día, tenía el nombre de Heimdellinger. Con su cuerno, llamado Gjallarhorn, cuyo sonido

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puede ser escuchado por todas las criaturas en los nueve mundos, Heimdall anunciará el combate entre dioses y gigantes, después del cual sobrevendrá el fin del mundo, el Ragnarök. Heimdall intervendrá en la lucha, enfrentando al maligno Loki, su más odiado enemigo, donde se darán muerte el uno al otro.

Las heroicas hazañas de Beowulf Todas las noches, durante 12 años, el palacio de Hrothgar, rey de los daneses, recibía la vista de un monstruo de los pantanos de nombre Grendel, que atacaba y mataba a los hombres de Hrothgar. Por fin, un héroe, Beowulf, jura matar a Grender o morir en el intento. Esa noche, cuando el monstruo entra en el palacio, Beowulf lucha con él, le arranca un brazo y el monstruo huye y muere. A la noche siguiente, hubo una gran fiesta, pero, inesperadamente, cuando todos dormían, la madre de Grendel bajó hasta el palacio apra vengar la muerte de su hijo. A la mañana siguiente, Beowulf sigue su pista hasta el lago en donde vivía, se arroja a las cenagosas aguas y la mata con una gran espada, tan pesada que solamente un héroe podía empuñarla, y qué había econtrado en el lecho del lago. Las aguas hervían con la sangre y los seguidores de Beowulf pensaron que había muerto. Pero al final emerge en la superficie llevando las cabezas de Grendel y la de su madre. Beowulf se hace rey y muere luego a edad muy avanzada y luchando contra otro monstruo: un dragon de fuego, que durante siglos custodiaba un tesoro en un antiguo túmulo funerario.

Loki y el Gigante Durante la guerra entre los Aesir y los Vanir, Asgardr había perdido sus murallas. Un día, vino un hombre a caballo y ofreció construir una muralla más fuerte que la anterior. Sin embargo, el precio por su trabajo era el sol, la luna, la diosa Freyra como esposa. Por consejo del artero dios Loki, los dioses acceden, pero solo acondición de que la obra se realice en seis meses (algo que, naturalmente, consideraban imposible). Pese a esto, el hombre y su caballo, Svadilfari, trabajron con tal rapidez que la obra fue acabada tres días antes del plazo. Los dioses estaban aterrados, por lo que Loki, que podía transformarse, adoptó forma de yegua y logró alejar a Svailfari para que el hombre fuese incapaz de terminar a tiempo la muralla.

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El hombre se enojó entonces tanto que empiezó a crecer y crecer y a mostrar que en realidad era un gigante de las rocas, una estripe que odiaba a los dioses. Entonces Thor le da muerte con un golpe de martillo. Meses después, Loki regresó con un extraño potrillo, engendrado por Loki y Svadilfari. Se trataba de Sleipnir, el futuro caballero de ocho patas de Odín, que corría más que nada en el mundo y podía llevar a us jinete hasta Hel, la tierra de los muertos.

El lobo Fenrir El lobo Fenrir era hijo de Loki (el dios marrullero). Fenrir fue llevado a Asgard, pero cuando creció era tan fiero que solamente el dios Tyr se atrevía a acercarse para darle de comer. En una ocasión, los dioses lo ataron y lo amordazaron, lo engañaron para tal propósito para lo que utilizaron dos cadenas llamadas Laeding y Dromi, diciéndole que no podría desatarse. Pero sin embargo, Fenrir pudo hacerlo con facilidad. Entonces resolvieron atarlo con un grillete mágico del que no pudo escapar: permanecería atado hasta la batalla final de Rangnarok.

Sigurd vencedor del dragón Sigfrido o Sigurd, hijo del héroe Sigmund y favorito de Odín, creció huérfano. De gran valentía, cuando era muy joven, mató al dragón Fafnir por deseo de Regin, el herrero, robándole el tesoro. Sin embargo, el tesoro oculto estaba encantado por un anillo que había recibido una maldición y la tragedia se desata. Sigurd, poco después se casa con Gudrun, hija del rey de los Nibelungos y accede a ayudar a su hermano Gunnar a conquistar Brynhildr, una valquiria que vivía tras un muro de fuego. Disfrazado de Gunnar, la conquista tras entregarle el fatídico anillo, luego de lo cual, Gunnar, se casa con ella. Pero Gudrun, la esposa de Sigurd, al ver a Brynhildr llevar el anillo, le cuenta la verdad para burlarse de ella. Brynhildr, furiosa y exige que Gunnar y su hermano Hogni maten a Sigurd, para después suicidarse, quemándose en la propia pira funeraria de Sigurd. Gudrun se casa con Atli, hermano de Brynhildr, al cual le pide que mate a Gunnar y a Hogni, en venganza por haber matado a Sigurd. Luego Gudrun mata a sus hijos con Atli, hace unas copas con sus cráneos y le sirve a Atli su sangre en lugar de vino y sus corazones en lugar de carne. Finalmente, incendia su palacio, y mueren todos los que allí estaban.

