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EL NUEVO MAPA GEOPOLÍTICO DEL MUNDO

Autor

RICARDO MÉNDEZ GUTIÉRREZ DEL VALLE Instituto de Economía, Geografía y Demografía Centro de Ciencias Humanas y Sociales CSIC Cartografía

DANIEL MÉNDEZ GARCÍA

tirant lo b anch Valencia, 2011


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© RICARDO MÉNDEZ GUTIÉRREZ DEL VALLE

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Índice INTRODUCCIÓN. BASES PARA LA COMPRENSIÓN DEL MAPA GEOPOLÍTICO ................................................................................................................

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CAPÍTULO 1. EL ORDEN GEOPOLÍTICO DURANTE EL PERIODO DE GUERRA FRÍA 1.1. INTRODUCCIÓN: CLAVES DE UN ORDEN GEOPOLÍTICO ..............................

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1.2. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA GUERRA FRÍA: IDENTIFICACIÓN DE FASES ......................................................................................................................... a) La primera guerra fría y el equilibrio del terror................................................. b) De la coexistencia a la distensión ........................................................................ c) De la segunda guerra fría a la desintegración de la Unión Soviética................

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1.3. UN MUNDO DE DOS SUPERPOTENCIAS: LA TESIS DE LA BIPOLARIDAD Y LA POLÍTICA DE BLOQUES ...................................................................................

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1.4. DINÁMICAS ECONÓMICAS Y BIPOLARIDAD ASIMÉTRICA ............................

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1.5. LA ESTRATEGIA DE CONTENCIÓN Y SU TEORIZACIÓN EN LOS MAPAS GEOPOLÍTICOS ........................................................................................................

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1.6. GEOGRAFÍA DE LA GUERRA Y LA PAZ, 1945-1991 ............................................

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1.7. RUPTURAS DEL MUNDO BIPOLAR ..................................................................... a) De la descolonización al nacimiento del Tercer Mundo: el Movimiento de los Países no Alineados .............................................................................................. b) La construcción del sistema de Naciones Unidas ............................................... c) Los incipientes progresos de la integración supraestatal: la Comunidad Europea .........................................................................................................................

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CAPÍTULO 2. GLOBALIZACIÓN Y NUEVOS ACTORES DEL SISTEMA MUNDIAL 2.1. TRANSICIÓN Y DESORDEN POLÍTICO EN LA POSGUERRA FRÍA ................ 2.2. RAÍCES DE LA GLOBALIZACIÓN: ETAPAS EN LA INTEGRACIÓN DEL SISTEMA MUNDIAL ...................................................................................................... 2.3. CONTENIDOS DE LA GLOBALIZACIÓN: LA CONSTRUCCIÓN DE UN MUNDO DE REDES ................................................................................................................. a) Las redes de flujos económicos como vectores clave de la globalización............ b) Las redes digitales como infraestructura del proceso globalizador ................... c) Redes y nueva geografía del poder en el archipiélago metropolitano ................

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ÍNDICE

2.4. EL SISTEMA GLOBAL Y LOS NUEVOS ACTORES GEOPOLÍTICOS................ a) Las grandes empresas transnacionales y sus diversos modos de influencia .... b) La sociedad civil y sus organizaciones ................................................................ c) El resurgir de los movimientos identitarios ........................................................ 2.5. IMPACTOS DE LA GLOBALIZACIÓN Y NUEVOS FACTORES DE INESTABILIDAD......................................................................................................................... a) La pervivencia de la pobreza y las profundas desigualdades como factor de conflicto potencial ................................................................................................. b) La intensificación de los movimientos migratorios internacionales ..................

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CAPÍTULO 3. LA FRAGMENTACIÓN DEL MAPA POLÍTICO DEL MUNDO 3.1. ¿MENOS ESTADOS VS. MÁS ESTADOS?: EL MOSAICO POLÍTICO MUNDIAL EN LA POSGUERRA FRÍA ...................................................................................... a) El discurso sobre la crisis del Estado .................................................................. b) La proliferación de Estados a finales del siglo XX ..............................................

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3.2. CLAVES INTERPRETATIVAS DE LA FRAGMENTACIÓN POLÍTICA ...............

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3.3. PRINCIPALES EFECTOS SOBRE EL MAPA GEOPOLÍTICO DEL MUNDO.....

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3.4. ESTADOS FALLIDOS E INESTABILIDAD: SIGNIFICADO Y DEBATES ACTUALES ............................................................................................................................. a) Principales características de un concepto difuso .............................................. b) Intentos de medición y cartografía de los Estados fallidos ................................ c) Algunas controversias sobre el fracaso estatal ...................................................

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3.5. LOS PARAÍSOS FISCALES EN LA GLOBALIZACIÓN FINANCIERA................ a) Características y debates sobre su localización .................................................. b) Factores de impulso y principales efectos: vulnerabilidades y riesgos de la desregulación financiera ......................................................................................

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3.6. GEOPOLÍTICA DE LA DROGA Y ESPACIO DE REDES ...................................... a) Los espacios de la producción y el consumo: el mapa mundial de las drogas ... b) Factores de localización: la primacía de las claves geopolíticas ......................... c) Las redes del narcotráfico y sus efectos sobre el mapa geopolítico ....................

