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COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES

Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

Mª Teresa Echenique Elizondo Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales


COMUNICACIÓN Y TERRORISMO

LUIS VERES GERMÁN LLORCA (Coords.)

tirant humanidades Valencia, 2016


Copyright ® 2016 Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor. En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant Humanidades publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com.

© Luis Veres, Germán Llorca y otros

© TIRANT HUMANIDADES EDITA: TIRANT HUMANIDADES C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia TELFS.: 96/361 00 48 - 50 FAX: 96/369 41 51 Email:tlb@tirant.com www.tirant.com Librería virtual: www.tirant.es ISBN: 978-84-16556-58-8 MAQUETA: Tink Factoría de Color Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-deempresa nuestro Procedimiento de quejas.


La construcción comunicativa del terror y del terrorismo GERMÁN LLORCA ABAD Universidad de Valencia

1. Introducción Savar es un característico distrito de Daca, capital de Bangladés. La geografía urbana y humana de este espacio esconde una terrible verdad; la de la explotación laboral de miles y miles de personas a manos de ciertas multinacionales del comercio de ropa. H&M, Inditex o C&A son algunas de las firmas que en Bangladés, y en otros países de su entorno, fomentan condiciones de trabajo inhumanas, más propias de la Inglaterra victoriana descrita en las novelas de Charles Dickens. En ocasiones se hace necesario recordar que vivimos en el siglo XXI del calendario gregoriano. El 24 de abril de 2013 un edificio de 8 plantas, que albergaba uno de los talleres textiles que hay en Daca, se vino abajo. El derrumbe acabó con la vida de más de 1100 personas y produjo heridas de diversa consideración a otros muchos centenares1. La tragedia atrajo momentáneamente la atención sobre el fenómeno de la esclavitud del s. XXI. Tal y como sucede en estos casos, la noticia generó un intenso debate que, no obstante, terminó diluyéndose al poco tiempo en el flujo de las informaciones de actualidad2. Dos años después, en el momento de escribir estas líneas, ¿quién recuerda el suceso? Transcurridos solo unos pocos días de estos acontecimientos, el 15 de abril de 2013, una mochila bomba explotaba durante la celebración de la CXVII edición del Maratón de Boston. Tres personas murieron y el número de heridos, también de diversa consideración, llegó a los 2823. Una acción

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“Los escombros de la tragedia”. Información publicada en ElPais.es el 14 de junio de 2013. Accesible en [http://goo.gl/vr2Ymn]. Con el fin de economizar información visual, todos los enlaces referidos en este trabajo han sido acortados con Google Shortener. “La tragedia de Bangladesh destapa ‘los talleres de la miseria’”. Información publicada en ElMundo.es el 26 de abril de 2013. Accesible en [http://goo.gl/S1ETyT] “Sube cifra de heridos en Boston a 282, tras atentado”. Información publicada en ElUniversal.com el 23 de abril de 2013. Accesible [http://goo.gl/OFeGf9]


Germán Llorca Abad

terrorista había golpeado de nuevo los Estados Unidos, provocando oleadas de indignación, frustración y miedo. Más allá de los análisis pormenorizados de las reacciones; dos años después, ¿quién recuerda el suceso? Indudablemente, Boston vive más cerca de la memoria que Daca. Esta no es, en absoluto, una cosa extraordinaria. Entre otros motivos porque, fieles a la celebración del aniversario de la explosión, los medios de comunicación nos recuerdan qué sucedió. Nos cuentan las historias de quienes sobrevivieron. Analizan los ejemplos de superación de quienes sufrieron la desgracia de Boston. Han informado del juicio a los autores del atentado, etc. Analizando fríamente las inferencias de esta situación, se plantean muchas dudas: ¿por qué, aparentemente, indigna más una tragedia que otra? ¿Son más importantes las personas en función de la causa de su muerte? Este trabajo no responde estas cuestiones, pero plantea un análisis de la construcción comunicativa del contexto sobre el que se formulan. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center de Nueva York, el terrorismo ocupa un espacio destacado en las narraciones mediáticas y de las industrias culturales. El tratamiento del fenómeno, sin negar su importancia, es muy diferente del que reciben otras grandes narrativas contemporáneas como la explotación laboral. ¿Qué explica que lo terrorista se resalte solo en algunos temas y no en otros? Insinuar que el comportamiento de ciertas empresas globales contiene un componente terrorista es, sin duda, una cuestión delicada. Pero al igual que sucede en otros ámbitos como la política, estas empresas incorporan en sus procedimientos el ejercicio de una cierta clase de terror. Y esta es la contradicción esencial. La definición de ‘terrorismo’ del DRAE contiene una acepción importante: “dominación por el terror; sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror” (DRAE, 2014). Visto así, el terrorismo debería considerarse igual a las prácticas esclavistas. Los sujetos causantes y responsables de tragedias como la de Bangladés se diluyen. Es menos espectacular hablar de 1100 muertos en un país del Tercer Mundo, que de tres en el ‘primer país’ del Primer Mundo. ¿Por qué? Porque para dominar por el terror, es más sencillo ejercer actos de violencia simbólica y azarosa. Para un ciudadano occidental es poco verosímil morir en su puesto de trabajo. Increíblemente, a este mismo ciudadano le resulta plausible la probabilidad de morir víctima de una explosión en un acto terrorista, aunque esto, estadísticamente, sea irrelevante4. 4

