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LA CRÍTICA DE ARTE ESPAÑOLA EN EL EXILIO FRANCÉS


COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

M.ª Teresa Echenique Elizondo Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales


LA CRÍTICA DE ARTE ESPAÑOLA EN EL EXILIO FRANCÉS La revista Galería

INMACULADA REAL LÓPEZ Doctora en Historia del Arte Investigadora Postdoctoral Juan de la Cierva. Universidad de Zaragoza

tirant humanidades Valencia, 2020


Copyright ® 2020 Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de la autora y del editor. En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant Humanidades publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com.

© Inmaculada Real López

© TIRANT HUMANIDADES EDITA: TIRANT HUMANIDADES C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia TELFS.: 96/361 00 48 - 50 FAX: 96/369 41 51 Email:tlb@tirant.com www.tirant.com Librería virtual: www.tirant.es ISBN: 978-84-18155-35-2 MAQUETA: Innovatext Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas. Responsabilidad Social Corporativa: http://www.tirant.net/Docs/RSCTirant.pdf


A Charles Tella, por su generosidad e implicaciรณn en este libro



Índice 1. Introducción ...................................................................................................... 11 2. Panorama de la crítica de arte española en los años cuarenta................................................................................................................... 17 3. Los inicios del crítico José García Tella en los años veinte y treinta.................................................................................................. 31 3.1. GARCÍA TELLA EN LOS ORÍGENES DE LA INDUSTRIA FOTOGRÁFICA ESPAÑOLA.................................................................................................................... 32 3.2. EL DESARROLLO DE LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA ESPAÑOLA Y LA PRODUCCIÓN FÍLMICA DE TELLA............................................................... 34 3.3. EL SURGIMIENTO DE UN NUEVO DRAMATURGO Y EL DEVENIR DEL TEATRO COMPROMETIDO.................................................................................... 38 3.4. CONTRIBUCIONES EN LA PRENSA DE LA GUERRA...................................... 40 3.5. JOSÉ GARCÍA TELLA EN EL EXILIO FRANCÉS «¿QUÉ IBA A HACER YO EN PARÍS?».................................................................................................................... 44

4. La crítica de arte española en el exilio francés. La reivindicación de la identidad en la diáspora francesa..... 51 4.1. LA CRÍTICA DE ARTE EN FRANCIA. LA MIRADA PUESTA EN LOS ARTISTAS DE LA DIÁSPORA......................................................................................... 55 4.1.1. La recuperación de un crítico de arte olvidado, José García Tella .......... 66 4.1.2. La revista Galería y el análisis del arte español en el exilio....................... 73 4.2. LA EXALTACIÓN DE LA IDENTIDAD ESPAÑOLA EN LA DIÁSPORA. LOS FESTIVALES ARTÍSTICOS Y LA RECUPERACIÓN DE LA TRADICIÓN CULTURAL .................................................................................................................. 86

5. La revista Galería. Selección de artículos y digitalización............................................................................................................................... 95 5.1. 5.2. 5.3. 5.4. 5.5.

NOTAS AL LECTOR.................................................................................................... 95 ARTÍCULOS DE ARTE............................................................................................... 101 ARTÍCULOS DE LITERATURA................................................................................ 125 ARTÍCULOS DE CARÁCTER POLÍTICO............................................................... 136 ARTÍCULOS DE CINE, MÚSICA, TEATRO Y ESPECTÁCULOS....................... 155