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CAPÍTULO 4. ESTRUCTURA DEL SISTEMA MUNDIAL: EL DEBATE SOBRE LAS GRANDES POTENCIAS 4.1. RELACIONES DE PODER ENTRE ESTADOS Y ESTRUCTURA DEL SISTEMA MUNDIAL: ALGUNOS DEBATES ACTUALES ...................................................... 4.2. SOBRE EL PODER Y SUS FORMAS EN LAS RELACIONES INTERESTATALES ............................................................................................................................. a) Poder: un concepto polisémico y multiescalar .....................................................

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ÍNDICE

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b) Las fuentes del poder de los Estados ................................................................... c) Recursos materiales y hard power: la importancia permanente del potencial económico y la fuerza militar ............................................................................... d) La creciente influencia de los recursos inmateriales y del soft power ............... LAS GRANDES POTENCIAS Y EL ORDEN O DESORDEN GEOPOLÍTICO INTERNACIONAL .................................................................................................... UNA NUEVA GENERACIÓN DE INTERPRETACIONES SOBRE LA ESTRUCTURA DEL SISTEMA MUNDIAL ............................................................................ a) El mundo unipolar y las políticas hegemónicas de Estados Unidos .................. b) Del mundo dual al poder de la Tríada ................................................................. c) Otras geometrías de la multipolaridad ............................................................... d) Jerarquía del poder y estructura del sistema mundial ...................................... ESTADOS UNIDOS: EL DECLIVE DE LA HIPERPOTENCIA............................. a) Evidencias y limitaciones del poder militar estadounidense ............................. b) Las diversas caras del declive y sus fundamentos.............................................. RUSIA Y LA UNIÓN EUROPEA: ¿RIVALES O COMPLEMENTARIAS? ............. a) El regreso de Rusia al club de grandes potencias ............................................... b) Potencialidades y contradicciones de la Unión Europea ....................................

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4.7. CHINA Y JAPÓN EN UN ASIA PACÍFICO EMERGENTE ................................... a) China: logros, contradicciones y geoestrategia de una superpotencia emergente ............................................................................................................................ b) Prosperidad vs. dependencia: incertidumbres actuales de Japón ......................

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4.3. 4.4.

4.5.

4.6.

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CAPÍTULO 5. GEOGRAFÍA DE LOS CONFLICTOS ARMADOS EN EL MUNDO 5.1. VIOLENCIA, CONFLICTOS Y GEOPOLÍTICA ...................................................... 5.2. EL NUEVO MAPA DE LOS CONFLICTOS ARMADOS EN EL MUNDO ............ a) La evolución de los gastos militares en el mundo............................................... b) La multiplicación de conflictos de baja intensidad y su distribución territorial ..................................................................................................................... 5.3. LAS NUEVAS GUERRAS: PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS E IMPACTOS . a) De las guerras interestatales a los enfrentamientos civiles y los conflictos asimétricos ................................................................................................................. b) La privatización de la guerra ............................................................................... 5.4. CLAVES EXPLICATIVAS DEL MAPA DE CONFLICTOS..................................... 5.5. DE LAS IDENTIDADES ASESINAS AL CHOQUE DE CIVILIZACIONES ........ a) Un mundo de civilizaciones.................................................................................. b) El mapa de las civilizaciones y los conflictos de línea de fractura: principales argumentos y revisión crítica............................................................................... 5.6. RECURSOS NATURALES, ESTRATEGIAS DE PODER Y CONFLICTOS .......... a) Claves para interpretar las guerras del petróleo ................................................ b) Presente y futuro de las guerras por el agua ...................................................... 5.7. REFUGIADOS, DESPLAZADOS Y ACCIÓN HUMANITARIA .............................. a) Refugiados y desplazados como realidad inherente al nuevo orden geopolítico .. b) Los campos de refugiados: áreas de marginación, espacios de identidad..........

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BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................

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Introducción: bases para la comprensión del mapa geopolítico “Si queremos reflexionar seriamente sobre el mundo y actuar eficazmente en él necesitamos una especie de mapa simplificado de la realidad… La cartografía, como la cognición misma, es una simplificación necesaria que nos permite ver dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos” (Samuel P. Huntington: El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial). “Sea cual sea el mapa que tomemos, distorsionará la realidad de la Tierra en un modelo de dimensiones más reducido. Por ejemplo, en una proyección ortogonal de la superficie de la Tierra tenemos que sacrificar la exactitud en la proporcionalidad de las áreas, mientras que en una proyección cónica las áreas se representan de forma más realista pero las direcciones no son exactas. De forma que, por lo que respecta al mundo en general, la mejor aproximación a la verdad que podemos tener radica en la variedad de puntos de vista” (Aldous Huxley: Filosofía perenne). “Todos estamos involucrados en una triple tarea: la tarea intelectual de analizar crítica y sobriamente la realidad; la tarea moral de decidir los valores a los que en estos momentos debemos dar prioridad; y la tarea política de decidir la forma en la que más nos vale contribuir a que el mundo emerja de la caótica crisis estructural actual de nuestro sistema-mundo capitalista, hacia un sistema-mundo diferente que sea sensiblemente mejor y no sensiblemente peor que el actual” (Immanuel Wallerstein: La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico).