En 2013, los datos extraídos de la National Safety Council, el National Center for Health Statistics y el Censo de Estados Unidos sugería que era hasta 8 veces más


La construcción comunicativa del terror y del terrorismo

En este trabajo aportamos algunas de las claves que explican este fenómeno. La construcción comunicativa que se hace del terrorismo en los medios y otros espacios de comunicación limita, en realidad, las posibilidades de analizarlo objetivamente. La censura se ejerce mediante la sobreexposición de los hechos. Así se consigue la ocultación de su auténtico significado (Virilio, 2004: 59). Solo debatiendo acerca de los detalles superficiales se evita entrar en el fondo de la cuestión. Solo presentando ciertos hechos, se consigue ocultar todos los demás.

2. Repercusión y representación mediáticas Las dinámicas discursivas de los medios y de las industrias culturales nos ofrecen muchas pistas acerca de la intencionalidad comunicativa que encierran sus prácticas. La construcción del frame informativo debe entenderse como un proceso en el que la segmentación ocupa diferentes espacios. En éstos, además del comunicador, se incluyen el texto, el receptor y el contexto cultural (De Vreese, 2005: 51). En este sentido, el activismo ideológico ejercido se traduce en una serie de acciones concretas con efectos concretos sobre los individuos y, en su conjunto, sobre la sociedad. El éxito del plan radica en los metadiscursos elaborados alrededor de su acción invisible5. Para ello es necesaria una difusión coordinada de muchos elementos estratégicos y de contenido. Esta afirmación concuerda con la propuesta de Bernardo (2006: 35 y ss.). El autor afirma que un supuesto ineludible en cualquier análisis de los discursos mediáticos es la interrelación existente entre todos ellos. Una suerte de unidad textual-comunicativa compleja y global que constituye el marco de producción, comprensión e interpretación de cada uno de ellos.

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probable morir a manos de un policía que en un acto terrorista. El informe provocó un gran revuelo en las redes sociales, tal y como recogió en su momento el portal de actualidad Meneame.net “Tienes 8 veces más probabilidades de morir a manos de un policía que de un terrorista”. Disponible [https://goo.gl/x2c8ov] Una rápida evaluación de las definiciones que los medios y agentes de información dan sobre sí mismos ofrece una idea clara. Términos como imparcial, credibilidad, rigor, profesionalidad, independencia, o veracidad aparecen en las primeras dos líneas de descripción corporativa de medios como la Agencia EFE, Europapress, FrancePresse, El Diario.es, El País, El Mundo, ABC o La Razón; sin establecerse ninguna diferencia clara entre ellos.


Germán Llorca Abad

Desde su formulación, la función de agenda-setting atribuida a los medios, devenida en teoría, ha evolucionado e integrado con otros enfoques, teorías y dominios de investigación. De este modo, la función de construcción de la agenda por parte de los medios actualiza su significado para aproximarse a otras teorías de la comunicación: framing, espiral del silencio, o media agenda building (Petrone, 2009: 13 y 14). Este supuesto debe predominar en la descripción del ámbito de la representación mediática, puesto que conlleva una actualización extendida del concepto de agenda-setting. Los procesos de comunicación mediados tecnológicamente llevan muchas décadas instalados en nuestra cotidianidad. Así, al igual que el aire que respiramos, hemos naturalizado su presencia de un modo muy inconsciente. Y, sin embargo, estos configuran una parte significativa de nuestra percepción de los hechos y la realidad a partir de una sucesión inabarcable de imágenes, mensajes y estímulos. Lo que creemos como veraz no es, la mayoría de las ocasiones, más que una reconstrucción incompleta de hechos a partir de narraciones y relatos fragmentarios.