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El tesoro de los Nibelungos Sigfrido o (Siegfrid) es uno de los principales personajes del poema épico de tradición germánica, El cantar de los Nibelungos y del ciclo del Anillo del Nibelungo de Wagner. Sigfrido logra obtener el tesoro de los nibelungos que tiene sobre sí una maldición. Luego seduce a Krimilda (Kriemhild), hermana de Gunter, el rey de los brugundios. Gunter le concede su mano a cambio de ayuda para conquistar a Brunilda, la reina de las amazonas, que siempre somete a sus pretendientes a durísimas pruebas. Sigfrido, disfrazado de Gunter, supera todas las difíciles pruebas y gana a Brunilda para Gunter. Cuando ambas parejas contraen matrimonio, las reinas discuten y así, se revela el engaño. Entonces Brunilda jura vengarse. Para ello cuenta con la ayuda de Hagen, uno de los vasallos del mismo Gunter, que descubre que Sigfrido tiene un punto vulnerable: en su espalda. Entonces, Hagen le dice a Krimilda que haga una señal en la capa de Sigfrido, para protegerlo, pero en realidad, lo mata. Brunilda, apenada, decide suicidarse arrojándose a la pira funeraria de Sigfrido. Finalmente, Hagen roba el tesoro de los Nibelungos y se esconde en el Rin. Posteriormente, Krimilda se casa con Atila (Etzel), el rey de los Hunos y asesina a Gunter y Hagen. Hagen no revelará el escondite del tesoro ni siquiera ante la proximidad de la muerte.

La omnipotencia de Odin y la creación de las runas Cuenta la leyenda, que al principio de los tiempos, Odin era capaz de ver lo que pasaba en los nueve mundos desde su trono Hliðskjálf, pero no podía sin embargo ver el futuro. Este al ser el dios de la sabiduría, tenía una inmensa necesidad de conocer el futuro, pues se dice que fue él quien dió el don de la curiosidad a los hombres. Odin sabía que quien bebiera de las aguas del pozo Urd obtendría la omnipotencia, de forma que acudió allí, y pidió a Mimir, su guardián, que le permitiese beber de las aguas. Pero este, conocedor del valor de la sabiduría absoluta, le exigió al dios que dejase algo como prenda, uno de sus ojos (lo cual simboliza la diferencia entre belleza y fealdad). Odin, sin dudarlo un momento, extrajo su ojo, y se lo entregó a Mimir, que lo arrojó a las

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profundidades del pozo, para que permaneciese allí por toda la eternidad. De esta forma, Odin sacrificó la belleza por la sabiduría. Más adelante, en un enfrentamiento entre los Vanir y los Aesir, Mimir fue decapitado, y Odin tomó su cabeza, y la conserva junto a sí, haciéndola hablar por medio de la magia, lo cual la convierte en una fuente inagotable de conocimientos. A pesar de que los conocimientos que Odin obtuvo eran de gran importancia, su sabiduría absoluta no consiste solo en estos, sino que también se compone de la magia y las poesías. El saber de estas dos artes lo obtuvo mediante el conocimiento de las runas. En otra leyenda se narra cómo obtuvo Odin las runas. Ocurrió que Odin queriéndo obtener el saber de las runas, realizó el sacrificio de sí mismo, clavandose su lanza Gungnir y colgándose cabeza abajo de las ramas de Yggdrasil, el fresno sagrado, durante nueve días y nueve noches. Y en la noche de el noveno día, cuentan que Odín pudo surcar las aguas de su propia alma, y allí en el fondo, encontró las runas y las asió, y aunque esto le provocó la muerte, resucitó, ahora conocedor de las runas. Hay que resaltar que la muerte de Cristo, según la religión cristiana, guarda un enorme parecido con este mito, tanto por la lanza, como por el colgar durante largo tiempo y como por la resurrección. Finalmente Odin, por medio de estos dos sacrificios se conviertió en el dios conocedor de todas las cosas y poseedor de la sabiduría absoluta.