En el año 2011 se cumplen dos décadas desde la desaparición de la Unión Soviética y, con ella, de una situación internacional que marcó la vida de dos generaciones, dando así inicio a una serie de cambios acelerados que definen el actual mapa geopolítico del mundo. Aunque otros acontecimientos como el derribo del Muro de Berlín, en 1989, o el de las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001, tuvieron mayor trascendencia mediática, puede afirmarse que fue éste el que, desde la perspectiva de las relaciones internacionales, puso fin al siglo XX y dio inicio al actual. En ese sentido, aunque las transformaciones profundas siempre exigen largos periodos de gestación en que los diferentes componentes del cambio no evolucionan al mismo ritmo, por lo que las fechas tienen sobre todo un valor simbólico, puede afirmarse que esta nueva era ha cumplido ya su mayoría de edad, lo que permite dibujar con cierta precisión sus perfiles característicos, así como los problemas de mayor gravedad que ha traído consigo. Los momentos en que se vuelve la vista atrás para recordar de dónde venimos y hacer balance de las expectativas iniciales y sus resultados posteriores son también proclives a la crónica de los hitos y los protagonistas que fueron jalonando el camino recorrido. En una panorámica inicial, que tendrá su desarrollo específico a lo largo de la obra, pueden sintetizarse ahora con brevedad algunos de los componentes de esa metamorfosis que ha tenido lugar en los últimos veinte años.


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En primer lugar, la implosión de la URSS puso fin a una situación de bipolaridad que, pese a sus asimetrías, definió la división del mundo en dos bloques antagónicos y, con ello, convirtió al conflicto Oeste-Este en vector principal de los enfrentamientos que tuvieron lugar durante casi medio siglo, concentrados en territorios que respondían a una lógica de poder determinada. Esta verdadera revolución en el terreno político e ideológico se vio acompañada por otra no menor en los planos tecnológico, económico y cultural, asociada al desarrollo de las tecnologías de información y comunicación, junto a la de las redes digitales, que transformaron de forma radical las relaciones espacio-tiempo. Lo anterior resulta indisociable de un proceso de globalización que afecta ya, de uno u otro modo, a todas las sociedades y todos los lugares, en un movimiento de unificación que, lejos de favorecer una mayor unión, exacerba nuevos contrastes y desigualdades. Si bien es cierto que el proceso de integración del mundo nada tiene de nuevo, pues se viene produciendo de forma discontinua desde hace siglos, la intensidad y dimensión del proceso, así como algunas de sus manifestaciones, sí resultan cuantitativa y cualitativamente distintas a las de periodos anteriores, razón por la que a veces se utiliza la globalización como elemento de identificación de nuestro tiempo, tal como también se hace en esta ocasión. Fruto de lo anterior, en los años transcurridos se han hecho visibles toda una serie de contradicciones y paradojas que, si en un principio se asociaron a la idea de desorden, propio de toda fase de transición, poco a poco se han ido asentando, hasta el punto de pasar a formar parte del sentido común de esta época. De este modo, la multiplicación de actores no estatales con poder suficiente como para impulsar la globalización y beneficiarse de ella, difundiendo al mismo tiempo unos postulados neoliberales que encontraron en bastantes gobiernos y organismos internacionales eficaces aliados, puso en entredicho algunas de las tradicionales funciones de los Estados y cuestionó la propia perspectiva estadocéntrica de los estudios geopolíticos y sobre relaciones internacionales. Pero, al mismo tiempo, el mapa político del mundo se fragmentó hasta albergar hoy el mayor número de Estados conocido desde el inicio de la Edad Moderna y fueron también éstos quienes debieron acudir al rescate de un sistema capitalista tambaleante tras las sucesivas crisis financieras que culminaron, por el momento, con la desatada en 2007-2008. No menos sorprendente fue comprobar que la victoria incruenta de Estados Unidos sobre la potencia rival, que auguraba el inicio de un largo periodo de hegemonía incontestada, resultó en una breve transición que aboca hoy a la construcción de un mundo multipolar, aceptada ya como tendencia por casi todos los estudiosos del panorama internacional. En ese nuevo horizonte, llama también la atención la rapidez con que han cambiado las percepciones sobre el presente y el futuro de las otras potencias en liza, con Japón y la Unión Europea que retroceden en sus expectativas con relación a las de 1991, frente al movimiento inverso de otras como Rusia, India y, sobre todo, China, que atrae ahora la mayor atención sobre su espectacular presente y su incierto futuro.


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Para completar este simple bosquejo, no puede dejar de mencionarse la decepcionante evolución de la violencia y los conflictos armados, principales exponentes del fracaso en la construcción de una efectiva comunidad internacional. Hace dos décadas, el esperanzador final de la amenaza nuclear y la carrera de armamentos, o el alumbramiento de un mundo en el que coaliciones lideradas por Naciones Unidas pondrían fin a agresiones como la de Irak a Kuwait, promoviendo al mismo tiempo un desarrollo más equilibrado y sostenible, sirvieron para alimentar una retórica oficial optimista respecto al nuevo mundo que se alumbraba. Muy pronto, el aumento de la violencia estructural y la multiplicación de brotes de violencia armada alimentaron un sentimiento de inseguridad difusa relacionado con nuevas formas de conflicto, que también conocieron un desplazamiento en su localización y una modificación de sus impactos sobre la población y los territorios. Todos los periodos en que se intensifican los cambios en la realidad social y espacial son también periodos de renovación entre quienes pretenden analizar esos nuevos fenómenos, buscar indicadores adecuados para valorar sus verdaderas dimensiones, interpretar sus claves y proponer estrategias de acción capaces de reorientarlos. Pero esa renovación en el ámbito de las ciencias sociales exige cierto tiempo, pues sólo cuando la información y la perspectiva resultan suficientes se pueden mejorar diagnósticos a veces apresurados y lastrados por su inmediatez. Por esa razón, resulta un momento adecuado para abordar ahora una interpretación de la evolución reciente, la situación actual y los principales problemas asociados al nuevo escenario internacional, aunque el tiempo transcurrido no garantice en ningún caso por sí sólo el éxito de la empresa. Dentro de las diferentes miradas que pueden converger sobre este tipo de cuestiones, la pretensión de aportar una perspectiva geopolítica exige añadir algunas precisiones sobre el sentido de tal afirmación. Además, “establecer qué se entiende por Geopolítica no es una tarea fácil, dado que la denominación se ha utilizado desde múltiples perspectivas y con un significado a menudo contradictorio” (Cairo, 1993: 198), lo que hace aún más necesario ese comentario sobre un concepto que hoy es proclive a suscitar cierto interés inicial, pero está también sometido a un evidente riesgo de banalización en bastantes ocasiones.