3. Todos los días Lo cotidiano es aquello correspondiente a todos los días. Varias veces a la semana los informativos de televisión, los diarios, digitales y en papel y las radios de todo el orbe informan acerca de acciones terroristas. Este interés de los medios suscita debates acalorados, pero también genera miedo que se aprovecha por parte de los gobiernos para aprobar diferentes medidas represivas de las libertades6. El terrorismo es, con independencia de la gravedad real de la cuestión, una excusa perfecta para este fin, con un alto grado de instrumentalización política. El problema no es nuevo en el campo de la investigación social y comunicativa: “La primera regla para entender la condición humana es que las personas vivimos en universos de segunda mano. Tienen noción de muchas más cosas de las que realmente han experimentado y su propia experiencia

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“Toda la oposición acusa al PP de imponer un ‘Estado policial’”. Información publicada en ElPais.es el 27 de marzo de 2015. Disponible en [http://goo.gl/gHj967]. La noticia explica el recurso del gobierno español al argumento de la lucha contra el terrorismo para imponer una ley muy restrictiva, entre otros, con el derecho de libertad de expresión. Esta medida no es muy diferente de las implementadas en otros países con el mismo argumento.


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es siempre indirecta” (Mills, 1963: 405)7. Y son los medios de comunicación y las industrias culturales los que proporcionan las visiones necesarias sobre dichas realidades de segunda mano. La experiencia directa queda relegada a un segundo término como fuente de adquisición de conocimiento. La idea es sencilla: medios e industrias proporcionan los referentes necesarios para construir y reconstruir aquello que consideramos experiencia cotidiana que, cada vez más, se trata de una experiencia sin vivencia directa. La función de agenda-setting incluso en su formulación original, coincide con este presupuesto: “La mayor parte de lo que la gente conoce procede de una ‘segunda’ e incluso ‘tercera’ mano de otras personas” (McCombs y Shaw, 1972: 176)8. Y los medios ejercen un papel de refuerzo en la consideración última de los temas representados en ellos: “El frame-setting refiere la interacción entre los frames propuestos por los medios y el conocimiento previo de los individuos, así como de sus predisposiciones. Los frames en las noticias, por lo tanto, condicionan el aprendizaje, la interpretación y la opinión sobre las noticias y hechos. […] Las consecuencias de la acción de framing pueden observarse tanto en el nivel individual como en el nivel colectivo” (De Vreese, 2005: 52).

Entre estas consecuencias, asumimos el hecho de la naturalización, por parte de los usuarios de la comunicación, de los tópicos en relación con cuestiones como el terrorismo y la explotación laboral. Entendemos que no debe obviarse la importancia que adquiere el hecho de que, efectivamente, uno de los objetivos de los grupos terroristas es el de la exposición mediática de sus acciones. Sin entrar a valorar el porqué de este hecho, entendemos que tampoco debe obviarse en este proceso la voluntad de discreción que manifiestas las prácticas de explotación laboral. Las interpretaciones sobre el terrorismo, la explotación laboral, la corrupción, o el cambio climático; en tanto que grandes narrativas contemporáneas, se ha instalado en el aparato cultural. A decir de Mills (1963: 406): “Dentro de este sistema, a medio camino entre las personas y los hechos; las imágenes, significados y eslóganes que definen la realidad en la que vive la gente son comparadas, mantenidas y revisadas, pedidas y apreciadas, escondidas, desacreditadas o celebradas”9. Esta acción sobre la conciencia insensibiliza la capacidad de atención de los públicos no motivados y, con ello, un hipotético enfoque crítico. 7

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En inglés en el original. La traducción es nuestra. En inglés en el original. La traducción es nuestra. En inglés en el original. La traducción es nuestra.


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Desde 2011, tras los atentados contra el World Trade Center de Nueva York, este hecho ha cobrado una importancia excepcional. En nuestra opinión, algo que corrobora esta afirmación es la proliferación de aproximaciones teóricas al fenómeno. En tanto que mito bélico (Yehya, 2003), nueva cultura de la inseguridad (Brandariz, 2005), o nueva cultura de guerra (Contreras y Sierra, 2004). Todos los enfoques, no obstante, comparten la preocupación por evaluar el papel de la comunicación en el fenómeno en la definición del aparato cultural, apropiándonos del concepto de Mills (1963). A nuestro entender, una de las propuestas que reúne con mayor precisión las consideraciones pertinentes sobre las cuestiones de fondo es la hecha por Naomi Klein, al poner de relieve los intereses reales que resultan de la confluencia entre comunicación y sistema económico. Es la doctrina del shock aplicada al capitalismo, complejizada por los medios, que prueba la existencia de grandes sinergias entre los miedos gestionados comunicativamente y los intereses de grandes corporaciones de multinacionales con negocios en todo el mundo (Klein, 2006: 427 y ss.).