Ymir y Audhumla Fue en tiempos remotos, cuando nada había, ni arena ni mar ni frías olas, ni tierra ni altos cielos, sólo un gran vacío y nada crecía. Así pues, cuando nada había y la oscuridad reinaba en todas partes, existía un poderoso ser llamado Allfather (Padre de Todo), al que imaginaban confusamente tanto no creado como no visto, y todo lo que él deseaba era aprobado. Era una especie de ser invisible que había existido desde siempre, y el cual contaba con once nombres más. En el centro del espacio se encontraba, en el albor del tiempo, un gran abismo llamado Ginnungagap, la grieta de entre las grietas, la sima grandiosa,

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cuya profundidad no alcanzaba a ver ningún ojo y que estaba cubierto en una constante penumbra. Al norte de este lugar se encontraba un espacio o mundo conocido como Niflheim (el mundo de la niebla y la oscuridad) en el centro del cual burbujeaba el inagotable manantial Hvergelmir (la caldera hirviente), cuyas aguas abastecían doce grandes corrientes conocidas como las Elivagar. Como las aguas de estas corrientes fluían velozmente desde su origen hasta encontrarse con las frías ráfagas de la sima grandiosa (Ginnungagap), se solidificaban pronto en enormes bloques de hielo, que rodaban hacia las inconmensurables profundidades del gran abismo con un continuo estruendo atronador. Al sur de esta oscura fosa, en dirección opuesta al Niflheim, el reino de la niebla, se localiza otro mundo conocido como Muspellsheim (el hogar del fuego elemental), donde todo era calor y luz y cuyas fronteras eran guardadas continuamente por Surtr, el gigante de la llama. Este gigante blandía ferozmente su reluciente espada, lanzando continuamente grandes cantidades de chispas, que caían con un silbido sobre los bloques de hielo en el fondo del abismo, derritiéndolos parcialmente con su calor incandescente. Las nubes de vapor se elevaban y, al encontrarse de nuevo con el frío, se transformaban en escarcha, la cual, capa a capa, rellenaba el espacio central. De esta manera, por la continua acción del frío y el calor, y también debido probablemente a la voluntad de Allfather, una gigantesca criatura llamada Ymir u Olgelmir (arcilla hirviente), la personificación del océano congelado, nació entre los bloques de hielo del Ginnungagap y como fue creado a partir de la escarcha, se le llamó Hrimthurs o el Gigante de Hielo. Andando a tientas en la oscuridad en busca de alimento, Ymir se encontró con una vaca gigantesca llamada Audhumla (la alimentadora), que había sido creada de la misma manera y con los mismos materiales con los que el gigante había sido concebido. Corriendo hasta ella, Ymir observó con placer que de sus ubres fluían cuatro grandes arroyos de leche, que le proporcionarían alimento más que suficiente. Todas sus necesidades fueron satisfechas de esta manera; sin embargo, la vaca, buscando comida a su vez a su alrededor, comenzó a lamer la sal de un bloque de hielo cercano con su áspera lengua. Siguió haciendo esto hasta que primero aparecieron los cabellos, después la cabeza entera de un dios emergió de su helada envoltura y finalmente Buri (el productor) se vio completamente liberado. Mientras la vaca se encontraba ocupada de esta manera, Ymir, el gigante, se había quedado dormido y mientras dormía un hijo y una hija habían nacido de la transpiración bajo sus axilas y sus pies habían producido el

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gigante de seis cabezas Thrungelmir, el cual, poco después de nacer, dio a luz a su vez al gigante Bergelmir, del cual descienden todos los gigantes malignos helados.