6. Bibliografía y centros de documentación................................ 233



1. INTRODUCCIÓN En este libro se propone estudiar la crítica de arte española escrita en Francia durante los años cuarenta, al término de la Segunda Guerra Mundial, por los exiliados republicanos que permanecieron en el país galo como consecuencia de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Se trata de un periodo difícil de documentar por las escasas publicaciones originales que se conservan de la época y por las limitadas referencias que existen en los estudios especializados en la materia ya que, hasta la fecha, apenas se ha prestado atención a esta literatura artística de la diáspora francesa. Hay que tener en cuenta que nos referimos a los artículos que fueron firmados por una generación de intelectuales que se vieron abocados a cruzar la frontera, los cuales estuvieron influidos por su condición de refugiados, lo que dio lugar a un discurso de carácter principalmente combativo y antifranquista. De los medios de expresión y comunicación que se pusieron en marcha, la prensa se convirtió en la vía más visible y de mayor difusión para transmitir la información a los españoles allí desterrados. Del elevado número de revistas y periódicos que se pusieron en marcha, nos interesan principalmente los culturales porque son los únicos que incorporaron secciones o artículos de temática artística. Previamente hay que advertir que son muy pocos los textos que se conservan de este periodo, frente a la amplia representación que tiene, por ejemplo, la política o la literatura. Sin embargo, adquiere un gran valor por su carácter testimonial y por el enfoque que adopta en el análisis de las obras de arte, así por ejemplo, se criticaba si éstas tenían un carácter comercial y se alababa si mantenían vivo un espíritu de lucha a través del lenguaje plástico. La iniciativa de crear este libro surge al entrar en contacto con el archivo privado de José García Tella, un artista y dramaturgo exiliado que ha pasado desapercibido en la historia del arte español pese a la intensa actividad que este polifacético intelectual desempeñó en la diáspora francesa. De todas las facetas que desarrolló, una de las más destacas y que mayor visibilidad tuvo en los medios de la época, fue la de crítico de arte, aunque anteriormente lo fue de cine y de teatro. Toda esta trayectoria ha sido cuidadosamente conservada en su archivo, el cual se compone de numerosos recortes de prensa del momento, tanto de la Guerra Civil como del exilio, y que han facilitado ampliamente la documentación de este trabajo. Sin embargo, todas las publicaciones de los años cuarenta compartían una estructura muy similar, con un enfoque claramente político, todos excepto Galería, una revista cuyas páginas pude conocer en aquel archivo y comprobar que se trataba de un proyecto claramente distinto de todos los demás porque


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concebía la cultura en su integridad. Apareció por primera vez en enero de 1945 gracias a García Tella y Manuel Lara, dos intelectuales cenetistas y libertarios que decidieron, a través de una edición de lujo, ilustrarla con fotografías y dibujos de autores españoles, y apartarla de cualquier connotación política, presentándose amplios artículos de literatura, arte, cine, teatro y música que hablaban de actualidad. Un propósito que difícilmente pudo mantenerse por mucho tiempo debido al compromiso político de sus colaboradores. Aún así, la idea puesta en marcha era bastante excepcional en la época, tanto por el enfoque como por el modelo de revista que se pretendía crear, pues su objetivo era recuperar el arte español de la diáspora, especialmente el de los desconocidos. No era de extrañar que su origen se encontrase ligado a los anarquistas, teniendo en cuenta que para los libertarios la cultura era uno de los elementos más significativos para garantizar la pervivencia de la identidad y los valores de la república. Al entrar en contacto con Galería me surgieron interrogantes sobre cómo era la crítica de arte de los exiliados durante los años cuarenta, qué análisis se hacían en estos artículos de los artistas y sus obras, desde qué enfoque se realizó esta literatura y qué representación tenía en la prensa de la época. De todas estas cuestiones hubo una pregunta esencial que giraba en torno al desconocimiento de esta revista y su literatura artística, ¿por qué no se había hablado antes de la crítica de arte española en la diáspora francesa? El punto de partida del libro quedaba claramente condicionado por la necesidad dar respuesta y aclarar los motivos de este olvido, pues hay una evidente ausencia de esta crítica artística en los estudios especializados en la materia, que solo miran hacia los textos escritos en España y, en ocasiones, hacia los que escribieron los desterrados en Hispanoamérica. Un tema que se aborda en el primer capítulo del libro donde se presenta el panorama que había en los años cuarenta, periodo de la Autarquía y del transtierro y, por tanto, de la dispersión cultural, que ocasionó la aparición de abundante prensa española, soporte, de la crítica de arte. Ésta, a su vez, estaba experimentando en aquellos años un proceso de reflexión, cuya consolidación no tuvo lugar hasta 1949 con la creación de la Asociación Internacional de Críticos de Arte en París y el reconocimiento en 1951 por la UNESCO. Por tanto, en esta etapa aún no había una metodología establecida, sin embargo, eran numerosos los amateurs y aficionados que se aventuraban a escribir sobre arte. Esta evidente disparidad probablemente explique la exclusión a la que se hace referencia, quizá por considerarse que no todos los textos son válidos. Sin embargo, no hay que olvidar que forman parte de una época, y como tal deben ser tenidos en cuenta. Pues si en España se estaba buscando establecer una serie de pautas por la Academia Breve Crítica de Arte, que surgió en 1941; los escritos procedentes de la diáspora francesa estarían ajenos a los debates que se estaban llevando a cabo y caminaría por otros derroteros, sin ninguna referencia