4. Leyendo los medios Los medios de comunicación y las industrias culturales no actúan de una forma monolítica, puesto que no alcanzan a todos los individuos por igual. Sus posibles efectos, consecuentemente, tampoco lo son. En el proceso de socialización de las personas constituyen solo una institución simbólica más. No obstante, sostienen un proceso de formación de la cultura que tiene que ver con la estructuración profunda del conocimiento (Mills, 1963) y la conciencia del mismo en una dinámica social muy compleja (Wolf, 1992: 107 y ss.). Los estereotipos, las frases hechas, los lugares comunes de la experiencia sin vivencia, así como la memoria, están reproducidos en muchos lugares de la estructura de socialización. Es decir, son repetidos en todos los ámbitos de representación y, muy significativamente, amplificados en/desde las estructuras de comunicación. En palabras de Abril (2003: 19) los filósofos del lenguaje, muy rara vez, han atendido a la función de los cortes, las interrupciones, las pausas; acción esencial en comunicación. Es por ello, que la gestión activa de los símbolos es imprescindible para garantizar falsos procesos de conocimiento. ¿Quién y cómo puede zafarse de esa influencia? A decir de Wolton (2011: 15 y ss.), hemos olvidado, de algún modo, el valor de emancipación que históricamente han tenido la información, la comunicación y la técnica desde el siglo XVI; en tanto que


La construcción comunicativa del terror y del terrorismo

valores de acercamiento entre las personas y a la realidad. Si bien, esta perspectiva racionalista y moderna de la realidad puede hoy en día generar mucha controversia. La actual omnipresencia de la técnica en la reproducción de los procesos de comunicación, y en otros ámbitos de la experiencia humana, no permite la reflexión sobre el papel de las otras dos (Wolton, 2011: 40). Desde una perspectiva de estudios culturales Silva y Browne (2007: 119) afirman que se ha perdido la coherencia que existía entre la teoría y la representación del lenguaje, de los órdenes naturales, de la riqueza y del valor. Un poco antes (Ibíd.: 107), aseguran que todo ello forma parte “de las ofertas nulodimensionales de la iconofagia y del simulacro mediático”. La postmodernidad mantiene vigente un único metarrelato capitalista híperconsumista y la comunicación sirve a tal propósito. Como “una suerte de fibrilación continua de temas sostenida por los medios de comunicación, con su propuesta constante de temas que exigen tomar partido” (Wolf, 1992: 155)10. Una demanda de posicionamiento que no se limita a las cuestiones políticas y/o de actualidad, sino que se extiende a todos los contenidos mediáticos y mediatizados por las industrias culturales. Tener una opinión propia exige un esfuerzo titánico que pocos están dispuestos a acometer. Desde la perspectiva aportada por Paul Virilio, este proceder habría provocado una contracción de las dimensiones espaciotemporales hasta dejarlos reducidos a una sucesión de imágenes sin horizonte, sin profundidad (Llorca Abad, 2010). No se trata de un problema de acceso a la información. Se trata de un problema de supresión de la capacidad de análisis. A este respecto, las palabras de Wolton (2011: 13) resuenan con un eco casi profético: “La información es el mensaje, mientras que la comunicación es la relación, mucho más compleja”.

5. Mirar y comprender Pensar cansa y es preferible la comodidad de un cliché mil veces repetido que realizar esfuerzo intelectual. Se trata de una cuestión no resuelta por parte de los investigadores ya que “subrayar la actividad de los receptores ha puesto de relieve aspectos tan diferentes como la selección, la intencio-

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En catalán en el original. La traducción es mía.