Njörd Los Ases y los Vanes intercambiaron prisioneros tras la terrible guerra que habían mantenido entre ellos, y mientras que Hoenir (dios As), hermano de Odín, se había marchado a vivir a Vanaheim (mundo de los dioses Vanes), Njörd (dios Van), junto a sus dos hijos Frey y Freya, establecieron su hogar definitivamente en Asgard (mundo de los dioses Ases). Nörjd se considera por ello, rehén de los Ases, pero como gobernador de los vientos y del mar cercano a la costa, se le concedió el palacio de Noatun, cerca de la costa, desde donde se dice, acallaba las terribles tempestades provocadas por Egir, el dios del mar profundo. Njörd también extendía su protección especial sobre el comercio y la pesca, los dos oficios que podían ser ejercidos ventajosamente sólo durante los cortos meses de verano. Tal vez por eso, él estaba considerado, en cierta medida, su personificación. A Njörd, Dios del Verano, se le representa en el arte como un dios muy bien parecido, en la flor de su vida, vestido con una túnica verde, con una corona de conchas y algas sobre su cabeza o un sombrero de ala marrón adornado con plumas de águila o de garza. Como personificación del verano, se le invocaba para que aquietara las furiosas tormentas que azotaban las costas durante los meses invernales. También se le imploraba para que acelerara el calor primaveral, para así extinguir los fuegos del invierno. Como la agricultura sólo se podía practicar durante los meses de verano, y principalmente entre los fiordos y ensenadas, Njörd también era invocado para que favoreciera las cosechas, pues se decía de él que se deleitaba ayudando a aquellos que confiaban en su protección y ayuda. La primera esposa de Njörd, según algunas fuentes, había sido su hermana Nerthus, la Madre Tierra, que en Alemania se identificaba como Frigg, pero que en Escandinavia era considerada como una divinidad aparte. Sin embargo, Njörd se vio obligado a separarse de ella cuando se le requirió en Asgard, donde pasó a ocupar uno de los once asientos de la gran sala de consejos, estando presente en todas las asambleas de los dioses, retirándose a Noatun sólo cuando los Ases no precisaban de sus servicios. En su casa de la costa, Njörd se deleitaba observando el vuelo de las gaviotas de acá para allá y contemplando los gráciles movimientos de los cisnes,

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sus aves preferidas y que él consideraba sagradas. También empleaba su tiempo mirando los juegos de las focas, que se acercaban hasta sus pies para tomar el sol. Njörd bendecía las embarcaciones que entraban y salían del puerto, sus templos estaban situados en las costas y era donde se hacían juramentos en su nombre en todos los banquetes, donde era mencionado siempre junto a su hijo Frey. Como se suponía que todas las plantas acuáticas le pertenecían, la esponja marina era conocida como “el guante de Njörd”, un nombre que perduró hasta tiempos recientes, cuando la misma planta fue rebautizada como “la mano de la Virgen”. La segunda esposa de Njörd fue Skadi, Diosa del Invierno, hija del viejo y feo gigante Hrimthurs. Eligió a Njörd como esposo con los ojos vendados, sólo podía ver los pies de los dioses. Ella vio un par de hermosos pies y pensó que era Balder, el Dios de la Luz, cuyo luminoso rostro ya la había seducido. Cuando se quitó la venda, descubrió su error y vio que había elegido a Njörd. Fueron a vivir a Noatun, pero no fue un matrimonio duradero.

Mani y Sól Los carros estaban preparados, los corceles Arvakr (el despertador temprano), Allsvinn (el marchador veloz) y Alsvider (el más veloz), enganchados e impacientes para comenzar lo que iba a ser su recorrido diario, pero ¿quién iba a guiarles por el camino correcto?. Los dioses buscaron a su alrededor y los dos bellos hijos del gigante Mundilfer llamaron su atención. El gigante estaba muy orgulloso de sus hijos y les había dado el nombre de las recién creadas orbes, Mani y Sól. Sól, la doncella del Sol, era la esposa de Glaur, el cual era probablemente uno de los hijos de Surtr (líder de los gigantes de fuego y guarda de las fronteras de Muspellsheim). Los nombres asignados probaron haber sido otorgados acertadamente, pues el hermano y la hermana fueron nombrados los encargados de conducir los corceles de sus brillantes homónimos. Tras recibir los consejos de los dioses, fueron llevados hasta el cielo y día tras día, cumpliendo con sus obligaciones asignadas, conduciendo los corceles a través de los senderos celestiales. Después, los dioses convocaron Nótt, una de las hijas del gigante Norvi, y le confiaron el cuidado de un oscuro carro tirado por un corcel negro, Hrímfaxi, de cuyas crines ondeantes cae el rocío y la escarcha todas las mañanas hasta la tierra. La diosa de la noche se había casado en tres ocasiones

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y con su primer esposo, Naglfari, había tenido un hijo de nombre Aud; con el segundo Annar, una hija llamada Jörd y con el tercero, el dios Delliger dios del crepúsculo, otro hijo, cuya belleza era sublime y al cual se le dio el nombre de Dagr. Tan pronto como los dioses se percataron de la existencia de este hermoso ser, le proporcionaron un carro tirado por el resplandeciente corcel blanco Skinfaxi, de cuyas crines resplandecientes, rayos de luz brillan en todas direcciones, alumbrando el cielo y la tierra, iluminando el mundo y trayendo consigo luz y alegría para todos.