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establecida. En la década siguiente ya aparecería una mayor profesionalización en el enfoque y un progreso en el discurso estético. A medida que se profundiza en los artículos de la crítica española en la diáspora francesa, aparecen nombres de intelectuales hasta ahora desconocidos, pero cuyas aportaciones son notorias para esa primera aproximación al panorama cultural de la época. Si recurrimos a las publicaciones especializadas comprobaremos que hay una tendencia a hacer referencia a determinadas figuras, quedando en la sombra del olvido aquellas otras que hasta ahora no han sido incluidas en el ámbito científico ni en el académico. Esto explica que uno de los objetivos de este estudio sea rescatar la cara del olvido, y poner en valor a los intelectuales que han jugado un papel relevante en la puesta en valor de la cultura española, bien como creadores, bien como articulistas, pues todos ellos, de un modo u otro, enriquecieron la crítica de arte del destierro. Motivo por el cual en el segundo capítulo del libro se presenta la figura de José García Tella, un fotógrafo, cineasta y dramaturgo, que ha permanecido en silencio durante muchos años, y que por primera vez sale a la luz, tanto su nombre como numerosos documentos inéditos. En el exilio se convertirá en un activo impulsor de la cultura española en el país galo, y en un notorio crítico de arte, de cine y de teatro, pero sus orígenes se remontan a la etapa precedente, los años de la Guerra Civil española. Pues no hay que olvidar que los republicanos buscaban en los países de arribo vínculos de continuidad con la tradición anterior, el resurgimiento del legado cultural que habían desarrollado durante los años treinta. Tella es un excelente ejemplo para demostrar cómo en Francia floreció todo el bagaje del que era portador y que había conocido con anterioridad en el primer tercio del siglo XX. No solo continuó con la creación del teatro social comprometido, que terminó siendo incomprendido; sino que además fue un activo colaborador en la prensa cultural de la época, en la que figura como cofundador. También compuso piezas musicales, organizó festivales benéficos ligados a la revista Galería para la exaltación del cante y el baile español, y realizó una amplia producción pictórica. A la vez que se recupera la trayectoria de este crítico en la diáspora se quiere presentar un escenario distinto del que habitualmente se plantea cuando se estudia el arte en el exilio francés, pues se suele estructurar en dos núcleos, Toulouse y París; como si se tratara de la antítesis el uno del otro, presentándose el primero como lugar de solidaridad frente a la burguesía del segundo, o como si en el sur residiera la identidad española y en la ciudad de la luz se desdibujara. Sin embargo, tal y como aquí se expone no se puede abordar desde este enfoque, pues en el exilio artístico no existen fronteras más allá de la distancia geográfica. Es decir, si en el ámbito historiográfico ha predominado un discurso en el que prevalece el factor político como elemento determinante para hablar de dos lugares representativos encabezados por la CNT y el MLE, en el caso artístico la situación es dis-