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nalidad, la utilidad y la defensa de la manipulación” (Wolf, 1992: 144)11. Abril (2003: 150) ha destacado los efectos de la comunicación de masas como el desempeño de un papel fundamental “en los procesos de mediación entre producción y reproducción/consumo, entre trabajo e interacción”. Este papel está contextualizado en un proceso que aún hoy continúa, de numerosas actividades y formas de relación social. Actividades y relaciones que “se fueron desarraigando de los contextos de la experiencia espaciotemporal inmediata, cara a cara, para reconstruirse en ámbitos distanciados, no presenciales; es el proceso que Giddens12 ha llamado ‘desanclaje’ (disembedding)”. Un proceso que cobró sentido a la vez en el orden tecnológico, el económico, el político y el semiótico. Consecuentemente, estos hechos tienen un efecto sobre la capacidad de mirar los fenómenos e interpretarlos. Con el triunfo del fragmento, es decir, con la generalización de las prácticas semióticas de tipo funcional y con la expansión universalizante de la traducción cultural y de todos sus productos antropológicos y políticos (…) florecieron los discursos que serán comúnmente calificados de informativos (Abril, 2003: 72). En otras palabras, con la fijación de la mirada en el detalle, siempre superfluo en relación con su contexto, se anula su poder crítico. Se ha propuesto el estudio de los efectos de los medios de comunicación de masas y de las industrias culturales desde una perspectiva acumulativa, en tanto que relaciones complejas de interdependencia (Wolf, 1992: 148). Unas relaciones que se dan dentro de la dinámica relacional de la experiencia social (Ibíd.: 108/109). Para lo cual, el autor propone llevar a cabo varias distinciones: en primer lugar entre consenso a corto, medio y largo plazo, en la construcción de las ideas y conceptos aceptadas comúnmente (Ibíd.: 123), en segundo lugar entre fenómenos cíclicos y coyunturales, respecto a las transformaciones profundas y que implican cambios importantes y en tercer lugar al tiempo de tiempo de desconexión de la realidad (separación/ mediación) de los usuarios de los otros contextos de la dinámica social (Ibíd.: 127 y ss.). A decir de Bauman (2010) hablamos de comunicación siempre que una serie de acontecimientos están ordenados, lo que quiere decir que hasta cierto punto es predecible. En palabras de Wolf (1992: 168): “En vez de pensar los medios como ‘conductos’ de significado en la mente y en los corazones de los espectadores, es más útil reinterpretarlos como partes inte-

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En catalán en el original. La traducción es nuestra. Referencia original: GIDDENS, Anthony (1993), Consecuencias de la Modernidad, Madrid, Alianza.


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grantes de unos modelos estructurados y dinámicos de comportamiento, valores y orientaciones, ya que la recepción de los mensajes de comunicación es, por sí misma, una actividad completamente social, dotada de sentido e integrada en contextos más amplios13”.

Si ahora vamos desde la perspectiva sociológica a la lingüística estructural, y no al revés, “contemplaremos la totalidad de la actividad humana como un empeño en ordenar, en organizar, en hacer predecible y manejable el espacio vital de los seres humanos” (Bauman, 2010: 228). La memoria semántica gana terreno frente a la memoria episódica ante los contenidos mediáticos y de las industrias culturales (Wolf, 1992: 135 y ss.). Es decir, se recompensa el recuerdo de imágenes-concepto automatizadas. Es el fin de la comunicación como proceso de intercomprensión (Wolton, 2011: 18). Producir información, intercambiarla o acceder a ella no basta ya para comunicarse y esto implica la supresión de la pluralidad, “porque la comunicación es la cuestión del otro” (Ibíd.: 83), de la convivencia. Lo propio de las industrias culturales viene de la superioridad de la lógica de la oferta y de la creación frente a la de la demanda y los gustos (Ibíd.: 65). “Convivir, trátese de la comunicación, de los modelos de organización política, del planeta, del desarrollo sostenible o de las industrias culturales y de la comunicación, es siempre, al mismo tiempo, respetar la pluralidad de puntos de vista sobre el mundo y la necesidad de un principio común” (Ibíd.: 96).

6. Versiones para definir el terrorismo La excusa del terrorismo para practicar arrestos indiscriminados (Klein, 2006: 106), para cambiar las leyes y restringir los derechos y libertades (Ibíd.: 432), o como estrategia para paralizar de miedo la acción social (Ibíd.: 21, 332 y ss.) se ha convertido en una constante en los gobiernos de todo el planeta. Para, al final, difuminar la verdadera profundidad del problema terrorista, con todos sus matices e implicaciones. La confusión de ideas, a partir de una selección precisa de contenidos y de su tratamiento conveniente (Yehya, 2003) es una constante desde que comenzó el s. XXI. Tanto si se aborda desde una perspectiva sociológica (Mills, 1963; McCombs y Shaw, 1972; Wolf, 1992), o comunicativa (Méndez Rubio, 2004; Bernardo, 2006; Wolton, 2011), la principal de las confusiones es la que se

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En catalán en el original. La traducción es nuestra.