Los lobos Sköll y Hati Dicen que el mal siempre sigue de cerca los pasos del bien con la intención de destruirlo, por lo que los antiguos habitantes de las regiones del Norte imaginaron que tanto Sól (el Sol) como Mani (la Luna) eran perseguidos incesantemente por los fieros lobos llamados Sköll (repulsión) y Hati (odio). Hijos / hermanos de Fenrir que era el lobo gigante, la bestia del Ragnarök (el día del Fin del Mundo, El Ocaso de los Dioses) y hermanos de Mánagarm, el perro de la Luna que devora la carne de los muertos. Pero la envidia los sacudía y su único objetivo era alcanzar y devorar a los brillantes y hermosos objetos que perseguían, Sköll perseguía a Sól y Hati a Mani, para que el mundo volviera a estar envuelto en su oscuridad inicial. Pero pendía de ellos una maldición hecha por Odín: sólo cuando llegara el Ragnarök serían capaces de alcanzarlos y destrozar los carros celestiales. Se decía que a veces, los lobos alcanzaban e intentaban devorar sus presas, produciendo consiguientemente un eclipse de las brillantes orbes. Entonces, la gente aterrorizada provocaba un estruendo tan ensordecedor, que los lobos, asustados por el ruido, los soltaban de sus mandíbulas. Una vez libres de nuevo, Sól y Mani reanudaban su camino, perseguidos velozmente por los hambrientos mostruos a través de su estela, esperando con ansia el momento en el que sus esfuerzos se vieran recompensados con el fin del mundo. Las naciones del Norte creían que sus Dioses habían emergido de una alianza entre el elemento divino (Börr) y el mortal (Bestla, la giganta), por lo que eran finitos y estaban condenados a perecer junto al mundo que habían creado. Mani también estaba acompañado de Hiuki, la Luna creciente, y Bil, la Luna menguante, dos niños que él había arrebatado de la Tierra, donde un cruel padre los había obligado a acarrear agua durante toda la noche. Nuestros antepasados creían ver a estos niños, con sus cubos perfilándose levemente sobre la Luna.

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Los dioses no sólo nombraron al Sol, la Luna, el Día y la Noche para señalar el transcurso del día, pues también asignaron al Atardecer, la Medianoche, la Mañana, el Amanecer, el Mediodía y la Tarde para que compartieran sus tareas, nombrando al Verano y al Invierno como los gobernadores de las estaciones, como dirigentes del paso de los años, hasta el ocaso de los dioses. Verano, desciende directamente de Svasud (el suave y el encantador). Heredó el carácter gentil de su señor y era amado por todos excepto por Invierno, su mortal enemigo e hijo de Vindsual, el cual era a su vez hijo del desagradable dios Vasud, personificación de los vientos helados. Los vientos fríos soplaban continuamente desde el Norte, enfriando toda la Tierra y los nórdicos creían que eran puestos en movimiento por el gran gigante Hresvelgr (el devorador de cadáveres), el cual, ataviado con plumas de águila, se sentaba al borde del extremo norte de los cielos y cuando levantaba sus brazos o alas, frías ráfagas se creaban y soplaban despiadadamente sobre la faz de la Tierra, destruyéndolo todo con su aliento helado.

Odín, Vili y Ve Cuando los gigantes se dieron cuenta de la existencia del dios Buri (el productor) y de su hijo Börr (nacido), al cual había producido inmediatamente, una guerra surgió entre ellos, ya que al representar dioses y gigantes las fuerzas opuestas del bien y del mal, no cabía la posibilidad de que pudieran vivir juntos en paz. Naturalmente, la lucha continuó durante muchos tiempo sin que ningún bando lograra una decidida ventaja, hasta que Börr se casó con la giganta Bestla, hija de Bolthjorn (la espina del mal). De la pareja nacieron tres poderosos hijos: Odín (espíritu), Vili (voluntad) y Vé (sagrado). Estos tres hijos se unieron inmediatamente a su padre en su lucha contra los gigantes de hielo enemigos y finalmente lograron matar a su rival más devastador, el gran Ymir. Mientras caía sin vida, la sangre manó de sus heridas en cantidades tan grandes que terminó produciendo un gran diluvio en el que pareció toda su raza, a excepción de Bergelmir, el cual logró escapar con su esposa en un bote hasta los confines del mundo. Allí construyó su morada, llamando al lugar Jötunheim (hogar de los gigantes) y allí engendró una nueva raza de gigantes de hielo, los cuales heredaron sus aversiones y continuaron su odio de sangre, estando siempre dispuestos a salir resueltamente de su desolado país para atacar el territorio de los dioses.