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tinta. Del tal modo que, si solo atribuimos la solidaridad a la zona del mediodía francés se caerá en el error de no otorgar el valor que realmente merecen aquellas iniciativas culturales que fueron emprendidas en la capital, como fue la fundación de la revista Galería y la puesta en marcha de forma desinteresada de festivales artísticos para que no dejara de sonar el cante y el baile español en Francia. A todo ello, hay que señalar que la identidad se convierte en un tema clave cuando se hace referencia al legado cultural de la diáspora, pues existe una evocación constante y unánime de la tradición y la herencia patrimonial. Con esta reflexión se inicia el capítulo tres, que está dedicado a analizar las características de la crítica de arte española en Francia desde la prensa. Pues hasta ahora se han realizado numerosas publicaciones donde se estudia desde la disciplina historiográfica pero no desde la histórico-artística. Faltaba por plantear este enfoque. Para ello se han seleccionado las revistas más relevantes de las fundadas en el país galo durante los años cuarenta, Unión Literario-Artístico-Político, Don Quijote, Independencia, Boletín de la Unión de Intelectuales Españoles, Revolución Española y, evidentemente, Galería. En todas estas se ha comprobado qué representación ha tenido la crítica de arte, desde qué enfoque se ha realizado, y si era posible conocer el autor del mismo. Así es como se han ido localizando algunos de los problemas a los que se enfrenta la crítica del exilio, como la ausencia de firmas reconocidas y la imposibilidad para identificar al crítico, en muchas ocasiones se esconden detrás de un pseudónimo, en otras los artículos no están firmados. Sin embargo, esto no desdibuja el valor de estos textos, pues el objetivo principal que buscaba la España desterrada era que se hiciera escuchar y dar a conocer su discurso a la población refugiada. Es decir, sus inquietudes estaban por encima de las preocupaciones teóricas, pero tenían un mismo discurso reivindicativo, y esto generó un estilo propio, el cual ha pasado hasta ahora desapercibido en los estudios académicos. Es decir, son textos artísticos que no han sido incluidos en los manuales de la crítica de arte por ser incomprendidos, pero que, a diferencia de la crítica actual, que tiene un carácter más individualista y está basada en un diálogo entre el autor y la obra, en los años cuarenta ésta adquiere un sentido distinto, pues es una lectura colectiva, dirigida a un grupo social. Otro de los problemas a los que se enfrenta esta crítica es que su soporte, es decir, las revistas, tenían una aparición efímera. Se trataba de un rasgo común en todas ellas, esa falta de continuidad impidió que se consolidaran, crecieran sus secciones y se reconocieran sus colaboradores, cuya nómina solía ser amplia, aunque sus aportaciones eran reducidas. Además, conviene señalar que en su mayor parte eran autores inexpertos, contribuciones puntuales, con un nivel desigual y, en ocasiones, con una ausencia de dominio en la materia. Estas características son las que identifican la prensa cultural de los años cuarenta en la diáspora francesa. Sin embargo, no eran tan distintas del panorama que se tejía


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en la España franquista, donde los artículos escritos por amateurs y el discurso político también condicionaban los análisis estéticos. Asimismo, este capítulo dedica un epígrafe a analizar la figura de José García Tella en su faceta de crítico de arte en el destierro. Una trayectoria que termina consolidándose en los años cincuenta al ser nombrado responsable de la sección “Arte y artistas” del periódico Suplemento literario de Solidaridad Obrera, pero con anterioridad había colaborado durante los años cuarenta, en revistas como Unión, donde fue nombrado responsable de la crónica teatral y artística de París.; en Don Quijote dirigió la sección artística “Arriba el trapo”; sin olvidar, el impulso que dio como cofundador de Galería. Su producción fue muy extensa, de hecho, si se compilara todo el corpus de textos que escribió se podría editar una publicación de similares características a la que escribió Mercedes Guillén en Conversaciones con los artistas españoles de la Escuela de París (1960). En esta obra la periodista recogía los diálogos que tuvo con artistas allí residentes, a quienes entrevistó en sus talleres. Si el trabajo de esta última ha trascendido en los estudios académicos, sin embargo, la trayectoria de Tella aún está pendiente de alcanzar el reconocimiento que merece, pues este crítico y dramaturgo no solo dialogó con los pintores y escultures allí desterrados, también lo hizo con músicos, figuras del cante y del baile español, y actores de teatro; visitó talleres, habló del interior de sus casas, aproximó al lector tanto a la faceta humana como a la artística, y consiguió dar una gran visibilidad a este núcleo intelectual. El siguiente epígrafe del capítulo tercero está dedicado a la revista Galería, aunque a lo largo de las páginas del libro hay constantes referencias a esta publicación, pues se adopta un estudio basado en un método comparativo para determinar su excepcionalidad debido a sus características y planteamiento. Como adelantábamos anteriormente, Galería fue una revista libertaria fundada por los exiliados cenetistas García Tella y Manuel Lara para apelar el recuerdo y la memoria de los desterrados. Su efímera aparición se debe al hecho de que el enfoque de sus artículos se politizó progresivamente, haciéndose cada vez más crítico y reivindicativo. No hay que olvidar que estaba influida por los periódicos de guerra y los boletines creados en los campos de concentración, lo que justifica la existencia de una crítica de arte que juzgaba más los avatares políticos que los valores artísticos. Esto será determinante para que termine siendo censurada al año siguiente de su fundación, algo muy recurrente en la época. Desde entonces cayó en el olvido sin apenas tener transcendencia ni haber sido estudiada. Quizá también se deba al hecho de que en España tan solo está conservada, de manera incompleta, en el Archivo del Pavelló de la República, mientras que la colección íntegra se encuentra en el archivo personal de José García Tella, actualmente en Francia.