Una perspectiva geopolítica Hace aproximadamente un siglo, en un periodo marcado también por cambios rápidos en el escenario internacional, cuando se asistía al declive de grandes imperios (británico, otomano, austro-húngaro) y al nacimiento de potencias emergentes (Estados Unidos, Japón, Alemania) y una nueva generación de Estados, al tiempo que profundas transformaciones tecnológicas y económicas identificadas con la segunda revolución industrial se acompañaban de convulsiones sociales y políticas no menos intensas (explosión de nacionalismos, revolución bolchevique, fascismos…) que desembocaron en grandes guerras, tuvo lugar el


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nacimiento y consolidación de la geografía política. Entendida por Ratzel como el estudio de las interrelaciones entre política y espacio desde una perspectiva que situaba al Estado como centro de atención, ya desde fecha temprana los trabajos pioneros del británico Halford Mackinder supusieron un intento de esquematizar las relaciones de poder interestatales a escala del mundo y los conflictos potenciales resultantes, mediante el uso de argumentaciones geográficas y de mapas como medio destacado de expresión de esas ideas. Ese deseo de analizar la influencia de los factores territoriales sobre el poder y la política de los Estados o la estrategia de sus ejércitos, con objeto de aportar orientaciones útiles para la labor de gobierno, estuvo fuertemente sesgada por el determinismo ambiental imperante en la época, que asociaba el territorio de forma exclusiva con sus aspectos físico-naturales (tamaño, posición, relieve, clima, recursos naturales…), ignorando su carácter de construcción social. El surgimiento de la Geopolítica en el periodo de entreguerras, a partir del uso inicial de ese concepto por Rudolph Kjellèn, acentuó la pretensión de ofrecer argumentos pseudocientíficos de carácter ambientalista para justificar el expansionismo imperial de determinados Estados, o ciertas demandas territoriales de nacionalismos beligerantes, mediante el uso de un armamento conceptual (espacio vital, fronteras naturales, etc.), cuyo posterior desprestigio conllevó el de la propia disciplina con la que se asociaban. Pero si bien es cierto que esa visión estadocéntrica, reduccionista y determinista ha perdurado en algunas obras bastante más recientes, se trata de unos orígenes que deben ser recordados en cualquier historia de la disciplina (Lorot, 1995; Lorot y Thual, 1997; Almeida Mello, 1999), pero que son ajenos al contenido de estas páginas. Ya en los años setenta del siglo pasado, el surgimiento de enfoques críticos en el ámbito de la geografía política, que cuestionaban frontalmente esa tradición, se tradujo en el nacimiento en Francia de la revista Hérodote, dirigida por Yves Lacoste (1976) y, años más tarde, en el de Political Geography Quarterly (1982), dirigida por Peter J.Taylor en el Reino Unido, convertidas en referencia obligada de esa renovación. Pero fue sobre todo la nueva fase de turbulencias y cambios profundos que marcaron la transición desde la Guerra Fría a la actual situación de las relaciones internacionales, en un contexto marcado por el proceso de globalización dentro del sistema capitalista, la que multiplicó el interés —científico, mediático y de la opinión pública— por las nuevas relaciones de poder y tipos de conflictos característicos de esta nueva época en que convergen procesos de integración y desintegración o, en palabras de Slater (2000: 2), de fusión y fisión, que transforman las características del mapa geopolítico del mundo y sus principales claves interpretativas. En paralelo, el nacimiento de la autoproclamada como geopolítica crítica, de orientación postestructuralista, vino a aportar un interés específico por el análisis y deconstrucción de los discursos geopolíticos, desplazando su atención prioritaria desde los hechos hacia sus representaciones y las narrativas que pretenden justificar las políticas de poder (Ó Thuatail, 1996; Agnew, 2003; Power y Campbell, 2010).