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Los dioses, llamados Ases (pilares y soporte del mundo) en la mitología del Norte, tras haber triunfado sobre sus enemigos y haber terminado de esta manera la guerra, comenzaron entonces a mirar a su alrededor, con la intención de mejorar el aspecto desolado de las cosas y moldear un mundo habitable. Tras la debida consideración, los hijos de Börr arrojaron el enorme cadáver de Ymir al Ginnungagap, poniéndolo en medio, y comenzaron a crear el mundo a partir de las diversas partes que lo componían.

Ragnarok, El ocaso de los Dioses Uno de los rasgos distintivos de la mitología nórdica es que la gente siempre creyó que sus dioses pertenecían a una raza finita. Los Ases habían tenido un comienzo y, por tanto, se razonaba, debían tener un final y si habían nacido de una mezcla de elementos divino y mortales (los gigantes), su naturaleza era imperfecta. Llevaban dentro el germen de la muerte y estaban, al igual que los hombres, destinados a sufrir la muerte física para obtener de este modo, la inmortalidad espiritual. Todo el esquema de la mitología nórdica era consiguientemente un drama, conduciendo cada paso de su historia, gradualmente, hacia el clímax o final trágico, cuando, con verdadera justicia poética, el castigo y la recompensa serían imparcialmente impuestos sobre todos sus protagonistas. Los Ases toleraron la presencia del mal entre ellos, personificado por Loki. Débilmente se dejaron llevar por sus consejos, permitieron que les involucrara en toda clase de dificultades de las cuales lograban salir sólo al precio de separarse de su virtud o la paz, y poco a poco le fueron permitiendo tener tal dominio a Loki sobre ellos, que no vacilaba en robarles sus más preciadas posesiones, la pureza, o la inocencia, personificada por Balder el Bondadoso. Demasiado tarde se dieron cuenta de lo maligno que era este espíritu, hasta que hubo encontrado un hogar entre ellos y, demasiado tarde, desterraron a Loki a la Tierra, donde los hombres, siguiendo el ejemplo de los dioses, fueron corrompidos por su siniestra influencia.

El invierno Fimbul Viendo que el crimen predominaba y que todo el bien había sido desterrado de la Tierra, los dioses se percataron de que las antiguas profecías estaban a punto de verse cumplidas y que la sombra de Ragnarok, el ocaso de los dioses, ya se cernía sobre ellos.

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Sol y Mani palidecieron de miedo y condujeron sus carros temblorosos a través de sus caminos señalados, mirando hacia atrás, temerosos de los lobos que les perseguían y que pronto los alcanzarían y los devorarían. Conocían sus destinos, pero aún así continuaron su recorrido y se enfrentaron a su final. Y al desaparecer sus sonrisas, la Tierra se volvió triste y fría y el terrible invierno Fimbul comenzó. Los penetrantes vientos soplaron desde el Norte y toda la tierra fue cubierta con una gruesa capa de hielo. Este severo invierno duró durante tres estaciones completas sin descanso y fue seguido por otros tres, igual de duros, durante los cuales toda la alegría abandonó la Tierra y los crímenes de los hombres aumentaron con pavorosa velocidad, mientras, en la lucha general por la vida, los últimos sentimientos de humanidad y compasión desaparecieron. En los oscuros nichos del Ironwood, la giganta Iarsaxa o Angurboda, alimentaba diligentemente a los lobos Hati, Sköll y Managarm, la progenie de Fenris, con las médulas de los huesos de los asesinos y los adúlteros y tal era el predominio de estos crímenes que nunca se le restringía la comida a los casi insaciables monstruos. Diariamente ganaron fuerzas para perseguir a Sol y a Mani y finalmente, los alcanzaron y los devoraron, inundando la tierra con sangre de sus fauces goteantes. Así, pues, ante esta terrible calamidad, toda la tierra tembló y se agitó. Las estrellas, asustadas, cayeron desde sus posiciones y Loki, Fenrir y Garm, renovando sus esfuerzos, hicieron pedazos sus cadenas y se dirigieron a tomar venganza. Al mismo tiempo, el dragón Nidhug logró roer la raíz del fresno Yggdrasil, que se estremeció hasta su rama más alta. El gallo rojo Fialar, posado en lo alto del Valhalla, cacareó en alto la alarma, que fue inmediatamente repetida por Gullinkambi, el gallo en Midgard, y por la rojiza ave de Hel en Niflheim.