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Asimismo, como hemos hecho referencia, se trata de una publicación relevante para la crítica de arte española en el exilio francés, tanto por tener un enfoque diferente de las demás publicaciones culturales surgidas en los años cuarenta, como por la gran exaltación que hizo de la identidad a través de los numerosos espectáculos artísticos que la revista promovió. En el último apartado del tercer capítulo se presta atención a estos festivales que se organizaron por García Tella y Manuel Lara para que el cante, el baile, los recitales poéticos, el teatro, entre otras manifestaciones, no cayeran en el olvido. La expectación que estas veladas gratuitas despertaron en el París de la Liberación ha quedado recogida en la prensa de la época, en donde se deja constancia de que Galería era un proyecto abierto que integraba todas las artes, pues no solo invitaba a los artistas españoles a ilustrar las páginas de la revista, sino que también hubo espacio para la interpretación. El último capítulo del libro completa el estudio de la revista Galería, el cual se inicia con un sumario que recoge las diferentes denominaciones que ha recibido la publicación a lo largo de su efímera existencia, que tan solo abarcó desde enero de 1945 hasta abril de 1946, sufriendo en apenas dieciséis meses varios procesos de organización. A continuación se presentan los artículos más relevantes seleccionados en función del interés de su contenido, y se clasifican en varias secciones: notas al lector / arte / literatura / política / cine, música, teatro y espectáculos. Para concluir, el libro incluye la digitalización de las páginas de Galería, de esta manera se quiere conseguir una mayor difusión de este ambicioso proyecto que representó el punto de partida de la crítica de arte española en la diáspora francesa.


2.  PANORAMA DE LA CRÍTICA DE ARTE ESPAÑOLA EN LOS AÑOS CUARENTA La crítica de arte es un juicio de valor basado en la experiencia entre el crítico y la obra, en donde esta última no debería de estar condicionada por las leyes que rigen la evolución del arte, pues como defiende Lionello Venturi, éstas no existen, dado que la genialidad artística reside en el propio creador. En este sentido, argumenta que tanto en la historia del arte como en la historia de la crítica son “las leyes del arte las que tienen un carácter efímero y contingente que solo vale un periodo o para una escuela, y jamás para todos los tiempos y todos los sitios… Así, pues, la personalidad del artista debe ser considerada como su propia ley”. Sin embargo, hay que aclarar que la crítica se centra más en la opinión y encontrará, principalmente, en las publicaciones periódicas su vía de comunicación; mientras que, la historia del arte es una ciencia y se dirige a la investigación. Aún así, existe una estrecha relación, al igual que con la estética, pues ésta junto a la historiografía-artística son los horizontes en donde se mueve este juicio de valor. Por tanto, el crítico de arte, en palabras de Camón Aznar, tiene que “introducirse en el mecanismo creacional de la obra de arte y desde allí proclamar sus misterios y su génesis. Esto exige, por de pronto, una fluidez y maleabilidad emocional en el crítico que le permita cambiar de clima juzgador ante cada nueva obra”. Este diálogo entre creación y análisis quedaba definido en la publicación History of Art Criticism de Lionello Venturi, y Die Kunstliteratur de Schlosser, quienes se consideran los pioneros de una metodología basada en la opinión y el pensamiento como base para el estudio de la producción artística y su proceso creativo. Asimismo, el propio Venturi distingue entre el juicio estético y el juicio crítico del arte, argumentando que el primero se detiene más en los elementos abstractos pero no en el verdadero valor que aporta el artista. Esta reflexión es una de las numerosas revisiones que desde el siglo XVIII ha surgido en torno a la crítica de arte, las cuales han ido evolucionando al compás de las épocas, y han dado lugar a una disparidad de criterios y a una “indefinición generalizada”. Aún así, esta literatura artística se convierte desde su aparición en una relevante fuente documental para el estudio del arte contemporáneo. Lionello Venturi publicó su libro Historia de la crítica en Nueva York en 1936, ciudad en la que se refugió, tras pasar por París, huyendo del régimen fascista de Italia y a donde no volvió hasta 1945, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando se incorporó a la Universidad de Roma y pudo conocerse este estudio que intentaba dar respuesta a algunos de los problemas del arte moderno. Mientras en España no hubo noticias de este libro hasta 1949, pues