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LAS MÚLTIPLES DEFINICIONES DE LA GEOPOLÍTICA • •

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“La geopolítica es la ciencia del Estado como organismo geográfico, tal como se refleja en el espacio” (R. Kjellèn: El Estado como forma de vida. 1916). “La geopolítica es el estudio de los fenómenos políticos considerados en sus relaciones espaciales y también en las relaciones que mantienen con la Tierra… En otros términos, la geopolítica será lo que significa la etimología de la palabra: la política geográfica, es decir, la política interpretada geográficamente” (L.D. Kristof: The origins and evolution of geopolitics. 1960). “La esencia de la geopolítica es estudiar la relación que existe entre la política internacional de poder y las correspondientes características de la geografía” (S.B. Cohen: Geography and politics in a divided world. 1963). “En los múltiples casos en que hoy se habla de geopolítica, se trata de hecho de rivalidades de poder sobre territorios y sobre los hombres que allí se encuentran” (Y. Lacoste: Dictionnaire de géopolitique. 1993). “En las diferentes situaciones en que hoy se habla de geopolítica, se trata esencialmente de conflictos de poder… Los razonamientos geopolíticos no se plantean sólo a nivel planetario. No tratan exclusivamente de relaciones interestatales, sino que se inscriben también dentro del ámbito de cada Estado” (P. Lorot: Histoire de la géopolitique. 1995). “Se utiliza el término geopolítica para denotar una cierta espacialidad del poder, que traspasa y transgrede las fronteras internacionales” (D. Slater: Geopolitics and postmodernism. 1996). “Geopolítica es el estudio de las relaciones internacionales y los conflictos desde una perspectiva geográfica. La perspectiva geográfica sugiere que la localización, la distancia y la distribución de los recursos naturales y humanos ejercen significativas influencias sobre las relaciones internacionales” (K.E. Braden y F.M. Shelley: Engaging geopolitics. 2000). “Actualmente el término geopolítica se usa profusamente para referirse a fenómenos tan dispares como conflictos de fronteras internacionales, la estructura de las finanzas globales o la configuración geográfica de los resultados electorales. Una de las acepciones del término le atribuye un significado más concreto: el examen de los supuestos, clasificaciones y explicaciones geográficas que participan en el diseño de la política mundial… Es preciso distinguir esta geopolítica histórica, dedicada al razonamiento geopolítico práctico, de lo que a veces se llama geopolítica crítica, que se ocupa, bien de exponer las huecas afirmaciones de ciertos autores geopolíticos de que han encontrado la verdad en la política mundial, bien de indicar las representaciones que están en la base de la política exterior de determinados Estados” (J. Agnew: Geopolitics: re-visioning world politics. 2003).

Sin la menor pretensión de ofrecer una panorámica de esa evolución, lo esbozado sí permite deducir una conclusión útil: la gran variedad de perspectivas que se acogen hoy bajo la denominación de geopolíticas y, por tanto, la necesidad de concretar el sentido que aquí se le otorga. No se trata, pues, de una propuesta sobre contenidos temáticos, enfoques teóricos o metodologías más adecuadas para los estudios geopolíticos, sino de señalar apenas algunos de los supuestos y argumentos que pretenden dar sentido a las páginas que siguen, además de establecer también sus límites. Es cierto que “la palabra geopolítica es familiar para mucha gente, pero difícil de definir” (Braden y Shelley, 2000: 1). Tal como aquí se entiende, se asocia al estudio de las relaciones y estrategias de poder que establecen diferentes actores —principalmente aún los Estados, pero también otros— y que tienen implicaciones espaciales. Poder, política y espacio son, por tanto, conceptos clave siempre presentes en los análisis geopolíticos, que pueden considerarse a cual-


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quier escala de análisis. Pero aquí se ha optado por una acepción del concepto, particularmente utilizada en el ámbito anglosajón, que lo identifica con procesos que tienen lugar en el plano internacional, hasta el punto de poder considerarse como una disciplina donde convergen los estudios de Geografía Política y los propios de las Relaciones Internacionales. En ese sentido, entre las múltiples definiciones recogidas en la tabla adjunta, las de Lacoste, Lorot, Slater o Braden-Shelley resultan coherentes, en lo esencial, con esta perspectiva. Ese carácter híbrido, inherente desde sus orígenes a los estudios geopolíticos, situados en la intersección entre perspectivas disciplinares diversas y necesitados, por tanto, de trascender fronteras que, como señala Merle (1997: 18), resultan tan artificiales como las existentes entre los Estados pero a menudo menos permeables, es lo que intenta reflejar el esquema adjunto. Localizar a la Geopolítica en el lugar central, donde convergen las restantes disciplinas interesadas en el estudio de las relaciones internacionales, supone una simple posición relativa que intenta destacar esa convergencia y esa necesidad de evitar en lo posible discursos demasiado cerrados, pero sin ninguna pretensión de especial protagonismo.

Ciencia Política Sociología de las Rel.Internacionales

Derecho Internacional

Relaciones Internacionales Historia Diplomática/Relac. Internacionales

Estructura Económica Internacional

GEOPOLÍTICA Geoestrategia/ Geografía Militar

Geografía Económica

Geografía Política Geografía Regional

Demografía/Geografía de la Población

Cartografía

Fuente: Elaboración propia.