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da entre política y comunicación. No pretendemos que nuestro análisis sea una enmienda a la totalidad de dichas expresiones comunicativas. No obstante, pretendemos constatar una tendencia generalizada que se agudizó tras los atentados del 11/S en el WTC. “En esta compleja contemporaneidad, estamos bajo el signo de la actualidad, de la producción mediática de acontecimientos por parte de las redes ‘artefactuales’ y ‘actuvirtuales’” (Silva y Browne, 2007: 27). Se da una operación epistémica y cultural que fija como el principal de sus objetivos arrasar con la comunicación, tal y como hemos visto en la acepción que le da Wolton (2011). A decir de Silva y Browne (2007: 36): “Al rescatar la diferencia cultural y la diversidad cultural (confrontándolas y rechazando la diversidad como multiculturalismo de guetos o discursos bienintencionados y políticamente correctos sobre la otredad), estamos llamando la atención sobre las imágenes etnocéntricas que circulan por las redes de comunicación y, por tanto, esbozamos una suerte de vía de escape para resistir a muchos de esos conservadores relatos”. En otras palabras, negar la existencia del otro cubriéndola con una montaña de nombres vacíos de sentido, recurriendo a los clichés, lugares comunes y frases hechas consabidos. La memorabilidad que podía ejercer el fenómeno de la comunicación humana desaparece. El sistema de comunicación actual juega en contra de la articulación de una mirada crítica, a pesar de que la historia ha demostrado que la instrumentalización de la comunicación como arma ideológica no es nueva. La dosis extra de veracidad o memorabilidad que adquiere la comunicación cuando aborda un tema serio no se ve alterada, a pesar de las miles de evidencias que se le podrían oponer. En un caso particular sobre como la industria cinematográfica norteamericana reaccionó ante el 11/S, Yehya (2003: 175 y ss.) ha descrito con precisión la proliferación de títulos que entraría en esta descripción. Hollywood y los medios de comunicación de los Estados Unidos se asimilaron sin problemas a la visión oficial sobre el conflicto en curso. En su investigación, Huerta (2008) ha centrado su análisis en algunos ejemplos emblemáticos de este cine y analiza con detalle la instrumentalización hecha. Este autor concluye que la industria cinematográfica estadounidense ha colaborado muy activamente en la construcción de las ideas consideradas aceptables sobre los atentados del 11-S. Asimismo afirma: “La industria del cine, tanto en lo que se refiere a sus mecanismos de funcionamiento como a la concreción expresiva en celuloide, pasó a ser un campo de batalla estra-


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tégico para modelar la opinión pública. (…) También la televisión reaccionó de un modo similar, incluso antes” (Ibíd.: 86/87).

7. Conclusiones La democracia se encuentra siempre con la resistencia de un orden que protege un dominio social y que implica la degeneración de sus principios. Esta afirmación, atribuida a Alain Touraine, pone de manifiesto el problema trascendental acerca de la construcción comunicativa de las grandes narrativas como el terrorismo o la explotación laboral en el s. XXI. La saturación comunicativa a la que nos empuja la sociedad presente no contribuye, precisamente, a la mitigación de los problemas. Ambas dimensiones se combinan y nos ayudan a entender los procesos de construcción de conceptos como el terrorismo y su utilización como herramienta de coerción. La información en bruto no vale nada y ante tal abundancia de datos es por ello que determinadas elites imponen una circulación forzada de las interpretaciones que poder hacer sobre ella. A decir de Mills: “Estas interpretaciones dadas y manipuladas influyen decisivamente en la conciencia que las personas tienen de su propia existencia” (1963: 405)14. Esto no ha cambiado ni un ápice desde la década de 1960. En todo caso, podemos hablar de un progresivo agravamiento, dada la proliferación de ejemplos que empujan en este sentido. Los usos comunicativos digitales abocan a una relación compulsiva e irreflexiva de lo que esconden como problema. La incapacidad de distanciarnos de estas prácticas produce una combinación peligrosa. Una combinación demasiado perfecta para ser tenida como casual. A decir de Silva y Browne (2007: 30 y ss.), hay una lógica de guerra en el papel que juegan los medios de comunicación que absorbe los contenidos y los envuelve en el establecimiento de una verdad artificial, donde solo hay que ser capaces de ejecutar un discurso coherente y creíble como único requisito para que pase a ser verdad. En un mundo cada vez más polarizado en debates-cuestionario de dos opciones, se hace más necesaria la elaboración de discursos críticos de gran calado. La violencia simbólica ejercida desde diferentes instancias se hace hueco en los contenidos de los medios de comunicación e industrias culturales. Los discursos críticos, o simplemente analíticos, cuya importancia radicara en su capacidad de encender las conciencias y movilizarlas para la

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En inglés en el original. La traducción es nuestra.