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como explica Juan Antonio Gaya Nuño, “si los acontecimientos bélicos retrasaron su conocimiento con toda lógica, y casi ocultaron su texto a los lectores españoles, ya no existía pretexto para que continuara semejante ignorancia”. Por tanto, el panorama intelectual español se vio sacudido por el franquismo, retrasándose las noticias de este trabajo hasta la traducción de Julio E. Payró, momento en el cual esta obra alcanzó una amplia difusión. A nivel internacional, la crítica estaba pasando por los primeros procesos de reflexión, pues hasta entonces no había gozado de la consolidación ni del reconocimiento que este oficio tendría a partir de 1949 con la fundación de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) en París, como resultado de la celebración de dos congresos internacionales. Poco después, en 1951, la AICA recibía el reconocimiento de la UNESCO como Organización Internacional no Gubernamental. Sin embargo, en medio de este proceso determinante para el devenir de la historiografía artística, la situación que se planteaba en el caso Español era compleja debido al contexto político de la Guerra Civil y las consecuencias que ésta tuvo en el arte de la época. Uno de los factores a tener en cuenta, pues se convirtió en un tema de reflexión en los años cuarenta, fue la ausencia de especialistas y conocedores de la crítica, propiamente dicha. Es decir, fueron numerosos los escritores, políticos y periodistas que se aventuraron a escribir sobre arte, sin tener una preparación específica en la materia, lo que algunos historiadores como Lafuente Ferrari o Manuel Abril consideraron de intrusismo, pues “para ejercer la crítica era necesario poseer la formación que solo se podía adquirir tras años de estudio”, ya que no bastaba con ser culto, como hasta entonces se había considerado. También Azcoaga y Eugenio d’Ors se sumaron a las reflexiones de este oficio que luchaba por evitar una literatura firmada por autores escasamente preparados y aventurados que escribían reseñas artísticas, situación que tuvo sus concomitancias con el exilio francés, donde los textos eran escritos por inexperimentados críticos de arte. Mientras que, en Latinoamérica la situación fue más enriquecedora, pues hasta allí llegaron intelectuales españoles que ya habían colaborado con anterioridad en revistas culturales durante los años treinta, como Moreno Villa o Margarita Nelken, quienes, de forma inmediata, se vincularon en las publicaciones de los países de arribo. Esta última expresó abiertamente la complejidad que entrañaba hablar del arte español en aquel momento, porque, siguiendo las palabras de la escritora: “Después de casi diez años, la mayor parte de los artistas de mi país se vieron obligados a crear y hablar de obras creadas, unos en Francia y otros en diferentes países de la América Latina, Chile, México, Venezuela, Perú, o incluso Santo Domingo, Puerto Rico, Cuba, la URSS, o África del Norte, y no se podía ser preguntado ni hablarnos del arte anterior a la guerra, y que conocéis bien, ni de un maestro como Picasso, del cual nadie ignora su evolución, ni de los artistas que hoy, en España, en prisión, o bien libres, ya no pueden expresarse libremente”.


Panorama de la crítica de arte española en los años cuarenta

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Por tanto, es difícil entender este capítulo de la historia del arte si no se tiene en cuenta la dispersión cultural que se produjo como consecuencia de la Guerra Civil, lo que dio lugar al éxodo intelectual y a la necesidad de reconstruir, allá donde fuera, el arte español de la época. Esto dio lugar a la aparición de numerosas revistas que se fueron fundando de forma paralela bien en la España exiliada bien en la España franquista, y que aspiraban, principalmente, a una “especie de supervivencia de lo anterior”. De tal manera que, mientras la primera evocaba el valor y la raza del pueblo español, la segunda hacía una exaltación de la propaganda franquista y ejercía una represión sobre los vencidos. Con respecto a los discursos artísticos, el matiz político estuvo desde sus inicios claramente presente, pues eran los años de la posguerra, un momento desalentador, que “no mejoraba demasiado, pero al menos a lo largo de los años se fueron incorporando nuevas voces que podrían aportar puntos de vista no tan sujetos a las normas estrictas del régimen”. Situación semejante encontraremos en el exilio francés, donde la ausencia de directrices dio lugar a una escritura más libre, pero ausente de metodología y calidad. En la década siguiente la situación va a cambiar en todos los aspectos, gracias a una reflexión más abierta, influida por las corrientes internacionales. Una de las iniciativas más interesantes que se produjo en España, a principios de los años cuarenta, fue la creación de la Academia Breve de Crítica de Arte, fundada por Eugenio d’Ors, cuyo objetivo principal era renovar el arte del momento, favorecer la incorporación de nuevos artistas, así como dar a conocer los movimientos artísticos contemporáneos. Es decir, “la idea inicial de d’Ors consistía en aprovechar el prestigio de los colaboradores reunidos entonces en la revista Santo y Seña, en un homenaje a El Greco, para defender el arte moderno. En España decir arte moderno era ofender a toda una serie de lázaros ramplones y anacrónicos enemigos hasta la nausea de la auténtica vanguardia”. Para ello se organizaron unas exposiciones anuales conocidas como el Salón de los Once, donde, tal y como indica su propio nombre, once artistas eran seleccionados por once académicos e invitados a participar en esta muestra. Inicialmente las críticas de arte de aquellas exposiciones no iban más allá del carácter informativo, sin entrar en un análisis valorativo, fue en el quinto certamen, entre 1948 y 1949, cuando ya quedaron definidas las funciones de la crítica por aquellos que constituyeron en 1943 Los Amigos de la Academia Breve Crítica de Arte, y que se basa en tres principios: recapacitar, jerarquizar e interpretar. Buena parte de estas contribuciones se irían publicando en las nuevas revistas culturales de la época, como Crítica (1944), Cartel de las Artes (1945), Leonardo (1945), Plástica (1945), Ínsula (1946) y Ariel (1946); todas ellas transcurrieron de forma paralela a aquellas otras que fueron fundadas en el exilio francés. Una selección de textos de aquella época fueron recogidos en el estudio realizado por Julián Díaz Sánchez y Ángel Llorente titulado La crítica de arte en