Heimdall da la alarma Heimdall, dándose cuenta de estos ominosos augurios y oyendo el estridente chillido del gallo, puso inmediatamente el cuerno Giallar en sus labios y sopló el toque esperado durante tanto tiempo, que se oyó en todo el mundo. Al primer sonido de esta manifestación, los Ases y los Einheriar se levantaron de sus divanes dorados y salieron valientemente del gran palacio, armados para la contienda venidera y, montando sus corceles impacientes, galoparon sobre el palpitante puente arco iris hasta el extenso campo de Vigrid, donde, como Vafthrundnir había presagiado

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mucho tiempo atrás, tendría lugar la última batalla. La temible serpiente de Midgar, Iörmungandr, había sido despertada por el alboroto general y con inmensos retorcimientos y conmoción, por lo que los mares fueron azotados con enormes olas como nunca antes habían alterado las profundidades del mar, se arrastró hasta la tierra y se apresuró a unirse a la terrible refriega, en la que iba a jugar un papel importante. Una de las grandes olas, agitadas por los esfuerzos de Iörmungandr, puso a flote a Nagilfar, el funesto barco, que estaba completamente construido con las uñas de aquellos muertos cuyos familiares habían fracasado, a través de los años, en su deber, habiendo olvidado cortar las uñas de los fallecidos antes de que pudieran descansar. Tan pronto como esta embarcación salió a flote, Loki embarcó en ella con el feroz ejército de Muspellheim y lo guió audazmente a través de las agitadas aguas hasta el lugar del conflicto. Éste no era el único barco que se dirigía a Vigrid, pues de un espeso banco de niebla, hacia el Norte, salió otra embarcación, pilotada por Hrym, en la que todos eran gigantes de hielo, armados por completo e impacientes por entrar en batalla contra los Ases, a quienes siempre habían odiado con todas sus fuerzas. Al mismo tiempo, Hel, la diosa de la muerte, salió por una grieta en la tierra desde su hogar en el inframundo, seguida de cerca por el sabueso de ésta, Garm. Los malhechores de su lúgubre reino y el dragón Nidhug, que sobrevoló el campo de batalla, transportando cadáveres sobre sus alas. Tan pronto como aterrizó, Loki dio la bienvenida a estos refuerzos con alegría y, colocándose en cabeza, marchó con ellos hacia la lucha. Los cielos se partieron súbitamente en dos, y a través de la enorme brecha, cabalgó Surtr con su espada flameante, seguido por sus hijos y, mientras atravesaban el puente Bifröst, con la intención de arrasar Asgard, el glorioso arco se hundió con un estruendo bajo las pisadas de sus caballos. Los dioses sabían muy bien que su fin se encontraba ahora cerca y que su debilidad y falta de previsión les había situado en gran desventaja, pues Odín sólo tenía un ojo, Tyr una mano y Frey nada, excepto un cuerno de venado con el que defenderse, en vez de su invencible espada. Sin embargo, los Ases no mostraron señales de desesperación, sino que, como auténticos dioses de guerra del Norte, se pusieron sus más ricas vestimentas y cabalgaron alegremente hacia el campo de batalla, decididos a poner un alto precio a sus vidas. Mientras reunían sus fuerzas, Odín descendió una vez más hasta el manantial Urdar, donde bajo Yggdrasil derribado, se sentaban aún las Nornas con los rostros cubiertos y guardando un silencio obstinado, con su tela que

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yacía rasgada a sus pies. El padre de los dioses susurró de nuevo un comunicado misterioso a Mimir, tras lo cual volvió a montar sobre su caballo Sleipnir y se reunió con el ejército que esperaba.

La gran batalla Los combatientes se encontraban ahora congregados en las vastas extensiones de Vigrid. A un lado, se alineaban los severos, tranquilos rostros de los Ases, los Vanes y los Einheriar, mientras que en el otro se reunían el abigarrado ejército de Surtr, los sombríos gigantes de hielo, el pálido ejército de Hel y Loki y sus horribles seguidores, Garm, Fenrir e Iörmungandr, estos dos últimos, arrojando fuego y humo, y exhalando Nubes de vapores tóxicos y mortales, que llenaban todo el cielo y la tierra con su venenoso aliento. Todo el antagonismo reprimido durante eras fue liberado entonces, en un torrente de odio, cada miembro de las huestes enfrentadas luchando con inflexible determinación, como hicieron nuestros antiguos antepasados, mano con mano, cara a cara. Con un poderoso choque, que se oyó sobre el fragor de la batalla que llenaba el universo, Odín y el lobo Fenrir entraron en impetuoso contacto. Mientras Thor atacaba a la serpiente Iörmungandr y Tyr medía sus fuerzas contra el perro Garm. Frey terminó con Surtr, Heimdall con Loki, a quien ya había derrotado en una ocasión anterior y el resto de los dioses y todos los Einheriar se enfrentaron a enemigos dignos de su coraje. Pero, a pesar de su preparación diaria en al ciudad celestial (Asgard), el anfitrión del Valhalla estaba destinado a sucumbir y Odín estuvo entre los primeros de los seres brillantes que fueron abatidos. Ni siquiera el elevado coraje y los poderosos atributos de Allfather pudieron resistir la oleada de mal que personificaba Fenrir. A cada momento triunfante de la lucha, su tamaño colosal asumía proporciones aún mayores, hasta que finalmente, sus fauces abiertas de par en par abarcaron todo el espacio entre el cielo y la tierra, y el repugnante monstruo se abalanzó furiosamente sobre el padre de los dioses y engulló su cuerpo entero dentro de su horrible estómago. Ninguno de los dioses pudo ayudar a Allfather en el momento crítico, ya que era tiempo de dolorosa adversidad para todos. Frey desplegó esfuerzos heroicos, pero la reluciente espada de Surtr le asestó entonces un golpe mortal. En su lucha contra el archienemigo Loki, Heimdall se desenvolvió mejor, pero su conquista final tuvo un alto precio, ya que también cayó