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acción en el mundo real, deberían ser una prioridad en la articulación de las prevenciones teóricas. La disociación que existe entre la realidad real y el mundo de las ideas mediatizadas es cada vez más dramática y no disponemos de los instrumentos necesarios para detener el constante aumento de la distancia. No hay la más mínima duda; el terrorismo y su gestión simbólica es uno de los problemas más graves a los que se enfrentan y enfrentarán los individuos y las sociedades del siglo XXI. Unas sociedades globalizadas progresivamente más en lo peor. Las conclusiones que podemos extraer de nuestro breve ensayo y, a la luz de los textos revisados y estudiados, son poco halagüeñas en este sentido. Tal y como hemos afirmado, en unas sociedades desprovistas de esperanza, de un proyecto colectivo, y de un cierto ideal de trascendencia social; el consumismo hípercapitalista se ha convertido en el único y auténtico metarrelato vertebrador de los intereses mundiales de unas elites. Las propuestas modernas de justicia, democracia, humanidad y otras quedan diluidas en una inextricable maraña de mensajes publicitarios, comerciales y propagandísticos, que no persiguen otro objetivo más que confundir. Y es con este fin se articulan los discursos mediáticos y de las industrias culturales. No hablamos ni sostenemos la idea de una teoría de la conspiración (Wolf, 1992). Es, simplemente, una descripción pragmática de los hechos. No podemos aún delimitar el alcance de su influencia en el medio y el largo plazo, puesto que no disponemos de las herramientas necesarias para llevar a cabo un estudio de mayor alcance. De lo que no cabe la menor duda es que el poder de esta inercia es real porque tiene consecuencias en el mundo real. Los indicios apuntan a que se trata de una estrategia global, que no se circunscribe ni a una región del planeta concreta ni a una ideología específica en su formulación convencional. Es una estrategia globalizante, compleja, con infinidad de aristas y perspectivas de aproximación, pero que persiste en un único y gran objetivo: la completa idiotización irreversible de las conciencias. La instrumentación político-administrativa del terror, del miedo, del terrorismo, de las acciones de pánico colectivo como valor de gestión es un hecho incontestable que, como hemos visto, ha sido abordado desde múltiples puntos de vista. Dicha instrumentación, en el periodo que abarca desde 2008 hasta el momento de escribir estas líneas, ha tenido en la crisis económica mundial una gran aliada. La exacerbación del temor a lo desconocido, del sentido de precariedad y de la sensación de fragilidad deriva en la supresión de las ideas de pluralidad y alternativa.


La construcción comunicativa del terror y del terrorismo

La cuestión sobre cómo desarrollan esta estrategia múltiple los medios de comunicación y las industrias culturales de manera concreta es aún, en ocasiones, un misterio. Con toda seguridad es algo que no ha sido resuelto por la investigación y que, con toda seguridad también, precisará en el futuro de la articulación de pesquisas inter/multidisciplinares. Wolf (1992: 165) ha señalado que en las investigaciones longitudinales a largo plazo debería prestarse atención a la elaboración de modelos “capaces de reconstruir las ‘dietas’ y las formas de recepción de múltiples medios”. Es decir, modelos capaces de medir y predecir la dimensión de los efectos acumulativos de los medios de comunicación y las industrias culturales. Silva y Browne (2007: 36) definen como acción clave para llevar a término este propósito la reconstrucción de los relatos de los mass media y la habilitación de pensamientos otros, miradas criollas y nómadas. En otro lugar (2014: 31 y ss.) Silva y Browne han puesto de manifiesto otra dimensión del problema: “Para muchos teóricos e investigadores, desde hace por lo menos ese tiempo (dos décadas), las ciencias sociales se encuentran atravesando por una crisis que se fundamente en la puesta en cuestionamiento de algunos de los sistemas globales de interpretación”. Los medios de comunicación y las industrias culturales, constituido lados en una maraña cada vez más compleja y enredada de relaciones, fusiones y fluctuaciones, constituyen en nuestras sociedades actuales una institución de construcción y reproducción simbólica de primera magnitud. Es decir, siguen ejerciendo un papel relevante en el contexto descrito, como ámbito de difusión y promoción de ideas. También sobre el fenómeno del terrorismo y de otras grandes narrativas contemporáneas. Y es una evidencia que el análisis de la totalidad de los discursos comunicativos en relación con esta cuestión requeriría de un análisis mucho más pormenorizado. Un análisis que debería ponerlo en relación con los efectos profundos ejercidos en el seno de las sociedades globalizadas Bibliografía ABRIL, Gonzalo (2003), Cortar y pegar, Madrid, Cátedra. BAUMAN, Zygmut (2010), La cultura como praxis, Barcelona, Paidós. BARNOUW, Erik (2005), El documental: historia y estilo, Barcelona, Gedisa. BERNARDO PANIAGUA, José María (2006). El sistema de la comunicación mediática, Valencia: Tirant lo Blanch. BRANDARIZ, José Ángel (ed.) (2005), Guerra global permanente, Madrid, Catarata. CONTRERAS, Fernando R.; SIERRA, Francisco (coords.) (2004), Culturas de guerra, Madrid, Cátedra.