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La tozuda resistencia que muestran ciertas ideas o perspectivas para desaparecer del imaginario colectivo, incluso mucho después de haber sido abandonadas por los profesionales que las hicieron nacer, exige hacer ciertas precisiones sobre el significado que aquí se otorga a la dimensión espacial de las relaciones internacionales, entendida al menos en tres sentidos complementarios. Por un lado, el poder de los Estados, sus estrategias de actuación o sus riesgos de conflicto, se relacionan con sus características territoriales específicas, entre otros factores. En ese sentido, no importan tanto aspectos como su tamaño, posición, o dotación de recursos naturales, como el crecimiento, movilidad y cualificación de los recursos humanos que contienen, el tipo de instituciones y relaciones sociales que en él imperan, o el stock de capital financiero, físico (infraestructuras, empresas…) y cultural acumulado históricamente. En definitiva, el territorio no es simple escenario o soporte físico donde tienen lugar los procesos políticos, económicos o sociales, sino que debe entenderse como un sistema integrado de objetos y acciones (Santos, 1997), que interactúa de forma dinámica con ellos. Por otra parte, las estrategias de poder y las relaciones interestatales, pero también las que se establecen entre otros tipos de actores que operan en el ámbito internacional, provocan impactos sobre los territorios, tanto de carácter tangible como intangible, que afectan lo mismo su estructura interna que su dinamismo, favoreciendo situaciones de relativo equilibrio y estabilidad o, por el contrario, la intensificación de las desigualdades y los contrastes de todo tipo. El intento de ordenar los territorios para servir de modo más eficaz sus objetivos, así como los conflictos que a menudo se derivan de la competencia entre dos o más actores, resultan cuestiones de notable interés geopolítico. Finalmente, buena parte de los fenómenos que interesan a la Geopolítica pueden localizarse sobre mapas, que aquí se utilizan como elemento integrador de las diferentes temáticas abordadas, a la vez metáfora y herramienta de trabajo especialmente útil para este tipo de estudios. Metáfora porque, tal como apunta el texto inicial de Huntington, en ocasiones las referencias que se hacen al mapa geopolítico aluden a la propuesta de esquemas o, si se prefiere, modelos simplificados y selectivos de la realidad, que buscan destacar sus rasgos esenciales, dejando de lado los accesorios. Pero, sobre todo, herramienta de trabajo selectiva, simbólica y de particular valor sintético para describir e interpretar la situación del mundo, incluso generar imágenes mentales que pueden ser objeto de manipulación, lo que justifica el interés que hoy despiertan los atlas geopolíticos (Smith, 1997; Boniface, 1997; Chaliand, 2003; Durand et al., 2006; Gresh et al., 2009) y aquí se traduce en la realización de un número significativo de mapas, siempre planteados para el conjunto del mundo, que es la escala utilizada en esta obra. En consecuencia, la comprensión del nuevo mapa geopolítico del mundo exigirá concentrar la atención en comprender los procesos que han marcado las transformaciones del escenario internacional en las dos últimas décadas, las


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fuerzas que los han puesto en marcha, las estrategias de los diferentes actores implicados, o los resultados en que se traducen, bien sea en diferentes formas de conflicto o de cooperación, la jerarquización de los territorios y el establecimiento de áreas de influencia, la consolidación de un espacio de redes constituidas por múltiples tipos de flujos que atraviesan las fronteras, etc. Como soporte teórico capaz de dar cierta solidez al edificio, conceptos de larga tradición como los de sistema mundial u órdenes geopolíticos resultan fundamentales y exigen un comentario siquiera breve, que no pretende entrar en debates de mayor profundidad que cuentan con una amplia bibliografía de referencia. La incorporación del enfoque sistémico en los estudios internacionales es ya antigua y suele citarse la obra de Easton (1965) como uno de sus principales referentes, pero la noción de sistema mundial, tal como aquí se utiliza, se distingue de otros dos conceptos próximos y de uso frecuente. A diferencia de lo que suele calificarse como sistema internacional, entendido habitualmente como sistema de Estados, aquí se interpreta que el conjunto de actores geopolíticos exige incorporar también las lógicas y estrategias de otros no estatales, que se interrelacionan mediante redes de flujos con geometrías muy variables que en bastantes casos quedan al margen de la capacidad de regulación de los propios Estados (Attinà, 1999). Por su parte, aunque la influencia del pensamiento de Wallerstein o Taylor se hará patente en diferentes momentos, el concepto que aquí se maneja no debe entenderse como sinónimo del de sistema-mundo, pues, en palabras de su autor, “un sistema-mundo no es el sistema del mundo, sino un sistema que es un mundo y que puede, con mucha frecuencia, estar ubicado en un área menor a la totalidad del planeta” (Wallerstein, 2005b: 126). Este conjunto de actores múltiples, muy desiguales respecto a su capacidad de influencia, mantiene de forma habitual relaciones de competencia y/o colaboración basadas, ante todo, en intereses, si bien los principios ideológicos y morales, o las pulsiones identitarias, pueden ejercer en ocasiones cierta influencia. Esas relaciones son cambiantes en el tiempo y se ven sometidas, al menos de forma parcial, a determinadas normas e instituciones que ejercen funciones de regulación, aunque de forma limitada y con resultados bastante desiguales. Todo ello define la estructura del sistema en un momento determinado, dentro de un equilibrio siempre precario que deriva en la aparición de frecuentes tensiones y conflictos, resueltos mediante la negociación y el acuerdo, o mediante diversas formas de violencia, lo que permite observar la coexistencia de situaciones de estabilidad e inestabilidad cambiantes en el tiempo y en el espacio. Pero aceptar esta perspectiva global no ignora la posibilidad de identificar también subsistemas regionales o regiones geopolíticas, cada una de los cuales se caracteriza por rasgos propios en cuanto al volumen y tipo de actores que ejercen el poder, la densidad de relaciones que mantienen entre sí, las instituciones que las regulan, el grado de conflictividad o sus impactos sobre el territorio, existiendo creciente interdependencia entre las diferentes escalas espaciales de análisis.