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muerto. La contienda entre Tyr y Garm tuvo el mismo final trágico y Thor, tras un terrible encuentro con la serpiente de Midgard y después de matarla con un golpe de Mjölnir, se tambaleó hacia atrás nueve pasos y se ahogó en la corriente de veneno que se derramó de las fauces del monstruo muerto. Vidar llegó entonces rápidamente desde una parte distante de la llanura para vengar la muerte de su padre Odín, y el destino presagiado cayó sobre Fenrir, cuya mandíbula inferior sintió entonces la huella del zapato que había sido reservado para ese día. En el mismo momento, Vidar asió la mandíbula superior del monstruo con sus manos y con un terrible tirón, lo partió en dos, según el relato de Snorri, y según el Völuspá, Vidar mató a Fenrir clavándole un puñal hasta el corazón.

El Fuego devorador Habiendo perecido los demás dioses que habían tomado parte en la contienda y todos los Einheriar, Surtr arrojó súbitamente sus ardientes tizones sobre el cielo, la tierra y los nueve reinos de Hel. Las furiosas llamas cubrieron el tronco masivo del fresno del mundo, Yggdrasil y alcanzaron los palacios dorados de los dioses, que fueron consumidos por completo. La vegetación sobre la tierra fue destruida de forma similar y el terrible calor hizo que todas las aguas hirvieran. El gran incendio ardió violentamente hasta que todo fue consumido, cuando la tierra, ennegrecida y llena de cicatrices, se hundió lentamente bajo las olas hirvientes del mar. Efectivamente, Ragnarok había llegado. La tragedia mundial había concluido, los protagonistas divinos estaban muertos y el caos parecía haber reanudado su antiguo dominio. Pero los nórdicos creían que, tras haber perecido todo el mal en las llamas de Surtr y haberse hecho justicia, el bien se alzaría de las ruinas para recuperar su dominio sobre la Tierra y que algunos de los dioses regresarían para vivir en los cielos para siempre. Nuestros antepasados creían totalmente en la regeneración y sostenían que, tras cierto espacio de tiempo, la tierra, depurada por el fuego y purificada por su inmersión en el mar, emergió de nuevo en toda su prístina belleza y fue iluminada por el Sol, cuyo carro era conducido por un hijo de éste, nacido antes de que el lobo hubiera devorado a su madre. La nueva orbe del día no tenía imperfecciones como el primer Sol y sus rayos ya no eran tan ardientes como para tener que situar un escudo entre él y la tierra. Estos rayos más beneficiosos, pronto causaron que la tierra renovara su manto verde y crecieran flores y frutas en abundancia. Dos seres humanos,

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una mujer, Lif, y un hombre, Lifthrasir, emergieron entonces de las profundidades del bosque de Hodmimir ( “de Mimir” ), donde habían huido para refugiarse cuando Surtr había puesto el mundo en llamas. Habían caído en un tranquilo sueño, inconscientes de la destrucción a su alrededor y habían permanecido allí, alimentados por el rocío de la mañana, hasta que era seguro para ellos el volver a salir, cuando tomaron posesión de la tierra regenerada, que sus descendientes poblarían y sobre la cual tendrían un dominio completo.

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Este libro se terminó de imprimir el 26 de Septiembre del 2015 en la Imprenta Olímpica Av. Ocampo 8617, Zona Centro Tijuana, Mexico. 664-685-8985 1 ejemplar Se utilizó la familia tipográfica Garamond y Norse Bold en la composición de esta obra.




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