Germán Llorca Abad

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ISIS y la persuasión narrativa en la Yihad 3.0 SEBASTIÁN SÁNCHEZ CASTILLO Universidad de Valencia

1. Introducción La dramática irrupción de ISIS en la agenda internacional es debida en gran medida al control de su apariencia mediática. Su presencia iconográfica rompe con dos décadas de ocultismo y se presentan a occidente con un discurso multimedia cuidadosamente elaborado y un gran dominio de los lenguajes más eficaces desde el punto de vista de la persuasión. La propaganda yihadista se ha profesionalizado y ha tomado como buenas las tesis sobre la percepción mediática más actuales. Sus acciones terroristas son ofrecidas bajo el dominio de herramientas propias de la industria del entretenimiento. Además del control de sus objetivos, contenidos y tiempos, el Estado Islámico (EI) ha sabido difundir sus mensajes a través de redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram llegando así a un mercado internacional que ha favorecido el reclutamiento de nuevos militantes y forjar nuevas alianzas con otras organizaciones terroristas. El principal objetivo de esta investigación es, a través de una reflexión académica, conocer las estrategias de comunicación audiovisual, del empleo de las posibilidades que proporciona la red y su interacción lector-usuario en el terrorismo islámico actual. Es decir, aportar luz sobre el uso que el terrorismo internacional yihadista hace de las nuevas herramientas de persuasión social. Pero no solo se abordarán las formas y usos de estas posibilidades en red para la difusión y propaganda de sus actos. También la importancia que tienen estas narrativas para fomentar ideas, financiar nuevas acciones, retener y captar nuevos miembros para la organización terrorista. Desde el punto de vista de la seguridad y la defensa, una de las investigadoras más reconocidas en este campo afirma: “Dado que el terrorismo se alimenta esencialmente de una corriente ideológica, sólo se podrá conseguir su freno —y por qué no desearlo, su fin— abriendo, además de un frente de batalla policial y, en determinados casos, militar, uno ideológico allí donde los terroristas han establecido la primera línea de fuego de las ideas: en la Red” (Flores, 2008)

En primer lugar se intentará dar solución al desordenado discurso que sobre el “terrorismo yihadista” se tiene, debido en gran manera por la inca-


Sebastián Sánchez Castillo

pacidad de digerir nuevos modos de expresión audiovisual que han ido apareciendo y desarrollado de forma exponencial. Han entrado en los hogares a través de la televisión sin ser invitados y han ocupado un espacio informativo que han hecho imprescindible para lograr unas cuotas de pantalla tan deseadas como innecesarias en mucha ocasiones. Se analizará también cómo las estructuras terroristas yihadistas han ido mutando en una perversa coincidencia mediática a través de las redes, y cómo han ido surgiendo unos argumentarios desde el ciberterrorismo que tiene el espacio virtual como su auténtico hábitat natural. La Red es un medio, no un fin en si mismo. De la misma forma se considera necesario conocer cómo se crean tensiones discursivas en los medios y otras herramientas de lucha anti-yihadista. Algunos autores consideran el atentado del 11 de marzo de 2004 en la Estación de Atocha en Madrid como “un caso de éxito de Internet como herramienta del terrorismo yihadista” (Flores, 2008: 23), creando con ello un debate político cuyas intenciones están hoy por concluir. Desde sus inicios, esta organización ha estado profundamente concienciada sobre el papel determinante que la comunicación debe desempeñar en el logro de sus objetivos. En una carta dirigida al líder espiritual de los Talibán en Afganistán, el Mulá Omar, Bin Laden reconocía que, “es obvio que en este siglo la guerra mediática es uno de los métodos más poderosos, de hecho, su aportación puede suponer el 90% del total de la preparación de las batallas” (Corman & Schiefelbein, 2006: 3). No obstante, la organización del saudí necesitará varios años hasta alcanzar unas destrezas comunicativas acordes a la importancia que Al Qaeda atribuía a este cometido. Los juegos, la publicidad y las valores noticia diarias se ha convertido en una representación de control bélico, formas que aunque no son novedosas en su fondo lo son en sus formas. Y lo más importante, se trata de conocer los usos que los terroristas hacen de las formas discursivas consolidadas en occidente para adentrarse en las posibilidades persuasivas y del control comunicacional. Los niños han comenzado a ser actores activos en este entramado audiovisual; menores como victimas pero también como ejecutores.

2. El estado islámico El Estado Islámico, también denominado Estado Islámico de Irak y al Sham (Daesh en árabe, ISIS en inglés), se guía por una corriente del islam


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