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Finalmente, en el transcurso del tiempo pueden identificarse periodos caracterizados por una lógica de funcionamiento, así como un sistema de representaciones, que da sentido a la sucesión de acontecimientos. Puede hablarse entonces de un orden geopolítico, o forma de organización definida por unos centros de poder identificables con nitidez, unas áreas de influencia más o menos estables, una focalización de los conflictos en ciertos territorios, junto a unas instituciones encargadas de regular el sistema. La sucesión de órdenes geopolíticos está marcada por discontinuidades asociadas a periodos en que se agudiza la crisis del orden precedente y, tras una transición en que los rasgos caóticos se intensifican, se evoluciona hacia el nacimiento de un nuevo orden. Una de las hipótesis que articula el libro y sus contenidos es la de que hace aproximadamente dos décadas cristalizó uno de esos momentos de ruptura, que ha dado paso a un nuevo orden cuyos rasgos empiezan a dibujarse ya con cierta nitidez, exigiendo un trabajo de identificación y una propuesta interpretativa.

Principales objetivos y estructura de la obra Éste no es el libro de un especialista escrito para otros especialistas; lo primero por imposibilidad y lo segundo por voluntad explícita. Se trata, por el contrario, de una obra que pretende ofrecer una panorámica integrada, sintética y forzosamente selectiva del escenario internacional, que es deudora del trabajo realizado por numerosos investigadores, que aparecen citados en sus páginas con la intención de orientar vías de exploración más especializadas en relación con las múltiples temáticas abordadas. Si la claridad resulta de una acertada distribución de luces y sombras, aquí se han intentado resaltar aquellos aspectos de la realidad que se consideraron de mayor importancia para lograr una descripción y comprensión de sus claves esenciales, pese a la escasez de matices que sólo análisis en profundidad pueden aportar. Con ese mismo objetivo, se ha dado prioridad en las referencias bibliográficas a los libros sobre los artículos en revistas especializadas por ser accesibles a un público más amplio, pero sin renunciar por ello a mencionar monografías relevantes de diversas procedencias. Estudiar geopolítica implica abordar relaciones de poder y no pueden tratarse ese tipo de cuestiones desde una posición de supuesta neutralidad y asepsia pues, como señaló Gramsci, la ciencia social “aparece siempre revestida por una ideología y es concretamente ciencia la unión del hecho objetivo con una hipótesis o un sistema de hipótesis”. En tal sentido, hechos y valores son inseparables, pues sólo así puede alcanzarse un criterio para distinguir lo relevante de lo banal y para establecer un hilo argumental que dé sentido a la gran cantidad y variedad de información recogida. No obstante, aunque estas páginas proponen una lectura crítica del actual mapa geopolítico del mundo —si bien en un sentido algo alejado del propuesto por la denominada geopolítica crítica postestructuralista— la obra no se adscribe a una única perspectiva teórica y, a lo largo


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RICARDO MÉNDEZ GUTIÉRREZ DEL VALLE

de sus páginas, busca incorporar aportaciones útiles de procedencia diversa, procurando no caer en posibles incoherencias interpretativas. En resumen, al menos en sus planteamientos iniciales, el libro pretende ser riguroso pero no imparcial, porque la situación del mundo que se analiza, del que también formamos parte, no permite permanecer al margen, como simples espectadores ajenos a la confusión, la violencia y las injusticias que descubre cualquier observador atento. Pretende también ser sintético pero no sincrético, renunciando a las certidumbres que siempre aporta la adscripción a un marco teórico exclusivo y excluyente, pero prestando atención a no caer en un eclecticismo plagado de contradicciones. Esas intenciones están presentes en los sucesivos capítulos que componen la obra. En el primero, el objetivo es recordar de forma breve de dónde venimos, dibujando los rasgos esenciales que definieron el periodo calificado habitualmente como de Guerra Fría y las teorizaciones que pretendieron explicarlo y orientar las políticas de las grandes potencias. En el segundo, la atención se dirige a caracterizar las principales transformaciones que marcaron, desde sus inicios hace ahora dos décadas, el nuevo orden geopolítico que, confuso y bastante caótico en sus comienzos, fue precisando sus contornos al paso de los años, con el proceso de globalización, la multiplicación de los actores geopolíticos con poder e influencia a escala mundial y la construcción de un espacio de redes como rasgos sobre los que se centra la atención. Identificados los grandes trazos de este nuevo tiempo, el capítulo tercero pone la atención sobre el proceso de fragmentación del mapa político y el surgimiento de una nueva generación de Estados, como contrapunto a una paralela crisis del Estado-nación y la aparición de un elevado número de casos en donde éste se ve incapaz de cumplir sus funciones básicas. Esto se convierte hoy en factor de inestabilidad en diferentes regiones del mundo, al tiempo que ganan protagonismo otros fenómenos también relacionados con la desregulación, como el desarrollo de redes delictivas o de paraísos fiscales, realidades heterogéneas pero que encuentran aquí su lazo de unión. Como contrapunto, el capítulo cuarto se dedica a aquellos otros Estados que aún dirigen lo esencial de las relaciones internacionales, lo que exige una reflexión sobre las raíces del poder y la polaridad, debatiendo luego sobre el carácter unipolar o multipolar del presente y el futuro próximo, así como sobre las fortalezas y debilidades respectivas de las grandes potencias. Para finalizar, el capítulo quinto analiza una de las cuestiones clásicas en los estudios geopolíticos como es la de la violencia y los conflictos armados, que constituyen el lado más oscuro de las relaciones internacionales. Junto a una reflexión teórica y metodológica sobre los conflictos y su estudio, el texto aborda sus características actuales y su movilidad en el tiempo y el espacio, así como sus graves impactos sobre los territorios y la población civil que habita en ellos, con el fenómeno de los refugiados y desplazados como una de sus principales secuelas.