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España (1939-1975) donde se advierte al lector que “en este trabajo damos cabida únicamente a la crítica hecha en el interior del país. Dejamos para otra ocasión el estudio de la labor de los críticos españoles que se exiliaron”. En esta misma pagina, unas líneas después, se argumenta cómo “la desaparición práctica, por vía del exilio – en el mejor de los casos – o de la eliminación física, de capas artísticas y críticas que defendían actitudes de vanguardia, propició una reconversión del sistema artístico para adaptarse a un contexto generacional en el que, a partir de 1939, primará la tradición”. Por tanto, esta aclaración deja entrever que hay una parte de la crítica de arte española que queda fuera de estudio pese a su relevancia, por haber sido escrita en la diáspora. Sin embargo, más allá del espacio geográfico, los textos escritos en la España exiliada y franquista fueron creando de forma paralela una literatura artística. Por otra parte, hay que tener en cuenta que, frente al listado de aquellos que se fueron consagrando como críticos, tal es el caso de Enrique Lafuente Ferrari, Enrique Azcoaga, Sebastián Gasch, Luis Felipe Vivanco, el citado Eugenio d’Ors o Camón Aznar, entre muchos otros; existe otro núcleo compuesto por periodistas e historiadores que, menos conocidos y expertos, fueron los primeros en generar una crítica artística de la diáspora dentro de la España franquista, tal fue el caso de Victoriano Crémer o Francisco Fernández del Riego. Los años cuarenta, periodo conocido como del estancamiento, fue una década en la que se expusieron “numerosas quejas. Las más frecuentes fueron sobre la vaciedad de la crítica periodística, al menos, pero también, de la falta de formación de los críticos y del intrusismo y un poco menos de su venalidad. También se anunció la inexistencia de una crítica mínimamente seria”. Aún así, es importante tener en cuenta las escasas contribuciones sobre el arte del exilio que consiguieron ser publicados en los años de la autarquía y el aislamiento político internacional, tras superar los controles de la censura. En relación con las contribuciones comprometidas puestas en marcha en la España franquista, hay que destacar la creación de la revista artística y literaria Ariel, que guardaba concomitancias con la revista Galería. Ambas fueron fundadas en base a unos principios muy semejantes, la cultura como tema central pero ligada al folclore como exaltación de las identidades. Con respecto a la primera, se trataba de una publicación escrita en lengua catalana, detonante que derivó a su prohibición, y divulgadora de un discurso que iba desde el noucentismo, pasando por las vanguardias, hasta las tendencias más recientes. Ésta nació en la clandestinidad, se pensó que por tratarse de una revista exclusivamente cultural podría llegar a ser legalizada, sin embargo, fue interrumpida tras editarse veintitrés números y dos suplementos. Sus inicios tuvieron lugar en Barcelona, donde fue fundada en mayo de 1946 y suspendida en julio de 1948. En junio de 1950 se tomó la iniciativa de que fuera editada en París donde sería finalmente la acción


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