EL NUEVO MAPA GEOPOLÍTICO DEL MUNDO

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Al presentar ahora un texto de estas características es obligado situarlo también en su contexto, donde cobra su pleno sentido pues, como afirmó Ortega y Gasset, “el pensamiento va regido por una ley de perspectiva”. Merece por eso destacarse la deuda intelectual con un buen número de colegas que en las dos últimas décadas han publicado en España obras de carácter generalista como ésta, que en su momento resultaron fuente de inspiración para orientar el propio trabajo. Es el caso de los manuales de Geografía política escritos por J.E. Sánchez (1992) o por L.López Trigal y P.Benito (1999), del libro sobre Geopolítica, identidad y globalización de J.Nogué y J.Vicente (2001), o de la colección de obras sobre geopolítica dirigida por H.Cairo en la editorial Trama. Pero también de textos fundamentales para identificar algunos de los rumbos actuales de los estudios geográficos en nuestro país, abordados con un enfoque crítico y que incorporan un destacado componente geopolítico, tales como el editado por J.Nogué y J.Romero sobre Las otras geografías (2006), o el manual de Geografía humana dirigido por J.Romero, que ha conocido ya dos ediciones (2004 y 2007). Por otra parte, el origen de este libro puede situarse hace algo más de una década, cuando me hice cargo de una asignatura dedicada a esta materia, integrada en la Cátedra Almirante D.Juan de Borbón, fruto del convenio entre la Universidad Complutense de Madrid y el CESEDEN. Aprovecho ahora para agradecer a la profesora Aurora García Ballesteros la propuesta que en su día me hizo para impartir la materia, a José María Santé, que siempre facilitó esa labor, y a los alumnos de aquellos años, estudiantes de titulaciones muy diversas, que fueron un constante estímulo para actualizar y replantear las cuestiones abordadas a partir de los múltiples debates suscitados. En los últimos años en que mi trayectoria profesional me alejó de las aulas, fueron bastantes los amigos y compañeros que me animaron a no abandonar un proyecto que debió esperar su momento, por lo que quiero también mostrarles mi gratitud, aunque la lista sería larga para incluirla ahora. Pero nadie como mi familia ha sabido aceptar con generosidad el tiempo y la atención que éste y otros libros les han quitado, colaborando incluso en la presentación final de esta obra. Espero saber responder a todos ellos con algo más que palabras. En una fecha ya tan lejana como 1950, Jaume Vicens Vives, en un tratado sobre geopolítica que fue referencia obligada durante mucho tiempo para historiadores y geógrafos, afirmaba que su estudio “es de suma utilidad para la correcta información del ciudadano e imprescindible para todos cuantos intervienen en la orientación exterior de la vida de una colectividad humana”. Si el texto que aquí se inicia sirve, al menos, para estimular el estudio y la reflexión sobre cuestiones como las abordadas, incorporando a las mismas una dimensión territorial, así como para desconfiar de retóricas oficiales y explicaciones apresuradas, propias de lo que Hobsbawm calificó como una “geopolítica de mapa de escuela”, habrá justificado el trabajo realizado.



Capítulo 1.

El orden geopolítico durante el periodo de Guerra Fría “Los sucesos posteriores tienen siempre con los precedentes un lazo de coherencia. No son como una serie de enumeraciones aisladas que sólo concurren por necesidad; antes bien, hay una concatenación lógica. Y así como los seres están ordenados con la debida armonía, del mismo modo los acontecimientos manifiestan, no una mera sucesión, sino una trabazón de unos con otros” (Marco Aurelio: Meditaciones). “Para definir una época no basta con saber lo que en ella se ha hecho; es menester, además, que sepamos lo que no se ha hecho, lo que en ella es imposible… Una época es un repertorio de tendencias positivas y negativas, es un sistema de agudeza y clarividencias unido a un sistema de torpezas y cegueras. No es sólo un querer ciertas cosas, sino también un decidido no querer otras” (J. Ortega y Gasset: El tema de nuestro tiempo). “La humanidad se encuentra —y sobre esto el acuerdo es unánime— en un estado deplorable. Ahora bien, no se trata de ninguna novedad. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se da cuenta de que siempre ha estado en una situación deplorable” (Carlo M. Cippolla: Allegro ma non troppo).

1.1. INTRODUCCIÓN: CLAVES DE UN ORDEN GEOPOLÍTICO En el transcurso de un periodo de poco más de un año, inmediatamente antes y después de que finalizase la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas organizaron una serie de reuniones en las que quedaron asentadas las bases del nuevo orden internacional, una vez se confirmó la derrota de las potencias del Eje con la rendición de Alemania el 7 de mayo y la de Japón el 14 de agosto de 1945. Si en julio de 1944, en Bretton Woods, se perfilaron los nuevos rumbos de la economía capitalista y surgieron dos organizaciones encargadas de su puesta en marcha como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en febrero de 1945 los acuerdos tomados en Yalta y desarrollados más tarde (julio de 1945) en Potsdam definieron el reparto de Europa y, de modo más genérico, las claves del mapa geopolítico de la posguerra en las diferentes regiones del mundo. Finalmente, la Carta de San Francisco, firmada por 50 Estados en junio de ese mismo año, sentó los fundamentos de la Organización de las Naciones Unidas, constituida en sustitución de la Sociedad de Naciones para intentar regular las relaciones entre los Estados, defender la paz y la seguridad mundiales, así como promover la defensa de los derechos humanos.


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